Partida Rol por web

El Teatro de los Muertos

Capítulo I: Obertura

Cargando editor
10/10/2015, 21:43
Jonathan

-Eso es cierto. Estoy casi seguro de que se trataba de un chiste. Uno muy malo- dice Jonathan con su confianza renovada mientras esta vez su tono parece genuinamente más respetuoso. 

-Angie tiene gran talento. Sin embargo admito que por momentos necesita algo de motivación para mejorar su comportamiento.- dice y sientes el leve tirón de la cadena que empuja tus manos de manera apenas perceptible hacia adelante. Jonathan te está mirando, sus pupilas oscuras se clavan de manera hostil sobre ti. -¿No es eso cierto Angie?- añade entre dientes tu captor.

Cargando editor
10/10/2015, 21:47
Lord Chamberlain

El noble medita unos instantes y levanta su brazo derecho con la palma extendida hacia adelante. El sirviente asiente y da un paso hacia atrás, para quedar junto al gordo lord, pero sin regresar a su posición original, a unos pasos tras la pequeña sala. Su mirada una vez más se enfoca en ti.

-¿Es cierto lo que dicen Jonathan y Lee, Angelina?- te pregunta con tono paternal. Luego espera unos instantes antes de añadir -¿Debo darte la oportunidad de terminar la audición? ¿O voy a continuar perdiendo mi valioso tiempo?- había cierta irritación en sus palabras, pero sus maneras eran incuestionablemente refinadas y delicadas. Recordándote justamente las historias de nobles, condes y duques de antaño, tan cercanos a aquellos clichés del flemático y aristocrático temperamento británico.

Cargando editor
12/10/2015, 02:15
Angie Doyle

Apenas he terminado mi pregunta cuando esa voz aparece en mi mente y me hace dar un respingo en el sitio. Mis dedos agarran el libro con más fuerza y mis ojos se abren mientras contengo la respiración durante un instante. - ¿Qué...? 

Durante un momento todo se vuelve confuso. El tipo gordo parece haberse ofendido por mi pregunta y al mismo tiempo no puedo dejar de escuchar esa voz chirriante y molesta. Abro los labios completamente sorprendida de que una inocente petición como esa desencadene tanto movimiento. - No voy a hacer eso -pienso con determinación-. Claro que pasaré la prueba. Lo vamos a petar -repito lo que dijo Elie, aunque algo titubeante-. Lo vamos a petar porque esto es mejor que irme con esos desgraciados. ¿Verdad, Elie? -pregunto, buscando su aprobación y su apoyo- Y no soy ningún rollo. Déjanos en paz.

Miro al lord y luego a Jonathan, sin estar segura de qué debería hacer ni comprender del todo lo que está pasando. - Pero si he sido respetuosa... - La intervención de Lee corta mis pensamientos y mi boca se abre más aún, al mismo tiempo que mis ojos. - ¿Todo el rato callado y ahora hablas, tío mierdas? - espeto en pensamientos, fulminando con la mirada al oriental que no sólo no me ha ayudado sino que ahora parece volverse contra mí. - Que te jodan, Lee.

Le devuelvo la mirada hostil a Jonathan, frunciendo el ceño. Al menos hasta que el lord se dirige a mí, entonces lo miro a él y cierro la boca, buscando a toda prisa algo que decir que arregle parte de esta situación. - Oh... Yo... - Tomo aire despacio y parpadeo un par de veces antes de lanzarme a hablar. - Lo lamento si lo he ofendido, milord. - Bajo la mirada intentando parecer arrepentida.

- Hace sólo unas horas desde que yo... Desde que estoy... - Boqueo al recordar mi cuerpo en el suelo. Frío. Pálido. Muerto. - Muerta, muerta, muerta muerta. - Siento la boca seca y la garganta rasposa, pero me obligo a mí misma a terminar la frase. - Desde que yo... - No puedo evitar bajar el tono al decír la última palabra. - Morí. - Levanto la mirada de nuevo. - Y yo... yo... No sé todavía bien cómo funciona todo. No quería ofenderlo, ni decir nada inapropiado. Se lo juro. Le agradecería mucho que me dejase hacer la prueba en las condiciones que sean. 

Cargando editor
14/10/2015, 00:18
Lord Chamberlain

El noble se quedó mirándote durante unos instantes. Sus facciones endurecidas parecieron conmoverse. Su brazo descendió, a lo que el sirviente simplemente retrocedió de manera automática y volvió a su posición, levemente atrás del sofá en donde se encontraba gratamente acomodado en toda su sobrehumana extensión Lord Chamberlain. El hombre asintió a Jonathan y éste, con una sonrisa e ignorando tu mirada hostil. Tu "dueño" simplemente se sentó de manera silenciosa y voluntariosa, con aire satisfecho y observando a su importante interlocutor.

-Vamos, vamos. No llores Angelina- dice el hombre con tono autoritario, sin dejar de lado cierto tacto delicado, noble. -Me precio de ser un hombre de gran corazón. Acepto tus excusas Angelina, no las tomaré a mal. En verdad esperaría que Lee y Jonathan hubiesen sido más cuidadosos con la instrucción básica de sus recién segados... - dice lanzando una mirada de reojo a los dos esclavistas sobre el sofá opuesto -... pero bueno. Es algo que yo mismo podré solucionar, siempre que me impresione tu acto- dice y te dedica una sonrisa larga, con sus dientecillos pequeños y sus ojos vivaces, llenos de ese fulgor que te cuesta interpretar.

-No perdamos más el tiempo- continúa, aplaudiendo con ahínco y reclinándose un poco, dispuesto a escucharte. -Apresúrate a elegir el pasaje que interpretarás para nosotros. Me muero por corroborar si tu talento es tan impresionante como el que Jonathan y Lee comentan. Si se toman tantas molestias... estoy seguro de que me espera una grata sorpresa- añade con una sonrisa cómplice, dirigida esta vez hacia ti.

Cargando editor
15/10/2015, 22:49
Elie Godnay

Al principio en silencio, aquella presencia incorpórea escucha cómo Angie habla a aquel enorme anfitrión con respeto. Durante todo el tiempo casi puede sentirse cómo algo en la zona de su cabeza en que ella vive asiente cada vez que la chica pronuncia la palabra milord. Y cuando finalmente ella hizo aquella petición de ese mismo lugar emanó un suspiro nervioso y expectante, que se cortó de improviso un momento más tarde, con la intervención de aquella voz que parecía casi más una sucesión de chillidos que otra cosa.

Durante todo el tiempo que aquella voz habla Elie permanece en silencio, y así continúa después, intentando engancharse a la conversación que sucede al otro lado de las pupilas de Angie y temiendo haberse perdido algo importante. En el instante en que se da cuenta de cómo están las cosas no parece capaz de dar crédito a la situación. Todo parecía haber dado la vuelta en sólo un momento, y todo por una petición que entendía coherente y formulada con el máximo respeto. La incomprensión emana de la zona desde la que la voz de Elie suele hablar, y cuando finalmente vuelve a expresarse lo hace con un tono turbado y confuso.

- Pero qué coño... - Empieza, sin aclarar si se refiere a lo que pasa dentro o fuera de la cabeza de Angie. - ¡Eh, cosa creepy! - Exclama, como si de aquella manera aquella voz pudiera escucharla. - O ayudas, o te callas. Pero a joder te vas a otra parte. - Asegura, aparentemente molesta, antes de dirigirse a Angie.

- ¿Qué coño era eso? ¿Te había pasado antes? - Pregunta, aunque no espera a que la chica de una respuesta antes de continuar hablando. - Tú tranquila. Pasa de ella y del puto gordo bipolar. - Insulta a Lord Chamberlain entonces, sin cortarse ni un pelo. - Has hecho bien en disculparte, Angie, aunque no tenías por qué: no has hecho nada mal. Pero mejor estar aquí que con esos dos frikis, y más si los echan por nuestra culpa. - Expone.

- Y por supuesto que lo vamos a petar. Va a ser la mejor interpretación que el puto gordo haya visto desde que está muerto. No dejes que nada te desanime, entre las dos los vamos a dejar a cuadros. Y más en Isabelino. Joder, es que no nos lo podrían haber puesto más fácil. - Asegura, intentando darle ánimos a la chica. - Olvídate de los graznidos de mierda esos, y demuéstrale a lo que sea que ha hablado aquí y a ellos los que vales.  Iba a proponerte que cuando acabaras el monólogo saltases a algún texto de Shakespeare en plan impro motivada mil, pero visto cómo reacciona ante lo imprevisto quizá no sea la mejor idea. Así que ciñámonos al Fausto. - Propone al final, visiblemente convencida.

- Yo confío en tí, Angie. Y si tenía que acabar en la cabeza de alguien al morir, no sabes la suerte que he tenido de que fuera en la tuya.

Notas de juego

Elie ofrece una suma de cinco dados para impresionar a los presentes con la mejor interpretación del monólogo final del Fausto que hayan visto nunca.

Cargando editor
16/10/2015, 12:27
Angie Doyle

- No, no me había pasado nunca... Debe ser por el accidente -respondo a Elie cuando pregunta por la voz cacareante. Sus ánimos me hacen sentir más segura de mí misma. - Lo vamos a petar -repito una vez más, ignorando a la voz y centrándome en lo que tenemos entre manos-.

Mis nervios se apaciguan al ver que mi arrepentimiento ha funcionado con el gordo y asiento con la cabeza, volviendo a buscar en el libreto el monólogo final. 

Me pongo de pie con cuidado de no tensar las cadenas y memorizo las primeras palabras para no tener que mirar el libreto todo el rato. Es una putada no poder gesticular entre las cadenas y el libro, pero están los ánimos como para sacar el tema de quitarme las cadenas de nuevo... 

Cierro los ojos un instante, mentalizándome. Metiéndome en el papel. Soy Fausto y estoy a punto de morir para ir al infierno. Las similitudes conmigo misma son escalofriantes, pero al menos Fausto sabía lo que iba a pasarle. 

Tardo unos segundos en abrir los ojos y los labios y empezar a declamar, con una voz vibrante y cautivadora, dejando que a través de mi voz se derramen todas las emociones del monólogo.

- ¡Ah, Fausto, una hora escasa te queda de vida y luego serás condenado perpetuamente! Deteneos, móviles esferas de los cielos, cese el tiempo y nunca llegue la media noche. Ojo de la hermosa Naturaleza, álzate de nuevo y haz un perpetuo día, o haz que esta hora sea un año, un mes, una semana, un día natural, para que pueda Fausto arrepentirse y salvar su alma. «O lente, lente currite, noctis equi!»

Mis ojos brillan con la esperanza del propio Fausto, esa desesperada esperanza de que todavía exista otro camino, otra posibilidad, de que su Dios se apiade de él. 

- Las estrellas muévense aún, el tiempo corre, el reloj suena, vendrá el demonio y Fausto será condenado. ¡Oh, quiero ascender hacia Dios! ¿Quién me impele hacia abajo? Ved, ved, cómo corre la sangre de Cristo por el firmamento. Una gota, media gota, salvarían mi alma, ¡oh, Cristo mío! ¡No desgarréis mi corazón porque nombre a mi Cristo! No, pues seguiré llamándole.

Me muevo un poco, como buscando a mi alrededor. Y entonces, como Fausto, clamo por la piedad sagrada de Cristo, aferrándome a esa brizna para pedir la salvación de mi alma.

- Déjame, Lucifer. ¿Dónde está? Se ha ido y ahora veo a Dios extender su brazo y plegar su airada frente. Oteros y montañas, venid, venid, y caed sobre mí, y escondedme de la pesada cólera de Dios. ¡No, no! ¡Ah, quiero huir y esconderme en las entrañas de la tierra! ¡Tierra, ábrete! Mas no, no quiere acogerme. Estrellas que presidisteis mi nacimiento y por cuya influencia se me otorgó la muerte y el infierno, llevaos a Fausto, cual confusa bruma, al interior de vuestras laberínticas nubes, para que, cuando me expeláis al aire, mis miembros se desprendan de vuestras humosas bocas a fin de que pueda mi alma elevarse a los cielos.

Muevo la cabeza, escuchando un reloj inexistente. El tiempo de Fausto se acaba y paso a un tono de patética negociación. Pronunciando con el cuidado apropiado cada palabra de forma que el Isabelino parece en mis labios tan natural como respirar.

- Media hora ha pasado y todo pasará en breve. ¡Oh, Dios, si tú no tienes compasión de mi alma, con todo, por el amor de Cristo, cuya sangre me redimiera, pon algún límite a mi penar incesante! Haz que Fausto viva en el infierno mil o cien mil años, pero que se salve al fin. Mas no hay límite alguno para las almas condenadas. ¿Por qué no eres una criatura carente de alma? ¿Por qué has de tener espíritu inmortal? Si las metempsícosis de Pitágoras fueran verdaderas, mi alma, huyendo de mí, se cambiaría en alguna bestia bruta. Las bestias son felices porque cuando mueren sus almas se disuelven pronto en los elementos, mientras la mía vivirá para ser atormentada en el infierno y maldecida por los padres que me engendraron. Fausto, maldícete y maldice a Lucifer que te ha privado de la alegría de los cielos. 

De nuevo escucho ese reloj y muevo un poco las manos hacia mi cabeza con desesperación, sin prestar atención al tintineo de las cadenas.

- ¡Ya suena, ya suena! Ahora, cuerpo, tórnate en aire, que si no Lucifer te llevará velozmente al infierno. ¡Alma, transfórmate en menudas gotas de agua y cae en el océano para que nunca te encuentren!

Giro sobre mí misma, mirando a mi alrededor, con los ojos asustados ante la imagen de los diablos que vienen a buscar a Fausto. Dejo que mi voz se quiebre con una terrible angustia ahora que se acerca el final. Mis dedos se crispan y todo mi cuerpo se tensa. 

- ¡Dios mío, Dios mío, no me miréis tan airado! Áspides y serpientes, dejadme respirar un poco. No te abras, infierno horrible. ¡Lucifer, no vengas! ¡Yo quemaré mis libros! ¡Ah, Mefistófeles!

Hago una pausa y todo mi tono y expresión cambian, adoptando la neutralidad del coro para pronunciar las frases finales. 

- Cortada ha sido la rama que podía haber medrado derecha y quemado está el laurel de Apolo que antaño creciera dentro de este hombre sabio. Fausto se ha ido; mirad su infernal caída y que su diabólica suerte exhorte a los discretos a pensar en el mal de las cosas ilícitas, cuya profundidad consiente a los talentos eminentes practicar más de aquello que el poder celeste permite.

Con la última palabra, cierro los ojos y bajo las manos. Estoy un poco jadeante, pero una pequeña sonrisa quiere esbozarse en mis labios. La hermosa sensación que me recorre siempre por entera cuando termino de interpretar parece amplificada y me permito el lujo de pensar que lo he hecho bien. Mejor que bien, como nunca. Sin embargo, busco en mi mente alguna confirmación antes de darlo por seguro. - ¿Ha estado bien, Elie? ¿Te ha gustado?

- Tiradas (2)

Motivo: Carisma+Int+Elie

Tirada: 13d10

Dificultad: 5+

Resultado: 5, 4, 8, 1, 3, 6, 5, 10, 10, 8, 5, 10, 5 (Suma: 80)

Exitos: 10

Motivo: Repetir 10s

Tirada: 3d10

Dificultad: 5+

Resultado: 7, 8, 7 (Suma: 22)

Exitos: 3

Notas de juego

OMG, van a poner mi cara en un cartel :D.

Cargando editor
17/10/2015, 20:14
Elie Godnay

La respuesta que Angie da con respecto a aquella voz es suficiente para que Elie no pregunte más, al menos por el momento. Y a continuación, cuando ella repite una vez más aquello de que ambas lo van a petar, aquella consciencia dentro de su mente asiente en silencio. - Vamos allá. - Enuncia, como si con aquello le diera la señal para dejar todo de lado y disponerse a empezar.

En el momento en que Angie se pone en pie y memoriza aquellas palabras esa presencia habla con voz tranquila, dándole ánimos una vez más. - Tranquila. - Le dice. - No necesitas el libro. Si cualquier cosa, yo te chivo. - Promete, preparándose para el momento en que Angie comience a declamar.

Cada línea que Angie entona es dicha al mismo tiempo por Elie en voz baja, simplemente recordando ese texto. Sin embargo su voz grave denota una convicción completa, y conforme Angie vive más y más aquel monólogo ella va haciéndolo también. Sin embargo, a diferencia de las de la chica, las palabras de Elie están teñidas de una densa fascinación, como la de quien es feliz con ser la sustituta de la actriz principal, con mirar desde un lugar entre bambalinas mientras recita el texto entre dientes y admira con los ojos bien abiertos a su heroína.

Y cuando la actuación termina del lugar que Elie habita emana una inquieta exaltación, una alegría vibrante y cargada de felicidad. - ¿Que si ha estado bien? - Pregunta de manera retórica. - ¿Que si me ha gustado? - Repite. - ¡No podría haberme gustado más! ¡Ha sido acojonante! - Incide. - ¡Y eso que tú no te has fijado en sus caras! ¡Míralas ahora! - Exclama. - ¡Dios! ¡Es que no me gustan las tías, y aún así te comería la boca! - Dice después, visiblemente emocionada. Y después no tarda en echarse a reír, aunque aquella risa va seguida de una disculpa. - Joder, perdona, espero que no te importe. Pero es que ha sido alucinante, de verdad. - Asegura con la voz llena de calidez. - Felicidades. Creo que eres la nueva actriz principal del Futurist.

Cargando editor
17/10/2015, 20:31
Narración

¡Con qué silencio y interés te observaba tu público de tres personas! Todos parecían embelesados de alguna manera u otra por tu pequeño acto de teatro. Lord Chamberlain te observaba con mayor atención, sus ojos claros parecían brillar con cada movimiento y su rostro tenía dibujada una pequeña pero diciente sonrisa. Por momentos, él mismo parecía mover sus labios, siguiendo tu pronunciación, como si conociera de memoria el fragmento que estabas actuando. Su rostro se iba iluminando conforme avanzabas y pronto la emoción se desbordaba por su rostro, mientras le era imposible contener un aire emocionado, mirándote con su boca entreabierta, petrificado en su sitio, esperando el gran final de tu actuación. De estar vivo y no ser un Wraith, seguramente estaría también conteniendo la respiración para evitar hacer el más mínimo ruido.

Y del otro lado estaban Jonathan y Lee. Lee te observaba embelesado, ocultando su boca aún tras sus manos: sus ojos también parecían reflejar una emoción diferente al escucharte... una emoción quizás más triste y nostálgica que el gordo noble del otro lado. El también parecía una estatua en su sitio, incapaz de moverse o decir nada. A su lado, Jonathan. Jonathan era quien más visiblemente emocionado estaba con cada instante que pasaba de tu interpretación. No se molestaba en ocultarlo y tenías la impresión de que su alegría tenía más que ver con la impresión que tú y él estaban dejando que por la calidad artística de aquel improvisado recital.

Cuando finalizaste, puedes sentir el silencio de la expectación rodeándote. Puedes sentir sus miradas y de repente... varias cosas suceden. Primero es aquella sensación fría y descarnada que parece acumularse en tu interior, una aflicción oscura que le resta algo de brillo a tu percepción de haber interpretado de manera francamente increíble. Luego, tu cabeza palpita con fuerza y los ecos de las palabras de aquella voz chillona resuenan desde lo más profundo de tu memoria. "Pasa de hacer la prueba. Ni siquiera vas a pasarla. Arráncale algunas páginas, tíralo al suelo y pisotéalo. Y escúpele encima. Eso sí será glorioso. Ya puedo imaginar sus caras.". A manera de una maldición, cuando los ecos dejan de resonar, tus fuerzas te abandonan y tu espíritu parece desgarrarse por dentro, drenándote del resto de entusiasmo y acabando con tus energías. Todo lo que percibes, lo que sientes, parecen opacarse y distanciarse, dejándote un creciente letargo que se acumula en tu interior. La victoria no se siente ahora tan bien como esperabas, y cuando te das cuenta, has caído de rodillas, exhausta.

Te sobrecoge una sensación horrible de que algo malo, muy malo está a punto de suceder, al tiempo que tus muñecas empiezan a doler con una punzada fría, como si las cadenas heladas que se hunden en el corpus alrededor de tus brazos te estuviesen apretando con gran fuerza, sosteniéndote en tu sitio de alguna manera, aunque no estuvieses yendo a ningún lado.

Es la voz de Lord Chamberlain la que logra sacarte de aquel extraño trance, la voz del masivo personaje que llega lejana y resonante como siempre.

Notas de juego

Acabas de perder 4 puntos de tu reserva de Fuerza de Voluntad, Sin embargo, algo no ha pasado, por alguna razón que parece tener que ver con las cadenas.

Cargando editor
17/10/2015, 20:39
Lord Chamberlain

-¡Fantástico! ¡Maravilloso! ¡Increíble! ¡C'est Magnifique!- dice y puedes ver que intenta ponerse de pie torpemente, toda su humanidad se despliega frente a ti y comienza a aplaudir con gran ahínco, con sus palmas fofas. Sonríe con gran entusiasmo e intercala miradas contigo y con Jonathan. Tus dos esclavistas están de pie también, aplaudiendo con más sobriedad, pero igualmente encantados. En especial Jonathan, quien no logra ocultar su euforia.

-Veo que no has exagerado Jonathan, al decir que Angelina es como una actriz profesional. Ha declamado ese fragmento con increíble emoción, con gran talento, como si fuese tan natural... es como si ella misma fuese Fausto a punto de ser condenada. Ha sido maravilloso... Creo que he encontrado a mi nueva vedette.- dice aún aplaudiendo rápidamente, como si no pudiese fatigarse. Así se mantiene un poco más, aún cuando Lee y Jonathan se quedan parados algo incómodos esperando cómo reaccionará el noble. -Felicidades Angelina, felicidades. Definitivamente distas mucho de ser una amateur... ¡has estado espléndida, espléndida! ¡Levántate mi querida niña! ¡No hay necesidad de venias! ¡Soy yo quien debería inclinarme para agradecerte por esto!- dice mientras con otro gesto sus sirvientes se acercan y te ayudan a ponerte de pie sin decir nada, tomándote suavemente por los brazos. Sus palabras parecen un bálsamo que alivia aquel horrible sentimiento que te embarga. Sus elogios parecen diluir un poco aquel sopor interior que iba obnubilando tus propias experiencias y para cuando te das cuenta, te encuentras sonriente y que el dolor del preternatural tirón de las cadenas se desvanece lentamente.

-¿Cuánto piensas pedir por esta joya Jonathan? Lo que sea, estoy dispuesto a pagártelo muchacho. Considéralo mi manera de retractarme por mi incredulidad- dice el hombre encarando ahora a tu actual dueño.

-Sus palabras son muy amables, milord- dice Jonathan con una pequeña venia. -Había pensado pedirle 10 oboli por Angie... por Angelina- dice sin encararle, pero tampoco sin poder ocultar la alegría de su rostro.

-¡Y vaya que lo vale! Te daré 15 Oboli por Angelina y los dos drones que carga tu compañero. Estoy necesitando materia prima para fabricar el decorado de mi próxima obra. Mejor que el precio que encontrarás en la ciudadela. Estaré más de contento de pagarte por semejante talento- dice mientras introduce su mano por la abertura oscura de su túnica y saca una pequeña bolsa que tintinea levemente con sonidos metálicos que se intercalan con apenas audibles silbidos y gemidos.

-Aceptamos con gran humildad, milord- responde Jonathan de muy buen humor.

-Por favor, ponedle mis grilletes- dice Lord Chamberlain a los dos sirvientes. Uno de ellos te libera un instante hacia la oscuridad, mientras que Jonathan y Lee reciben unas monedas grandes, redondas, plateadas y traslúcidas que vibran y suenan de manera estremecedora y que ostentan un sello que no reconoces, pero que parece tener una especie de imagen de líneas alargadas sobre ellas. -Os estoy profundamente agradecido, Jonathan y Lee.- dice el hombre. Al tiempo que Jonathan va recibiendo sus monedas, ves como su corpus gana cierta nitidez, como si su cuerpo brillara levemente, y sus colores se movieran con algo de vividez: una experiencia que él mismo parece estar disfrutando sobremanera.

El sirviente reaparece llevando en sus manos un par de nuevas cadenas, de color plateado y más bruñidas y elegantes que las que tienes en este momento, se hace frente a ti y se agacha. Dice en un tono neutral y desprovisto de emoción -Por favor, no se mueva- Mientras abre las esposas, dispuestas a ponerlas esta vez alrededor de tus tobillos...

Notas de juego

- Gracias a tu excelente interpretación, te has ganado los elogios desmedidos de Lord Chamberlain. Has logrado deshacerte de Jonathan y Lee, por tus propios méritos. En cumplimiento con tu naturaleza Ansiosa de Elogios, recuperas un punto de Fuerza de Voluntad, adicional al primer punto no utilizable de FdV.

Cargando editor
20/10/2015, 13:13
Angie Doyle

Mientras el frío se va extendiendo por mi cuerpo y mis rodillas flaquean me voy sintiendo cada vez más vacía. Como si al declamar con tanto esplendor me hubiera quedado sin ninguna porción de mí misma dentro de mí. Esas palabras resuenan en mi mente, anclándose en mi cráneo, robándome las fuerzas hasta el punto de que incluso la desesperanza es una emoción demasiado agotadora. Ni siquiera los elogios de Elie confirmando lo bien que me ha salido son suficiente como para que mis ojos no se tiñan de esa sensación de vacío. 

La herida en mi sien sigue cosquilleando y esa sangre que se derrama incesante por el lateral de mi mejilla me recuerda una y otra vez que estoy muerta. - Muerta. Muerta. Muerta. Muerta. - Y así me siento. Muerta por dentro y por fuera. 

Cierro los ojos ante esa demoledora certeza de que algo va a suceder. Algo malo. Pero ni siquiera tengo fuerzas como para enfrentarlo, tan sólo puedo resignarme y dejarme llevar. Quizá todo termine, pero no me importa. No queda nada por lo que luchar. 

Los aplausos se pierden en la densa ausencia que llena mi pecho invadiéndome desde dentro pasito a pasito, pero no es hasta que la voz del lord los interrumpe que empiezo a sentir una pizca de calidez empezando a parpadear e iluminando un poco la negrura con la que contemplaba la existencia. Si es que a esto se puede llamar existir. 

Siento cómo los criados me levantan y mis labios empiezan a curvarse de nuevo. Le ha gustado. Le ha gustado de verdad. He tenido que hacerlo realmente bien para conseguir algo así. Sigo sintiéndome agotada y desazonada, algo confusa y perdida en mi propia mente. Pero al menos sé que lo hice bien.

- Muchas gracias, milord -murmuro en un esfuerzo por no dejarme llevar por completo por el desaliento que me invade-.

- Jódete. - Pienso en dirección a la voz chirriante que aseguraba que no pasaría la prueba. Y sin embargo, mi tono no es tan fuerte o desafiante como sería en otros momentos. Más bien resulta cansado y frágil. - Lo hemos petado -añado, intentando recomponer lo que se ha roto en mi interior, sin conseguirlo del todo-. 

Parece que los grilletes por fin se irán, pero otros vienen, aunque a los pies. ¿De verdad será tan normal en este lugar tener a la gente encadenada? Es... humillante. Y retrógrado. Pero no tengo fuerzas ni ánimo para discutir, así que permanezco inmóvil y silenciosa mientras me los ponen. 

- ¿Elie...? ¿Qué... qué ha pasado? -pregunto, cansada y dubitativa mientras mis ojos contemplan sin demasiado interés cómo Jonathan recupera color al tocar esas monedas para después buscar los de Lee- ¿Lo has sentido? ¿Qué ha sido eso?

Notas de juego

recuperas un punto de Fuerza de Voluntad, adicional al primer punto no utilizable de FdV.

¿Qué es lo del punto no utilizable? o.o

Cargando editor
20/10/2015, 22:22
Elie Godnay

En algún lugar de la mente de Angie algo se sacude cuando ella cae al suelo, y del espacio que Elie habita emana un sonido que es casi como una expresión de agonía contenida. Y no es hasta que los aplausos y las palabras de su nuevo dueño rompen el ambiente que las cosas vuelven más o menos a la normalidad.

- Yo... No sé qué ha sido eso. - Enuncia entonces esa voz en la cabeza de Angie, hablando con una mezcla de debilidad y miedo. - No tengo ni idea. Pero parece que ya ha pasado. Tú... ¿También lo has sentido, no? ¿Estás bien? - Pregunta con la voz cargada de preocupación. Es entonces cuando los ojos de Angie observan a Jonathan recibir aquellas monedas, y ante aquella imagen la voz de Elie se torna cargada de molestia.

- Maldito hijo de puta. - Enuncia. - Lo único que ha hecho ha sido secuestrarnos, encadenarnos, amenazarnos y arrastrarnos, y obtiene su recompensa. - Señala. - No se me ocurre qué podemos hacer ahora, Angie, lo siento. - Dice disculpándose. - Pero esto no va a quedarse así. Ni de coña.

Cargando editor
21/10/2015, 03:09
Narración

El sirviente no nota tu estado de ánimo. Se acerca a tus piernas y cierra cada esposa sobre tus piernas. Se sienten frías y desgarradoras, como las de tus muñecas. De nuevo una sensación punzante y dolorosa recorre tu cuerpo, subiendo por tu espalda hasta tu cabeza. Era de nuevo sentir como iban hundiéndose lentamente en la piel (o lo que podías llamar piel) alrededor de tus tobillos, haciendo burbujear el corpus alrededor del acero brillante hasta que no quedan más que las cadenas de nuevo. 

Para cuando el proceso ha terminado, notas que el uniformado empleado de Chamberlain está de nuevo frente a ti. A tu lado, el aristócrata y los que pronto serían tus ex-dueños reían seguramente por alguna broma común. Cuando Lord Chamberlain nota que tienes tus cadenas se apresura a decir -Jonathan, retírale tus cadenas. Vosotros llevadla luego a su nuevo camerino, yo iré a visitarle más tarde- indica primero a Jonathan y luego a su sirviente, mientras mueve su mano en el aire de forma circular y con cierta elegancia que contrasta con el grosor de sus extremidades, al tiempo que sonríe y se expresa con el mismo tono con el que lo haría alguien que pretende estar muy ocupado.

Jonathan asiente con una venia y se acerca a ti con una enorme sonrisa en su rostro. Del bolsillo de su abrigo saca un manojo de llaves alargadas y antiguas, del mismo color que tus primeras cadenas. Busca una llave particular y te toma por la parte de abajo de los brazos mientras pone la llave sobre la articulación de tu muñeca derecha, dejando que se hunda en tu piel lentamente (causando una molestia) al tiempo que el acero vuelve a salir a la superficie atravesando tu piel como si se tratara de un viscoso fluido. La llave gira y con un sonido metálico la primera de las esposas se abre liberando tu primera mano.

-¿Ves como todo ha salido bien Angie? Que buena chica eres- susurra Jonathan, con su aliento pestilente que vuelve a darte de lleno en la cara. Lee te observa de reojo y Lord Chamberlain parece extremadamente satisfecho con su nueva adquisición. Sólo tú parecías estar sufriendo en lo que debería ser un momento de victoria. Jonathan lleva la llave a tu mano izquierda, tomándola con firmeza para liberarte finalmente de tus primeras cadenas, las cadenas que te dieron la bienvenida a la muerte.

Notas de juego

Haz una tirada de FdV temporal  a dif 8.

Si no quieres decir o hacer más, en el siguiente turno resolveré llevándote hasta el "camerino" que mencionó Lord Chamberlain.

Cargando editor
21/10/2015, 03:47
Angie Doyle

Un pequeño gemido brota de mis labios cuando ese dolor de nuevo vuelve a recorrer mi cuerpo, lacerando mis tobillos y llegando hasta mi nuca. Cierro los ojos con fuerza hasta que pasa y entonces miro hacia abajo, respirando agitadamente y con los ojos húmedos. 

Aparto el rostro cuando Jonathan se acerca y me echa su asqueroso aliento a la cara. - Esto no va a quedarse así... - Me repito débilmente a mí misma las palabras de Elie, pero lo cierto es que no tengo ánimos para hacer nada ahora. Algo se ha quebrado en mi interior, llevándose mi vitalidad y mi energía. Muevo los dedos, abriéndolos y cerrándolos cuando por fin me liberan de las cadenas que he aprendido a odiar en tan solo unas horas.

Echo un breve vistazo de reojo a Lee antes de que mis ojos se dirijan hacia el suelo, con una expresión desolada que no necesito fingir en esta ocasión. Y después, espero. Resignada y rendida a una lucha que no tengo fuerzas para emprender.

- Tiradas (1)

Motivo: FdV

Tirada: 1d10

Dificultad: 8+

Resultado: 7 (Fracaso)

Notas de juego

Cuando quieras ^^.

Cargando editor
25/10/2015, 01:48
Narración

Jonathan termina de abrir el otro grillete. "Buena chica" repite con su tono deferente mientras te guiña el ojo. Empujándote luego con un suave movimiento hacia uno de los sirvientes. Lord Chamberlain responde con un "Excelente, Excelente, ¿en qué ibamos?" completamente ajeno al resto y pronto los tres, Lee, quien está evitando tu mirada y la de sus dos interlocutores, como si estuviese avergonzado. Ninguno de tus dos ex-dueños te voltea a mirar mientras sales de la sala principal de camino a tu nueva residencia.

Era increíble lo poco que había cambiado tu vida en menos de unas horas. Estabas viva y disfrutando con tus amigos y de repente te encuentras lanzada a un desconocido "Otro Lado", en dónde eres una mercancía cambiando de manos, en medio de una versión derruida y envejecida de tu propia ciudad. La muerte cambia la vida... incluso para aquella persona que ha muerto. Ahora estabas allí, debilitada por efecto de aquella vibración oscura que se agita levemente en tu cabeza, en tonos familiares que han estado contigo desde que dejaste atrás el mundo de los vivos.

Los sirvientes se mantienen silenciosos, dirigiéndote hacia una escalera al fondo de un pasillo lateral. Uno se hace atrás tuyo y el otro adelante, y de manera silenciosa, la comitiva te da a entender que hay que continuar subiendo. Las escaleras son angostas y de madera: imaginas que de estar vivas y sentir el peso de sus habitantes, crujirían a manera de queja, mientras el olor húmedo de las tablas parecía indicar que cederían con gran facilidad ante el primer esfuerzo. ¿Cuántos años llevaba aquel teatro abandonado? Desde que tienes memoria has pasado algunas veces por aquella zona y el edificio en ruinas que era aquel cinema había estado allí, con su aspecto tenebroso, con su aire inquietante que terminaba por alejar a los transeúntes sin importar la hora del día. Ahora tú eras parte de esa atmósfera, poblada por... otras almas como tú.

Pasaron la primera planta y continuaron hacia una pequeña puerta en la segunda, el punto más alto del Futurist, suponías. El sirviente adelante abrió la puerta con algo de dificultad, empujándola. Una puerta que tenía solidez de éste lado. Esta estancia superior era amplia y mal iluminada: en la pared había algunos cristales llameantes que arrojaban una luz mortecina e insuficiente, de un color pálido. El lugar apestaba, como todos los lugares desde que habías muerto, y el aire parecía sofocante y granuloso. El sitio estaba lleno de estanterías vacías metálicas, cuyo color oxidado y aroma a hierro apestaba el lugar completamente: parecía el ático en donde debían almacenarse, en las épocas en las que el cine estaba abierto, los rollos de las películas proyectadas. Las sombras sobre casi todo aquel espacio, bailaban al ritmo de las invisibles corrientes que hacían mover las artificiales y antinaturales luces, vagas emulaciones del fuego real.

Ninguno de los sirvientes te dijo nada. Simplemente se detuvieron en su sitio y esperaron a que entraras. Te miraron con cierta neutralidad desprovista de sentimientos, dejando solamente el silencio en el aire, interrumpido por los extraños crujidos y sonidos del edificio en general. Aquella bodega de escasa luz sería, aparentemente, tu nueva residencia en la Tierra de las Sombras. Tu camerino, como lo había llamado Lord Chamberlain.

Cargando editor
27/10/2015, 14:47
Angie Doyle

Mi pecho se vacía en un suspiro cansado cuando los criados abren la puerta y puedo contemplar el interior de lo que me parece más bien un sótano que un camerino. De no sentirme tan desanimada habría muchas preguntas que habría querido aprovechar para hacer. Como por qué ellos no tienen cadenas, o qué son los drones y los oboli, incluso me gustaría saber cómo puedo comprar mi libertad en ese lugar, por qué hay gente como Lee, Jonathan o el Lord que no son esclavos de nadie y cómo se consigue eso. Y me gustaría saber si había más en mi situación, quiénes son y dónde están... 

Pero todas esas dudas se escapan con el aire que abandona mis pulmones y tan sólo observo el lugar donde me encuentro ahora, girando sobre mí misma y buscando en las paredes o el suelo algún grillete para saber dónde atarán las horribles cadenas. - Camerino... Valiente eufemismo. 

Me llevo los dedos a ese lugar que sigue sangrando en mi sien y lo froto, tratando de aliviar un cosquilleo que no parece dispuesto a desaparecer pronto. Arrugo la nariz, molesta con el olor pestilente que flota en todas partes en ese Más Allá de mierda. - Si Beth pudiese ver esta mierda de sitio no tendría tanta curiosidad por lo que hay después de la muerte. 

Pensar en Beth hace que algo se encoja en mi estómago. ¿Alguna vez volveré a ver a mis amigos? ¿A Josh? Aprieto los dientes y niego con la cabeza. No puedo permitir que Josh me olvide. No puedo. 

Avanzo algunos pasos, hasta llegar a alguna de las paredes y me deslizo por ella para quedar sentada en el suelo, apoyando la espalda. No me siento capaz de luchar o pelear en estos momentos. Me siento resignada y derrotada. La desesperanza cubre mis emociones y anula mi determinación ahora, pero la necesidad de proteger a Josh es un pequeño punto de luz en la negrura de mis pensamientos. - Si tan sólo pudiera seguir existiendo para él... 

Cargando editor
28/10/2015, 04:37
Elie Godnay

En el mismo momento en que aquellos criados ponen los grilletes en los tobillos de Angie un pequeño quejido, como si el dolor de la chica llegase hasta el rincón más profundo de su cabeza, sale del pequeño espacio desde el que suele hablar quien dice llamarse Elie. Sin embargo esa presencia no tarda en recuperarse para observar con atención todo lo que rodea a Angie. El modo que tiene Lee de permanecer callado y apartado, cobardemente marginado a pesar de que había sido él quien había visto a Angie actuar días antes. La manera de brillar de Jonathan al recibir aquellas monedas. Y la forma que tenía Lord Chamberlain de hablar como si estuviera por encima de todos. En silencio Elie se toma un instante para buscar los grilletes de los otros presentes, y una leve sensación de sorpresa escapa de ese lugar en el que acostumbra a estar ubicada al no encontrarlos.

Finalmente, cuando Jonathan le dedica aquellas últimas palabras y aquel guiño, a punto está Elie de reunir las fuerzas para pedir a Angie que le patee directamente la entrepierna. Pero sabe que no servirá de nada. No parece que la chica tenga fuerzas para algo así. Y aún teniéndolas, sólo serviría para buscar problemas. Y la venganza que Jonathan merece es, sin duda, mucho mayor que esa.

Posteriormente aquella presencia permanece también observando mientras conducen a Angie a lo que llaman su camerino. Como broma, supone al verlo.

- Estaba pensando lo mismo. - Le dice a Angie cuando ella piensa sobre el eufemismo que supone aquel nombre. Su voz vuelve a ser suave, sedosa, como la primera vez que había hablado con ella. Sabe que ahora lo mejor que puede hacer es aportarle calma. Una sonrisa silenciosa se escapa posteriormente, ante la mención del Más allá de la mierda. - Siento que sea así, Angie. - Enuncia entonces. - Pero no hemos podido hacer nada más. - Señala. - No hemos podido hacer nada mejor. - Dice, antes de dejar espacio a la chica para que se acostumbre un poco a aquel espacio. Y no es hasta que está ya sentada en el suelo que vuelve a hablar.

- Para él sigues existiendo. - Le dice con un tono que paree cargado de seguridad. - Te miró, ¿recuerdas? - Enuncia entonces. - No va a olvidarte tan fácilmente. De hecho pondría la mano en el fuego a que no vuelve a estar de verdad con nadie. - Comenta. Entonces se toma unos segundos para reflexionar.

- Angie, eres lo mejor que le ha pasado a este tío desde que ha muerto. No te va a dejar comprar tu libertad. Tenemos que encontrar cómo escapar de aquí, y lo haremos. Tenemos que ir a ver a Josh, y tienes que ayudarme con lo mío. - Le recuerda, no por si se le hubiera olvidado, sino como si aquella promesa fuera motivo suficiente para sacar fuerzas de algún lugar. - Aunque puede que no sea tan fácil como parecía. Tendríamos que haber forzado un poco más las cosas antes, cuando estábamos sólo con los dos putos frikis. Pero ahora... Ahora tenemos que buscar una excusa para salir, aunque sea acompañadas. - Dice. Por un momento parece dispuesta a guardar silencio durante un buen rato, pero esa sensación queda interrumpida cuando vuelve a hablar como si se le hubiera ocurrido algo.

- Tu funeral. - Expone como si aquello fuera una revelación. - Ahí estará Josh seguro. Tenemos que pillar a Lord Bipolar de buen humor y decirle que te deje ir a tu funeral, aunque sea encadenada o algo. Hay que tenerle contento y demostrarle que sabremos comportarnos, y conseguir que nos deje ir. - Sentencia. - Como sea.

Cargando editor
28/10/2015, 06:28
Narración

Los sirvientes no hacen nada con tus cadenas. Los dos grilletes están unidos entre sí a través de esa cadena de color algo más plateado que tus viejas ataduras. En cuanto te acomodas, los dos, ambos de mediana estatura y de rasgos semejantes: dos hombres lampiños con expresión inerte, te observan para luego retirarse por la misma puerta por la que la comitiva han entrado. La puerta se cierra con la misma pesadez con la que se abrió, acompañada de un eco metálico que va asfixiando la luz de la bodega hasta sellarse. Un par de resonancias adicionales revelan que los dos criados de Lord Chamberlain habían puesto el seguro.

En tu cabeza, se agitan las ideas con intensidad. Los recuerdos frescos de tu vida, tan recientemente perdida, empiezan por primera vez a manifestarse en tu cabeza. Las voces de tus amigos, sus rostros deformados por la tragedia, la mirada de Josh, como si te pudiese buscar a través de la separación del mundo de los vivos y del de los muertos. Y la soledad, la soledad de aquel mundo diferente en el que habías caído, en donde no eras una adolescente libre para hacer lo que te viniese en gana, sino una esclava, un producto más, un bien. Toda esta situación hacía ver las reglas de tus padres como poco más que una broma en medio de lo que significaba estar encadenada y aprisionada.

La oscuridad atraída por el cierre de la puerta cede mientras tus ojos se van acostumbrando a los elementos de este lado que parecían invisibles. Las paredes parecen reforzadas de alguna manera y se superponen en capas sólidas junto a lo que parecen ser elementos más efímeros: parches que parecen existir en el mismo espacio. El suelo está sucio, frío y húmedo, al igual que la pared sobre la que te apoyas.

Entonces lo ves. No había sido visible al entrar y con la mediocre iluminación era difícil distinguir aquella silueta delgada del otro lado de la habitación, a través de dos estantes vacíos. Sentado en el suelo, apoyado sobre la pared, había una forma humana, sentada de tal manera, que con sus piernas flexionadas, sus rodillas quedaban casi a la altura del pecho. Hundía su cabeza desprovista de cabello en medio del espacio de éstas y con sus manos rodeaba sus extremidades a la altura de la parte baja de la rodilla.

Cargando editor
30/10/2015, 01:57
Angie Doyle

Escucho a medias las palabras de Elie, demasiado agotada como para prestarle toda mi atención. Sentada en el suelo, con las rodillas dobladas empiezo a tocar descuidadamente con el dedo la cadena que une las esposas de mis tobillos. Hago una mueca cuando Elie termina de hablar. Quiero creer en que tiene razón y que es posible que logremos escapar de allí, aferrarme a aquella mirada de Josh o a lo que pueden significar los elogios del Lord, pero el desánimo pesa como una losa y suspiro quedamente. 

- No creo que sea tan fácil -respondo con tono cansado-. No va a dejarme hacer nada, seguro que pretende tenerme aquí encerrada y sólo sacarme para que actúe para él o algo así. -No puedo evitar que la negatividad y el pesimismo tiren de mí con fuerza, anclándome a una roca tan negra como mis pensamientos. - Voy a quedarme en esta mierda de camerino para siempre mientras Josh y los demás se olvidan poco a poco de mí. Y ni siquiera podré disculparme con mi madre por todo lo que le dije. 

Mi mano forma un pequeño puño con el que doy un golpe en el suelo, pero ni siquiera es verdaderamente fuerte, tan sólo serviría para levantar el polvo, si es que el polvo de aquel lugar se puede mover. Es entonces cuando percibo que no estoy sola y doy un pequeño respingo, enderezando un poco mi postura. ¿Me habían encerrado con alguien? ¿O se habían olvidado de que quien fuese estaba allí al meterme?

- Eh... ¿Hola? -pregunto, entrecerrando los ojos al mirar a esa figura que tan camuflada está en aquella habitación- No te había visto. ¿Llevas ahí mucho tiempo?

- Vaya estupidez de pregunta -me recrimino a mí misma al escucharme-. Lleva por lo menos desde que entré. Y como mucho desde que se construyó esta mierda de sitio. Supongo.

Cargando editor
01/11/2015, 17:13
Desconocido

El hombre no reaccionó inicialmente: tardó unos instantes que fueron suficientes para hacerte dudar si en realidad estaba allí o era un juego de luces con algún montón de basura cuya imagen empobrecida permeaba la habitación desde el otro lado. Sin embargo, levantó lentamente la cabeza, buscando la dirección de la que habían venido las palabras de tu saludo. Tenía la cabeza rapada y unos ojos hundidos y apagados cuya pupila parecía observar sin transmitir absolutamente nada.

De lo que alcanzas a observar, sus facciones sobresalen poco, su piel parece lisa y su rostro no revela si se trata de un hombre o una mujer. Incluso la delgadez de su cuerpo parece ocultar cualquier rasgo fisiológico que te ayudase a determinar el sexo de aquel extraño -e ignorado- compañero de camerino. Puedes sentir cómo te observa durante unos instantes, quizás tratando de penetrar la mala iluminación del sitio antes de decir nada. La emoción que refleja su rostro, lejos de ser sorpresa, parece ser una especie de resignación o tedio.

-¿Y tú quien eres?- pregunta con tono medio, audible desde tu posición con un poco de esfuerzo. Su voz también parece dotada de una natural neutralidad de género. No muy aguda, no muy grave, no muy reconocible, pero la claridad con que pronuncia cada palabra flota de manera casi melódica rompiendo el silencio imperante en aquel sitio. Un movimiento brusco de una de las llamas revela un brillo metálico cerca de sus pies delgados. Continúa mirando en tu dirección, sin moverse, sin pestañear, como la caricatura exagerada de un prisionero condenado a morir de hambre lenta y dolorosamente.

Cargando editor
03/11/2015, 03:12
Elie Godnay

Elie escucha sin perder la calma los pensamientos derrotistas de Angie, y no cede ante su pesimismo. - No será fácil. - Le dice con voz tenue y suave, dándole la razón. - Pero si alguien puede conseguirlo, esa eres tú. - Afirma antes de guardar un instante más de silencio. - Es posible que sus planes sean tenerte aquí para siempre, no lo sé. - Comenta. - Pero encontrarás cómo ganártelo. Y él acabará por entender que prefiere tenerte contenta que encadenada. - Asegura antes de escuchar sus últimas palabras.

- No creo que nadie se olvide de ti. - Afirma entonces. - Y no sé qué pasó entre tu madre y tú, pero seguro que no tienes nada por lo que disculparte. - Expone. - Sólo hay que ver dónde y cómo estás. Ya has pagado con creces por cualquier pecado que pudieras haber cometido. - Asegura. Y es entonces cuando Angie advierte la presencia de alguien más en aquella habitación.

Puede notarse de sobra desde cualquier lugar en la cabeza de Angie que a esa presencia que la habita no le termina de gustar la idea de estar acompañadas. Probablemente por la experiencia que hasta el momento han tenido con la gente que han conocido en este lugar. Sin embargo aquel chico, o chica, o lo que sea, si es que cualquiera de esas dos palabras es una forma correcta de llamar a esa figura decrépita, parece diferente. Parece también un prisionero.

- Joder. - Comenta Elie entonces. - Es un poco creepy. Pregúntale su nombre, o algo. Así al menos sabremos si es tío o tía, que es algo que da más cosa preguntar. - Dice mientras centra su atención en los ojos de aquella persona. - Dios, espero que no te rapen la cabeza.