Partida Rol por web

John no parecía molestarse por tu constante afluencia de preguntas. Todo lo contrario, conforme pasaba el tiempo, parecía estar más a gusto y a pesar de su inexpresivo rostro, aún desde la distancia, podías ver sonrisas fugaces y miradas tranquilas dirigidas hacia ti. Quizás a él también le ayudase ese ejercicio.

-Los Espectros son... bueno fueron alguna vez Wraiths. Y ahora están consumidos por el Olvido. Son salvajes, violentos, peligrosos...- dice con su tono lento, explicativo, que se te antoja cargado de una amabilidad filial. -Las Sombras en cambio son... son una parte de nosotros. Nos hablan y tratan de jodernos. De hacernos zancadillas, de meternos en problemas. Todo el tiempo susurrando...- dice con aire severo -... y a veces son capaces de tomar el control de tu cuerpo y obligarte a hacer cosas que te hagan daño... o hagan daño a otros- su voz se torna grave y el aire viciado de aquella bodega abandonada parece reforzar aquel intento de narrativa siniestra.

Niega con algo de tristeza -Yo... no... no. Lo siento- dice bajando la mirada. Guarda silencio unos instantes antes de agregar algo a su respuesta. -No recuerdo casi nada de cuando vivía. Ni siquiera recuerdo mi nombre... mi nombre verdadero, quiero decir- lo dice como si se estuviera disculpando. -¿A quién?- dice volviendo a mirarte desde su posición. -¿La película? ¿de qué iba?- dice evadiendo un poco el tema, tratando de romper la tensión y buscando distraerse quizás de su propia tristeza.

-¿Eh? No... no. No que yo sepa, no conozco a nadie que...- pero su frase parece quedarse incompleta, mientras él parece pensarlo. -No. Simplemente no puedo recordarlo. Quizás sea este sitio, pero a medida que pasa el tiempo, tengo la sensación de que mis recuerdos se esfuman... no puedo explicarlo. No estoy seguro ni siquiera de si tuve los recuerdos que creo haber tenido... es...- y luego niega lentamente con la cabeza -olvídalo. Es sólo el deseo hablando.- dice tratando de sonar amable.

-Nunca lo he intentado...- revela con resignación cuando le hablas de escapar -... no sabría por dónde comenzar- y luego te mira con cierta fijeza. -No haciendo algo estúpido- dice como respuesta a tu última pregunta -O... teniendo buena suerte. Los errores pesan más del lado de los muertos que del de los vivos- dice en un suspiro.

Los escucho a ambos al mismo tiempo, a Elie y al tipo creepy. Asiento mentalmente a lo que dice ella, pero la mayor parte de mi atención está en las palabras de él. - Y no sé qué haría si no estuvieras ahí. Me habría sentido muy sola -pienso, dándole una vuelta a si realmente ella está ahí o es una creación de mi mente precisamente debida a eso. Sin embargo, no tardo en dedicarme al chico, echándome un poco hacia delante.

- La peli iba de un niño que leía un libro y se metía en un mundo de fantasía, con dragones y todo eso. Y luego había una especie de vacío que lo llamaban la Nada y absorbía el mundo ese y era un follón. - Me encojo de hombros retomando otro tema anterior. - Creo que he oído una Sombra de esas, me habló en la cabeza y luego me pasó algo malo y me sentí fatal. -Hago una mueca cargada de desánimo. Todavía no me siento nada bien, pero aún tengo la pregunta de Elie pendiente, así que sigo hablando. -Pero sabes que la Tempestad esa está ahí siempre... ¿Te dejan salir de aquí alguna vez? ¿Al exterior? -Hago una pausa y suspiro ostentosamente, volviendo a echarme hacia atrás y apoyando la espalda en la pared. - A mí no me dio tiempo de hacer nada estúpido. Me desperté en esta mierda de sitio y me encadenaron... Ese cabrón de Jonathan y su jodido amigo Lee.

-Creo que se parece- dice John -salvo que en lugar de un vacío, está la tormenta y lo que absorbe... se corrompe- dice mirando hacia el techo, como si esperara ver a la eterna tempestad rugiendo sobre su cabeza en algún momento. -Es por eso que los Wraiths se agrupan en ciudades, para combatir al Olvido, a la Tempestad y a... al follón, como le dices tú- la expresión sonó algo rara viniendo de él, como si no fuese habitual en su vocabulario cotidiano. Esta vez John te observaba con más fijeza, como prestando atención a lo que ibas a decir.

Sonrío con tu segundo comentario. -No una sombra. Tu sombra. La sombra que escuchaste es parte de ti. Es la parte... oscura de ti misma..- y estuvo silencioso unos instantes, meditando su última frase. -No, no intentaba hacer un juego de palabras- y por primera vez en toda la conversación sonríe con soltura, con naturalidad. La sonrisa de John es triste, turbia. Una sonrisa nostálgica.

-A veces. Siempre en compañía de alguno de los sirvientes, y sólo un par de horas. Apenas para que recargue algo de energía y ya- comenta negando con la cabeza. Poco a poco se hace más y más expresivo, entraba más en confianza.

-En algunas ocasiones, es todo lo que toma. A eso me refería con suerte. Si la fortuna no te acompaña, caes en manos de esclavistas- explica lentamente. -Y si no, algún otro Wraith simplemente te saca de la placenta. Quizás pida algún pago a futuro, pero cualquier cosa es mejor a que te conviertan en esclavo...- dice mientras estira un poco las piernas para mostrar sus propias cadenas negras -... o te forjen- añade en voz algo más baja.

Espera unos instantes mirándote, luego empieza a moverse usando la pared para levantarse. Le toma algo de tiempo, y puedes ver que su cuerpo es bastante delgado. Empieza a moverse lentamente, casi cojeando hacia donde estás tú. Algo más iluminado, su corpus parece algo transparentoso y sus color tiene una tonalidad más bien pálida. Su rostro parece no tener imperfecciones, ni cabello, ni vello facial. Sus ojos son pequeños, negros, y hundidos. Su cara también refuerza aquella imposibilidad de determinar su sexo a simple vista.

Poco a poco se acerca y cuando está a casi un metro de ti, se sienta de nuevo en el suelo. Te mira como si estuviera cansado, luego fuerza una sonrisa y estira su mano derecha, ofreciéndotela para estrechar la tuya. -No nos hemos saludado propiamente, ¿verdad?- pregunta tratando de sonar amable.

Por pura inercia le devuelvo una sonrisa al tipo, aunque si la suya es triste, la mía va cargada de ese oscuro desánimo que parece haberse adherido a mi piel desde que esa voz cacareante me hizo lo que fuese. Me siento cansada y sin fuerzas, pero al mismo tiempo la intriga por todo ese nuevo mundo del que no sabía nada me cosquillea en algún lugar cerca de donde debía estar mi estómago y cada una de las respuestas de John provoca nuevas preguntas en mi mente.

Y con algunas de sus palabras llevo la mirada hacia los grilletes que se cierran en mis tobillos y los contemplo con cierta incredulidad. - ¿Eso es alguien? Oh, joder, todavía tendremos que agradecer que no nos hayan convertido en una puta cremallera. 

Estiro la mano para estrechar la del tipo cuando se acerca y se sienta a mi lado. Asiento a su última pregunta, pero lo que dijo antes sigue dándome vueltas y finalmente termino por señalar las cadenas que unen los grilletes. 

- ¿Las cadenas son alguien como nosotros? ¿Un... Wraith? -pronuncié un poco dubitativa el término que él había utilizado ya varias veces-. ¿Tiene consciencia mientras está ahí aprisionándonos? -pregunto antes de dar rienda suelta a otras de mis dudas. - Y eso de la Sombra... ¿Cómo se libra uno de ella? ¿Y qué es eso de la placenta? ¿Eso no es lo que recubre a los niños antes de nacer? -pregunto, recordando algunas de las clases de biología-. ¿Y cómo se recarga energía?

Hice una pausa, dándole vueltas al tema de salir de aquel lugar, aunque fuese un rato. Si había alguna posibilidad de escapar sin duda debía ser ese el momento más adecuado. Me faltaban las fuerzas para intentarlo todavía, pero quizá en un futuro estuviera más recuperada y cuanto más supiera... Mejor. 

- Y cuando sales con los criados... ¿No va el lord con vosotros? ¿Qué impide que nos escapemos en ese momento? ¿Adónde te llevan entonces?

La presencia que es aquella voz en la cabeza de Angie continúa escuchando aquella voz, en un silencio claramente optimista desde que la chica le ha dedicado esas palabras. - Joder. - Murmura cuando el tipo habla sobre la parte oscura de Angie. Sin embargo no dice nada más por el momento.

Con el comentario de Angie sobre la cremallera, un instante más tarde, la que se había presentado como Elie deja salir la sensación de una sonrisa, y no tarda en añadir algunas palabras. - Esos cabrones se dieron cuenta de que ganaban más con nosotras así. - Señala. - Pero si no, ni lo dudes. Tenemos suerte de que seas tan buena, o ahora podríamos ser una escobilla de váter. - Expone antes de continuar escuchando. En el momento en que el interlocutor de Angie se pone en pie Elie ve a través de sus ojos aquella especie de cuerpo que parece más propio de una película que de la vida real. Pero es que aquello ya no puede llamarse exactamente vida.

- Da un poco de cosa... - Comenta en voz baja, observando cómo se le marcan los huesos y demás. Y cuando le tiende la mano a Angie aquella presencia contiene la respiración, como si temiera que le pudiera hacer algo malo. Pero un instante más tarde, al escuchar que efectivamente sale de una forma más o menos periódica, la alegría desborda el lugar en que Elie reside.

- ¡Sí! - Exclama, llenando el cerebro de Angie con una emoción vibrante, que de tener algo más de corporalidad completaría con un abrazo. - ¡Lo sabía! - Continúa. - Me da igual lo que responda, Angie, ahí está nuestra oportunidad. Si salimos con el Lord, correremos más que él. Si salimos con sus criados... Está hecho: son todos como putos zombies. Pero no pasaremos toda la eternidad aquí, eso está claro.

John continúa respondiendo a cada pregunta de la mejor manera que puede. Se encoje de hombros con algo de resignación -Muchas de las cosas de este lado están hechas de... wraiths- menciona la palabra lentamente, como tratando de medir el impacto de la misma. Su rostro se queda fijo observándote un instante. -No lo sé. Y es mejor no pensar en ello Angie. Lo mejor es evitar averiguarlo de primera mano- responde con el tono que usa cuando trata un tema cuya importancia requiere que deje de lado, aunque sea por un instante, su amabilidad. El silencio que precede a sus respuestas siempre parece esperar a que vuelvas a hablar.

-No lo sé. No recuerdo que nadie se haya librado de una- dice negando con bastante lentitud -Siempre están con los wraiths. O eso es lo que sé. Ya quisiera yo poder librarme de la mía- dice él, pero había cierta seguridad en los fundamentos de sus conocimientos. -La placenta es lo que recubre a los que acaban de morir. En cierta forma se parecen... de allí te han debido sacar los que te vendieron a Chamberlain- explica. Ahora, más cerca, su rostro parece tener leves destellos de expresividad que se difuminan a través de la manera como se comunica, como habla, como responde a las preguntas en medio de un aparente esfuerzo que disimula apenas.

-La única manera es a través de las emociones. Es nuestro alimento ahora que estamos muertos y sólo experimentando las emociones que nos atan a esta existencia, o estando cerca a alguien que las experimente, podemos nutrirnos- explica él. -Y eso requiere muchas veces buscar a los vivos.- y levanta la mirada hacia el techo. -Es algo que sientes. Es una sensación inconfundible... el problema es descubrir... ¿cuáles son tus pasiones en la muerte?- y termina la frase mirándote.

-Las cadenas. Entre más tiempo estemos lejos del teatro usando estas cadenas, más nos debilitaremos. Eventualmente tendremos que volver...- dice mirando al suelo -... o terminaremos por allí, incapaces de movernos, a merced de cosas peores que estar encerrados y actuar para el público del Futurist- finaliza

Una pequeña sonrisa se desliza en mis labios con la alegría repentina de Elie. - Sí, vamos a conseguirlo -aseguro en mi mente mientras John empieza a responder a mis preguntas. Lo escucho en silencio, asintiendo levemente con la cabeza, dejándolo hablar hasta que termine antes de empezar a preguntar más cosas. Porque joder, cada cosa que dice me provoca más dudas. Empiezo a pensar que nunca sabré todo lo necesario para sobrevivir en esta mierda de mundo.

- ¿Alguna vez alguien ha sido desmoliado o algo así? -pregunto, frunciendo el ceño y tocando de nuevo las cadenas, pero con más cuidado esta vez-. Quiero decir, alguien que hubiera sido transformado en una cosa... ¿Ha recuperado su ser? ¿Y por qué algunos parecen zombies? -añado, pensando en los dos esclavos de Lee-. Vi a unos... wraiths que no parecían tener alma, no sé cómo explicarlo, eran como cáscaras vacías, ¿sabes?

- ¿Qué te hace tu sombra? -pregunté entonces, sin darle tiempo a hablar todavía y mirándolo con curiosidad-. La mía es una cabrona. Me gritó en la cabeza y luego me hizo algo muy raro y fue como si todas mis fuerzas se evaporaran. Pero desde entonces no ha vuelto. Y eso de la placenta... ¿Cómo va? ¿Tú vas por la calle y de repente te encuentras a un wraith envuelto en una y puedes sacarlo? Vaya puto asco. 

Me quedo un instante pensativa y cuando hablo de nuevo, vuelvo a cambiar de tema. - Oye, y entonces... ¿Ahora tengo que alimentarme de emociones? ¿Eso es lo del Pathos ese? Lee dijo que se había pegado un festín de eso conmigo. Supongo que la pasión que me mueve ahora es escaparme de este sitio de mierda, ¿sabes? Antes de que el Lord me cambie la cara o algo. 

Suspiro y miro hacia arriba por un instante, mientras sigo hablando. - Así que si alguien lograse escaparse de los criados, después tendría que romper las cadenas para poder ser libre, ¿no? Y tendría que hacerlo rápido, antes de que se agotase por completo. ¿Cómo de rápido crece esa debilidad? A lo mejor podrías intentar escaparte entonces. Eso no puede ser peor que ser una cortina, ¿no?

-Creo que la palabra que buscas es desforjado- corrige con suavidad paternal -Las cadenas son forjadas con Wraiths. Otras cosas son moliadas... es...- y se encoje de hombros al acabar la frase, guardando un silencio avergonzado -...no es realmente importante. Ni yo mismo recuerdo la diferencia exacta- admite finalmente mirándote y luego bajando la mirada. Es curioso la manera como sólo sus ojos parecen ser la única parte de su cuerpo móvil en algunos instantes y si no hubiese caminado hacia dónde estabas, podrías haber jurado que se trataba de alguna especie de maniquí bien construido. -La verdad es que no conozco a nadie que hubiesen... desforjado- añade -pero tampoco recuerdo muchas cosas, entonces podría ser- aclara.

Asiente -Drones. No recuerdo los detalles exactos, pero no todos los wraiths de quienes mueren llegan con... su consciencia intacta. Son sólo cuerpos con apenas mente, que están allí parados y muchas veces sólo repiten una y otra vez una misma acción... hasta que alguien les encuentra y les da mejor uso- continúa respondiendo. -Como los tíos que te capturaron a ti- puntualiza. Luego tarda unos segundos más para responder, parece distraerse unos instantes mirando hacia el fondo de la habitación.

-La mía es más sutil. Le encanta susurrar y detesta que le lleve la contraria. Cuando se enfada, suele hacérmelo saber...- sus palabras son más bien dubitativas, como si no quisiera hablar demasiado al respecto. Pasa  a tu pregunta de la placenta -Sí... es algo así. Nunca lo he hecho, creo. Pero no sé si el asco es la mejor manera de decirlo- sin embargo, se encoje de hombros.

-Así es- es su respuesta a tu tercera pregunta. -Normalmente a los wraiths nos mueve más de una pasión. Aunque algunos estemos entumecidos, seguimos necesitándolas para... subsistir. Es el precio que pagamos por estar en la vida después de la muerte- esta vez su afirmación carga un halo de tristeza profunda que alcanza a contagiarte un poco por la manera como menciona la última frase.

-Sí, supongo que sí- dice mirándote confuso, tu idea del escape parece afectarle de una manera diferente que al resto de tus preguntas -No hay forma de romper fácilmente estas cadenas, y no encontrarás a nadie que lo haga gratis. Ha pasado mucho tiempo desde que tuve un óbolo en el bolsillo- confiesa -Así que no es realmente mi decisión.- Un silencio cae sobre ambos, y luego unas palabras escapan de John, palabras que dice sin mirarte, con un derrotismo difícil de sacudirse -quizás sea mejor que pasar la muerte encerrado aquí...- pronuncia en un susurro.

Elie continúa escuchando la conversación, aunque poco a poco es evidente que su atención ha mermado. Una sensación de complicidad y confianza emana del lugar que habita desde que Angie ha confirmado sus palabras, y poco a poco se va haciendo evidente que en ella se está gestando una idea. Y son las últimas palabras del chico las que le llevan a hablar.

- Tampoco necesitamos que nos rompan las cadenas gratis, ni siquiera barato. - Observa. - Tenemos mucho que ofrecer a quien quiera pagarnos por ello. Sólo se trata de no ser unas putas esclavas. - Enuncia, y deja un par de segundos de silencio antes de dar forma de palabras a los pensamientos que han estado rondándola.

- Oye, Angie. - La llama entonces con la familiaridad de una amiga iniciando una lluvia de ideas. - Quizá sería lo mejor tanto para él como para nosotras sería animar a John a escapar. Si le motivas un poco más fijo que acabas convenciéndole, y seguro que podemos aprender un montón de su intento. O si nos lo montamos bien, hasta hacerlo a la vez. Total él no tiene nada que perder y quién sabe, quizá hasta lo consigue. - Expone. - Además, aquí va a acabar convertido en cortina en cuanto el Lord te vea actuar a pleno rendimiento: le estaremos haciendo un favor. Y a nosotras puede servirnos de mucho. ¿Qué me dices?

- Desforjado -repito mentalmente, guardando ese conocimiento en algún lugar mientras sigo escuchando el resto de las explicaciones. Y todo va bien, hasta que la tristeza en su voz al mencionar las pasiones esas y la situación en la que estamos -Muertos. Muertos. Muertos. Todos estamos muertos.- hace que el desánimo de mi pecho aumente.

Bajo la mirada, una vez más hacia esas cadenas que al parecer me atan a este lugar de una forma invisible, y frunzo el ceño, entre triste y molesta por su existencia. Paso el dedo por ellas, buscando alguna ranura o bisagra, el lugar por donde se abren y cierran.

- ¿Óbolos? ¿Son esas monedas que hacen a la gente más sólida? -pregunto, recordando lo que pasó cuando el Lord le dio unas de esas a Jonathan -El Lord tiene un montón de esas, ¿no? A lo mejor podríamos intentar robarlas antes de escapar... -Levanto entonces la mirada para detener mis ojos en John. - ¿Tú sabes dónde las guarda?

- No sé... -pienso dubitativa en dirección a Elie ante su pregunta. No me gusta llevarle la contraria a la única amiga que tengo en este lugar-. Si él va a intentar escapar a lo mejor deberíamos intentar ir con él, ¿no? Será más fácil sobrevivir luego los tres que nosotras solas. Y si lo hace solo, lo consiga o no, el gordo estará sobre aviso y no nos quitará el ojo de encima. - Hago una pequeña pausa y busco al tipo con la mirada. - Además... Él sabe mucho de este mundo y nosotras no tenemos ni idea. Nos viene bien tenerlo cerca.

Elie escucha las palabras que Angie pronuncia en voz alta, y al escuchar la idea del robo una carcajada animada resuena dentro de la cabeza de la chica.

- Eres la caña, Angie. - Dice halagándola, encantada. - Eso sí molaría: dejarle gordo y pobre. Seguro que al Jhon este ni se le ha ocurrido nunca esa idea.

Después de eso aquella presencia pone atención a las palabras que Angie le dedica, y responde con una sensación tranquila y de asentimiento.

- Como tú creas mejor. - Le dice con un tono sedoso, dejando que su voz se enrede en los oídos de ella. - Pero tenemos que pensarlo bien. Además él no se acuerda de nada: fuera lo mejor sería que encontrásemos ayuda de verdad. - Comenta convencida. Después se puede oír cómo toma aire, y al volver a hablar su tono ya es de planificación. - Pero tienes razón: si él se pira el gordo va a estar a la que salta. ¿Y si lo organizamos para hacerlo casi a la vez, pero vamos por nuestra cuenta? Si el gordo decide buscarnos o mandar a alguien, será más fácil seguir la pista de un tipo con sus pintas, o de vosotros dos, que sólo de nosotras. Igual que seguro que te es más fácil convencer a alguien de que nos ayude sin meterle a él en medio. - Expone antes de hacer una pausa.

- Además, si lo hacemos así tendrán que dividir sus recursos. Eso sería lo mejor también para él. Podemos marcharnos por separado y fijar un punto de encuentro. - Enuncia, y luego se toma un segundo para examinar al chico. - Oye, ¿tú crees que si nos encontraran podría defendernos en una pelea? Se le ve bastante flacucho.

-Son monedas, sí- dice John con aire confuso -Las monedas oficiales de la jerarquía. Pero no entiendo a qué te refieres con que hacen a la gente sólida- pregunta mirándote fijamente. -¿Es alguna expresión moderna?- añade no sin cierto aire ingenuo que le hace ver incluso algo gracioso. Espera una respuesta, quizás con una ansía similar a la que tú has estado esperando sus respuestas a tu sinfín de preguntas sobre el mundo en el que estás.

Niega con la cabeza -No realmente. Y tampoco me agradan mucho... quizás por eso...- dice pero corta su frase, luego niega con fuerza girando la cabeza de lado a lado. -¿Sabes cómo hacen las monedas? Con Wraiths también. La mayoría de cosas forjadas con Wraiths... se les oye gemir. Es... incómodo.- dice él. Su estado regresa al de casi un maniquí estático, mientras sus ojos parecen observar al vacío mientras no hay un sólo ápice de movimiento en su cuerpo delgaducho y blanquecino.

Luego te observa. -Ssssh. ¿Escuchas eso?- dice mientras lleva su dedo a su labio mirándote. -Creo que Chamberlain viene de regreso...- añade grave, mientras intenta levantarse torpe y rápidamente del suelo.

- Pero... - protesto mentalmente, aún más titubeante y con menos fuerza que antes-. Él sabe mucho aunque no se acuerde de todo. Sabe cómo funcionan las cosas, a lo mejor sabría llevarnos con alguien que pueda quitarnos las cadenas. Y ya lo viste, no nos fue nada bien antes estando solas. 

-No, no -corrijo entonces a John con una sonrisa ante su pregunta sobre las expresiones modernas. A saber lo que él considerará moderno-. No es nada moderno. Es que cuando el Lord le dio unas monedas de esas a Jonathan, él se puso como más brillante o algo así. Como más de verdad, ¿sabes? 

Y al escuchar que las cosas pueden gemir, miro con recelo hacia abajo, hacia las cadenas. - Se estará quedando conmigo? - Agacho la cabeza estirando la espalda hasta poner la oreja sobre las cadenas, intentando escuchar ese gemir, pero antes de que pueda concentrarme llega la advertencia de John y de inmediato abandono mi idea para ponerme de pie como él. - Joder. ¿Y si nos separa? ¿Cómo nos pondremos de acuerdo? -pregunto en un susurro, hablando a toda velocidad.

John pareció perderse en sus pensamientos un instante antes de responder mirándote fijamente. -¿Estás segura que eran óboli? Podría haber sido cualquier cosa. Chamberlain también tiene depósitos de Pathos. A lo mejor el precio que acordaron fue algo de jugo.- dice con su mirada fija en ti. Sus afirmaciones sonaban con la misma seguridad con que te había comentado diferentes aspectos de ese nuevo mundo en el que te encontrabas ahora tras tu muerte a destiempo. 

Sin embargo, poco puedes reflexionar su comentario, pues tu también escuchas unos pasos débiles y pesados que ocurren en algún lugar bajo ustedes, vibrando a través de la estructura del cinema a medida que su intensidad iba, lenta y consistentemente aumentando. Sin embargo, era el único ruido en el que podías fijarte, pues no había nada que indicase siquiera si se trataba de Lord Chamberlain subiendo por las escaleras y camino a visitarte, como bien te había advertido una vez la transacción que te involucró tuvo lugar. Nada más señalaba al causante de aquellos pasos, pues, según razonas, los muertos no necesitan respirar.

John negó con la cabeza, girándose, había algo de preocupación en sus ojos también ante tu duda -No... no lo sé- dice mientras voltea a mirar hacia la puerta. Sus movimientos son más rápidos, pero no más gráciles, y tropieza cayendo a unos metros de distancia, haciendo ruido con sus cadenas metálicas. Se gira guardando, mientras aprieta la boca guardando silencio, tratando de escuchar -Está cerca...- susurra vocalizando de manera que aunque no le escuches, puedas leer sus labios. -Espero... espero que eso no pase- alcanza a decir mientras empieza a gatear hacia su posición al otro lado del cuarto con premura.

- No, no... -corrijo, negando con la cabeza y en voz baja, echando vistazos breves hacia la puerta-. El tío lo dijo, ¿sabes? El Lord. Quince oboli por mí y los dos zombies... - Bajo la mirada, avergonzada por no tener ni idea de lo que significa eso exactamente, por no saber mi precio y el cosquilleo en mi sien se hace más molesto mientras asumo de nuevo que en esta mierda de sitio tengo un precio. - Joder, ni que fuese una manzana que se pueda comprar. Putos esclavistas retrógrados...

A pesar de que el Lord ya me había avisado de que vendría a verme, el temor de John es ciertamente contagioso y empiezo a cambiar el peso de mi cuerpo de una pierna a la otra, incómoda e insegura, sin saber muy bien qué hacer con las manos. A saber qué coño le ha hecho el gordo a este pobre tipo durante tantos años como para que lo tema así. Entre el desánimo, el deseo de no decepcionar a Elie y el temor de lo que pueda hacerme ahora a mí, empiezo a sentir lástima por John.

- Si pasa y ves una oportunidad de largarte... -empiezo, buscando su mirada a través de la habitación-. No te cortes por mí. Si puedes avisarme, guay, pero si no... Tú haz lo que tengas que hacer.

Y tras ese susurro fijo mis ojos en la puerta, intentando anticipar el momento en que se abrirá. - Joder, Elie. ¿Cómo de viable sería aprovechar el momento en que entre para golpearle con la puerta y salir corriendo? -pienso, estirando la mano para rascarme la frente en el lugar donde esa gota de sangre continúa deslizándose, al parecer lo hará eternamente. Sin embargo, un suspiro brota entonces de mi pecho mientras el desánimo comienza a pesar otra vez, tirando de mí hacia abajo-. Eso lo jodería todo, ¿verdad? Ni de coña podríamos ganarnos su confianza después de eso... 

Elie escucha las palabras de Angie, y del lugar donde reside emana una sensación de conformidad sólo a medias. Cuando expone la posibilidad de que el tal John pueda llevarlas con alguien que les pueda quitar las cadenas parece tomarse un momento para valorar aquella opción. - Pregúntale si conoce a alguien fuera de aquí. - Propone, como si aquella cuestión fuera la que resolviera el dilema.

En el momento en que Angie trata de escuchar gemir a las cadenas una risa suave sale de donde debería estar la garganta de Elie. A pesar de la situación tiene una cadencia cálida y contagiosa. - Te diré que se me ha pasado por la cabeza pegar un grito para darte un susto. - Confiesa, sin poder evitar sentirse un poco divertida.

Acto seguido, cuando el chico habla y comentan la posibilidad de separarse, Elie vuelve a intervenir. - Deberíais fijar un punto de encuentro. Si os separan y conseguís escapar, en veinticuatro horas en el Stanley Park, por ejemplo. - Propone, ya valorando una nueva idea en caso de que algo así llegase a pasar. Una sonrisa invisible se perfila en su esencia, tranquila, antes de volver a hablar. - ¿Ves? No tiene claro ni lo que son las monedas esas. Pero tienes razón: se merece una oportunidad. - Enuncia. Acto seguido, cuando ella comenta lo de ser una manzana, vuelve a decir algo. - Y no tengo ni idea de cuánto son quince oboli de esos, pero sí tengo claro que tú sola vales mucho más. Sólo hay que ver cómo lo hiciste antes. - Expone.

- Lo jodería todo, sí. - Responde al final a la pregunta de Angie. - Lo malo es que sería imposible. Acuérdate de la puerta de entrada. Vamos a tener que conseguir que nos saquen de aquí para poder largarnos, al menos si lo hacemos por allí.

Me quedo un instante pensativa, valorando las palabras de Elie hasta que finalmente busco con una determinación que no proviene de mí misma la mirada de John.

- Oye, si nos separan y conseguimos escapar -susurro, dedicando vistazos furtivos a la puerta-. Nos vemos en veinticuatro horas en Stanley Park. ¿Vale?

De nuevo vuelvo a mirar hacia la puerta, intranquila y nerviosa, mientras cruzo los dedos de las manos a mi espalda. -Por favor, por favor, que no se lleven a John todavía y que no vengan a cambiarme la cara tan pronto.

John te observa desde su distancia. Abre la boca pero no se mueve, no dice nada, como si las palabras que quisiera decir no fuesen las adecuadas. Tarda unos instantes, unos cortos instantes que parecen horas, antes de que termine de arrastrarse hacia su posición inicial del otro lado del cuarto, cayendo con un horrible ruido de cadenas, y tratando de tomar su lugar sentado, mirándote.

-O...ok- dice, y aunque imaginas que debe estar jadeando, de nuevo la fisiología de tu cuerpo, o más exactamente, de tu alma en aquel lugar parecería implicar que no existe razón para que esté cansado. No obstante, no puedes pensar demasiado en ello, pues la puerta se abre con un sonido metálico, revelando a dos figuras del otro lado, una delgada, con un uniforme que reconoces como el de los otros sirvientes de Chamberlain y la otra, más grande e imponente, extremadamente obesa y que pertenece, obviamente, al lord en persona.

-¡Angelina! Mi nueva estrella, ven acá- dice el gordo hombre envuelto en sus túnicas. Su rostro rechoncho muestra una sonrisa de satisfacción, dejando ver sus dientes algo filosos y desconcertantes. Sus ojos brillan con cierta satisfacción mientras sus pupilas están fijas en ti. Su sirviente avanza y se posiciona a tu lado, esperando que te acerques a él, como si se tratase de un escolta o peor aún, de un guardia de aquella prisión.

-Ya hemos despachado a tus antiguos dueños. Espero que no te hayan hecho demasiado daño. Los jóvenes son muy poco cuidadosos en estos días. Una lástima, una lástima.- comienza a decir mientras espera para ver si te vas a acercar o no. -No tengas miedo. Estás ahora en mi troupe, eres una de las actrices, una que estoy seguro se convertirá en mi nueva vedette para mi próxima obra- añade y su sonrisa se amplia mucho más, deformando su regordete rostro aún más, dándole un aspecto bastante más desagradable.

A pesar de estar esperándolo, cuando la puerta se abre, no puedo evitar dar un pequeño respingo. Mis ojos contemplan con atención al criado y al Lord pasando de uno a otro y cuando el último saluda, me decido a acercarme un poco, bajando la mirada con lo que creo que debe ser una actitud servil.

-Que se confíe, que crea que soy una pusilánime -me digo a mí misma para intentar motivarme, aunque el desaliento todavía no me ha abandonado y siento mis pulmones pesados en su inmovilidad. Hay un pequeño lugar en mi pecho que recuerda con una pizca de calidez los elogios de aquel tipo, lo bien que me hicieron sentir, justo antes de que esa voz estridente me dejase vacía por completo y perdida en mí misma. Odiaría tener que reconocerlo, ni siquiera a Elie, ni siquiera a mí misma, pero aquella sensación, los aplausos, la mirada entre admirada y codiciosa... Fue agradable. Lo más agradable que he sentido desde que llegué a este lugar horrible de muertos y esclavos. 

Cuando llego a su altura, me inclino un poco en una reverencia lo más grácil que puedo con los grilletes en los tobillos. - Milord... -saludo con un tono educado-. Jonathan me hizo un poco de daño, pero nada demasiado grave -respondo, sin poder evitar echarle un poco de mierda a ese gilipollas-. Le agradezco mucho que me librase de ellos. -Hago una breve pausa y añado algo más. - Milord.

Permanezco con la mirada baja, sin estar segura de si se enfadará si le hago algunas preguntas sobre cómo funcionará todo a partir de ahora, o sobre lo que se espera de mí. Con el enfado repentino de antes me pareció que el tipo estaba un poco inestable y no creo que sea buena idea cabrearlo... - ¿Le pregunto algo? - Busco a Elie en mi mente. -Como... ¿cuándo tendremos que actuar o si nos va a cambiar la cara? ¿O crees que se le girará el cable?