Partida Rol por web

La noche se cierne rápidamente sobre San Francisco, y para cuando has bajado del coche, las primeras estrellas hacen amago de aparecer en el escenario casi negro del cielo californiano.

El muelle es una extensión occidental del Embarcadero del Pescador, encajonado entre el Parque Acuático y la Autovía del Embarcadero. Lejos, en la Bahía, docenas de fogatas arden, atenuadas por la leve niebla, en la Isla de Alcatraz. El Ojo de la Tempestad, un ballenero del siglo XIX, está amarrado en el muelle. Proporciona una vista excéntrica; banderas multicolor y tiras de luces de Navidad decoran su burda simplicidad. Flota pacíficamente en las oscuras aguas, en silencio salvo por los golpes de velas mal amarradas y el tintineo de las bombillas. Una plancha inclinada se comba entre el muelle y la cubierta.

La cubierta superior es lisa y no tiene elementos destacables salvo por seis botes de remso boca abajo y una escotilla que conduce bajo cubierta. El pasadizo está completamente negro.

Busco en la guantera, a ver si tengo alguna linterna. Parece que no, veamos si en el maletero cae alguna… Recuerdo que debería haber alguna, la que siempre uso para mirar el motor cuando se jode de noche por si fuera algo simple que arreglar en el momento.

Tras varios minutos rebuscando, al fin la encuentro. Con la tarjeta en un bolsillo, el coche bien cerrado, la linterna en una mano y la pistola, sin el seguro, debajo de esta, Lis s interna en el barco.

A ver quien me mandaría meterme aquí… ¿Será una trampa de la sanguijuela esa?

Justo antes de poner el primer pie en la escalera que desciende, relajo mi respiración, dejo que el aire entre y salga lentamente, mientras noto el ya conocido vacío de mi mente… Poco a poco se queda en blanco como una pizarra limpia. Al poco, las primeras ideas me vienen, como intuiciones, pero sé que son de verdad… que esa es la realidad que puede sentir mi mente, en la que sé que no caben dudas, es real…

Lo notas, notas la presencia de una persona, una Despertada, es más, y con bastante poder. El barco entero chisporrotea con la tensión que causa la presencia de un Despertado sobre la Realidad. Casi te parece sentir además el latido de su corazón, aunque parece algo falto de ritmo. Lo que te es imposible saber es en qué parte del barco se encuentra, si cerca o lejos, si dentro o fuera, encima o debajo. Tus sentidos de Correspondencia no te fallan, pero es que no está en ningún sitio y todos a la vez.

Bien, bien, bien… A ver que encontramos ahí abajo… Casi me jugaría el cuello a que el interior no se va a corresponder con el exterior… Vamos allá…

Con un leve suspiro, me dispuse a continuar adelante, alerta a lo que pudiera haber, aunque una buena parte de mi esperaba que no hubiera problemas… al menos no más de momento.

Pasas la escotilla y dentro la oscuridad se va definiendo un poco por la tenue iluminación de una moribunda bombilla que cuelga del techo. Puedes ver que hay cinco sillas y una mesa, y todas cubiertas con telas llenas de flores. El pequeño camarote está lleno de un olor algo rancio, a anciano.

Entonces la oyes, en tu cabeza, una voz aguda y algo chirriante, de una mujer muy mayor; pero que te habla con seguridad y firmeza. A pesar del timbre, sus palabras no son temblorosas.

Tranquila, tus compañeros llegarán enseguida. Toma asiento, querida.

La voz no viene de ningún lado en concreto, sino de tu interior y no hace falta ser muy lista para saber que se trata de telepatía.

Era de esperar... Nada má notar la ausencia de lugar, de límites... ¿Quién sería esta mujer? ¿Cómo de grande sería su poder? Parecía ignorar el Yuyu, el lado chungo de la fuerza, ese que había estado a punto de reventarlas un rato antes cuando aquella chiquita la lío parda en el tranvía... De poco iba a servir una pistola contra alguien así. Por eso, optó por volver a poner el seguro en su sitio y guardarla de nuevo en su espalda, cogida entre sus pantalones y su carne.

- Tengo un poco de sed ¿Le importa si cojo una cerveza? Si no es molestia, claro... - pregunto al aire, tratando de mostrar una confianza que en verdad no tenía; había demasiadas cosas que aún desconocía de la fuerza. ¿Sería esta su Yoda al igual que Victor había sido su Obi-wan?

¿Cerveza? No... no tengo de eso... —dice la voz en tu cabeza, y de pronto oyes un sonido metálico, como de muchas pequeñas monedas chocando entre sí, en las sombras tras la mesa. Y ves aparecer una figura menuda, regordeta y algo encorvada que da un paso hacia adelante.

Están tardando un poco los demás... aunque... me temo que sólo vendrá una. Los otros dos parecen haber sucumbido a un destino desagradable antes de tiempo —mientras habla, vas viendo más de ella, iluminada por la precaria bombilla. Se trata de una mujer anciana, con la piel delgada, arrugada y colgante. Bajo sus ojos hay enormes bolsas y cuando abre la boca ves que le quedan pocos dientes, amarilleados y con las encías retraídas por la degeneración del tiempo. En su mano, un mazo de cartas.

Está vestida con muchos colores, al estilo gitano. Su cabeza está cubierta por un pañuelo con pequeñas monedas de oro que cuelgan y provocan el ruido que hace cada vez que se mueve. Bajo el pañuelo se entrevén unos ralos mechones de pelo grisáceo. Se gira y te mira, sonriente.

Hola, Elizabeth... aunque prefieres Lis, ¿verdad? Me temo que el Destino ha querido alejarte un poco de tu persecución...

¿Destino desagradable? ¿Sucumbir? ¿Qué es esa palabra? Joder, si quiere decir que han muerto, ¿por qué no lo dice sin más? Me ponen de los nervios las viejas estas que dan tantas vueltas… Al menos no habla raro como Yoda…

- Sí, Lis. Mejor. – tanta verborrea me deja un poco desconcertada, aunque mejor contengo mi lengua, está claro que esta entiendo más que yo de la Fuerza y no es cuestión de irle tocando la moral a los jedis más viejos… - ¿Qué le importa al Destino mi persecución? Eso es entre ese hijo de puta y yo… Ya sabrá que he venido tan sólo por si tiene información de ese mal nacido. Si no, poco me quedaré… - las cosas claras, lo que me interesa es lo que me interesa… no estoy aquí para hacerle los recaditos a una vieja… lo que me faltaba… Como diga algo de que el destino del mundo depende de mí… Verás tú que aún la tenemos…

Por favor... no te enfades... El Destino no tiene intereses realmente, el Destino simplemente es.

Se acerca a la mesa y aparta un jarrón con dormideras resecas. Después de hacerlo, coge una bola de cristal del tamaño de un puño y mira en ella.

Ah... ya veo... Me temo que habrá que forzarlo un poco —habla, a nadie en concreto, y tira la bola al suelo, que se rompe estrepitosamente.

Una columna de humo se eleva desde la bola rota, y en ella, Lis, ves a alguien que conoces. Es la chica negra que casi muere aplastada en el accidente.

Hope, de pronto, el cementerio se ha difuminado en un montón de humo. Cuando se disipa, ves que estás en una pequeña habitación que se mueve, ¿un barco? Ante ti, una mujer muy anciana, vestida al estilo gitano, con telas de colores y miles de abalorios. Y a tu derecha, sentada, una chica que has visto antes. La chica del pelo teñido que iba en un viejo coche negro está ahí también.

Bienvenida, Hope... Lamento haberte arrancado de tu búsqueda sin avisar, pero el peligro acechaba si lo hacías ahora. La chica está bien: de momento...

- La ostia, vieja… - de repente la mirada de Lis y su boca abierta, orientadas hacia la señora mayor, de notan su sorpresa y admiración – Eso ha estado de puta madre… La leche… - parece estar flipándolo con el efecto mostrado, aunque al observar por tercera vez a Hope, atina a acordarse de sus modales – Hola. ¿A ti no te he visto antes? ¿Con la chica aquella y los motoristas chungos?

Hope, con el estómago un poco revuelto, miro a su alrededor y enarcó una ceja. Cuando vio a la anciana comenzó a comprender. El sitio atufaba un poco a perfume y a ancianidad, como la casa de su abuela Susan... aunque esto era muy diferente.

-Así que usted es la que me envió la invitación... y tú... y la otra... Sí, supongo que se trata de eso, ¿no?

La Cultista hablaba para sí misma y se entendía, aunque tardó en percatarse de que Lis no.

-No hay que ser un genio para darse cuenta de que lo que ha pasado ha sido cosa suya. ¿Cuatro despertadas se encuentran en mitad de la calle sin motivo aparente y se desata el caos? Bueno, es normal dentro de lo anormal, pero ahora sé que es cosa de esta mujer -dijo señalando a la anciana con la mano abierta-. No acostumbro a verme envuelta en Efectos tan complejos, ni en casualidades tan retorcidas, asi que cuanto antes se explique usted, mejor...

Hope era educada pero firme. A diferencia de la pelirroja, a ella los Efectos fastuosos siempre le indicaban que habría problemas. Y si esa anciana adivina había visto que había algo que hacer o un evento futuro importante en el que tomarían parte... Bueno, siempre que alguien tenia visiones sobre el futuro había problemas. Le habían bastado un par de años como Cultista para darse cuenta.

Madame Cleo señala una de las sillas que hay frente a la mesa.

Toma asiento, Hope... Comprendo tu ira, pero recuerda las enseñanzas del maestro Sh'zar, el código de Ananda. Enfadarse así no hace bien a nadie antes de escuchar las palabras de otros.

Deja salir una risilla aguda mientras se sienta.

El accidente no lo he provocado yo, sino los miedos y la desesperanza de una chica perdida con más poder del que ella sabe que tiene... Yo sólo os he invitado a venir, porque he visto algo de vuestros destinos, porque todo se entrecruza desde esta noche, y yo quiero daros una pequeña orientación.

Apoya un mazo de cartas que tiene en la mano sobre la mesa.

Éste es el Mazo de los Dones, y nunca se equivoca. Haríais bien en escuchar atentamente lo que cuenta y advierte —agarra el mazo y lo baraja, cortando después para poner la mitad superior bajo la inferior. Extiende las cartas en abanico, dirigiéndolo a Lis.

Coge tres cartas, querida.

Lis enarcó una ceja, pero había visto suficientes cosas como para creer en que casi cualquier cosa era posible… Además, cada vez la escena le recordaba más y más a alguna peli… aunque no era capaz de decir cual… pero sin duda, estaban todos los elementos….

Con decisión cogió tres cartas, casi sin mirar. Total, se trataba de eso, ¿no? De cogerlas al azar…

Pones las cartas boca arriba y ambas ven la tirada que ha quedado:

Interesante —musita la anciana, mientras se rasca la barbilla con sus nudosos dedos—. La Torre Oscura en el pasado... El Kaos en el presente y el Vástago en el futuro...

Mira a Lis a los ojos y empieza a desvelar el significado de la tirada con voz solemne.

Señala la primera carta: Tras muchas luchas, un ejército salió victorioso. Una multitud de torres se convirtieron en prisión de los derrotados, que pronto fueron olvidados.

Y la segunda: En la actualidad, tu patrón vital está fuertemente entrelazado con el tejido de la realidad. Tus latidos resuenan con el poder del Dragón.

Y la última: Ten cuidado con el útero del hombre, el lugar de creación de falsa vida. Allí tus emociones serán sometidas a una profunda prueba.

Una vez termina, pone un dedo sobre la carta de El Kaos, y te la acerca.

Toma, esto es para ti. Úsalo bien, porque tiene poder.

Toma las otras dos cartas y vuelve a barajar y a cortar, para repetir el proceso, sólo que ahora sin la carta del Kaos, que está ante Lis.

Ahora, Hope, ¿querrías hacer lo mismo y coger tres cartas?

Hope suspiró y eligió tres cartas. Esperaba que su tirada tuviese un poco más de sentido...

Lis se quedó extrañada, sin terminar de entender las palabras de la vieja. No obstante, hizo cuanto pudo por memorizarlas, repitiéndolas mentalmente a la par que movía los labios en silencio. ¿Quién sabe? Quizás más tarde todo aquello tuviera sentido. ¿No era así como pasaba en las pelis?

- Gra... Gracias, supongo... - contestó aún desconcertada, mientras cogía la carta del Kaos para guardarla en su bolso.

Luego, atendió a las cartas de Hope y a que tenía que decirle la vieja a ella...

Repite el mismo proceso con Hope y sale una nueva tirada:

Poniendo las manos sobre las cartas, las coloca para que Hope pueda verlas bien y va señalándolas, una por una.

—Dispuesto por el propio Destino, dos partes se unieron en un matrimonio de conveniencia. Ambos salieron beneficiados.

—Todavía no es tu momento de morir —te sonríe, y te entrega la carta—. Aún así, no tientes demasiado a la Muerte.

—El Wyrm... Llegarás a una prisión donde el Primer Jinete sufre una tortura continua. El carcelero ahora batalla con el Cuarto.

Recoge el resto de cartas, dejándoos las que han salido en vuestros presentes, el Kaos y la Muerte. Mientras lo hace, ríe con complicidad.

¿Destino o libre albedrío? —pregunta—. ¿Qué es lo que en verdad fija nuestro Camino? —y dando dos pasos atrás, la mística desaparece, dejando sólo una habitación vacía, en la que una triste bombilla titilante se balancea, a merced de las corrientes del agua, sobre dos chicas casi más perdidas que antes. Nada era seguro más que todo parecía estar revuelto en San Francisco. Un accidente, una chica perdida y una vieja gitana con crípticas profecías.

No os olvidéis de cerrar la escotilla al salir —resuena, desde algún sitio lejano, la voz de la anciana.

La chica negra enarcó una ceja, mirando la carta de la Muerte con cierta incredulidad. Incredulidad no era la palabra. Mas bien era extrañeza, desconocimiento, confusión. Se giró hacia la pelirroja y frunció el ceño, guardando la carta en sus vaqueros.

-Poco a poco este día está subiendo en la lista de días raros desde mi Despertar. ¿Y ahora qué?

¿Qué venía después de los juegos de cartas y las salidas efectistas? Tenía que encontrar un momento para sí misma. Tenía que intentar vislumbrar el Tiempo entre compases para intentar descubrir a qué se refería la anciana y cuál era su papel en todo aquello.