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CAPÍTULO 1: Los Barracones

Tras el combate, registráis los cadáveres de los ogros con la esperanza de encontrar algo útil. Salvo algunos huesos y bagatelas sin valor, no encontráis nada. Decepcionados, estáis a punto de marcharos, cuando un rayo del sol se cuela entre las nubes del cielo y hace que algo en el cuello del que parecía el lider de los ogros brille, llamando vuestra atención de forma inmediata. Con ansia, tiráis de la cadena que rodea su cuello para descubrir una llave al final de la misma. La guardáis como un tesoro, aunque sin saber bien si os servirá de algo.

La puerta que guardaban los ogros parece temible ante vuestros ojos. Relieves con figuras espantosas rodean la arcada de la puerta que por lo demás se mantiene cerrada. Intentáis usar la llave encontrada en la cerradura, pero ésta no encaja. Maldecís por lo bajo. Hasta que alguien decide empujarla. La puerta se abre sin problemas. Sonréis, nerviosos. ¿Qué se esconderá tras la pesadísima losa de piedra que hace de puerta? No estáis seguros, pero debéis hacerlo. Poco a poco, uno a uno, entráis en el interior.

Cuando creéis que la oscuridad os va a engullir, descubrís, estupefactos que el interior está iluminado. Os encontráis en un pasillo, no demasiado largo, con antorchas a los lados que os hace ver perfectamente. Por esta vez, las antorchas no parece que vayan a ser necesarias. Al final del pasillo, de frente a vosotros, véis una puerta. También al final, pero a la derecha, parece que se abre una abertura. ¿La continuación del pasillo? Poco antes de está, otra puerta, más pequeña que las anteriores.

¿Qué haréis?

Es Draugarquen el que de una certera estocada acaba con la vida del correoso ogro. Ha costado trabajo vencerlos, y casi ocurre una desgracia, pero la verdad es que entre todos hemos podido superar las adversidades. Me dirijo a todos y cada uno de mis compañeros, comprobando si están bien y felicitándoles por el buen combate.

Un poco después seguimos avanzando, y logramos abrir la gran puerta que nos permitirá adentrarnos en la montaña. Antes de seguir avanzando, me dirijo a Elyas. - Elyas, si no me equivoco eres un trampero consumado. ¿Puedes ir atento por si hubiera alguna trampa que puedan haber colocado esos malnacidos? Unos cobardes que atacan un poblado pacífico no se echarán atrás a la hora de plantar ese tipo de artilugios. No te preocupes. - digo poniéndome a su derecha, y apostando el gran escudo pavés en mi izquierda delante de él. - Yo te cubro. - termino con una sonrisa.

Prudente, Sir Boores permanece junto a las puertas de piedra. Sigue herido, como varios de sus compañeros, y quién sabe lo que puede esperarles en el interior del templo. Descarga el pesado bulto que lleva a su espalda y extrae de él varios pergaminos, que ofrece a Gimbar.

-Gimbar, os agradecería que volvieseis a curarme. Los conjuros habituales también pueden curarme, pero son menos efectivos, así que prefiero utilizar estos hasta que se agoten.

Al finalizar aquel combate, Zerachiel, que aun seguía herido, paró para sanar sus golpes, sacó su varita blanca y la hizo brillar cuatro veces, se dirigió luego a sus compañeros. -Por favor, permitidme aliviar vuestras heridas para agradeceros vuestra tenacidad y exelencia en el combate.- Aun seguía agradecido, de no ser por sus compañeros jamás lo habría contado. Después de realizar las curas, continuó el camino como los demás.

Aquel lugar no daba muy buena espina a Elyas pero era necesario continuar y pronto para terminar todo esto cuanto antes.

Escuchó las palabras de Sir Rondar y le pareció lo más adecuado.En un lugar como este y tras lo conocido de esos seres,juego sucio era algo bastante probable.

- Claro,lo haré pero no perdáis ojo a lo que suceda,este sitio puede ser muy peligoro más allá de nuestros enemigos,algo me da mala espina.

Sin más dilación,se dispuso a buscar algo que pudiese ser peligroso y trampas bajo la cobertura de su compañero.

Antes de meterse de lleno en la boca del lobo, sin saber qué les depararía su interior, Adeline cerró los ojos y comenzó a rezar. Al principio no se notaba, pero poco a poco se pudo notar como una energía salía de ella e iba expandiéndose en todas las direcciones. Quienes estaban a su alrededor comenzaron a notar cómo se les relajaban los músculos y el dolor cedía haciendo que se sintiesen mucho mejor. 

Draugarquen avanzó junto a sus compañeros al interior de la montaña. La enorme puerta guardaría peligros sin nombre en su interior, pero él no se iba a detener, tenía que seguir.....ya quedaría poco tiempo, si es que llegaban a tiempo. 

Tras escuchar las palabras de sus compañeros y sentir la energía de su magia alrededor de él, decidió adelantarse..."Deberíamos darnos prisa....no sabemos qué estarán haciendo a la gente que tienen atrapada, y cada segundo cuenta. Voy a avanzar.....tened cuidado."

Dicho ésto, avanzó hasta donde estaba Elyas y, pegado a la pared, avanzó en linea recta hasta llegar a la puerta, donde se paró a escuchar por si podía oír algo de su interior....

-Quieres que te cure con esto?- pregunta aun sin entender mucho sobre la naturaleza de quien le hablaba. 

-Creo que necesitare esto- dice casi que para sí, y luego de apretar con su mano una perla que llevaba en el bolsillo, mientras esta brillaba tenuemente el tejeconjuro recuperaba algo de su energía magica.

Apoyas la oreja contra la puerta, pero dentro de la misma no oyes nada.

Inspiro profundamente al sentir como el dolor en mis costados provocado por los brutales golpes del ogro desaparece gracias a Adeline. Dejo escapar el aire sintiéndome bastante mejor. - Gracias, Adeline. - me dirijo después a Zerachiel - La dama Adeline me ha reconfortado bastante, pero creo que aún tengo algunas magulladuras.

Avancé junto a Elyas, protegiéndolo con mi escudo, mientras el batidor iba examinando el terreno.

De momento no encontraba nada que pudiese hacernos algún mal o provocar una emboscada pero Elyas no se fiaba y seguía buscando con esmero a cada paso que daba por todo el pasillo.

- No encuentro nada malicioso compañeros,pero aun así tened cuidado.

Se giró levemente hacia Sir Rondar.

- Gracias por la cobertura amigo,pero debemos aligerar esto un poco asique avanzaré un poco.

Tras tus inspecciones, no notas nada extraño en las baldosas o paredes y continúas adelante.

Draugarquen se giró sigilosamente hacia sus compañeros y en voz baja susurró "No oigo nada dentro de la habitación, pero no os fiéis, nunca se sabe. Avanzaré hasta la esquina y me asomaré."

Acto seguido, se acercó despacio hasta la esquina del pasillo y, agachándose para tratar de despistar a un posible atacante, trató de atisbar más allá de la misma, asomando cuanto apenas su ojo izquierdo, tratando de permanecer escondido, a cubierto y en silencio mientras observaba que había más allá. Al agacharse, tropezó con algo y cayó tan largo que era....arruinando por completo su intento de no hacer ruido....se levantó agilmente y al asomarse, esperó que no hubiera nadie esperando...mientras su cara se ponía roja como la grana.......

Estábamos metiéndonos en la cueva del enemigo, a saber cuantas trampas, trucos y, sobretodo, criaturas hostiles encontraríamos allí. Empiezo a mirar con ojo crítico la entrada y cuando Sir Rondar decide entrar le sigo vigilando bien por dónde piso. Justo detrás abanza mi familiar de tierra que, hasta ahora había permaneciodo oculto a los demás.

Adeline avanza hasta colocarse a la altura de Rindel

Zerachiel avanza con decisión en la tenebrosa mazmorra junto a sus compañeros, con la esperanza de que aquí encuentren alguna pista del paradero de los aldeanos secuestrados.

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