El dragón dejó de caminar y un grupo de hombres lagartos armados se acercó. Entre ellos uno algo mas alto, delgado, curiosamente sin muchos abalorios o simbolos de poder pero parecía ser el lider del grupo. El dragón habló unos instantes con él en su idioma sobre el trato que había hecho con vosotros dandole ordenes que los lagartos aceptaron enseguida.

Esste ess Mandibula Fuerte, lider de loss Muerte Esscama. Ess un gran guerrero y conoce vuesstro idioma, ademáss ssu tribu le resspeta. Ess la mejor ayuda que puedo brindaross, no creo que necesiteiss armass precissamente jajaja.

El dragón se rio aunque razón no le faltaba, aunque bien armados, los hombres lagarto del pantano no tenían mejores armas que el grupo de aventureros. Después el dragón se giró tan rápido que pareció que fuese a atacar a alguien, pero no lo hizo. Había pasado casi toda la tarde y la luna no tardaría en asomar entre las copas de los sauces. En la aldea algunos hombres lagarto comenzaban a encerder antorchas.

Me marcho, humanoss. Hacía mucho que no hablaba con algunoss de vuesstra esspecie y me agota no poder desspedazaross jajaja. Recordadlo, entregadle a Mandibula Fuerte el libro y el anillo y sereiss libress. Tratad de engañarme y me encargaré de que vuesstra muerte ssea lenta y dolorossa

Nada mejor para despedirse que la amenaza de un dragón negro.

—Qué agradable sujeto —dejó escapar Égida cuando el poderoso dragón se marchó. Ahora que se había ido, notó cómo una presión se alejaba, una presión que no se había dado cuenta que sentía. ¿Sería miedo? Estaba seguro de que antes lo habría sabido reconocer—. Bueno... ya sabéis quiénes somos y qué queremos porque os lo ha contado vuestro señor. ¿Sabéis nuestro idioma, entiendo? Mandíbula Fuerte, ¿verdad? ¿Tenéis algún plan para infiltrarnos en el castillo?

Pese a la tranquilidad que había mantenido el calishita en todo momento, se quedó mucho mejor viendo marchar a la enorme sierpe. No tenía intención de dejarse comer por un dragón.

El guerrero, un hombre de clichés, intentó echar una mano a su compañero para comunicarse  correctamente con el lagarto.

- Yo, Abdali- dijo mirando al tal Mandibula Fuerte y señalándose al pecho- nosotros, amigos, nosotros ayudar. Ser buena gente.

El hombre lagarto dedico unas palabras al enorme dragón antes de que se marchara y luego este se dirigió hacia los aventureros. Parecía confiado aunque claro, una docena de hombres lagarto apuntaban con flechas, lanzas y cervatanas hacia ellos con ninguna confianza.

-Yo ssoy Mandíbula Fuerte. Puedo llevaross al castillo y assegurarme que los machos y hembras de mi tribu no oss ataquen-les hizo un gesto para que le siguieran al interior del poblado. Allí muchos lagartos les observaban algunos con curiosidad otros de manera amenazadora, pero mientras caminaban por el terreno encharcado junto al líder de la tribu ninguno se atrevió a hacer nada contra ellos-. Pero esse es el menor de vuestross problemass. Allí dentro un batraco que sirve a un poderoso elfo son quieness mandan allí dentro, y esos assquerossos no me harán ningun casso... Si los matais no me darán ninguna pena, pero no soy vuesstra ama de criass. Mientrass obedezcais a la Muerte Negra y me deiss lo que quiere os ayudaré- Estaba claro que entre los Batracos y los hombres lagarto había algún tipo de problema o rivalidad pues cuando hablaba de ellos pareciera que estaba a punto de escupir al suelo. Les fue guiando entre el laberinto de chozas para mostrarles algo mientras algunos guerreros y guerreras de la tribu les escoltaban sin quitarles los ojos de encima.

Endozal miraba a su alrededor dispuesto a sacar el arco si alguno de los lagartos les atacaban, pero no parecía ser el caso. Mientras iban cruzando el poblado lagarto la sensación era casi de tanto peligro como mientras habían estado junto al dragón negro, sensación que no lograba quitarse de encima.

Abdali no era el estratega del grupo, pero pensó que quizás les viniera bien acordar algún plan de acción.

- ¿Hay alguna forma de entrar en el castillo sin ser vistos? O quizás podamos entrar por la puerta principal diciendo que somos del culto...

Otra posibilidad es que los hombres lagarto creáis una revuelta (o distracción), para hacer salir a los guardias y nosotros así colarnos dentro para matar al líder.-

El lagarto se detuvo unos segundos, con una extraña sonrisa.

-Nada me gusstaría máss que darles una lección a essoss batracoss, pero no puedo arriesgar a mi pueblo assí-le respondió-. Hay una puerta desstrozada por la que podeiss entrar, pero no sserá fácil. Si sabeis escalar podríais hacerlo por otra zona, pero el fosso que rodea el casstillo ess peligrosso. Entrar sin que oss vean ess difficil, muchos batracos vigilan y el culto tiene guardiass. Me asseguraré que los mioss no os ataquen ni den la alarma,  ess cosa vuesstra como lo conssigais.

El lagarto comenzó a andar de nuevo haciendoles un gesto para que le siguieran.

-Antes de ensseñaros la choza donde podreiss dormir quiero enseñaros a alguien. Le capturamoss algunass ssemanas e ibamoss a ofrecersselo a La Muerte Negra, pero quizass pueda ser de ayuda-dijo con malicia-. No puede negarsse a ayudaross hshshs.

El grupo se acercó a una especie de jaula echa con troncos de madera, la parte de abajo estaba hundida en el barro lo que significaba que el preso tenía que tumbarse o sentarse en el suelo directamente, con la suciedad, la humedad y los insectos. Un par de guardias se apartaron al ver llegar a su jefe. Dentro de la jaula, en la que no había demasiado espacio ni comodidad, había una figura, agachada, temblando de frío que parecía dormitar...

La figura sucia encerrada en la jaula levantó la cabeza en cuanto escuchó las voces para ver qué sucedía. Una cara manchada de barro miró al grupo con verdadera curiosidad. Unos ojos rojos fuego sobresalían en medio de todo aquel barro. 

A pesar de los desastroso de su aspecto todavía parecía mantener un cierto aire de dignidad. Por lo que se levantó enfangandose aún más y trato de alisar su ropa. Lo que sirvió para anguarrarla aún más. 

-Mis queridos señores. No sé qué les habrán contado estas lagartijas hiperdesarrolladas. Pero les puedo asegurar que de ninguna manera estaba investigando aquel castillo ni buscando una manera de entrar. Simplemente soy un vulgar viajero perdido en este pantano y con ganas de salir de el.-

La voz era de lo más zalamera,  pero cuando tres tipos acompañados de un golem metálico,  pequeño pero golem, aparecían en un campamento lleno de hombres lagartos como si tal cosa, era obvio que se trataba de personas poderosas y con recursos. Había que causar una buena impresión. 

-Vuelve a llamarnos "lagartijas" y te arrancaré la lengua, elfo-le amenazó el hombre lagarto dando un golpe a la madera de la jaula-.

El guerrero, que en principio se había acercado a comprobar el estado del prisionero, con el afán de ayudar y rescatarle, se echó de nuevo atrás al ver los ojos carmesí y las orejas puntiagudas.

Si algo era bien sabido es que se debía desconfiar de los elfos, si además tenía ojos rojos... No podía ser nada bueno.

- ¿Ehm, bueno, y qué hacías por estos pantanos? No cuela eso de que 'estaba paseando por aquí y me perdí'.- En la cara del calishita se veía claramente la desconfianza.

El elfo pareció obviar la amenaza del hombre lagarto, aunque no siguió llamandoles lagartijas. Por lo visto valoraba su pellejo, y su lengua.
Mientras trataba de descubrir quién de los 3 humanos sería el mago dueño del golem contestó al guerrero. O al menos al que imaginaba que sería un guerrero debido al mandoble que llevaba a la espalda. ¿Tendría algo que compensar?

-No he dicho que estuviese paseando por allí caballero. Si no que me había perdido en este maloliente pantano del cual me encantaría salir. Con vida y con todos mis organos a ser posible.-

El elfo les dedicó una escrutadora mirada por si llevaban alguna insignía reconocible. Creía saber para quién trabajaban, pero nunca estaba de más asegurarse por si acaso.

-El castillo fue lo que creí que podría ser un lugar para cobijarme. No pensaba hacer nada en contra de vuestras mercedes, ni tengo el más mínimo interés en lo que estén haciendo ahí dentro. Pueden ustedes seguir dedicandose a lo que sea que se dediquen.-

El tipo de los ojos raros seguía sin contestar a su pregunta. Eso no le gustó nada. ¿Cómo iban a llevar a alguien en el grupo, en una misión de vida o muerte con alguien que bien podría ser un vampiro o un espía del culto del dragón?

- ¿Si no confías en nosotros para contarnos las razones por las que te encontrabas en este pantano, cómo esperas que nosotros confiemos en ti?

Por las últimas palabras que dijo el prisionero le pareció que tampoco es que tuviera muchas ganas de ser rescatado, así que se encongió de hombros, y se dedicó a revisar el terreno y a contar (con mucha dificultad) el número de hombres lagarto.

—Como verás —dejó que su intervención surtiera efecto en el elfo, que seguramente se pensaría que era un constructo autónomo. Había llegado a apreciar esos breves segundos de sorpresa— hemos llegado a una suerte de acuerdo con estos... con Mandíbula Fuerte y los suyos. Así que quizás estemos en posición de ayudarte, si como dice aquí mi buen amigo, eres de utilidad. ¿Llegaste a entrar en el Castillo, o al menos tienes información de los alrededores? Estamos interesados en entrar sin ser vistos.

Cuando el elfo escuchó hablar al golem fue el único momento que pareció totalmente fuera de lugar. Sin duda lo había sorprendido y pillado descolocado. Aún así se repuso y volvió a su sonrisa carismática de hacer amigos mientras se fijaba en el simbolo que portaba en el pecho.

-Oh. Perdón. Creía que eran los dueños del castillo y de todo lo que pasaba dentro. Aunque ya me había extrañado un poco que miembros del Culto de los Dragones no tuvieran nada que les identificase como tales.-

Se encogió de hombros.

-Lamento decir que sus amigos lagartos me pillaron antes de que pudiera entrar. Con un ataque por sorpresa y a traición, todo hay que decirlo. Pero eso no quiere decir que no pueda hacerlo. Soy capaz de colarme en practicamente cualquier sitio sin que me pillen.-

Trató de hacer una reverencia pero el estrecho espacio que tenía en la jaula no se lo permitió.

-Grend'Dail. A vuestro servicio.-

Mandíbula fuerte dio unas órdenes en su idioma a los guerreros que custodiaban al elfo y estos abrieron la puerta de la celda.

- Ssal de ahí, vas a una cabaña con elloss. No intentes nada o te daré de comer a los cocodriloss-le dijo autoritario, dejando claro que no tenía paciencia para tonterías-. Teneiss mucho que explicarle. Mató a un par de los mioss antes de que lo atraparamoss. Digamoss que sabe defenderse y quizáss os sea de ayuda ahí dentro. Como no es un miembro de mi raza no sospecharán de mi tribu-explicó el hombre lagarto mientras guiaba al grupo a una cabaña-. Eso si, queda a vuestro cuidado. Recordad las ordenes de la Muerte Negra. Si lo haceis os dejaré marchar, lo que hagaiss luego con el elfo ess cosa vuesstra.

El grupo se encontraba entonces frente a una pequeña choza. Tenía aspecto de incómoda, húmeda y practicamente vacia salvo por algunos montones de hierbas y pajas a modo de camas. Varios guardias vigilaban a su alrededor.

-Podeiss dormir aqui-les dijo señalando con un dedo-. Mañana  vosotros y yo saldremos al amanecer hacia el casstillo.

El elfo ya se había explicado y presentado. Pero antes de que ninguno de los humanos, o el golem parlante, dijera nada el lagarto le mandó liberar.

-Vaya. Esto sí que no me lo esperaba.-

Lo dejaba en manos de aquella gente, extraña gente, pero si ya tenía planeada su fuga de la jaula, de una cabaña iba a ser mucho más fácil.

-Eso es muy amable por tú parte. Y ya que estamos, y espero no abusar, ¿qué hay de mis cosas? Si tenemos que colarnos en un castillo fuertemente protegido las voy a necesitar.-

Se había puesto bastante contento de que le liberaran, eso saltaba a la vista. Pero ya que parecía que requerían sus servicios, sin posibilidad de negación, trató de conseguir algo más con su mejor sonrisa.

-Por probar.-

El lagarto le dio un empujón en el hombro para que caminara.

-Tus cosass no las necesitas para dormir, elfo. No tientess a la ssuerte-dijo Mandibula fuerte.

El elfo se encogió de hombros y sonrió al grupo.

-Tenía que intentarlo. Parece que no se fian de mí. No entiendo por qué.-

Al entrar en la choza se echó en un lateral.

-Aah. Que gusto da dormir en un lugar tan confortable y agradable. Hay que ver cómo cambian tus prioridades cuando pasas un día en una jaula de madera llena de fango.-

No perdía su sonrisa, pero miraba atentamente al grupo. Sobretodo al golem. Tenía el simbolo del Gond, que no era un dios malvado de por sí, pero eso podía ser simplemente que había sido "bendecido" con consciencia por la misma deidad. Cosa que implicaría lo poderosos, o especiales, que eran.

—¿Qué buscas del Culto? —Égida permanecía de pie. No parecía excesivamente peligroso y de hecho, su único arma era un martillo de forja relativamente grande. Así que seguramente no sirviera de mucho más que de escudo viviente.

El guerrero calishita se puso disimuladamente (o eso le pareció a él), a escuchar la conversación entre Égida y el elfo sospechoso, haciendo como si limpiase su armadura.

Todavía no las tenía todas consigo, pero debía reconocer que en una misión tan peligrosa, cualquier ayuda que encontrasen sería muy valiosa. Y si estaba equivocado y el prisionero no era un asesino drow que esperaba cualquier oportunidad para apuñalarles por la espalda sino alguna especie de agente secreto de incógnito que luchaba, como ellos, contra el Culto del Dragón, habrían tenido mucha suerte de encontrarlo.