Partida Rol por web

Los ojos de los cuatro se acostumbraron al cambio de luz. El estómago aún estaba tratando de asentarse de aquel viaje de cientos de kilómetros que parecían haber hecho en tan solo unos segundos. Se encontraban ahora... ¿en una montaña? Eso parecía. Había pinares oscuros por todas partes en las laderas del valle de la montaña; el aire era frío y fresco. Dos piedras antiguas se alzan a cada lado del grupo formando una especie de arco, que no era otra cosa si no el portal por el que acababan de viajar.

A no más de un tiro de piedra por delante había una casa grande, de mampostería en la base, y de madera en los pisos superiores. Ramas de pino se desplazaban y mecían con un viento caprichoso. Una ardilla gorjeó y luego se quedó en silencio.

Sentada en los escalones que llevaban a la entrada del edificio, había sentada una semielfa de pelo corto y orejas puntiagudas. Llevaba una armadura de escamas completamente blanca y una lanza. El broche que sujetaba la capa de color púrpura llevaba el símbolo de culto del dragón. Pero lejos de parecer amenazadora sonrió al grupo y les saludó con la mano.

Endozal abrió los ojos y avanzó unos paso hacia ella.

-¿T-Talis?...-titubeó sin salir de su asombro. Entonces se giró rápidamente hacia los demás, haciendo un gesto amplio con las manos-  Es Talis, es mi amiga de la que os hablé-dijo emocionado para que el resto supiera que no era una enemiga. O al menos eso parecía.

-¿Endozal? ¿Endozal Fik? ¿Qué demonios haces aquí?-respondió la mujer sorprendida. Parecía esperar al grupo, seguramente advertida por Rezmir, pero no esperaba ver a su amigo entre ellos.

La semielfa se levantó de los escalones, aunque no hizo ademán de coger la lanza. 

-No me esperaba encontrarte entre los que salvaron Nidoverde. Sé que matasteis a Frulanth Modanth y tú-señaló a Égida- ¿eres el hombre de metal que sobrevivió al duelo con La furia Cian? Rezmir me avisó de que vendríais, supongo que esperaba que os matase. Pero no soy vuestra enemiga... yo-se quedó unos segundos en silencio- Estoy a punto de traicionar al culto... como ellos me han traicionado a mí. Me gustaría hablar con vosotros, os puedo ayudar a alcanzar a Rezmir antes de que sea demasiado tarde.

La mujer miró al grupo y luego miró a Endozal esperando que accedieran a hablar con ella.

Talis. La famosa Talis. Desde que conoció a Endozal hacía ya lo que parecían años, el forjado se había formado una imagen mental de la joven que no encajaba en absoluto con quien les estaba esperando. Se imaginaba a una dulce campesina, alguien sin valor ninguno para el Culto más allá de algún sacrificio o repugnante ritual, y estaba convencido de que no la volverían a ver. O si lo hacían, sería muerta o encerrada en alguna sucia celda.

Y ahí estaba. Segura de sí misma, miembro del culto, dueña de lo que parecía una mansión. Y dispuesta a ayudarlos.

Égida tenía sentimientos encontrados. Como miembro del Culto, sabía que no era de fiar. Pero era la amiga de la infancia de Endozal, al menos le debía eso a su compañero y amigo. Miró al cocinero y esperó su reacción.

-¿Pero... ¡Pensaba que te habian secuestrado!-exclamo el arquero. No podía ni imaginarse que aquella mujer que había sido amiga suya desde su infancia, aunque apenas había cambiado, fuera un miembro del culto. Y menos uno importante. 

La semielfa rio y le sonrió con cariño.

-No, no me secuestraron. Siento no haberte contado la verdad, pero te conozco... no hubieras aceptado que me uniese a un culto como este-le respondió Talis- He hecho muchas cosas malas, quizás ahora aunque sea por egoismo pueda compensar algunas de ellas...

Endozal se quedó callado. No era el reencuentro que tenía en mente, aunque se alegraba de que ella estuviera bien... aun no entendía como podía haber estado todo este tiempo con los que pensaba que eran sus enemigos. Finalmente chasqueó la lengua.

-Tsk, creo... quizás deberiamos escucharla. Sea como sea puede ayudarnos a encontrar a Rezmir y dañar el culto... yo... ya veré que hacer, tengo mucho que asimilar...-les dijo a sus compañeros.

Grend apareció en el otro lado con el estómago revuelto, aunque ya había atravesado algún que otro portal de ese tipo hacia mucho de eso.
En cuanto pudo enfocar la vista se preparó para lanzar una bola de fuego por si había alguna emboscada esperandoles, es lo que él habría hecho por si acaso. Pero al ver sólo a una semielfa se lo pensó dos veces antes de conjurar.

No estaba seguro de qué esperar, pero cuando quedó obvio que Endozal la conocía miró a los demás que parecían tan sorprendidos como él. Les susurró con discreción.

-Sé que no os conozco de hace mucho, pero por lo poco que había escuchado de la Talis esta creía que sería algún tipo de campesina, o pueblerina que estaba en problemas.-

Claro que por lo que decía era miembro del culto. Y eso podía ser un problema...para ellos. Por si acaso se mantuvo atento a los alrededores. No fuese aquello una trampa.

El guerrero calishita estaba algo confundido por el salto dimensional, tanta magia le mareaba y ¿ahora encontraban un miembro del culto del dragón que quería cooperar con ellos?

- ¿No tienes tú y esa semidragona la misma agenda? ¿Qué ha hecho para que la quieras muerta?-

-No-dijo respondiendo a Abdali- me temo que ya no soy parte del culto...-dijo con rabia-. Yo debía haber sido el Susurradragones Blanco, y no ese enano rastrero de Varrim. Cedieron la Máscara del Dragón blanco a ese... ese... desgraciado cuando descubrió el cuerno. Y pretenden que me siente y agache la cabeza. Y esa zorra de Rezmir, con su máscara negra. Está escoltando a uno de los magos rojos de Zhay. Vino aquí y me dijo que os detuviese jajajaja-miró a Endozal y le sonrió. Ambos debían haber cambiado mucho desde la última vez que se vieron-. No creo que imaginase que iba a conocer a uno de vosotros. Y en cualquier caso... si vuestro objetivo es destruirla, entonces también es el mío. Os ayudaré.

Endozal aún parecía algo aturdido, pero una sonrisa se dibujó en su cara. Al menos su amiga no tenía intención de luchar contra ellos, sin importar las cosas que hubiera hecho para medrar dentro de aquel culto.

Grend veía claro que si estaban hablando tranquilamente con ellos era porque habían ninguneado a la semielfa, si no fuera así seguro que tendrían una conversación totalmente distinta. Por mucho que Endozal estuviese allí con ellos.
Pero quizás no era el momento de sacar el tema, lo dejaría para cuando estuviesen a solas.

-Todo esto es muy revelador y muy interesante.
¿Qué tipo de ayuda nos podéis proporcionar? ¿Información? ¿suministros? ¿Hombres...o lo que sea que tenga por soldados? Y sobre todo. ¿Qué pasará cuando hayamos eliminado a Rezmir? ¿Seguiremos siendo amigos?-

- Por no hablar que cuando nos vea aparecer ilesos, sabrá que le has traicionado - apostilló el forjado.

Abdali se quedó con lo que le pareció más importante; que Talis ya no era parte del Culto. Eso significaba que quizá pudieran obtener de ella información muy valiosa.

-Dices que ya no estás con ellos... Pues si quieres que acabemos con Rezmir tendremos que saber todo lo que podamos. ¿Qué es eso de las máscaras de dragón, es como un símbolo del poder dentro del culto? ¿Quién está a la cabeza y qué tiene que ver con los de Thay? ¿Es que se han alidado con los thayanos y su rey? Dicen que es un lich quien les gobierna...-

El guerrero tenía la boca seca por la pérdida de sangre y todo el combate en general, pero no podía dejar de pasar aquella ocasión por alto. Seguro que su mentor, Sir Frume, estaría orgulloso de él.

- Puedo daros monturas para que la alcancéis y alcancéis su fortaleza-dijo sonriendo, como si supiera una broma que nadie más entiende-. Os aseguro que sin los dracos no conseguireis llegar hasta ella. Además, quiero que conozcáis a alguien. ¡Dalia!-llamó en voz alta. La puerta de la casa se abrió al cabo de unos segundos y salió una chica joven, casi podría ser una adolescente, vestida con ropas negras y el pelo recogido en dos trenzas. Llevaba un arco en el hombro-. No son "hombres" lo que os proporciono, pero te aseguro elfo que ella vale por varios. La secuestró el culto, tenía que haberla sacrificado en nombre de Tiamat, pero como veis aquí sigue. Si alguien tiene más ganas de destruir el culto que vosotros es ella-les explicó.

El viento soplaba. Se escuchaba ruido en la casa, debía haber más gente allí, aunque nadie más salió. Hacía frío y Talis sopesó invitarlos a entrar dentro, pero pensó que quizás no se fiarían de entrar en un lugar "del culto" así que no dijo nada.

- Y respondiendo a vuestras preguntas... veo que no sabéis mucho para los problemas que habéis causado jajaja-rió divertida- El culto de Tiamat tiene diversas capas. Los guerreros garadragón, los lideres como Frulan Modanth que son Portadores Púrpura. Pero la propia Tiamat desveló 5 poderosas máscaras, una por cada una de sus cabezas. Estas están destinadas a llevarlas los verdaderos líderes del culto, y yo iba a ser una de ellas... si ese desgraciado de Varrim no me hubiera traicionado-dijo escupiendo al suelo-. Rezmir es una de ellos, una Susurradora de dragones y como tal tiene en su poder la máscara negra. Desde luego, si supiera donde se esconde Varrim os diria que fuerais a por él, pero tendré que conformarme con que le cortéis la cabeza a esa zorra. Y sí, sabrá que les he traicionado. Espero que lo sepa-dijo mirando con una sonrisa a Dalia, en el momento en que viera a la chica no habría lugar a dudas-. Eso también os da una ventaja a vosotros... y es que después de hoy probablemente tenga que desaparecer. El culto es mucho más grande de lo que pensáis, liche o no, se han aliado con los magos rojos y se oyen rumores de que están mandando demonios para apoyar el regreso de Tiamat. Desconozco si su rey lo sabe o es algún grupo separado. Así que... desapareceré del mapa, no me queda otra.

Se hizo un silencio incómodo. Ni siquiera Endozal supo que decir ante todo aquello.

La muchacha, pues no parecía más que eso, era bajita, poco más de 5 pies, delgada, más bien enjuta, y de cara aniñada, era difícil calcular su edad, lo mismo podría tener 12 o 17, pero difícilmente llegaría a 20. Vestía totalmente de negro, aunque su piel era muy clara. Se adivinaba bajo la ropa, que llevaba ceñida y eso acentuaba su delgadez, un camisote de mallas y a la espalda una mochila ligera de tela, sin estructura rígida, rematada en un saco de dormir enrollado. Las tiras de la mochila no eran clásicas sino elásticas y complejas, una en la cadera y otras dos cruzadas sobre el pecho, lo que pegaba la mochila a su espalda de forma que no parecía poder moverse. No parecía llevar bolsa de componentes de conjuro en el cinturón, y lo único que parecía mostrar esa "peligrosidad" era un arco y un carcaj con abundantes flechas de plumas negras. Una vez que uno se fijaba en el arco podía ver también que en su mano derecha llevaba un guante de cuero que dejaba los dedos libres, y en el antebrazo izquierdo un brazal grueso del mismo material, prenda habitual de los arqueros, y un guante más fino que le cubría toda la mano.

El arco en sí era también negro, pero no pintado, sino alguna madera exótica. Era un arco casi tan grande como ella, aunque el diseño era recurvo. Parecía hecho de una sola pieza de madera a la que habían añadido dos piezas de cuerno en las puntas para darle el diseño recurvo. Era extraño: más fino y redondo que los habituales, y destensado como estaba ahora se quedaba casi recto. No tenía marcas, firma ni ningún otro símbolo distintivo, aunque se adivinaba de buena manofactura.

Un gorro de lana (negro, por supuesto) le tapaba el pelo y la frente, aunque se veían dos trenzas saliendo por atrás, y el otro punto llamativo era su calzado, la suela no era rígida sino que parecían capas de cuero pegadas y flexibles. Todos habíais visto ese tipo de suela, solían emplearla los ladrones que trepaban por paredes para tener más sensibilidad en los pies a la hora de buscar apoyos. Probablemente esa chica era una buena infiltradora. Desde luego su tamaño infantil le permitiría entrar por ventanucos por los que ningún adulto podría.

El conjunto era tan obviamente negro que lo único claro que podíais ver era su cara y los dedos de la mano derecha, algo fácilmente ocultable con algún tipo de betún. Además todo mate (y probablemente por eso llevaba el camisote de mallas oculto, para evitar brillos o reflejos). Sin duda sería un blanco fácil en una zona nevada, pero no estábais en una zona nevada.

Con una voz anodina, carente de cualquier emoción, respondió a la presentación que hizo Talis.

- La cultista exagera con mi valía, no valgo por varios hombres, pero quizás pueda seros útil. Obviamente por mi parte proporcional de las ganancias, tengo deudas que saldar.

¿Había puesto un ínfimo énfasis en la palabra "cultista"? Con el tono tan neutro era difícil de decir, y su rostro impertérrito tampoco había cambiado, pero parecía haber un deje de ¿resentimiento? ¿Amenaza? justo en esa palabra.

La aparición de aquella muchacha le resultó llamativa, porque había surgido de las sombras como si de un espíritu se tratara. Y se expresa como uno, destacó silenciosamente el forjado. En cierto modo, era como él, pero al menos él tenía excusa como contenedor vacío que era. ¿Por qué vicisitudes habría pasado la joven para ser tan poco expresiva?

- ¿Y qué tiene que ofrecer la seria muchacha aparte de un equipo a conjunto? - señaló Égida, preguntando a Dalía directamente - Porque entendedme, confío en Endozal y él en Talis, pero que una persona afín al Culto se una a nosotros...

- ¿No me has oido? No es afín al culto, los odia. Mataron a los suyos y la secuestraron... os estoy dando un arma-le respondió Talis divertida por la reacción del forjado-. Y a ti, Dalia, la libertad. Pronto abandonaré este refugio y seguramente el culto intente destruirme. Así que te recomiendo que vayas con ellos, si la mitad de los rumores que he oido sobre ellos son ciertos... tendrás tu oportunidad de vengarte si vas con ellos.

Al calishita la muchacha le parecía una buena adquisición. Si era verdad que el culto la habían intentado sacrificar, estaba en su derecho de rajarles a todos la garganta, y seguro que no les vendría a ellos mal algo de ayuda.

- Eres bienvenida, siempre que prometas no hacer daño a gente inocente- dijo por su parte respecto a la nueva compañera - Mi nombre es Abdali, Héroe de Nidoverde.- Le ofreció la mano para entrechocarla. No iba a perder la oportunidad de fardar e intentar ligarse a otra joven, por supuesto.

Después se volvió hacia Talis.

- A ver, ¿dices que esas máscaras las proporcionó la mismísima madre de los dragones? Entonces deben ser muy poderosas ¿Qué hacen exactamente?- Si Rezmir tenía una de ellas debía saber con qué tipo de magia iban a tratar. Y si también iban a tener que tratar con demonios necesitarían arma mágicas...- ¿Y no tendrás un buen espadón mágico que pueda blandir contra esas hordas de demonios, verdad?-

Pero el guerrero sabía que estaba yendo demasiado deprisa. Antes de poder enfrentarse a Rezmir y los demonios que invocase ese mago rojo de Thay, tendrían que dar con su paradero.

-Y lo más importante... ¿Dónde podemos encontrar a Rezmir y a ese mago?-

Dalía miró a Égida:

- Pues... sé usar un arco destensado para proporcionar placer sadomasoquista, limpiar la mugre de las uñas con una punta de saeta, y hablar con los geranios. También puedo ser invisible cuando nadie me mira, en eso soy buenísima.

El tono seguía tan neutro como antes, a pesar de que sus palabras parecieran indicar que estaba de broma.

La mano ofrecida por Abdali provocó que esta diese un paso atrás.

- Yo no hago eso, no daño a inocentes... ni entrechoco las manos. No es nada personal, es que no me gusta demasiado el olor de las personas, al menos no de las vivas.

-¿Lo veis? Seguro que lo pasáis bien-dijo Talis dando una palmada y volviendose a incorporar-. Rezmir está ahora mismo de camino al Castillo Inalcanzable. Y se llama así por un buen motivo. Veis aquellas montañas que están a un par de días de distancia-dijo señalando a una cordillera a varios kilómetros. Eran bastante altas y estaban coronadas por nieve en la cima-. Al otro lado hay un pueblo que se llama Parnast. Sobre ese pueblo hay un castillo. Y cuando digo "sobre", me refiero literalmente. ¿Veis las nubes blancas que hay sobre la montaña? Ahí está el castillo.

-Estupendo...-dijo Endozal dando una patada a un canto que había a sus pies-. Osea que el culto tiene un castillo volador inalcanzable. Talis, te conozco desde hace tiempo. No se en que momento te uniste al culto ni por qué... pero entiendo tus intenciones. Se que te quieres redimir, pero si tienen un castillo volador es imposible que la atrapemos...-dijo el hombre, pero la semielfa se echo a reir y le interrumpuió.

- No busco redimirme. Puede que ni siquiera lo merezca. Pero si busco venganza y, por lo que he oído de vosotros, creo que sois los únicos que podéis proporcionármela-le respondió la mujer, haciéndoles un gesto para que la siguieran.

Rodeó la casa y avanzaron por un camino hasta llegar a unos enormes establos, en él había tres Wyverns bastante grandes, suficiente como para llevar uno o dos jinetes encima. Talis sonrió satisfecha al ver la cara de los aventureros.

-¿Castillo volador? Sí. Pero no inalcanzable. Sois 6. Podéis montar dos en la grupa de cada uno de estos Wyverns. En unas horas estaréis allí. Eso si, lo que os encontréis... es cosa vuestra. Ya os advierto que no sereis bien recibidos.