Partida Rol por web

Las dos flechas volaron raudas clavandose en sus objetivos. Endozal le clavó en la espalda la flecha y este abrió la boca para gritar poniendo un gesto de dolor en su rostro pero ningún sonido salió de su boca gracias al conjuro del forja. El otro cultista lo miró confuso cuando sintió una punzada de dolor en su muslo izquierdo donde Abdali le había acertado con su flecha. Fue a echar mano a su espada y la flecha del mediano le rozó el hombro. Cuando levantó la vista pudo ver a Draenna que, transformada en un oso pardo, corría hacia ellos.

Aquel conjuro — Draenna los había llamado así, aunque él no sentía que usara magia ni se sentía tan inteligente como solían ser los magos y hechiceros — le había permitido aislar todo sonido, haciendo que los ataques de sus compañeros no alertaran a nadie más que a las víctimas. Las flechas volaron certeras y él quiso unirse al combate, aunque aquel túnel era demasiado angosto para él y además poco iluminado. Aulló para darse algo de impulso emocional con la embestida, golpeando al guardia que no había atacado Abdali.

Así ninguno tendría opción de atacar a los arqueros.

El gran oso les alcanzó al trote, atrapando con sus fauces el brazo de uno de ellos. Este empezó a perder sangre muy rápidamente por la dentellada. 

En ese instante el oso se irguió amenazador con du presencia de más de 2 metros. Pero las zarpas que lanzó justo después no cortaron más que el aire...

Joorin soltó la cuerda al notar como sus compañeros hacían lo mismo. La flecha voló rauda hacia su objetivo, más no estaba seguro de que está hubiera causado mucho daño. Con suerte había logrado rozar al enemigo.

Apretó los dientes con firmeza, guardó su arco, y desenfundando sus espadas cortas se aproximó hacia el combate cerrado.

No hizo falta que Joorin saltara hacia sus adversarios pues el combate había acabado antes de empezar. En completo silencio los dos cultistas Garradragón cayeron al suelo abatidos por las flechas y los golpes (y mordiscos) del grupo. Gracias al ritual que había hecho Égida nadie parecía haberles oido desde fuera y, mejor aún, tampoco dentro. 

La cueva continuaba hacia el oeste donde empezaba a descender y llegaba a unas escaleras construidas en una rampa de piedra natural. No se habrían dado cuenta, si no fuera por que Draenna ya lo había descubierto en su anterior visita, que había un pequeño pasadizo oculto a la derecha de donde estaban. Según su compañera ese pasadizo daba a una sala de descanso y a la sala donde guardaban el botín. 

Después de echar un buen vistazo a las posesiones de los enemigos caídos — recordó lo útil que había sido cuando vio a Endozal haciéndolo por primera vez — cargó con uno para, después de preguntarle a Draenna con un evidente gesto, cargar el otro sobre el enorme oso en que se había convertido la elfa. Después señaló en dirección al lugar donde guardaban el tesoro aquellos bandidos. Era el mejor lugar donde esconder los cuerpos, mejor que la sala de descanso.

Con un gesto a Endozal, le pidió que confirmara que no había enemigos a la vista.

Una vez se deshicieran de los cadáveres, era hora de adentrarse más y buscar esos huevos.

Se habían coordinado a la perfección y habían abatido a los guardias sin que estos pudieran hacer nada para evitarlos. Asintió a la señal de Egida y con la poca luz que tenían producida por las antorchas de la caverna Endozal comenzó a moverse por delante del grupo aprovechando las sombras para ocultarse y siguiendo el camino por el que Draenna les había indicado que estaba el botín y una especie de sala de descanso.

Avanzó con cuidado con los ojos entrecerrados buscando no dar un paso en falso sobre el suelo o sobre algún enemigo descansando y con el oído muy fino para de tratar de escuchar el más leve indicio de conversación en las salas.

Las primeras zonas estaban iluminadas por la luz que entraba en la cueva, incluso la zona por la que bajaban unas escaleras todavía se podía ver algo en penumbra sin embargo, cuando Endozal se adentró en aquel túnel vio que la oscuridad era completa. Lo que si pudo fue escuchar con facilidad el sonido que provenía de allí. Estaba claro que había enemigos en alguna de las salas que había más adelante.

Avanzó hasta que la oscuridad le dificultó cualquier tipo de movimiento. No quería seguir y tropezar con nada que alertara al enemigo. Así que aguantando los nervios y un poco de claustrofobia se concentró y comenzó a dejarse llevar por su oído. Allí dónde acababan aquellos túneles se oía algo por lo que dio media vuelta y guiado por la luz de las antorchas de la cueva volvió hasta sus compañeros.

- Está todo muy oscuro para poder seguir adelante sin una luz. Les comunicó en susurros. - Pero estoy seguro que al otro lado del túnel hay gente. Dejad los cuerpos escondidos en alguna sombra por si acaso. Luego los podemos llevar allí si queréis. dicho esto sacó una de sus antorchas y esperó el visto bueno del resto para encenderla pues por lo menos tanto él como Abdali necesitarían una fuente de luz. Con Égida no lo tenía realmente claro. Una vez dicho esto esperó por si Joorin quería entrar a explorar ya que de seguro veía mejor que él o seguir al resto del grupo desde la parte de atrás del grupo.

El guerrero seguía a Endozal a cierta distancia. No quería que su torpeza descubriera al avezado explorador.

Entendió que no iban a poder continuar sin algo de luz y asintió cuando el joven cocinero sacó la antorcha. Abdali sujetó con firmeza el espadón entre sus manos, preparado para cualquier inconveniente.

Siguió avanzando tras Endozal, todo lo silencioso que el magnifico conjuro de Draena le permitía.

Draenna en forma osuna se acercó hasta la grieta y apoyó la zarpa en el muro justo antes del saliente. Hasta el momento había oído y callado. Tampoco podía decir gran cosa transformada, así que asintió a todo hasta que se propuso entrar toda, incluida ella. El oso entonces rezongó disconforme, sin dejar muy claro si era por que se sentía demasiado voluminosa como para pasar o que simplemente no compartía la idea de dejar los cuerpos en la sala del tesoro, estando esta tan cerca de los barracones.  

Pero como sabía que ella no podía separarse del resto si querían mantener su presencia oculta, tuvo que pasar por el aro, nunca mejor dicho. De esta forma, quedándose la más rezagada para no bloquear más de lo necesario, se adentró por el estrecho pasillo que la obligaba a contorsionarse en ciertos momentos.  

Ir cargando con los cuerpos no tenía mucho sentido, y además Draenna no podría acompañarlos más que por el camino principal por culpa del enorme corpachón que había adquirido, así que dejaron los cadáveres en un rincón escondido y continuaron hacia delante precedidos de un Endozal que parecía sentirse cómodo entre las sombras. ¿Habrá sido totalmente sincero con eso de que no es más que un simple cocinero? Tampoco podía culparle si había escondido parte de la verdad, él no era nadie para reprochar nada.

El forjado dedicó su atención a ver hasta dónde alcanzaba el efecto de su hechizo, porque si era sincero, eso de poder infiltrarse en una guarida enemiga sin ser vistos ni oídos era una maravilla demasiado útil como para no explotarla.

El forjado echó un vistazo a sus compañeros y cayó en la cuenta de que todos tenían el mismo problema: en la oscuridad no veían bien. La mejor solución hubiera sido Draenna, pero dudaba que en su forma de oso tuviera ese don — una desventaja menor a cambio de haberse convertida en una bestia monstruosa con afiladas garras y dientes. Así que decidió hacer lo que se esperaba de él: encabezar la marcha— Yo iré delante, soy el mejor preparado para aguantar el daño. ¡No os separéis de mí!

Cuando comenzaron a organizarse se dio cuenta de que con sólo una antorcha allí dónde lucharan Égida y Abdali no habría luz suficiente por lo que sacó otra antorcha de su mochila y tras encenderla con la suya se la pasó a Abdali. - Cuando llegues al combate cuerpo a cuerpo déjala caer para iluminar el campo de batalla. le aconsejó, mientras se quedaba en la última posición ballesta en mano moviéndose por delante de Draenna en su forma que realmente era intimidante. Y así asintió a Égida para indicarle que estaba listo para avanzar.

El grupo comenzó a avanzar por el angosto pasillo con Égida a la cabeza y el gran oso en que se había convertido Draenna cerrando la formación. No tardó mucho en darse cuenta el forjado que realmente no importaba quien llevase luz o quien viese bien: unos metros más adelante, donde el camino se dividía en dos pudo ver claramente luz en una de las salas. Los cultistas, humanoides como su propio grupo, necesitaban también luz para ver en la oscuridad como ya habían sugerido minutos antes.  La parte mala era que en aquel pequeño espacio era imposible pasar desapercibido. Para cuando Égida vio una sombra en el marco de la entrada a aquella sala dejó caer la luz y se preparó para el combate.

-¿Quien está...-dijo una voz femenina, algo ronca- ¡Eh, nos atacan!-gritó advirtiendo a sus compañeros en el interior del lugar.

Pronto el grupo se preparó para el combate pues puydieron ver como varios cultistas y guardias se ponian en pie dispuestos a enfrentarse a los aventureros.

En cuando resultó obvio que no iban a necesitar la luz de la antorcha, Abdali se la devolvió a Endozal. No quería que nada le entorpeciera en el combate, un combate que no tardó en llegar.

El guerrero no dejó al enemigo tiempo para tomar posiciones y se abalanzó hacia ellos, con su espadón en alto, dejando un hueco para que sus compañeros también pudieran participar.

El primer golpe sin embargo no traspasó la defensa de su enemigo, pero Abdali, empeñado en probar su sangre, lo intentó de nuevo, esta vez encontrando una abertura en la armadura, dejando un feo tajo en el guardia del Culto del Dragón.

Avanzaron poco a poco pero en cuanto vieron las luces de que salían del camino ya era tarde los habían descubierto y habían encontrado a un montón de cultistas en el interior de aquella sala. Cuando Abdali se giró a darle la antorcha ni la cogió dejándola caer pues también le sobraba la suya que la dejó caer al suelo.

Comenzó a contarlos cuando el combate había comenzado a desarrollarse con Abdali lanzándose directo con su espadón contra uno de los guardias, el movimiento en aquella parte de la cueva era frenetico con los cultistas preparándose para defenderse cuando un gruñido a sus espaldas le devolvió a la realidad. Si no se apartaba Draenna no podría entrar en combate así que salió hacia el pasillo oeste y comenzó a buscar una posición de tiro. Espero paciente a que todos los cultistas se movieran por el tablero y en cuando localizó a uno luchando con sus compañeros lanzó un virote que le atravesó el cuello. La euforía del disparo le vino tan grande que cuando trató de buscar un sitió dónde esconderse no supo ni como hacerlo así que se puso en cobertura dentro del tunel.

Se habían metido en la boca del lobo — ¿o quizás en la boca del dragón? — y antes de que pudiera reaccionar y ponerse a cubierto, Abdali arremetió salvajemente contra ellos golpeando a uno de esos cultistas con saña. Endozal también actuó rápidamente, permitiendo al forjado pensar en cómo actuar.

—¡Abdali, retrocede al pasillo! —si entraban en la sala, estarían abiertos a ser atacados por muchos frentes. Pero en los túneles podrían controlar el flujo de enemigos. Y mientras reculaba para que sus compañero y Draenna pudieran ponerse 

El oso no podía articular palabra para ayudar en el combate. Sólo contaba con su fuerza y corpulencia para golpear y aguantar todo lo que le echaran encima. Abdalí no podía quedar expuesto contra tantos adversarios, así que avanzó por el angosto túnel mientras el mediano se pegaba como podía a pared.

Era un lugar incomodo para luchar, por lo que su tentativa de morder fue en vano. De lo que no pudo librarse el guardia fue del garrazo que casi soltó al mismo tiempo. Se seguía sintiendo un animal poderoso, pero quizá esta no era la forma más adecuada para la situación. Debería aprender de los errores para el futuro, si es que llegaba a haber una próxima ocasión... Los cultistas se habían abierto alrededor de ellos y nada podían hacer salvo esperar un "caluroso recibimiento".