Partida Rol por web

Aburrido de este encuentro, ve a lo lejos a un señor muy pintoresco, probablemente llegado desde el sur. Siempre ha querido conocer esas tierras, tan distintas a las suyas. Se pregunta qué hace un tipo como él en una reunión de este calibre. Voy a ver qué tipo de persona es, y por qué está aquí 

Ser Peter se dirige junto a Lord Edric Doone, siempre tratando de ser amable con el resto, correspondiendo con sonrisas, aunque por dentro esté cansado y hastiado. 

Disculpe, señor. ¿Tiene un momento?

Iba por su segunda copa. No parecía pensar en las consecuencias. La verdad no le importaban demasiada. La comida era algo que jamás su paladar había conocido, o si lo había hecho hace mucho tiempo que lo había olvidado. Estaba en una mesa, junto a otros Frey, la mayoría le eran conocidos, pero los dos bastardos que había entre ellos no los conocía de nada. Le soprendió verlos en Desembarco del rey. Los bastardos no participaban en torneos, no si la Casa que los representaba tenía dignidad. No obstante afirmaron participar tan sólo en el combate cuerpo a cuerpo, por lo que al menos sabían cuál era su lugar. Se alegró de no haber visto a su hermano, y tener que relatarle lo difícil que estaba siendo su vida ene stos momentos.

La comida...pensaba comer hasta reventar. No había siempre oportunidad de comer en la vida de un caballero. Asado de ternera con un rebozo de ajo y hierbas, acompañado de patatas asadas. La carne asada es siempre amiga de guerrero.

Erbin, se acerca a La Mano del Rey decidido.

Se arregla un poco los ropajes, como lo haría un norteño.

Cuando ve que los ojos de la mano reparan en él, se adelanta un pasito...

Mi señor, me presento, soy Erbin Servulian, hijo de Mohebius Servulian y os traigo saludos de Jon Umber, mi suegro y mentor. Os pide disculpas por no haber asistido en persona, ya habréis oído que sufrió un pequeño accidente de caza, pero está ya casi recuperado

(Se rumorea que en una cena bebió más de la cuenta y cayó por las escaleras, pero eso nadie lo va a decir en voz alta)

Habiendo calculado las posibilidades de cada enemigo, Ser Dalmau decidió dejarse llevar un poco y disfrutar algo de la fiesta. Agarró su copa de vino, una jarra, y se cambió de mesa. Se acercó sin miramientos a uno de sus compañeros norteños y se quedó de pie junto a él: - ¡Buenas noches, ser Fiedrich! Espero que el viaje desde el norte no se le haya hecho muy largo. ¿Le importa que le acompañe un rato?. - preguntó mirando la silla vacía junto al mayor de los Karstark. - Traigo vino - dijo Dalmau sonriente mientras daba un par de golpes a su jarra. - ¿Queréis compartir un poco? -

No le acaba de gustar mucho aquel zumo de uvas al que los ándalos llamaban vino, pero Kaleon se llenó una copa y bebió.

-¿Qué pasa?, ¿que sabes que no me puedes derrotar en los combates y quieres que mañana llegue borracho al torneo?.-Por lo visto a Kaleon le pareció muy gracioso su propio comentario.-HAHAHAHAHA-rio el dothraki.

La sala estaba llena de señores a los que podía ofrecer su lealtad. Que fueran más o menos leales al Rey era otra cosa. Pero había unos cuantos que al menos tenían un solemne juramento con el monarca. Estaba su Guardia Real, por supuesto, su Consejo, La Mano, y algunos aguerridos señores norteños que según se comentaba eran tan concienzudos en el honor como Ned Stark.

Lord Stark parecía absorto en sus propios pensamientos ajeno al bullicio y la algarabía de la fiesta pero levantó la vista cuando escuchó hablar al caballero.

-Mohebius Sevulian... -Trato de recordar. -Creo recordar que luchó a mis ordenes en la rebelión de los Greyjoy. No sabía que hubiera fallecido. Lo lamento enormemente, era un gran soldado, muy valiente.

Así es milord, cerca del muro, un ataque de unos bárbaros con muchas incógnitas... 

Él me infundió el respeto a la palabra y el honor y, por ende, respeto a vos. Se cuadra.

Quiero que sepáis que como la de mi padre y la de Jon Umber, mi espada esta a vuestro total servicio.

Esta es una conversación emocionante, pues está hablando en persona con alguien al que admira profundamente y sobre el que le han inculcado un profundo respeto. Como un jovencito hablando con un cantante famoso de tú a tú.

- Por muy sereno que vayas... ya puedes ir rezándole a tus dioses para que no te emparejen conmigo - fanfarronea

Se llena otra copa de la misma jarra y bebe con el dothraki, no parece que se sienta intimidado por el como lo hicieron otros, ni hacer diferencias entre el y los demás participantes... a parte de las burlas a las "armas ligeras"

-Nada me complacería mas, Ser Dalmau… ¿No es así?.- espero cortésmente la contestación, luego volvió a fijar la vista en su hermano y la extraña Lannister, ese pelo no podía pertenecer a otra familia en Poniente.
 

-Buen Vino este del sur, ¿Verdad, Ser?.- mientras alzaba la copa para brindar con el Greyjoy.
 

- Sí, mi nombre es ser Dalmau. - asintió el caballero. Daba gusto poder conversar con alguien con honor. Dalmau estaba convencido de que al menos la mitad de los mal llamados caballeros que iban a participar en el torneo tenían menos honor que cabellos negros un Lannister.

- Un buen vino, aunque personalmente prefiero el vino norteño, ayuda mucho más en las frías noches de invierno. ¿Qué tal van las cosas cerca de Invernalia? Cuando acabe este torneo, si no he conseguido mis objetivos me gustaría hacer un viaje de vuelta al norte, y quizá establecerme por allí. ¿Alguna recomendación? ¿Sabe de algún Lord que necesite caballeros? - Dalmau echó un vistazo por si acaso al hermano de Fiedrich y la muchacha Lannister.

Uno de los Frey se aproxima al grupo que conversa en una de las mesas, lleva un vaso de vino en una mano y mordisquea una tostada en la otra.

Discúlpenme señores, no he podido oir su conversación. Me hallo en una situación similar a la expuesta por Ser Dalmau. He oído que el Norte es vasto como los otros seis reinos y en lugares tan extensos siempre hace falta una espada al servicio de la ley de los señores. No me importaría ser una de esas espadas de la justicia. Ser Walder Frey, para servirles.

-Ha ha ha…- rió sonoramente, el protocolo no era su fuerte y sus actos así los subrayaban.
- No es el mismo Vino eso no os lo voy a discutir Ser Dalmau, espero que al menos las exóticas mujeres si estén a la altura del Norte…
En ese momento, cuando se disponía a contestar al Greyjoy un nuevo caballero entro en escena… al nombre de Ser Walder Frey  respondía.
- Tome asiento, pues si bien están interesados en prestar servicio al Norte.- se dirigía a mabos en esta ocasión. Les puedo recomendar a Robb Stark, hijo de la Mano, y regente de Invernalia en ausencia  de su Padre. Siempre son bien recibidas los honorables hombres de Armas allí, aunque el honor hay que ganárselo con los actos no con las palabras, somos hombres de naturaleza simple.- sin duda alguna, el protocolo no era lo suyo.
 

No se preocupe por mis actos, le aseguro que harán honor a mis palabras.

El Frey bebió algo de su vino y terminó el pan tostado que comía con placer.

¿Cómo es la vida allá en el Norte. No me hable del frío por favor -dijo con una sonrisa-, pasé un invierno en el Puerto Blanco y casi pierdo los dedos de los pies, y eso que no está demasiado al norte.

Rickard sonríe a la dama y le dice:

-Siendo tan encantadora no tardareis en encontrar amistades, y si me lo permitís, al menos, ahora, lo estáis consiguiendo.

El caballero sonrió más que antes, e intento impresionar a la joven.

-Respecto a lo de estar tranquilo... No creo que haya que ponerse nervioso por un juego, un juego peligroso, si, pero un torneo no deja de ser un divertimento, tanto para nosotros los caballeros como para todo aquel que vaya a verlo.

Además habiendo estado ya en batallas de verdad uno tiene menos temores.

Rickard estaba absorto en la conversación y no prestaba atención a su alrededor, tanto era así, que llevaba ya un rato sujetando una jarra de cerveza vacía.

Cuando terminó la ceremonia de inauguración, Lord Edric se dirigió a sus aposentos para prepararse para el banquete que el Rey Robert ofrecía para los participantes en el torneo y los nobles que habían acudido a Desembarco del rey.

Estaba fuera de sus casillas. Cuando llegó a sus aposentos cerró la puerta de golpe y comenzó a gritar.-Maldito Meñique, los otros se lo lleven, cien dragones, ¿está loco?.-

Se quitó los guantes y los tiró violentamente al suelo, después trató de sosegarse y se lavo la cara en una palangana que estaba sobre la mesa. Esperó meditando a que fuera la hora de ir al banquete y se dirigió al lugar donde se celebraba.

Cuando llegó, estaba dispuesto a aceptar la apuesta, aunque eso le costara una fortuna.

Se sentó en el lugar reservado para él, aunque apenas tocó la comida. Oía el murmullo de las conversaciones y las estruendosas carcajadas del Rey Robert, visiblemente borracho. 

Cuando se iba a cercar al consejero de la moneda para aceptar la apuesta, oyó una voz que se dirigía a él.

Disculpe, señor. ¿Tiene un momento?

Se giró hacia la voz y vió a un norteño que participaba en el torneo, lo recordaba de la ceremonia de presentación de los contendientes.

-Por supuesto ¿que se os ofrece? Ser.

Evidentemente sentía mucha curiosidad por este tipo, y no lo ocultó demasiado.

¿Qué le trae por aquí?, si no es mucha curiosidad preguntarle. Le mira fijamente a los ojos. He visto que es del Sur, y siempre me ha interesado su política.

-¿Que como es la vida en el Norte? .- pensó la respuesta durante un corto espacio temporal, eso no era normal en él.
-¿Cómo te imaginas que puede ser un infinito Yermo blanco lleno de animales y seres que no has llegado ni a imaginar en el peor de tus sueños?.- guardó silencio para darle solemnidad a la pregunta.
 

Transcurridos unos segundos echo a reír a horcajadas.- En norte es acogedor como cualquier otro lugar y más si disfrutas de la compañía de un buen anfitrión, siempre que no superes los limites del MURO… Si lo precisa cuente con mi hospitalidad en Bastión Kar para mostrarle Invernalia. Hago extensible la propuesta también para usted, Ser Dalmau. 
 

Siempre he querido ver Invernalia, hogar de los señores del Norte. ¿Es cierto las criadas se bañan desnudas en estanques de agua caliente que brotan de la tierra? -el caballero sonrió- No me malinterpretéis, es mera curiosidad. Siempre he oído que las mujeres del Norte son las más honestas de los Siete Reinos, y en cambio oigo estas historias de las criadas de sus amos.