Partida Rol por web

Arrebujado en su túnica y apoyado contra un árbol, con las facciones iluminadas por una cercana antorcha para darse calor, Rashaniel observaba la estrambótica escena mientras observaba el Crisol. No estaba muy al tanto de objetos de  índole religiosa, pero disfrutaba con la sensación de tener en sus manos un objeto, mágico en cierto modo, que no mucha gente había podido apreciar.

Me sorprendí cuándo Rizzen fue tan directo al orco y empezó a amenazarle. Hasta ahora pensaba que era un hombre de pocas palabras y caminos pacifistas, pero esto se iba por otro lado. Disimulé una sonrisa al ver la escena del orco atónito, sin entender nada, mientras Rizzen seguía con la retalía de palabras.

- Eh, tranquilo servidor de Lazhander, - dije en tono conciliador - Oh, puedo hablar así, sorpresa." -poniendo una mano sobre su hombro - que no te entiende en común. Ahora le pregunto si me dejas un hueco. 

Me acerqué al Orco cuándo Rizzen se apartó y miré a todos para asegurarme que no tenían más preguntas. Me acuclillé y empecé a hablarle.

- Esta bien, tenemos alguna pregunta más - le dije al orco en su idioma - Dime todo lo que sepas de Tarvik y el demonio al que adora, o adoráis. Dime si el sacerdote está en el castillo. Y dime también quién vigila la puerta trasera y si tenéis algún campeón en el castillo. Ya sabes, jefes como el tuyo o soldados respetados. Después, llegará el momento de tu elección. Y puede que gracias a ella tú también te conviertas en un soldado respetado frente a los tuyos. - añadí enarcando una ceja.

El orco abrió los ojos como platos y se apretujó contra el árbol asustado, cuando el hombre con capucha, que hasta el momento se había mantenido al margen, le gritó con rabia. No entendía nada, pero algo de lo que había dicho no le había gustado nada. Incluso le golpeó con su maza sin venir a cuento. Estaba diciéndoles todo lo que sabía, eso no venía a cuento.

Algo más calmada, la semidrow que hablaba su idioma se dirigió de nuevo a él. Atemorizado por lo que le pudiese pasar largó todo lo que sabía.

- Os he dicho todo lo que sé sobre Tavik. Yo nunca lo he visto. Está todo el día metido en la capilla, es su aposento. Gimoteó un poco y continuó hablando. - Orcus es el señor-demonio de los no-muertos que conoce el secreto de la no-vida. La puerta no la vigila nadie, pues sólo la conocemos nosotros. Lo único que cuando lleguéis al final de la senda tendréis que esconderos del centinela que se encuentra en el campanario. Quería contaros todo para que le perdonáseis la vida. Nuestro caudillo es Nagrod. Él es el que nos controla y manda. Por favor. Suplicó con las fuerzas que le quedaban. - Llevadme con vosotros al pueblo, yo sólo soy un soldado que cumple ordenes.

cuando le toco el hombro Rizzen pareció volver en si, sus músculos se relajaron y su cara roja de ira empezó a palidecer poco a poco hasta llegar a su tono habitual. se giro hacia Arue y la dijo: - Arue, tienes razon, he debido comportarme, pero no debemos dejar ese culto demoníaco por estos lares o destruirán todo lo que conocemos a kilómetros a la redonda, debe ser aplastado cuanto antes. sin esperar a contestación se alejo con paso lento mirando al cielo y rezando una oración corta como respuesta a su impulso. dejando detrás a sus compañeros con aquel miserable trasgo adorador del demonio.

Hachazo, hachazo. Tirón. Aserrado. Hachazo.

A la espera de que su compañera drow le sacase al -sospechosamente colaborativo- orco la información que les interesaba, y después de contemplar el ataque de ira del clérigo, Groland se había vuelto a poner manos a la obra con su particular recolección de cabezas verdes, empezando por el orco más cercano. Para hacerlo, cogió en el montón de equipo que había reunido Brand el hacha de gran tamaño del jefe orco.

Vaya con "fray" Rizzen, pensó Groland con humor, lo tenía por un hombre más templado... Aunque entiendo que se altere. A mí tampoco me alegra la idea de que haya un culto malvado por la zona. Pegó un fuerte hachazo que cortó los últimos tendones. Si logramos entrar en el castillo y el sacerdote orco está allí, me ocuparé personalmente de que no escape con vida.

Hachazo.

El paladín espero pacientemente a que la semidrow terminase de traducir las palabras del orco mientras miraba extrañado a Rizzen ... con un caracter mucho más agresivo de lo que había pensado posible en el clérigo. 

Las palabras del orco me pusieron en una encrucijada moral. Rara vez me había topado con un orco que suplicase por su vida de esta manera. No era una súplica para engañarme, ni una únicamente por cobardía. En parte, tenía razón. Nos había ayudado, en todo y más sobre lo que necesitábamos. A cambio, pedía un trato justo. Seguramente a un hombre se lo concederían: sólo era un soldado siguiendo órdenes, pero dispuesto a colaborar. Pero claro, él era orco. Y yo sabía lo que quería decir ser juzgada por cómo el resto te veía, no por quién eras. 

Mantuve la mirada baja para ocultar mi cara de frustración. Yo no seguía los designios de nadie, sino mis propias razones morales. Y la primera era juzgar a todo el mundo por igual, a raíz de sus actos. ¿Cuáles eran los actos de este orco, los que yo conocía? Había ayudado a robar un crisol siguiendo órdenes de su jefe y había colaborado con nosotros en lo que le habíamos pedido. ¿Que seguramente había atacado a mucha gente antes? Era posible, pero no lo sabía. Al final, decidí lo que creía era lo mejor. Por su seguridad, y por la nuestra.

"No te engañes, estás de vuelta a tu individuaismo."

Saqué mi espada de su cinto y se la mostré al orco. Después, hice un leve corte sobre mi muslo. Pequeño, apenas una gota de sangre salió de él. El orco pudo ver que había marcas iguales, pequeñas lineas, al lado del nuevo corte.

- Esto significa que valoro tu alma y su peso caerá sobre mí toda mi vida.

Me levanté aún con la espada en la mano y dije unas últimas palabras.

- Y ahora muere cómo un soldado en la batalla, no cómo un traidor ante los tuyos.

Y blandí mi espada contra el indefenso orco, cortando su cuello.

Las palabras del orco me pusieron en una encrucijada moral. Rara vez me había topado con un orco que suplicase por su vida de esta manera. No era una súplica para engañarme, ni una únicamente por cobardía. En parte, tenía razón. Nos había ayudado, en todo y más sobre lo que necesitábamos. A cambio, pedía un trato justo. Seguramente a un hombre se lo concederían: sólo era un soldado siguiendo órdenes, pero dispuesto a colaborar. Pero claro, él era orco. Y yo sabía lo que quería decir ser juzgada por cómo el resto te veía, no por quién eras.

Mantuve la mirada baja para ocultar mi cara de frustración. Yo no seguía los designios de nadie, sino mis propias razones morales. Y la primera era juzgar a todo el mundo por igual, a raíz de sus actos. ¿Cuáles eran los actos de este orco, los que yo conocía? Había ayudado a robar un crisol siguiendo órdenes de su jefe y había colaborado con nosotros en lo que le habíamos pedido. ¿Que seguramente había atacado a mucha gente antes? Era posible, pero no lo sabía. Al final, decidí lo que creía era lo mejor. Por su seguridad, y por la nuestra.

"No te engañes, estás de vuelta a tu individuaismo." *

Saqué mi espada del cinto y se la enseñé al orco, ignorando lo que ocurría a mi alrededor. La oscuridad no hacía posible que el resto, exceptuando los elfos, viesen qué hacía exactamente, pero era intuible Hice un pequeño corte en mi muslo y dije unas palabras al orco en su idioma. 

Tras eso, me levanté aún con la espada en mi mano y añadí unas últimas palabras mirando al orco a los ojos. Tras eso, mi espada cruzó con rapidez y certeramente el cuello del indefenso orco, matándolo casi al instante.

Antes de que nadie pudiese decir nada, levanté una mano para pedir silencio ante unas más que seguras preguntas y acusaciones.

- El orco ha dicho todo lo que sabía. Tavik parece estar siempre en la capilla que tienen en el castillo, con lo que nadie suele verle. La puerta de atrás no la vigila nadie pues están seguros de que nadie puede encontrarla ni entrar sin la llave. No obstante, hay un centinela en el campanario con el que debemos tener cuidado cuándo lleguemos al final de la senda. No parecen tener una gran jerarquía en los mandos ni campeones, tan solo un jefe, Nagrod, quien controla y manda sobre todos. Creo que si nos deshacemos de él no debemos preocuparnos demasiado por el resto. Seguramente empezarán su propia batalla interna para decidir quién es el más fuerte y debe suceder a Nagrod.

Tras contarles todo lo que el orco había dicho, me tomé unos segundos para explicar mis acciones. Sí, el hecho de estar en un grupo requería explicar tus acciones. Recordé entonces algo que creía olvidado tiempo atrás. Una pequeña niña semidrow interrogada constantemente con un "por qué" que no podía contestar. Fruncí el ceño y aparté como pude esos pensamientos.

- He hecho lo que creía mejor. Sí, ha sido un acto egoísta y no he contado con vuestra opinión, pero no podía demorarme más. Si le hubiésemos llevado a Fairhill, habría sido torturado o olvidado encerrado en algún luar hasta que sus heridas de este batalla le llevasen con la muerte. ¿Qué hubiese ocurrido si aceptasemos el duelo con Greinh? Alguien que lucha desesperadamente por su vida puede conseguirla. ¿Habríais dejado que el orco marchase entonces? Dejarlo vivir y volver al castillo le habría traído la misma suerte bajo pena de traición y además habría hecho que todo lo que le hemos sonsacado no sirviese para nada. Al final, todo habría sido una pérdida de tiempo: el interrogatorio, el combate...el cuál ganado o no, dejaría a Greinh cansado o herido, o ambas. La única... Su única salida, para nuestro bien y el suyo, era una muerte rápida. Puesto que he sido el verdugo por propia voluntad, cargo con su muerte y su alma. - culpa - Puede que no aceptéis lo que he hecho, y lo entendería. Pero lo hecho hecho está, y el pasado no puede cambiarse. -Si se pudiese estoy segura que yo nunca hubiese nacido. - Puedo seguir mi camino en solitario, si este acto ha llevado a ello. 

El sonido del acero cortando piel, carne y tendones, al que el semielfo se había extrañamente familiar, le trajo de nuevo a la realidad. Se había quedado ensimismado mirando el Crisol, incapaz de obtener ninguna información de sus recuerdos. Cuando alzó la mirada, extrañado al no ver que era Groland quien había dado el golpe final al orco, se quedó observando a la semidrow. Había estado traduciendo las palabras del orco, aunque no sabía si se había guardado algo de información para ella. ¿Quién sabía? No confiaba plenamente en ella, pero parecía que sus compañeros sí, así que por ahora no diría nada.

Pero le sorprendió gratamente la ¿humanidad? con que había hablado. Efectivamente, Rashaniel no era partidario de un largo y sangriento interrogatorio, y una muerte rápida parecía lo más justo. Porque no estaba por la labor de liberarlo, que acudiera a sus compañeros y toda aquella misión meticulosamente planeada se fuera al traste.

- A mí me parece bien - dijo con un hilo de voz, sin alzar la mirada por no encontrarse la de sus compañeros, mientras guardaba el mágico artefacto nuevamente en el petate envuelto en sus ropas.

Groland estaba enfrascado en su trabajo cuando el orco y Arue dejaron de hablar. El silencio llamó su atención. El silbido de la espada siendo desenvainada despertó su curiosidad. Pero fue el silbido del acero en el aire y el gorjeo del orco los que hicieron que girara la cabeza bruscamente. Lo que vio no le alegró, precisamente. Groland se levantó veloz mientras la elfa hablaba y se acercó rápidamente al árbol. Cuando la elfa terminó de hablar, Groland tenía los puños apretados, los nudillos blancos y la mandíbula tensa como la cuerda de un violín. Estaba furioso, pero el apoyo de Rash a la elfa desarmaron su convicción y pudo contenerse para no llegar a las manos.

-¿Qué demonios has hecho, drow? -masculló calma y fríamente, pero lleno de rabia contenida.

Cuanto más miraba la escena, menos la entendía: Arue acababa de liquidar al orco, al único informador que tenían, por... ¿Piedad? Groland entendía la piedad, y el honor, y ese tipo de gestos, y no deseaba la tortura para nadie (¡no era un salvaje ni un fanático!), pero lo que allí se había enfrentado eran el destino de Fairhill y el sufrimiento de un puto orco moribundo. No había color. Groland no podía comprender que Arue hubiera sacrificado la seguridad del pueblo para evitar que el orco sufriera algo más. Pero sobre todo no comprendía que la drow hubiera tomado una decisión que correspondía al grupo. ¿Qué pretendía? ¿Que no pudieran sacarle más al orco? ¿Que el pueblo estuviese condenado, que los orcos pudieran huir o defenderse? ¿Era todo eso una trampa? ¿La habían juzgado mal? ¿Pudiera ser que en su sangre hubiera más de la Infraoscuridad que de las tierras bajo el sol? Sin embargo, aquella mestiza había causado en Groland una buena primera impresión, y él confiaba en su instinto. Sin perder la postura, el guerrero observó la reacción de sus otros compañeros antes de llevar aquello al siguiente nivel.

El paladin aprieta la empuñadura de su espada hasta los nudillos se quedan blancos por presión.

- Hasta ahora pensaba que tu herencia drow no era tan fuerte ... tu capacidad para mostrar una extraña clase de piedad refleja la retorcida lógica de los drow. Fairhill esta en peligro y eso ahora es lo más importante, pero no estoy dispuesto a ver más ejecuciones. Si me hubiese enfrentadoa él, Tyr me habría dado su fuerza. 

No contengais la próxima vez mi brazo para acabar degollando a un enemigo indefenso. 

No hay honor ninguno en tus actos, semidrow. Mantente apartada de mí.

Me quedé en silencio. Una triste sonrisa se ocultaba bajo mi neutra expresión.

"Lo que decía, has vuelto a tu individualismo. No te engañes. ¿Ves cómo no sabes trabajar en equipo?"

Claro que no. Era una semidrow. Era mal ante los ojos de cualquiera. Por eso prefería estar sola. ¿En qué pensaba al unirse al grupo? Le había sorprendido el apoyo de Rashaniel. Esperaba que todos la echasen del grupo. ¿Era eso lo que andaba buscando?

"No...No es eso... Pero no puedo traicionar mis principios..."

Y por eso sí había algo que debía decir.

- No repetiré mi explicación, pues serán las mismas palabras y nos harían perder tiempo. Cómo nos lo habría hecho seguir con este orco. Por cierto Greinh, tengo una pregunta para tí, aunque no espero una respuesta. Sobretodo porque tal cómo has pedido, me mantendré alejada de ti. Si el hijo de un granjero, siendo sólo un bebé, es criado por un rico mercader,¿lleva en su sangre los genes de granjero o crecerá bajo los principios de un mercader?

Mientras la discusión entre los demás continua, el hechicero por fin a conseguido recoger suficiente parte del botín como para estar satisfecho y empieza a dar los primeros pasos tambaleantes sin que se le caiga nada.

-¿A que estáis esperando? ¿Nos vamos o no?

de repente, mientras miraba al cielo, todo se silencio, solo se escucho un ahogo bajo por lo que me di la vuelta. La escena no era precisamente amigable, y había pasado de un interrogatorio a una ejecución. El Orco estaba tirado en el suelo y le manaba abundante sangre por la garganta, Arue mantenía la espada ensangrentada en su mano que al poco tiempo guardo y para justificar sus actos nos dio una explicación, su explicación, decía básicamente que lo había hecho por el orco,¿POR EL ORCO?y por que no hiriese a Greinh, pero había privado a este de llevar acabo su palabra, y eso era algo que un paladín no se toma a bien, cosa que tuvo consecuencias, pues el paladín salto como un resorte, aunque controlado. Ahora era mi turno, así que carraspeo un poco y digo: - Arue, no me importa una mierda el resultado final del orco, muerto es como mejor esta pues es una criatura que trae desgracias a las poblaciones de bien, pero no estoy de acuerdo con la forma de morir. deberíamos haberlo matado según lo vimos, pero no lo hicimos, nos dio información valiosa y se lo pagas a el con una muerte rápida, loable actitud sin duda. Pero no atiendes a las palabras de tu compañero Greinh que lucha a tu lado contra estos adoradores del demonio, al obviarlas has menospreciando su palabra, negandole la oportunidad de demostrar su honor ante su dios y su determinación ante sus compañeros. hago una pausa y termino diciendo: - lo único que has conseguido es dar un regalo al orco y hacer una afrenta a tu compañero que lucha hombro con hombro a tu lado, la próxima vez si no quieres que alguno de tus compañeros se enfade, presta atención a sus palabras y no a la piedad de tu corazón Arue. Arue parecía buena chica, pero si seguía por ese camino de olvidarse de lo importante que era el honor para un paladín,la cosas podían complicarse en el grupo. Por ese camino Arue vas mal, muy mal...

"Así que básicamente es por no dejar al gran paldín demostrar su varonilidad y poder. Pero eso no es individualismo, pero sí lo mío. Genial."

- Está bien. - dije encogiéndome de hombros con las palmas abiertas, en modo "no ofensivo" - Las decisiones son de grupo - "aunque nos suponga perder un tiempo valioso" - y si alguien quiere duelo, se lo damos y nos atenemos a las consecuencias cualesquiera fueran. - "Pero si perdéis, no contéis con mi mano como verdugo ni como responsable de lo que pueda ocurrir." - Así se trabaja en grupo. ¿Lo he entendido bien?

La tensión en el ambiente empezaba a hacerse insoportable, y a Rashaniel no le gustaban ese tipo de discusiones, por lo que recogió todas sus cosas y se fue junto al tambaleante Brand, que parecía dispuesto a llevarse todo lo que pudiera en su petate. Por un momento al semielfo se le pasó por la cabeza la imagen de una urraca, o quizás un cuervo. Quizás el hechicero y su familiar tenían más en común de lo que pensaban.

Cuando pensó en aquella similitud, pensó en que él también tenía un familiar, pero era mucho más perezoso que el cuervo de Brand. Desde el primer momento en que le había pedido ayuda, había percibido muestras de dejadez, quizás porque era de noche. O quizás era que no le respetaba, no lo sabía bien.

- Se-será mejor que volvamos a Fairhill - dijo el muchacho, encogiendo los hombros.

viendo que la situación se me escapaba de las manos y si no se cabreaba uno se iba a cabrear la otra, digo para intentar calmar los ánimos: - no es eso Arue, cada uno de nosotros tenemos cosas a las que damos mas importancia que otras, en el caso de Grenh es el honor y la palabra dada, esa palabra que no ha podido cumplir. en tu caso es la rapidez por hacer las cosas y no dejar cabos sueltos que puedan dañar al grupo o retrasarnos en la misión, en el mio eliminar ese culto demoníaco y extirpar a todos sus miembros de la región. - todas son razones importantes, pero trabajar en grupo es respetarse y tener en cuenta esas prioridades de cada individuo para que el resultado y la unión sean cada vez mejores. Luego mirando a Greinh he intentando que esto no se le enquiste, ademas de esperar que mis palabras no le ofendieran le digo: - Se que distes tu palabra al orco, pero ¿que honor hay en batirte con un orco que ya ha sido derrotado y que es adorador del demonio?. Ninguna!, solo tendrás honor si derrotas al jefe o al clérigo, los demás son morralla que no merecen ni tu respeto.

"En realidad el orco no tenía ni idea del duelo, pues cómo creía era sólo una sugerencia y que no estaba decidido no se lo dije. Me limité a preguntar sobre la misión. Además, ¿era acaso decisión del orco decidir si luchar en un duelo o no? Absurdo." -pensé para mis adentros.

Quería decirlo en voz alta, pero sabía que solo traería problemas, así que asentí a Rizzen y limpié mi espada antes de guardarla. Me volví a colocar mi capa y capucha y me acerqué a Brand y Rashaniel, que ya esperaban para partir. Yo también quería irme ya.