Partida Rol por web

Genann dedicó muy pocos minutos y exploró una zona demasiado cercana a la hoguera como para encontrar demasiada comida. Incluso se podría decir que en el Bosque del Pavor los animales eran más huidizos y las plantas brotaban sin vigor. Tendría que volver a intentarlo de nuevo al amanecer para acumular suficientes víveres como para reponer una de las raciones consumidas.

El búho del druida trajo a Sapo el animalejo de comadreja que le había pedido. Se trataba de un ratoncito de campo cuya cabeza estaba ya en el interior del estómago de la rapaz. ¡Así no había modo de establecer una charla! Terminó de devorar a su presa mientras Sapo hacía lo mismo con sus raciones.

Menon, por su parte, meditó lo suficiente antes de dormir como para enfocar su mente, signifique lo que signifique eso en la jerga de los psiónicos.

Terminaron la cena con calma, y algunos lograron dormir un rato hasta los sucesos de la primera guardia...

Genann, como buen druida de sentidos aguzados, no se enteró de nada hasta que le avisó Fedora. La norteña le señaló un rincón del campamento, junto a un árbol. Un pequeño niño vistana estaba rebuscando en una de las mochilas. No podía ser la mochila de Genann ni de Fedora, porque ellos las llevaban durante la guardia. El morral asaltado por el ratero era el de Quiora, que dormía plácidamente bajo las hojas. El niño giró la cabeza y descubrió que le habían pillado.

¡AAAAAAH!-gritó, sobresaltado, despertando a todo el campamento.

Los sueños de la semiorca no eran tranquilos, sería el dolor de vientre o la herida que aún palpitaba en su costado, el caso es que no estaba durmiendo bien y aquel chillido la despertó de inmediato.

Salió de debajo de su manta de hojas para ver como un ladronzuelo acababa de desvalijar su mochila. SU mochila.

El rugido de la mestiza se pudo escuchar casi hasta Valetta. Se puso de pie de un salto, furiosa como un oso al que hubieran despertado de su estado de hibernación, y fue a agarrar por el pescuezo al atrevido pequeño.

- RATA APESTOSA! DEVUÉLVEME ESO QUE ME HAS ROBADO O SERÁS MI DESAYUNO!

Quiora no mentía, tenía toda la intención de comérselo.

- Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiuuuuuuuuuuuuuuuu.- Sapo dormía como un tronco y su ausencia de nariz hacía que el aire silbara a través de su cavidad nasal. Estaba echo un ovillo tan a gustico que apenas se enteró de nada de lo que estaba pasando hasta que los gritos de Quiroa lo sobresaltaron.

- ¿Qué pasa?- Abrió los ojos y vio que la semiorca se abalanzaba hacia un niño humano. Sus rasgos le decían que era vistana,lo cual era preocupante para la piel verde. Si era un varón poco tendrí aqu etemer pero, si por lo contrario era una fémina....pobre Quiora... El caso es que los niños humanos le parecían a Sapo todos iguales.

Ojo de halcón u oído de murciélago eran algunos de los motes de Genann en su pueblo por lo aguzado de sus sentidos. Y se sentía orgulloso de ello. Por eso, cuando Fedora le señaló al renacuajo que andaba rastreando entre sus mochilas, no pudo dejar de sentirse admirado por las notabilísimas capacidades de esta, superiores incluso a las suyas y eso ya era decir mucho.

Pero tampoco era cosa de entretenerse en ese tipo de historias. La verdad era que les estaban intentando robar y que en aquel bosque debía haber quizá algún campamento vistani. Lo importante era convencer a aquella criatura de que hablara con ellos así que antes siquiera de que Quiora despertara e hiciera caer las hojas del árbol bajo el que dormía con sus gritos, el druida corrió hasta el niño, dispuesto a impedir que escapara, aunque como si sus dedos estuvieran embadurnados de mantequilla, lo único que consiguió fue hacer el ridículo.

Si Fedora había elegido la primera guardia era para poder dormir la última y despertarse la última también, ya que los madrugones no eran lo suyo. Lo que pasaba por la cabeza de la guerrera era que su compañero necesitaba una ducha. No en vano, por todos era sabido que los druidas pasan mucho tiempo con animales, entre otras cosas, y el aroma que desprendía su compañero no era lo más agradable de la guardia.
De pronto, la norteña salió de sus pensamientos cuando giró la cabeza y vió a una pequeña figura entre los arbustos y junto a varias mochilas.
- ¡Quietorrrr ladrrronsuelo o Fedorrra corrrtarrr tuya mano! - Le amenazó al joven.
Instintivamente fue a buscar sus armas a la espalda, pero recordó, muy a su pesar, que allí ya no se encontraban. Cómo sabía que su grito alertaría al resto, puede que incluso al "bello" durmiente de Sapo, se abalanzó sobre el ladronzuelo y trató de apresarlo, cosa en la que Genann la ayudó.

Alarico había rezado a Bane, convencido que había algo que él (y cualquiera de sus compañeros) hubieran podido hacer para evitar perder sus armas en el aciago encuentro de la tarde anterior. Sin embargo de poco valía quejarse de lo ya perdido, y lo que había era lo que había. Con un suspiro rezó, concentrado en buscar medios para que gente de la calaña con la que se habían encontrado, trabajara en el futuro para él.

Y luego se dispuso a descansar hasta que el griterío de aquel chaval interrumpió su sueño. Con cierta curiosidad se puso en pie, y miró al chico, con una sonrisa divertida.

- Te han pillado pequeña sabandija. Si te portas bien y te rindes, y nos explicas quién eres, tal vez podamos encontrar un medio para que no tengamos que castigarte por tu crimen.

Cuando Genann trató de atraparle, se llevó un manotazo del niño en la cara. Fedora debía de tener más instinto maternal, porque eso de coger a un niño asilvestrado se le dió mucho mejor.

¡Nooo! ¡Soltadme, giorgios! ¡Maethzure ni'iel gramazch paeregotzi!

Cuando el niño se preparaba para tratar de escapar del abrazo de osa, que ya lo quisiera para sí Sapo, Quiora sobresaltó a todos reincorporándose bajo las hojas. Tenía parte de sobrenatural, como un monstruo que salía desde las entrañas de la tierra, y su piel y fealdad le daban un aspecto aterrador ante la mirada de unos ojos infantiles.

¡Me rindo, me rindo, me rindo, me rindo! ¡No dejéis que la trasgo del bosque me coma!

Los intentos de Alarico por hablar con el niño vistana fue contestado con un escupitajo. Sin embargo, cuando Quiora se acercó, el pequeño sacó de su bolsillo las raciones de comida que había robado de la mochila de la semiorca y lo mostró para devolverlo. Tras inspeccionar el morral, comprobaron que el niño no había robado nada más.

Satisfecha por la rápida actuación de Fedora y por ver como aquella temblorosa mierdecilla le devolvía sus pertenencias, que se guardó inmediatamente en la bolsa, la mestiza volvió al nido de hojas. No le importaba lo que hicieran con el pequeño, si le dejaban ir le daba igual, no parecía tener tanta carne sobre los huesos así que tampoco se perdería mucho. Lo importante es que la dejaran dormir.

Voy a dormir, no hagáis mucho ruido- avisó, enfurruñada. Dicho lo cual se volvió a tapar por completo y quedarse dormida casi instante.

Genann se frotó la mejilla en la que el crío le había dado el sopapo. Para ser tan pequeño, zurraba bien y la cara el escocía. Parecía que a la lista de los perros debía sumar la de tiernos infantes. Suspiró, un tanto alicaído, pero cuando vio lo que el chaval había robado y se apresuraba a devolver, no pudo evitar cierta congoja.

-¿Tienes hambre? -preguntó-. Porque de ser así, no tenías más que habernos pedido comida, en vez de robarla. Y a todo esto, no me llamo Giorgio, sino que me llamo Genann. ¿Y tú? -rebuscó en su zurrón y sacó una ración de comida que ofreció al pilluelo. Tanto si hablaba como si no, no le negaría comida alguien que la necesitaba y que tanto se había arriesgado por conseguirla.

La noche no podía ser tranquila, de la noche tenía que llegar un criajo que si hubiera sido un asesino nos hubiera rebanado el cuello a todos dada la buena vigilancia, cuando a Menon le dió por abrir los ojos dado su profundo sueño, sólo puedo ver como Quiora se abalanzaba sobre algo (el niño) y un poco más y lo destroza, mira que ir a robar a la más fuerte del grupo...estos niños, como los demás ya estaban atosigando al muchacho decido quedarme un paso atrás y ver acontecimientos.

Alarico estuvo a punto de suspirar. ¿En qué pensaba Gennan? Un ladronzuelo no debía ser recompensado por sus delitos sino castigado. No sólo lo que hacía el druida era estúpido, es que también era un error. Por unos segundos meditó si intervenir y recriminar al druida su comportamiento. O quizás dedicar alguna frase perversa del tipo "este también va a morderte, Gennan"

Pero finalmente se limitó a negar con la cabeza con una medio sonrisa. El crío se había rendido, aunque escupiera como el pequeño animal que era. Y ¿acaso no era normal que un druida se apiadara de los animales del bosque?

- Controla a tu nueva mascota, Gennan- le dijo sencillamente, negando con la cabeza nuevamente- Si se vuelve contra el grupo, o causa problemas, es tu responsabilidad. No olvides que le recompensas por ser malo, y torpe. Malo, por intentar robarnos lo que no es suyo. Torpe, por dejar que lo atrapemos. Pero... si quieres ayudarle, lo comprendo. Solo contrólalo, ¿de acuerdo?

Sapo le tendió un pañuelo al nigromante.

- Puedes quedártelo después.- Un escupitajo podía contener todo tipo de enfermedades. Eso sin contar las maldiciones vistani que podía haber proferido junto con el gargajo. No quería de vuelta el pañuelo por nada del mundo.- ¿Podemos volver a dormir?- Preguntó inocente. Esperaba que los que hicieran guardia vigilaran al crío.

El hombre refunfuñó desde su improvisado lecho: ¿A que viene tanto jaleo? ¡Dejad de hacer tanto ruido! 

Era evidente que acababa de despertarse y había permanecido inconsciente de lo ocurrido hasta ahora. Seguía tumbado e incorporó levemente la cabeza haciéndose cargo de la situación. Parecía muy cansado y las ojeras bajo sus ojos resultaban evidentes. A todos les pareció entonces mucho mas mayor de lo que lo habían visto hasta ahora.

Refunfuñó de nuevo unas palabras por lo bajín que nadie pudo oir y se incorporó torpemente acentuando mas aun su apariencia senil. Sólo entonces se percató de la presencia del niño:

¿¡Cómo!? ¿¡Otro niño!? Parpadeó un par de veces soñoliento antes de detenerse a estudiarlo detenidamente. Entonces, abrió los ojos como platos, al darse cuenta.

Esperad... ¡Es un vistana! ¡Echad a hora mismo a esta sabandija del campamento! ¡Esos malditos gitanos vistani no traen más que problemas! Corvino azuzó entonces a su perro, que empezó a ladrar amenazadoramente al niño, aunque sin llegar a morderle.

¿¡Os ha maldecido a alguno? De ser así, buscad de inmediato en la espesura un sapo berrugoso, abrid el sapo en canal y frotad su sangre aún fresca contra el sobaco izquierdo. Es lo que decían todas las viejas de mi aldea.

Incluso un corazón frío como el de la norteña, vió en los ojos del crío a eso mismo. Un niño que solo quería robar para comer, así que, esbozando una leve sonrisa y resoplando, momento en que se levantaba el flequillo al aire, decidió soltarlo de su presa, cerciorándose de que devolviese lo robado. - Si tinierrr hambrrre, poderrrr quedarrr a comerrr con nosotrrrros. Yo invitarrr si prrrrometerrr no volverrrr a intentarrrr rrrrobarrrr. ¿Cuál serrr tuya historrria pequenio vania? - Preguntó para oír un poco al chico.

Después sopesó que si el chico era de por allí, podría indicarles como acercarse a donde quiera que decidieran ir, porque aún no lo tenía del todo claro.

- Estarrr trrranquilo pequenio. Trrrasgo de bosque no serrrr más que camarrrrada Quiorrrra. Yo mantinierrr a salvo de rrrronquidos de semiorrrca, que serrrr lo más peligrrrroso de la piel verrrde... Ahorrrra contarrrr. ¿Qué haserrrr ninio pequeenio solo aquí, en bosque? - Volvió a repetir.

Alarico, (quien desde luego no se consideraba un nigromante), tardó unos segundos en darse cuenta que Sapo le ofrecía el pañuelo y declinó el ofrecimiento con una sonrisa.

- No es necesario, Sapo. El chaval escupe bien, pero como ves, era más un gesto de enojo que otra cosa. Ni siquiera me ha dado.

A pesar de no recibir el salivazo, tal vez Alarico debería hacer caso a Corvino y matar a Sapo para evitar maldiciones. El perro del viejo se lanzó contra el niño, se paró a medio camino, y empezó a morder el calzado de Genann.

Me llamo Niko.

El niño echó la mano a la comida ofrecida por el druida, y comió todas las nueces, setas, bayas y otras mandangas que Genann había logrado reunir mientras montaban el campamento. Por lo menos no tuvo que despedirse de sus propias provisiones. Seguía temblando, y mirando de reojo a la dormida Quiora.

Vine al bosque con papá Raúl. Mi papá es el mejor violinista del mundo mundial. Tuvimos que escondernos aquí, porque es la ley, y si es la ley ya está. Mi madre se llama Leyla, pero no está, porque se fue con los hombres de la Garra, pero dice mi papá que ahora vuelve. Pero no vuelve, y fui a ver porqué no volvía, pero me perdí en el bosque.

Adiós a las esperanzas de Fedora para que el renacuajo les hiciese de guía.

Mi papá y otros vistani viven en el Crisol, pero no sé volver...

Según sabía Corvino, el Crisol es el corazón del Bosque del Pavor, con colinas y recovecos. Un lugar perfecto para esconder un campamento.

- Mmmm.- Reflexionaba Sapo.- Si Malocchio Aderre dejó alguna superviviente en su última cacería que lo hubiera logrado maldecir borrándole la memoria, hay muy altas probabilidades de que se encuentre en el Crisol.- Vamos que para Sapo el siguiente paso era evidente. Sobre todo ahora que tenían un "salvoconducto". Habían encontrado al niño perdido y lo habían alimentado. Les hablaría bien a sus iguales y su padre estaría contento de que se lo llevaran. Al menos tendrían un Aliado entre todos aquellos vistani.

El niño cuenta una historia triste en medio de la alegría general que ya tenemos, Sapo ya ha dado la idea de ir a devolverlo, un desvío en nuestra ruta, pero al fin y al cabo nunca llegamos de forma directa verdad? Sólo falta que alguno sepa orientarse sea capaz de llegar y que no crean que hemos echo algo con el chico.

- Pues nada vamos allí, ya me tomo todo como un paseo turístico.

- Parece que el niño va a servir de algo, después de todo. Me parece una buena idea intentar llevarlo a su casa. Quizás, de ese modo, podamos devolverlo a su familia a cambio que se levante la maldición que existe sobre él. En fin... hay planes peores.