Partida Rol por web

Mientras hablaban sobre seguir el plan o no de la varita, Zurkor, como buen mediano se adelantó´y fue a su aire. Aprovechó el poder moverse por las paredes, el tejado y en general cualquier sitio donde camuflarse para alcanzar la puerta que estaba en medio.

Abrió la puerta que encontró y pudo ver una habitación vacía y carente de mobiliario. La puerta podría haber sido atrancada desde el interior, pero no lo estaba. Allí pudo ver una escalera que descendía. 

Con cuidado y en silencio, volvió a salir fuera, trepó por el muro e hizo varios gesto a Jedemiah para que mandara a su halcón dentro de la sala. Una vez allí, usó el plan de la varita para teletransportarlos a todos y no correr peligro de que los descubrieran. Logrando así alcanzar todos la sala. Xanaphia se sorprendió pues aquella puerta no correspondía a ninguna de las habitaciones que había visto desde el agujero.

A parte de la escalera había una puerta que conducía hacia algún lugar de la sala. 

Dreyden volvió a guardar la varita. Había sido una buena idea comprarla y se recordó a sí mismo guardar dinero para renovarla al volver. Pero, de momento, se dirigió a la escalera.

-Tú primero, Zurkor, sé sigiloso...

- Siempre - sonrió el mediano, asegurándose que su guja estuviera firme en el arnés que llevaba a su espalda.

Con cuidado miró la escalera y se preparó para descender a su manera, es decir, usando el techo de la escalera en vez de los escalones "Incluso si alguien sube no creo que me vea" se planteó a si mismo mientras descendía lentamente, cabeza abajo, observando con cuidado si alguien, o algo, podía descubrirlo

Hicieron como habían dicho y la mujer llegó a su punto de destino preparada para cualquier cosa excepto para lo que se encontró, miró a su alrededor y frunció las cejas. Tantas vueltas le debían de haber jugado una mala pasada a su orientación pero era un alivio que no hubiese nadie.

El mediano marchó escaleras abajo, bueno más bien techo abajo, para inspeccionar lo que les aguardaba y Xanaphia se aguantó las ganas de abrir la puerta y encontrarse con demasiado "ruido". A pesar de ese pensamiento se acercó a ella con un ligero resplandor azul en los ojos, escuchó atentamente y se preparó para atajar cualquier incursión por ese flanco con un fulgor rojizo en su mirada.

Cuando Zurkor bajó por las escaleras solo pudo echar un ojo rápido a lo que había. Aquello eran las cocinas de la fortaleza, había un par de orcos, en principio desarmados, cocinando un pote lleno de gachas. Había también una pila de madera, una mesa y un taburete de madera maltratados y un estante lleno de platos de barro y tarros de condimentos. La olla está colgada sobre el fuego y contiene tres galeones de gachas espumosas. 

En la sala hay tres puertas más. Una que debe de conducir a las alacenas. Otra que debe conducir a una sala desconocida y la otra, por lo que dijo Xanaphia a la sala donde se está desarrollando la peligrosa reunión.

Por el techo y en silencio no sería complicado acceder a las otras puertas, siempre y cuando no se hiciera mucho ruido.

Eulendileas sabía que podía perder el tiempo en abrir esas cerraduras. Tarde o temprano esas puertas caerían ante él y se bañaría en el oro que hubiese dentro...

Pero el sentido del deber parecía incrementarse en aquel lugar. Sabía que no podía esperar a sus compañeros, eran realmente lentos. Así que no le quedó otra, se acercó a la última puerta e intentó abrirla lentamente, para ver qué le esperaba al otro lado.

Aún colgado del techo, Zurkor echó una mirada a su alrededor y se acomodó en las sombras de una esquina mientras trataba de encajar, en su mente, lo que estaba viendo con lo que le había contado Xanapia "Supongo que esa puerta debe ir a... otro lugar" se planteo antes de acercarse, lentamente y sin abandonar las alturas, dispuesto a abrirla y ver que podía ver del otro lado

A través de la puerta se escucha bastante ruido y follón. Eso quiere decir que esa puerta, muy probablemente de a alguna sala con el agujero.

Una gran mesa de madera se extiende a todo lo largo de este oscuro salón. Dos pesados bancos de madera y dos enormes sillas rodean la mesa. Todo el mobiliario está dañado y manchado y fragmentos de loza rota y jarras mugrientas salpican tanto la superficie de la mesa como el suelo. 

Un tapiz que cuelga del muro sur está bordado con la imagen de una legión de orcos incendiando un claro élfico y transportando a prisioneros elfos cargados de cadenas. El tapiz está roto por varios lugares y no tiene valor.

Hay una escalera en el muro sur que debe dar al otro lado de la fortaleza. Donde estaba la otra puerta que vio el halcón de Jedemiah.

De pronto, tras la pared sale un grupo formado por cuatro orcos y un huargo. Parecen bastante alarmados y preocupados y se dirigen a la reunión. Algo había sucedido detrás de aquella pared. ¿Eso significaba que ahí había una puerta secreta? ¿O de dónde habían salido exactamente?

Tras observar todo lo que debía observar, el mediano volvió a utilizar los techos y las paredes para moverse con cuidado, evitando ruidos y utilizando las sombras para llegar hasta donde lo esperaban sus compañeros sin ser detectado

Finalmente, al llegar a la sala donde lo esperaban presentó su informe

- La escalera lleva hasta una cocina. Hay un par de orcos cocinando... Bueno, no se si lo llamaría así, poniendo algo en un caldero - comenzó sus explicaciones - De allí hay dos, no, tres puertas. Una parece que va a una alacena o algo así, no la revisé. Otra, creo, se comunica con la sala de los orcos y la tercera, esa es la que me pareció más interesante. Estuve tras ella y hay una sala. Parece un comedor, aunque ahora esta vacío. Eso si, vi pasar a un grupo de orcos, y a un huargo, por allí, así que debe tener comunicación con otro sitio. Con suerte a las mazmorras - es esperanzó

- Los orcos de la cocina están bastante distraídos, pero no se si podremos pasar sin que nos vean - el mediano meneo la cabeza analizando la situación - Pero son solo un par de cocineros. Si los sorprendemos no creo que puedan defenderse demasiado. Si somos cuidadosos no deberían poder dar la alarma. Y en caso necesario podemos esconderlos en la alacena, si se trata de eso, o mejor aún, bajo la mesa del comedor. Con la suciedad que hay en ese sitio no creo que nadie detecte un par de cadáveres. Por lo menos mientras no generen demasiado olor -

- No se si el truco del halcón nos servirá esta vez - comentó - Una cosa es en el exterior, pero creo que sospecharán algo si lo ven volar en la cocina, incluso aunque yo mantenga la puerta abierta para que pueda escabullirse en el comedor que nombré - agregó - Puedo ubicarme sobre los cocineros y Uds. traten de pasar de incógnito. Si los ven, yo me ocupo de por lo menos uno de ellos -

Repentinamente Zurkor dejó de hablar sorprendido de si mismo - Bueno, es una idea, yo cuento lo que vi, si Uds tienen otros planes... -

La guerrera se acercó al mediano para escuchar las nuevas que traía sin apartar los ojos de la puerta, por lo que había escuchado era probable que esa puerta era la que viese en su anterior incursión en la gran sala.

-Mejor no arriesgarnos, bajamos los dos por el techo y acabamos con ellos en silencio, aunque podríamos intentar interrogar a alguno si alguien sabe su idioma.

Aseguró su equipo preparándolo para el paseo y miró a todos antes de avanzar tras el menudo hombre. 

Dreyden suspiró y asintió una vez más, lentamente.

-Yo hablo orco, no habría problema pero me da pánico que puedan revelar su posición. Lo ideal sería que dejarais a uno inconsciente con el primer ataque.

- Los dos por el techo? - el pequeño mediano miró a la guerrera con curiosidad antes de encogerse de hombros - Como quieras. Voy yo primero y me ubico tras ellos, cuando quieras puedes seguirme - le propuso

- Si no te ven, acomódate y esperemos que el resto avance. Si lo hacen, yo puedo lanzarle un dardo al que tenga más lejos de mi y usar mi guja en cuanto el otro vaya por ti - Tras pensarlo un poco añadió - El resto puede descender detrás tuyo, cuantos mas seamos, menos posibilidades que escapen -

Al mirar tras la puerta puedes ver un denso humo y el potente resonar de metal contra metal. Hay demasiado humo y polvo como para poder ver mucho más, pero también hay mucho ruido y quizá pudieras adentrate por la sala sin hacer mucho ruido. Y colocándote estratégicamente en los objetos que haya por el camino.

Lo que está claro es que esa sala es una forja de armas y armaduras. Hay seis hogares de roca situados en nichos a lo largo de los muros y un gran yunque negro se alza delante de cada fuego Otros objetos incluyen atizadores de hierro para avivar las llamas, tenazas de hierro para sujetar el metal y fuelles de madera y cuero para mantener los fuegos a buena intensidad y barriles de agua sucia para enfriar el metal.

Desgraciadamente hay al menos una docena de orcos en esta sala y un orog que debe ser el líder de la forja. Pasar a través de todos ellos puede ser una tarea excesivamente complicada.

Zurkor y Xanaphia descendieron por las escaleras que había encontrado el mediano. Después decidieron andar por el techo para no ser descubiertos y entonces llegaron a lo que parecían ser las cocinas de la fortaleza.

Aquello eran las cocinas de la fortaleza, había un par de orcos, en principio desarmados, cocinando un pote lleno de gachas. Había también una pila de madera, una mesa y un taburete de madera maltratados y un estante lleno de platos de barro y tarros de condimentos. La olla está colgada sobre el fuego y contiene tres galeones de gachas espumosas. 

En la sala hay tres puertas más. Una que debe de conducir a las alacenas. Otra que debe conducir a una sala desconocida y la otra, por lo que dijo Xanaphia a la sala donde se está desarrollando la peligrosa reunión.

Por el techo y en silencio no sería complicado acceder a las otras puertas, siempre y cuando no se hiciera mucho ruido.

El mediano observó la situación y eligió con cuidado sus movimientos. Si ben necesitaba las manos para moverse por las paredes, una vez que sus pies se apoyaron en el piso movió ambas manos, una hacia el arnés donde sostenía la guja y otra hacia uno de sus dardos.

Con cuidado eligió su posición y cuando creyó tener a ambos orcos al alcance de sus armas, movió con premura su brazo derecho, lanzando el dardo contra el que tenía más lejano. Desequilibrado por el peso de su arma y preocupado por la necesidad de tener que liberar su diestra para asegurar el arma de asta, su dardo no le hizo ningún daño a su objetivo. La cola del dardo golpeó sin fuerza unos de los brazos del cocinero mas lejano mientras Zurkor se maldecía para sus adentros - Mal momento para fallar -