Partida Rol por web

¿Estáis seguros que queréis seguir luchando? Dijo mirando a sus dos compañeras, ya veis lo que os está pasando. Estamos protegidas por la sangre del dragón, venimos del otro lado de las brumas y mis dos acompañantes son dos grandes y poderosas arcanistas. Nuestro poder está muy por encima del vuestro, así que será mejor que os quedéis quietecitos y sin molestar y sobre todo que empecéis a hablar. Decidnos quién es él, qué hacéis aquí y sobre todo, que narices estáis haciendo. Dijo mostrando a Ayash con la intención de intimidarles y lograr que empezaran a aflojar la lengua.

Aire intentó apartar la cara, pero el tal Pip había sido suficientemente rápido como para darle un zarpazo. La sangre recorrió la mejilla de la hechicera y algo llegó a colarse entre las comisuras de sus labios. La muchacha abrió mucho los ojos y giró la cara para encontrarse directamente con Pip.

¿Tan cobardes para golpear a un hombre atado y ahora atacándome con una daga? sólo esperó que ese no fuera el asesino y su arma no estuviera encantada.

Pudo dar un paso atrás y atacar con otro conjuro. Pero su brazo se movió a mayor velocidad que su cerebro. Aristóteles hizo un arco desde su posición inicial y buscó estamparse contra la cabeza de Pip

Alice se concentro para evitar que los golpes de sus oponentes le rompieran el hechizo. Esto es un juego de niños para mi. Se dijo la maga que llevaba practicando dichos ejercicios de concentración desde que comenzó lanzando sus primeros hechizos. Y ahora, malditos bastardos hay va un proyectil mágico.  

¡Cállate, guarra!-dijo a Flame.

Los nudillos de Rabaglard volvieron a golpear la cara de Flame, esta vez con más fuerza. No importaba el ácido. No importaba nada. El dolor solo quiebra a los débiles, y aquellos hombres, bajo la maldición del meteorito, habían embrutecido su carácter y fortalecido su determinación.

Tienes la magia de tu parte. ¿Crees que eso es suficiente para vencernos? O por ser más específicos... ¿crees que vencernos cambiaría algo? No puedes amedrentar a un hombre que sabe que resucitará y que ha perdido el respeto al dolor. Y con eso, independientemente del resultado de esta pelea, yo gano.

A pesar de lo dicho, estaba muy malherido, y los proyectiles mágicos de Alice y el ácido del aura de Flame le ponían las cosas muy difíciles.

¡Señor Pip!-reprendió, para que acabara ya con la vida de Aire.

El señor Pip lanzó otro rápido tajo al torso de Aire, debilitándola más rápido a ella de lo que el ácido de Flame le hacía a él.

Flame se mosqueó con el tipo al que estaba tratando de intimidar. Estaba claro que había caído bajo la maldición de la locura. La idea de que la caída del meteorito iba a ser inminente y que luego resucitaría, le habían convertido en un hombre que no le temía a nada. Además, tenía una fuerza increíble, y no esperaba que un hombre desarmado pudiera oponerle tanta resistencia. En cualquier caso, Ayash no opinaba igual, y él estaba dispuesto a cercenarle la cabeza si era necesario. Luego habría que apuntarle en su lista de enemigos, pues aunque ahora lo venciesen, pronto resucitarían de nuevo.

Alice suspira desesperada. ¿Por qué las cosas no pueden ser más sencillas, porque sencillamente no se mueren, no es tan complicado? ¡Que ganas con aferrarse a la vida! La maga se aferra a su bastón y este silba por el viento impactando contra unos de los enemigo. ¡Bien! He conseguido realizar mi primer ataque con un arma que no sea una ballesta.   

La hechicera notó como la sangre le volvía a correr por la cara. No entendía muy bien a qué jugaba Flame hablando con ellos, cuando estaba más que claro que sabían que iban a resucitar al día siguiente. No se iban a preocupar por morir, les daba exactamente igual. Y, después, se enfadó consigo misma. ¿Qué narices estaba haciendo dando guantazos con Aristóteles?

Dio un paso atrás para alejarse de ese tal Pip y volvió a repetir sus movimientos anteriores. Quizá con una nueva sacudida eléctrica se pensaba si volvía a atacarla.

Tras cortar la cabeza de Rabaglard, Flame empala por la espalda a Pip. El filo de Ayash sirve de pararrayos para el rayo que lanza Aire. Los rápidos movimientos de Alice con el bastón, en principio dirigidos a Pip, fueron reconducidos hacia las manos de Flame, obligándola a soltar el espadón antes de que la electricidad pasase por la empuñadura.

Flame recuperó su espadón retirándolo de un cuerpo carbonizado. Sin duda Pip y Rabaglard no eran tan duros como Zebulón. Aún así, había un tercer hombre encerrado en un cascarón de hielo que pronto se derretiría. El hombre atado abría bien los ojos para ver mejor a sus salvadoras.

 Rápido... liberadme...

El golpe final había sido sorprendente. Flame parecía haber recuperado toda su energía y, de un rápido movimiento, rebanó la cabeza de Rabaglard. Se habían ganado un enemigo para el día siguiente.

Y, gracias a Alice, la electricidad del conjuro de Aire no había alcanzado a Flame, cosa que agradecía, pues no quería verse con el enfado de la mujer.

Ese grupo, aunque muy disminuido, estaba logrando cumplir sus metas. Y Aire sintió una renovación en la confianza hacia sus compañeras.

No les quedaba mucho tiempo y, aunque Aire no sabía si podía fiarse de aquel hombre, pues no sabía por qué estaba allí, hizo lo que creía conveniente. Se agachó al cuerpo de Pip, le arrancó la daga de su mano quemada y se acercó hasta el prisionero.

¿Por qué estás atado y por qué te estaban pegando esa paliza? ¿Quién eres? preguntó Aire mientras cortaba las cuerdas que le retenían. No había tiempo que perder

Flame observó como Aire se apuraba en hacer las preguntas que ella misma iba a hacer. Pero cuando llevó sus manos ante sus cuerdas, agarró a la muchacha para que parase. Detente. Dijo mirándolo a los ojos. No sabemos realmente de quién se trata este hombre y quizá estemos liberando a alguien que justamente merecía estar aquí. Contesta, y después te liberarermos. Y tras aquellas palabras y esperando a que el hombre hablase procedió a registrar al hombre que estaba atado, y después a los dos cadáveres que yacían en el suelo.

Alice aun con las manos temblando por el golpe liberado por la electricidad se apresuró a participar en la animada conversación. Sí, eso. Di porque estas atado y quien eres, y que haces aquí, y…. En ese punto Alice se dio cuenta que estaba en mitad de un interrogatorio y no sabía que papel tenía que interpretar, si el de poli bueno o poli malo, de modo que decidió callarse hasta ver cuál era el siguiente paso. En boca cerrada no entran moscas.

Mientras esperaba la contestación Alice vigilo el muro de hielo. ¿Cuánto le faltaba para derretirse? También reviso por encima la sala en busca de algo de valor o nuevos enemigos. 

Notó la fuerza de la mano de Flame sobre ella, y sintió deseos de liberarse de ella. Sentía la necesidad de salir de allí cuanto antes, pues el vigilante no tardaría en descongelarse y corrían riesgo de que diera la voz de alarma. Esta vez habían sido sólo dos. A saber cuántos podían unirse por ese hombre atado...

Pero no tenía opción, tenían razón. Si le soltaban, correrían un gran peligro. Así que se contuvo, y miró a Alice.

Alice, si rompemos el hielo que retiene al vigilante, ¿le haremos añicos? ¿ O sólo le facilitaremos las cosas para escapar?

 Oh, ¡vamos! ¡No me hagáis esto! ¡Liberadme!

En el exterior, al muro de hielo abovedado le quedaban cinco minutos en ese estado antes de derretirse. El vigilante atrapado en el hielo estaba en el interior de un iglú sin puertas ni ventanas que detendría el lanzamiento de cualquier rayo. Era probable que se quedase sin aire y muriese de asfixia, aunque todo dependería de su constitución. Lo más sencillo era evitar la lucha y marcharse de allí antes de que el hielo se derritiese.

 No tenéis ni idea de lo que está ocurriendo aquí. Ah... está bien. Os diré mi nombre. Soy el Capitán Perenthelas. Soy el encargado de la seguridad del pueblo. Rabaglard y sus hombres siempre me causan problemas. Creo que me pegaban porque es su manera mezquina de entender la diversión. Ahora... ¿me liberaréis?

Perenthelas sonaba a nombre ridículo inventado sobre la marcha. Y aunque fuera cierto que estaban ante un Capitán, no había certeza de que estuviese más cuerdo que el resto de habitantes de Nueva Lechberg.

Mientras, Alice investigó la sala del juzgado. Todo eran bancos para los acusados y los espectadores, salvo el escaño del juez. Allí encontró algo importante...

El mazo de un juez. Símbolo de la justicia. Un arma significativa con el que reparar moralmente una ofensa infligida.

Viendo que el vigilante tenia para rato y no era ningún problema decidió centrar su atención en el supuesto capitán. Yo también te pegaría si ese fuese tu verdadero nombre…

¿Qué ha sido del juez y del resto de elemento de seguridad del pueblo? Puede que el juez fuera de más utilidad además de ser una manera de comprobar si el capitán mentía. 

 Hace décadas, eran los hombres nobles de las casas de Andaas, Fortich y Septow los que se encargaban de ejercer de jueces. Pero ellos abandonaron el pueblo. Desde entonces, los que las leyes locales designan como capaces de guiar los juicios son aquellos que tienen en su posesión los cargos de alcalde o capitán.

Sabemos cosas contestó Aire a las palabras del Capitán. Como que le hemos salvado de más golpes de esos dos hombres, por ejemplo. Que gracias a ello, nos hemos ganado dos aliados para mañana, cuando resuciten como si nada Aire se fijó en el rostro del hombre, a ver si tenía algún tipo de reacción. ¿Cuántos son los hombres de Rabaglard? Entiéndenos, no es que no queramos liberarte, pero hemos llegado a un punto en el que la confianza se tiene que ganar, y nosotras te hemos salvado. Te hemos demostrado que puedes confiar en nosotras. Consigue que hagamos lo mismo contigo

 ¿No eres un poco mayor ya para ir por ahí andando abrazada a un oso de peluche?-preguntó a Aire, empezando a perder la paciencia con aquella situación-Hace tiempo, Rabaglard era capaz de congregar a una pequeña turba. Quince personas, aproximadamente. Algunos de ellos se cansaron de las órdenes de Rabaglard, y dejaron de seguirle. Actualmente, Rabaglard solo cuenta con dos matones. Uno se llama Pip, al que también habéis derrotado. El otro se llama Sikes. ¿Qué tiene que ver esta pregunta con que confiéis en mí y mi liberéis?

Flame se acercó a las cuerdas y usando su espadón las cortó. Está bien. Creo que no merece la pena que le sigamos teniendote así, pero te recomiendo una cosa, no te metas con ella y con Aristóteles, ambos son más podereosos de lo que aparentan, así que lo mejor sería que pidieras disculpas.

Aunque te hayamos liberado, no andarás muy lejos de nosotras. Te vigilaremos y cuando acabe el día, espero que te reúnas con nosotras para que te podamos proteger. La iglesia es un buen sitio para encontrarte con nosotras. Dijo mirándole directamente a los ojos mientras se acostumbraba a la libertad. Somos mujeres de armas tomar, dijo moviendo a Ayash para que lo viera bien, y además, no estamos nosotras tres solas en el pueblo. Somos más, muchos más. Así que espero que estés de nuestro lado y ya que esos dos ahora vendrán a por nosotros, confío en que tú estés de nuestro lado.

Y dinos, tienes hombres que te protejan, alguien que te siga? Y algo más, quién es el alcalde y el capitán, y dónde suelen ir habitualmente cuando amanece el nuevo día.

Y algo más, qué sabes del loco que anda por los tejados?

Viendo que la situación se relajaba y que aún faltaba un rato para que el "muñeco de hielo" saliera de su frío letargo. Alice registro el cuerpo de los dos muertos en busca de alguna pista o de algún objeto útil.