Partida Rol por web

¡ALASTER RECKINH!

Una llamada de atención resonó en su cabeza. ¿Era su cerebro? No: era EL OTRO cerebro.

¡Alaster, por las Brumas! ¿Qué estás haciendo? ¿Estás paranoico o algo? ¿Unas mujeres borrachas te están ofreciendo su atención y su compañía y vas a tener la descortesía...? ¡NO! ¡La estupidez! ¿...de rechazarlas?

Alaster se avergonzó. Vale, puede que las cosas no tuvieran mucho sentido, pero... ¿Iba Alaster Reckinh a dejar pasar una oportunidad así de pasar un buen rato? ¡Improbable! ¡Sus compañeros se burlarían de él! ¡Sería todo un deshonor!

Ay, mami... Mira a esa pelirroja de las trenzas... ¡Mírala! ¡Te acaba de guiñar un ojo! ¿¡Es que no lo ves!? Y la que parece la jefa, la alta de pelo castaño con la melena por el culo... ¡Te está enseñando la pierna! Sin olvidar a esas otras dos, la morenaza de pelo corto y la rubia de los moños, la de las tetazas, sí... ¿Las ves? ¿Ves como se ríen por lo bajo sin dejar de mirarte...?

-Mis damas -dijo un sonriente Alaster sentándose entre las mujeres-, ¿por dónde queréis que empiece mi historia? Aunque un poco de vino me soltaría la lengua, la verdad...

Buen chico, Alaster.

Entre bocado y bocado de las mejores carnes la regaba con buena cerveza y vitoreaba a su amigo mientras guardaba sus pertenencias y calculaba el oro que acababa de ganar.

- Vamos Inglanar, ufff no por ahí no…ouuuu lo has vuelto a hacer…

Siiii eres el mejor!!!!! Gritaba el mediano, recogió sus ganancias y calculando rápidamente aposto un tercio de ellas, no había llegado hasta allí por ser descuidado con sus perras.

No paraba de mirar las piernas de la camarera y me dedique un buen rato en silbarle para llamar su atención… Fiu Fiu, eso son una preciosas piernas, si señor brindaba con el aire con su cerveza mientras contemplaba el espectáculo.

Un ataque contra los vistana no nos ayuda. Esa maldición puede destrozarnos para siempre. Tenemos que encontrar la manera de que esa matriarca no cumpla su maleficio

Genocida sale al ring preparado a tal efecto. De estatura va bien servido, asi como de agallas. La presencia del semiorco no le intimida, a pesar de que es más grande que él, pero Genocida está preparado para lo peor. Se dice de él que vivia en un cuartel, y que un día, su sargento quiso joderle el polvo. No quedó sargento. 

La camarera se gira hacia el mediano y lo observa divertida:

- Contigo no tengo ni para empezar querido, pero tu amigo...- observa con lascivia a Inglanar.- Tu amigo es otro cantar. 

El mismo que te ha hecho la pregunta sacude con la cabeza. 

- El maleficio llega vigente mucho tiempo. No es que haya que impedir que se cumpla, es que ya se ha cumplido y ahora tenemos que averiguar como devolver al bosque su antigua gloria y su legítima paz. No te recomiendo que vayas sólo al bosque para comprobar los efectos de la maldición. Verás, lo habitan una especie de fantasmas. Son sombras. Sombras grandes y densas, del tamaño y proporción de una persona. Son ciegas, eso nos ha quedado claro, pero tienen un oido finísimo. Y matan a todo lo que tienen al alcance de su mano, pero es que lo matan instantáneamente. Y lo que matan se convierte en otra sombra. 

Una de las mujeres parece ser la cabecilla de todas ellas. 

- Aqui tienes guapo. Ahora deleitanos con tu historia, nos tienes a todas encandiladas.- y todas vuelven a reir. 

- Uno se llamaba Kheros. Kheros Ironfield. Era un enano como nosotros, pero era un borracho y un pendenciero. Aún así, si sabias como tratarlo, tenia buen corazón. El otro era un semielfo. Se llamaba....- se rasca la cabeza.- ahora no lo recuerdo, y mira que lo tengo en la punta de la lengua. Era uno de esos rebuscados nombres de elfos bastardos, pero es que no me acuerdo... han pasado tantos años... Fälke... ¡Fälkeborg! Ese era, Fälkeborg. 

Con respecto de la caja, ese tema es más complicado. La caja no es que la tengamos nosotros, sino que cuando quiere aparece y desaparece. Nosotros estamos dentro de la caja. Vosotros todavía no. La caja puede alterar la realidad de su alrededor y eso es lo que os ha hecho a vosotros. Estais separados porque la caja os ha llamado de manera individual. Te tiende una trampa, te da donde más te duele, y de que quieres dar cuenta, estas dentro. Pero ahora estás aqui.- el enano comienza a dar saltitos de alegria.- y me sacareis, y liberaremos a Kheros y a Fälke, y cuando seamos libres mataremos a Garzhal el traidor, si, jajaja.- Definitivamente, parece que está senil. Tantos años de soledad le han afectado. Una chispa de compasión te obliga a olvidar tus deseos primarios de matarlo. Puede que parezca un muerto viviente a simple vista, pero está claro, que no es hostil. 

Yo... yo iba con unos compañeros a la Atalaya... No, no se...

Carraspeé.

Si un vistani provocó esa maldición, ¿no sería lógico pensar que otro vistani pudiera romperla? A lo mejor es el momento de buscar y establecer alianzas con ese pueblo. Si no... Quizá la Atalaya deba ser destruída, a lo mejor así se acaba todo el mal.

Escuché seriamente las palabras sobre las criaturas sombras del bosque.

Además de ser ciegas y tener un oído fino... ¿Sabéis que otras capacidades tienen? ¿Son ágiles, diestras?

Miro cara a cara a Genocida. Puede que sea un tipo duro, pero yo lo soy más. Así, digo— ¡Sit Genocida, sit!

El enano se queda algo confuso tras escuchar las palabras de aquel extraño.

¿Entonces me estás diciendo que yo estoy fuera de la caja y que tú estás dentro? ¿Y que los compañeros de los que me he separado están dentro puesto que parecieron escuchar una llamada inexistente?

Y claro, ahora me dirás que tampoco sabes como podemos salir de la caja, ¿verdad? Pero no tienes ninguna pista de cómo hacerlo. Bueno, mejor dicho, de cómo puedo ayudarte a salir?

El mastín se abalanza directamente sobre el cuello del semiorco. No tiene intención de sentarse ni mucho menos, sino más bien cara de no haber comido nada en unas cuantas jornadas y tener gazuza. La boca se cierra directamente sobre el cuello del bárbaro, lo que provoca que todo el público alce el grito de hurra por el mastín, salvo el mediano claro, que si Inglanar cae pierde un tercio de lo que había ganado. Inglanar cae de rodillas ante el peso del perro, mientras este se afana en desgarrarle la carne. 

La situación no está para ponerse a pensar, pero el mordisco del perro no va a desgarrar nada. No tiene dientes. Sin embargo tiene una fuerza muy importante, y más que suficiente como para tirarte al suelo bajo un peso que bien puede superar el tuyo. Sería genial tener un perro así de mascota. Pero ahora lo más importante es evitar que no te aplaste. 

- Su agilidad es como la de un gato. Al más mínimo ruido saltan sobre ti y desapareces.- una druida algo más joven que los demás, conteniendo las lágrimas a duras penas, traza unos símbolos en el aire. En la visión puedes verla a ella y a otro elfo, a juzgar por sus vestimentas, no tenía pinta de druida. Iban charlando tranquilamente cuando notaron que algo iba mal. Las sombras surgieron del suelo, se alzaron alderedor de ellos. Ella se quedó muy quieta y en silencio, pero él le susurraba palabras para que estuviera tranquila. Una sombra pareció girar la cabeza, como si hubiese oido algo. La sombra se introdujo en el cuerpo del joven, el cual lanzó un sonoro grito de terror. La elfa no se movía, demasiado asustada como para llorar siquiera. El grito atrajo a todas las sombras de alrededor que se abalanzaron sobre el elfo. Cuando se separaron, el elfo empezó a mutar hasta convertirse en otra sombra. La elfa, sin hacer un sólo ruido, adoptó una forma animal de pájaro y huyó de allí. El resto de la visión se disipa. 

Parche niega con la cabeza

- Estamos dentro, pero es más complicado de explicar. Son planos diferentes. Tu aún tienes algo que te apega al mundo del que procedes, con lo que el plano de la caja aún no te ha absorbido. Pero si bien es cierto que cuanto más tiempo pases dentro del radio de acción de la caja, más posibilidades tienes de entrar en mi mundo. Por eso no funcionan tus poderes conmigo, ni los mios contigo. Pero has errado en tu juicio. Si que se como escapar. El mismo que nos metió aquí es quien puede sacarnos. Garzhal es quien obró esta caja y Garzhal es quien puede liberarnos.

Cuando el perro me agarra y me tira al suelo, lo único que puedo hacer es responderle con un cabezazo, para que me suelte. No tengo tiempo para pensar mucho. Así, sólo puedo hacer una cosa. No podré domarlo, y seguramente no pueda matarlo. Pero puedo jugar sucio.

Así, mientras le tengo encima y aturdido por mi cabezazo, respondo con un golpe demasiado sucio. ¡La vuelta de tuercas! El pobre perro suelta una lagrimilla cuando doy una vuelta a sus colganderas gónadas.

Me siento mal por hacer eso, pero es él o yo. Habría preferido matarlo que hacerle eso, pero no hay otra alternativa. Que hubiese elegido muerte.

Noté en el interior de mi corazón el dolor de la joven. Quería ir a abrazarla, pero no era lo que debía hacer en esos momentos; lo sabía y se mantuvo quieto en su sitio.

Son sombras dije con seriedad. Las sombras mueren a la luz, aunque se creen más a su alrededor. ¿Cómo podemos generar una luz necesaria para acabar con ellas? ¿No se puede atrapar ninguna sombra para experimentar? Tenemos que encontrar la manera de vencer a esas criaturas.

¡Allá vamos!, se dijo Alaster mientras se recostaba entre los cojines, se ponía cómodo y tomaba un largo trago de la bota de vino que la cabecilla le pasaba. Sólo después de limpiarse los morros contra una manga de su túnica y de acoger bajo sus brazos a la pelirroja y a la morena, el mago comenzó el relato...

-Todo empezó hace muchos años, cuando yo aún era un aprendiz del gran mago Bogdan de Neblus y trabajaba para él en su torre. Recuerdo perfectamente el día que entré por primera vez en su estudio y vi su ejemplar del mapa de las Brumas de Tayfur Akbulut, conocido como Tayfur el Bendecido...

El relato de Alaster comenzó así a desarrollarse de forma natural y fluida, dejando intuir que el mago ya lo había contado más veces frente a audiencias semejantes, de señoritas con ganas de escuchar la historia de un hombre de mundo. La práctica, por supuesto, le había ayudado a perfeccionar toda una serie de trucos diferentes de engatusamiento y seducción, así que el mago no titubeó en ningún momento y comenzó a poner en acción todo su arsenal. Había nacido para eso.