Partida Rol por web

Amaneció. Los famosos refuerzos del Templo de Ámbar todavía no se habían presentado, pero el murciélago terrible se había ido, ahuyentado por la molesta luz. Aún seguía el hechizo del bastón, así que el animal volador regresaría a buscarles la siguiente noche.

Inspeccionaron la zona a defender...

Al oeste-parte baja del mapa-, la muralla, el rastrillo y el fuego perenne-T1, T2 y T3-les permitía no temer ningún ataque en esa dirección.

En la parte baja de la torre-T4-durmió el jabalí Recio. Allí también estaban los restos de Hilda, un montón de piedras de hielo y su propia ropa gigantesca que pedía a gritos seguir el plan de Thimaz de disfrazarse de gigante de la escarcha.

La parte intermedia de la torre-T5-disponía de un par de saeteras para disparar ballestas (que no arcos) en dirección a la llegada del enemigo. El suelo de esa planta estaba cubierta de pieles. Las paredes revestidas con espejos mostraban mediante un sensor mágico las imágenes que verían las gárgolas desde las almenas.

El alto de la torre-T6-no tenía techo. Las almenas ofrecían cierta protección, y era el lugar idóneo para disparar flechas y lanzar conjuros.

Al norte-parte izquierda del mapa, flecha roja-estaba el camino secreto del Valle de Luna por el cual habían llegado hasta aquí. Los cadáveres seguían allí, el del lobo invernal Amundsen y el gigante de la escarcha Magnus, este último en forma de grandes pedruscos de hielo como Hilda.

Al este-parte superior del mapa, T8-estaba el puente del paso de Tsolenka, de diez pies de ancho, por el que probablemente llegarían las tropas del liche Exethander desde el Templo de Ámbar. Dos arcos-T7 y T9-coronaban cada extremo del puente, con hornacinas a izquierda y derecha que permitirían a los atacantes obtener cobertura en esos cuatro puntos (dos en cada extremo del puente) contra las flechas y conjuros que se lanzaran desde la torre.

Un ruido en el estómago les pedía consumir más de sus raciones, pero Leiath volvió a preparar un festín de los héroes para alimentarles con comida mágica creada de la nada.

El prisma del canarconte empezó a emitir calor en el pecho de Leiath. Sus mentes se fundieron.

Leiath, un grupo sospechoso iba en dirección contraria a la mía. Cuando los olí tuve que retroceder y desviarme por el camino de la derecha. Desde allí esperé agazapado a que pasaran de largo. El grupo lo conforman una horda de zombis, dos bárbaros humanos vestidos con pieles, un esqueleto viviente que viaja sentado en un palanquín soportado por los hombros de cuatro zombis más y un mago anciano que viaja en mula. Tened cuidado, van en vuestra dirección. Suerte.

Estaba claro que había que desayunar como Hala manda si querías enfrentarte a todo el mal que pululaba por la zona, que era considerable. Con el estómago y el alma satisfechos, podrían luchar contra lo que se les viniese encima... O casi.

El mensaje enviado por Dunstan era poco alentador. Al parecer el canarconte se había cruzado con 'una horda de zombis, dos bárbaros humanos vestidos con pieles, un esqueleto viviente que viaja sentado en un palanquín soportado por los hombros de cuatro zombis más y un mago anciano que viaja en mula', según sus propias palabras. Menos mal que había conseguido evadirlos, pero el aquelarre no iba a tener tanta suerte.

Lo que más la inquietaba era ese esqueleto sentado en un palanquín. Sería el propio liche? Saldría de su guarida para ayudar a los gigantes?

Leiath les contó al resto todo aquello según se apretaban las viandas sagradas...

- Algún plan?

Si los barbaros atacan en tropel, cosa que dudo, podría encerrarlos entre dos muros de hielo y luego machacarlos con bolas de fuego. Pero algo me dice que estos no son barbaros estúpidos de gritar y lanzarse al combate sin mirar. Comento lo maga. También podríamos poner alguna trampa, pero ese no es mi campo de trabajo. Todo el aquelarre sabía que el “campo de trabajo” de la maga pelirroja eran las explosiones y el caos, no las actuaciones discretas y sutiles.

Mientras desayunaban Leiath les ponía al día sobre lo que Dunstan le había dicho. Que se hubiera cruzado con el ejército del Liche, mientras no le hubieran detectado, era toda una suerte, pues ahora tenían información sobre lo que se les venía encima.

Por una parte, Onfale pensaba en las Llanuras del Hambre. Gracias a la Bruja de Hala habían podido resistir frente a las hordas más numerosas de zombis que hubiera podido imaginar. No sólo eso, sino que, en aquel plano de fuerza negativa, sus enemigos se regeneraban continuamente y aquí no. No, no eran los zombis lo que  preocupaba al eunuco, sino la magia del Liche. Hacía mucho que el Aquelarre no se enfrentaba a un enemigo capaz de plantarles cara en cuanto a magia se refiere. Era imposible calcular qué hechizos podría utilizar y esa aletoriedad era lo que le preocupaba.

- Creo que resistir aquí, en esta torre, es la mejor opción.- Desde los ventanales podían ver lo que las gárgolas veían, así que el perfumista señaló el puente.- Ese podría ser el cuello de botella. Si queremos preparar alguna trampa sería ahí, paso obligado, en principio. - Un mago podía volar, pero el grueso de las tropas atravesarían el puente.- Además esos arcos pueden darles cobertura frente a nuestros ataques, lo que no nos conviene.- Si pudiera destruiría el puente, quitándose un gran problema, pero no tenía suficiente poder.- ¿Quizá una emboscada que les obligue a cruzar el puente?. Le parecía tonto preguntarlo, pero...- ¿Alguien se ve capaz de destruir ese puente?

El valiente, audaz y valeroso Guerrero que era Thimaz tuvo una idea, la cual probablemente no tuviera que ver con disfrazarse de gigante de hielo, aunque eso quizás fuera un plus a la hora de realizarla y así se lo hizo saber al resto de sus compañeros, con la mirada seria y la voz marcando fuertemente su voluntad a hacerla.

-Huir, buscar una colina tranquila y cultivar patatas. -Dijo con sobriedad- ¡Y luego aplastar las patatas!.

Esa era su opinión, quizás no del todo acertada, pero sí más que útil si es que el grupo quería salir con vida del lugar, tener una zona tranquila en la que vivir, y lo más importante, comer patatas aplastadas y calientes por el resto de sus vidas. Esa era la respuesta del valeroso y audaz guerrero conocido como el Terror de las Hortalizas.

La idea de Thimaz no era mala, la verdad es lo que le pedía el cuerpo, pero sabía que tarde o temprano los problemas les encontrarían de nuevo, se escondieran donde fuera.

- Podríamos, como dice Onfale, usar el puente como embudo. Unos, enfrentarse a las tropas que vayan cruzando el puente y otros esconderse y aparecer por la retaguardia de la comitiva, donde seguramente se encuentren los magos y acabar con ellos cuanto antes.

Un plan empezó a fraguarse en la cabeza de la bruja: Sasha, Ranhard, Alice, Dragov, Thimaz, defendiendo el puente y dando la cara.

Y un grupo suicida: Leaith, Onfale, Flame, Vinthrael. En silencio e invisibles a ser posible hasta localizar a sus objetivos (los magos, en especial el Liche), atacarles por sorpresa e usar el campo antimagia de la bruja de Hala si fuera necesario.

Expuso su idea mientras renovaba el conjuro de circulo mágico contra el mal con la varita mágica para prolongar su efecto. 

Tal vez Maese Thimaz haya dado en el clavo. No en lo de las patatas, pero sí en lo de huir y buscar una colina. Si cruzamos el puente, podemos trepar el acantilado para llegar al Templo de Ámbar mientras las tropas del liche nos buscan aquí.

Sasha señaló el espejo que mostraba el desnivel tras el puente. Habría unos cuatrocientos pies de subida, fuera de las capacidades de cualquiera de ellos.

Puede que no sea tan buena idea... Ojalá estuvieran aquí Katya o Arabelle: ellas eran exploradoras, seguro que sabían hacer trampas.

¿Y un truco de la cuerda, del otro lado del puente? Dejamos pasar de largo al enemigo, y les atacamos desde la torre y desde la retaguardia, y dejamos a los malos la explanada frente a la torre y el puente. O nos ocultamos en las hornacinas más cercanas a la torre, y los atrapamos en el puente...

hacerles caer en un embudo parece lo mejor. El truco de la cuerda puede resultar tremendamente efectivo para este menester, como apunta, así solo necesitaríamos un invisible para avisar cuando estuvieran ahí.  Como dije anteriormente,  con conjuros de silencio y de protección contra su toque creo que puedo enfrentarme al liche durante unos segundos para dejaros libertad a vosotros 

Entonces... ¿mi idea os gusta?

Sasha sonrió, como lo haría un niño. Le había acompañado un enorme complejo de inferioridad siguiendo a aventureros tan experimentados, así que resultaba reconfortante.

No es necesario alguien invisible para avisar, si el grupo de este lado espera en la torre. Si queréis a un grupo en las hornacinas para cogerles en el puente... incluso asomándose alguien con buena vista desde la hornacina, podría ver a un grupo numeroso como una horda de zombis antes de que nos vean a nosotros, probablemente. O incluso podría graznar el cuervo de Alice para avisarnos sin levantar sospechas, para no correr ese riesgo.

¿Quiénes formarán cada grupo? ¿Qué longitud tendrá la cuerda que usaremos para el truco?

Onfale sonrió con amabilidad a Sascha. Sí, su plan le gustaba.

- Creo que efectivamente es la mejor opción. Atacarlos desde dos lados, aunque eso debilita la fuerza de cada grpo. Si algo fuera mal...y eso siempre hay que contemplarlo, estaríamos aislados.- No quería decir que no fuera a hacerlo, sino que había que contemplar todas las opciones.- Ni siquiera la invisibilidad nos asegura que el Liche no pueda vernos y, muy posiblemente, él pueda hacer lo mismo.- Onfale había preparado algún hechizo, aunque muy básico, para poder localizarlo, y le tranquilizaba haber visto a Vinthrael usar una diadema que le permitía ver lo invisible. Leiath también creía recordar que, en su amplio espectro de conjuros mágicos, tenía alguno para ver lo oculto.

- Entonces el plan podría ser:

1. Dejar que sus refuerzos crucen el puente. 
   1. Un grupo espera en la torre: 
   2. Un grupo oculto con un hechizo de truco de la cuerda, si Alice lo ha preparado. Si no, ocultos en hornacinas, lo veo peligroso, o por otro lado: Vinthrael, Leiath, Onfale, Flame.
2. Empezar el ataque desde la torre cuando estén a tiro.: Alice, Ranhard, Dragov, Thimaz, Sascha.
   1. Podrían preparar un burdo engaño con las ropas de la gigante para que desde lejos piensen que la misma está vigilando desde la torre. O un hechizo de imagen silenciosa, pero yo esta vez no lo he preparado, además de que estaré al otro lado. Recio quizá pueda pasar por el lobo terrible invernal.- Dijo con poca esperanza.
   2.  Tenemos que ocultar los restos del gigante para que no los vean. 
3. Cuando retrocedan para cubrirse en las hornacinas, atacarles desde la retaguardia, para evitarlo.
   1. En algún momento los guerreros tendrán que bajar a ayudar en el campo de batalla. Habrá muchos zombis y bárbaros.
4. Ir a por el Liche.

El liche, en principio, no viene invisible, y por los datos del canarconte, los conjuros de areas nos vendrán muy bien. Además gracias a el ya sabemos a que nos vamos a enfrentar, muchos zombies, dos barbaros, un esqueleto viviente y un anciano mago. Si cuando lleguen hasta nosotros no hay alguno de estos elementos sabremos que, o bien avanzan por otro lado o bien se han hecho invisibles, sabemos su numero. En vuestra opinion ¿quien será el liche?. Es de suponer que será el anciano que viaja en la mula y que quiere hacernos creer que es el esqueleto que va en el palanquin.

 Yo me desharé de los cadáveres. Puedo usar a Recio para arrastrar al lobo invernal hasta el pantano, las marismas harán el resto. Seguramente esté de vuelta para la batalla.

No, no le iba a dar tiempo a volver. Pero eso entonces no lo sabían.

Lo sabía.

- Sí, el liche no estará invisible, pero seguramente usará esa magia en cuanto lo ataquemos. Al menos debemos prever esa posibilidad.- Asintió conforme a las palabras de Dragov.- Apresúrate, necesitaremos toda la ayuda posible.

Con respecto a la identidad del liche, algo verdaderamente importante, Onfale no estaba tan seguro de la suposición del monje.

- Quizá la bola de cristal pueda sacarnos esa duda.

En algún momento de la noche, que ninguno de sus camaradas de infortunio había conseguido establecer con precisión, el viejo clérigo se había quedado completamente dormido. Sin embargo, no había sido sino hasta bastante después de ello que sus sonoros ronquidos habían empezado a lacerar la imperturbable calma nocturna, tan propia de aquellas desoladas regiones. Solo así podía explicarse la extraordinaria pasividad demostrada por el anciano ante los numerosos eventos que habían tenido lugar durante la fría velada.

RANNHARD no había pronunciado una sola palabra durante las prolongadas discusiones que se habían sucedido tras el fin del combate. Ni sobre el siguiente objetivo que debían perseguir, ni respecto de la mejor estrategia para alcanzarlo. Mucho menos, sobre lo que debía o no hacerse con la giganta superviviente.

Y aunque aquello bien podía parecer una conducta bastante típica del reservado personaje, que no solía exteriorizar su voluntad muy a menudo, resultaba ciertamente extraño que tampoco hubiera participado del tumulto que siguió a la localización y posterior captura del enorme murciélago-mensajero enviado por Strahd. O de la negociación con el aliado extra-planario convocado por la Bruja de Hala.

Por el contrario, durante todo ese tiempo RANNHARD había permanecido recluido en un sugestivo (y aparentemente imperturbable) silencio, algo alejado del resto y apartado junto a una de las ventanas de la torre principal. Se había arrodillado sobre unas raídas pieles de algún animal ignoto, con la cabeza gacha y las manos aferradas entre sí a la altura del pecho, en lo que parecía una postura muy ceremoniosa, pero bastante incómoda y anti-natural.

Durante algunos momentos de la noche, se lo había escuchado murmurar en alguna lengua ininteligible, salpicada de tanto en tanto de lo que parecían ser sollozos o risas. Y incluso ronquidos, que fueron poco a poco volviéndose más notorios y constantes, ganando en intensidad hasta que ya pronto no quedaron ni restos de la extraña letanía con que había comenzado la particular ceremonia.

Al día siguiente, cuando los primeros rayos de luz comenzaron a iluminar la fría mañana, el anciano pareció despertar de repente para retomar misterioso ritual. Esta vez, el murmullo monocorde parecía más vigoroso que la noche anterior, aunque seguía siendo igual de inescrutable. Y cuando finalmente pareció concluirlo, se puso de pie con aire renovado (y un sonoros crujir de sus articulaciones), desperezándose durante un buen rato, como quién ha dormido mucho tiempo.

Como la noche anterior, pareció escuchar atentamente a sus camaradas, aunque sin abrir la boca más que para dar cuenta de las raciones que les había proporcionado la BRUJA de HALA. Sin embargo, sus compañeros pudieron notar de inmediato que algo había cambiado. Ya no quedaban rastros de la mirada perdida y nebulosa del día anterior y unas pupilas penetrantes y cristalinas habían tomado su lugar.

Aquel era un viejo renovado. No necesariamente repuesto del todo. Pero muy decidido.

Malo era que Rannhard hubiese perdido su mirada, ya que el brillo en los ojos pertenecían al clérigo matagigantes que acabó con Magnus. Su mejor guerrero estaba en sus peores condiciones... otra vez.

En cuanto a la bola de cristal, habían tenido distintas experiencias cuando se usaba para escudriñar a seres poderosos. En el sótano en el que las encontraron, vieron rastros de que alguien había escupido fuego desde el interior de la esfera, como si se intentara escudriñar a un gran dragón. Cuando espiaron a Baba Lysaga, se dio la vuelta y les devolvió la mirada, como si fuese consciente de que la estaban vigilando. Cuando intentaron buscar al arquitecto en la aldea y los alrededores del Castillo de Strahd, una mano lívida les impidió seguir buscando, y hasta se había formado una brecha en la superficie.

En el caso del liche Exethander, el cristal no mostró ninguna imagen. Su mente era demasiado poderosa como para frenar el intento de escudriñamiento.

Tengo listo el hechizo de cuerda. Contesto finalmente la maga. También cuento con algún que otro hechizo para romper barreras mágicas, y convocar aliados para luchar a nuestro lado.

Por su parte Thimaz estaba más o menos relajado, a fin de cuentas su labor era algo tecnicamente sencillo, estar por ahí y cortar usando su querida hacha, ni más ni menos, una labor simple para un simple guerrero capaz de aplastar a cualquier hortaliza que hubiera por el camino. Pese a ello, sugirió una idea más.

-¿Podríamos derruir el puente y tirarlos a todos río abajo?.

Una pena que la bola de cristal no pudiera mostrarles al liche. Sólo esperaba que el intento no le hubiera puesto sobre aviso de la emboscada. Al menos la maga roja confirmaba que el hechizo deseado estaba entre los que había memorizado tras descansar en la torre.

- Es una lástima, pero no creo que tengamos tanto poder.- La pregunta era, ¿hacía falta ser tan poderoso como para derruir un puente para derrotar a un liche? 

Parecía que ya tenían encarrilada la idea del truco de la cuerda, aunque no tenían los flecos detallados. Se ocuparon de ocultar los cadáveres y se despidieron de Dragov, que arrastraba al lobo invernal atado a la silla de su montura Recio. También prepararon el refugio dimensional y distribuyeron los puestos.

Al cabo de unos minutos...

Aquí hay huellas, Ronan...