Partida Rol por web

[ELdG] Sunny Tear Sanitarium

Prólogo: Bienvenido a Sunny Tear Sanitarium

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23/01/2018, 11:48
Doctor Daclaud Heinfronth

Bueno, lo primero...

El Doctor Rehner empezó a caminar alrededor del círculo de sillas, poniendo nervioso al Doctor Heinfronth, haciéndolo titubear.

Lo... lo primero... A los que se preguntan dónde están, este es un Sanitarium, un centro especializado en corregir y curar ciertos pensamientos... desviaciones del pensamiento, que hacen daño... daño al alma, a los que nos rodean, y... puede que daño a nosotros mismos.

Rehner llegó a colocarse detrás de la enmascarada que hacía bailar su silla, con cuidado de no ensuciarse los zapatos. Con un movimiento seco, empujó el respaldo para que la paciente se sentase bien de una vez. Eso la obligó a posar la planta de sus pies directamente sobre el charco de su propia orina. Tras eso, el veterano doctor volvió a situarse tras el Doctor Heinfronth.

Ejem... Es como dijo Wichecca, ¿Wichecca, era? ¿Verdad? No sois prisioneros, solo pacientes. Los doctores estamos aquí para ayudaros. Puede que alguna vez parezca que somos más distantes o más severos, pero no más de lo que puede serlo un padre. ¿Alguien me quiere hablar de la relación con su padre? ¿No?

Bueno, pues puede que Leiath nos quiera hablar de cómo se sentía cuando veía a su madre atender a los más necesitados, en detrimento de ella. Tal vez podríamos hablar de una sobrecompensación. La necesidad de Leiath de ayudar a los demás, de poner ese peso sobre sus hombros, es un modo de llamar la atención de su madre, la manera en la que su madre pueda sentirse orgullosa. No estoy seguro de que ayudar a otros te vaya a devolver la cordura, a lo mejor es contraproducente para tu terapia, ¿no crees?

¿Y qué hay de Ron y Harry? ¿Puedes contarme si están aquí ahora, en este momento? O si lo prefieres hablamos de qué situaciones duras has conseguido salir gracias al uso de tu... "magia".

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23/01/2018, 12:43
Paciente

Durante mucho tiempo había estado tentado a pensar que el "Doctor" Rehner pudiera tener razón, que quizá estuviera loco.  Cuando la mente se quiebra es difícil verlo a no ser que otro te ponga pruebas irrefutables delante de tus narices. Así había hecho el malnacido ese. Le había dicho que Perezoso había muerto y, de hecho, no había sentido su presencia. Ahora lo percibía de nuevo por los que las dudas sobre su cordura volvían a asaltarlo. Hasta que escuchó a Leiath y Alice. Ónfale no creía en la locura colectiva. Una mente analítica y fría como la suya no se dejaría contagiar con facilidad. Allí estaban sus compañeras de Aquelarre y eso era una prueba fehaciente de que no estaba loco. No necesitaba más.

Le costó horrores reprimirse de no saltar hacia los brazos de Leiath y buscar en ella el consuelo y la fe que tanto le había faltado durante su estancia en el manicomio. La inquebrantable mujer parecía estar en sus cabales y tener plena consciencia de quien era.

Ya somos dos.- Sonrió maliciosamente tras la máscara y trató de calmarse mientras veía la reacción de los demás locos. ¿Alice? Tres ¿Aire? Cuatro. Sí, parecían ser ellas. La sola mención de Fosco por parte de la Maga Roja casi le hizo retorcerse en una arcada. ¿Por qué relacionaba su nombre con el de aquella sucia sabandija? Quizá Alice sí que hubiera sucumbido a la locura. El numerito que estaba montando la maga no le gustaba un pelo al perfumista. Cuanto menos supieran de ellos en aquel centro mejor. Además, decir que no estaba loco sólo haría que lo llevaran al piso superior y no quería eso por nada del mundo.

- Pues yo estoy aquí porque tengo que curarme. Aún queda mucho trabajo por hacer, ¿verdad? Jejeje. Tengo...tenía una mascota, Perezoso se llama...llamaba, y ahora está muerta, aunque yo la siento aún conmigo.- Dijo esperando decir lo que Rehner quería escuchar. Esperaba que con lo de Perezoso las demás supieran que era él. Por supuesto no iba a decir que era un eunuco, que había sido esclavo y que formaba parte del Aquelarre más poderoso que conocía. Tampoco iba a confesar su fe en Hala.

Tras la máscara observaba sin disimulo, gracias a la cobertura que le daba ésta, a los que él creían matones dispuestos a "curarlos" de sus supuesta locura.

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23/01/2018, 13:36
Paciente

¿Pero acaso eres ciego? Preguntó al doctor que le estaba preguntando por Harry y Ron. Pues claro que no están aquí. ¿No ves que no están? Dijo negando con su cabeza a través de la máscara. Harry y Ron son dos de mis mejores amigos, al igual que Luna y Neville. Asintió. Pero no están aquí, por suerte para ellos. Me habéis atrapado solo a mi y os habéis dedicado a decirme que no soy la bruja más inteligente y poderosa de todo Londres. Comentó. Y sí, claro que podemos hablar de las situaciones duras de las que escapé. Como que me enfrenté yo misma junto a otra amiga a la mano derecha de El Que No Debe Ser Nombrado.

Pero ahora él nos ha atrapado aquí y no me deja escapar. Me manipula, se aprovecha de mi mente y me quiere volver loca. Pero no, no lo conseguirá. Yo soy mucho más inteligente que él y mis amigos vendrán a buscarme. ¡Ya lo veréis todos!

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23/01/2018, 13:59
Paciente

Por todas las capas del infierno! No sabía si estaban más chalados los pacientes o los doctores de aquel centro. Menos mal que su instinto estaba en lo cierto; ahí se encontraban sus amigos. Algunos parecían más 'tocados' de lo habitual, pero cómo no iban a estarlo después de lo vivido en Nueva Lechberg.

Su plan de integrarse en la plantilla del hospicio no había tenido resultado. Quizás eran más listos de lo que parecían y las melosas palabras de la bruja no surtirían efecto en ellos. Se iba a plantear una dura lucha de voluntades, y en eso Leiath contaba con la ayuda de Hala, pese a que no la dejasen orar para acceder al Tejido como la diosa mandaba. Aún así la llevaba en su corazón, y eso la hacía fuerte.

Cuando Alice la reconoció, se le hizo un nudo en el estómago. Que los doctores no hubiesen dicho nada de aquel hecho significaba a sus ojos que ya lo sabían. Cada vez se le hacía más claro que eran aquellos de los que Becky quería prevenirles. Estaban minando la mente del aquelarre, intentándoles destruir lo que Hala había juntado. Eso no lo iba a permitir.

Pero qué podían hacer? Había que idear un plan, pero para eso primero tenía que conocer bien a qué se enfrentaban.

Prisioneros? No somos todos acaso prisioneros de nuestros propios deseos y de nuestras debilidades?- respondió al doctor Heinfroth después de escuchar a Onfale-. Esta usted en lo cierto, doctor. Reconozco que mucho de lo que he hecho ha sido por tener la aceptación de mi madre y de mi comunidad. La relación con los padres marca mucho la mente de las personas no se lo voy negar, usted es el experto y sabrá de ello mucho mejor que yo. Y si piensan que un trabajo de responsabilidad sería negativo para mi recuperación, no me interpondré en absoluto, pues quiero curarme lo antes posible. Podremos en algún momento recibir visitas o salir a tomar aire fresco? La máscara resulta algo agobiante si me permiten el comentario.

Salir de ahí iba a resultar lento y doloroso, pero no más de lo que les iba a resultar a esos paganos mal nacidos. Sí, Leiath tenía mucho temperamento si se le sacaba de sus casillas. Ya se había tirado al cuello de alguno por menos de eso, claro que aquella vez se trataba de un Mané y se lo había ganado a pulso.

'Oh gran diosa, dame fuerzas para no sucumbir a la ira...'

Notas de juego

Cuántas personas hay presentes?

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23/01/2018, 22:52
Paciente

No consigo atraer la atención de Cara de ángel y eso me entristece aunque no puedo culparle. ¿Cómo iba a fijarse en mí con este aspecto desaliñado y esta vestimenta tan poco apropiada?

Lo que sí consigo es atraer sobre mí la indeseada atención del doctor Rehner, que reconviene mi inconsciente proceder con la silenciosa firmeza que le caracteriza. Comienzo a temblar pero dejo de balancearme aunque no termine de encontrar una explicación racional para ello.

Las voces a mi alrededor me resultan desconcertantes y enloquecedoras. Para empezar porque, con estas máscaras, nunca estoy del todo segura de quién es el que está hablando e incluso aunque lo estuviera, no termino de entender a qué se refieren con sus palabras.

De lo poco que consigo entender es que he sido enclaustrada en alguna clase de institución mental para personas dementes. ¿En qué momento perdí la cabeza? ¿Cuando me enteré de lo que le había ocurrido a Baltazar? ¿Cuando me libré del cariño vergonzosamente inadecuado de Demetrius? No puedo saberlo, del mismo modo que no puedo saber a quién le estoy formulando en silencio todas estas preguntas sin respuesta.

―Yo hecho de menos a mis padres ―afirmo con más convicción de la que realmente siento en mi fuero interno cuando Cara de ángel pregunta si alguno quiere hablar de ellos. No quiero, pero quiero hacerle feliz―. A mi papá no le conocí y mi mamá murió cuando yo era pequeñita. Ahora mi padrastro está muerto también y yo estoy sola en el mundo, una pobre huerfanita que no tiene a dónde ir. ¿Por eso estoy aquí?

No sé si a alguno le interesan los detalles de la muerte de Demetrius pero sí sé que yo no tengo ningún interés en compartirlos con desconocidos. Lo único que espero conseguir es lo que he conocido toda mi joven vida: un intercambio de favores en el que yo no resulte demasiado perjudicada. Unos fragmentos de información a cambio de unos momentos de intimidad en mi compañía.

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23/01/2018, 23:13
Paciente

¿No somos prisioneros? contestó al escuchar al Doctor Daclaud ante su frase. ¿Eso quiere decir que podemos irnos ya? Aquí no hay árboles ni el cielo, ni el mar, ni la tierra ni nada, es muy aburrido le hubiese gustado ponerse de pie, pero que el Doctor Rehner estuviese por allí dando vueltas no la generaba nada de confianza, algo temía.

Aire pensó en su padre. No se acordaba de él. La verdad es que siempre había estado con su madre, y siempre había estado feliz. De hecho no recordaba si quiera echarle de menos. No le había necesitado, su madre siempre había estado allí para ella.

¿Y su padre, doctor? ¿Cómo era su padre? ¿Era simpático?

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24/01/2018, 13:40
Paciente

¡Claro que somos prisioneros! Le dijo a la que parecía ser una chiquilla. ¡No nos dejan salir de aquí! A mi me tienen atrapada y me dicen que estoy loca. Dudo que nos dejen salir, principalmente porque como me haga con mi varita, estoy dispuesta a prenderles fuego ahora mismo.

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24/01/2018, 18:21
Paciente

Onfale observaba las intervenciones de los demás con gran atención. Por una parte estaba ese medicucho más joven que parecía incomodado por el mayor. Su esclavitud no quedaba tan lejos como para no acordarse. A veces visitaban a su Hacedor embajadores de otras tierras en donde la esclavitud no era la norma. Veía reflejada en los ojos del Doctor Daclaud Heinfronth esa incomodidad. ¿Le parecerían los métodos del Doctor Rehner poco ortodoxos, incluso sádicos? Quizá pudieran aprovecharse de ello en algún momento, aunque tampoco podía fiarse demasiado.

Otra cosa que le llamó la atención era la mujer que declaraba estar ser una poderosa bruja y estar allí encerrada. ¿De eso se trataba? ¿De una caza de brujas?

- Doctor Heinforth.- Intervino con un tono suave de voz.- Hay una cosa que no entiendo.- Tars la más cara sus ojos se desviaban involuntariamente hacia Rehner.-Hay una cosa que no entiendo. ¿Para qué hablar de nuestros casos concretos aquí entre todos si llevamos estas máscaras y ropas para olvidarnos de quiénes somos?- Cruzó una pierna sobre la otra con una elegancia y estilo propios de una mujer. Cuando se dio cuenta deshizo el cruce y puso las manos en los muslos para obligar a sus piernas a permanecer separadas, como si hubiera algo entre ellas que impidiera que se juntaran.

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24/01/2018, 23:28
Doctor Daclaud Heinfronth

Rehner asintió complacido en cuanto oyó usar el pasado para referirse a Perezoso. Heinfronth no estaba encontrando ninguna satisfacción, sin embargo. El becario pasaba nervioso la vista de una máscara a otra, de los siete enmascarados que estaban en pie, y los ocho que estaban sentados (incluyendo al tetrapléjico). Diecisiete personas eran muchas para una sala tan mal ventilada, y la falta de aseo diario de los pacientes estaba incomodando al doctor Heinfronth por otro frente, casi mareándolo.

Yo... Tenéis que quedaros. Eso no significa que seáis prisioneros. Solo significa... Imaginaos que tenéis una pierna rota...-inconscientemente miró a la paciente tetrapléjica-Perdón. Sería como si... no tenéis un caballo. Sois libres de pasear por vuestra comarca natal, pero si tuvieseis un caballo podríais galopar hasta la comarca vecina, o puede que aún más lejos, a otro país. Eso es lo que pasa: os falta un caballo emocional, y por eso no podéis ir tan lejos como podríais, pero seguís siendo libres. El Doctor Rehner y yo estamos trabajando para conseguiros vuestros caballos emocionales, pero hasta entonces tendréis que limitaros a caminar por las instalaciones del Sanitarium.

Mi padre... Todavía está vivo. Es un buen hombre. Un hombre admirable. No es tan cercano como mi madre, pero...

Detrás de Heinfronth, el Doctor Rehner tosió desaprobadoramente. El nuevo doctor se puso aún más nervioso antes de contenerse.

Pero volvamos a la terapia. Puede que parezca un contrasentido llevar las máscaras como un colectivo y abrirse individualmente. No lo es. Se trata de colectivizar los valores positivos para vuestra terapia e individualizar vuestras flaquezas. Por ejemplo: no causar problemas es un valor positivo. Cada día véis a pacientes como vosotros, tranquilos, obedientes... Y véis que eso es bueno. Tendéis a imitar ese comportamiento por necesidad de pertenencia al grupo. Pero los problemas que tiene cada uno necesitan soluciones específicas.

Por ejemplo... la amiga de "Henry" y "Roth", está afectada por una esquizofrenia de libro...-el Doctor Rehner tosió, de nuevo reprobatoriamente-Quiero decir... Paranoia psicótica...-una nueva tos del Doctor Rehner interrumpió la exposición-¿Síndrome de don Quijote?

Daclaud Heinfronth se dió media vuelta en su silla buscando la aprobación de Rehner, pero el doctor veterano negó a su nuevo pupilo.

O, por ejemplo, la huérfana...-dijo, tratando de tener mejor suerte-No tener padres suele desembocar en necesidad de aventura. Los llamados "aventureros de manual", suelen seguir ese cliché. La falta de lazos afectivos...

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25/01/2018, 00:01
Doctor Otto Rehner

Disculpe que le interrumpa, Doctor Heinfronth. Es obvio que el cansancio del viaje ha hecho mella en su capacidad analítica. Ha sido injusto por mi parte someterle a esta prueba nada más llegar al Sanitarium.

En cuanto al régimen de visitas... Cualquiera puede recibir visitas. No somos ogros-trató de hacer una sonrisa, que se quedó en mueca-. Y si siguen comportándose igual de bien, pronto podrán salir al patio interior, con el resto de pacientes modelo. Por el momento, se han ganado cenar con el Doctor Heinfronth y conmigo en el comedor de la segunda planta. Síganme.

Un par de enmascarados, de los que habían permanecido en pie durante la sesión, se acercaron para tirar de los brazos de los pacientes sentados y ayudarles a incorporarse. Un tercero empezó a empujar la silla de ruedas de Wichecca. Heinfronth también siguió a Rehner. Al llegar a las escaleras, cogieron la silla de ruedas entre dos. Los pacientes fueron llevados a un comedor en la planta intermedia. Los más experimentados sabían que lo malo estaba en la última planta... pero eso es otra historia. Rehner y Heinfronth se dispersaron a sus respectivas habitaciones, para ponerse una vestimenta más cómoda, un lujo que no podían tener aquellos que solo contaban con la túnica de los pacientes.

De nuevo un grupo de enmascarados hicieron guardia junto a las paredes y la puerta, mientras los pacientes eran sentados en las sillas del comedor. La silla de ruedas de Wichecca presidió uno de los extremos de la mesa. Había platos soperos sobre el mantel, pero no cubiertos. Tan solo una pajita para poder sorber por el agujero que la máscara tenía en la boca. Los tres únicos platos llanos estaban en la cabecera opuesta a la ocupada por la tetrapléjica. Además, dos candelabros encendidos iluminaban la estancia.

Contaron de nuevo el número de comensales... en algún momento, un noveno paciente se había unido a los ocho que recibieron terapia, ocupando uno de los asientos. Había otras tres sillas vacías, correspondientes a los tres platos llanos: para el Doctor Rehner, el Doctor Heinfronth y un tercer invitado que aún estaba por aparecer.

A pesar de las miradas de los pacientes que estaban estoicamente observándoles desde los laterales de la habitación, la falta de doctores presentes hacía de ese momento el idóneo para hablar con libertad, por lo menos antes de que empezase la cena.

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25/01/2018, 06:53
Paciente

Leiath observó con pena tras su máscara el plato vacío que se encontraba frente a ella. Ya no se acordaba de cuándo fue la última vez que comió un buen guiso. La tristeza y añoranza comenzaron a inundar el agotado corazón de la joven y una lágrima le recorrió el rostro. Dio gracias a llevar esa incómoda máscara pues no quería que nadie la viese en su debilidad.

A su alrededor, parecía que todo estuviese preparado para hacerles hablar más de la cuenta, para continuar con aquel teatrillo y buscar alguna razón para torturarles físicamente así como lo hacían ya mentalmente. Solo unos guardas en la puerta no garantizaban que no te fueses a llevar una paliza por hablar. No se llevaba ella una cada vez que, encerrada en su habitación, había orado a Hala? Significaba que estaban escuchando en todo momento, hasta cuando pensabas que no había nadie cerca.

De un tiempo a esta parte había comenzado a meditar en busca de su diosa, contemplaba su vínculo con el Tejido e intentabar perfeccionar su alma para poder acceder a él de alguna otra forma. No podría orar en voz alta, pero ella conseguiría ser escuchada por Hala de una forma u otra.

Cerró los ojos y se concentró en sus recuerdos, en las palabras de Veckna, en el frágil hilo que le unía a una existencia superior...

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25/01/2018, 18:49
Paciente

¡Oh, sí, es el eslabón más débil!- Le quedaba meridianamente claro aquello. El Doctor Heinfronth era un clavo ardiente al que aferrarse. Parecía nuevo y saltaba a la vista que incomodaba a Rehner. Debería tratar de aprovecharse de ello mientras esa debilidad durase, antes de que se encalleciera su alma con el paso del tiempo. Parecía un doctor joven, aún lleno de ilusión por ejercer su disciplina. Quizá hasta bondadoso. ¿Podría apiadarse de su alma?

No, los ogros se lavan más veces al año que lo que nos dejáis.- Para alguien tan sumamente obsesionado con la higiene corporal la vida en el sanatorio era todo un infierno. Había sido esclavo, sí, pero gracias a sus habilidades había ascendido en el escalafón hasta rodearse de sedas, plumas, y almohadones. La vida sin lujos no estaba hecha para él.

Gracias a la nueva incorporación de Heinfronth iban a poder salir de su rutina. Se les permitía cenar con los "Amos". Lo primero que hizo el eunuco fue observar detenidamente la mesa, la disposición de los comensales y la cubertería. Para los internos pajitas, como no podía ser de otra manera, ya que la máscara no permitía otra cosa. Pero allí había tres platos llanos. Platos que deberían ir acompañados de sus respectivos cubiertos. Rehner no iba a comer con las manos como los animales. A parte de eso le picaba la curiosidad sobre quién podría ser el tercer invitado en cuestión. ¿Quién querría comer con esa panda de desquiciados pordioseros?

 

Notas de juego

Me fijo si hay cubiertos junto a los platos llanos, si los traen luego con la comida. También si el material de los platos es cerámico, algo que si se rompe pueda formar una esquirla cortante.

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25/01/2018, 19:10
Paciente

Hermione escuchaba atentamente las palabras del doctor que les estaba hablando Se fijó en toda la gente que había a su alrededor y los contó, efectivamente había 16 personas allí, todas ellas enmascaradas, pero aún tenía duda sobre la pregunta si Harry y Ron estaban allí. ¿A qué ha venido esa pregunta? Luego habló de dos chicos llamados Henry y ¿cómo había dicho? Y en ese momento se dio cuenta de que se estaba refiriendo a ella. Sobre todo cuando oyó lo de "esquizofrenia".

Aquella palabra hizo que la bruja chasqueara la lengua. Pero qué manía con decir que soy esquizofrénica. Lo que ella era es super inteligente, y muy poderosa, una de las brujas más fuertes de todos los tiempos y cuyo nivel de excelencia lo había obtenido en sus primeros años de escuela. Hermione era muy superior en inteligencia a todos los presentes y sabía que ese joven doctor simplemente era un secuaz de El que no debe ser nombrado que le tenía a ella y a todos los demás atrapados.

¡Ja! Quiso decir Hermiones cuando les decían que eran libres. ¿Un caballo emocional? ¡Y una mierda! Pero no quería tener bronca. Ya había aprendido que hacerles ver su error no iba a servir de nada. Cuando uno se daba cuenta de que alguien no quería entrar en razón lo mejor era dejarlo en paz. Y en el mejor de los casos sería seguirles el rollo para poder avanzar en el objetivo que se había planteado para poder escapar de allí.

Pensó que si lograba salir al patio junto a los demás, podría agarrar una escoba y salir de allí huyendo. Era un lástima el odio que le había cogido a ese método de viaje. Vuelo era una de las asignaturas que peor se le había dado en la escuela, pero debía intentarlo y sería la única forma que tendría de escapar si lograba llegar al patio.

Luego les dijeron que les invitarían a comer junto a ellos. Pero aquello no era ni comida ni nada, alimentarse a través de una pajita era ridículo y vergonzoso. Ella estaba perfectamente, podía usar sus manos y masticar con su boca, pero aquella estúpida máscara incapaz de quitársela impedía que pudieran comer con dignidad.

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25/01/2018, 22:20
Paciente

Sonrío ilusionada bajo mi impersonal máscara cuando Cara de ángel se refiere a mí, aunque no sea más que por el sobrenombre de "la huérfana".

—Me llamo Isabela —le aclaro con infantil entusiasmo—, aunque tú puedes llamarme como quieras.

No me hace caso pero me bebo sus palabras como un sediento en el desierto. Tiene toda la razón al decir que estoy falta de afecto y que lo que quiero es vivir una aventura. Con él.

Mi imaginación se desboca y no soy muy consciente de lo que sucede a mi alrededor hasta que unos desaprensivos celadores me ponen las manos encima para obligarme a levantarme de la silla. Lanzo un gritito sorprendido y asustado a partes iguales y por mi cabeza pasan a modo de flashback varias docenas de otros sinvergüenzas que en algún momento me pusieron las manos encima. Sin embargo, el recuerdo tarda tan poco en desvancerse como lo que ha tardado en asaltar mi mente.

Me quedo rígida y temblorosa al temer entonces que mi chillido haya atraído sobre mí la indeseada atención del doctor Rehner y no me atrevo a levantar la mirada para comprobarlo. Me dejo conducir dócilmente hacia el comedor de la segunda planta y más que sentarme, me dejo caer sobre una silla cuando me dejan frente a la larga mesa. Me cuesta medir las distancias con la máscara y a punto estoy de resbalar y terminar sentada sobre el suelo; por suerte, consigo agarrarme a tiempo al mantel y recobrar la verticalidad sin arrastrar tras de mí toda la vajilla dispuesta.

Algo huele de forma repugnante y me doy cuenta demasiado tarde de que ese algo soy yo, sentada sobre mis orinadas ropas. Sin embargo, la pajita dispuesta junto a mi plato no tarda en atraer mi interés y jugueteo con ella entre los dedos mientras me lado los dientes preguntándome para qué los necesito. No recuerdo la última vez que los usé para masticar.

A mi alrededor puedo contar cerca de una decena de fríos rostros sonrientes que evitan cruzar su mirada conmigo. No puedo evitar preguntarme dónde están los demás y por qué no están aquí cenando con nosotros. O, dicho de otro modo, por qué estamos aquí nosotros en lugar de estar con el resto de ingresados.

—¿Alguno sabe dónde estamos y recuerda cómo llegó hasta aquí? —pregunto con candorosa inocencia a nadie en particular, mientras sigo jugueteando con la pajita y maravillándome del modo en que estas manos que no son las mías la hacen viajar de un dedo al siguiente de forma casi mágica—. Yo lo único que sé es que quiero volver a casa.

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26/01/2018, 08:56
Paciente

¿Perezoso? solo conocía a una persona capaz de ponerle ese nombre a una mascota. ¡El perfumista también estaba! Quiso gritar de alegría pero la maga volvió a caer en su soliloquio interno, el no poseer magia era lo peor que le podía pasar. La magia lo era todo para ella, era casi más impórtate que su vida, casi más importante que su familia. Aunque el concepto de familia que tenía la maga era muy distinto al de familia de sangre, su familia era su aquelarre.

Dejo que la condujeran como a una muñeca de trapo hasta el salón y se sentó dócilmente esperando el siguiente acto.  

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26/01/2018, 11:36
Paciente

Onfale se cuido mucho de no sentarse cerca de la tal Isabela, que se había orinado encima. Suficiente tenía con su propia mugre como para aguantar la de otros. Hizo lo posible por colocarse cerca de Leiath y de los únicos platos llanos que en la mesa se encontraban.

- La verdad es que no recuerdo nada.- La voz de Onfale era suave y dulce, más parecida a la de una mujer o la de un imberbe adolescente al que la voz no le hubiese cambiado aún. Costaba reconocer en su tono, así como en sus delicados movimientos, la figura de un hombre. Sobre cómo habían llegad allí no tenía ni idea. Supuso que sería parte de la terapia o algún efecto secundario del tratamiento.- Por curiosidad...¿todas las máscaras que veis son iguales? Veo las vuestras pero no me he visto en un espejo desde que llegué aquí.

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26/01/2018, 13:26
Paciente

Una vez roto el silencio por la voz que en el piso inferior se presentó como Isabela, fomentó que otros se sumaran.

— Yo también veo que todas las máscaras, incluída la tuya, son iguales.

No quiso mencionar cómo llegó aquí, eso poco importaba. Lo importante era cómo salir. Para ello, lo primero era compartir información.

— Uno de los pacientes mencionó un día que había un palomar escaleras arriba. Estaría bien poder verlo.

No dijo más, por los enmascarados que, en silencio, les vigilaban. La frase era lo suficientemente explícita como para que los demás entendieran las posibilidades de ese palomar: desde mandar un mensaje de petición de auxilio a descolgar una cuerda por la que bajar.

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27/01/2018, 11:24
Paciente

Aire asintió contenta de que el doctor Heinfronth tuviera un padre bueno. Quizá no tan cercano como parecía que él necesitaba, pero al fin y al cabo, era bueno. Quiso decirle que el otro doctor no le valdría como padre, porque sí que era un poco orco, pero algo la dijo que si pronunciaba en voz alta esas palabras terminaría por llevarse un golpe, una descarga o cualquier cosa. Y tenía que mantenerse firme, algo en ella se lo decía.

Se levantó y siguió a los demás. Al salir al pasillo, miró en todas direcciones. ¿Dónde estaría Aristóteles? Se mordió el labio inferior, preocupada. No entendía por qué se lo habían tenido que quitar. Él no había hecho nada, sólo quería estar con ella. Resopló sonoramente y continuó su camino hasta el comedor donde habían sido invitados.

Se sentó sin preocuparse quién estaba a su lado. Al fin y al cabo, no podía distinguir a nadie, así que daba igual comer con conocidos o desconocidos. Cogió la pajita y empezó a soplar por ella para divertirse. Pero no tardó en darse cuenta de algo que la faltaba.

¿Aristóteles tampoco cena conmigo esta noche? Porque él necesita una silla más alta, una trona. Si no se va a caer, que es un poco torpe dijo, mirando a todos lados, pero sin encontrar lo que buscaba Pues vaya, hace mucho que no le veo dejó la pajita en la mesa y se cogió las manos.

Yo tampoco recuerdo cómo llegué aquí. Seguro que Aristóteles no tuvo nada que ver, de eso estoy convencida.

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28/01/2018, 15:48
Doctor Otto Rehner

En el pasillo se escuchó el ruido de los ruedines del carrito que traía la comida, pero no llegó a entrar en la habitación, a la espera de que llegaran los dos doctores. Lo hicieron casi a la vez, y el Doctor Rehner tomó asiento en la cabecera de la mesa, mientras el Doctor Heinfronth se sentaba a su izquierda.

Entonces entró el carrito, y el enmascarado que lo empujaba dejó un juego de servilleta, cuchillo y tenedor sobre los tres platos llanos, de cerámica, al igual que los platos hondos que tenían los pacientes sentados a la mesa. Había dos ollas sobre el carrito... Una de ellas tenía guisantes y jamón asado, y con cucharón y espátula el enmascarado sirvió esa comida en los platos llanos. La otra contenía un mejunje insípido, más espeso que una sopa, pero lo suficientemente líquido como para poder sorberlo por la pajita.

Una vez todos los comensales fueron servidos (los pacientes con aquel caldo, y los médicos y el plato del asiento vacío con jamón asado y guisantes), el enmascarado se llevó el carrito con su característico traquetear.

Bueno, supongo que tendrá muchas preguntas, Doctor Heinfronth...

En cuanto el cuchillo de Rehner empezó a cortar la carne (sin bendecir siquiera la mesa), uno de los guardaespaldas enmascarados abandonó su posición junto a la pared para sujetar la pajita de Wichecca, la enana tetrapléjica.

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28/01/2018, 16:04
Doctor Daclaud Heinfronth

Snif, snif...-olisqueó el olor de la orina de Isabela en el aire, algo a lo que el Doctor Rehner ni siquiera prestó atención-Ehm... Sí, por supuesto. Aún no he tenido tiempo de ver las instalaciones. Ando un poco perdido...