Partida Rol por web

Subiendo la montaña entre la blancura se encontraba un kobold agazapado debajo de su capucha moviéndose instintivamente guiado por las figuras que le acompañaban. Desde dentro de su túnica una humareda inconfundible le acompañaba y le distinguía como Klucky el consejero.

Un pequeño canuto con la forma chamuscada del dedo de un kobold cayo en la nieve, resbalando desde dentro de la túnica de Klucky. El Consejero se agacho a recogerlo justo en el preciso momento en el que la primera de las bolas blancas pasaba disparada cerca de donde antes se encontraba su cabeza. Extrfañado y aún agachado en una posición muy vulnerable, con una sagacidad y unos reflejos felinos que serían la envidía de cualquier caracol el consejero frunció el ceño aún dentro de su capucha y haciendo desaparecer el canuto dentro de su capucha se incorporó para ver como otra de esas bolas blancas rebotaba a su pies y se perdía en la balncura de todo aquel lugar.

Sus compañeros corrieron de allí para acá y la pequeña figura completamente encapuchada siguió caminando mas o menos en la dirección en la que caminaban todos. Ascendió hasta un lugar donde un kobold que le recordaba a alguien les esperaba. Al fondo vio la aparición de una lagarta arrugada de color rojo imposible. De ese mismo color que el recordaba haber visto tantas veces en sus viajes. Le hizo el mismo caso que a todas aquellas imágenes que había visto en iguales circunstancias mientras movía su capucha ligeramente para atrás, mientras acercandose al costado de Slorbo le dijo.

-Oztia kolegui. No puedo evitar teneh eza zenzazión de ke me eztoy perdiendo algo zabezh. Ez komo zi el mundo alrededor se hubiera vuelto de kolorez maz vivoz. Yo juraría ke la ultima vez ke vi la tierra no era blanca kolegui- derrepente abrió los ojos todo lo que la pesadez le permitía en ese momento y recogió algo de aquella arenilla blanca -Hala! ez komo zin una nube huvieze kaido o nozotgroz eztuviezewmoz kablagando entre ellaz kolega! JOE! ezto ez la leche! kukukukukuku!

Y allí se quedo plantado contemplando la nube entre sus manos mirando sin mirar y oyendo sin oir. Como ido.

Enterrado bajo un montón de equipo y un Cú-cú, las delgadas patitas de Slorbo temblaban como si se fuese a hacer pipí.

No... puedo... hablar... Debo... aguantar... Ze me ezcapan... laz... fuerzaz...

El humo de la exhalación de Klucky, a su lado, flotó como una nube de tranqui tronco hasta la cara de Slorbo, haciéndole toser. Y a pesar de todos los contratiempos, pasito a pasito, la enorme pila de material se iba aproximando a la cueva.

Bien. Y ahora que habéis entregado vuestras armas, ¡estáis a mi merced! MUAHAHAHAHA... Ah, no, espera, que os había invitado yo. Pasad, pasad. Sois bienvenidos.

En el interior de la cueva había un cráter con agua hirviendo, y todos los Mascapájaros se acucrrucaban a su alrededor para entrar en calorcito. Slorbo se quedó enterrado debajo de las cosas de todos en general y del culo de Cú-cú en particular, ahí, en una esquina. En poco tiempo en torno al geiser, los kóbolds fatigados entraron en calor. Mientras, en el exterior, el asado de caballo ya estaba listo, y muchos Mascapájaros traían bandejas con carne que ofrecían a los kóbolds extranjeros. Habían levantado mucha espectación, por lo que se ve.

También hubo espectáculo de sombras. Uno de los kóbold subió hasta un alto, y colocó allí una destartalada linterna sorda, a la que proveyó de aceite, proyectando un foco de luz en la pared opuesta.

Érase una vez... una tribu de kóbolds que vivían en las montañas. Se llamaban a sí mismos los Mascapájaros, porque su dieta principal estaba basada en los pájaros que cazaban montaña abajo, en el valle de Percha de Cuervo. Vivían en paz y harmonía, y en ocasionales fiestas, bajo el mando del Jefe Roegorriones.

Un día, llegó al valle un malvado ogro, o por lo menos caótico neutral, llamado Papá Picacarne. Le acompañaban su hija mestiza Mentecata, y una jabalí escupidora de fuego, llamada Princesa Cortezas. Se notaba, por la elección de los nombres, que Papá Picacarne le tenía más cariño a Princesa Cortezas que a su propia hija. El Jefe Roegorriones fue al valle a librar a los Mascapájaros de la terrible amenaza de Papá Picacarne... Jamás regresó.

Con un sistema monárquico-parlamentario, a la muerte del Jefe Roegorriones se proclamó sucesora a su hija, la Jefa Muerdecaperuzas. Muerdecaperuzas organizó una expedición de rescate, pero fue aplastada por el gigantesco Papá Picacarne. A la vez, el ogro se iba asentando y arraigando más y más en el valle. En ese tiempo, reunió a muchos animales y se montó una granja. ¡Maldito ogro latifundista, la tierra pertenece a la clase trabajadora!-ahí le salió la vena roja a la kóbold roja.

Siguiendo la linea de sucesión, llegó el turno de ser Jefe al primo de Muerdecaperuzas, el Jefe Labios de Pluma el "Breve". Su reinado fue intenso, tuvimos que darle con la vara varias veces para que, entre lágrimas, no le quedase más remedio que ir a vengar a los anteriores jefes y a expulsar al ogro, la semiogra y toda esa recua de ganado. Tampoco volvió. Los Mascapájaros decidieron que lo que fallaba era el sistema político, abolieron la monarquía y se pasaron a una república parlamentaria representativa, en la que todo el gabinete de gobierno tenía el tratamiento de Jefe. Pero como ningún Mascapájaros quería ir a expulsar al ogro, nadie se presentaba como candidato, y las sucesivas elecciones eran declaradas nulas.

¿Quienes se atreverán a presentarse a las elecciones para convertirse en jefes de la tribu de los Mascapájaros, echar al ogro y tener papeo gratis para el resto de sus vidas?

La luz de la linterna sorda se apagó, entre aplausos de los Mascapájaros por la representación de la Sabia Momia. La chamán se unió al resto de kóbolds en torno al geiser calentito.

Puessss... Esto es muy violento de tratar, no sé cómo decíroslo. Slorbo, Smolarek, Rashud, el fumetas ese y el otro que habla escupiendo, debéis saber que los Mascapájaros tenemos unas estrictas leyes de anti-emigración. Así que después de haber comido, no vais a poder quedaros en la tribu...

Claaaaro queee, un suponer, si alguien llegase a convertirse en Jefe de la Tribu, podría modificar las leyes y entonces sí podríais quedaros con nosotros...-guiño-¿Pero quién lo haría?-guiño, guiño.

Cú-cú salió con sus armas y equipaje de montón de sobre slorbo, no entendía porque sus compañeros no se habían subido también, puesto que las fauces y garras de un kobold también eran garras, se acercó rascándose la cabeza con su maza y tal vez por una vez pensó antes de hablar y actuar guardando su arma.

- ¿pero tu no eresh la jefa? Entoncesh ¿no tendríash que ir a luchar tu? Y shi no eresh la jefa, no nosh puedesh expulshar ¿no? Pero lo másh importante, shi te declarash jefa y ordenash a,... mmmm por ejemplo, Chlorbo a casharshe contigo antesh de ir a luchar, Chlorbo shería el jefe que tendría que ir y podría obligarnosh a acompañarnosh en shu cruzada a cambio de alijo, mmmmm y no she, algo en mi plan no me guchta,...

El pobre definitivamente no piensa olviden los lectores lo que decía (facepalm),

¿Jefa? No-no-no-no... Yo soy "Staff Management Shaman", ocupo un mero cargo de asesoría. No soy Jefa. Tampoco puedo casarme, porque ahora estoy infecunda y yerma como la mente de caca de ese kóbold de ahí-señaló a un kóbold de los Mascapájaros que estaba tratando de comer la carne de caballo por la nariz-, no podría darle al señor Slorbo los huevos y la vida familiar que un joven lozano como él se merecería. No tiene sentido casarse si no es con fines reproductivos.

Las leyes son de obligado cumplimiento para todos, y símbolo de civilización. Es lo que nos diferencia de los orcos y los abogados, sin leyes no seríamos mejor que ellos. Por ejemplo, vosotros estáis aquí porque hay una ley de los Mascapájaros sobre la acogida de kóbolds foráneos que logran llegar vivos a nuestro campamento antes de que les matemos. Y ese tiempo de acogida no es indefinido, la misma ley obliga a echaros... Y no hace falta que nadie lo ordene, todos somos cumplidores con la ley, y todos, en una sana y democrática turba, os daríamos la patada para expulsaros de la tribu.

- posh que shoshos que shon losh d'aquí, en nuechtra tribu los apalearíamosh, lesh haríamosh currar en lash cuadrash del chillón un par d'añosh y ale, pa'entro - cú-cú pensó en voz alta y clara, según leyes lamesapos "si el jefe no lo ordena duerme hasta que de apedreado el techo truene", y los lamesapos siguen muy fielmente los dichos legados como legendarias leyes de esas de tener en cuenta.

Se sentía en la obligación de enseñar los sabios y serios dichos lamesapos, ¿pero como? Esos incivilizados comían carne de caballo, un animal famoso por comer 99 cabezas kobold al día y cagar 2 o 3 kobols con cabeza de caballo, el nunca comería carne de un ser tan peligroso,... no obstante el jamonaco que tenía entre las manos era diferente, los jamones de caballo no eran carne ¡eran jamones! ¡JA! hasta ese enorme punto llegaba su gran inteligencia, y joer que rica car.. n... jamón.

- oe, una duda, shi matamosh al bicho eshe, puedo ensheñar a tosh losh d'aquí, coshash shabiash de la tribu lameshaposh, y ¿pasharíamosh a sher la tribu mashcapajarosh deshde'ncima d'un shapo? ¡Shi esh ashí mola! Ensheñaría a tosh el hechizo hazte bolita, y el corre en círculosh, que me legaron papá y mamá,...

Los ojos de Rashud brillaron de pura avaricia por un instante. Jefe de la tribu, allí estaba la senda a seguir. No era una tribu especialmente grande ni con muchos recursos, pero bajo una dirección sensata, tal vez se podrían hacer cosas interesantes con ella... como someter a otras tribus para unirlas todas bajo un poderoso estandarte que haría que el temor se adueñara de todo ser con uso de razón... El rostro de Rashud mostraba unas fauces entreabiertas y mirada ensoñadora.

-Sin ningún problema, nosotros somos los kóbolds que buscas, no hay nada que no podamos hacer... por el bien de nuestros futuros hermanos de clan.

Klucky se acurrucaba alrededor del calor escuchando expectante todo lo que sucedía. Tal como había previsto ahí fuera el viaje que la falta de oxigeno y el exceso de yerba le estaban provocando alucinaciones que parecían sacadas de una película. Klucky se había acurrucado con su cola alrededor de sus piernas para disfrutar del espectáculo. De su mochila sacó una mazorca de granos putrefactos que lanzó al fuego entre algo de humo y chisporroteo. De ahí de vez en cuando alguno de los granos explotaba y caía en forma de copos de algodón.
 los anfitriones completamente sorprendidos cogían aquellos copos blanquecinos y miraban entre sorprendidos y completamente subnormales a los recien llegados como diciendo ¿esto se come? Y efectivamente Klucky, haciendo honor a los Kobolds de los pantanos, se quedó en su sitio esperando a que alguno de los copos cayesen suficientemente cerca para cogerlos al vuelo estirando su lengua de forma desproporcionada.

El sabor a maíz chamuscado fue inmediatamente un éxito y klucky bautizo aquellos copos como "palomitas" en honor a sus anfitriones. Mientras cogía alguna de aquellas "palomitas" de maíz al vuelo gracias a su larga y habilidosa lengua lanzaba miradas llenas de significado a su alucinación particular, la shamana de rojo.

—Zi hay ke ir a ajuztarle laz tuerkaz a akel maromo ke zea por ganar el favor de un fina lagarta— decía a Smoralek, a quien tenía al lado, como intentando instruirle en las artes de el amor.

La palomita que había volado a la lengua de Klucky estaba muy caliente, como recién salida del fuego, pero aquellos kóbolds que fueron pacientes, o soplaron para que enfriasen, descubrieron un sabor nuevo. Algo soso. Y aunque como aperitivo para ver espectáculos de sombras tuvo su éxito, entre los Mascapájaros se hizo más popular el juego de "tapa la nariz con palomitas y sopla por la nariz".

Bueno... Zupongo que zi todoz zomoz Jefez, y todoz vamoz a luchar, no tengo porqué morir. Yo me apunto.

Estupendo, formalicemos los trámites y en breve hasta el kóbold que escupe al hablar podrá ser Jefe encima de un sapo. Primer paso: recogida de avales. Debéis dirigiros a tres kóbolds distintos, de la tribu Mascapájaros, no entre vosotros. Porque entre vosotros no vale, porque todavía no sois mascapájaros. Les señaláis con el dedo, le decís la frase "tírame del dedo", y si tiran os cagáis un pedo. Necesitáis tres pedos. Si cuando os tiran del dedo no sale el pedo, no cuenta como aval.

A veces estos Mascapájaros se pasaban con la burocracia. La Sabia Momia les siguió explicando, y les llevó hasta un mural con las marcas de patitas en varios colores. Había varios calderos en una esquina, que a una señal los Mascapájaros les acercaron.

Segundo paso: pegada de carteles. En el muro sagrado electoral figuran las huellas de todos los kóbold que en el pasado fueron Jefes. Al pasar de la monarquía a la república hemos reutilizado el muro, y ahora también estarán representados todos los candidatos a las elecciones. En cada caldero hay una papilla de "algo". Por ejemplo, lo verde es pasta de gusano. Lo blanco es caca de gaviota. Lo rojo es pulpa de frutos del bosque. Y así con toda la amplia gama de colores que el ojo de un kóbold puede distinguir: nueve. Elegid el color que más rabia os dé, metéis las manos en los cubos para que pringuen y ponéis la palma en el muro sagrado electoral.

Tercer paso: jornada de reflexión. Os llevamos fuera, os vendamos los ojos, soltamos unas gaviotas y tenéis que dispararles flechas sin ver. Hay un cuarto paso llamado "recuento de boto" y un quinto llamado "cáterin en la sede del partido", pero eso ya si tal lo vemos más adelante.

Pasó el tiempo. Algún pedo por aquí, algún pedo por allá... y unos minutos después estaban fuera de la cueva. Vendaron los ojos a los cinco contendientes, con sus armas en la mano. Lo último que vieron es estar en un claro de un bosque, con los Mascapájaros más curiosos haciendo de público, entre los arbustos, subidos a las ramas de los árboles... También había tres jaulas, cada una con una bandada de gaviotas.

¿No veis nada, verdad? Bien. De eso se trata. Varios kóbolds moverán las jaulas, y las abrirán para que la bandada de gaviotas salga volando. Aquel que le de a una gaviota de la primera jaula, consigue dos votos. Abriremos la segunda jaula un poco más lejos, y será más difícil de escuchar, así que los que logren darle a uno de los pájaros de la segunda bandada, ganará cuatro votos. La última jaula se abrirá más lejos. Quién le pegue se llevará seis votos.

¿Preparados...?

¿Listos...?

¡¡¡YA!!!

Se escuchó así, como varios aleteos, en la dirección de la mano con la que te sacas los mocos.

¡pringue de gusano verde! Vaya, mamá kobold le había dado tantas papillas de oruga tocha marrón que era casi lo mismo. Escogió el verde sin pensarlo dos veces, y corrió a que le taparan los ojos, eso era como el juego de la "ranita pega" en la que te tapabas los ojos y corrías a aporrear a todo el mundo.

Lo que era diferente era eso de disparar sus dardos, cosa que estaba chupado, aunque no las llegara a escuchar, bastaba con olisquear y notar el olor de su culo.

Cuando soltaron las más cercanas, era imposible no escucharlas, pero cú-cú se concentro ignorando tanto ruido y olisqueando el aire, disparó al culo de la primera gaviota. La segunda bandada, fue más de lo mismo, mucho ruido a ignorar y olisquear el culo de gaviota, y sin duda fue pan comido. Pero el último grupo, se puso en modo silencioso, cosa que no importó mucho, cú-cú olisqueó, y,... disparó su tercer dardo al culo lejano de gaviota, esperando no fallar.

Rashud sentía una gran impresión en sus tripas, esa gran posibilidad de ostentar el mando, esos delirios de grandeza que siempre había albergado en su interior pugnaban por salir, por sealizarse... una gran sensación de hambre... como si incluso fuera capaz de devorarse a sí mismo de dentro a fuera. Sin lugar a dudas una sensación desvordante.

El primer paso fue solo un trámite. Con sus encantos logró que las kóbolds a las que pidió que le tiraran del dedo no puedieran negar, regalando promesas con su mirada lujuriosa de intensos momentos de pasión.

Ante el segundo paso, el joven kóbold contempló el muro y los potes los calderos... nueve colores no eran muchos, rápidamente dos marcas se podían llegar a confundir entre ellas... y él, evidentemente, no podía ser tratado como uno más. Por Kurtulmak que tenía que hacer algo. Así fue como se acercó al potinge negro abrió la mano en paralelo con el suelo, vantando ligeramente los dedos hacia arriba tanto como pudo y embadurnó su palma de color negro. Luego se acercó al caldero morado y sumergió los dedos, y sin pensarlo dos veces plasmó su zarpa contra el muro dejando una singular marca, negra en el centro con los garras moradas saliendo de él. Satisfecho de él mismo.

Finalmente caló el primer cuadrillo en la ballesta ligera, con los ojos vendados, y dejó que sus ansias de poder se adueñaran de él, era su posibilidad de ser jefe, y no la dejaría pasar.

Zas

Fuf

Chack

Bandada tras bandada, el correoso kóbold alcanzaba un pájaro con su ballesta, parecía como si el mismo Kurtulmak guiara su ballesta.

Me dirigía a elejir el color mientras pensaba que hacer si fuera ..... Jefe.....
-"Rojo, color bonito....como fuego....aunque fuego tener muchos colores....amarillo, naranja...ummhhnnnn. Como un arco iris de fuego."
-"Rojjjooo....Coff, cofff." dije al guiñar un ojo a la asesora de Rojo.
La tos seca fue provocada por un extraño picor en la garganta, quizas por las bolitas blancas frías que no se podían comer o por el humo sabroso y oloroso que tampoco se podía comer; sí; ese extraño humo que salía de la capucha de Kluky....o ambas cosas.
Probé el color rojo antes de firmar.
Me puse preparado con el arco y con los ojos vendados, empecé a disparar.

-"¿Le daré a alguna?." pensé.

¡Aaaaay!

¡Jornada de reflexión concluída con éxito! ¡Ya podéis mirar!

Y lo primero que vieron fue al Consejero Klucky con un virote de ballesta clavado en el pompis, allí dónde la cola pierde su nombre. La Sabia Momia Peleadura se acercó a cada uno de los contendientes.

Tú, Slorbo, no le has dado a las dos primeras gaviotas por muy poco... pero es que el tercer disparo fue patético. ¡CERO VOTOS!

Tú, kóbold fumeta, no has dado ninguna gaviota. En serio, pésimo. Kurtulmak ha llorado lágrimas de sangre por tu actuación. ¡CERO VOTOS!-dijo a Klucky, sin darle una explicación del virote en su trasero.

Tú, kóbold que escupe al fumar, has disparado muy bien. Casi le das a la primera gaviota, fallando por un pelo de culo de orco. El segundo dardo dió de pleno a una gaviota que se fue dolorida. Pero el último lanzamiento... se perdió en unos matorrales en el quinto pino. ¡CUATRO VOTOS!-dijo a Cú-cú.

Tú, Smoralek, eres el único que acertó a la gaviota más lejana. Y también acertaste a la más cercana. Pero la soltada a media distancia ni te acercaste: la flecha casi le da a un kóbold entre el público. Bastante impresionante. ¡OCHO VOTOS!

Y por último, mi estimado Rashud, vas encabezando las encuestas. Le diste a las dos primeras gaviotas... y aunque no acertaste a la última... jejejeje... fue muy gracioso. ¡NUEVE VOTOS!

A continuación, los candidatos fueron llevados a la siguiente prueba: el recuento de boto. Les dieron a cada uno un par de botas de humano, gigantescas en sus pies chiquititos. El escenario ocurría sobre un riachuelo de agua helada. Los kóbolds Mascapájaros habían puesto postes en el suelo, unidos a diez pies de altura por unos tablones de aspecto endeble. En algunos de los postes había estirges atadas con un cordel al poste, de modo que solo pudiesen picar a las criaturas adyacentes a los postes.

El recuento de boto consiste en caminar por los tablones y aplastar estirges, que son esos mosquitos grandes rojos de ahí. Podéis pisarlos, podéis atacarles con armas cuerpo a cuerpo o aplastarlos con las palmas de las manos. Por cada estirge que matéis, ganáis dos votos. Si caéis al agua, quedáis descalificados. El desafío termina cuando todas las estirges han muerto o cuando todos los kóbolds menos uno han caído al agua. ¿Alguna pregunta?

Cú-cú va a toda prisa a recuperar sus dardos antes de la siguiente prueba, pero uno se lo llevo una de esas gaviotas de recuerdo, que mal educadas, quitarle un dardo a un kobold.

Luego les dirigieron a un sitio con agua y tablones, y les dijeron lo que tenían que hacer, cú-cú, lo primero que hizo, fue preguntar si valía utilizar los dardos, aun que cogió su pequeña maza y su escudete para enfrentar a esas temibles criaturas.

Sin dudarlo camino por aquellas tablas hacia el bichejo de un poco más abajo como si le sobraran veinte o treinta pies por cada lado, eran tan firmes para él y tan anchas para sus aferrantes patitas que avanzó sin ningún miedo por caer,... eso de saltar seria otra cosa.

Se encaró ante la primera bestia y no dudó en intentar darle un mazazo, pero el maldito bichito se movía mogollón y se enzarzó en un complejo paso doble, un baile que estaba improvisando junto a aquel espécimen, dentro del margen de su atadura.

Rashud sonríe lobunamente ante la observación de Sabia Momia y su puntuación, iba en cabeza, los augurios eran buenos para alzarse con el premio.

Luego vino la explicación de la siguiente prueba y ante la pregunta de Peleadura, Cascopincho comentó:

-Tengo otros medios para atacar, por la gracia de Kurtulmak puedo machacar a esas estirges sin necesidad de armas. Será como matarlas con la palma de la mano.

Pero sabía en su fuero interior que de reaccionar de esta manera, usando sus poderes oscuros, no le serviría para puntuar en esta prueba. 

A diferencia de los demás antiguos Lamesapos, Rashud hizo la prueba vistiendo su armadura tachonada de púas impresionantes, había dedicado muchas horas a estar con ella y con el tiempo esta se había adaptado a la anatomía del kóbold, no representaba impedimento alguno para moverse.

Una vez situado ante un tablón, conociendo sus escasas habilidades marciales con las armas mundanas, decidió poner las cosas fáciles y se acercó a la pasarela que tenía al lado, donde se podía ahorrar el salto, no hacía falta complicar las cosas, a no ser que el resto fueran unos completos inútiles, difícilmente él tendría ocasión de acabar con más de una estirge...

Con un centro de gravedad bajo, el kóbol logró llegar hasta el bicho atado al estremo de la pasarela y le lanzó un lastimero ataque con su daga... su torpe y débil golpe pasó lejos de su objetivo.

Klucky se había quedado un poco atrás y la verdad es que no sabía como —Pero zí haze un momento eztaban aki mizmo kolega— fué lo único que atino a decir cuando la momia roja hizo su dictamen. Se arrancó el virote del culo para limpiarse lo dientes y lo volvió a dejar ahí, por que lo que esta quito y no molesta, se le deja quieto.  Al final temrinaron por asignarle el blanco de cagadas de gaviota, sobretodo por que las gaviotas se cagaron en el mientras volaban hacia la libertad.

—Kardi tú, ezto komo era?— se preguntaba a si mismo el kobold porreta mientras intentaba recordar como se nadaba a la orilla del riachuelo. Ignorando completo el zumbido de las alas de los mosquitos infernales y el chapoteo de las maderas contra el agua.

La explosión cerca de Smoralek le sacó de su hilo de pensamiento, cosa que no era muy difícil puesto que Klucky tenía un deficit de atención bastante preocupante. La parte buena es que recordó gracias a eso que no estaba aquí para nadar, sino para saltar como un gato y matar mosquitos.

—Anda, puez para ezo tengo yo un repelente ke haze milagroz— se dijo como apra si mismo mientras rebuscaba entre sus macundales y yerbajos alguna de sus setas mágicas. —No lo enkuentro ¡golondrínaz!, pero ezta ramita de nébeda valdrá—

Al ingerir la ramita el cuerpo de Klucky empezó a experimentar uno de esos cambios de teletienda. Der repente le salio barba, todas sus cosas se fundieron en una maraña de pelamen que se le encajó en la espalda. Sus manos encalladas por las quemaduras de sus emplastes se tornaron en garras y su mirada de kobold completamente en la nubes se convirtió en una mirada de gato en babia.

—Vale, ahora ziiiiii.... roooaaaaaaaaaaarrr!!!

Con un pequeño salto el gato-dragón que antes era un kobold porreta se deslizó por ambas pasarelas con una actitud felina y mucha gracia. Sin muchos problemas se plantó al lado del mosquito y con sus garras intneto atraparlo en el aire. ¡ZAZ!  Pero junto sus garras y calló sobre la madera mirando muy concentrado si había logrado atraparlas, pero justo al abrir las manos pudo observar como allí no había nada.

La siguiente prueba no me gustaba nada. 

-"Tener que pasear por un tablón en medio del agua. ¿Qué pasaba si me caía al agua? ¿me tendría que lavar, aprovechando el chapuzón?.....si eso haría. Una oportunidad como esta no se presenta todos los días." pensé mientras sacaba mi Rajaperros.

Situándome al principio del tablón empiezo mi andadura como si de un baile humano se tratase.

-"Ay....Ay...Vamos a bailar.....un pasito pa´lante....otro pa´sito ...pa´trassss....olé." me detengo y saludo al público mientras mantengo el equilibrio gracias a mi "talento" para bailar.

Continúo hacia delante con algo de gracia y salero. Mucho más seguro que al principio, aunque me queda lo más difícil: saltar.

-"1,2,3.....seguimos pa´lante ... pa´lante" con un ritmo pausado y armónico doy unos pasitos más y me coloco que en el extremo del tablón, dispuesto a saltar.

Con un pequeño salto y balanceando mi cuerpo hacia delante y atrás para no caer al agua, consigo mantener el equilibrio.

-"ou...ou....Agua fresquita no quiero aún..." canto mientras giro los brazos como si de un molino de viento se tratase.