Partida Rol por web

Piiiiiiii...

Lo sentimos. El mensaje que ha grabado supera la longitud máxima permitida.
De enviar el mensaje, solo se transmitirán las veinticinco primeras palabras del mismo.
Para volver a grabar el mensaje, pulse uno.
Para volver a escuchar el mensaje grabado, con las veinticinco palabras que serán transmitidas, pulse dos.
Para enviar el mensaje tal y como está, pulse tres.
Para borrar el mensaje y no enviar respuesta, pulse cuatro.

Pacientemente, con uno de sus largos dedos, de uñas casi perfectas, pulsó el uno para rehacer el mensaje. De paso aprovechó mejor para responder a lo que Leiath les había preguntado.

- Venid a buscarnos.Tras la puerta metálica, celda más alejada. Traed nuestras cosas. Si podéis al niño también, corre peligro. Esperó a que el mensaje se mandara.

La voz femenina trajo de vuelta a Jadewo, abriéndo los ojos de par en par, hasta que dió con la imagen traslúcida de la mujer de pelo oscuro.

-¿Son malvados? ¡¿Corruptos?! -Dice mirando al hombre del pelo negro y de nuevo a la imagen de la muchacha. 

Ese era un asunto delicado, la mala gestión, los tiranos en el poder, solo podían acarrear desgracia y hacer gentes de bien se sumieran en el caos de la rebeldía en oposición a la tiranía, por eso era importante frenar sus pasos. De ser así.

-¿Y Evea? Pudes preguntar más.- Dice mirando claramente al hombre de pelo negro.- Pregunta si Evea está con ellas. 

Al igual que todos los presentes en la celda, Tybalt se sorprendió por la aparición de una imagen de la profeta de Hala, de Leiath. No menos sorprendente fue el contenido del mensaje pues, mientras los hombres esperaban obedientemente a que un alguacil anónimo tomase una decisión, las mujeres se armaron de valor para tomar la iniciativa y procurarse su libertad. Toda una lección de valentía y determinación de la cual deberían aprender aunque, de hacerlo, seguramente ninguno lo reconocería. Después de todo, esperar también es una estrategia, ¿no? 

Onfale enseguida se apresuró a responder. Hizo falta sintetizar el mensaje, pero el perfumista pudo transmitir todo lo necesario. Tybalt asintió ante su propuesta para adelantarse por el túnel. -Ve con cuidado. Te seguiremos en cuanto lleguen.- Por otra parte, Jadewo también reaccionó, por fin, ante la aparición de la bruja. -Vaya, así que después de todo sí que tienes sangre en las venas.- Le dijo con cierta socarronería al verlo alterado. -No te preocupes por Evea. Hala es una diosa bondadosa y Leiath es su más ferviente seguidora.- Esperaba que sus palabras fuesen suficientes para tranquilizar al paladín. Acto seguido miró hacia Cucaracha. -¿Y tú, qué vas a hacer? Has estado esperando tu oportunidad, ¿no?- Realmente no importaba demasiado si decidía unírseles o no. Los guardias ya tenían sus nombres y seguramente no tardarían en tomar sus represalias; a menos que Leiath, Flame y Alice ya se hayan ocupado de ello. Fuera como fuese, lo importante era salir de allí.

- Hammm, ¡Vishuddha mouna!- El mago señaló con el dedo a Tybalt y Jadewo de forma que pudieran escuchar su voz como si estuviera justo detrás de ellos, susurrándoles al oído con su cálido aliento. Un instante después tenía una daga en la mano diestra y se escurría por el pasadizo de Cucaracha hacia las alcantarillas.

Jadewo mira como el hombre se quiere escurrir por el pasillo arma en mano.

-Dudo de que las chicas hayan tenido ocasión de encontrarse con un túnel parecido a este y que conduzca al mismo sitio. Propongo desandar el camino que nos has llevado hasta aquí.- Dice señalando la puerta.- La puedo abrir. Eso nos conducirá al sitio donde está nuestro equipo.

Y acercándose a ella pronuncia con autoridad.

-¡Creo Terram!- De los dedos del joven aparece un leve chorro enfocado hacia el pestillo que afianza la puerta en su lugar. Al instante un leve hilo de humo corrosivo se desprende del hierro acompañado por un shhhh.

- Piensa un poco.- Le dijo Onfale a Jadewo antes de bajar hacia las alcantarillas.- Ya sé que ellas no estarán por aquí pero por aquí saldremos todos.- Dejó que el extraño humano reflexionara un poco antes de continuar.- Haces bien en abrir la puerta pero si salimos por las alcantarillas será mucho más discreto.- Iban a necesitar discreción ahora que iban a ser proscritos.- Sobre todo si logramos hacerles creer que salimos forzando la puerta, como has hecho.- Le guiñó un ojo acompañado con una dulce sonrisa.

Jadewo miró al interlocutor, tras un instante.

-Depende de como hayan logrado reducir las chicas a los guardias. Si lo han hecho sin ruido, cosa que creo por que no hemos escuchado nada nosotros. Es de esperar que los otros guardias no estén al caso tampoco. Podríamos salir por la puerta aparentando normalidad.

Mirando al agujero.

-Pero no está de más tener una segunda opción. Explora el principio del agujero, mientras las busco a ellas.

Cucaracha miró a Tybalt y se rascó su huesudo pecho, meditabundo.

O sea... a ver si lo he entendido bien. Vienen chicas. Después de treinta o quizás cuarenta años aquí metido, vienen chicas. ¿Y sabiendo que vienen chicas, justo os entran las ganas de escapar? Puesssss... No sé qué queréis que os diga. Quizás deberíamos posponer la fuga para mañana. O pasado. La chica que apareció en la imagen... ¿sabéis si tiene una hermana mayor?

Onfale recibió esas palabras cuchicheadas directamente en su oído cuando ya estaba en las alcantarillas. Usando un mudra para manipular su chakra, conjuró la luz, por ejemplo, sobre la daga. La tubería se prolongaba a izquierda y derecha. Por la izquierda, llegó a un acantilado desde el que se escuchaba correr el agua, como en cascada. Es probable que al fondo se pueda aterrizar sobre una segura piscina de aguas fecales, pero estaba demasiado profundo para que la luz se lo mostrase. Por la derecha, llegó a una sala rectangular, con tuberías. De la sala partían pasadizos a izquierda, derecha y al frente.

Jadewo lanzó una ráfaga continua de gotitas de ácido contra la cerradura, y dejó que esa densa y viscosa capa verde burbujeara en el metal. En breve sabrían si el ácido había sido lo suficientemente potente como para perforar la cerradura...

- Esto es un laberinto.-Dejó que su susurro volara y llegara hasta sus compañeros.- Pero parece seguro.- Su voz se veía enmascarada, señal de que había vuelto a hacerse un velo con las oscuras ropas para tapar boca y nariz.

Riiiiinch...

Con un chirrido lastimoso, la puerta de barrotes se abrió dejando paso al pasillo. Sin embargo, aún quedaba una segunda puerta, esta maciza, pero con seguramente la misma cerradura de ancho y material, y a Jadewo solo le quedaban tres salpicaduras más. Tras esa puerta el pasillo se prolongaba con dos celdas de máxima seguridad (puertas macizas), una a la izquierda y otra a la derecha, antes de torcer al pasillo. Eso si los magos no habían cambiado la configuración de todos los edificios de la ciudadela en estas horas que se han pasado enjaulados, y todo sigue como estaba cuando os trajeron aquí.

Tres veces requirió usar sus habilidades con el Arte para poder forzar el cerrojo y abrir la puerta que los mantenían cerrados. Una puerta más quedaba entre ellos y dónde contaba él que deberían estar sus pertenencias, y las chicas. Con su colgante luminoso parcialmente tapado por un paño, dando algo de penumbra en la zona, suficiente como para ver por donde ponía los pies, pero no demasiada como para rebelar su posición desde demasiado lejos. Miró al semi-infernal mientras escuchaba la atenuada voz del hombre que había descendido con Cucaracha por el túnel.

-Está bien saberlo.- Murmulla.- Voy a ver si encuentro a Evea y a vuestras acompañantes más adelante.

Y sin añadir nada más se adentró en el mar de penumbra que eran ese pasillo hasta acercarse a la puerta y escuchar si había algo de jaleo al otro lado.

Onfale buscó por el suelo algo que lanzar al vacío para estimar la altura de la caída y luego se encaminó por la tubería de la derecha. Al llegar a la sala de donde salían tres posibles caminos tomó el de la derecha otra vez. Caminaba lo más sigilosamente posible, con los ojos entornados, concentrado en escuchar cualquier sonido que pudiera serle de utilidad para guiarse y saber debajo de donde estaba. Su problema siempre había sido la vista pero se resistía a ponerse esas horribles lentes que deformaban sus preciosos ojos negros. Además la penumbra no ayudaba aunque iba iluminado pro el filo de su pequeña daga.

El ruido del agua cayendo no le permitió escuchar el sonido de ese algo que Onfale soltó al vacío. Sin embargo, estaba teniendo la suerte de cara. Había elegido el túnel de la muerte y la destrucción, y en el suelo a sus pies un cadáver de algún tipo de operario de alcantarillas se pudría con anodina parsimonia.

Registrando el cadáver encontró una lámpara, dos frascos de aceite, una palanca, una cuerda y su bolsa del almuerzo. La palanca podía ser utilizada como un garrote improvisado. Con los cordones de las botas, y las lengüetas se podrían apañar un par de hondas*, pero faltaba la munición. En el interior de la bolsa del almuerzo encontró un sandwich mohoso sin ningún valor, dos huevos sin abrir y seis nueces. Los dos huevos y las seis nueces servirían de munición.

En menor grado de interés, el cadáver también mostraba signos de violencia, ropas rasgadas y estómago abierto por unas grandes mandíbulas, pero todo muy inocente y bucólico.

Mientras, del otro lado de la puerta, Jadewo escuchó la voz de una mujer en la lejanía que gritaba...

AAAAAAAAH, ¡SOCOOORRROOOO!

El grito se escuchaba más cerca, como si se estuviese acercando hacia la posición del rubio paladín lanza-ácido. Por el ojo de la cerradura vió una sombra en el suelo. Quién quisiese que fuera la persona que producía el grito, primero: no era Evea; y segundo: estaba a punto de doblar la esquina... o pasar de largo y seguir corriendo por el pasillo perpendicular en forma de T.

Tybalt escuchaba con atención la información que Onfale iba susurrando mientras el ácido corroía lentamente el metal de la cerradura. El último quejido del hierro indicó que la puerta se daba por vencido y Jadewo no tardó en salir por por ella en busca de su media naranja. 

El tiflin se quedó en un punto intermedio y dolorosamente indeciso. Por una parte, el perfumista inspeccionaba su ruta de escape; por otra, el paladín se aventuraba por los pasillos de la prisión. Sin llegar a estar muy seguro de dejar solo en la celda a Cucaracha, Tybalt decidió seguir al rubiales para intentar encontrar a Leiath y a las demás. -Espera aquí a nuestro regreso.- Le dijo clavándole una dura mirada que le hiciese pensar en cualquier tontería, aunque tampoco es que le quedasen demasiadas alternativas. Así que, con paso cauteloso, salió de la celda siguiendo a Jadewo. 

La situación se precipitava, no dejando demasiado margen para la reflexión a Jadewo. Así que se dejó llevar por su instinto, dando unos pasos para quedar en mitad de la T al tiempo que apartaba la tela de su colgante, dispuesto para socorrer a la dama en apuros que se precipitaba por el corredor. Su mirada de ojos castaños buscando más allá de la figura femenina en busca de la fuente de peligro.

Como si lo hubiera hecho toda su vida, Onfale despojó al cadáver de todo lo que, a su juicio, resultaba útil. Lo bueno es que nadie podía verlo robando hasta los cordones y las botas a un muerto. No era agradable ni satisfactorio, pero para sobrevivir en aquel plano había que dejar los escrúpulos a un lado, cosa que el ex-esclavo había tenido que hacer múltiples veces durante su cautiverio. Lo bueno era que, si había un operario de limpieza, habría alguna salida hacia las calles.

Por muy bucólica que fuera la escena, Onfale no dejaba de ser un delicado perfumista, el anteriormente conocido como Hombre Perfumado, aunque ahora oliera a aguas fecales, y, cualquiera que fuera la cosa que había provocado aquellas heridas en el operario de limpieza, podría acabar con él de la misma manera.

- Vuelvo arriba con algunos regalos.- Dijo sin especificar nada más y sin delatar sus miedos una vez acabó con el saqueo al muerto. Se asomó pro el túnel de nuevo con una sonrisa dirigida al único que esperaba allí su llegada: Cucaracha.

- Parece que he encontrado algunas cosas útiles.- Dijo mientras iluminaba con la daga los objetos.- Esto para Tybalt.- Decía apartando la palanca.- Veamos que puedo hacer con esto.- Trataba de agujerear la lengüeta de las botas del pobre humano para meter los cordones a través de ella y fabricar una improvisada honda. Sin embargo el resultado fue desastroso. Airado se puso de pie y fue en busca de los otros dos.- ¿Encontrasteis la salida?

Jadewo no pudo llegar hasta la intersección de la T porque en mitad del palito vertical la puerta de metal estaba cerrada con llave e impidiendo el paso. Tybalt se puso a escuchar, pues la parte de ver por la cerradura la acaparaba todo Jadewo, que reconoció a la persona que doblaba la esquina como una de las brujitas del aquelarre de Tybalt.

¡¿Qué estás haciendo?! ¡Alto o disparo!

Cuando Becky llegó hasta la puerta, se inclinó dejando ver por el ojo de la cerradura un blanquecino y discreto escote con algunos granitos. Manejaba, nerviosa un manojo de llaves, sin saber cual meterle en la córnea al hombre que estaba acunclillado del otro lado de la puerta. Sintió la pluma de un virote lacerándole la piel, pero eso no la detuvo.

Cucaracha, mientras tanto, estaba en una disyuntiva. Por un lado, quería esperar a las chicas. Por otro, quería ir a por los regalos. Bajó al túnel y Onfale le entregó una palanca para que se la diese a Tybalt.

¿No es para mí? Oh... bueno, no importa. Yo tampoco te compré nada a ti.

Tomando el relevo, Cucaracha volvió a asomar por su agujero de modo que Tybalt pudo ver la palanca.

Ignorando al pobre Cucaracha, onfale siguió trabajando el cuero.

- ¡Oh, sí, lo conseguí!- Dijo exultante esperando la aprobación de todos, al menos del viejo, pero no había nadie. Alarmado de repente pro estar solo se reunió con los demás.

- ¿Qué pasa?-Tendió la honda a Jadeweo que observaba por la mirilla de una puerta metálica.