Partida Rol por web

Al ver como la lluvia de fuego iba dañando a los compañeros, el brillo de la escama de Flame cambió de color, ahora tenía un tono mucho más pálido y no tan rojizo como antes. El brillo pareció recubrir las pieles de los que estaban junto a ella. Mientras tanto la mujer avanzaba hacia el norte, algo confusa porque no sabía dónde meterse, y preocupada por si aquella lluvia terminaría por matarlos a todos...

Por qué demonios habían salido todos corriendo en direcciones opuestas? Si hubiesen seguido un orden, podrían haber encontrado refujio uno por uno y haberse beneficiado de las curaciones tanto de Flame como de ella misma. Al parecer, Hala no repartia sabiduria a todos por igual. Al menos Alice estaba cerca, y con quemaduras bastante graves. Sacó su varita de curaciones y le aplicó una carga a Alice para evitar que cayese desmayada por el dolor.

Ese día la bruja estaba más ágil de lo normal y consiguió que otro pedrusco llameante no le cayese en plena cabeza. Una vez que Alice parecía encontrarse mejor, se dirigió a la siguiente zona para buscar refugio para la maga. -Sigueme, te encontraremos algo con ayuda de Hala- le dijo a la pelirroja.

La maga saco el pergamino de la bolsa pero un pedrusco le golpeo en la nuca y le predio fuego a una de las esquinas del pergamino, fue tan rápido que Alice no pudo soltar ningún taco quejándose de su mala suerte.

De repente se encontró con la boca llena de sangre y polvo, tirada en el arenoso suelo, y el cuello le quemaba, pero no estaba muerta, ¿Qué había pasado? No le costó mucho reconocer las faldas d la bruja. ¡Alabada sea Hala que nos salva….. otra vez! Pensó la maga, pero rápidamente su atención se volvió a centran en el pergamino, apago la esquina prendida de un manotazo y empezó a leerlo de nuevo. Mientras tanto Hollín tiraba del perlo de la maga indicándole hacia donde tenía que moverse para esquivar las brasas que caían del cielo, en condiciones normales no hubiera permitido que el sucio cuervo tocara su pelo pero la atención de la pelirroja se centraba en el pergamino.

Oyó la palabras de la bruja y decido actuar, no, tú te quedas con migo. La pelirroja abrazo con fuerza a la bruja de Hala y entonces la maga pronuncio la última palabra del pergamino que se deshizo en cenizas. Una esfera de fuerza envolvió a las dos.

Tremens continuó alejándose de la zona para ir a parar a un sitio donde hubiera más lugares tras los que esconderse. Aleccionado por la anterior lluvia de fuego que lo alcanzara de lleno, esta vez permanece más atento y logra eludir limpiamente las ráfagas ardientes.

Con el fuego lloviendo a todo su alrededor y varias quemaduras en el cuerpo, sus piernas parecen algo más agiles que segundos antes y moviéndose en zigzag esquiva las llamas que pasan a milímetros de quemarle. –Demonios, todos han corrido en dirección contraria a la mía, mejor corregir.- Razona al tiempo que dirige sus pasos algo al noreste.

Kaevhas corría entre la bruma escapando de las llamas que caían del cielo. Chamuscado y con la mano cubriendo la herida que había sufrido en el combate con el Nashrou, el mago estaba exhausto y al límite de sus fuerzas.

Becky corría cerca de él en busca de un refugio donde protegerse. "¡El libro!" Pensó alarmado al ver como una llamarada la alcanzaba. Por un momento temió que la única vía de escape que el grupo tenía fuese pasto de las llamas pero, por suerte, no fue así. Vio como la mujer se dirigía hacia una roca donde podría guarecerse y por un momento temió que ella no llegase. -¡Becky, protege el libro!- Le gritó señalando el refugio para que se diese más prisa en llegar hasta él. Kaevhas continuó corriendo esquivando ascuas y sacudiéndose pequeñas motas incandescentes de los brazos. El libro ya estaba a salvo, ahora tenía que preocuparse de sí mismo.

¡Grack! Alice, saca tu brazo de encima mía-protesta Hollín.

La maga pelirroja observa através de la membrana transparente de fuerza cómo la mujer que le salvó la vida, Leiath, se aleja en medio de la lluvia de fuego, con destino incierto, hasta perderse en las Brumas.

Entre Aire, Onfale, Aristóteles y Perezoso, encuentran una vértebra del tamaño de un poni, semienterrada en la tierra árida. Debió pertenecer a algún tipo de ser inmune al fuego, pues resiste las embestidas de las ascuas sin problemas. Pero solo hay refugio para dos: Aire y Aristóteles o Perezoso y Onfale. Una de las parejas deberá seguir caminando en busca de un lugar más seguro.

Tanto Kaevhas como Tremens, separados por la distancia, escuchan el ruido de una corriente de agua. Kaevhas es sorprendido por la espalda por una de las oleadas de fuego, y su cuerpo cae al río, inconsciente. Tremens intuye que la orilla del río está horadada por la erosión del agua, pero todavía necesita encontrar un lugar por el que bajar seguro por esa pendiente antes de encontrar cobijo del fuego.

Artho encuentra un amplio escudo pavés de madera sobre el que las brasas rebotan... ¡Sin prender! Este objeto mágico protegido del fuego le permitiría esconderse debajo y ponerse a salvo de la lluvia solar.

Fosco encuentra un pozo como el portal al plano de fuego, pero este tiene aspecto de hielo. Seguro que si lo cruza morirá por las bajas temperaturas. Sin embargo, el contraste de temperatura entre los dos planos hacen que en la pared vertical se abran algunas grietas (erosión por cambio de fase). El mediano localiza una los suficientemente amplia como para darle cobijo.

Mientras, Flame camina perdida en las Brumas, víctima de su pobre movilidad...

Alice no la había seguido, pero por una buena razón. Al parecer la inteligente maga había dado con una forma de resguardarse de las llamas. Bien, uno menos del que preocuparse.

Como recordatorio a la falta de agilidad de la bruja, tropezó al querer esquivar otro proyectil ardiente y le cayó de lleno. El dolor fue atroz, pero su fuerza de voluntad era ferrea y se mantuvo en posición, buscando un nuevo lugar donde guarecerse; todavía tenía que ocuparse del resto personas a su cargo.

Ahí había algo!

Aquí venid! Aqui hay un sito! - grito a pleno pulmón desde el improvisado refugio esperando que alguien viniese a ella.

Distraído buscando un lugar donde ocultarse, el jove sufre un duro impacto incandescente en la espalda que lo derriba hasta quedar a un lugar fangoso cobijado en el mismo descenso que le da cobertura respecto a la tromenta de fuego. Entre los dos impactos de la lluvia ígnea el joven queda mal herido, pero vivo al fin y al cabo... 

Sin poder arriesgarse mucho más Tremens se pega a la pendiente esperando que lo peor de la tormenta termine, tapándose la cabeza con los brazos.

Flame se sintió incómoda entre las brumas, pero parecía ser el unico sitio donde hubiera un sitio para resguardarse de aquella desgracia que se cernía sobre sus cabezas. Desde la lejanía podía ver como sus compañeros iban cayendo ante la potente lluvia de fuego. La mujer contempló el cielo y antes de que pudiera darse cuenta, un nuevo proyectil la golpeó en pleno pecho. La quemazón le hizo mirar su coraza que aunque la protegía de los ataques, a veces la hacía sentirse lenta y desprotegida. Era en momentos como esos en los que se planteaba si merecía la pena seguir arrastrándola teniendo tantos compañeros capaces de conjurar una armadura mágica para ella...

Aire intentaba aumentar la velocidad de su carrera, pero no podía. No veía dónde iba, no veía nada. Estaba desesperada, se había olvidado de todos sus compañeros, intentando encontrar un refugio donde poder protegerse de aquellas piedras de fuego.

¡Y lo encontró! ¡Por fin! No se dio cuenta de que Onfale también estaba allí, a la misma distancia que ella.

¡Mira, Aristóteles, hemos llegado! gritó y volvió a intentar correr.

No llegó a moverse. Un pedrusco llameante la dio en la cabeza. La joven se quedó en pie, tambaleándose. Intentó dar un paso, después otro, pero no pudo seguir moviéndose. Con los ojos en blanco, Aire cayó al suelo.

No se lo podía creer. Por fin había encontrado un refugio cuando el cuerpo inconsciente de la llamada Aire cayó delante de sus pies. No había mucho tiempo para reaccionar. Con un pie empujó el cuerpo de la chica debajo de la vértebra esperando que aguantara viva hasta que cesara la lluvia y Leiath pudiera socorrerla, puesto que él no podía.

- ¡Leiath!¡Aire está debajo de la vértebra inconsciente!

El inteligente lagarto que tenía por mascota volvió a refugierse entre sus ropas a la espera de ser de alguna utilidad más adelante. El perfumista salió corriendo, incansable, tratando de salvar su propia vida.

¡Maldito pajarraco tienes muchísima suerte de tenerme como dueña!  Dijo la maga liberando al cuervo dentro de la cúpula de fuerza. Luego miro al exterior viendo como la bruja corría a esconderse, no podía ayudarla, ni a ella ni a nadie del grupo. Todo esto es culpa mía, no debí de lanzar ese poderoso hechizo de fuego como un hechizo de hielo. Al modificar los elementos del hechizo seguro que he desestabilizado el equilibrio del plano. ¡Estúpida maga! ¡ESTÚPIDA! No deberías de jugar con fuerza que no controlas aun. Alice aún seguía creyendo que ella era la causa de toda esa lluvia de fuego. 

Onfale deja a Aire sola, sin saber si Leiath le ha oído. Corriendo por las Brumas, para un momento a tomar aliento. Entonces Perezoso sale de su bolsillo y guía proverbialmente a Onfale hasta una roca plana bajo la que arrastrarse como un lagarto. Un último esfuerzo y estará a salvo.

Leiath encuentra por azar una madriguera de gran tamaño, posiblemente el hogar de los Nashrou. Aunque está demasiado oscuro como para adentrarse a explorar sin el resto de sus compañeros, quedarse en la entrada le permite estar a salvo de la tormenta solar.

Por último, Flame es guiada por el destino. Encuentra una calavera de sierpe de dragón. Entra por la nuca y se refugia en el interior de las llamas. Y allí, en soledad, se pregunta: ¿y si me llevo un diente de dragón de souvenir?

El último movimiento había resultado más que afortunado, por un pelo de gato había evadido una de las múltiples flamas de alrededor recibiendo apenas quemaduras y ya de paso encontrado un escudo que increíblemente era capaz de resistir el fuego ardiente del extraño sol. –Esto es excelente, primera vez que algo tan estorboso es de verdadera utilidad- Sin dudarlo se mantiene cubierto bajo el escudo sin moverse de su ubicación, cada segundo bajo el fuego implacable podía significar la vida. –La extraña maga y su oso tenían razón, caminar directo a las flamas del infierno.-

Desde el rincón, Tremens ve aproximarse flotando por el río un bulto. Las nieblas no le permiten hacerlo con demasiada antelación, pero en el último momento lo reconoce: es el cuerpo de Kaevhas. Solo tiene una oportunidad de alargar la mano y tirar de él a tierra. Quizás para comprobar si sigue viviendo, y si ya está muerto... bueno, ya no necesitará sus cosas.

En la lejanía Leiath oye la llamada de auxilio de Onfale. Alguien necesitaba del cuidado de la bruja.

Se quedó un instante mirando la curiosa cueva que había encontrado. Debía recordar su posición pues quizás fuese donde el Nashrou se había llevado a Rufus. Tras esa breve mirada, salió corriendo hacia donde había escuchado los gritos. Con gracia felina la jóven esquivaba las bolas de fuego que caian del cielo, esperando poder llegar a tiempo y no sucumbir al fuego por el camino.

En un momento de lucidez en mitad del caos reinante, una figura baja flotando por el río. Sin dudarlo el joven bribón alarga la mano para detenerlo y apoyarlo en la pendiente. Es Kaevahs. No ha tenido suerte, pero de no ser por él, quizás sería él mismo el moribundo... si el demonio le hubiera atacado a él en lugar del mago de guerra... tal vez ahora le tocaría pringar a él.

... no si podía mantenerle con vida. Con un pensamiento y lle ando la mano a un bolsillo del morral el joven sacó un vial de crital, de un mordisco lo descorchó para subministrar la poción de curación al maltrecho mago de guerra.

Aire ya no estaba en ese mundo, lo sabía. Sólo podía ver a veinte Aristóteles mirándola directamente. Pero ella sabía que no todos eran su oso, que sólo uno de ellos, el que le agarraba la mano, era su peluche. El oso miró directamente a sus ojos y le habló a la mente. Aire escuchó la voz de Aristóteles tranquilizándola, diciendo que todo saldría bien, que había usado su magia poderosa para que la rescataran. Aire se sumergió en un vacío tras escuchar a su oso, intentando descansar.

Flame se quedó extremadamente sorprendida ante semejante hallazgo. Aquel ser era tan magnífico, tan perfecto que no pudo evitar tocar cada hueso que encontraba. El tacto aún era caliente, y completamente liso, como si el tiempo y los años hubiesen erosionado el cadaver de aquel gigantesco reptil. Estaba maravillada por encontrarse allí, hacía mucho tiempo que no veía un dragón, de hecho ya habían pasado muchos años desde aquello. Era un pena que éste estuviera muerto y solo fuera un amasijo de huesos, perfectos, pero huesos al fin y al cabo.

Pero lo que fue aún mejor fue encontrar aquel colmillo de dragón, un elemento muy importante para muchos experimentos, se podían crear grandes componentes de conjuros con él, e incluso para la fabricación de armas. Ojiplática ante semejante hallazgo le pidió a Ayash que hiciera el esfuerzo de coger uno y guardarlo para ella. Entre los dos, lograron arrancar uno y guardarlo en la mochila. Flame estaba muy feliz por aquello, y verla sonreír de aquella manera no era muy común.

Lástima que sus compañeros estuvieran tan lejos como para ver semejante hazaña.