Partida Rol por web

La puerta se rompe. Mofeta está arrodillado y atado, sollozante. A sus espaldas, el motivo de sus miedos: el viento del exterior está arrancando los tablones de cuajo, uno a uno, dejando ver la bruma correr más allá.

De pronto, una fuerte ráfaga se lleva toda la pared del camarote. El aire rebufa en el interior, tirando de las ropas de Erbrahke y Hakim. Sus pies resbalan pulgada a pulgada por la madera. Incluso el pesado enano es empujado hacia el borde. Sus rodillas se pelan contra el suelo y van dibujando dos senderos ensangrentados.

No quiero morir... no quiero morir...

Tan solo cinco pies separan a Hakim y a Erbrahke del cocinero, pero el viento sopla más y más fuerte. Poner un pie en ese camarote significará pronto salir volando y sufrir la misma muerte que los ofidios: estrellarse contra el océano a toda velocidad, partirse la columna y tener una horrible muerte.

¡Maldita sea! Hay que avisar a los otros, hay que echar de este maldito barco, viva o muerta, a la tarada de Keha-Varr, ¡o no quedará barco con el que escapar! - el gnomo no quería dejar morir al enano, el cual sentía lástima por él, pero las cosas se habían puesto demasiada jodidas y sinceramente... salvar el enano no iba a ayudar a mejorar las cosas.

se me ocurre una idea de repente " quizas si salvo al enano consigo librarme de la imagen persistente del corazon ensangrentado " pun, pun  pun pun, rociando de sangre todo lo que me rodea, pun, pun, punpunpunpun, muevo la cabeza con resignación " lo ves Hakim, quizas si le salvo, conseguire librarme de esta maldición " así que sin mas miramientos me agarro del marco de la puerta , alargo el otro brazo, " Mofeta , ahora o nunca "

Los tablones del suelo ceden, dejando un agujero por el que bajar. Una espada de mithril asoma por el hueco y se vuelve invisible al hundirse en el cuerpo de Melinda.

Agh... Aaaaagh...

La espada reaparece ensangrentada y la mano que la empuña vuelve a ocultarse en la planta baja. Se escucha el sonido del cuerpo de Melinda caer al suelo y la forma de su cuerpo se perfila al hundir los sacos de arena bajo ella.

Mientras estira sus dedos para alcanzar al enano, en la mano opuesta los dedos de Hakim empiezan a flaquear en el marco de la puerta. El humano es arrastrado por el viento, golpeando a Mofeta, y ambos ruedan por el suelo hasta salir del barco.

¡NOOOOOOOOOOO....!

El viento se lleva através de la bruma. Hakim tiene más suerte y sus manos se agarran al perfil del hueco del camarote. El cuerpo del marinero ondea al aire y se golpea contra el lateral del barco.

- NO

Silverio se asoma por el agujero intentando ver a la mujer a ver si estaba allí dentro. ¿Habia sido ella quien habia matado a la gitana? De ser así, punto para la mujer, los gitanos le daban mucho asco. 

- Keha-varr, soy yo, Silverio. 

Hakim logra rehacerse y vuelve al camarote, pero allí las suelas de sus botas tienen los mismos problemas que las rodillas del difunto Mofeta: el aire absorve a Hakim lentamente hacia la bruma. El humano tiene tiempo de darse cuenta de su propia muerte, maldecir el día en el que se enroló en el Miseria y... pum, pum... sentir cómo la arteria de su frente hace palpitar la sien, como los latidos de un corazón.

Por segunda vez, Erbrahke tiene que mirar a los ojos a un condenado sin poder hacer nada porque las brumas se lo lleven.

Silverio se deja descolgar por el agujero del suelo. El compartimento estanco apenas alcanza los 5' de altura, y obliga a caminar agachado.

Tiras de algas fluorescentes, pegadas a las paredes, iluminan la estancia con luz ténue. En las penumbras, Silverio encuentra esqueletos de diversas criaturas marinas, que han servido de alimento a los ofidios y a Keha-Varr mientras en secreto se cobijaban aquí como polizones.

¡Todo ha sido una trampa de las Brumas! Me dan esperanzas y un barco y luego me lo arrebatan, junto a mis sueños de libertad. ¿Has venido a matarme, Silverio?

La voz de Keha-Varr suena más allá de lo que los ojos del bardo alcanzan a ver. Avanzando encorvado por el fondo del barco, una figura sorprende a Silverio, tirada en el suelo.

A... yu... da...

La criatura azul tiene escamas y ojos de lagarto, pero conserva las formas curvas de una mujer. Está encadenada, desde quién sabe cuántos días. Sus grilletes tienen costras de percebes, como si hubiesen sido rescatados de un naufragio tras haber pasado muchos años en el fondo del mar.

Silverio ya ha alcanzado la mitad del barco. Atrás deja la despensa, aquí la prisión... ¿a qué dedicaron Keha-Varr y sus siervos la proa del compartimento estanco?

Maldito inútil... - masculla entre dientes viendo como iba a perder otro compañero...

- Tranquilizate, no he venido a matarte. De hecho, no creo que pudiera si acaso quisiera intentarlo. ¿Quien es esa?.- Silverio no puede evitar sentir cierta repugnancia, pero aún así se acerca a intentar ayudarle. Aunque no sea un sanador todavia puede serle de alguna utilidad.- ¿Que es este sitio? ¿Porque las Brumas se ceban contigo?

No lo sé... ¡No lo sé! Pero... Tú lo has visto. El viento sopló con una fuerza sobrenatural cuando me di el chapuzón. El viento intentaba dejarme atrás...

Centrada en sus propios miedos, Keha-Varr no da explicación alguna sobre la chica azul.

Yo te conozco... del barco. Eres el músico. Yo soy Mul, Mul el joven. ¿Me recuerdas? Bueno... en realidad no soy Mul... solo me hice pasar por él. Mi verdadero nombre es Yalaasha. Soy una mestiza... una replicante. Mitad humana y mitad doppelganger. Puedo transformar mi aspecto... Podía... Antes podía... Me enrolé en el barco huyendo de un mago. En la taberna escuché la historia de Mul el Viejo, un marinero del Miseria senil que hablaba siempre sobre su hijo perdido... Me presenté como si fuera su vástago, con forma de hombre. Irwin Bauhauer-el padre de Joss Bauhauer, anterior capitán-me aceptó sin saber lo que era.

La historia empieza a encajar para Silverio. Basta con recordar el drama de Níquel, el hombre que se suicidó con la daga flauta de Silverio. Níquel y Mul el Joven se pelearon y Mul cayó por la borda. Un cocodrilo le mordió y se hundió con él. Solo que no era un cocodrilo. Sería fácil confundir a un ofidio en el agua. Los siervos de Keha-Varr lo raptaron y lo trajeron aquí. Y luego se olvidaron de él. De ella.

Caí al agua. Los ofidios me mordieron. Mi cuerpo empezó a mutar, pero mi sangre de cambiaformas no respondió bien a la enfermedad... Me he quedado a medias. No soy un lagarto, pero tampoco un replicante. Ya no puedo cambiar mi aspecto. No puedo volver a hacerme pasar por Mul el Joven ni por ningún otro. Wyrenvech-el semielfo tripulante del Miseria-, a él también le trajeron aquí. Le mordieron y se transformó poco a poco en otro ofidio. Y como yo seguía sin cambiar, me abandonaron. Cuando se fue el último ofidio, no quedó nadie para alimentarme... No sé cuánto tiempo ha pasado desde que me dejó, llevo días sin comer nada. Me... me muero de hambre.

Dos días. Ese es el tiempo que ha pasado desde que el último de los siervos de Keha-Varr subiese a bordo, el tiempo en el que el estómago de Yalaasha permaneció vacío. Silverio no lleva comida encima, ni ganzúas con las que abrir los grilletes que la aprisionan. En la despensa de los ofidios solo quedaban raspas de pescado desnudas. No hay consuelo que Silverio pueda dar a la monstruosa aberración azul.

Flame subía las escaleras hacia cubierta. Su mano tocó el pomo y lo sintió frío. Al abrir, el viento arrancó la puerta y se la llevó por los aires. El viento era ahora mucho más fuerte que cuando los cuatro mercenarios se cobijaron en el interior para deliberar. El viento no solo impide ya escucharse unos a otros, sino que su carácter huracanado convierte la cubierta en un sitio peligroso.

A quince pies de la seguridad del pasillo, se alza oscilante el palo mayor. Das Vracken, Vaati, Fiendship y Frankie han logrado asegurar las velas, pero han desistido de intentar bajar. Los cuatro varones se afanan por atarse al mástil y esperar a que amaine el viento. Las brumas a izquierda y derecha se han estrechado tanto que ya cubren cinco pies a cada lado de la cubierta. Pronto todo el Miseria se sumergirá en las brumas.

En ese momento, el cuerpo liviano del elfo Vaati es arrancado del mástil antes de que logre terminar de atarse. El hechicero vuela por los aires, en espiral, y es arrojado a las densas brumas, através de las cuales es imposible seguirle con la vista.

Adiosssssssss con el corazonnnnnnnnn, que con las manos no puedoooooooooooorrrrrrrrrrr............

Hakim sale arrastrado de espaldas y vuela entre la bruma. La humedad de la niebla le cala la piel como un aura de pura maldad, abrumadora, extenuante. El frío empieza a hacer mella en él. En la punta de los dedos comienza a formarse hielo. El aire está tan helado que al exhalar no llegó a calentarse en el cuerpo. Cuesta respirar. Muchísimo. El oxígeno empieza a formar cristales en el interior de sus pulmones. Es como tener un millón de agujas dentro. Dolor. Hakim espera con impaciencia el choque con el océano, una muerte rápida que no le llega.

Aprovechando el boquete en el camarote, el viento sigue arrancando más trozos de madera. El agujero se va haciendo más grande. El gnomo no puede permitirse el lujo de seguir contemplando asomado desde el pasillo.

Erbrahke maldice por sus adentros y sale disparado en busca de los demás, y sobretodo, a echar de una patada a Keha-Varr...

Flame trató de cerrrar la puerta cuando vio el temporal, pero se dio cuenta de que la puerta ya no existía y por temor a acabar como ella prefirió guarecerse de nuevo en el interior de la bodega. Aquello era superior así misma. El clima era algo que sabía perfectamente que no podría controlar, así que se dirigió hacia la bodega donde había escuchado a Mofeta gritar.

Flame y Erbrahke se cruzan en el pasillo de popa. La humana se percata que esta vez Hakim no está junto al gnomo.

Silverio les lleva ventaja, y salió hacia los camarotes inferiores mientras el resto de mercenarios atendían otras prioridades. Eso significa que puede que el bardo ya esté con Keha-Varr... no se puede decir que semejante encuentro sea una lucha entre iguales. No han visto pelear a la chica, pero sí a Silverio, y no apostarían ni una pieza de cobre por ese blandengue.

¡El barco se desmorona! - gritó el gnomo al ver a Flame - Las brumas están arrancando los tablones del barco, media cocina ha desaparecido junto a Mofeta y el inútil de Hakim al intentar querer rescatarlo. ¡Hay que sacar a Keha-Varr de este barco mientras aún quede barco! - pocas veces Erbrahke había estado tan agitado en su vida...