Partida Rol por web

¿Qué carajo ha pasado? ¿Sacar a Keha-Varr para salvarla o para quitárnosla de encima? ¿Es ella el problema de todo esto?

Yo sólo se que el barco se esta desmoronando, y que si fuera culpa de los vistani esto ya podría haber ocurrido en cualquier otro momento. Yo no quiero dañar a Keha-Varr, pero con ella en el barco este se hundirá. Y si hubiera deseado pasar el resto de mi vida bajo el agua, me habría ofrecido a convertirme en ofidio.

Quizá ese fue el error que cometimos. Quizá debamos ir a ver a Keha-Varr. Quizá fuera nuestro único destino y nuestra relación con ella ha cegado nuestra misión en todo esto. Lo mismo estábamos destinados a acabar con su existencia desde el principio...

Flame hizo un mohín, antes hubiera querido acabar con los vistanis, pero el gnomo llevaba razón, todo aquello podría haber ocurrido hacía mucho tiempo...

La presión del agua aumenta en el exterior. Los maderos crujen. Empiezan a aparecer vías de agua. El agujero que Melinda abrió para llegar hasta Keha-Varr asegura que cuando el compartimento estanco rebose, la inundación seguirá al compartimento de lastre.

Tú puedes nadar. Keha-Varr puede nadar. Pero yo estoy encadenada y moriré cuando el agua suba demasiado. ¿Es qué no puedes hacer nada para evitarlo?

Yalaasha no sabe nade de los vaticinios vistani. Ella se refiere a tapar las vías de agua. Silverio sabe que hay otra manera de detener todo esto.

Flame y Erbrahke comienzan a bajar. En la tercera bodega, las cartas de tarot de Melinda están desperdigadas por el suelo, toda la baraja, como una alfombra caótica y de mal augurio. Las maderas crujen a derecha e izquierda, pero es evidente que a ras de agua el fuerte viento tiene que aminorar su velocidad, y no tiene poder suficiente para arrancar los tablones. Los niños vistani gimen aterrados en algún punto de la bodega. Es inútil tratar de darles consuelo si siguen siendo invisibles a la hora de encontrarles.

El baúl con el que los mercenarios bloquearon la trampilla al compartimento de lastre ha sido movido. La trampilla está abierta. Asomándose, hay luz... algún tipo de luz mágica que no está centrada en ninguna antorcha ni en ninguna linterna. Los sacos de lastre han sido apartados dejando ver unos tablones ahora rotos. Alguien se ha abierto paso entre el compartimento estanco y el compartimento de lastre, no se sabe si para bajar o para subir... Pero una palanca de hierro reposa junto al agujero, así que es probable que el suelo fuese roto por Silverio.

¿Mel... - Erbrahke descartó rápidamente intentar llamarla por voz, ahora mismo sólo se retrasaría y fuera lo que fuera lo que le hubiera pasado - o no -, sólo podría mirar de ayudarla realmente una vez Keha-Varr hubiera regresado a las aguas.

El gnomo se acercó al agujero e intenta oír que sucede abajo en el compartimento de lastre, para tener claro como y de que manera tienen que bajar Flame y él allí...

Silverio parece reaccionar un poco despues de haber asimilado la información

- Si... si que hay una forma, pero no todos nos podemos salvar. 

Acto seguido empieza a buscar un algo con lo que sacar a ese hombre de ahí. Fuese el tipo de criatura que fuese, merecía algo mejor que morir ahogado en el fondo de un barco. Total, poco importaba. Al tiempo que buscaba algo con lo que abrir las cadenas le preguntó a la mujer

- ¿Es cierto lo que dicen los vistana? ¿Sólo podemos salvarnos si tu abandonas el barco o mueres?

Si Silverio había roto el suelo y había sido capaz de descender sin matarse, Flame haría también lo mismo. Aquel inútil del bardo no había sido capaz de arreglárselas solo en todo lo que llevábamos de viaje. Quizá ahora estuviéramos entendiendo la idea por la que había sido aceptado, pero por si acaso me asomé junto al gnomo para ver si había alguna forma de bajar segura. De ser así lo haría sin dudar ni un solo segundo.

Desde el agujero al suelo de la planta inferior apenas hay cinco pies de alto. Incluso el paticorto Erbrahke podría dejarse caer sin sufrir daño. La humana y el gnomo descienden y se unen a Silverio. Flame tiene problemas para avanzar, por culpa del bajo techo.

Algas fluorescentes iluminan tibiamente la estancia, a modo de largas tiras pegadas en los laterales del barco. Entre penumbras, Erbrahke distingue mejor de lo que hace Erbrahke lo que le rodea. El compartimento estanco está dividido en tres secciones debido a los nervios del Miseria.

En popa, restos de comida. Animales marinos como el terlén, y otros de los que los aventureros nunca han llegado a oír. Solo quedan las raspas, huesos sin carne de los que los ofidios se han ido alimentando durante los días que han estado escondidos aquí.

En la sección media, Silverio permanece junto a una prisionera humanoide, de piel azul y con escamas. La presa está sentada en el suelo, con unos grilletes decorados por acción del tiempo con costras de percebes. Las cadenas están pegadas a la pared del barco con las mismas tiras pegajosas de algas luminiscentes.

En proa, la vista de Erbrahke distingue a Keha-Varr, que camina nerviosa alrededor de un montículo de algas, como un animal encerrado.

Aquí y allá, la presión del agua ha abierto varias vías de agua, y el suelo está encharcado.

Sois mi pueblo. No podéis abandonarme ni alzaros contra mí. Saldremos todos juntos. Cruzaremos la grieta en las brumas y llegaremos a aguas calmas. Y luego llegaremos a tierra firme. Y tú, bardo, podrás cantar mi historia.

Debido a la presión, otro tablón se convexa y una nueva vía de agua ayuda en la inundación de la cámara.

Si existe la posibilidad de salvarse a costa de esa bruja...-dice la prisionera-Si hay un modo... Yo elijo vivir.

Silverio observa con un susto a los que entran, al ver que son sus compañeros se vuelve a lo que estaba haciendo. 

- No nos dejas opción Keha. Si permanecemos a tu lado moriremos todos. Para que podamos salvarnos debes morir. No hagas esto más dificil de lo que ya es. Sólo arrodillate y agacha la cabeza. Será un tajo limpio y sin dolor. Y te juro por mi instrucción de bardo que no habrá persona en el mundo que no oiga la canción de la valiente Keha-varr, señora de ofidios y salvadora y redentora del Miseria, aquella de quien se dice que dio su vida para salvar a su pueblo, que se entregó voluntariosamente a la muerte con tal de que su pueblo pudiera perdurar y prosperar. Aquella, que por su amor y su bondad, se entregó para que su pueblo alcanzase la libertad y la prosperidad. 

Erbrahke eleva una ceja viendo la escena, y no puede evitar mirar primero a Flame y luego preguntar.

¿Alguien sería tan amable de decirme quien es la prisionera, porque está prisionera y desde cuando lleva aquí?

Seguramente carecían de tiempo para ello, pero el gnomo deseaba saber las respuestas. Y quizás, distraída con las explicaciones, Flame podría echarla del barco. La verdad es que él no deseaba matarla, pero con ella en el barco no podrían escapar. Y quizás si escapaban, podían dedicar sus investigaciones a como liberarla de allí.

Pero si se ponía demasiado terca, no habría otra opción. La vida del gnomo siempre iría por delante de la de Keha-Varr...

Me llamo Yalaasha. Soy una replicante que se embarcó en el Miseria hace dos años, simulando ser el hijo de Mul el Viejo...

¡Oh, cállate! Te caíste del barco, los ofidios te mordieron y la transformación se quedó a medio camino. ¡Supéralo, chica! Y en cuanto a ti...-dijo por Silverio-¿En serio crees que puedes tratar así a las personas? Ey, Keha-Varr, fue divertido mientras duró, pero ahora pasamos de ti, así que estate quieta mientras te cortamos en pedacitos... Oh... ¿En serio es eso lo único que necesitáis? ¡JA! Haber empezado por ahí... No, sucia comadreja. Me gusta mi cuello y tengo cariño a las dos partes de mí que une.

La historia de Mul el Joven pasó inadvertida para la mayoría de mercenarios de Das Vracken, pero les suena la historia del marinero que cayó al mar y fue arrastrado a las profundidades entre las fauces de un extraño reptil, varios días antes de que los Ofidios se presentaran en cubierta y secuestraran a otro de los marineros, el semielfo Wyrenvech. Pero Wyrenvech no era un cambiaformas como Yalaasha, así que la transformación en ofidio se completó en su organismo. Ambos tripulantes debieron convivir aquí durante dos o tres días, como prisioneros.

- Aún sigo con mis dudas. ¿Quién nos dice que es ella la causante de todo? Y no el bicho este azul que se nos ha unido al barco. Yo no me creo que esta criatura estuviera aquí viviendo tanto tiempo, quizá sea ella o el la culpable. Quizá debamos darle una oportunidad a Keha - Varr

El gnomo va caminando asintiendo con la cabeza las palabras de Flame, y una vez ha sobrepasado a Silverio, levanta su ballesta y apunta a Keha-Varr.

Esto es por Hakim - le dice Erbrahke, y le dispara un virote a Keha-Varr.

¡¿Culpable?! ¡¿Yo?! El Miseria no tuvo ningún problema en todos estos años. Ningún problema hasta que vosotros subisteis abordo. Desde entonces nos han atacado un pájaro feo, dos tiburones voladores, y los ofidios... ¿Quién es aquí la gafe, humana?

¿Quién ha sido? ¡¿Quién ha sido?! ¿Quién me ha disparado? ¡Sucios traidores! ¡Sabía que no podía confiar en vosotros!

El ruido de los pasos que producen los pies descalzos de Keha-Varr al avanzar por el suelo encharcado anuncia su llegada. Desde las sombras, la trastornada mujer vuelve a asomar. Esta vez, el virote disparado por Erbrahke adorna uno de sus muslos, justo por encima de la rodilla. Blande temblorosa su pequeña espada, apuntando a los mercenarios. Sus ojos caen para centrarse en las únicas manos que portan una ballesta.

¡TÚ!-dice al gnomo.

Flame retrocede varios pasos hacia atrás. El gnomo no le había caido bien, y el hecho de ver como Keha-Var se lo comía podía resultar algo hasta divertido. No habíamos terminado de hablar, no habíamos llegado a una conclusión y ha sido él el que ha declarado la guerra comenzando a disparar el primer virote.

Veamos como se la apaña sin su mujer escudo.

El gnomo vuelve a recargar la ballesta y dispara nuevamente a Keha-Varr... pero esta vez el virote no acierta ni de lejos.

No te acerques más, si quieres vivir abandona este barco... si no ya sabes lo que te espera.

- Keha-vaarr, por favor, no nos hagas esto más dificil de lo que ya es. Te pido por favor que abandones el barco, ya te he dicho que si no nos abandonas ahora moriremos todos. ¿Es eso lo que quieres? ¿Quieres cargar con el peso de nuestras muertes en tu conciencia para toda la eternidad? Desconozco que clase de poder es el que te mantiene durante tantos años con vida en este mar ladino, pero por favor. No nos compliques más la situación.- La verdad es que el razonamiento de Silverio sonaba a cinismo a kilómetros. Para salvar su propio pellejo estaba pidiendo a la mujer que diera el suyo. El gnomo se le veía un hombre de acción, lo curioso es que Flame no la estuviera destripando todavía.- Igual aun la sacamos persona.- Mientras tanto Silverio se afanó con su daga en los grilletes de Yalaasha. Mientras los forzaba le estuvo hablando para que no se pusiera demasiado nervioso. 

- Conforme te saque de esta prisión te daré mi estoque. No es necesario que consideres que te he salvado la vida, pero si nos ayudas con esta mujer te lo agradeceré eternamente. Que ironía, la daga que acabó con la vida del amigo de Mul el Joven va a ser la daga que salve la vida al que se hizo pasar por su amigo.