Partida Rol por web

Elbereth escuchó con seriedad a Aldair, y tras pensar un segundo, le dijo:

-De acuerdo, tenemos que actuar con total discreción y el tiempo no corre de nuestro lado. Si no te importa, ve a hablar tú con Flame y tenla al tanto, que a mi no me escuchará a priori y no tenemos tiempo para discusiones. Yo hablaré con Silverio, y voy a decirle que organicemos esta noche un concierto suyo de medianoche con la excusa de despedir a los caídos,  para que tengamos reunidos a todos y podamos ver quién falta y vigilarlos bien, además, el primero que se niegue se delatará, y podremos centrarnos en él. Avisaré también al señor Vas Dracken, ya que si alguien puede ser víctima de asesinato, o es nuestro cliente o es él, y ahora está herido y pueden verlo como presa fácil. El primero que encuentre a los mágicos que los ponga al corriente, ya que sus habilidades nos serán útiles, sin duda. Confío en tí, Aldair, acabemos con ésto.

Elbereth le dirigió una mirada de decisión y asintió, a continuación tras esperar la respuesta de Aldair se dirigió hacia el interior del barco en busca de Silverio.

¡No!¡Aguarda! - Dijo el guerrero, elevando un tanto la voz y tomando del brazo a la elfa que ya se preparaba para irse. En seguida enmudeció sus palabras de nuevo para no llamar la atención- Bajo ningún punto de vista podemos avisarle a Vas Dracken, él es uno de ellos. Es un viejo marino del barco y el capitán ni su tripulación intentarían terminar con él. Van contra nosotros, o por lo menos eso tenemos que suponer. - Miró por sobre la muchacha, buscando oidos curiosos. - Nada de serenatas, brujería o comportamientos raros. Esto es lo que haremos, busca al músico y a los brujos. Diles que esta noche la pasaremos despiertos y en guardia, que no levanten sospechas. Yo me encargo de la mujer de rojo. - Miro a su compañera a sus ojos, con una mirada resuelta - Si confías en mi, sigueme en esto.

Elbereth miró con inquina a Aldair

Vaya...ahora uno de ellos es Das Vracken...

-De acuerdo, no pondré en aviso a Das Vracken, pero más te vale no equivocarte. Le avisaré sólamente para que asista al concierto de Silverio, así tenemos a todos los presentes reunidos y será más fácil vigilarlos.

Se marchó hacia el interior del barco buscando al bardo.

Ya por la tarde, todos los miembros de la tripulación y los atípicos pasajeros, fueron convocados en la cubierta del barco.

Erbrahke y Silverio seguían mareadísimos, y con ganas de vomitar. Estaban tardando mucho en acostumbrarse al movimiento del barco.

Elbereth volvió a estremecerse al volver a la escena de las muertes. Sobretodo cuando vió a tres sábanas tapar el relieve de los cadáveres que cayeron a manos del pájaro de cuatro alas.

Viktor Das Vracken y el marinero Filicgráss, los dos únicos que habían sobrevivido a una descarga eléctrica del monstruo, aparecieron con el cuerpo vendado.

También el mercader Leo Dilisnya, al que sus mercenarios recordaban de verlo en la cena del capitán hace una semana, estaba presente, aunque en un segundo plano y alejado de la muchedumbre.

El capitán se excusa por no venir a este funeral. Me ha ordenado que me ocupe de decir unas palabras de adiós... Libro de Fharlanghn, capítulo noveno, versículo ocho en adelante.-el segundo oficial Fiendship abre un libro y empieza a leer en voz alta.

Marineros de la mar salada, el camino se hunde a vuestros piés.

Sobre una endeble concha de madera os atrevéis a navegar...

La tormenta zarandea vuestras almas y la tortuga dragón parte

los navíos. ¡Apiádate de los viajeros, traicionero y cruel océano!

Los cantos de sirena se encargan de encandilaros y desviaros

de vuestro destino. Y contra escollos y atolones golpear la nao.

No temáis nunca por el futuro, el camino es demasiado largo

para ello. ¡Apiádate de los viajeros, traicionero y cruel océano!

Porque una parte del camino recorrido se hace estando vivo...

Y el resto se hace con la compañía de los que ya se han ido.

Fiendship cierra el libro, y los marineros empiezan la tarea de levantar los cadáveres y echarlos por la borda, donde el mar reclama su tributo.

Erbrahke asistió respetuosamente al funeral, mientras contenía las arcadas y pensaba porque no había un maldito hechizo que lo estabilizara en este gigante ataúd de madera flotante...

Elbereth, que antes de asistir al funeral se había puesto y ajustado sus zapatos acolchados, andaba por el barco sin causar sonido alguno, y con la ballesta siempre en su espalda, se dirigió al funeral, teniendo un profundo estremecimiento al observar los cadáveres envueltos. Procuró evitar el contacto visual con ellos y se dedicó a observar a los allí presentes y a los alrededores, pues la conversación con Aldair la había puesto en guardia.

Estos tres descansarán mejor que no nosotros...

Silverio su puso su jubón de luto para la ocasión de los funerales y mientras echaban al mar a los cuerpos, interpretó una marcha fúnebre con el laud. Una melodía lenta y suave, que lejos de ser como otras marchas fúnebres que daban ganas de suicidarse, esta animaba a seguir luchando, a seguir adelante. 

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El bardo interpretó el tema con suma elegancia, casi como si estuviera en extasis, desentendiendose de todo lo que le rodeaba mientras siguiera sonando la música. 

El guerrero se presentó al evento embutido en el cuero de su armadura y con su arma en la cintura. Camino lentamente para ubicarse en la periferia de la multitud y observó la escena con un férreo estoicismo. Sus ojos recorrieron las caras de los presentes, sus oídos intentaron captar alguna voz que le resultara familiar.

Miró fijamente a la elfa como interrogándola a la distancia.

Flame se mantuvo apartada, no le gustaba ese tipo de sucesos, para ella los caídos eran tan solo cuerpos inertes y de nada serviría organizar nada por ellos. Pero no dijo nada, simplemente se limitó a escuchar las palabras de los tripulantes y la bella melodía que entonó el bardo.

La verdad, que aquel músico aún no sabía si le caía bien o no, pero aquella canción le hacía sonreír y animarse. Sucediese lo que sucediese siempre tendría ganas de seguir luchando, y todos gracias a la bella melodía.

Solo quedaba por arrojar el cuerpo más pequeño, presuntamente el cadáver de Cortapiés, solo que con la sábana no es posible asegurarlo. Cuando los dos hombres arrojan el bulto por la borda, por un instante, Elbereth ve asomándose entre la mortaja la pequeña mano carbonizada por el rayo... y a esa mano le faltan varios dedos.

¡No puede ser! La elfa no tuvo mucho contacto con Cortapiés, pero se sentaron cerca durante la cena. Una tara como esa le llamaría la atención. Cortapiés perdió los dedos después de muerto.

Los marineros cantan, desacordes con el acompañamiento musical de Silverio, más alegre. Ninguno de los compañeros mueve un pelo mientras no terminan con la triste melodía. Hasta Mul el viejo, que está algo chocho, acierta a decir correctamente la letra de la tonadilla.

Das Vracken se limita a guardar silencio, respetuoso. Después los marineros se van retirando. También los mercenarios, que seguro que tienen muchas cosas que decir en la tranquilidad y discrección de su camarote comunal.

Flame se mantiene allí estoica y silenciosa mientras ve como uno a uno, los navegantes se van retirando.

Los mercenarios también se recogen a su camarote: un pequeño espacio rectangular equipado con cuatro camastros, unos sacos de algodón apilados en una esquina (habitual lecho del pequeño Erbrahke) y un barril con agua. Elbereth duerme en su hamaca, que engancha en el poste central del camarote y en una punta que hay cerca de la puerta.

Las salidas son tres... o bueno, solo una: la endeble puerta de tres pies de ancho que da a un pasillo. Las otras dos aberturas son dos pequeños ojos de buey con vistas al mar, y que suelen estar abiertas debido al olor que se acumula en la sala. Solo Erbrahke, ahora que Cortapiés está muerto, es lo suficientemente pequeño para salir por los ventanucos, y solo si deja la mochila atrás.

Sobre los camastros, a la altura de la cabeza, cuelgan un par de redes en donde abandonar el equipaje. Están fírmemente enganchadas, pero aún da un poco de claustrofobia dormir con eso encima.

Como comodidades adicionales hay un cordel que cuelga de una pared a la contigua, y de la que cuelga una manta, dejando una esquina con la suficiente intimidad como para cambiarse. También hay un par de orinales, que para seis personas no tardan en llenarse, y que se vacían "manualmente" através de los ojos de buey.

El guerrero cerró la puerta detrás de sí, dejando al grupo delante en el camarote. Allí, repaso las caras con la mirada para terminar en el de la elfa. Le dedicó un leve movimiento de la cabeza.

- Tenemos un problema entre manos... - Dijo en voz baja mientras empezaba a caminar hacia la esquina de la habitación, invitando con las manos a sus compañeros a acompañarlo. Se ubicó contra la pared de madera del lugar y espero a que el resto del grupo propiciara la intimidad que buscaba el joven.

- No alcen la voz, de ello depende que podramos ver otro día. - Dijo en el mismo tono callado - Hoy a la media noche, vendrán por esa puerta a matarnos a todos. - Soltó sin más, con una fría solemnidad en el rostro. -  Tenemos que organizarnos para cuando vengan, escuchenme...

¿A matarnos? Pero de qué narices estás hablando? Dice Flame con un asombro impropio de ella y con una cara de no creerse ni una palabra de lo que le están diciendo.

¿A qué viene esto?

- Pues no se por que, a mi no me sorprende lo más mínimo. En fin, supongo que es algo natural. Tanta gente muere al cabo del tiempo, si nos matan rápido ni nos enteraremos. Pero claro.- Silverio empezó a ver las caras de sus compañeros, se estaba ganando un puñetazo por lo que estaba diciendo. Sonrió de forma maliciosa.- ¿Qué tal se os da cantar? Mi plan es de una simpleza tan genial que no puede fallar. Si nos encerramos en el camarote no podrán entrar a menos que rompan la puerta ¿de cuantas armas de disparo disponemos? Sea como sea, a menos que vengan a atacarnos con magia de esa que duerme al hechizado no tendrán mucha oportunidad de entrar aqui y matar a 6 personas. 

Otra opción es cambiarnos de camarote sin que nadie se entere y convertir al cazador en presa. De todos modos, creo que esto son conclusiones precipitadas ¿estais seguro de ello? ¿Y alguien sabe como hacer que se me pase el puto mareo? Dioses, como odio los barcos. 

¿Hay algún tipo de motín a bordo? - pregunta Erbrahke, pues de momento es lo único que se le puede ocurrir mientras Aldair no de más información.