Partida Rol por web

Muy bien. Entonces, votemos...

Cuando escucha que de nuevo habrá una votación, Sandansola lanza un suspiro y mira al techo. ¿Es esta una nueva tortura de Strahd? ¿Ha mandado a todos estos demócratas para retenerla teniendo que escuchar una y otra vez votación... y votación... y votación? ¿Así hasta el fin de sus días? Ya podían llevar un cuarto de hora de caminata y haber dejado esta torre bien lejos. Menudos idiotas.

Primera opción: cremación para Yavé y dejar a Uzol en el bosque. Segunda opción: abandonar los cadáveres en las celdas del sótano. Y por considerar una tercera opción... formar un cairn para Yavé y abandonar al gnoll a la intemperie. Ya visteis lo deteriorada que está la cima de la torre... hay piedras grandes, suficientes como para amontonarlas sobre el cadáver del viejo mago para que no se lo puedan comer las bestias. Sería cansado bajarlas por todas esas escaleras, pero podemos formar una cadena entre todos. Así nos evitaríamos el problema de tener que dispersarnos por el bosque y buscar piedra a piedra. Por favor, ahora uno por uno decidme cual de las tres opciones preferís.

Quemar el cuerpo de Yavé es una buena idea, pero me parece que llamaría demasiado la atención.

Yo voto por la tercera opción. La misa la haría de todas formas, aunque decidamos cremarlo.

Todavía malhumorado, el viejo enano da su opinión alternativa:

-Si tanta prisa tenemos como para no poder recuperar el resuello, yo dejaría al gnoll fuera de la torre, que algún animal se alegrará por ello. Y lo que queda del mago en la misma celda en la que se encontraba, total tampoco es que le vaya a importa mucho ya al tipo. 

Fosco se pone en una actitud relajada con los brazos cruzados. Mira de reojo a Onfale y las palabras que le había soltado Aaah! Suspira el mediano. Prefiero que hagáis una misa por el viejo, así mientras me dará tiempo a echar un ojo ahí abajo... confiesa obligado el mediano. ¿Quién sabe lo que hay? Puede que halla algún mecanismo que abra esa pared. Un vistazo no nos hará mal. dice con un movimiento rápido de dedos...

Flame bufó malhumorada. ¿Todavía siguen perdiendo el tiempo con esta sarta de estupideces? Realmente a ella le daba exactamente igual lo que hacer con los cadáveres, se estaba molestando de perder el tiempo de esa forma y por un momento se le pasó por la cabeza no hacer caso al resto del grupo y comenzar a bajar ella misma los cuerpos. Al fin y al cabo, siempre tenía que terminar haciendo las cosas ella...

Bajemos los dichosos cadáveres y dejémonos de perder el tiempo. Esto parece absurdo... dice mientras hacía gestos negativos con la cabeza y apoyaba su gran espadón en el suelo.

Bien, pues mientras bajo a explorar esa pared... Si alguien quiere acompañarme? Bienvenido sea. dijo Fosco mientras bajaba las escaleras.

- Ya sabéis que me decanto por la primera opción, pero aquí las tradiciones son bárbaras, otras quiero decir.

El mago parecía tan exasperado como Flame así que, a pesar de su obstinada resistencia a hacer cualquier cosa que no fuera lo que ñel decía, ayudó a la mujer a bajar los cuerpos, aunque sólo fuera por empatía.

- Bajemos primero el del gnoll.- Onfale examinó el cuerpo de la bestia con cara de repugnancia. Cuando acabó el proceso, se limpió incómodo el sudor que había aflorado en su suave piel con un pañuelo.- El segundo cuerpo que lo bajen otros, no pensé que fuera tan cansado.

Finalmente parece que se impone la accion mas razonable y colaboro en las tareas de trasladar los cadaveres a la parte inferior de la torre. Tras acabar la labor me labor me labo las manos y la cara con agua del odre y me preparo para emprender de nuevo la marcha.

Peersan, Nikeras, Fosco, Flame y Alice entraban por primera vez en el subterráneo. Y por supuesto, Sandansola no les acompañó. Se trataba de una gran sala rectangular, con barrotes a uno y otro lado de un largo pasillo. La primera celda de la derecha aún seguía abierta. Era allí dónde habían encontrado a Kenkobek la primera vez, y curiosamente se había convertido en su mausoleo para toda la eternidad. Por no sacar las ganzúas para abrir más celdas, ya aprovecharon y metieron al gnoll con el viejo Yavé.

Klasius acompañó a Fosco, y a cualquier otro que se apuntara, al final del pasillo. Había prendido un cetro solar la primera vez que bajó, y aún perduraba la luz.

La última celda de la izquierda presentaba unos barrotes doblados, de manera que la gente se podía colar dentro sin necesidad de llave o herramientas de cerrajero. En el suelo quedaban las tres lanzas largas con las que Strahd torturó a Sandansola, y unos grilletes cuyas cadenas colgaban del techo. El otro elemento decorativo de la celda eran unas cuantas manchas de sangre de cuando el propio Klasius tiró de las picas retirándolas del cuerpo de la prisionera.

Es el final del pasillo-dijo indicando el espacio entre los barrotes de izquierda y derecha-. Sandansola dijo que la habían tapiado. Ella vió el proceso. Si hubieran instalado mecanismos, la elán lo hubiese visto. Esto es solo el antiguo hueco de una puerta, que ocuparon con bloques de piedra y masilla, disimulándola con el mismo diseño que el resto de la mampostería de las paredes. El enano percibió las diferencias de la albañilería, y a posteriori Sandansola lo confirmó: hay otra sala tras este muro.

Flame seguía sin interés alguno sobre lo que habría o no habría ahí detrás. Así que cuando terminó de bajar los cadáveres y mientras los demás permanecian allí parados esperando, Flame notó brevemente una cierta afinidad sobre el tipo que se hacía llamar alquimista o perfumista. El tipo no le había caído muy bien del todo, al menos no desde el momento en que ella había sido consciente y tampoco había prestado mucho interés a su nombres, si es que en algún momento se lo habían presentado.

Flame se secó las manos en sus ropajes y luego mostró una amplia sonrisa muy poco habitual en la chica de la escama en la cabeza.

No sé si nos han presentado, dijo tratando de susurrar y no llamar la atención del resto de la comitiva. Mi nombre es Flame de la Escama. Dijo volviendo a mostrar una sonrisa. Pareces un tipo interesante, al menos por lo que he oído a lo que te dedicas. Si quieres podemos hablar mientras esperamos a que estos terminen de investigar, la verdad que no me importan demasiado lo que hagan...

Por alguna razón Flame había sentido algo de química entre ambos mientras se ayudaban entre sí a bajar los cuerpos de los caídos.

Cansado y fatigado, el olvidadizo enano salió de la torre para aguardar al resto apoyado en la entrada. No tenía la más mínima intención de hacer esfuerzo alguno si no descansaban primero. Además, el tiempo le había enseñado que cuando uno muere es a los vivos a los que les importa toda la parafernalia y el aderezo de los funerales. 

-¡Maldita sea! Estos huesos ya no son lo que eran. ¡Y encima huelo a carne podrida! Casi me podrían confundir con un no muerto entre las nieblas... 

-¡Ja, ja, ja!--se le escuchó al viejo loco riendo a carcajadas desde el exterior.

Las nieblas, ¿qué demonios eran aquellas nieblas de pesadilla que los perseguían?

No darle una digna sepultura aquel anciano le parecía aberrante, también el marchar sin haber podido recuperar fuerzas le parecía una mala idea - veía como el pobre enano estaba notablemente cansado después de tan tamaño esfuerzo en salvar a la desagradecida y hermosa mujer  elán, y ella misma había agotado también sus recursos-. Pero parecía que no cabía otra opción si quería estar al resguardo del grupo frente a los peligros del camino.

Estaba visiblemente incómoda. Se sentó al lado del que parecía compartir sus mismos pensamientos mientras los demás trabajaban en llevar los cuerpos.

Pues parece que hoy va a haber niebla - dijo al enano con una media sonrisa sin esperar respuesta.

Fosco busca por la sala alguna forma que pueda abrir esa puerta o alguna manera que pueda llegar detrás de esa pared. Igual algún resquicio que haga vulnerable la pared.

- Flame de la escama...interesante y descriptivo nombre.- El mago observa con gran interes la pequeña marca en la frente de la mujer.-Me temo que mi nombre es menos exótico. Onfale nada más. Perfumista de profesión, mago y alquimista. Antes fui esclavo...me encargaba de un harén de mujeres de mi señor.- El humano se retiró hacia atrás el pelo largo y negro como el carbón. Probó a  sacar el tema del que ya había intentado hablar con la mujer, pero en su momento ella estaba semiinconsciente- ¿Y tú mujer?¿qué es esa extraña marca en tu frente? De donde vengo a veces nos ponemos un tilak entre las cejas, simbolizando el chakra denominado Ajna. Pero tú lo tienes permanentemente.- El mago hizo ademán de ir a tocarlo, pero se cortó en seco, cuando se dio cuenta de que era de mala educación el contacto físico sin permiso.

El comentario de la bruja enmudeció la alocada risa del enano de ipso facto.

-Me preguntó de dónde habrán salido y por qué nos persiguen--formuló tranquilamente, esta vez en voz alta, para compartir con aquella piadosa mujer sus más hondas preocupaciones.

Leiath tenía un aura distinta a la de los demás, un magnetismo de bondad que sacaba lo mejor del viejo desaliñado. Incluso permaneciendo en silencio podía sentirse a gusto a su lado. No es que estuviera enamorado, ni mucho menos. No era su tipo. A él le gustaban las enanas de barba trenzada y pechos grandes. Por no hablar de que  hacía mucho tiempo que su famosa tercera pierna no trabajaba lo más mínimo, tanto que no recordaba cuánto. 

Esperando a que el grupo se pusiera en marcha, Onfale esperaba realizando sus ejercicios de respiración adoptando la postura de la flor del loto. Trataba de evadirse de aquel macabro lugar, desapareciendo así la angustia que le producía estar allí.

- Ommmm. - El mago produjo el mantra que alargó en el tiempo. Las vibraciones de su garganta parecían no acabar nunca, fruto de la práctica de años y años de  entrenamiento y disciplina, extendiéndose alrededor.

Así que un mago... interesante... dice resoplando un poco y quizá preocupada por haberse emocionado más de lo que pensaba con él. Hace tiempo anduve en una misión junto a un mago... y bueno... dice encogiéndose de hombros dando a entender que aquello no había salido demasiado bien. Luego escuchó lo del harén de mujeres de su señor y eso tampoco ayudaba a que la muchacha le pusiese una buena cara. Empezaba a sentirse tan incómoda como al principio. Quizá hubiera sido un error haber comenzado aquella conversación, pero lo mejor sería darle una oportunidad al atractivo muchacho de pelo negro como el azabache.

¿Mujer? Acabo de decirte mi nombre, dijo mientras mostraba sus dientes a modo de gruñido por las desagradables palabras. No entiendo tus palabras, no conozco esos términos, pero esto es lo que te he dicho. Una escama. Una marca que tengo desde que nací.