Partida Rol por web

El rostro de Foco iba cambiando por fases. De niño que hace pucheros, a una mueca de interés, pasando por un rostro pensativo para finalmente asentir con la cabeza. Entiendo, mago dice en un tono desconocido para Onfale La verdad es que hasta ahora he seguido como si de una actuación se tratase, pero dejaba ver demasiado al que hay detrás de la máscara y entrever. Acepto tu consejo... en cuanto a la gitana... Me ofreció un trato a cambio de conocimiento. Quería saber si el bueno de Nikeras seguía vivo. Ella me pidió a cambio que destruyera un cuadro... decía que la destrucción de ese cuadro traerá la infelicidad a muchos... Y casualidad nos quiere llevar a Lechberg, ¡apuesto a que allí estará ese cuadro! luego echó una mirada a Onfale y concluó No soy tonto Onfale... recuerda que fui el único que acertó el acertijo... y luego guiñó su ojo paz volver a su estado normal.

- Acertaste el acertijo porque yo te di la idea, pequeño bribón. Pero no voy a discutir sobre eso. - Cortó tajante el tema. El perfumista se ajustó su nueva diadema obre la cabeza.- El bueno de Nikeras... También le ofreció al enano anteriormente conocido como "Ulmo" realizar una predicción a cambio de dinero. Pero no aceptó. Cualquiera se fiaría de sus augurios.- Sopesó la idea de por qué querría Eva Zarovan destruir un cuadro. - Un cuadro, ¡qué cosas! No me hace gracia tampoco ser uno de sus peones, pero creo que se nos queda grande. Si al menos consigues saber algo de Nikeras bueno será. Estoy preocupado pro él. ¿Has visto cómo esta el otro humano que ha sido picado por ese diablillo? La suerte que corra él será la misma que pueda sufrir Nikeras.

Fosco arqueó su ceja, puso las manos en jarra detrás de la cabeza El acertijo lo acerté solito... quiso decir, pero entonces recapacitó una sonrisa picarona salió de su rostro... Ya entiendo, el mago me pone aprueba para saber si entendí lo que me dijo antes. Por supuesto Onfale, querías burlarte de todos haciéndoles creer que yo adiviné el acertijo. Ja Ja una risa muy forzada Fue un plan grandioso... ¿Viste la cara de Alice? Se sintió estúpida... luego pensó en Nikeras. Ese cuadro me interesa... el cuadro que quiere la Bruja. Piensa por lo que podemos cambiarlo y Fosco se frotaba las manos mientras ponía una cara auténtica de granuja. Que tras mirar de reojo a Onfale intentó suavizar un poco.

Roko Fortich se lleva la mano a la nariz, y se aleja del grupo arremolinado en torno al carromato gitano. Derrotado por un pedo de Babras. Mientras, Eva trata de explicarle a Leiath la situación.

No es una votación, Bruja de Hala. Lechberg es el único destino posible.

Las Brumas viajan rápido sobre el río Vasha. A estas alturas ya estarán sobre el puente que lleve a Illvin, con toda la miríada de criaturas que viajan en su neblina. El oeste está vedado para nosotros, salvo para aquel estúpido que se atreva a cruzar las Brumas.

Atrás, al sur, las Brumas siguen viajando por tierra más lentas que por el cauce del río. Ya han cubierto Vor Ziyden y los lobos que la invadieron ya han sido devorados... o transformados en criaturas horripilantes.

Los carros y el caballo de la maga de cabellos de fuego no podrán subir por la escarpada montaña, y deberíamos abandonar a los heridos para tomar altura.

Solo cabía una ruta de huida: Lechberg. Que nos vayamos a encontrar a Lovina allí no condiciona nada, es solo un aliciente más, tan válido como el de preservar nuestras propias vidas.

¡Escuchadme vosotros dos!-dijo señalando amenazante a Fosco y Onfale, el dúo Calatrava-¡Ya estoy harto de vuestras impertinencias! ¡Y de cómo, ante mi desgracia, venís revoloteando como buitres pidiendo recompensas! ¿No podríais pareceros más a Lady Alice? Es a ella a quién perjudiqué más con mis errores pasados-claro, ahora lo del cuatrerismo se considera un error-, y sigue manteniendo las formas, y un silencio educado y elegante.

En Lechberg tengo negocios con los que pagar mis deudas de Honor del pasado. Y las pagaré, no os quepa duda. Pero si tengo que reunir un grupo de élite para rescatar a mi hija, en Lechberg hay suficientes aventureros como para no tener que recurrir a un eunuco y a un bocazas que no levanta más de un palmo del suelo.

Hasta que lleguemos a Lechberg, manteneos alejados de mí-dice de nuevo Victor, referido exclusivamente a Onfale y Fosco-. Manteneos alej... Oh, santo cielo... mi hija... mi dulce y pequeña niña...

Victor echa a llorar y trata de alejarse de ese par de sanguijuelas avariciosas para encontrar algo de calma. La desaparición de su hija le ha alterado profundamente.

¡Uy, no va y me llama eunuco!... Ah, es cierto que me debe dinero. Ahora sí, yo voy a Lecheberg también! dice ahora sí muy sonriente el mediano.

- Patético hombrecillo, tienes más de eunuco que yo mismo y bien que le suplicabas al bocazas que protegiera a tu hija cuando estaban atado a merced de aquella fata. ¡Maldito desagradecido! Claro que pagarás tus deudas de...de deshonor.- El perfumista sacó de entre sus ropa, de nuevo, la nota que Víctor les había dejado y dónde quedaba impresa de su puño y letra su deshonra. Imitó a la gitana mostrando el papel y luego escondiéndolo. Ya estaba harto de todos ellos, si quería guerra la tendría.

Más te vale que no encontremos nosotros a tu querida Lovina.

En cuanto el mediano cambió su intento de diversión, por una metedura de mano en toda regla, Flame descargó un duro y fuerte golpe en el estómago del mediano. Al ver al mediano tendido y quejándose del dolor se puso en pie y se alejó de el. Cuando éste se recompuso de su dolor y comenzó a decir tonterías sobre lo que debían o no debían hacer, no pudo evitar soltar otra carcajada.

Aquel estúpido sabía como hacerla reír, eso no podría negárselo.

Luego escuchó a Madame Eva, y al idiota de Watcher. Si Flame fuese hacia Lechberg sería porque no le quedase más remedio y porque fuese lo más seguro, no porque por el camino fuese a ayudar a Watcher. De hecho los dientes le rechinaron en cuanto comenzó a insultar a Fosco y a Onfale. ¡Solo ella podía hacer semejante cosa!

En aquel mismo instante, Watcher entró en la misma lista que Babras. Él no sería su compañero de viaje, y si se moría, no caeria sobre su conciencia. Con suerte, él moriría, y Lovina se quedaría huérfana y entre todos podrían cuidarla. Seguro que ellos la protegerían muchíiiiiiiiiiiiisimo mejor que su padre.

Vayamos a Lechberg, dijo sin decir nada más. Parece que no nos queda más remedio. Y entonces lanzó una mirada profunda y de desafío al llorica.

Leiath se quedó pensativa. Cómo podrían hacer para salvar a todos, sin dejar nadie atrás?

-Madame Eva, y si usarias vuestra poderosa magia para trasladar a los heridos que no podamos restablecer? Asi nadie quedaría abandonado a una muerte segura...

Si es que mediano te lo tienes merecido- dice al ver como Flame le lanza ese puñetazo en todo su estómago haciendo que el pobre Fosco caiga de rodillas. Se acerca a él y le ayuda a levantarse- aunque debo reconocer que tu intento de jugar con Flame ha sido gracioso. Incluso ella se ha reído- dice- si al final le vas a caer bien y todo. 

Supongo que ya tenemos un nuevo destino- piensa el guerrero. Solo quedaba solucionar como trasladar a todo el mundo hacia allí. 

La maga aun continuaba fascinada por la criatura que había visto surgir de las brumas, había sacado una de sus pergaminos y con trazo burdo y rápido había comenzado a tomar notas sobre la extraña criatura, incluso había hecho un boceto de la misma. Se encontraba tan absorta se encontraba en su trabajo, que no se dio cuenta de la desaparición de Lovina y la lectura de la adivina. Solo los gritos de Victor que finalmente se trasformaron en sollozos, le devolvieron a la realidad. ¿Había que ir a Lecheberg? Bueno, al menos eso nos alejara de las brumas, y espero que en la ciudad Victor tenga dinero con los que pagar nuestros servicios. Creo que no tenemos más elección.

Las palabras de Leiath tuvieron mella en la vistana. Sus parientes y esposos, padres e hijos, acudían a despedirse. Con amargura. Hubiesen preferido quedarse con sus seres queridos en la desesperación que estaban viviendo. Pasar las penurias juntos. ¿Pero qué sabían ellos? Las dos mujeres con magia para sanar heridas opinaban que los heridos debían ser trasladados.

La gitana se sentó en el pescante del carro de los heridos, y Viktor Das Vracken en el del carromato gitano. Las Brumas se elevaron, se desvanecieron y los carros habían desaparecido. Sin Eva Zarovan, el grupo de refugiados siguió hacia el norte.

Pasaron las horas, y la gitana no volvía. Al comienzo de la tarde, el séquito pasó ante el puente de Illvin. Quinientos pies de largo, distribuído en varias arcadas. Tan solo eso les separaba de la seguridad de una ciudad. Todos se pararon mirando con deseo aquel atajo para salir del horror. Pero una espesa niebla cubría el puente. Los edificios de más allá ni siquiera se veían. En la mente de todos aún perduraban las visiones de horribles bestias que poblaban las Brumas, en especial aquel enorme gusano volador.

En ausencia de la gitana, el Barón Septow aprovechó para poner en práctica su liderazgo.

¡Buenas gentes de Vor Ziyden, escuchadme! Sé que la tentación es grande. Muchos de nosotros tenemos parientes en la capital de Dorvinia, y las primeras calles de Illvin están a solo unas zancadas. Pero debemos optar por lo más seguro. Actuar apresuradamente puede costarnos la vida. ¡Seguiremos el plan inicial! ¡A Lechberg! ¡Venga, vamos...! ¡Sigamos andando mientras haya luz del sol! ¡Así estaremos más cerca de nuestro destino cuando llegue el ocaso!

El grupo siguió avanzando. La gitana siguió sin aparecer. Y llegó el ocaso. Y luego la noche. Y nada se sabía del destino de Eva Zarovan, Victor Watcher y la media docena de heridos que viajaban con ellos. Y como cada noche, Babras, Azaron y Flame se desproveían de sus pesadas armaduras, y mostraban sus cuerpos vulnerables bajo una fina capa de tela.

Durmieron. Durmieron hasta que los gritos se hicieron demasiado fuertes como para ser ignorados.

¡Hombres lobo!-exclamó Septow señalando a la cabecera de la comitiva.

Tres grandes criaturas híbridas se acercaban sobre sus patas traseras, como lobos caminando sobre dos patas. Olisqueaban el aire frenéticos. Nunca habían visto a tanta carne junta. Bufet libre.

"...la gitana lo miró a los ojos. Tenía una extraña y excitante mirada, casi lasciva. Babras frunció el ceño sorprendido. ¿Sería otro truco para robarle la bolsa? No, la joven se aproximó cual felino, lenta y peligrosamente, y comenzó a sobarle el miembro con una mano mientras con la otra cogía una del viejo guerrero y se la llevaba a sus erectos pechos..."

De pronto alguien comenzó a soltar berridos. Al principio sólo era un eco lejano, casi imperceptible. Pero los gritos enseguida despertaron al luchador de aquel húmedo sueño.

-¿Qué coño pasa ahora?

Llevándose una mano a la cabeza, que cada día le dolía más, Babras se puso en pie mientras extendía la cadena armada. No era momento de ponerse la armadura.

Ya no tenía las pesadillas espantosas que habían poblado su mente estos últmos días, aún así no tuvo visiones agradables; el enorme gusano salía de las brumas para, esta vez, zamparse a toda la comitiva. Ahí no acababa todo. Una vez dentro de la criatura, se dieron cuenta que se estaba mucho mejor que fuera asi que construyeron un templo a Hala y se quedaron a vivir.

Estaba llamando a los aldeanos para una misa cuando los gritos la despertaron de aquella curiosa pesadilla. Atacaban el campamento. Salió rauda de su novísima y flamante tienda donde dormía tan cómoda como le había parecido el monstruo por dentro.

Acercaos para recibir la bendición de Hala, os lo ruego!- dijo aún frotandose los ojos para despejarse.

¿Hombres lobos? No… yo quiero gatitos., pequeños y lindos gatitos con los que jugar. La maga estaba soñando haciendo caso omiso a los gritos del Baron Septow, hasta que un picotazo en la mano proveniente de Hollin la despertó. ¡MALDITO CUERVO DEL DEMONIO! ¿Qué quieres ahora? No hizo falta que el cuervo le relataba que pasaba, al levantar la mirada a hacia el camino vio las tres formas descomunales que se acercaban. ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! Aun soy muy joven para morir. Se lamentaba la maga mientras se incorporaba y se ajustaba el cinto con todas su pertenecías, luego corrió hacia la bruja de Hala.

El perfumista se encontraba bastante bien, dentro de las circunstancias por las que pasaban. Había tenido un dulce sueño en el que tenían a Victor Wachter atado de pies y manos revolviéndose en el suelo. Con su amada daga le rasgaba los pantalones para cercenar su miembro viril y, cual había sido su sorpresa, era tan diminuto que ni de recuerdo le serviría. Le ridiculizaba mientras él estaba allí tendido e indefenso y se reía con una risa maléfica.

Pasando a otra cosa más importante. Cuando sonaron los gritos de barón Septow en el campamento, el perfumista se levantó asustado, tomando la ballesta entre sus manos, tratando de localizar el origen del escándalo.

¡Hombres lobo!- Los vio acercarse sobre sus dos informes patas. No le hacía ninguna gracia infectarse con aquella maldición. Observó como el enano cogía su cadena armada.

- ¡Las armaduras, poneos las armaduras!- ¿Les daría tiempo a los guerreros a ponerse sus armaduras antes de que les alcanzaran aquellas bestias? El perfumista se acercó a Leiath y disparó un virote de la ballesta cargada esperando que aquello entretuviera a sus atacantes. Tenía otras posibilidades para ralentizarlos pero aún estaba somnoliento y no acertaba a calcular la distancia a la que se encontraban.

Fosco reuperó el aliento después del brutal golpe de flame, en toda la boca del estomago... Total le habia tocado el culete y sabia q prenda interior llevaba. Su favorita. Cogio su arco, lo tensó y lanzo una flecha. onfale mirame, mira, mira tengo un arco, mira como vuela la flecha, mirala! Mirarme todos soy un arquero elfo!! Vuela flecha, vuela! A por los malos!!! decia con muchisima energia parecia que el golpe de flame habia desatado su poder interior.

Azaron roncaba a pierna suelta. Aprendió hace bastante tiempo que, a pesar de las circunstancias, el descanso era lo mas necesario si uno quería estar preparado para el día siguiente. Daba igual la situación que el humano dormía plácidamente -o al menos todo lo mejor posible- en aquel lugar.

Lo bueno se acababa, y el ruido en el campamento hizo el Azaron abriese los ojos- que...- aún sonñoliento comenzó a levantarse mientras su mirada se dirigió hacia lo que parecía ser lo que había provocado todo aquel revuelo- que cojones...- en un instante, el guerrero agarró su espadón, dispuesto a luchar por su vida. 

Flame abrió los ojos de par en par en cuanto escuchó las palabras "Hombres lobo". Por lo menos esta vez estaba preparada para enfrentarse a ellos. Se puso en pie lo más rápido que fue capaz y después tomó entre sus manos a Ayash que relucía argenteamente.

Debían actuar con precisión y con eficacia, jamás se había enfrentado a semejantes seres, pero de sobra era conocido por todos su malicia y su dificultad. Acabar con un licántropo no era sencillo, y mucho menos lo sería si eran tres.

¿Armaduras? ¡No hay tiempo para eso Onfale! Gritó al eunuco que parecía confiar en las protecciones más mundanas. ¡Replegaos hacia la bruja de Hala! ¡Ella nos bendecirá con sus dones! Luego procurad no separaros de mi, los poderes de mi escama también os bendecirán a todos. Dice esperando a que el brillo dorado se extendiese por todos sus aliados. Y después se acercó hacia Alice, ella sabía que quería entregarle sus dones, y de protegerse con una armadura, mejor sería con sus conjuros. Onfale, si puedes lanza el mismo conjuro sobre Babras, y si alguien más puede que lo haga sobre Azaron.

Y luego se puso a dar órdenes de actuación. ¡Azaron, Babras y yo en primera fila! Dejadme a mi primera que lance mi aliento sobre ellos. Luego dejemos que se acerquen y atacamos. Fosco y Klasius, mantened las posiciones y cuando podais dais un rodeo y atacais por la espalda o escondeos, como prefirais.

Alice, Leiath y Onfale, permaneced en la retaguardia. Nosotros os protegeremos.

¿Habéis oído bien, no? ¡No ataquéis, esperad a que ellos se acerquen!

¡¡¡AUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU!!!

Las flechas de Fosco y la Capitana sobrevuelan a un par de dedos de las cabezas de sendos licántropos. No vayas a comparar la precisión de un birrioso arco con una ballesta de precisión. El virote de Onfale se clava en un cuello peludo, y no es el de Babras, pero el hombre lobo se arranca la flecha. Casi al instante, la herida empieza a cerrarse.

El barón Septow deja caer su palo. Será inútil con una criatura con semejante poder de regeneración. Su mirada se posa en Fosco. Si tan solo le prestase el estoque que le ganó en el duelo de tomates para luchar en este encuentro...

En el fuego más próximo al peligro, un par de hombres salen huyendo hacia las hogueras más retrasadas. Pero hay otros tres que quedan paralizados por el miedo. Son los famosos y por todos queridos trillizos de Vor Ziyden. Jack estaba prometido, pero su joven novia murió a manos de un lobo en la plaga que invadió su pueblo. A pesar de eso siempre mostró empuje y ánimo en la marcha hacia Lechberg, lo cual le honra. El heroico James le salvó la vida a una ancianita que fue atacada por un lobo y logró sacarla sana y salvo de Vor Ziyden. John hacía las veces de ayudante de la Capitana, de la que estaba enamorado en secreto (aunque todos lo sabían en el pueblo, esos dos nunca llegaban a nada).

Y ahora tres pares de rodillas tiemblan ante la presencia de los tres gigantescos monstruos de seis pies de altura, tan grandes como el más grande de los orcos. Los monstruos avanzan con paso decidido, y golpean con sus garras desgarrando la ropa y haciéndoles sangrar. Una vez más, Flame demuestra su genialidad a la hora de trazar planes. Para cuando los licántropos lleguen hasta la hoguera de los ocho extranjeros, los trillizos ya habrán sido devorados.