Partida Rol por web

Al escuchar el fuerte rugido, el enano dio un respingo y se giró hacia el sonido para contemplar al felino con cara de susto.

-¿De qué abismo ha salido esa... cosa? Será mejor que hagamos equipo contra la criatura, señores. Ya discutiremos lo que haga falta luego. Si sobrevivimos...

Sobreponiéndose al impacto inicial, el viejo volvió a aferrar con garbo la cadena armada para ponerla en movimiento mientras sonreía disparatadamente.

En cuanto el aullido de la bestia revela su proximidad, me pongo en movimiento, sin dirigirme directamente hacía a ella, pero buscando acercarme para entrar en combate. La veo aproximarse mientras me desplazo lateralmente y saco mi daga.

Cuando me acercado lo suficiente, pero no demasiado para no estar al alcance de sus tentáculos, lanzo el cuchillo hacia la el cuerpo de la criatura.

Leiath escucha la orden de su protector y enseguida se situa detrás suyo. Ella no es muy ducha en combate pero recuerda poseer unos pergaminos que quizá puedan ayudar a sus nuevos compañeros a lidiar con tan aberrante criatura.

Saca uno de ellos y se prepara para leerlo.

 El barbudo hombre miró a Fosco y asintió.

 - Sí... parece que su acento es balock.- Mirando a la niña, el montaraz toma el odre de agua que le tiende Onfale y se agacha mientras empieza acariciar a Zicko quien pronto se tumba dejando su barriga a la vista.- ¿Te gustan los perros, pequeña? A Zicko le gustan que lo acaricien...

Los trozos de "Trsan", el jamelgo, están ahora en mi espalda y el causante de ese desafortunado suceso esta delante nuestras para que seamos su alimento, saco el arco e intento asestar un flechazo en sus brillantes OJOS...

La niña no responde. Está agotada, y sus párpados se le cierran... hasta que pierde la consciencia por completo. Tiene los mismos signos de inanición y sed que todos los que se pierden en esta impía niebla. Nikeras y Fosco casi se sienten mal por haber malversado sus raciones compartiéndolas con los perros, lo que puede haber condenado a la niña a la muerte. Colocan la boquilla del odre en los labios de la pequeña y dejan que el poco agua que les queda fluya lentamente. La niña no despierta, pero por lo menos aún respira.

Al cabo de unos minutos, el silencio de la niebla se rompe. A la vez y en tres direcciones distintas. Por un lado suena el inconfundible sonido de los cascos de un caballo al galope. Por otro suena el rugido de un gran felino. Como si fuese el tercer vértice de un triángulo, desde otro punto en la lejanía se escucha la voz de un varón repitiendo una y otra vez lo mismo: lov, lov, lov... lo cual no se corresponde con ninguna palabra de ninguno de los idiomas conocidos por los presentes.

Los tres nómadas no pueden gritar y llamar ni al caballo (suponiendo que tenga jinete), ni a la voz. Son conscientes de que si lo hicieran, el felino les escucharía y daría con ellos. Podrían optar por quedarse donde están y que todo pasase, o por ponerse en movimiento, cargando con la niña en brazos. Y en ese caso, ¿hacia dónde ir? ¿Hacia el caballo o hacia la voz?

Una terrible tercera opción se les pasa por la mente: dirijirse hacia el rugido de manera suicida, encararse con la bestia y darle muerte para alimentarse de su carne. En tal supuesto, cargar con la niña sería todo un problema.

 El hombre estaba rascando el vientre de perro cuando se percató del lamentable estado de la niña, con esa maldita niebla no se había percatado del estado de esta. Antes de que se derrumbara, la tomó en brazos y le dio de beber. Estudiando su estado. Estaba muy débil, pero aguantaba, por lo menos lograba tragar el agua.

 Entonces, de repente, una cacofonía de sonidos les asaltaron. Inmersos en la brumosa niebla, todo adquiría un deje onírico, y los sonidos parecían distintos.

 Con un quedo gruñido tomó la renacuaja en brazos y empezó a moverse con determinación hacia la voz Iov.

 Por todos los dioses, que ese sea el nombre de la cría.

 Sin que hiciera falta de dar orden alguna, el perro lobo negro se apresuró a seguir el paso del montaraz.

En tu hoja de personaje aparece esto:

La columna de ataque tiene el valor que se le suma al d20. Por ejemplo: el ataque de un arco es 1d20+5. El resultado final se medirá a la CA de la bestia. Tu CA es 10+3 de destreza+armadura. Para los monstruos es igual, tienen su bono de destreza y un bono de armadura natural que representa la dureza de su piel.

De momento no doy el dato de la CA, así que tiráis sin saber la dificultad de la tirada.

Después de la tirada de ataque, viene la de daño. En esa no se usa el d20, sino el valor de la columna daño: 1d8 para arco.

D&d es un juego cooperativo, sería muy peligroso que avanzaras en solitario contra un monstruo. Mi consejo es que dispares con el arco en los dos turnos que vas a hacer ahora. Las tiradas serían:

1d20+5 (tirada de ataque con arco)

1d100 dificultad 51 o más (porcentaje de fallo por mala visibilidad)

1d8 daño (que se le restaría a la vida del monstruo en caso de que las dos tiradas anteriores tuviesen éxito)

1d20+5 (tirada de ataque con arco de tu 2º turno)

1d100 dificultad 51 o más (porcentaje de fallo por mala visibilidad de tu 2º turno)

1d8 daño de tu 2º turno (que se le restaría a la vida del monstruo en caso de que las dos tiradas anteriores tuviesen éxito)

En total 6 tiradas. Intenta hacerlas tú, para habituarte al sistema. Si no te conectas a umbría para ver esto, sí que tiraré por ti.

Viendo que aún está a tiempo de recitar el pergamino se apresura en la lectura.

Al llegar la niña muerta de hambre, Fosco ya tragaba las últimas moras, la confirmación de su inanición le hizo sentir mal, pero una sonrisa le asomó al ver el comportamiento de Onfale con la niña. Parecía que detestaba a las niña.
Ya de pie muchos ruidos distantes sonaban en la oscuridad. Fosco no dio ninguna importancia a esos ruidillos, si que se la dio cuando Nikeras sin mediar palabra fue directo a uno de ellos con la niña en brazos. [Espero no vaya en dirección al bicho ese. Fosco decidió seguirle con unos pasos de distancia, Saco uno de sus cuchillos y se preparó por si se encontraba algo que no fuese de su agrado. Con señas guió a su Rufus para que le siguiera.
Antes de partir y que la niebla se hiciese más densa Fosco miró a Onfale e intentó hablar bajito
No vienes?

Las flechas vuelan sobre la bestia mientras galopa acerdándose amenazante. De las tres flechas solo una se clava en el objetivo, pero por culpa de la niebla es imposible precisar cual fue el tirador que acertó, si Azaron o Peersan.

El pergamino en manos de Leiath arde en llamas y se consume en un destello de luz, pero como un destello, sale disparado hacia el depredador y se estrella en su lomo.

Cuando la criatura está lo suficientemente cerca, su avance es detenido por la cadena del enano sin nombre. Este golpe le ha dolido más, y deja escapar un gruñido de dolor.

¡La honda! ... Mejor no. Ellos parecen unos diestros guerreros y no le han dado.

Leiath prepara otro pergamino y lo recita.