Partida Rol por web

- Eh, jefe... Pasa algo a un par de barrios de distancia, pero... Ese algo viene a toda hostia hacia aquí. Una cabeza se había asomado desde el tejado de una azotea cercana, donde debía de estar uno de los carillones portátiles de la compañía.

Había algo de rebumbio por encima del sonido de la machacona música del circo, parecía escucharse el movimiento de una marabunta seguido por el griterío característico de un comité de linchamiento ensayando sus insultos y juramentos antes de abalanzarse sobre sus víctimas.

- Creo que vienen de los calabozos...- Se escuchó algún tiro que acompañaba al barullo general cuando los pasos a la carrera parecían alcanzar la esquina previa a la pequeña plaza abierta ante la biblioteca.

Los artefactos de Mungo son muy interesantes, lo malo es que hay que distinguirlos de tanta basura que lleva encima. El martillo parece particularmente interesante, si es que hace lo que dice, pero ¿porque no iba a hacerlo?

-¿un elefante dices?¿Con grandes orejas y trompa?- Es realmente tentador ver a uno de esos animales, y a los otros, el hipo tiene intrigado a Mr.Smith, ¿será un hipocampo?¿una hipotenusa?¿un hipopotamo?¿o tal vez el mítico hipolastato?, pero para descubrirlo parece mas fácil ir a una de sus funciones

-creo que..- antes de que el ser mecánico pueda decir algo llega un aviso desde arriba y algo se acerca, desde los juzgados, ¿será el cerdo salvaje liberado?

-mm, tal vez sea mejor si acabamos las negociaciones antes de que llegue lo que sea eso. ¿La canica de vidrio y el martillo serán suficientes?-

La pregunta está dirigida a Kate, bastante mas habil que Mr.Smith a la hora de negociar, tal vez por disponer de expresiones faciales, eso parece ayudar

-¡Estupendo, Mister!-Exclamó Kate, sin prestarle en realidad atención y mirando en la dirección de la que venía el ruido.-¡Fantástica negociación por las dos partes! Pues nosotros cogemos esto y esto-Dijo, hablando a toda velocidad, mientras cogía el martillo y la canica del suelo y los ponía en los bolsillos del traje de Mr. Smith.-Y casi que esto también. Por si...eh...queremos preguntar por la próxima función.-continuó, rasgando el trozo del papel donde estaban los números para contactar a la troupe, y dejándole a Mungo entre los dedos la frase "vale por un favor" y el retrato del payaso. puede que hubiese otras cosas que interesarán más en ese momento, pero si hacía falta el favor, siempre se podía dar otra cosa a cambio más adelante. Lo importante era tener el contacto-Y esto es para vosotros-cogió la copia de la partitura de manos de Mr. Smith y se la colgó del brazo al payaso.

-¡Hora de irnos!-Gritó, cogiendo a Mister Smith de la muñeca, y tirando de él para que empezara a correr, mientras con el pulgar le señalaba a los demás que los siguiesen. Por el ruído que se oía, iban a tener que pelear o huír. Y sabiendo que venía de los calabozos, no estaba segura de que el alboroto no tuviera que ver con ellos. ¿Estarían Pyotr y Caila en problemas?¿Le había llegado su San Martín al cerdo acuático que venían a rescatar? No lo sabía, lo que si sabía, como buena rata que era, era que uno debía apartarse de los pies cuando empiezan a caer los pisotones, y morder cuando menos se lo esperan. Es decir, que no era plan de enfrentarse frontalmente a una turba violenta, pero quería ponerse en un sitio donde pudiera verlos y saber lo que estaba pasando, sin ser arrollada.

Mungo dejó que Kate tomase el pago de los aventureros y dejó que le depositase en sus enguantadas manos la copia de la partitura. El payaso se quedó mirando el fragmento de la tarjeta que la joven había dejado en sus dedos y comenzaba a preguntarse si tal vez no habría hecho tan buen negocio, pero por ahora la joven parecía hacer referencia a... ¿Una visita normal a su circo? ¿Quién sabía lo que podría salir de aquella invitación? Tragó saliva pero ciertamente se dejó arrastra por la excitación de la rata, cuando esta se puso en modo supervivencia.

- Por aquí.- Les señaló el acceso a unas escaleras en un callejón contiguo. Los aventureros subieron por delante de Mungo, acercándose a la fuente de música que habían escuchado sobre sus cabezas, peor esta cesó durante su ascenso. En la azotea se encontraron con un joven de peculiar tupé oxigenado, con un arnés del que pendían cuatro cuchillos de aspecto similar, peor con empuñaduras de distintos colores, posiblemente sería el lanzador de cuchillos de la troupe circense, posiblemente actuando como guardaespaldas de su jefe, desde las azoteas, durante la negociación.

Él mismo había detenido el carillón, temiendo haber informado de su localización a la marabunta que hacia allí se dirigía, pero nadie podía estar seguro de ello todavía. El instrumento, similar a una pianola, descansaba en una de las esquinas de la azotea.

Al asomarse desde aquel lugar elevado, los aventureros pudieron ver a Matea deslizándose dentro de la biblioteca, yendo en busca de su enamorado. A saber qué suerte le esperaría en aquel bizarro rincón de Bastión... O en la dimensión a la que tal vez se podía accedes desde allí.

Tres pasos por detrás de ella llegaron corriendo Caila y un gigantón que debía de ser el cerdo acuático al que habían ido a liberar. Pisándoles los talones aparecieron dos alguaciles acompañados por el Marshall del lugar, el llamado duque Evepo, hijo de la dependienta de la tienda de la chocolatería. El fulano parecía entrado en su cuarta década de vida, con problemas de sobrepeso, una calva mal cubierta por un peluquín con forma de locomotora, vestía con una casaca azul cobalto y lucía un sable a un lado de su cinturón y un trabuco en su otro flanco. Montaba una especie de patinete motorizado, ideal para justas, pero que iba a una velocidad de paseo algo ridícula para una persecución. Tras él iba encadenado Pyotr.

Y por detrás de estos venía un divertido grupo de ciudadanos que posiblemente solo querían saber a qué venía tanto revuelo. Nada como una improvisada persecución callejera para abrir el apetito antes de la cena...

Evepo aceleró inesperadamente al ver claramente a los fugitivos tratando de abrir la puerta de la biblioteca, dándole a Relincho Cerdo de lleno, quien cayó sobre Caila. Los aventureros lo veían todo desde la azotea de un edificio de dos pisos que coincidía justo en frente de la entrada a la biblioteca.

- ¿Y queréis que me crea que una panda de ladrones malintencionados se han colado como ratas en nuestra amada (Aunque clausurada) biblioteca para hacerse con uno de sus tesoros culturales? Me cuesta creer que mis más que preparados legos no los hayan detectado, a no ser que sean una enorme patraña para tratar de ganar algo de tiempo.- Comentó con una voz bastante infantil mientras volvía a atropellar al pandillero mientras la compañera de Artinatus se quejaba bajo su peso.

Evepo tomó una correa que reposaba sobre su hombro y blandió el cono de metal que de esta colgaba, un altavoz de latón modificado con tecnología alienígena o de las máquinas de las alcantarillas para sonar con más fuerza.

- B DE LA BIBLIOTECA... ¿EN SERIO SE HA ATREVIDO ALGUIEN A PENETRAR EN LA GRAN ACHICORIAS PARA ROBARNOS SU PATRIMONIO?- Berreó hacia la biblioteca.

Ufff, que voz ensordecedora! a quienes estarán buscando. Menos mal que salimos a tiempo. 
La joven con su candidez extrema observa con asombro los nuevos sucesos, tiene el palpito que algo malo se avecina. 

Señor Smith, no cree que el clima se esta poniendo muy rrarrrro! Creo que podría llegar a llover...

Aquel tipo no le caía bien. De hecho, le caía francamente mal. Cómo se atrevía a cargar a Pyotr de cadenas sin permiso. E iba a tener que tener una seria conversación con su amigo. No le había dicho nada de dejarse hacer prisionero.

-¡Tenemos que hacer algo!-Exclamó Kate, en un susurro. Porque una cosa es que su estado emocional requiriera el uso de exclamaciones, y otra que usase el volumen vocal complementario en una situación que sólo iba a llamar la atención sobre ellos. -Mungo, no tendrá por ahí...eh...¿un hilo largo y unas ganzúas para grilletes?

Preguntó Kate, pensando en montar un ingenio para hacerle llegar las ganzúas a Pyotr. Desgraciadamente, su imaginación tenía más habilidad que sus manos.

El soldado había guardado el cohete al ver que todo se solucionaba diplomáticamente con el circo, le daba pena la muchacha que iba a encontrar su perdición dentro de la biblioteca. Estaba un poco preocupado por la situación. 

-¿Ha dicho "B de la biblioteca"? ¿Ese retrasado dirige la ley y el orden aquí?- Cada vez le sorprendía más la locura de lo que estaba ocurriendo.- Igual ha llegado el momento de cobrarnos ese favor del circo, necesitamos librarnos de las autoridades que vienen por esa calle. 

Sin embargo, no estaba dispuesto a que le pusieran un dedo encima a Caila, así que volvió a sacar su arma de asedio, la metió en su clonador portatil y con los dos cohetes que resultaron del proceso, se dispuso a encender las mechas y disparar las cargas contra los edificios de la calle. A ver si incrementando el caos podía generar una distracción más urgente.

Caila llevaba el sable encima, pero estaba mas centrada en correr, como le había enseñado Artintatus, para huir de los problemas. 

La negociación resulta mucho mas rápida de lo que Mr.Smith esperaba, que de repente se encuentra arrastrado por Kate y Pandora hacia los tejados

-pero...- no alcanza a protestar mientras llegan los causantes de la conmoción hasta la plaza. Liderados por el que debe ser el hijo de la abogada que amablemente les dio antes indicaciones.

La indicación de la señorita Rister no podría ser mas clara, a Mr.Smith le hubiera gustado estudiar mas tiempo esta curiosa rareza, pero con resignación saca la tormenta embotellada de su bolsillo y se dispongo a arrojarla.

Indica a Pandora que coja la pistola de la biblioteca y levanta tres dedos mirando a Artintatus, luego los va bajando lentamente.

Y cuando la cuenta llega a 0 arroja la botella hacia el vociferante patan.

Mungo, con un suspiro, sacrificó la integridad de su deshilachado chaleco fucsia, de hilo muy grueso, poniéndolo a disposición de Kate. Como si de su propio número cómico se tratase, comenzó a deshacer la prenda consiguiendo una larga hebra única, de alegre tono chillón, mientras Filo, el lanzador de cuchillos, se unía a los dos conspiradores, tratando de averiguar qué se proponían y si su ayuda era necesaria.

Kate pidió uno de sus cuchillos al oxigenado lanzador especialista, atándolo con la improvisada cuerda. Fue Pandora la que pudo aportar algo similar a unas ganzúas, cediendo una horquilla que empleaba para 'desmemorizar' las articulaciones de sus clientes cuando estas se quedaban atrancadas en una posición, perdiendo su movilidad. Aparentemente las prótesis o robots tenían un agujero que devolvía esas piezas a su 'configuración de fábrica'. Pandora solía ser silenciosa y por eso resultaba exótico verla deshacerse en formulaciones científicas en el momento más inesperado, aun así esta vez fue escueta.

A petición de Rata, Filo lanzó el cuchillo. La joven nómada engarzó la horquilla en el cordel, procediendo a deslizarla por la cuerda tratando de calcular cómo hacerla descender cerca del cautivo Pyotr. Por desgracia, su lazada se deshizo, dejando caer el filamento metálico un metro por delante de su objetivo, con tan mala suerte que Evepo se dio cuenta de aquella ínfima perturbación en la escena, moviendo su cabeza hacia las alturas para emitir un gutural - ¿QqqqqqqqqqqqqqquÉEEEE...?- Al tiempo que localizaba a aquellos que se asomaban desde la cornisa.

Aceptando la sugerencia de Rister, Mr Smith tomó una de las dos tomentosas probetas entre sus insensibles dedos mientras observaba por lo que sería el rabillo de sus gaseosos ojos cómo Artinatus tomaba su preciado cohete y lo introducía en una peculiar caja de zapatos con la que siempre cargaba. Del extremo opuesto de la caja salieron dos cohetes más pequeños, de apariencia un poco más inestable que el original, pero seguro que podían dar un buen pistoletazo de partida para unas fiestas de barrio.

El veterano, fósforos en mano, fue detenido por un gesto de su compañero mecánico, quien comenzó una silenciosa cuenta regresiva empleando los dedos de su mano. Al volver a cerrar su pulgar sobre la palma de la mano, lanzó la probeta hacia Evepo, al tiempo que las mechas acortadas de los dos cohetes hacían despegar con sus chispazos a los cohetes en dos direcciones distintas, apuntados a las fachadas de los edificios que flanqueaban a la comitiva de los polizontes y sus prisioneros.

La electrizante sorpresa reventó contra el borde del manillar del patinete de Evepo, liberando cuatro centellas que chocaron contra el busto del Marshall, sus dos alguaciles y... Pyotr.

Los cohetes, al explotar contra las fachadas, hicieron que grandes cascotes decorativos y fragmentos de las cornisas cayesen sobre la plazoleta, causando que el comité de linchamiento ciudadano huyese hacia algún lugar seguro.

Una vez arrojada la tormenta portatil Mr.Smith se refugia en el tejado asomando solo lo justo por el borde para observar los efectos de su frasquito. Y desde luego son unos efectos de lo mas coloridos, los rayos saltan de un alguacil a otro.. hasta Pyotr, en fin

-Pandora por favor, cubre con tu pistola el rescate- sugiere a la mecánica mientra busca por los alrededores alguna teja suelta u objeto arrojadizo igualmente contundente con el que apoyar la maniobra

Los rayos, molaban. Había que reconocerlo. El problema era que no discriminaban mucho a sus objetivos, así que Pyotr también recibió su descarga.

-¡Auch!¡Un poco de cuidado, Kate!-Gritó Pyotr, indignado, en cuanto pudo ponerse en pie.

-¡Eh!¡Que esta vez no he sido yo!¡No sé porque  siempre piensas que es culpa mía cada vez que te disparan, golpean o electrocutan!-Le contestó bajando las escaleras de dos en dos, para ir a defender lo a él y a Caila. Y a por el Cerdo Acuático, ya que estaba- ¡Ganzúas!-le gritó, señalando las ganzúas que habían caído delante de él. Pyotr no perdió tiempo en tirarse a por ellas, para ver si conseguía deshacerse de las cadenas.

-Además, ¿quién ha sido el que se ha dejado capturar, eh? No, yo. Yo sólo me he muerto, y muy poquito rato. Ya podías agradecer que te vengamos a rescatar.

-Vale, vale. Lo siento.¡Gracias!-Gritó a Kate y a los demás en el tejado, mientras aún intentaba alcanzar las ganzúas-...Espera, ¿qué es eso de que te has muerto un rato?

Rister se aferró fuertemente a su fiel escudero rapaz. Casi como si se tratara de un juguete y ella una niña preparandose para dormir. Acto seguido extrajo la pequeña pistola y su espada mellada. De nuevo esa sonrisa macillaba su delicado rostro. 
¡Acaso no van a dejar a nadie en pie para la pequeña Rister! 
Grito entre las explosiones y el disturbio generalizado. De alguna forma había colocado al búho dentro de su vestido y ahora daba la apariencia de una niña embarazada. 
Se movió con el resto: atenta a cubrir los movimientos de sus amigos y socios.

La lluvia de rescoldos cae sobre Evepo y dos de los polizones. Lo que le permite a Caila seguir corriendo y tirar de la cadena de Pyotr hacia el edificio y las providenciales ganzúas. 

- Vamos gandúl.-Le gritó la muchacha a la rata.- Qué se van sin nosotros.

"Eso nunca." pensó Artintatus. Armando su trabuco y empezando a bajar del edificio listo para cubrir la retirada de su ahijada si todo se iba al garete. Al menos, que ella pudiera escapar

-¿Alguien más viene?

El rayo alcanzó de lleno a Evepo, pero aparentemente había un campo de fuerza que lo protegía dentro de su peculiar patinete. Aun así había recibido daño, lo que le hizo palidecer aún más, al tiempo que una lágrima caía de entre los párpados de su ojo izquierdo. 

Los polizontes que lo flanqueaban no contaban con aquella ventaja y aquel primer ataque ya les había herido de vez. Los cascotes que cayeron sobre ellos por efecto de los cohetes de Artinatus solo aceleraron lo inevitable, dejando dos muñecos rotos a cada lado del Marshall y Pyotr, quien recibió parte del impacto pero no se vio excesivamente aboyado. 

Evepo presionó un goloso botón rojo que sobresalía del manillar de su vehículo al tiempo que su grito de 'GUARDIAS, A MÍ' salía disparado de unos altavoces ocultos en el periférico, invocando a otros agentes que patrullaban en las inmediaciones, en busca de los fugitivos, quienes ya giraban desde distintas esquinas para socorrer a su jefe: cuatro uniformes cian se unían a la trifulca.

Un último cascote dio de lleno al escudo de Evepo, pero cayó rodando por este hasta dañar los bajos de la plataforma del patín, dejando inmovilizado al fornido alguacil.

 Pyotr aprovechó la confusión para hacerse con las ganzúas que habían caído al suelo, cerca de él, durante el accidentado intento de liberación perpetrado por Kate. Tras quedarse dudando sobre el comentario de aquella peculiar muerte temporal de su compañera, el joven tomó una de las pistolas de los policías caídos y procedió a disparar a bocajarro a su captor, pero el escudo parecía inmune a las armas de fuego convencionales.

Kate y Ryster se unieron al cerdo acuático, Pyotr y Caila frente al enfurecido Evepo, quien se veía incapaz de disparar desde dentro del escudo. Ryster y Caila se abalanzaron hacia él, comprobando que sus sables podían penetrar en el escudo, pero el alguacil consiguió esquivarlas moviéndose hacia atrás antes de presionar otro botón y hacer que el escudo las repeliese.

El grueso abanderado bajó su escudo rápidamente para tratar de atacar al grupo, tomando su trabuco y disparando hacia ellos. El fogonazo de su arma alcanzó de lleno a la preñada silueta de Rister, quien notó un fuerte calor en su abdomen al notar como su compañero alado chocaba contra sus carnes por la fuerza del impacto. No había caído, pero había quedado tocado, como demostraban los chispazos que saltaban desde el agujero que se había quemado en la falda de la joven.

El Relincho Cerdo parecía asustado por todos lo que allí acontecía, a pesar de su voluminoso cuerpo. Estaba visto que el hombre no sabía defenderse excepto en combates cuerpo a cuerpo, así que permanecía tras Caila, presionándose contra la pared de la biblioteca, como si con ello pretendiese hacerse uno con el panel de ladrillos.
 

Mr.Smith realmente esperaba evitar una pelea, con las explosiones y la tormenta embotellada los policias se retirarían y ellos podrían escapar con elegancia y sin mas daños. Pero no parece ser el caso, Evepo parece un individuo muy testarudo y de momento parece haberlo pagado el encantador Phi

-necesita retirar su escudo para atacar, espera a ese momento para atacar- indica a su mecánica que hace cara de querer largarse corriendo en cualquier momento

Por su parte Mr.Smith considera si es oportuno arrojarse como un proyectil en caida libre sobre el Marshall de modo similar a lo que hizo en el barco, pero sigue considerando la huida por los tejados la mejor opción, y con su cuerpo mecánico volver a subir por la cuerda hecha con un hilo del chaleco del payaso le parece mas bien inverosimil, de modo que opta por una estrategia mas convencional si bien menos efectiva, agarra un pedrusco y espera pacientemente a que el alguacil retire su escudo.

Momento en que su piedra y el proyectil de Pandora vuelan

¡MALDITO HIJO DE P$%!& MIRA LO QUE LES HAS HECHO A MI BUHIJOOOOO!
(En este lugar ya no se respeta ni a una pobre joven embarazada en algo tan embarazoso)
Mascullo entre dientes para luego gritar de manera teatral y desgarradora...
Noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo...Phiiiiii...NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO...oooooooo...oooo
Completamente fuera de sí, la frágil señora de cabellos blancos vuelve a lanzarse a la carga contra Evepo. Sabe que eso puede ser un suicidio. Sabe que jamas se le dieron bien esta clase de riñas callejeras. Sabe que esto es un delito y se están enfrentando a la autoridad (fuck the police). Sabe que si la cosa sigue escalando ya no habrá vuelta atrás.
Todos serán criminales.
Asesinos.
Proscritos.
Buscados.
Todo esto le asusta, pero la excita también.
La ciudad es infinitamente grande. Un consuelo o bien la terrible sensación que nadie la recordará minutos después.
La tormenta desatada barrera toda sangre derramada. Sangre y engranajes mezclados con plumas.   

-No me cambies de tema, que estábamos hablando de cómo te habías dejado capturar, no de cómo me había muerto un ratito, casi nada.-Le contestó Kate a Pyotr, mientras Usaba su bichero sobre el polizonte más cercano. Pyotr, demasiado ocupado intentando disparar la pistola que había encontrado, y retrocediendo al mismo tiempo, se limitó a lanzarle una mirada que decía "vamos a hablar de esto largo y tendido, pero cuando no estemos siendo asediados por enemigos. Pero no pienso caer por tu obvio intento de evadir el tema desviando la atención hacia mi. Va a haber explicaciones. Con diagramas." Kate contestó con una que decía "¿Otra vez diagramas? Sé que procesar las cosas de forma visual te hace entenderlas mejor, pero me estoy quedando sin papel de notas. Y no estaba en condiciones de tomar apuntes mientras estaba muerta". Después de todo la vida juntos, se habían vuelto realmente buenos en las conversaciones con miradas, . En voz alta, Kate les gritó a Caila y al cerdo acuático-¡Vamos, vamos!¡Hacia las escaleras!¡Moveos!

Caila había visto lo que el trabuco de Evepo era capaz de hacer.*

- ¡Manteneros separados, dispara perdigones!- Tenía que darle la razón al androide, no podían alcanzar a Evepo mientras se escudase. Pero nada les impedía acabar con sus ayudantes. Así que usó su sable para quitarle a uno de ellos las ganas de seguir combatiendo. 

Nada deseaba más Artintatus que proteger a su ahijada, si hacía falta con su propio cuerpo, pero debía admitir que admirada su valor. No podía descargar su trabuco, lo tenía preparado para que el escudo de evepo perdiera energía y terminar con el de un sólo tiro. Aun así, pe pego un buen puñetazo a uno de los seguidores.