Partida Rol por web

La agencia Élite tal y como os había informado, realizó el trámite de pasar a recogerte en un coche discreto de la empresa (un mercedes full equip con todo tipo de recursos en su interior para realizar un tránsito cómodo y relajado). A continuación pudiste ver como el chófer condujo hasta una villa palaciega a las afueras de la ciudad. 

Seguramente habrían alquilado el lugar porque la sensación fue una majestuosidad y un caché muy alto para una agencia que se anunciaba en internet, eso o que habías subestimado la capacidad de dicha empresa. Sea como fuere, pudiste ver cómo el aparcamiento estaba repleto de vehículos similares al que te había trasladado hasta aquí. El chófer te dejó en la entrada y poco menos que apareció un hombre para abrirte la puerta e invitarte a que pasaras al interior del edificio.

Un gran salón sale a tu encuentro, por el hay algunos corrillos de gente, destacan sobretodo un grupo de mujeres provistas de máscaras venecianas, cuyo rostro no ves debido a semejante atrezzo; aún con todo, destacan sus curvas y figuras, así como los gestos desinhibidos con los que dedican a otros hombres en las cercanías que pasan a su lado.

Hay servicio de guardarropía en un lateral, al poco de traspasar la puerta principal, así como a lo largo y ancho de todo ese salón que sirve como recibidor, también puedes ver camareras que pasean y sirven diversas bebidas para acompañar el recibimiento.  

Al lado del servicio de guardarropía hay un stand con todo tipo de atuendos y ropas de época, también máscaras y capas. Una mujer es la encargada de proveer al gusto del invitado, así como de dar la bienvenida a la fiesta.

- Bienvenido, esperamos que disfrute de esta velada, sr...

A lo largo de estos días hasta el momento de acudir a la fiesta me concentro en el trabajo, pero cuando se termina no puedo evitar más de una vez pensar en el club e incluso entrar en su página web. Lo intento de varias formas, incluso modificando mi IP estática, pero parece que no funciona. Quizá podría probar desde otro ordenador, pero en cualquier caso es simple curiosidad.

El día de la fiesta me pienso un poco qué ponerme, pero finalmente decido llevar un traje negro con camisa blanca y una corbata a juego. Barajé la posibilidad de llevar algo más tipo sport, pero me pareció que querían darle un cierto nivel a sus actividades y decidí darles el beneficio de la duda.

Y menos mal que me decidí por el traje, porque menudo cochazo enviaron a buscarme. A ver, yo tengo dinero y tengo un buen coche, pero esto es de otro nivel. Aunque imagino que será alquilado, tiene que valer desde luego una pasta solo el alquiler.

Entonces llegamos a la casa y casi me caigo de culo. Ni siquiera acierto a reaccionar cuando me abren la puerta, embobado como estoy con la casa. ¿Pero dónde me he metido? Una de dos, o están queriendo darle caché a su página alquilando lo mejor que pueden o les he juzgado realmente mal.

Bajo del coche y me concentro por un momento para intentar asimilar la situación. Desde este momento intento que mi mirada sea de curiosidad y no de sorpresa.

El salón es increíble y parece haber corrillos de gente que ya se conoce, pero quién más llama la atención son un grupo de mujeres a las que el atrezzo no hace ningún favor, pues bajo este se adivinan unos cuerpos espectaculares. O al menos con unas buenas curvas.

Observo el guardarropa y la mujer ofreciendo ropas de época para los invitados. Me quito la americana qué entrego en el guardarropa y luego echo un vistazo a la ropa que tienen. Andersen, Mark Andersen. Gracias por sus deseos, señorita...

Espero un momento por si me quiere decir su nombre y luego señalo una capa y una máscara. Me pondré, si es posible, la capa negra con botones dorados en los hombros y la máscara negra. Creo que puede quedar bien con la ropa que llevo.

*

Me abstuve de darle ningún tipo de conversación al chófer del coche de lujo que había venido a recogerme. Tantos años de viajes en taxi y en vehículos con conductor le habían enseñado que era mejor dejar trabajar a los profesionales y aprovechar el tiempo para concentrarse en los asuntos propios.

Me habría gustado disfrutar simplemente del viaje y volver a repasar el catálogo de Lexus que me habían enviado por email, pero pronto me llegaron sendos mensajes de mi ex y de mi hija. El primero lo leí en diagonal hasta llegar al grano: nuestra hija Valeria tenía NOVIA y claro, eso era un drama para Lidia y su familia o, mejor dicho, para la reputación de su familia. Yo ya estaba al tanto de algunas de las relaciones homosexuales de Valeria. La había visto en el campus morreándose con una de mis alumnas de último año y, aunque le cayó una bronca por andar con alguien varios años mayor que ella, lo cierto es que no me sorprendió que mi hija besara a otra mujer. Ciertamente me había acostumbrado al concepto que tenían los jóvenes acerca del amor y de la sexualidad. Más miedo me dio su primer novio, un pijo arrogante sobrino segundo de Lidia que mostraba rasgos narcisistas y violentos muy preocupantes. Por fortuna los padres de aquel mierda se asustaron por la posibilidad de que los chicos estuvieran incurriendo en incesto y aquel joven hijoputa desapareció de la vida de Valeria.

El mensaje de Val era una retahíla de quejas sobre su madre, esperando que yo la apoyase: una carta que los hijos de padres divorciados juegan demasiado a menudo. Me hablaba de la chica, Ray o, mejor dicho, de elle. Ray se vestía con atuendo femenino pero no estaba muy claro su sexo biológico. Al menos no para mí porque seguro que mi hija ya habría tenido ocasión de descubrirlo. ¡Ah, qué envidia no poder ser joven en estos tiempos actuales!

No respondí ni a una ni a otra. El coche llegó a su destino cuando le estaba escribiendo a mi hija una respuesta de padre responsable y aburrido, así que cerré el móvil.

El lugar me parece impresionante. Como salido de esa película, ¿cómo se llamaba... ? En fin, no me acuerdo. Las chicas son preciosas a pesar de que las máscaras ocultan casi todo su rostro.

—Buenas noches, me llamo Herrero, Román Herrero —me presento a la chica del guardarropa—. ¿Es estrictamente necesario disfrazarse? —soy bastante soso para estas cuestiones; ni siquiera en Halloween han logrado que pase más allá de un discreto maquillaje y una capa de vampiro.

Había llegado al lugar, el taxi me dejo en la misma puerta de la mansión, la sala era realmente preciosa, se notaba que la agencia no había escatimado en gastos al escoger este lugar tan grande y pintoresco. 

El lujo se notaba hasta en las mismas cortinas que decoraban las ventanas del lugar, en el mismo salón hay mucha gente, me fijo principalmente en las damas, aunque también veo que hay varones admirando a las féminas que llevan los antifaces en sus rostros. 

Me coloqué el antifaz antes de entrar a la sala, no quería romper la magia del lugar y así le hice un gesto de saludo a la señora que se encargaba el guardarropa, no había venido con capa por suerte no había hecho demasiado frio. 

Saque el móvil de mi bolso una última vez para revisar si los editores habían publicado mi artículo, efectivamente, me habían mandado una confirmación, aunque la compensación económica no era lo que esperaba encontrar. Además de eso, mi jefe me había mandado un correo indicando una crítica constructiva del artículo, decidí leerlo más tarde y puse el móvil en silencio. 

Esperemos que haya alguna dama que me levante el ánimo pensé para mí misma un poco desanimada. 

Morgan habia llegado temprano a la fiesta, conocia la fama de ellas y la verdad deseaba ver que encontraba esta vez, con mi disfraz, una mascara sencilla y una cama elegante, me dispuse a conocer gente interesante, y esperaba conocer una mujer aventurera y sensual para que aquella velada realmente mereciera la pena.

Morgan topo una copa de champan y comenzo a charlar con los asistentes, nadie sabia del todo quien era los demas y eso era fascinante y emocionante, algunas mujeres hermosas se acercaban , pero Morgan buscaba algo realmente emocionante  ... 

Evolet había leído la invitación con cierto entusiasmo. Después de aquel primer contacto, el mero hecho de volver a encontrarse con aquel hombre le alegraba sus partes bajas. Así pues, pensó en el look que iba a improvisar, aunque a decir verdad, no quería nada de imprevisto; por lo que le pidió a sus padres una buena máscara veneciana.

Cuando llegó el día y tras la excusa de : 'Mi mejor amiga va a dar una de sus fiestas, volveré tarde.', Evolet se encaminó hacia el lugar con el vehículo de papá que tanto aprecio le tenía. Una vez lo estacionó, bajó con cierto glamour. Dejándose ver.

Llevaba un vestido rojizo, con un collar plateado a juego con su máscara, dejando ver, en esa única ocasión, que la hija de mamá y papá hacía bien su trabajo: enseñar que era de los Riley.

Aunque en aquella ocasión, más que enseñar quién era, lo que pretendía era demostrar a la zorra que llevaba dentro, en el magnífico sentido de la palabra. 

Se posicionó al lado de Amaya , quedándose completamente callada.

 Me sorprendió que aquel coche de lujo fuera el que me recogiera sin previo aviso y encima más dirigiendonos hacia aquel lugar del que me habían hablado. No tenía excusas para no ir, pero tampoco es que fuera una decisión facil... Aunque se volvió facil al simplemente pedirme que no dijera que no.

Así fue como tras montar en dicho coche eventualmente y sin mirar alante por un poco de corte ante todo el panorama, acabamos llegando en plena tranquilidad

Por fin la habían dejado salir de aquella clínica, a sus poco mas de 20 años era la tercera vez que pasaba por un centro de rehabilitación de la conducta, sin contar por aquellos colegios mayores con aire a reformatorio en los que se habia pasado la infancia. Habia salido no porque la estancia hubiese tenido ningún efecto positivo sobre ella, si no porque era complicado mantener a una persona mayor de edad en un centro así en contra de su voluntad y por mucha influencia y dinero que tuviese su padre no habia sido capaz mas que tenerla alli unas cuentas semanas.

Ahora que por fin era libre buscaba otra vez la manera de divertirse y aquella fiesta parecia un buen sitio donde empezar, el sitio era demasiado elegante para su gusto, se habia puesto un sencillo vestido negro ceñido al cuerpo, un look casual. Sin esperar su turno se acerco hasta al guardarropa , donde aquel hombre elegantemente vestido estaba preguntando

Cita:

En el fondo todos vamos disfrazados, nadie se atreve a mostrarse como es dejo que sus palabras flotaran por el aire, Pero tiene razón, esas mascaras son ridículas e insoportables, ni se moleste en darme una termino mientras dejaba su abrigo sobre el mostrador y esperaba a que la dejaran entrar.

Sin pensarlo mucho vi a algunas personas que me llamaban la atención, la primera en consideración era una muchacha rubia que llevaba una máscara blanca con un ala de mariposa en un extremo. 

Su vestido era el más blanco de la fiesta, tenía una mirada arrebatadora, el caso era como podía acercarme a ella sin ser demasiado obvia, aunque claramente esto era una fiesta de disfraces y todos veníamos a conocer gente. 

Mi vestido era de color lavanda y atado al cuello, dejando la espalda descubierta y portando una simple mascara blanca sin adornos, solo algo de relieve, para lo único que la quería era para evitar que se viera mi rostro. 

Había otras chicas que portaban vestidos fantásticos, pero ya me había decantado en que quería conocer a la rubia del vestido blanco, dejo pasar un tiempo en lo que ella entra en la sala, en algún momento. 

Note que se ponía a mi lado una muchacha que llevaba un vestido rojo, como se nota que ha venido la cremé de la cremé a la fiesta pensé para mí, viendo el porte de la chica, sus zapatos, sus joyas y sobre todo su vestido. 

-buenas noches- saludé a la muchacha que se había puesto a mi lado y sonreí brevemente, dirigiendo mi mirada hacia la otra chica, igual siendo insinuante conseguía poder hablar con la dama. 

Antes de que la persona encargada del guardarropas tuviera ocasión de contestarme, una chica joven se coloca a mi lado y parece secundar mis reparos a cambiar nuestras vestimentas. La miro y sonrío cálidamente: es joven, todas las chicas que veo en la fiesta lo son.

—Tienes toda la razón. Disfrazar nuestro disfraz condena a las tinieblas a nuestro auténtico ego. Pero, ¿qué te parece si solamente le colocamos una sencilla máscara por esta noche? Para no romper el protocolo e incomodar a los más tímidos. Te dejo que elijas la mía. Yo soy un desastre. A propósito —le tiendo mi mano derecha a modo de saludo—. Me llamo Román. Encantado.

Aunque al parecer era obligatorio llevar mascaras no sentia que fuese algo necesario el hecho de ocultarme asi que tan solo la llevaba en la mano ocultandome de vez en cuando para seguir el misterio de lo que veia alrededor. 

Era mi primera vez en un club semejante, y la verdad que era la primera vez para muchas cosas en mi vida, pero de algo estaba segura, tenia que recuperar el tiempo perdido y siendo recatada o timida no lo iba a hacer. 

A cada hombre y mujer que pude observa regale una sonrisa, y tal vez una mirada mas detallada en algunas de las chicas que observaba. 

El vestido de la rubia era espectacular, dejandome en pensamientos hambrientos hasta que encontre aquella cabellera negra con mirada diabolica. Si queria mi perdicion ya sabia en donde la iba encontrar.

Y era el momento de buscarme una copa.

Por mi lado seguiría un tanto aislada de tanta gente. Sabía que en ese tipo de fiestas había que quitarse toda la vergüenza y preocupaciones de encima, de hecho la mascara me daba algo de tranquilidad pues me dejaría un tanto de anonimato y por ello podría mantenerme en el lugar sin necesidad de huir.

Las copas también iban a ayudar un poco, pero debía controlarme. Miré pues a todos los que iban entrando y colocandose con gente, hablando distendidamente con otros... Se notaba que muchos tenían experiencia en esto y por supuesto que yo no tenía ninguna. ¿Como entonces podría abrirme de la misma manera que lo hacían los demás?

Intenté pues fijarme en gente que quizás estuviera más sola pensando que así sería más facil, hasta que de pronto vi como una mujer de vestido malva me estaba mirando bastante. No me incomodó pero si que me sacó un sonrojo - ¿Acaso le intereso? - era lo que circulaba por mi mente. - ¿Me acerco? - incluso hasta me pregunté a mi misma.

Empecé pues a acercarme un poco insegura, sin saber como iniciar la conversación, pero me detuve al ver como estaba con otra chica preguntandome ahora si estaba acompañada y si molestaría. No obstante la seguí mirando y con mis gestos mostrando la confusión de si debía acercarme o no. Igual hice en mal en detenerme pues si seguía mirandome, igual era una buena elección con quien comenzar una conversación.

No puedo evitar reír suavemente ante el comentario de Beth y afirmo. Realmente llevamos más máscaras de las que parece, solo para evitar los juicios de los demás. Esta no es sino otra máscara más.

Me quedo con la máscara de la mano, sin ponérmela, y me giro hacia la chica que había hablado. Mark Andersen, encantado digo, tendiéndole la mano. ¿Ha venido más veces por aquí? Reconozco que es mi primera vez y estoy un poco perdido.

buenas noches

-Veo que su interés se acerca, que pase muy buena noche. -Sonrió detrás de la máscara y se alejó de la señora color malva para ir a por un poco de bebida. 

Asentí solamente al comentario de la mujer del vestido rojo, noté que se alejaba para dejar espacio a la chica rubia del vestido blanco, cuando la vi más de cerca me percaté de que parecía un cisne y decidí acercarme ya que me devolvía las miradas.

- ¿puedo preguntar que hace un cisne tan bonito fuera del estanque? -pregunte intentando lanzar un breve, pero notorio halago hacia la muchacha rubia con los ojos del color del cielo, también me había fascinado el antifaz que portaba con esa ala de mariposa cuidadosamente adherida y que parecía darle un toque dulce a su rostro.