Partida Rol por web

El mago agotado después del duro combate se toma un momento para coger aliento. Respira hondo y propone lo siguiente habiendo visto a su enemigo escapar hacia aquella instancia.

- Está oscureciendo, propongo acabar con ese maldito hombre, el y sus compañeros casi acaban con nosotros. Está escondido allí (señalando la entrada del pequeño edificio) claramente debemos deshacernos de el lo antes posible y recuperar el aliento en algún sitio. No es aconsejable quedarnos aquí demasiado tiempo, no sabemos quién más puede acudir con todo el ruido que hemos ocasionado.

- Hay que ser precavidos, está claro que la reina ya sabe de nuestra presencia y no tardará en venir a por nosotros o enviar más de sus asquerosos esbirros.

Cuando la batalla termina el sacerdote respira hondo y con calma, vuelve a guardar su guja limpiando la sangre de su filo con un paño que guarda para este tipo de ocasiones. Después escuchando a Celingandir asiente como señal de estar de acuerdo con sus palabras.

Viendo el estado en el que se encuentra el grupo agarra fuertemente su estrella de Pelor y la alza al cielo canalizando poder divino sobre Celingandir, Guiraud y Kaysa. Una luz sagrada y resplandeciente cubre al grupo sanando parte de sus heridas, pero esto es casi todo lo que puede llegar a hacer gracias a sus plegarias, su poder estaba casi del todo agotado y necesitaba descansar.

- Deberíamos descansar, estoy agotado. Guardar las pociones de la vieja druida Samantha, nos harán falta más adelante.

Acto seguido con paso decidido comenzó a caminar al edificio donde se ocultaba el soldado huido del combate.

Aunque la furia le proporcionaba el pellejo del oso del norte, más duro y grueso que una armadura de placas de acero, los grandes dientes del perro comenzaban a hacer mella en su cuerpo. Habían agrandado la herida del hombro, que sangraba profusamente, y sus dientes se habían clavado en su pecho, aplastándola y dejándola sin respiración.
Por su cabeza pasó su lucha con el oso, allá en las montañas, sus garras destrozándole el cuerpo, sus mandíbulas aplastando sus huesos. Había sido un rival digno, pero había sucumbido. Mientras la sangre empapaba el suelo del castillo, Kaysa pensó en aquella lucha, que le había otorgado su lugar en el Clan. ¿De verdad había podido contra un oso y iba a morir contra un maldito perro rabioso? ¿De verdad iba a morir en aquel castillo ruinoso, sin haberse enfrentado siquiera a la hechicera siete veces maldita?
Sus ojos ardieron en furia, rugió más fuerte que el perro, como un trueno que sacudió el patio, y alzó el hacha mientras sus ojos se transformaban del todo en los de un oso del Norte, con la pupila enorme y ardiente. Behar atacó, y distrajo a la bestia lo suficiente como para que Kaysa flexionara las piernas y saltara hacia arriba, blandiendo el hacha por encima de la cabeza y cayendo con toda la fuerza aumentada de su furia y el impulso de su caída sobre el monstruo.
-¡Tres cabezas, pero un solo corazón!-rugió-¡No eres nada contra el oso, chucho!
Su ataque impactó como un ariete, con el hacha atravesando piel, carne y hueso hasta llegar al corazón, que se partió con un sonido húmedo. El hacha se había clavado casi en su totalidad, y había abierto una herida brutal que casi partía en dos al monstruo. La sangre saltó como un surtidor, y bañó a Kaysa de pies a cabeza.
A su alrededor, uno de los soldados corría, huyendo de ellos, y el resto morían. Desenterró el hacha del cadáver del cancerbero, y se volvió hacia Tristant. Las heridas de su cuerpo hablaban por sí solas, e inmediatamente el clérigo alzó su símbolo sagrado y una oleada de curación cerró sus heridas. Sin embargo, al mirarse, vio que la sanación no había sido total, ni mucho menos, casi todas las heridas seguían ahí. Tristant habló de descansar, pero Kaysa tenía más prisa que el resto.
-Os recuerdo que necesitamos la sangre de ese cabrón lobuno que me mordió para hacer el antídoto. No tengo intención de convertirme en un pellejudo, así que vamos a por ese capullo que ha huido y luego buscamos al lobo. No me queda mucho antes de que sea incurable.

La batalla había concluido, y aunque por nuestro aspecto nadie hubiera dicho que hubiéramos salido victoriosos, nuestros enemigos yacían a nuestros pies, inertes. Hacía mucho que tenía que esforzarme tanto en una pelea, y había sido el mejor de los calentamientos contra lo que nos esperaba. Siguiendo el impulso de la bárbara, iba a proponer seguir en busca de nuestra siguiente presa, pero ver el esto de mis compañeros me hizo replantearme la situación. Si esto había sido uno de sus esbirros, Ella sin duda nos daría más problemas. El fuego de la batalla todavía rugía en mi, pero mi Ki casi estaba agotado, y la razón se impuso al resto de emociones.

-No podemos continuar en el estado en el que nos encontramos. Yo mismo quiero acabar con Ella cuanto antes, pero cuando lo hagamos tendrá que ser en nuestras mejores condiciones. 

Kaysa tenía múltiples heridas, y Celingadir había estado a las puertas de la muerte.

-Tal y como han dicho, deberíamos perseguir a ese malnacido cobarde. Con un poco de suerte nos podrá algo de información útil. Si encontramos un sitio seguro, quizás podamos incluso pasar la noche aquí. Ella se hace más fuerte a cada momento, pero no tiene sentido combatir contra ella en baja forma. Tristant, ¿sabes de cuánto tiempo tenemos más o menos antes de que el estado de Kaysa sea irreversible?

De una manera u otra, todos parecíamos de acuerdo en perseguir al enemigo huido, por lo que ese sería el primer paso.

Tristant se detuvo escuchando al viejo monje, se acercó para examinar el hombro herido de Kaysa, la herida tenía peor aspecto a medida que pasaban las horas, una infección recorría su cuerpo, una maldición que había afligido a miles y que acabaría con ella tal y como la conocíamos.

Por la supuración y el estado de la herida trató de calcular aproximadamente cuanto tiempo le quedaría antes de llegar a su culmen.

- Por su estado y la profundidad del mordisco, algo que no ha ayudado la bestia esa que acabamos de matar, le quedarán unos 2 días, puede que uno. Eso nunca se sabe a ciencia cierta. Dedicaré unas plegarias a Pelor para intentar ralentizar la maldición que pesa sobre ella.

- Lo que no es seguro es dejarla sola, habrá que vigilarla permanentemente.

Dicho esto el sacerdote continuo su camino esperando que el resto del grupo lo siguiera al edificio donde aquella rata se había escondido, solo esperaba que hubiese rezado a su dios para poder partir en paz.

Mientras mantenéis conversación sobre cual será vuestro siguiente paso, un ahogado grito seguido de un gran alboroto que proviene del lugar al que os dirigís os sobresalta.

Con paso firme y decidido entráis en el edificio cercano, el sonoro crujido de la vieja puerta deja ver un amplio espacio donde unos bancos, mesas y una suerte de escudillas, jarras, vasos y cucharas indican que es aquí donde los soldados comen. Si bien es una descortesía importunar a las personas mientras almuerzan, en estas situaciones es tácticamente aconsejable.

El barracón tiene aspecto de ser muy utilizado, pero algo no va bien, parece que reina un silencio sepulcral sólo interrumpido por el crepitar del fuego en el muro sur que es la única iluminación que parece haber. Restos de esa sangre verduzca tan peculiar salpican gran parte de la mesa central, todo está realmente alborotado con sillas rotas y utensilios por el suelo.

Cerrando la puerta a vuestro paso observáis una figura, cuya sombra es proyectada por las llamas en el muro, de una persona muy familiar al fondo del gran salón. Un vistazo en detalle os permite determinar que es vuestro compañero desaparecido la noche anterior, Feanor Neya, pero algo ha cambiado en él, su cuerpo es algo más grande de lo normal para un semielfo. Una larga melena cae por su rostro ensangrentado dejando entrever unos ojos totalmente en blanco, cabizbajo se mantiene con respiración apresurada exhalando y expulsando aire rápidamente. Tanto su cuerpo como sus vestimentas hechas jirones dejan ver claros rasgos de lucha y heridas de batalla.

En su mano derecha se encuentra bien sujeta por la cabellera la cabeza del soldado al que perseguíais brotando sangre sin parar, en la siniestra el resto del maltratado cuerpo que increíblemente mantiene sujeto en el aire pese a su peso. Pesadamente los deja caer sobre un charco de la misma sangre y se mantiene en pie, sin ni siquiera miraros continúa respirando abruptamente.

- ... 

- ...

- ...

Kaysa entró en el recinto dispuesta a luchar, pero en vez de aquellos humanoides se encontró una cara conocida, aunque desfigurada y transformada. Con el hacha alzada, y aún en guardia, le miró y rió. 

-Coño, mirad quién está aquí. ¡Feanor! ¿Me oyes? ¡Eh!

Kaysa balanceó el hacha frente a él para llamar su atención, no sabía si respondería o si quedaría algo de su antiguo compañero. 

Al entrar en la sala pude observar, sorprendido, cómo la figura del desaparecido Feanor sostenía el cadáver del soldado huido. Si bien no habíamos compartido mucho tiempo juntos, aquel sin duda no era el Feanor que había conocido en el pueblo. 

-No os confieis, sé que es bastante obvio que este ya no es nuestro amigo.

Esperaba que, pese a los lazos de amistad que les unían, pudieran ver la verdad. Aun así, era posible que no todo estuviera perdido, quizás hubiera alguna manera de volverlo a la normalidad. 

-Tristan, ¿sabes qué le ocurre? ¿Hay alguna manera de volverlo a la normalidad? Somos 5 contra 1, si queréis salvar a vuestro amigo podemos inmovilizarlo entre todos. Aunque os lo advierto ahora, si la situación es demasiado peligrosa, no dudaré en ir con todo.

El clérigo se queda de piedra al ver aquella cruenta escena y apenas consigue responder a las palabras del monje con una frase corta.

- ... sea quién sea, Feanor no haría algo así, no poseía tal fuerza... pero tengamos fe puede que aún quede algo de el después de lo que sea que le haya ocurrido.

Después sin mostrarse agresivo se acerca arrastrando por el suelo su pesada túnica hacia el semielfo para observarlo mejor con las manos a su espalda.

- ¿Feanor? compañero, hemos luchado una y mil veces. Necesitamos que nos prepares otra de esas deliciosas recetas tuyas, vamos...

A continuación prepara un ritual para ver a través de su amigo, pronuncia unas palabras susurrantes que en combinación con un poco de polvo blanco y unos simbolos en su manos derecha hacen ver unas palabras en el aire.

La batalla había sido increíblemente difícil, puedo asegurar que por poco no lo lograbamos,ahora debíamos matar al que escapó para no alertar a más enemigos.
Dando caza a esa criatura entramos a lo que parecía un comedor y la vicion que teníamos enfrente era difícil de creer, nuestro compañero desaparecido de pie frente a nosotros con el cuerpo de la criatura que escapó, pero había algo muy diferente y oscuro en Feanor.
Fuera lo que Fuera, me daba mala espina y alteraba mi istinto.

Celingandir trata de no actuar antes de tiempo al observar a su compañero del Gremio del León actuar de esta forma tan agresiva, con su mano acaricia suavemente a su familiar que se esconde tras su túnica no para tranquilizarlo a el sino para hacerlo consigo mismo.

Cuando el sacerdote se acerca preparando el ya tan manido ritual de magia, Celingandir tiene claro cual será su resultados y es que aunque esa persona haya sido nuestro compañero de viajes y comidas durante un tiempo ya no lo iba a ser más. Había quedado claro que sus intenciones no eran lo que se dice "amistosas"...

- Cuidado Tristant, no te acerques demasiado...ya sabemos de lo que es capaz no quiero ver tu cabeza rodando por el suelo.

Con esfuerzo tratáis en mayor o menor medida ayudar o al menos hablar con vuestro antiguo compañero. Parece no ser el mismo, pero tras escuchar vuestras palabras permanece en el mismo estado que estaba.

Observáis que su rostro antes carente de emociones empieza a sufrir pequeños espasmos como si una guerra estuviera ocurriendo dentro de el. Sin dirigir una palabra con un manotazo aparta la mano de Tristant, comienza a andar pesadamente arrastrando los pies. Ahora con más detenimiento podéis fijaros en que sus vestimentas rasgadas tampoco son lo que eran, su cuerpo semidesnudo y fortalecido apenas consigue caminar en linea recta hacia la salida, el hacha que Kaysa blandía es apartada lentamente por el cuerpo del "semielfo", continua pasando a vuestro lado sin ni siquiera inmutarse cuando los pequeños espasmos de su rostro comienzan a ser cada vez más alarmantes.

Ya en la salida del comedor, trata de empujar la pesada puerta de madera con su brazo que empieza a temblar como si esa guerra interior se intensificase. 

Antes de que "Feanor" abandonase el comedor, el ritual me permitió ver algo sorprendente que no dude en comunicar a mis compañeros. Volví a recobrar la compostura tras sufrir la tensión de poder estar en peligro ante nuestro compañero y su posible reacción a mis palabras.

- Presiento bondad, pero también maldad en sus actos, algún tipo de encantamiento o conjuro puede estar haciendo mella en el no siendo la persona que despareció la noche pasada.

- Tengo el presentimiento de que la Reina de este lugar lo tenga embrujado y sacarlo de ese estado lo rompería mentalmente. Si conseguimos derrotarla quizás haya salvación para nuestro amigo Feanor...

Kaysa escuchó a Tristant y se alejó de Feanor. 

-Bueno, tenemos otras cosas que hacer. Hay que encontrar a ese hombre lobo antes de que me convierta en uno. Así que ya nos preocuparemos de Feanor. Vamos.

Y sin más echó a andar fuera de sala, dejando ahí al semielfo. 

Lo que dice Tristan tiene sentido para mi, el sabe de estas cosas.
-Debemos buscar un lugar donde descansar... personalmente me siento muy agotado-
Les digo a mis compañeros con los hombros caídos.

El grupo parecía estar de acuerdo con la explicación del clérigo, por lo que no tenía motivo para no confiar en sus conocimientos. Al fin y al cabo el plan era acabar con Ella de todos modos, por lo que salvar a Feanor no era sino una razón más.

-Coincido con Behar, deberíamos encontrar algún sitio donde descansar. La última batalla ha sido dura.

Celingandir estaba deacuerdo con sus compañeros pero después de todo un día de viaje y dos serias batallas sus habilidades estaban agotadas y de poco serviría sino meditaba y preparaba sus hechizos pues el final de la bruja estaba cerca e ir en su estado actual no ayudaría al grupo.

- Lo que dice Tristant tiene sentido pero habremos de descansar unas horas, yo no estoy preparado para enfrentarme en mi estado al poder arcano de la bruja. Propongo encontrar un lugar para descansar tras aquella puerta y hacer guardias suficientes hasta habernos recuperado.

(Lo dice mientras sigue tapándose las heridas del cancerbero en su torso que ya ha parado de sangrar)

Juntos decidís que lo mejor ahora es descansar para las batallas que están por venir, para ellos continuáis por el comedor hasta la puerta que se encuentra al fondo, el sonido de vuestras pisadas sobre los diferentes útiles rotos sobre el suelo sólo es interrumpido por el crepitar del fuego. Detrás de esa puerta se encuentra sin duda lo que parece una cocina, dos dependencias la dividen. La primera, la más exterior, tiene una mesa donde se preparan comidas y en cuya pared se cuelgan piezas, provisiones y utensilios de cocina. Aquí había una estrecha escalera de madera que accedía a la planta superior; ahora está hecha pedazos y los trozos están desperdigados por el suelo. En la dependencia más al oeste, cruzando la puerta, se encuentran los fogones y un horno no muy grande. Piezas de leña llenan casi por completo el estrecho recinto. 

La tenue luz de otro fuego en una especie de chimenea ilumina la estancia.