Partida Rol por web

En el valle del Nentir el pueblo de Atwater está ubicado al sur del mapa, en la periferia occidental del Bosque Harken junto a la ribera del río Blanco, el Camino Real donde se sitúa es una de las principales carreteras del valle y hace de este punto un camino obligado para el paso de las caravanas y otros viajeros.

Población: Alrededor de unas 350 personas viven en el pueblo de Atwater. La población está formada básicamente por humanos, aunque hay una minoría de medianos debido a los campamentos cercanos de las riberas del río Blanco. Los elfos también son una raza común en el pueblo, debido a lo cerca que están los territorios del clan élfico de los Cantores forestales. Miembros de otras razas son más bien raros, normalmente llegando al pueblo como viajeros, sea como integrantes de las caravanas mercantes o de grupos de peregrinos o mercenarios.

Gobierno: No existe ningún terrateniente o noble que gobierne Atwater, y el barón del Bosque de Harken poca influencia ejerce en un pueblo tan alejado de sus dominios. Los ancianos normalmente son respetados y se les busca pare pedir consejo, solucionar asuntos del pueblo o para que hagan de intermediarios en rencillas locales.

Defensa: No hay. El pueblo y el bosque colindante están libres de monstruos y bandidos gracias a la influencia de Ella.
Durante la invasión de los orcos de clan de las Lanzas sangrientas, hace cien años, Atwater fue uno de los pocos lugares que fue totalmente ignorado por la horda; pero no sabeis muy bien por qué...

Dioses: En Atwater se rinde culto a Melora para mantener a raya a los seres de los bosques, a Bahamut por protección y a Pelor para las buenas cosechas. Algunos incluyen en sus plegarias a Avandra, la siempre popular diosa de la suerte. Además los rumores que os han llegado dicen que se venera a una diosa única de este lugar.

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Los Grifos Blancos

Actualmente formáis parte de la Compañía de los Grifos Blancos, un pequeño grupo de aventureros que pertenece al gremio de mercenarios de la ciudad de Fallcrest, ubicada en las tierras centrales del valle. Os encontráis en este momento en el viaje de regreso a casa, luego de haber terminado vuestra última misión. Esta consistió en escoltar a un mercader hasta la ciudad de Albridge, ubicada en la región nororiental del Bosque de Harken. Mientras estuvisteis en Albridge, el lord regente de aquella ciudad os encargó una nueva misión, que consiste en llevar unos documentos importantes al lord regente de Fallcrest. La recompensa por entregar los documentos les será otorgada una vez regresen a dicha ciudad.

El Camino Real, la ruta más rápida de regreso a Fallcrest, pasa también por Atwater, haciendo que el paso por el pueblo sea algo obligatorio. Debido a las inclementes lluvias que han estado azotando la región desde los últimos meses, la Compañía se ve forzada a detener su viaje en plena noche y buscar un lugar donde refugiarse de la tormenta. 

1. La posada de Corby

A lo lejos podéis divisar la chimenea humeante de una gran casa. Tiene esos aires de casona que suele poseer la virtud de pertenecer a fondas, posadas y refugios para viajeros. La fina lluvia cae desde hace rato, empapándoos lentamente pero con una efectividad que os tiene calados hasta los huesos. Al lado del caserón, a medida que os acercáis, podéis ver una alta torre de reciente construcción con una única puerta de hierro.

La zona, aunque resulta encantadora, muestra una particularidad algo extraña. En vuestro camino hacia el núcleo de la población vais pasando junto a algunas granjas desperdigadas, y os dais cuenta de que algunos campos son extremadamente fértiles, con hermosas cosechas y algunas vacas y ovejas gordas y sanas. Mientras que las tierras de otras granjas en cambio poseen campos pobres y descuidados, repletos de plantas raquíticas o enfermas, donde la tierra parece incapaz de entregar ningún fruto que merezca la pena. En algunas de éstas últimas, veis algunas vacas escuálidas y otros escasos animales prácticamente en los huesos.

A un lado del camino, justo cerca de la entrada a la villa, podéis ver el cartel con la imagen de una jarra en la primera casa que se encuentra en los límites de la pequeña comunidad. Parece un lugar perfecto para descansar y recobrar fuerzas por el largo camino. 

Erik Berglund no era un hombre que se quejara con frecuencia. Sus años de entrenamiento y su portentosa resistencia física le habían vuelto un guerrero duro como un muro de roca sólida. Sin embargo, ¡por los dioses que estaba a punto de ponerse a gritar todo tipo de maldiciones! Estaban en medio de una misión de recaderos, en mitad de la noche y con una lluvia incesante calándoles hasta los huesos. ¡Eso no era trabajo para un guerrero, sino para un mensajero de pies ligeros y ropa impermeable! Menos mal que el pueblo de Atwater estaba ya delante de ellos. Un poco de descanso, cerveza y un fuego caliente servirían para ayudarle a recuperar las fuerzas mentales.

El camino hacia la posada estaba circundado por granjas. Granjas que tenían una manera curiosa de manejar los recursos, ¿cómo era que aquella tenía unas vacas gordas como cebones y esa otra tenía sólo una y además escuálida como un osario? De ser granjero seguro que aquella cuestión le resultaría mucho más intrigante, pero los dioses habían querido que no hubiera nacido para manejar las herramientas de labranza, por lo que aquello sólo le resultó una curiosidad sin más. A saber qué métodos de crianza tenían esos campesinos.

Al llegar a la posada, identificable por la gran jarra que había en el letrero de la entrada, Erik respiró hondo, empezando a encontrarse mejor. Después de haber sobrevivido a aquel trabajo en el pantano de la Baronía de Cromm, los compañeros que había conocido en aquella misión y él mismo fueron en busca de otros trabajos. Al guerrero no le importó en absoluto, ya que después de haber combatido codo con codo con aquel grupo, sabía de sobra lo confiables que eran. Además, sus objetivos personales se beneficiarían de seguir viajando y de conseguir más oro, por lo que aquella situación le venía bastante bien. Claro, que en su momento no se imagino que estarían haciendo de chicos de los recados para sus jefes. Que sí, que igual estaba exagerando un poco, pero desde lo del pantano no le gustaba nada estar empapándose bajo la lluvia. Ojalá al día siguiente escampara un poco.

 -Posadero, una cerveza para mí y dinos qué tienes de cenar.

Seguro que una buena bebida y una cena caliente le restaurarían el espíritu por completo. Y seguro que no era el único que agradecería el poder secarse y llenarse la panza en una buena posada. Mirando a sus compañeros, dijo:

 -¿Alguien se opone a que pasemos aquí la noche?

El trabajo era trabajo, pero era cierto que algunos eran tan fáciles que podían llegar a aburrir a Tara. Primero escoltar a un hombres, que pasó sin incidentes, luego llevar una carta, ¿es que se habían convertido en mensajeros? Daba igual, el dinero siempre venía bien.

A medida que el viaje avanza, también lo hacen unas nubes que parecen seguirnos, cuando cae el agua, las ropas se mojan y hacen que vayan un poco más lentos, quizás por eso la visión de un lugar para descansar y secarse es una alegría. Mientras Tara se dirige hacia la posada no puede evitar comparar la suerte que tienen unos y la mala suerte que tienen otros al ver la gran diferencia entre ambas granjas, es evidente que los dioses favorecen a algunos.

Al entrar en la posada directamente me voy lo más cerca del fuego que puedo

-Por mi está bien, me gustaría que mis ropas secasen antes de ponernos en marcha de nuevo -dijo Tara mientras acercaba las manos al fuego- ¡Hidromiel para mi! -le dije al posadero después de que Erik bramase por una cerveza

Entre a la taberna bostezando. Después de aquella aventura por los pantanos, agradecía una misión mas tranquila, aunque sin duda era algo que no me gustaría que se extendiera demasiado tiempo. Miré aquel lugar con interes, o mas bien en busca de algo que me entretuviera un rato después de todo un dia de aburrido viaje sin nada mas interesante que el canto de los pajaros y el murmurar del viento. 

-Ya sabes, compañero grandullon, que mientras corra el vino no tengo problema en quedarme en cualquier sitio. Sobretodo si se esta calentito.

Desde que acabaron por ayudar a la Baronía de Cromm y partieron de allí Thelarion decidió incorporarse al grupo de aventureros. Había sembrado muchas migas con ellos y tras decenas de batallas, sin duda, se habían ganado su confianza. Era un grupo sólido y experto en el arte de la batalla. Se encontraba bien con ellos y seguiría con ellos hasta que Selune le indicara lo contrario.

Desde que se unieron a los grifos blancos el grupo estaba teniendo la sensación poco gratificante de sentirse poco valorados, aquellas misiones que les estaban dando no suponían ningún riesgo para ellos y estaban empezando a agotarse. Si seguían así pronto cambiarían de compañía.

En el camino de vuelta de la ultima misión se detuvieron en Atwater, habían visto en la lejanía una columna de humo y al acercarse vieron que se trataba de una acogedora taberna. Sin embargo algo innatural debía de ocurrir allí pues para sorpresa del elfo ciertos terrenos estaban llenos de abundante cosecha y vivas flores con animales de granja en muy buen estado y sin embargo los de otras granjas eran totalmente pobres, la vegetación parecía morir en aquel lugar. Thelarion se quedo muy extrañado sobre todo al ver en esos terrenos vacas terriblemente flacas.

- Visto como esta el tiempo, lo mejor sera descansar calientes y bajo un techo. Me parece buena idea Eric. le contesto al fortachón. - Para mi un poco de vino caliente para recuperar el calor en el cuerpo. Soy de la misma opinión que Ptolomeo. dijo mientras le sonreía al gnomo.

El encargo de mensajeros parece tener bastante descontentos a sus compañeros. Para Kaelyn, por el contrario, ha sido una bendición. Es una misión sencilla que no requiere de mucho esfuerzo ni tiempo, perfecta para volver a aclimatarse a las costumbres "normales".

Hace poco que ha vuelto. Los que la conocen ya se han acostumbrado: cada cierto tiempo la druida desaparece sin decir una palabra, para vivir una temporada en la naturaleza, como un animal. Pasado un tiempo regresa a la civilización y retoma sus actividades de aventurera. Da la sensación de que mantiene un delicado equilibrio entre ambas vidas, aunque no lo planea ni tiene en cuenta el calendario o los días pasados, es como si algo en su interior le señalase el momento exacto en que debe cambiar de aires, como si fuese un animal migratorio.

El problema es adaptarse. Son dos ambientes por completo diferentes, así que termina por adquirir costumbres... inapropiadas, digámoslo así. Una misión tranquila que consiste solo en ir de un sitio para otro es ideal para retomar el hilo.

Antes de entrar en la posada se sacude el agua de encima en un gesto que recuerda más a un perro que a una persona, mientras escucha hablar a sus compañeros.

- Vale, pero no demasiado vino, eh? Que me sé cómo acaban estas cosas, dice medio en broma medio en serio.

Como aventureros perceptivos os dais cuenta de que hay una cantidad bastante elevada de aves de muchas clases en la zona. Especialmente de cuervos negros que sin apenas hacerse notar pueblan tejados y ramas de árboles en gran número.  

La posada es un lugar espléndido. Uno de los pocos sitios tan buenos, en cuanto a alojamiento se refiere, que os habéis encontrado en mucho tiempo. De recia construcción parece ser que al posadero o posadera no le ha debido ir mal la vida, rebosa abundancia y calidad. Las vigas de maderas con ribeteados en dorado junto a las Brillantes jarras de metal pulido en las mesas llaman vuestra atención.
 
En el mismo instante en el que entráis en la posada, os percatáis de que un aire rancio de tensión flota en el ambiente. Un grupo de lugareños parece mantener una seria discusión, aunque sin levantar la voz de manera audible y cuervos de negro plumaje se acumulan en las vigas del techo de manera siniestra. Los lugareños os miran bruscamente, para acto seguido entregarse a tomar sus bebidas de manera más discreta y en silencio. Apreciáis claramente que los ánimos están tensos y los rostros acalorados por el sofoco que acarrea el intercambio de duras palabras. 

Al frente de la barra os encontráis a lo que parece ser un posadero; maduro, de tez rosada, bigote poblado y algo grueso que limpia una jarra con mirada perdida, al fondo una desconsolada mujer con actitud triste prepara en la cocina dos ollas de lo que parece ser guiso de calabaza con col por lo que podéis oler desde la entrada.

Debido a las numerosas horas que lleváis sin comer llegáis a distinguir las especies que lleva el guiso, al fijarse un poco más distinguís los ingredientes que se dejan ver en los platos de los comensales, estos son escasos y de valor por estas tierras, quizás provenientes de alguna caravana.

El tono de las discusión de una de las mesas cada vez se eleva cada vez más - ¡No podemos permitirlo! - dice un lugareño, - Esto traerá consecuencias al pueblo.... - dice otro con el que comparte mesa.

En ese momento el posadero posa la Jarra limpia y golpea fuertemente la barra acallando las voces que siguen murmurando, después se queda cabizbajo con una mirada turbia en su rostro...

Visitando este pueblo pareces recordar una vieja historia que escuchaste a Sotiseuh, esa vieja historia era estudiada en la escuela de artes arcanas donde adquiriste tu condición como mago y parece tener cierta relación con lo que está ocurriendo en este lugar, esta hablaba de un pueblo y bosque colindante libres de monstruos y bandidos gracias a la influencia de una diosa de extraña naturaleza que proporcionaba abundancia a quienes bendecía o todo lo contrario a los que no...

Debido a cierta información que obtuviste en el último pueblo, viene a tu memoria que durante la invasión de los orcos de clan de las Lanzas sangrientas, hace cien años, Atwater fue casualmente uno de los pocos lugares totalmente ignorado por la horda; aún seres tan ignorantes como los orcos fueron lo suficientemente sensatos como para evitar las tierras...

Al escuchar las palabras del Erik todos los lugareños se giran y miran al grupo provocando un silencio incómodo, tras esto vuelven a sus mesas entre miradas desconfiadas, cuchicheos y corrillos constantes. Parece que están preocupados, pero no es fácil confiar en unos recién llegados.

El único que levanta la mirada es el posadero que tras la barra y con una clara esperanza en su rostro os dirige unas palabras en tono amable.

- Oh...¿Que ven mis ojos?, ¡aventureros!. Bienvenidos a mi Posada, por supuesto podéis llamarme Corby. 

Contestando a Erik

- Por supuesto, os serviré la mejor cerveza que existe por estos lares Por favor sentíos como en vuestra casa. No hagáis caso de las habladurías de estas gentes, no son más que patanes.

Escuchando las palabras del Gnomo se agacha tras la barra y saca varias jarras de buena calidad con grabados de la marca de la posada hechos a fuego, a continuación abre un grifo de uno de los toneletes de su espalda y llena las jarras con un buen vino afrutado apoyándolas sobre la mesa. Es de lo mejor que habéis bebido en los últimos meses, excelente.

- Espero que sea de su gusto, no hay una cerveza o vino igual en millas. 

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Cuando termina de hablar el tabernero apoya sus dos brazos sobre la madera de su barra y suelta un sollozo.

- ¿Y bien que os trae por aquí? son tiempos aciagos....

Tara dio un largo trago a su hidromiel, disfrutando del sabor y del frescor, después de un largo día de caminata le venía bien poder despejarse un poco. Le llamó la atención la forma en que todos les miraban, incluso la mujer que lloraba mientras cocinaba

-¿Qué le sucede? -preguntó haciendo un gesto con la cabeza hacia la mujer. Después observó a todos los que estaban allí-. Parece que el ambiente está un poco inquieto

No se le había pasado por alto los cuervos que se encontraban en las vigas del techo, aunque no le molestaba la presencia de esos animales era cierto que era un mal augurio

Desde que entraron en el grupo de los Grifos Blancos habían realizados muchos tipos de misiones, algunas más peligrosas y otras como esta última, sencilla y tranquila. Aunque por lo general el elfo prefería que ocurriera algo interesante, de vez en cuando no venía mal relajarse con algunos trabajos como este.

Tras el largo viaje, él y sus compañeros necesitaban un buen descanso y a poder ser en una cama decente, por suerte, puede que en aquella posada pudieran encontrarla.

Una vez dentro, todos pidieron algo de beber para hidratar la garganta.

-A mi póngame una jarra de hidromiel por favor.- Pidió el sediento elfo.

Cita:

A lo que Argalad respondió:

-Creó que todos estaremos de acuerdo en poder descansar nuestras posaderas en una cama mullida.-

Cita:

-Ciertamente mi buen señor, pero no traemos peligro alguno con nosotros. Mis amigos y yo acabamos de terminar de escoltar a unos comerciantes y nos disponiamos a volver a casa y justo al caer la noche hemos encontrado su hermosa posada, en la que nos gustaría poder cenar y descansar.-

Tras esto el guerrero intenta averiguar que es lo que tiene tan alterado al resto de parroquianos aquella noche.

Sin prestar demasiada atención a lo que pasaba a su alrededor, Erik cogió la jarra de cerveza y se la metió entre pecho y espalda de dos tragos. Era sin lugar a dudas lo mejor que había tomado en semanas, por no decir meses o incluso años. Y la cena no se quedaba atrás, no sabía bien si era por el hambre que tenía o porque realmente era comida de excelente calidad. Así daba gusto llenarse la tripa. Casi hacía que aquella chorrada de misión merecía la pena.

Con el gaznate refrescado y el hambre saciada, y tras encargar otra jarra de lo mismo, el guerrero ya empezó a prestar más atención a lo que les rodeaba. Había lugareños cuchicheando entre ellos, pero el guerrero no sabría decir si el tema que trataban les atañía directamente a ellos o no, aunque el ambiente era bastante tenso e incómodo. Y por supuesto, los cuervos. ¿Cómo demonios se habrían colado esas bestias emplumadas y por qué no se les echaba? Erik alargó la mano hacia la druida, para llamar su atención tocándole el hombro, y le hizo un gesto señalando hacia el techo.

 -¿Qué te parece eso, Kaelyn?

Porque en el tiempo que llevaba con sus compañeros, había aprendido cuáles eran las fortalezas y las debilidades de cada uno. Y si había alguien en el grupo que supiera sobre la naturaleza, esa era la druida.

Mientras dejaba que Kaelyn examinara a los cuervos, Erik miró al tabernero y dijo:

 -Como han dicho mis compañeros sólo estamos de paso. Con algo de comer y beber y un sitio para descansar nos daremos por contentos, ya que mañana retomaremos nuestro camino sin más demora.

Porque la sensación general que tenía de ese pueblo no era precísamente buena. Cuanto menos se quedaran allí, mejor para ellos.

La taberna tenía una pinta estupenda pero los ánimos en el interior no eran tan buenas. Las conversaciones se elevaban de tono pero la actitud del tabernero parecía apaciguarles. Algo raro estaba ocurriendo allí pero las miradas de los desconfiados parroquianos les indicaban que iba a ser difícil enterarse por lo menos de lo que ocurría y si ponía en peligro su estancia allí, que era lo que más le preocupaba al elfo. Por no contar con los cuervos que había en la parte superior de la taberna y que también habían visto en el exterior. No era normal tanta población ni al parecer tan tranquilos.

El hombre se presento a ellos y Thelario le dio el suyo con una reverencia con la cabeza. Tara comenzó a preguntar y el no pudo sino añadir alguna pregunta más. - Veo que parece tener este pueblo más cuervos que personas por habitantes lo mismo que esta taberna respecto a los parroquianos e imagino que no dejaran buenas propinas pero por lo menos no careceréis de alimento. Hizo una pausa. - Y no nos ha pasado desapercibido ver huertos tan fértiles como una joven muchacha el día de su boda y otros tan mustios como uno de longevos enanos. ¿Ocurre algo en este lugar de lo que nos debamos preocupar? No me gustaría acostarme y perder un ojo mientras duermo.

Tras hablar cogió su jarra y comenzó a tomar su vino. - Sin duda, hacía mucho tiempo que mi paladar no saboreaba un vino tan estupendo. Felicitó al tabernero.

Tomé la bebida con calma, degustando cada gota que rozaba mi garganta. Hacía unos días que no tomabamos un alcohol en condiciones y siempre se agradecía poder tomar  uno tan bueno. Bajaba con suabidad la garganta, sin irritar ni molestar. Era sin duda un buen alcohol. Aunque, claro estaba, aquel lugar tenía algo que echaba de menos mas que el mismo alcohol: algo desconocido que estudiar.

-Sin duda el mejor alcohol que he podido tomar en días. Al parecer los rumores sobre la diosa que protege este lugar y sus gentes también afecta a la calidad del alcohol. ¿Puede decirme donde teneis la capilla a esa diosa? Nunca esta de mas tener la ayuda de los de arriba, sobretodo si pueden ayudar a una cosecha de vino tan buena.

 -¿Qué te parece eso, Kaelyn?

 La druida mira por encima del gigantesco hombro de Erik, hacia el tejado de la posada. Luego vuelve a su plato y tras unos minutos de reflexión habla, asegurándose de que solo la escuchen los miembros de su grupo.

- No tiene sentido, al menos desde un punto de vista natural. Puede que haya magia involucrada, u otras cosas. Es lo mismo que hemos visto con las granjas... ¿Cómo puede una tener vacas tan sanas y la otra, justo al lado, unas tan enfermas? No creo que sea prudente bajar la guardia aquí. Termina de hablar mientras aparta su copa, esforzándose por no beber más de lo necesario.

Sus escapadas fuera de la civilización a veces le hacen perderse detalles que de otra manera le resultarían evidentes. De no ser por el aviso del guerrero quizás no se habría percatado de que los humanos no aceptan de buen grado aves dentro de sus casas, salvo que sean futura comida. Claramente aquí hay algo raro, pero no sabe muy bien el qué.

Tu sentido de la naturaleza te hace percibir que la situación no es del todo "normal", los cuervos no suelen ser compañeros de los humanos dentro de sus viviendas o lugares de ocio. Además observando a las aves te percatas de que graznan entre ellas y dan pequeños saltitos sobre las vigas de madera del tejado, movimientos poco naturales en estos pequeños animales...

Mientras habláis con el posadero, de las escaleras baja una bella adolescente pelirroja con buenas vestiduras. Su rostro es uno de los más hermosos que habéis contemplado y se mueve con una gracilidad única. En cuanto Corby se da cuenta de su presencia cambia totalmente estado de ánimo y le grita inmediatamente:

- ¡¡Fara!! Como he de decirte que no bajes de las habitaciones, ve a ayudar a tu madre...

Ante la reprimenda del posadero, la niña entra asustadiza a la cocina donde abraza a su madre, esta le acaricia lentamente su cabeza. La madre parece aguantar pero no puede evitar que dos lágrimas resbalen por sus mejillas, después continua con la labores de la cocina mientras trata de secarse la cara con el delantal.

- Perdonad mis malos modales...agradezco vuestras buenas opiniones, disfrutad de la bebida y la comida por favor.

-¿Qué le sucede? -preguntó haciendo un gesto con la cabeza hacia la mujer. Después observó a todos los que estaban allí-

- ¡¿A mi mujer?! Digamos que no todo el mundo acepta las malas nuevas de la misma maneja...señora.

-Ciertamente mi buen señor, pero no traemos peligro alguno con nosotros. Mis amigos y yo acabamos de terminar de escoltar a unos comerciantes y nos disponíamos a volver a casa y justo al caer la noche hemos encontrado su hermosa posada, en la que nos gustaría poder cenar y descansar.-

- ¿¿A casa dices?? bueno, mi posada será un buen lugar donde podréis descansar antes de continuar con vuestro viaje, tenemos habitaciones espaciosas de camas cómodas y anchas.

Y no nos ha pasado desapercibido ver huertos tan fértiles como una joven muchacha el día de su boda y otros tan mustios como uno de longevos enanos. ¿Ocurre algo en este lugar de lo que nos debamos preocupar? No me gustaría acostarme y perder un ojo mientras duermo.

Visiblemente incómodo y omitiendo las palabras de Thelarion acerca de los cuervos, el tabernero responde a sus palabras.

- Pues... no se que decirte joven elfo, yo no me preocuparía por "perder un ojo mientras duermes" en mi posada no existen ese tipo de peligros, este es un lugar tranquilo. En cuanto a las cosechas, algunos tenemos más "suerte" que otros. (esta última parte la dice rápidamente con mirada esquiva mientras limpia una brillante jarra con el paño, algo innecesario).

Al parecer los rumores sobre la diosa que protege este lugar y sus gentes también afecta a la calidad del alcohol. ¿Puede decirme donde tenéis la capilla a esa diosa? Nunca esta de mas tener la ayuda de los de arriba, sobretodo si pueden ayudar a una cosecha de vino tan buena.

Al escuchar las palabras del Gnomo, varios lugareños miran con cara de pocos amigos visiblemente enfadados se vuelven para seguir discutiendo. Aún más incómodo, el posadero mira hacia el techo y a los lugareños para contestar.

- ¿¡Diosa?! no sé de donde has sacado esos rumores señor pero lo que le puedo decir sin duda es que el vino que está degustando viene de mis viñedos cultivado por mi familia durante generaciones. (tratando de relajar el ambiente Corby cambia de actitud) Pero supongo que estaréis cansados será mejor que terminéis la comida y bebida en el comedor, por favor pasad, no hagáis el menor caso a estos patanes, sois más que bienvenidos.

El posadero os invita a un comedor privado apartado de las miradas de los lugareños. En el centro una mesa de roble de gran calidad donde os presentáis y os sirven diversos platos generosos de estofado de calabaza. Esta habitación posee un par de ventanas cerradas con barrotes, a través de ellas puede verse una desvencijada estructura en forma de Torre a unos metros de la posada, decoraciones de caza de diferentes especies se sitúan por las paredes y una tenue luz ilumina la estancia.

Al contrario que antes aquí no se ve cuervo alguno. El posadero mira desconfiadamente hacia fuera antes de cerrar la puerta.

- Encantado de conoceros, parecéis aventureros experimentados y no habéis podido llegar en mejor momento, necesito a un grupo como vosotros, veréis...no tengo problemas con bandidos, tampoco se trata de malas cosechas. Supongo que os habréis fijado en la torre que está cerca de la posada. En ella guardaré el tesoro más valioso que tengo en mi vida pero pronto me lo arrebatarán, necesito que alguien vigile la entrada unos días.

En este momento Corby hace una pausa, parece apunto de romperse, se atusa la barba y acaricia su frondoso bigote.

- Estoy dispuesto a pagaros 200 piezas de oro ahora a cada uno y 200 más cuando pase la tormenta... además no hay que decir que estáis invitados al hospedaje y comida del que hagáis uso durante el trabajo. Ayudadme por favor....

Tras decir esto Corby hinca los codos en la mesa y deja caer su cabeza apesadubradamente.

La druida resopla sonoramente. Se puede ver en su lenguaje corporal que está incómoda por algo. No es insensible a la petición del posadero, y parece que la preocupación del hombre es genuina, pero hay cosas que no le encajan. Y en este negocio las sorpresas no suelen ser buenas noticias.

Aparta la comida y la bebida y se pone de pie mientras revisa la habitación con la mirada.

- ¿Qué tal si empezamos por el principio? ¿Qué está pasando aquí en realidad?

Los modales y el saber comportarse en situaciones sociales nunca han sido el fuerte de Kaelyn, pero hay veces que un poco de tosquedad es necesaria. Plantear el problema de manera directa parece ser la mejor opción ahora mismo. No está en contra de ayudar, pero arrojar un poco de luz sobre esta situación es necesario.