Partida Rol por web

 Un ejercito de larvas demostró que el primer movimiento de Adirael no había sido tan descabellado, todo aquel enjambre se le echaba encima dirigido por la mente de la reina en una estrategia propia de una máquina, el número es un seguro para el éxito. Era cierto, pero no siempre, si la fuerza de uno de los bandos era superiores el número no iguala nada salvo en periodos largos de tiempo. Estrategia de guerra contra estrategia por la supervivencia, la reina quiere sobrevivir a toda costa.

  Un deslizamiento más rápido que un parpadeo hacia atrás evita el golpe de la reina. Los bichos me rodean, esas larvas se lanzan sobre mi cuerpo como una ola gigantesca de animales ambrientos. Es un problema para ver, pronto lo llenan todo, cada punto en mi línea de visión. Una salta gimiendo grimosamente, y a esto le siguen otras dos y tres más. La sensación de superación es evidente en el primer momento, algunas clavan sus afiladas mandíbulas en mi traje, el resto, ¡es importante que las desvie o la evite! Me muevo con la soltura de un animal salvaje, con una arrogancia propia de un ser con una velocidad y una inteligencia sobrenatural. No es bastante para evadir cada una de las piezas de aquel extenso tapiz en movimiento que amenaza con consumirme, pero si suficiente para seguir golpeando. A cada una de las larvas que cometen el error de subestimar mi velocidad les cae en picado un golpe bien dirigido hacia su torso o su cabeza, no importa que sean golpes con posibilidad de ser letales, no necesito tantas. no dudo en matar o intentar hacerlo mientras me atacan a ocho de ellas, las deás...veremos como reaccionan ante la muerte de su reina.

 Los comandos sólo tenían que aguantar el tipo, Adirael se desprendería de las larvas después, de todos modos, tenía poco tiempo, aquello sólo ajustaba el cronómetro.

 Era el momento de devolver todos y cada uno de los golpes, con las manos en alto y despreocupandose de las larvas, no eran el verdadero oponente aunque le relentizasen. Cualquier otro humano o demonio estaría muerto y sepultado a punto de ser consumido por completo. Una ténica bien entrenada, una lluvia de golpes que calculaba cada acción del enemigo, estudiaba sus puntos débiles y los atacaba como una serpiente, con precisión y fuerza. Sus manos comenzaron a retraerse y soltarse en fuertes golpes directos hacia la reina, en realidad, no importaba que otros seres se interpusieran en el golpe, Adirael podía variar la trayectoria a puntos vitales en cuestión de fracciones de segundo, en situaciones así, no parpadeaba, no mostraba síntoma de humanidad, sólo golpeaba con el extremo de sus dedos con las manos en palma horizontal, su desplazamiento podía oirse, pero cuando se oía el golpe ya había sido ejecutado.

 Por mucho que aquellos arietes y tanques configurados para defender a su reina se interpusieran los golpes de Adirael no eran algo que pudiese ignorarse a la ligera. Ellos podrían aguantar una lluvia de golpes casi invisibles, pero la reina no podría encajar los que eran en verdad ineludibles e impredecibles. Las fuerzas telequinéticas no sólo se encontraban en los puños del psíquico o rodeandolo para protegerlo, inundaba la caverna y golpeaban inevitablemente el cuerpo de la maltrecha reina.

 Si con ella todo acababa, sería más fácil...sino, aún les quedaba mucha batalla por delante. Estaba al cincuenta por ciento de sus posibilidades, no tenía mucho más tiempo para seguir adelante a ese ritmo pero...ya casi tenía todo lo que estaba buscando. Entrar, localizar, destruir y salir limpiamente. En la teoría siempre era más sencillo que en la práctica.

En tan solo unos segundos Adirael logró quitarse de encima a las larvas que se le habían enganchado a base de golpes precisos y extremadamente rápidos, acabando con diez de ellas, solo una restó pegada a su muslo, el golpe solo la rozó y no fue suficiente para separarla.

Sin embargo, dos choques de telequinética mas bastaron para terminar de destrozar a la maltrecha reina que cayó sin vida al suelo con practicamente todo su cuerpo quitinoso resquebrajado. Al instante, todos los bichos al mismo tiempo, huyeron aterrorizados, sin el control y el liderazgo de su "madre" aquellos demonios huían despavoridos en busca de otra reina que los liderase, asi funcionaba aquella virulenta raza. Por suerte ese comportamiento salvaría la vida de Adirael y de los tres comandos.

Las larvas tambien salieron despavoridas salvo la que se había logrado enganchar al muslo de Adirael, e ese momento los dos comandos apostados bajaron y el que acompaba a Adirael corrió para atrapar una larva, el humano parecía tener interes en ellas asi que le ayudarían. El demonio, demostrando tener cierta práctica agarró la larva por la parte de atrás y cuando esta se giró para morderle, la obligo a morder el cañon de su rifle, luego la sujetó para que no pudiese soltarse de ahí.

La duración del combate había sido increiblemente corta, pero el esfuerzo de Adirael tambien había sido mayusculo, afortunadamente esta vez todo había salido bien, si el scorpion hubiera tenido tiempo de atacar, las cosas se hubiesen puesto realmente feas.

Parece que Vulgrim podría hacer negocios una vez mas y Adirael estaba mas cerca de honrar a una de las mayores guerreras que había conocido la humanidad.

- Supongo que vosotros teneis lo que habíais venido a buscar. - Adirael no detuvo el modo ejecutor que le concedía unas posibilidades muy por encima de las de cualquier humano, incluso de las propias. Aquella energía era sedante, era como un subidón de adrenalida, dificil de controlar, pero muy satisfactorio. Como en ese ejemplo, las consecuencias de utilizarlo eran serias y complejas, el cuerpo sufría y la mente se veía forzada por encima de su actividad normal. Podía parecer que no observaba su alrededor, pero tenía controlado el movimiento de cada larva y criatura en aquella habitación.

 Tomó el cuchillo de su cinturón y se dispuso a sacarse la larva de inmediato, tenía que mantenerlas en un lugar donde no pudiese morderle, había notado como consumía energía...y no estaba dispuesto a dejar cabos sueltos. La alzaría en el aire con su poder telequinético, lejos de cualquier movimiento que pudiese liberarla de una prisión sin barrotes, la presión de la fuerza de una mente. No pretendía perdonarle la vida. Podían entenderlo como que...el que trata de dañar a aquel tipo tiene un destino nefasto o más bien, un destino corto. Haría de aquella larva un charco de lo que quiera que fuera lo que sangraban esas cosas.

 Después aprovecharía sus capacidades aumentadas para tomar los maletines e introducir las larvas. Atraerlas bruscamente las mantendría al alcance, no pretendía mancharse demasiado las manos. Hacer levitar los maletines y las larvas para introducirlas sin sufrir daños era un principio, seguir levitando ligeramente un obstáculo más contra cualquier larva rebelde.

 Pero las botas de Adirael tocarían pronto el suelo de aquel cubil, con el cuchillo en la mano se dispondría a cortar del cuerpo de la reina lo que había venido a buscar. Aquella era su recompensa y la moneda de cambio pactada.

 - Eso significa que podemos salir de aquí. - era uan forma de dejar clara su posición, habían colaborado y no tenían porqué pelear.

 A Adirael no le importaría acercar el maletín al comando para que depositase allí la larva que había capturado por su cuenta y riesgo.

 Una vez terminado el trabajo duro, estaría dispuesto a detener aquel poder que le abrasaba la mente...pero las intenciones no siempre son tan sencillas como los actos. Atrapas a las larvas podía suponer mayor problema del que planteaba en su estrategia.

 Asintió a los comandos sin prestarles, en realidad, demasiada atención.

 - Buen trabajo.

 Porque a buen entendedor, pocas palabras bastan.

El comando, tal vez percatandose de que su ayuda no era necesaria para que el humano cojiese todas las larvas que quería, cojiendola con bastante practica la depositó en el maletin junto a las demas. Aquello había acabado mucho antes de lo que cualquiera de los tres hubiese imaginado y lo que era mas impresionante, para bien.

Los maletines eran pesados, pero el ascenso a la superficie fue totalmente tranquilo, ya no había bichos, todos habían abandonado la colmena en cuestión de minutos, los comandos hablaron entre si, no mucho, pero estaba claro cual era su tema de conversación.

Finalmente llegaron a la superficie pero aun dentro, uno de los comandos, el menos herido, llamó la atención de Adirael y señaló hacia el campamento de los comandos una calle mas allá. El psiquico era libre de irse ahora por su cuenta o dirigirse al lider de aquel grupo. De escojer la primera opción aquella alianza temporal terminaba allí con ambas partes beneficiadas, de escojer la segunda, los tres le escoltarían ante el comando lider. No es que los lideres de esa raza se caracterizaran por su buen humor como magnanimidad, pero almenos eran inteligentes y muchos sabían hablar ingles, era algo dificil entenderles, pero la comunicación era posible.

 Adirael no tenía dudas de cual sería su próximo movimiento. El ajedrez era complicado, las piezas se movían rápido, se avanzaba contra reloj y el movimiento de un simple peón era una cuestión de vida o muerte para reyes y reinas. El psíquico ya lo había demostrado con la práctica. Una reina había caído, y aunque aquello podía no significar mucho a corto plazo, incluso fuese algo peor a la larga ya que otra reina se haría más fuerte a su costa, quedaba patente que peones como aquellos tres podían decidir mucho en una batalla y en una guerra. Con el psíquico aquellos comandos se habían convertido en supervivientes de un acontecimiento casi inédito, por otro lado, ellos le habían ayudado a que todo saliese rápido y sin contratiempos.

 El psíquico les llevaría donde había abandonado el contenido de los maletines si así lo precisaban, también como muestra de buena voluntad. no obstante, pensaba, que ya no los necesitarían. Hundir aquella colmena causaría muy pocas bajas en la plaga y era evidente que dañar sus números de forma liviana no sería una diferencia notable en el futuro.

 Les acompañaría aunque pudiese ser una trampa. No tendría problemas en huir si era necesario, no sería una lucha deseada de producirse. Aún así, y técnicamente, aquellos comando le debían sus vidas. Esperaba que tuviesen elocuencia suficiente para argumentar a su favor.

 Tendría un problema si exigían parte del botín...Adirael no estaba dispuesto a renunciar a nada.

Los cuatro avanzaron tras cojer de nuevo el artefacto explosivo que Adirael habia dejado a la entrada, esta vez con algo mas de tensión que antes. No se escondían, los comandos que permanecían en el campamento les vieron y tomaron las armas, no excesivamente tensos, pero si en guardia por la rpesencia del humano, el lider no estaba en ese momento ahí, aunque no andaba lejos.

Eran un grupo de otros 5 comandos, conversaron con los tres que iban escoltando al psiquico, los del campamento parecían en efecto algo soprendidos. Finalmente los tres escoltas de Adirael le hicieron una seña para que entrara en el hall del edificio que tenían al lado, era ahí donde estaba su lider.

Su aspecto era similar al de todos los comandos que solian asumir el papel de líderes, eran mas grandes, mas fuertes y sus armas y armaduras eran visiblemente mas complejas. Adirael ya sabía que en el mundo de los demonios, el mas fuerte siempre es el lider, y aquel comando era fuerte, con una rápida mirada bastaba para darse cuenta.

Sus subordinados le hablaron durante unos 30 segundos, la inexpresividad del lider fue total en todo momento, miró a Adirael a los ojos, su mirada era fria e inquietante, no había emociones, ni mucho menos miedo. Extendió la mano hacia delante con la palma hacia arriba y en un ingles algo distorsionado habló.

-Devuelve lo que no te pertenece...

Y aguardó observando al psiquico, analizandole, pero sin ninguna actitud hostil por el momento. Probablemente se estaba refiriendo a la daga.

 El silencio era mayúsculo pero carente de tensión por parte del psíquico. Un humano que no habían matado sin miramientos, un paso adelante. Tenía claro que se había ganado la oportunidad de llegar allí y seguir con vida, había accedido voluntariamente, ¿Qué podían reprocharle? Adirael no respondía ante ninguna ley infernal, ni trataba de ser algo que no era. ¿Un ladrón? Era más como la muerte...algo inevitable pero también un oportunista.

 Aquel comando estaría equivocado en interpretar aquello como lealtad o incluso debilidad, pero el psíquico no era un carroñero, no era un cuervo que se alimenta de los ojos de cadáveres, se trataba de un ser que trataba de honrar a los caídos, que luchaba con honor en combate, había luchado desarmado contra un oponente desarmado, era un ejemplo de rectitud y honorabilidad.

 No hizo un gesto brusco, y no anunció sus movimiento, lentamente deslizó la daga a través del cinturón y la mantuvo en la palma, observandola detenidamente. No dudaba, ya había decidido desde mucho antes de aquella petición devolverla, a pesar de que sería un trato seguro con Vulgrim.

 La tendió tomandola por el filo.

 Lo seguro era que otro comando se acercase para tomarla, pero el no daría un paso para devolversela al líder. Si deseaba acercarse a cogerla por sí mismo, era su derecho, era suya.

 Adirael no reclamó ese botín, no había sido adquirido por una demostración de superioridad real, aunque aquello era un tanto discutible.

El comando no perdió detalle de los movimientos de Adirael, continuaba analizandole, observando mas allá de su piel humana. Cojió la daga, pero no la guardó, la dejó encima de una caja de suministros cerrada que estaba al lado de ambos.

-Nuestra misión era la de aniquilar esa colmena, pero tu las has realizado en nuestro lugar. Aquellos de los nuestros que has sacado de la colmena creen que debes ser recompensado.

Miró unos instantes la daga, luego de nuevo a Adirael.

-Ahora sí te pertenece.

Sus acciones pudieran resultar incluso estupidas para un humano, pero bajo su punto de vista, era asi como debía hacerse.

Sin esperar absolutamente nada mas de Adirael, el comando aguardó a que el psiquico cojiera o no su daga y se marchase.

-Es hora de que te vayas.

Eran enemigos, eso no había cambiado, pero no todos los demonios eran traicioneros como Balban, los llamados "comandos" por los humanos parecían tener algo ligeramente parecido al honor, y sino honor, una manera muy propia de hacer las cosas. Eran los "soldados" por excelencia de las legiones demoníacas.

Al salir del hall, ya no había ocho, había probablemente mas de 30 comandos recogiendo los suministros, parecían estar levantando aquel campamento. Todos observaron la marcha del humano, pero ninguno apuntó con su arma. Probablemente aquello era algo que dificil de creer para cualquiera que escuchase la narración de tal acontecimiento.

- Entre los mios existe un dicho:

 "El enemigo de mi enemigo es mi amigo"

 Sentenció Adirael como las primeras palabras que disponía en aquel discurso. Aquello no significaba la fuerza de una alianza, no era el intento de una tregua, era exactamente eso, contra la plaga, los objetivos eran comunes aunque se sucediesen en diferentes planos de interés y logistica.

 - Gloria en la destrucción de otras reinas. - levantó ligeramente la daga tomandola por la hoja, mostrandosela como una seña de que aquellas batallas merecían la posibilidad de ser destruído, era una batalla digna.

 No buscaba que se aliansen con él, no todavía, pero aquello serviría para dar ejemplo, para demostrar que la humanidad aún tenía algo que decir. Por otro lado, era el principio, apresurarse sería contraproducente, debería arrebatarle el liderazgo a aquel soldado por encima de los demás y ahora no estaba en condiciones para hacerlo, las larvas debían ser entregadas cuanto antes, igual que la esencia de la reina.

 Estar rodeados de demonios aún cuando no estaban empeñados en destruirle era una sensación que no había tenido nunca. Era algo nuevo, pero algo que podía predecirse. Había aceptado ir hasta allí, y los comando habíuan demostrado ser la fuerza más interesante para ser parte de su gran plan.

 El honor y la gloria movían a aquellos guerreros, a aquellos soldados. Pronto volverían a verse, quizás no aquellos, pero sí a otros, y entonces no podría desperdiciar la posibilidad de retar a su lider a un combate por el control de los suyos. La fuerza marcaba la diferencia, la fuerza física y mental, la estrategia y los recursos de cada uno, con un lider derrotado por otro las opciones de sus soldados era rebelarse y huir o quedarse y luchar.

 Npo habría sentimentalismos, sólo un camino por delante. No debía perder mucho más tiempo, el portal no estaría abierto eternamente.

Nada mas se interpuso en el camino de Adirael hasta volver al lugar donde se encontraba el portal. Tal y como había dicho Vulgrim, estaría abierto un dia, pero el psiquico había terminado sus asuntos en cuestión de horas.

Tras cruzar el portal de nuevo Adirael apareció en la zona de Nueva York esperada, ademas, su presencia allí pareció activar algun tipo de aviso para Vulgrim, el cual apareció otra vez de un posrtal creado a partir del sello de sangre, con su aspecto intimidante y su fria aura.

-Ah... ya estas de vuelta, estoy impaciente por saber si mi inversión ha merecido la pena...

Cualquier información dada e incluso el portal creado solo para Adirael eran para Vulgrim inversiones, cosas de las que esperaba sacar algo a cambio.

Aguardó paciente a que Adirael mostrase su botín o aquello con lo que estuviera dispuesto a comerciar. A veces era interesante pararse a observar a Vulgrim, siempre llevaba encima montones de alajas como amuletos, anillos y raros artefactos, sobretodo en su cinturón donde había varias bolsas y espacios para meter cosas, y la gran mayoría estaban ocupados.

 El modo omnisciente era una forma hábil de comprobar que Vulgrim no se mostraba nervioso o contrariado, para analizar sus reacciones. No servía para evitar un mal negocio, eso sólo dependía de la habilidad de cada uno de los dos. Contemplar como era capaz de negociar con objetos únicos como aquellos resultaba...casi hilirante.

 Adirael depositó los maletines y tendió la esencia de la reina, podía tomarlo todo ya, era una carga que Adirael deseaba quitar de sus hombros. Una mercancía con la que prefería no trabajar. Eso no significaba que no aprendiese a valorar lo que valía, su precio variaría, pero había comprobado de primera mano la dificultad de obtener esos objetos únicos. Vulgrim no podría manipularle facilmente para hacerle cambiar de opinión.

 - Tal como acordamos.

 Aseguró el psíquico.

 - Con algo extra por las molestias... - un trato que siempre esperaba recíproco llegado el momento. Las inversiones se sucedían en el tiempo, Adirael contribuía a su crecimiento como mercader y Vulgrim le facilitaba el camino o le otorgaba información gratuita que de otra forma sería dificil de conseguir aunque quizás no una buena venta. Hablar con el ya era un regalo, muchas veces confiaba información sobre objetos o usos que de otra forma sería dificil preveer salvo cuando te enfrentas a la ignorancia cara a cara.

 - Pero juzgalo tu mismo. - Adirael sabía que con hacer desaparecer aquellos maletines y la esencia le privaría de recuperarlos y sabría al instante si estaba conforme o no.

 esperaba a sus palabras mágicas. "Bien. ¿Y qué será?" seguido de alguna oferta de las ya escuchada y tal vez otras nuevas.

 No escondí la daga que descansaba en mi cinturón, de todos modos, en pocas ocasiones le aburría con lo que había ocurrido a menos que le interesase.

Vulgrim, haciendo gala de un manejo preciso de la telequinética, abrió los maletines, pero las diez larvas, en vez de salir despavoridas, quedaron suspendidas en el aire delante de Vulgrim, el deathmaster las examinó de cerca, luego hizo lo mismo con al esencia de la reina.

-Mmmm... bien... bien... estan en buen estado, estos ejemplares tendrán buena salida, tu mercancía es válida.

Pero no se las quedó, las devolvió a los maletines, los cerró y dejó la esencia flotando ante él, nada de eso le pertenecía aun.

-Tal y como hablamos, la esencia vale 20 runas y cinco larvas valen 10 runas. La espada por la que estabas interesado vale 30 runas asi que si quieres, puedo darte el precio de las otras cinco larvas en runas, estoy seguro que te resultarán mucho mas faciles de transportar y no perderás el valor de lo conseguido.

Las runas eran como una moneda de cambio válida para Vulgrim y la mayoría de demonios. Una vez obtenidas las runas, Adirael podía seguir haciendo negocios con ellas con Vulgrim o con quien quisiera. El deathmaster daba por echo que Adirael quería sacarle el maximo valor a lo conseguido en vez de ir regalando nada.

No preguntó por las aventuras del psiquico, no le preocupaba como había conseguido aquello, sino el simple echo de que los había conseguido, tampoco dijo nada respecto a la daga, si Adirael no la ofrecía, es que no estaba en venta, él hacia lo mismo con los objetos que portaba encima.

-¿Y bien? ¿que objetos quieres por tu preciada carga¿, ¿los ya hablados o tal vez algo mas?...

Como de costumbre, su grueso tomo se abrió ante él y sus paginas se movieron rapidamente para mostrar algo que Adirael ya había pedido, la espada de Alexandra y una armadura demoniaca completa capaz de ocultar el aura. Tambien se había hablado de la localización de Gevura.

- La espada es lo que busco en este momento. - respondió Adirael con naturalidad dejando la puerta abierta a otras opciones en un futuro menos inmediato.

- El precio de las larvas en runas está bien. - asintió el psíquico, hacer negocios con Vulgrim era sencillo, había una relación de confianza entre vendedor y comprador, no había disputas, no solía haber regateos, era el idioma claro de las runas y el precio de las recompensas por un trabajo específico. - Aunque estoy interesado en la ubicación del otro artefacto. - se refería a la otra espada - y a la armadura le sumaría armas acordes a mis propósitos. - la lucha cuerpo a cuerpo era su marca, muy pocos la utilizaban así, era demasiado humano...confiaba en que Vulgrim encontraría propuestas adecuadas sin hacer demasiadas preguntas.

 - Sólo dime los precios, volveré a verte cuando tenga algo de valor o runas suficientes. - le aseguró, consciente de que con la ubicación, por ejemplo, el tiempo corría en su contra.

 La espada de Alexandra por fin podría descansar en un lugar parecido al hogar. Era todo lo que importaba en aquel día.

 Adirael sacó la daga del cinto entonces.

 - ¿Qué puedes decirme de esto? ¿Es de interés?

Con aquello el trato estaba concluido. Vulgrim repitió el proceso anterior, sacó las larvas de los maletines y las congeló a cada una en un pequeño bloque de hielo cuadrado, apilandolas todas a un lado. Lo mismo hixo con la esencia de la reina pero en un bloque de hielo mas pequeño, una vez todo junto, abrió un portal en el suelo y la mercancía desapareció.

Luego procedería con el pago, formó un pentagrama en su mano de la misma forma que los invocadores llamaban a sus invocaciones, pero a través del pentagrama apareció lo que Adirael tanto añoraba. Maljut (el reino) o "la espada elemental" para los que la habían visto en acción. Puede que a otra persona si pudiera engañarla con una réplica, pero con tan solo un vistazo Adirael pudo reconocerla como la verdadera, su corazón se estremeció al instante con el recuerdo de Alexandra.

Flotando junto a una bolsa con diez runas, Vulgrim le acercó ambas cosas a Adirael.

-Nada como un negocio fructífero...

Afirmó complacido, para él la espada de Alexandra tenía valor por ser única en muchos aspetos, pero por nada mas, para Adirael tendría un valor infinitamente mayor, y tal vez para la humanidad que quedaba tambien.

-Asi que armas acordes a tus propositos... creo que tengo algo perfecto para lo que pretendes.

El gran escaparate de Vulgrim se abrió de nuevo para proyectar la imagen de dos guadañas de mano de aspecto realmente... intimidante.

-Estas son las "bebedoras de sangre", son armas forjadas antes de la era de las sucubos, en un tiempo en el que los demonios acostumbraban a ser menos... sutiles. Un campo de batalla que no se ahogaba en sangre no era un campo de batalla. Asi que estas armas cuanta mas sangre derraman, mas poderosas se vuelven, aunque si las obtienes, te insto a descubrir sus propiedades por ti mismo.

Emitió algo parecido a una ligera risa.

-Con respecto a la localización de la otra espada de tu raza, dado que tu tienes que hacer la mitad del trabajo y obtenerla, el precio de su localización es la mitad que el del artefacto ya obtenido, es decir quince runas. La armadura completa única forjada por Valrave y las armas son objetos únicos tambien asi que cuestan 30 runas cada uno, pero si compras ambas cosas te haré una rebaja, dejandolo en 50 runas.

Era un precio caro, pero Vulgrim nunca ofrecía baratijas, todo lo que ofrecía valía el precio solicitado y no era negociable, obviamente Vulgrim siempre sacaba un amrgen de beneficio.

Luego el deathmaster observó con atención la daga.

-Ahhh... si, es una daga forjada a partir de demonios de la plaga primigenios, digamos que a sus últimas generaciones no les sienta bien ser atravesados por armas echas con los cuerpos de sus primeras generaciones. No es un objeto único, pero dada la virulencia de la plaga su valor está al alza, muchos demonios se pertrechan con este tipo de armas para combatirlos. Te ofrezco quince runas por esa daga.

- Parece una inversión segura. - se refirió a la daga. - Creo que esperaré hasta que su valor pueda superar al de su utilidad, podría servirme para algo más que atravesar demonios de la plaga.

 Adirael la guardó con una palmadita, Vulgrim sabía que en cuento quisiera desacerse de ella se la vendería o regalaría por las molestias, por el momento podía sacarle partido y no tenía sentido venderla rápidamente a pesar de las preguntas que pudiera generar.

 - Recordaré algunas de las mercancias que podrían interesarte y cuando tenga algo que ofrecerte además de unas pocas runas contactaré contigo para hacerme con esas armas y la armadura, tienes buen ojo.

 Sin embargo parece que tengo suficiente para comprar la información sobre la ubicación de la siguiente espada.

 Contó las runas que aún reposaban en su mano.

 Se las tendí en ese mismo instante.

 - Diez y cinco hacen quince runas. El precio dispuesto.

 Cada encuentro con Vulgrim era un ir y venir de intercambios, era uno de los motivos por los que se habían aliado de aquella forma, ambos salían beneficiados más de lo que cualquier demonio pudiese creer que podría beneficiarse de un humano y el psíquico más confiado de lo que podría estar ante ningún miembro de la raza de Vulgrim.

 Eran muy distintos, pero se entendían bastante bien después de todo.

Vulgrim atrajo las runas y en fila india se metieron en una de sus tantas bolsas pequeñas de su cinturón.

-Asi sea pues, aquella a la que bautizasteis como Gevurá (la severidad), esta en manos de un demonio "guardian". Ese demonio se encuentra en el pueblo de Saint George a 50 kilómetros de Pennsylvania.

Eso quedaba aun mas a desmano que Boston.

-Pero por esta vez deja que te haga una advertencia, esos demonios dicen ser neutrales, pero fueron ellos quienes aniquilaron a la mayoría de las sucubos, si vas a por la espada no te apresures a subestimarlo.

Adirael había oido hablar de los guardianes, no parecían ser demonios activamente hostiles, eran como observadores, fantasmas que aparecían y desaparecían sin explicación aparente. Pero en combate individual, eran provablemente uno de los enemigos mas letales, su capacidad de teletransportación istantanea los hacía rivales realmente dificiles, incluso para un synphogear o el mismo Adirael. No eran buenas noticias que Gevurá estuviese en manos de un ser semejante.

-Con esto supongo que concluyen nuestros negocios, no dudes en acudir a mi cuando tengas alguna otra proposición interesante.

El trato para Adirael siempre había sido el de un cliente, no el de un humano demonio o cualquier otro ser, para Vulgrim eran clientes, si ambas partes estaban deacuerdo en los intercambios, Vulgrim se mantendría al margen de distinciones a menudo molestas. Un comportamiento bastante raro teniendo en cuenta que él era un deathmaster, la misma raza que Balban.

  Vulgrim no tenía nada que envidiar de Balban, con mucho era mejor demonio que éste, y era la base de lo que Hope defendía, un trato equitativo, casi justo, algo que ni los humanos habían conseguido en el cénit de su civilización. Asiáticos, hispanos, italoamericanos, afroamericanos, siempre hubo distinciones y rencillas, aquí sólo valían las runas, los recursos y la buena información. El mercano no era un buen lider, pero en este caso, era un ejemplo de igualdad para Adirael y para Vulgrim, algo no universalizable pero sí de agradecer, en cierto modo casi loable.

  - Estaba pensando en proponerte un nuevo negocio si no lo has pensado ya.

 Era lucrativo de forma que posiblemente Vulgrim ya lo hubiese considerado.

 Adirael estaba a punto de irse, pero lo compartió con él en el último momento:

 - Es posible que en mi contienda solitaria encuentre recursos, runas y artefactos exóticos, como ha ocurrido con esta daga.

 En ocasiones dar explicaciones resulta incómodo entre los humanos, subyugados a una sociedad con lazos jerarquicos estrictos. Había pensado en la posibilidad de que ejercieses de tesorero en mi futura empresa.

 El abal sería completo. Si yo muero adquiririas todas mis pertenencias a escepción de las que tengan un heredero designado, las que serán muy pocas en realidad. Por otra parte, cada vez que hiciesemos un nuevo "ingreso" adquirirías una parte de nuestros botines y recursos a tu disposición para vender o conservar en busca de un negocio futuro.

 Adirael no esperaba una respuesta, sólo quería que lo pensase detenidamente antes de aceptar o negarse. Por eso alzó ligeramente la diestra y se despidió.

 - Nos encontraremos pronto.

 Sentenció. Su próxima parada sería la catedral templaria después, eso sí, de una larga caminata. Debía hacerse con un transporte adecuado si quería recorrerse el mundo como un espíritu sin más nombre que sus actos. Pero por el momento, debía ir poco a poco, las espadas primero, después la armadura y las armas, después...el mundo.

No era un servicio que Vulgrim acostumbrara a dar, pero el motivo es que trataba normalmente con seres inmortales pero en el caso de los humanos, su esperanza de vida no era mas que un suspiro para un demonio tan antiguo como Vulgrim, por lo que en este caso si podría interesarle.

-Esperaré con espectativas nuestro proximo encuentro, Adirael...

Terminó emitiendo de nuevo algo parecido a una risa, sonaba siniestro, inquietante, como toda su raza, aunque estaba claro que a Vulgrim no le movía lo mismo que a los demas deathmasters.

Era una larga caminata la que le esperaba a Adirael hasta Elysium, pero no hay mal que por bien no venga, tal vez algo de tiempo para meditar o reflexionar fuera de agradecer, sin embargo, con una espada tan importante en su cinturón, fue el recuerdo el que asaltó la mente del psiquico.

***

 03 de Septiembre del 2132. Base de operaciones avanzada, a 30 kilómetros de Génova.

El escuadrón Alfa lideraba la marcha, dos grupos de fuerzas especiales del ejercito de la Union de Naciones les acompañaban. No había habido bajas ese dia a pesar de los multiples encuentros con demonios, con el liderazdo de del escuadrón Alfa aquel grupo parecía sencillamente invencible.

La misión era otro asalto a la Hellgate mas importante de Italia, considerando que el Vaticano era la ciudad fotaleza mas importante de las que no habían sido invadidas aun, la eliminación de aquella puerta sería crucial. La gran mayoría de Europa ya se había declarado invadida, asi como el sur de Rusia, en el norte los rusos aguantaban a duras penas en la capital Moscú, sus bajas se contabilizaban en millones.

La avanzada acamparía al caer la noche, los hombres tenían que descansar para estar frescos al dia siguiente, les esperaba un dia duro, probablemente el último de sus vidas.

El equipo Alfa descansó de la forma mas tradicional, una pequeña fogata en el centro, estableciendo turnos de guardia y explorando los alrededores antes. Como de costumbre Alexandra se sentaba al lado de Adirael, tal vez para conversar un rato hasta que el sueño hiciera aun mas mella en ambos.

Yanila y Logan se habian encargado de la patrulla de los alrededores para asegurarse de que no había peligros en el perímetro, el resto de soldados establecieron sus propios campamentos no muy lejos. La lider del escuadrón y el cazador llegaron y con un gesto cansado se sentaron a descansar.

Noam como de costumbre, estaba con una pequeña linterna escribiendo a mano en una especie de diario, mientras que su demonio astado, a escasos metros hacía guardia vigilando sin descanso los alrededores. Akira cacharreaba con una sonda de combate averiada, mientras que otra patrullaba el perímetro.

Alexandra Brightsoul, synphogear portadora de Maljut (el reino), hija legítima del lider actual de la orden Alexander Brightsoul. Ella era probablemente la guerrera mas poderosa que había conocido la humanidad y el echo de que estubiera en el escuadrón Alfa era un reconocimiento a ese poder. Nunca dudaba en tomar la iniciativa en el campo de batalla, cuando alzaba su espada, los demas la seguían y se veían inspirados por su poder. Su valentía no tenía parangón y sus hazañas se contaban en todo el globo, tanto era asi que su figura se había mitificado y a menudo alejado de la realidad, una realidad que Adirael conocía de primera mano, Alexandra no era ninguna elegida ni ningun angel, era humana y doso su poder lo conseguía a base de esfuerzo y dedicación, tambien cometía errores, pocas veces, pero los cometía e incluso ella misma había confesado haber sentido miedo en ocasiones, para ella Adirael era un amigo al igual que el resto del escuadrón, aunque quizá en otras circustancias, hubiesen sido algo mas.

Jamás se separaba de Maljut, la espada reposaba siempre en su espalda o en sus manos, no solía hablar de ella ni permitía que nadie mas la empuñase. Tras alimentar el fuego con algo mas de leña para que no se apagase habló al psiquico. Siempre en tono afable y una ligera sonrisa que se reservaba solo para él.

-Que opinas de la misión de mañana, ¿crees que funcionará?...

Portaban cinco modelos distintos de dispersores de energía que detonarían alrededor del arco de energía que formaban las hellgates, tres de ellos diseñados por el mismo Akira.

Tal vez aquella pregunta no tuviese mucha finalidad, pero si serviría para, tal vez hablar un rato antes de dormir.

 Eran días aciagos. Adirael había cambiado la infiltración, las mentiras y la hipocresía por el campo de batalla. Se había transformado de un diplomático a un guerrero en un tiempo escaso, su entrenamiento no le confundía, sentía que había nacido para eso. Y por eso tenía clara una respuesta para las dudas de Alexandra, dudas que ella podría superar sola gracias al valor, pero vencer al miedo no es lo mismo que vencer a la duda....y de la duda puede llegar la desesperación.

 El psíquico del escuadrón permanecía atento a los movimientos de todos, últimamente más que de costumbre, incluso cuando su amiga le habló. Vigilaba sus patrones de comportamiento, su conducta. Era una medida de defensa interna. Algo que no debía confundirse por un juicio.

 Pero no tardó en buscar la sonrisa de Alexandra, o sus labios, su voz y su mirada.

 - Creo que la clave del éxito en cualquier caso es sentir cierta empatía por los que nos rodean, incluídos nuestros oponentes.

 Apreciando el punto de vista de Akira, creo que hay muchas posibilidades de que resulte.

 Nos queda bastante para comprender como piensan, como proceden, si les mueven las mismas inteligencias y cuales son sus objetivos. - aquella era una cuestión general que sería más fácil hablar con su invocador, siempre escribiendo, él entendía parte de ese problema y trataba de darle solución recabando información, algo que sería útil en el futuro, si tenían éxito sería muy importante y si fracasaban, no tendría precio.

 -Pero la verdad es que no importa si mañana sale bien o no. - llegar a esa conclusión no estaba al alcance de todas las mentes, se sacrificaba mucho cada día. - Nadie puede dudar de que estamos trabajando lo más duro que podemos, sin más ayuda que la que nos brindamos entre nosotros.

 El sentido de lo que significa ser humano nunca estuvo tan vivo. Eso ya es un éxito nada fácil en esta guerra.

 Saldrá bien, pero si no es mañana, el fracaso nos brindará la experiencia para que sea pasado mañana.

 Era mejor ver a un demonio matando a una persona que a una persona matando a otra. Había visto asesinatos, robos que acababan en serios heridos o muertos por unos tristes papeles con un valor virtual. La humanidad demostraba su grandeza y honor en momentos como aquellos. Eso hacía a Adirael orgulloso de esa humanidad de la que no se sentía del todo partícipe. Trataba de ser positivo, quitarle importancia a si mañana finalizaría la guerra y considerando que ya habían llegado muy lejos.

 - Si alguien puede hacer que funcione sois vosotros. - le dediqué una sonrisa sincera.