Partida Rol por web

     El silencio llena el pasillo y hace que vuestra respiración, algo entrecortada por el esfuerzo del descenso y sobre todo por el trabajo adicional de bajar a Caín, parece rebotar en las paredes multipiclando la sensación de silencio más allá de vosotros. Yedra y Therusia todavía sienten los golpes que han recibido en la caída, por suerte la ropa acolchada y la costumbre hacen que puedan ignorar ese pequeño dolor que pasa en poco tiempo.

     Un escalofrío recorre a Therusia que parece decir algo en su idioma, jamás había oído que hubiera tal silencio en un hogar de enanos. El golpear sobre el yunque, el volcado del metal líquido, el ruido de las cadenas arrastrando material, los picos sobre la piedra intentando robar sus secretos, las canciones que dan ritmo al trabajo, los pasos recios de botas de suelo metálico... nada se escuchaba y nada se sentía.

     La luz del farol alarga vuestras sombras y os permite ver que estáis en un pasadizo de un metro de ancho por algo más de metro y medio de alto lo que os obliga, a algunos, a bajar las cabezas y doblar las rodillas. No es un trabajo cuidado pero si funcional, a media altura veis railes que permitirían conectar algún tipo de sistema para extraer agua del pozo cómodamente y además veis que el desnivel también ayuda a llevar el agua hacia el final del pasillo, ahora cerrado por una puerta de madera reforzada con metal.

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   Me levanto murmurando algo acerca de mi patosidad a la hora de bajar por las chimeneas de las minas, o pozos, o lo que sea que fuera el agujero esto.

   - ¡Ay!, había una piedra suelta, ¿la viste Therusia? - Susurro.

   Luego me quedo un rato quieta mientras dejo que los ojos se me vayan acostumbrado a la oscuridad. Si después sigo cegata como un topo en la superficie un día soleado, entonces sí, a tirar de lámpara o antorcha. Que si con luz ya me he caído, a oscuras debo ser todo un espectáculo dando traspiés y golpeándome contra muros.

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—Las piedras sueltas son el menor de nuestros problemas—Ese silencio no era normal. Ni siquiera si intentaban ser discretos y estaban consiguiendo no ser silenciosos. Sin embargo, no tardó en recuperarse de la impresión para decidir continuar. Tenía que saber que había pasado—. Será mejor que continuemos.

Con paso firme, se acercó hasta la puerta. Iba a disponerse a empujar la puerta cuando de pronto, la mano paró en seco y comenzó a examinarla. No eran los suyos dados a montar complejas trampas. Les bastaba con cerrar bien, pero lo que había pasado allí era de todo menos habitual.

     Te acercas con cuidado y pronto ves que algo no cuadra. De inicio no eres capaz de entender lo que falla pero de repente unas palabras de Arnulf resuenan en tu cabeza y descubres que la puerta está cerrada para evitar que se acceda al pozo, un sinsentido siendo un lugar tan vulnerable en caso de asalto de trasgos que se hubieran deslizado por la ciudad. Lo normal sería un bloqueo en los dos sentidos, algo habitual en muchas compuertas de las ciudadelas enanas.Pero en este caso claramente se ha querido evitar que se accediera a la ciudad... pero desde dentro de la propia zona de los enanos.

—¿Estáis bien? —preguntó el elfo mientras recogía la cuerda que habían usado para bajar al animal.

Aún tras haber escuchado el relato de Arnulf, Ithildir se sorprendió al ver el pasadizo y aquella puerta al fondo. De forma instintiva sus labios se arquearon en una breve sonrisa cuando se vio forzado a agacharse para pasar. No había estado nunca bajo una construcción enana y su corazón de artesano ansiaba por conocer, aunque ciertamente aquella primera muestra no le resultaba muy convincente.

—¿Dijo algo Arnulf acerca de esta puerta? —comentó luego, y al ver que la enana dudaba frente a la puerta, en silencio y con ayuda del farol Ithildir se dedicó a analizar la entrada.

—Si— respondió Therusia a la segunda pregunta del elfo.

La enana estaba realmente confusa, mirando la puerta y los railes. Nada de aquello tenía lógica y la única posibilidad que se le ocurría era perturbadora.

— Arnulf dijo que habían bloqueado la puerta, pero no nos habló de esta, que también esta bloqueada. Pero... este bloqueo no tiene sentido. Quieren impedir el acceso al pozo, pero ¿por qué no hacer un bloqueo en dos sentidos? Es...— Therusia parecía algo incómoda al hablar de las ciudades enanas, como si sintiese que revelaba demasiado de ellas, aunque no era tampoco un gran secreto—  lo habitual en nuestras ciudades. Aquí  quieren bloquear el acceso, pero desde dentro. Como si quisieran evitar que alguien... o algo saliese.

Una vez las cuatro en el fondo del pozo, avanzamos por un túnel que iba hacia un lado, en la oscuridad. Con la luz del farol, veíamos lo que había a nuestro alrededor. Me tuve que agachar para poder avanzar sin problema, aunque alguna vez me di con la cabeza en la roca. Aquí no podría hacer uso de mi arco, así que me lo colgué del hombro y cogí el farol. A mi lado Caín husmeaba el ambiente.

-"Debemos de mirar si podemos abrirla. Si está atrancada por este lado, como comentas, alguien tuvo que hacerlo y salir por el pozo u otro camino. Esta claro que no querían que alguien o algo escapara de la ciudad subterránea. De momento, es nuestro mejor camino, así que miremos." Dije a los demás.

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   Examino lo que me rodea y hago un gesto de llevar el farolillo.

  - Yo llevaré la lámpara, bajo tierra mi arco largo no sé si tendrá altura suficiente estos túneles para poder disparar a distancia y soy bastante inútil en el combate cercano, Amaltea es mucho mejor arquera. -

   Luego miro la puerta, aunque la verdad, en la semioscuridad no me aclaro de gran cosa.

   -Si está atrancada por este lado, corremos el peligro de quedarnos atrapados si la puerta no se puede abrir desde dentro, deberíamos asegurarnos de ello antes de cerrarla una vez estemos dentro. O dejarla entornada, quizás con una piedra a modo de tope. -

   Les susurro. Es curioso, cuando alguien habla en voz baja o cuando hay oscuridad el impulso que una tiene de hablar en voz baja, como si temiera molestar a alguien... o a algo.

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Durante unos momentos empezáis a forcejear por ver quien lleva el farol, Caín nervioso empieza a gruñir por lo bajo y Therusia os mira con ojos de madre, hasta ahora no había entendido porqué sus compañeros tenían una mala opinión de los humanos pero empezaba a verlo más claro.

Al acercaros a la puerta es Therusia quien os explica el sistema que bloquea la puerta desde dentro de la ciudad enana para que no se pueda acceder hacia el pozo pero que permite entrar sin problemas desde el pozo a la ciudad. Es más, os comenta con voz seria, el sistema que se ha utilizado es muy burdo, un niño, incluso un niño humano, podría fácilmente desbloquearlo a poco que lo intentara. Asi que los temores de Amaltea están salvados.

Abrís la puerta con cuidado y veis una gran sala de piedra trabajada y vacía de mobiliario. Calculáis que tendrá unos 10 metros de ancho en la pared en la que os encontráis y unos 5 metros de largo. El farol ilumina prácticamente toda la sala pero para los humanos hay puntos oscuros en las esquinas. Aquí Ithildir puede estirarse sin problemas pues

En el suelo veis railes que llevan desde la puerta en la que estáis hasta la puerta que está justo enfrente a vosotros, la puerta de la otra pared parece recia, reforzada con remaches de metal y una pesada tranca de madera está colocada en vuestro lado.

     Vuestros ojos, capaces de ver en condiciones de poca luminosidad, ven pequeños huecos en la pared de enfrente que claramente se pueden usar para disparar a cualquiera que entre en esta sala sin ser invitado, no hay ángulos donde protegerse ya que los huecos llegan hasta el techo por lo que sería casi imposible cubrir con un escudo todos los posibles disparos recibidos.

     A través de esos huecos también podeis ver que más allá de esta sala hay algo de luz.

Ithildir dejó que las humanas se disputaran el farol, y entretanto él buscó una pequeña roca para impedir que la primera puerta se cerrase. Al intuir la luz al otro lado, descolgó el pequeño escudo y se dispuso a avanzar. Primero se acercaría a la pared de su derecha. Y desde allí iría andando hasta la otra puerta, pegado a la pared y pendiente de posibles ruidos al otro lado.

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   Miro alrededor con curiosidad, intentando ver algo, claro. Si al final llevo yo la lámpara, voy barriendo la estancia, si no, me fijo en donde de la luz ¿hay una vagoneta? ¿están los railes del suelo oxidados o brillantes como si se usaran regularmente? Esas cosas.

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Therusia movió la cabeza ante el lío que montaban las humanas y, sin decir nada se acercó a mirar junto con el elfo.

Cuando esté trató de avanzar le agarró el hombro y le señaló aquellos huecos que ambos habían visto. Si alguien o algo disparaba desde allí no habría escudo que evitase que se convirtiesen en coladores. Y aunque el elfo no fuese la persona que más apreciaba, no le apetecía verlo atravesado por flechas. Therusia señaló al cuervo, que esperaba en su hombro. No parecía gustarle aquella oscuridad pero, al caer la enana por el pozo había bajado a ver como estaba y ya no había vuelto a subir, quizás por su curiosidad innata. Lo cierto era que era poco probable que disparasen a un pájaro. 

—Yncriff, ¿volarías hasta esa luz para decirnos si hay alguien?— preguntó en voz baja al cuervo

Cuando Yedra, que es finalmente quien lleva el farol encendido, barre hacia los laterales podéis ver pequeños huecos en la pared de enfrente por donde se cuela la luz. Está claro que tras la puerta de enfrente hay una fuente luminosa de algún tipo.

Yncriff revolotea hacia los huecos y pasa de uno a otro intentando encontrar uno lo suficientemente amplio para poder pasar pero no es capaz de hacerlo por más que busca, los huecos son anchos en vuestro lado de la pared y mucho más estrechos del otro lado (pensados para ser usados por ballestas o para arrojar algún tipo de líquido y evitar posibles respuestas agresivas desde el lado en el que os encontrais)

Los raíles no están oxidados, son de manufactura enana y eso ya es mucho decir, pero claramente llevan mucho tiempo sin ser usados.

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   Examino las paredes, me parecen saeteras... desde este lado y así lo comento.

   - Parecen huecos para disparar desde aquí a... donde sea, luego esto debe de ser una especie de sala de guardia o similar. Quizás Therusia, podría echar un vistazo, o Ithildir. Aquí, os dejo la delantera, por la visión. -

   Sonrío y hago un gesto con la mano indicando "adelante".

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Los ojos del elfo se movieron hacia abajo con cierta desidia para luego observar como la enana enviaba al cuervo hacia las saeteras. Y tras escuchar las palabras de la curandera, Ithildir se encogió de hombros y continuó su marcha hasta la puerta. No había otro camino que pasar a la siguiente estancia. Y de haber alguien vigilando y preparado para atacarles, pensaba él, ya se habría dado a conocer para disuadirlos de internarse más.

Avanzaría con cuidado, con la rodela levantada a la altura del pecho y pegado a la pared derecha, apresurándose a pasar rápidamente cuando le tocara andar frente a una de las saeteras. Al llegar a la puerta, pondría la oreja para tratar de intuir algún ruido al otro lado antes de intentar abrirla.

Therusia avanzó junto a Ithildir. No podía permitir que un elfo se adelantase a ella en la exploración de la casa de su gente. Sin embargo, había algo que la inquietaba. Si habían dejado la puerta cerrada, sería por algo, de modo que, una vez examinó la puerta, volvió a mirar atrás.

—No me gusta dejar abierto algo que cerraron con tanto esfuerzo. No quisiera ser la responsable de liberar algo terrible— gruñó por lo bajo— Voy a comprobar si habría alguna forma de abrirla desde dentro. Quizás haya alguna posibilidad para alguien que conozca el mecanismo, pero no para... lo que sea.