Partida Rol por web

En busca del Templo del Mono

2~ Un Alto en el Camino

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19/05/2016, 09:31
Rui Wu-San

No dejaba de sorprenderme la forma en que aquella mujer era capaz de ofrecerme una sonrisa a pesar de todo, incluso de mis impertinentes preguntas. Triste, pero firme, me confirmó que mi tio se culpaba de lo sucedido; explicándome como cada uno de los miembros de Los Cinco Magníficos tenía su propia función dentro del grupo. Lo hizo con la mirada perdida en la mesa, no volviendo a dirigirla hacia mí hasta que comenzó a hablar de Lu-Yan. 

Me sobrecogí al escuchar cual era el cometido de mi tio, pero no sólo eso, sino la forma en que llevaba este a cabo. Había renunciado a tener una vida propia, dedicándose por entero a sus hermanos, preparándose hasta la saciedad, viviendo alerta, y sin embargo...

Falló y no se lo puede perdonar.

¿Pero cómo era eso posible? Si tan magnífico guerrero era, lo sucedido debía ser demasiado escabroso. No podía imaginar ese escenario en el que mi tío no pudo hacer nada, viendo como había actuado con aquellos que nos habían asaltado en casa, a pesar de la edad con la que ya contaba.

La señora Yeoh tomó su colgante, volviendo a ponérselo, antes de decirme que no conocía los detalles de lo sucedido y explicarme cómo debía sentirse mi tío. Esta volvió a agachar su mirada, lamentándose por no haber podido hacer nada por Lu-Yan. Posé una mano en el brazo de la mujer, justo después de que con aquella triste sonrisa me confirmara que Piengdao era su esposo.

- Gracias por sus palabras. - le dije con mi más sincero agradecimiento. Respuestas a unas preguntas que generan aún más incógnitas.-Hay algo que no comprendo...- comencé a decir apartando mi mano de su brazo, aunque en realidad eran varias cosas las que aún no tenía claras.- Si ellos eran su familia... Si no me consideraba como tal... ¿Por qué viene ahora a buscarme? - le pregunté, con unos ojos que se tornaban tristes. - Usted le conoce mejor que yo... - me expliqué, mirando hacia la mesa.

No pude evitar cerrar mi mano, apretándola con impotencia, pensando en que si mi tío hubiera regresado antes, quizás las cosas habrían sido diferentes.

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28/05/2016, 15:09
Ming Yeoh

La señora Yeoh te agradece tus palabras con amabilidad, serenándose en parte en el proceso. Sin embargo, su gesto se vuelve extrañado cuando preguntas acerca de su relación contigo, con la que es su familia de sangre, la que al parecer fue reemplazada por esos Cinco Magníficos.

N-no... no sabes nada de tus orígenes, ¿no es cierto? -Pregunta de repente, para tu sorpresa y confusión- Lu Yan jamás dejó de sentir que fuéseis su familia. -Tal afirmación te pilla por sorpresa. Han sido muchos años, demasiados, sin haber pasado a veros, sin saludar a tu padre, su hermano. Sin ver a su cuñada, tu madre, y a sus sobrinas. ¿Acaso cabe pensar otra cosa? Sin embargo, la señora Yeoh suspira con la mirada perdida, como si tratase de ordenar sus ideas- Tu tío nunca renunció a su familia, fue ella quien le dio la espalda. Tu... Lamento tener que contarte esto, pequeña, pero es justo que lo sepas. Tu padre le exigió que se alejara de vosotros, que se marcha de lejos y no regresara. No se, puede que temiese que tu madre se arrepintiera de la decisión que tomó en su momento... -La mujer baja la mirada, apesadumbrada. ¿Decisión?

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29/05/2016, 17:02
Rui Wu-San

El gesto mostrado por la Señora Yeoh ante mi pregunta me desconcertó, pero aún lo hizo más la pregunta formulada por esta. Con ella dejaba claro que había cosas que desconocía acerca de mis orígenes, pero... ¿Qué más había que saber a parte de que había nacido en el seno de una familia manejada por aquel despreciable ser que era mi padre, y que su propio hermano se había alejado de él, quizás intuyendo que este no merecía la pena en absoluto?

No pude evitar mostrarme sorprendida cuando la mujer afirmó que Lu Yan jamás dejó de sentir que fuera parte de su familia, frunciendo el ceño completamente desconcertada.

- P-pero usted ha dicho que... Y-y todos estos años... - comencé a balbucear, confusa, dejando que la señora continuara.

Sus siguientes palabras me dejaron helada. Primero al escuchar que habían sido mi padre quien le había exigido a mi tío que se alejara de ellos, haciéndome pensar que ello fuera un modo de que pudiera campar a sus anchas y hacer con nosotras lo que quería; pero me sorprendió aún más la posible explicación que encontraba la Señora Yeoh. Del desconcierto comenzaba a pasar al enfado, y es que no comprendía por qué mi tío no me había dicho nada, ni por qué esa desconocía sabía más sobre aquel asunto que yo.

- ¿De qué decisión me está hablando? - dije de manera tosca, dejando claro que no sabía nada de aquel asunto. - Le agradecería que fuera clara de una vez, como bien ha dicho tengo derecho a saberlo. - añadí en el mismo tono.

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02/06/2016, 12:21
Ming Yeoh

La señora Yeoh parece ponerse súbitamente nerviosa en cuanto termina de hablar, como si se hubiera percatado de haber hablado de más. Tus preguntas no ayudan a calmarla, sino todo lo contrario. Agacha la mirada, huyendo de la tuya, mientras se agarra con las manos los extremos de las mangas.

He... hablado más de lo que me corresponde. L-lo lamento... -Su rostro se ensombrece, lleno de lástima- Pero llevas razón, mereces saberlo.

En ese instante, un camarero ataviado con un traje sencillo y un pañuelo anudado sobre la cabeza descorre ligeramente la cortina que os separa del resto del comedor, con gesto preocupado.

Ahora no. -Le dice Yeoh sin levantar la mirada.

P-pero señora, han entrado... -Comienza a decir el camarero, de mediana edad, viéndose interrumpido por un gesto de la mano de Ming, quien levanta su rostro violentamente.

He dicho que ¡ahora no! -Sus palabras están llenas de una ira fría y dura, casi sientes temor ante su forma de actuar, como el que parece sentir el camarero al ver la mirada en llamas de su jefa. Hace una reverencia y vuelve a cerrar la cortina, dejándoos solas de nuevo- L-lo... lo siento.

Las disculpas de la señora de la casa dan lugar a un tenso silencio, durante el que la mujer trata de calmarse lo suficiente como para volver a hablar. Pero antes, toma un buen sorbo del vaso que tiene delante, en el que hay un poco de licor de arroz.

Rui... Tú tío ha vivido siempre sólo. -Comienza a explicar- Ha podido contar con sus hermanos de los Cinco Magníficos, y con nosotros, sus familias. También ha tenido alumnos, muchos, y muy preciados. Y todos nosotros hemos hecho que se sintiera querido. Quiero pensar que, al menos durante un tiempo, le hicimos feliz. -Agacha nuevamente su rostro, con amargura- Pero nunca ha tenido esposa, ni hijos. Él... amó a una mujer. -Ming se gira hacia ti, dedicándote una tierna mirada- La amó con locura, pero ella... le rechazó. Puede que no estuviera dispuesta a convivir con un marido ausente, uno al que sus deberes exigían pasar días, semanas o incluso meses fuera, viajando y viviendo peligrosas aventuras. No todo el mundo está preparado para eso. -Inconscientemente, su mano se posa en la zona donde reposa su colgante oculto, recordando quizás la vida que ella misma llevaba hasta la muerte de su esposo- Sin embargo, al rechazarle, aceptó ser cortejada por otro hombre, con el que finalmente contrajo matrimonio. Ese hombre era el hermano de Lu Yan, tu padre. -Te dice mirándote a los ojos- Y esa mujer, a la que tu tío amaba, era tu madre.

La revelación es estremecedora. Hace que se tambalee todo lo que creías saber acerca de tu familia, y que veas con nuevos ojos a ese viejo alcohólico que probablemente esté durmiendo la mona en algún rincón. Te sobrecoge sentir la mano de Ming Yeoh sobre las tuyas, mirándote con pena y ternura.

Hay más, pero entiendo que todo esto sea demasiado para ti. -Te dice, con delicadeza- Podemos dejarlo para otro momento... si quieres.

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05/06/2016, 00:18
Rui Wu-San

La mujer en seguida me retiró la mirada, diciendo sentir aquello, afirmando haber hablado de más. No lo entendía. Si aquella era la verdad, ¿Por qué sentía que lo supiera? Así era como debía ser. Estaba muy cansada de los secretos, que con frecuencia no hacían más que desenterrar cosas terribles; tal y como sucedería de revelar los míos, tal y como estaba sucediendo al ir descubriendo el pasado de mi tío.

La Señora Yeoh admitió que era algo que debía saber, pareciendo dispuesta a continuar hablando, peor entonces uno de sus camareros corrió la cortina ligeramente en busca de su jefa. Esta le pidió que se marchara, pero el hombre insistió, sacando la mujer de su interior una dureza que no habría imaginado. Su firmeza me intimidó hasta a mí, a quien no iban dirigidas sus palabras, aunque cuando el camarero se retiró y la Señora Yeoh me pidió disculpas, quise quitarle importancia al tema.

- No se preocupe, lo entiendo. – le dije en tono neutro, haciéndose un incómodo silencio después.

Durante aquellos segundos mi cabeza se negaba a pensar en aquella posibilidad. En que mi madre… En que ella y Lu Yan… No podía ser. No podía haber sido tan sumamente estúpida como para quedarse con el hombre equivocado.

Y llamarle hombre es ser demasiado benévola.

Vi como la señora Yeoh daba un sorbo de aquel licor de arroz antes de volver a tomar la palabra. Me giré algo más hacia la mujer, muestra de querer poner aún más atención en su relato si cabía, escuchando expectante lo que me contaba. Su rostro, su tono de voz, mostraban lo que quería a mi tío, lo que lamentaba que este no hubiera podido ser feliz durante más tiempo. Me contó algo más sobre la vida que había llevado este, desembocando el relato en que Lu Yan nunca había tenido mujer ni hijos, aunque si había amado a una mujer.

La piel se me puso de gallina, temiéndome la continuación del relato. La mujer le rechazó, justificando la señora Yeoh su decisión quizás por el tipo de vida que Lu Yan llevaba; dejando claro por la forma de echar mano a su colgante que ella no era ese tipo de mujer. La historia continuó, con un nuevo cortejo hacia esa mujer, y mirándome a los ojos, la señora Yeoh me confesó que se trataba de mis padres de quienes hablaba.

Me quedé boquiabierta, acertando únicamente a volver a girarme hacia la mesa y posar mis manos sobre esta. Eso era lo que había pasado, por eso mi tío no había vuelto a la casa familiar, por eso yo no sabía absolutamente nada de él. Por eso no había podido ayudarme…

Ese desgraciado ató muy bien todos los cabos para poder campar a sus anchas.

Sentí entonces la mano de la mujer sobre las mías, girando mi rostro hacia ella para ver como me miraba con una mezcla de pena y ternura. Retiré entonces mis manos súbitamente, no quería nadie se compadeciera de mí.

- No, no es demasiado. – dije de forma contundente ante sus palabras, ya recompuesta de la sorpresa inicial, obligándome a mantener la compostura. – Dígame, por favor, ¿Qué más hay? – le pregunté, intrigada por qué más debía saber sobre todo aquello.

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09/06/2016, 06:49
Ming Yeoh

La señora Yeoh tardaun instante en reaccionar a tu súbito gesto, con el que retiras tus manos al tratar ella de agarrarlas con ternura. Con la vista baja, no queriendo importunarte al mirarte a los ojos, une sus manos sobre su regazo y oyes de sus labios el inconfundible sonido de un suspiro.

No mucho, me temo, o no muy importante. Tu tío acudió al enlace, aunque no fue capaz de quedarse hasta el final. Pero no se marchó sin antes entregarle a tus padres su regalo de bodas. Los terrenos familiares, la casa y la forja de tu abuelo, que había heredado Lu Yan al ser el primogénito. Él ya había hecho fortuna en sus muchas aventuras, y poseía tierras en otras regiones, de modo que les entregó lo suficiente para que pudieran vivir holgadamente. -Ming sonríe, como si el recuerdo de ese gesto la colmase de ternura hacia tu tío- Tiempo más tarde, cuando los ánimos se enfriaron, comenzó a visitar a su familia de cuando en cuando, cada vez que sus obligaciones así se lo permitían. La mayoría de las veces, cada pocos meses. -La señora Yeoh eleva su rostro, observando el techo, aunque es evidente que lo que ve son recuerdos lejanos, y sonríe por ellos- Recuerdo su sonrisa de felicidad cada vez que se despedía de nosotros para ir a ver a tus padres. Y cuando se enteró de tu nacimiento... Oh, organizó un enorme banquete en tu honor, en su casa, donde fue invitada toda la región. Lu Yan os amaba, amaba a su familia... -De repente, su rostro se ensombrece, bajando la vista a la mesa con tristeza- Pero también recuerdo la pesadumbre que siempre traía en sus ojos enrojecidos, cada vez que regresaba de casa de su hermano. Él lo achacaba sl cansancio del camino, y todis hacíamos como que nos lo creíamos y le colmábamos de atenciones hasta que volvía a sonreír. Porque mi difunto esposo, en una ocasión, logró que Lu Yan le contase la verdad. Que la relación con su hermano no era buena, que éste le incomodaba su presencia, como un recordatorio de que todo cuanto poseía había sido un obsequio suyo, que sus visitas en vuestra casa estaban plagadas de discusiones. Y que, muchas de las ocasiones en que regresaba antes de lo previsto, era porque su hermano le echaba de su casa. Y... -La señora Yeoh se agarra las manos con fuerza, con una pizca de rabia- ...la última de todas esas veces, fue tu madre quien le pidió que se fuera. Y que no regresase jamás. -Ming te mira de soslayo- Y así lo hizo.

De repente, el báculo que tu tío te entregase como obsequio cae al suelo, estrepitosamente. ¿Ha temblado, antes de caer? No, tiene que haber sido una impresión tuya, fruto de tantas emociones. Pero en ese instante comienzas oírse un gran revuelo en la sala, boces y golpes, y Ming se sobresalta dirigiéndose al exterior del reservado.

¿Qué demonios sucede...?

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09/06/2016, 13:40
Rui Wu-San

Mi brusco gesto provocó que la Señora Yeoh tardara unos pocos segundos en retirar sus manos y posarlas sobre su regazo, apartando de mí su mirada y emitiendo un ligero suspiro. El contacto físico seguía siendo algo que no toleraba demasiado bien, ni tan siquiera un inocente gesto como el de la mujer, que me recordaba el modo en que la tiranía y la depravación trataba de ocultarse entre caricias.

Comenzando por decirme que no había mucho más que saber en realidad, o al menos no nada demasiado importante, empezó a contarme los pormenores de todo aquel asunto. Me relató como Lu Yan no pudo presenciar toda la ceremonia, seguramente por el inmenso dolor que le produciría tratándose de la mujer que amaba, y como este cedió su herencia a mi padre, asegurando así el futuro de mi familia. La Señora Yeoh no pudo evitar sonreír al hablarme de la felicidad que intuía en mi tío cada vez que iba a visitarnos, viendo mi cuerpo recorrido por una extraña sensación al confesarme la gran celebración que hizo este con mi nacimiento, así como al decir que Lu Yan realmente nos amaba...

Entonces... ¿Por qué no he sabido nunca nada de él hasta ahora?

En ese momento el rostro de la mujer se ensombreció, dejando todo atisbo de alegría a un lado para continuar con aquella historia de final no muy feliz. Por lo visto las visitas solían terminar en conflicto, y mi tío regresaba a visitarnos aun así, hasta que fue mi madre, la mujer que amaba, quien le dijo que se fuera y no regresara jamás. Era obvio el sentimiento que todo eso le producía a la Señora Yeoh, más obvio incluso que el mío, o mejor dichos los míos; y es que no era capaz de identificar como me sentía ante todo aquello, aunque tenía claro que no me gustaba nada.

Y entonces, de forma inesperada, el báculo que me había obsequiado Lu Yan cayó al suelo, pareciendo que...

No, no puede ser, eso es imposible...

Reí algo nerviosa, levantándome para recoger el objeto tras disculparme con la mujer con una inclinación de cabeza; pero entonces comenzó a oírse revuelo fuera y la mujer tuvo que salir. 

Me agaché a recoger el báculo mientras veía como salía, sin poder adivinar qué sucedía por el estrecho hueco que dejaba la cortina cerrada. Miré entonces aquella reliquia, envuelta en la tela, y la sostuve entre mis manos; poniéndome en pie y dirigiéndome hacia la cortina, apartando ligeramente esta para observar desde el reservado qué era lo que sucedía.

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09/06/2016, 16:06
Director

Abres ligeramente la cortina, desvelando el exterior, la amplia sala que hace las veces de comedor para tantos comensales. Varias personas se agolpan tapándote la vista, pero en su movimiento terminas por poder vislumbrar algo de cuanto sucede. Oyes voces, algunas temerosas, otras enérgicas, y entre todas ellas destacan dos. Una es la de Ming Yeoh, haciéndose dueña de su logar con ímpetu, frente a lo que parecen ser dos extranjeros.

La otra voz es, precisamente de uno de ellos. Un tipo enorme, musculoso, ataviado apenas con unas pieles de oso mal enganchadas mediante correajes a su robusto cuerpo. Su expresión, salvaje y malencarada, no muestra educación alguna, respeto, sino más bien todo lo contrario, un absoluto desprecio por todo y por todos. Su voz, arrogante y profunda, arrastra un acento extraño, propio de quienes conocen del idioma lo justo para hacerse entender.

El hombre se mantiene en pie, en medio de la sala, mientras dos camareros retiran a un hombre que sangra profusamente por la nariz. Tras esa bestia, un joven trata de mantenerse en su sitio a pesar de su evidente tensión, no dejando de mirar a uno y otro lado. Sus vestimentas desvelan también un origen extranjero, de las islas del este, ese reino llamado Japón. Es difícil saber si comprende el idioma, ya que no parece decir una sola palabra. Lo único que hace, es mantenerse en su sitio con visible miedo.

Yo soy Ming Yeoh, la señora de este establecimiento. -Dice Ming con voz enérgica, plantando cara a la bestia- Y no se cómo serán las cosas en su reino, señores, pero aquí no toleramos este tipo de comportamientos.

Y yo soy Shunito, el de las garras de fuego, mujer. -Responde el hombre, con una mueca de desprecio- Y me importa lo que tú toleres lo mismo que la opinión de una brizna de hierba, antes de pisarla. ¡Estoy buscando las tierras de Garra-del-tigre-en-el-ojo-del-Ciempiés, de modo que hablad de una vez, estoy buscando a Lu Yan!

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09/06/2016, 22:20
Rui Wu-San

Abrí ligeramente la cortina, no viendo demasiado en un principio, pero pudiendo poco a poco enterarme de lo que sucedía al moverse la gente que se agolpaba frente a mí. Entre el jaleo pronto escuché como predominaban dos voces, la de un hombre y la de la Señora Yeoh, que parecía encarar a aquel individuo.

Corrí algo más la cortina, viendo mejor a ese hombre, que cubierto apenas con unas pieles de oso se comportaba como la salvaje criatura que parecía. Salí finalmente del reservado, pudiendo ver entonces como los camareros se llevaban a un hombre herido, y como otro se encontraba tras aquella bestia, sin hablar; únicamente mostrando inquietud en su rostro y gestos, sin parar de mirar a un lado y otro. Me llamó la atención su vestimenta, creyendo reconocer de dónde podía proceder. Las islas del este. No había estado allí nunca, pero si habíamos tenido clientes de aquellos lares en la herrería en alguna ocasión.

Comencé a abrirme paso entre la gente, teniendo cuidado de no darles con el báculo, mientras escuchaba como la Señora Yeoh hacía frente a aquel hombre. Al situarme en primera fila pude ver a este más de cerca, a tiempo para presenciar cómo se presentaba tratando con desprecio a la amiga de mi tío. Sus malas formas continuaron, para finalmente dejarme atónita con el motivo de su poca amistosa visita.

¿Garra-del-tigre-en-el-ojo-del-Ciempiés? ¿Mi tío?

Recordé entonces el sobrenombre dado a este por Ming, “Tigre piadoso”, ¿Quizás una abreviatura de tan extenso nombre? No podía ser una casualidad que ambos hicieran referencia al mismo animal. Sin pensarlo, me acerqué al centro, situándome junto a la Señora Yeoh. No tenía ni idea de qué hacer, ni siquiera de si debía hacer algo, pero mi interior me impulsaba a apoyar a la mujer de algún modo. Mi tío la consideraba como parte de su familia, y eso también la convertía en la mía, ¿No?

Y yo que creía que estaba sola en el mundo.

Miré a la mujer, sin mover ni un solo músculo de mi cara, sólo dejando que nuestras miradas se cruzaran un instante; antes de mirar a aquel hombre ataviado con la piel.

- Estas tierras son de la Señora Yeoh. – dije con aparente seguridad, sintiéndome temblar por dentro. – Pero por aquí pasa mucha gente. Si desea dejar un mensaje a nombre de Lu Yan, se lo daremos si aparece por aquí. – añadí del mismo modo, sin mentir, pero sin desvelar la realidad.

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11/06/2016, 06:02
Shunito Garras-de-fuego

El bárbaro te mira con ojos furibundos al oírte intervenir. Sus puños se cierran con fuerza, y un gruñido surge de entre sus labios entreabiertos.

Niña insolente, ¿cómo te atreves siquiera a permanecer en mi presencia...? -Dice, borracho de orgullo y furia, dando un paso en tu dirección. De forma inconsciente, te ves sujetando el báculo con ambas manos, aunque la señora Yeoh se adelanta a tu posición, interponiéndose.

La bestia, sin embargo, se detiene. El chico extranjero le llama, empleando una palabra que desconoces. Se acerca a él por su espalda, inclinándose y, por lo que supones, implorándole algo. Lo hace en su lengua extranjera, con la vista en el suelo.

¿La respuesta? Shunito se vuelve violentamente, propinándole un poderoso golpe con el reverso de su puño. El joven sale despedido por encima de una mesa cercana, rodando por el suelo hasta quedar tendido boca abajo. Con gran esfuerzo, hace un intento por alzarse de nuevo, tan sólo para escupir un esputo de sangre y desistir de tal idea por el momento.

Shunito vuelve le increpa unas palabras llenas de desprecio en su lengua, y se vuelve hacia vosotras de nuevo, como si pretendiera terminar lo que el chico ha interrumpido. Sin embargo, está vez se detiene, clavando su mirada en ti, como si acabase de reparar en algo. Permanece un largo instante mirándote, de arriba a abajo, y finalmente sonríe.

Dile a Lu Yan que le busco, mocosa... -Te dice con aire condescendiente, antes de girarse y dirigirse a la salida, no sin antes acercarse al chico, propinarle una patada en las costillas que le hace gemir de dolor, y decirle algo para después salir por la puerta.

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11/06/2016, 11:09
Rui Wu-San

La respuesta de aquel hombre de aspecto salvaje no se hizo esperar, reaccionando como me temía. Tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no dar un paso atrás, cuando hablándome de aquel modo se acercó a mí. En mi lucha interna agarré el báculo con fuerza con ambas manos, no estando dispuesta  a retroceder. La Señora Yeoh se interpuso entonces entre la bestia y yo, haciendo que le dirigiera una inmediata mirada de reprobación; aunque pronto mis ojos pasaron a tornarse tristes comprendiendo los motivos de la mujer. Y es que a parte de que me vería como una niña que sólo intentaba protegerla inútilmente en un lugar que era su responsabilidad, era la única familia que le quedaba a Lu Yan.

Pero ni la mujer ni yo fuimos quienes detuvieron al extranjero, sino aquel chico que parecía haber venido con él. A pesar del miedo que su rostro había reflejado en todo momento, le dirigió una palabra desconocida para mí y se acercó a él por la espalda, implorándole al parecer que se detuviera. No sabía qué le habría dicho exactamente, pero por el tono de su voz y su aspecto me pareció que era lo que hacía, ante lo que Shunito se volvió violentamente y le propinó un golpe que le hizo salir despedido.

Mis ojos se abrieron como platos ante la escena, soltando un momento una mano del báculo para llevarla a mi boca, tapándola por lo inesperado de la situación y por la violencia de esta. Pero no contento con su dureza física, aquel hombre comenzó a increpar al chico también de forma verbal, girándose nuevamente hacia nosotras al terminar. Volví entonces a sujetar el objeto envuelto en tela, aplicando en él mayor fuerza cuando aquella bestia se detuvo para mirarme. Dedicó demasiado tiempo a ello, como si no quisiera perder detalle, y ello me procuró un escalofrío.

Finalmente sonrió para mi desconcierto, dándome un mensaje para mi tío en un modo que no me dejaba ver con claridad qué era lo que ese tipo pensaba. ¿Mi media verdad había resultado convincente? ¿O sabía que conocía a Lu Yan? Me hubiera inclinado más por lo segundo, pero entonces, ¿Por qué no arrancarme la respuesta de inmediato?

Cuando Shunito salió del lugar, no sin antes volver a agredir al chico y dedicarle nuevas palabras, corrí hacia el extranjero tendido en el suelo, agachándome junto a él para ayudarle a incorporarse.

- ¿Estás bien? – pregunté dejando el báculo a mi lado, mientras la agarraba por un brazo y posaba mi otra mano en su espalda para ayudarle a levantarse. - ¿Entiendes mi idioma? – añadí, mirando hacia atrás para divisar a Ming, buscando que me facilitara lo necesario para ayudar al chico.

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11/06/2016, 11:35
Director

Tras la explosiva salida del bárbaro extranjero, las gentes del local comienzan a hablar entre ellos, llenos de malestar ahora que el miedo va menguando en sus cuerpos. Comienzas a oír las primeras frases en contra de los extranjeros y el peligro que suponen los extraños en vuestras comunidades, y parece cuestión de tiempo que alguien pregunte por qué no se hace nada al respecto.

Sin embargo, la señora Yeoh no tarda en adelantarse a tales problemas, y dando unas palmadas ordena a sus empleados servir bebidas a todos los presentes por las molestias.

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11/06/2016, 11:43
Kippei Gennosuke

Cuando llegas junto al chico, dejando el báculo en el suelo a su lado, se encuentra con una mano aferrada a su costado, donde calculas que ese bestia le regaló esa última patada. Al cogerle del brazo, se sobresalta encogiéndose aún más, cubriéndose el rostro con una mano mientras dice una palabra varias veces, sin que puedas comprenderla. Es sólo cuando oye tú voz que se atreve a alzar la mirada, unos ojos oscuros pero llenos de vida, que te miran con desconcierto.

Id... idioma... sí, poco. -Dice, titubeante, dejando claro que su conocimiento del chino dejará bastante que desear para mantener una conversación- D-discul... ¿pas? -Se disculpa, aparentemente sin estar seguro de estar diciéndolo correctamente.

Esal ayudarle a ponerse en pie que te fijas mejor en él, más o menos de tu edad, con algo de vello facial y largas patillas, y un raro peinado alborotado cuyos mechones en punta le hacen parecer más alto de lo que es realmente, no mucho más que tú. La señora Yeoh os hace un gesto en silencio para dirigiros sin llamar la atención al reservado en que os encontrábais, mientras una empleada llega con un barreño de agua y algunos trapos para limpiar la sangre del suelo, cuyo rastro resbala también por la barbilla del chico.

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11/06/2016, 13:24
Rui Wu-San

Al intentar ayudar al chico, que se sujetaba el costado en un gesto de dolor, a punto estuve de soltarle al ver como se sobresaltaba y encogía, temeroso. Aun así me decidí a hablarle, queriendo dejarle claro que mi acercamiento había sido con buena intención. Entonces me miró, pudiendo ver de cerca aquellos oscuros pero vivos ojos enmarcados en un gesto de desconcierto.

Su forma de responder en seguida me dejó claro que lo poco que hablara de mi idioma no sería demasiado fluido, aunque podía ser que el temor que parecía arrastrar también le estuviera influyendo. Negué con la cabeza ante su palabra de disculpas, terminando de ayudarle a levantarse.

- Quiero decir que se dice así, sí, pero no hace falta. – dije girando mi rostro hacia el suyo una vez en pie.

Me fije entonces mejor en él. Parecía ser un chico de mi edad, con un estrafalario peinado cuya intención o significado no comprendía, pero que creaba la ilusión de ser más alto de lo que realmente era. Hice el amago de tomar su brazo y pasarlo por mi hombros, pero me detuve antes de hacerlo.

- ¿Puedes caminar solo? – le pregunté al ver cómo la Señora Yeoh nos indicaba que pasáramos al reservado de antes.

Me separé de él ligeramente y le ayudé tomándole del brazo. Reparé entonces en cómo mientras algunos empleados servían bebida a los presentes en pos de calmar el ambiente, otra empleada se dirigía a limpiar la sangre del suelo; sangre que también se encontraba en el rostro del chico.

Llegamos hasta el reservado y aparté la cortina, ayudando después al muchacho a tomar asiento en el interior.

- Ella es la Señora Yeoh. – dije señalándola. – Y yo soy Rui. – añadí llevándome una mano al pecho para señalar a mi persona. - ¿Y tú? – le pregunté sentándome a su lado, dando la vuelta a la manga del hanfu y acercando mi mano a su rostro. - ¿Cómo te llamas? – le dije, limpiando con cuidado la sangre de su barbilla con el reverso de mi ropa.

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11/06/2016, 13:49
Kippei Gennosuke

El joven te mira con cierta confusión mientras le hablas, aclarando tu gesto anterior. Su ceño se frunce, pensativo, como si se esforzase enordenar sus ideas y tus palabras para encontrar un significado a lo que has dicho. Finalmente, asiente con la cabeza, y te parece vislumbrar el atisbo de una tenue sonrisa en sus labios. Hasta que le preguntas si puede caminar sin ayuda, momento en que se gira para mirarte de frente yseinvlina en una reverencia.

Poder sol... sólo, mucha gracia. -Te dice, no sin dificultad, y al alzarse de nuevo notas cómo aguanta la respiración llevándose una mano al costado.

Camina junto a ti en dirección al reservado, aunque te percatas de que trata de retrasarse ligeramente respecto a ti. Os acomodáis en el reservado, al que abres acceso en las cortinas, y el chico se arrodilla con un gesto de dolor junto a la mesa, dejando las manos sobre su regazo mientras la señora Yeoh y tú tomáis asiento.

Yeoh. -Repite tras de ti, inclinándose en dirección a la mujer, que sonríe ante el gesto- R-rui. -Hace lo propio con tu nombre, temiendo aparentemente pronunciarlo mal. Entonces, a tu pregunta, se pone una mano en el pecho, presentándose.

Gennosuke... Kippei. -Dice, inclinándome la cabeza en dirección a la señora Yeoh, y acto seguido en tu dirección repitiendo- Kippei.

Sin embargo, sus ojos vivaces capturan rápidamente el gesto de tu mano con la manga y, en un veloz movimiento, aparta su rostro evitando tu contacto.

No, p-por... favor.-Dice, avergonzado- Tú Mancha. -Trata torpemente de explicarse, desenrollando de su cuello un tosco pañuelo con el que comienza a limpiarse él sólo, agachándo la mirada.

La señora Yeoh, en silencio ycin disimulo, te hace un gesto en dirección a ese pañuelo. Y al fijarte, puedes ver viejas manchas de sangre. No es la primera vez que lo emplea de esta manera, es la última de muchas.

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12/06/2016, 03:36
Rui Wu-San

Finalmente el chico dijo poder caminar solo, a pesar de que con su reverencia se hizo obvio que estaba bastante dolorido. Caminamos juntos hasta el reservado, echándole un vistazo varias veces durante el trayecto por si necesitaba ayuda, aunque el que se retrasara respecto a mí me impedía hacer esto de forma más disimulada. Era un desconocido, un hombre extranjero, y lo último que pretendía era herir su orgullo con mi preocupación.

Una vez en el reservado tomó asiento, colocándose en el suelo de manera formal. Tras acomodarnos la Señora Yeoh y yo, pregunté al chico por su nombre, diciéndonos entonces de forma muy respetuosa cual era este.

Kippei. Suena bien.

Intenté entonces limpiar su rostro, haciendo uso de aquella ropa que llevaba ya muchas horas de viaje, y que con suerte pronto podría lavar; pero el chico se apartó con rapidez, dejando su rostro fuera de mi alcance.

Aquello me sentó fatal, cosa que podía apreciarse en mi rostro, sintiéndome ofendida por aquel desplante. Sin embargo, Kippei en seguida comenzó a explicarse, aunque con clara dificultad, mientras se quitaba un pañuelo del cuello y empezaba a limpiarse él mismo haciendo uso de la prenda.

- Mancharme, qué tontería… - dije aún algo enfurruñada, sin mirar al chico, con la Señora Yeoh en frente.

Entonces esta me hizo una seña, indicándome que me fijara en aquel pañuelo. Este estaba manchado, pero no únicamente del uso que Kippei le daba en ese momento. Viejas manchas permanecían aún en el trozo de tela, dejando claro que hacer uso del pañuelo de aquella manera era algo habitual.

Giré mi rostro hacia él, observando cómo se limpiada, frunciendo el ceño de preocupación.

- Kippei… - comencé a decir con voz suave, queriendo llamar su atención para que me mirara. – Venías con ese hombre, Shunito… ¿Trabajas para él? ¿Quién es? – le pregunté cuando me miró. - ¿Por qué te has quedado aquí? – añadí, sin comprender que se hubiera quedado en la posada.

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12/06/2016, 07:31
Kippei Gennosuke

Kippei te mira de reojo, ante tu protesta. Puede que alguna de tus palabras no la haya entendido, aunque a buen seguro el tono empleado debe haber sido lo bastante claro.

Tras presentarse, no tardas en preguntarle acerca del hombre al que acompañaba, Shunito. Puedes percibir la tensión en todo su cuerpo al oír su nombre, y la confusión ante tus preguntas.

¿Tra... bajar? -Pregunto, confuso, antes de bajar la mirada con el ceño fruncido- Él, mi... -Sus ojos se mueven de izquierda a derecha, como si estuviera buscando algo, una palabra en su mente- ...sensei.

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12/06/2016, 07:39
Ming Yeoh

Maestro. -Puntualiza la señora Yeoh, traduciendo la palabra empleada por Kippei, para vuestra sorpresa. Os mira a ambos, sonriendo con afabilidad- Mi difunto esposo tenía buenas amistades de origen japonés. Me enseñó algunas palabras, no demasiadas, pero sí algunas. -Aclara.

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12/06/2016, 07:42
Kippei Gennosuke

Kippei asiente a las explicaciones de la dueña de la casa, agradecido de que alguien conozca su idioma, aunque sólo sea en parte.

Mae... maestro. -Repite- Él mi maestro, yo viaja con él para ser fuerte. Yo no fuerte. -Admite con un profundo sonrojo, agachando la mirada- Él dejar por yo ser débil. Él enfadado, por yo pedir no hacer daño gente. Shunito no gusta gente, él creer yo tonto por preocupar descon... gente no conozco. -Admite, en un alarde de sinceridad. Es muy posible que, viajando con semejante bestia, no cuente con muchas ocasiones para hablar con nadie como ahora hace con vosotras- Él decir ir a cazar, yo ir a buscar a río mañana para seguir viaje. Yo pasar noche aquí si... -Mira a la señora Yeoh, suplicante- S-si no importar. Yo tener dinero. -Avlara, introduciendo una mano entre sus ropas, en busca seguramente de su bolsa.

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12/06/2016, 08:00
Ming Yeoh

Al ver el gesto del muchacho, la señora Yeoh levanta una mano, de forma autoritaria.

Guarda tu dinero, jovencito, no vale aquí. -Kippei se queda petrificado, ante tales palabras, agachando su rostro apesadumbrado. Ensu mente, seguramente, estará comenzando a pensar dónde podrá dormir esta noche- Serás invitado en mi casa, una cena caliente y un lecho para dormir. Mañana ya volverás a esa vida que te ha tocado vivir. -Dice con lástima, como si supiera más de lo que el chico ha contado realmente- Tú... eres un tigre, ¿no es cierto? Un cachorro... -Pregunto, con expresión sagaz, cómplice, y Kippei se queda blanco al oírlo, mirando a Ming con los ojos como platos, hasta que baja la mirada, asintiendo.

¿A qué se refiere? ¿Qué es eso de ser un tigre?

En ese momento, una camarera abre las cortinas, saludando a la señora Yeoh con una reverencia, antes de dejar sobre la mesa un pequeño barreño con agua y un paño limpio. Sin mediar palabra, se queda a la espera ante un gesto agradecido de su señora, que toma el paño y lo introduce en el agua, descubriéndolo con cuidado tras empaparlo bien. Entonces, se lo tiene a Kippei con una mano mientras con la otra le pide su pañuelo. Éste, confuso, mira su pañuelo mugriento y niega con la cabeza, pero Ming vuelve a insistir mirándole sin parpadear. Finalmente, el chico se desenrolla el pañuelo del cuello y realiza el intercambio exigido, comenzando a limpiar la sangre con el paño. Mientras, la señora de la casa le entrega el pañuelo a la camarera, que se retira con él, seguramente para lavarlo.

Tampoco te vendría mal un baño... -Añade, sonriendo.