Partida Rol por web

En busca del Templo del Mono

2~ Un Alto en el Camino

Cargando editor
03/09/2016, 03:17
Rui Wu-San

Antes de acercarme a la cortina, vi como Kippei asentía ante mi pregunta y ladeaba su cabeza, intuyendo que trataba de escuchar lo que fuera acontecía. Al parecer los llamados tigres tenían los sentidos increíblemente desarrollados, al menos el del olfato y el oído; pero mi caso no era tal, así que sin esperar más comencé a correr la cortina para ver qué sucedía y si la señora Yeoh necesitaba mi ayuda.

Entonces mi respiración se cortó por un segundo, no acertando más que a volver a cerrar rápidamente la cortina. Tomé aire y volví a abrirla, pero esta vez dejando el espacio justo para observar por una rendija lo que fuera ocurría. Aquel esbirro del tal Bingbing daba órdenes a diestro y siniestro, mientras su hombres, entre los cuales se encontraban los que nos habían atacado en mi casa, tendían a algunos compañeros malheridos en mesas.

Una preocupada señora Yeoh trataba de ayudar, cuando aquel hombre la detuvo agarrándola por el brazo, preguntándole por mí y ordenando a sus hombres que registraran el lugar ante la negativa de la mujer. En ese momento sentí algo extraño que me sobresaltó, girándome hacia el báculo, aún apoyado contra una de las paredes. Este parecía vibrar, resonando contra la madera.

Me acerqué de inmediato y lo cogí, sosteniéndolo con ambas manos, cuando mi vista se dirigió al fondo de la sala.

- ¿Kippei? – pregunté al chico, que empujaba algunas tablas. - ¿Q-qué haces? – añadí confusa, antes de darme cuenta que posiblemente buscara una salida. – No puedo irme de aquí, no sin mi tío… - le dije acercándome a él, sosteniendo el báculo con fuerza.

Cargando editor
03/09/2016, 08:25
Kippei Gennosuke

El joven se giró súbitamente, mirándote con una mezcla de preocupación, premura e incomprensión. No parecía entender que no quisieras huir, porque ¿que otras opciones había? Quizás, y esa duda se reflejó en su mirada al apartarla de tí mordiéndose el labio inferior, si fuera un verdadero guerrero, un gran cazador, un tigre fuerte, podría combatir a esos hombres. Como había hecho Shunito, al parecer. Su maestro era una bestia y una mala persona, pero también un temible combatiente como Kippei temía no poder llegar a ser jamás.

P-pero... hombres buscar Rui... -Musitó, volviendo a mirar la tabla suelta que sabía que podría llegar a forzar. Te miró de nuevo, implorante- Mucho hombres, no pelea. Huir, esconder... Lu Yan gran tigre, encontrar Rui fácil. Él gran maestro...

En el exterior del cuarto podías percibir el movimiento. Los hombres designados por Zang Li se desplegaban por el local, uno de ellos ascendiendo las escaleras que crepitaban bajo su peso sobre vuestras cabezas. Otros, a buen seguro, iría a las cocinas. ¿No es ese el lugar donde Ming dijo que estaba tu tío? En cualquier momento, uno de ellos aparecería por esa cortina...

Cargando editor
04/09/2016, 03:17
Rui Wu-San

Ante mis palabras, Kippei se giró hacia mí, mirándome con extrañeza y preocupación durante unos segundos; hasta que sus oscuros ojos se apartaron, mostrándose dubitativo. No sabía en qué estaba pensando, pero en seguida volvió a hablarme, insistiendo en que debía huir mientras miraba aquella tabla. Yo también la miré, pensando en si algo así podría de verdad funcionar, hasta que el japonés volvió a mirarme y continuó hablando.

Estaba decidida a permanecer en aquel lugar hasta dar con mi tío, pero Kippei consiguió hacerme dudar. Tanto sus palabras, como sus ojos, lograron que me replanteara la situación. El chico tenía razón, había visto a mi tío enfrentarse contra aquellos hombres antes, y con suerte le dejarían en paz si no me veían allí; además, ahora que sabía lo que era y lo desarrollado de su sentidos, seguro que no le costaba encontrarme, tal y como decía el chico. A ello se sumó su forma de mirarme, que me decía que debía confiar en él, que su preocupación era genuina, y seguramente supiera mucho más que yo acerca de lidiar con matones; así que decidí hacerle caso.

Pero antes de responderle miré hacia el techo, escuchando el crepitar de las escaleras, mientras a nuestro alrededor parecía aumentar el movimiento. Eran esos hombres, tenían que serlo.

- V-vale, ayúdame a huir, por favor. – acepté algo asustada, acercándome al lugar de la tabla por si podía serle de ayuda.

Cargando editor
06/09/2016, 17:03
Kippei Gennosuke

Kippei no pudo evitar sonreír, aunque se hacía evidente que trataba de no hacerlo, al verte cambiar de opinión. Inmediatamente ocultó su sonrisa agachándome la cabeza en una brusca reverencia, tras la que volvió a afanarse en la tabla suelta de la pared.

Con un crujido seco, no demasiado sonoro pero lo suficiente para haceros estremecer al pensar en si se habría oído desde fuera, la tabla se separó de sus iguales, oscilando hacia un lado por el empuje de la mano del japonés. Pudisteis ver que al otro lado se encontraba la trastienda de la cocina, y asomando un poco la cabeza se veía una salida trasera sin puerta siquiera, pues la propia cocina contaba con una y este espacio formaba una especie de callejón con techumbre. En el exterior se veía el bosque, tan cerca que las primeras ramas y arbustos quedaban a pocos pasos fuera del edificio.

Tú cruza. -Dijo Kippei, sujetando la tabla a un costado mientras te cedía el primer puesto en la huida. Alzó la cabeza, con preocupación, y sus ojos se posaron en la cortina a tu espalda- Prisa, hombre viene...

Cargando editor
06/09/2016, 20:51
Rui Wu-San

Pestañeé un par de veces, incrédula, al parecerme que Kippei sonreía; pero no me dio tiempo a asegurarme de ello, pues el chico volvió a realizar otra rápida reverencia antes de seguir ocupándose de aquella tabla.

Me quedé cerca, aunque dejándole el espacio suficiente para que pudiera maniobrar sin problemas. Pensé en ofrecerle mi ayuda, pero parecía apañárselas bastante bien, así que simplemente me quedé observando lo que hacía con curiosidad, sin soltar el báculo ni un segundo.

Al sonar aquel crujido me sobresalté ligeramente, mirando hacia atrás, hacia la cortina, temiendo que alguien pudiera habernos escuchado; pero en seguida mostré una tenue sonrisa a Kippei, contenta porque lo hubiera conseguido.

Pudimos ver lo que había al otro lado, e incluso si asomábamos la cabeza se podía ver como aquel agujero ofrecía un camino de escape al exterior a través de la cocina. Miré a Kippei tras examinar la zona rápidamente, justo en el momento en que este me decía que huyera, mientras él seguía sujetando la tabla.

Preocupado, alzó la cabeza y miró en dirección a la cortina, pidiéndome que me diera prisa ante el acercamiento de los hombres. Sujeté el báculo con una mano y comencé a pasar por aquel hueco, pero a medio camino me detuve, girándome hacia el chico y sujetando sus ropas un momento.

- Gracias, Kippei. Ten cuidado. – le pedí con verdadera preocupación, soltándole para terminar de pasar al otro lado, dispuesta a salir de allí y alejarme.

Cargando editor
08/09/2016, 02:23
Director

Tu gesto al sujetar las ropas de Kippei le hizo abrir los ojos desmesuradamente, mirándote con ellos apenas un instante antes de bajar la mirada con evidente nerviosismo. Tan sólo fue un breve momento, pero pudiste sentir cómo sus manos temblaban. Y al agradecerle lo que estaba haciendo y pedirle precaución, nuevamente su reacción fue esa extraña y brusca reverencia que siempre hacía.

Sin embargo, en cuanto tus dos pies estuvieron fuera, te giraste para esperar a que el chico cruzara detrás de ti. No pudo suceder. Una vez a su espalda hizo que el chico se girase, dejando el espacio justo para que vieras a uno de esos mercenarios increpando al japonés.

No te dio tiempo a ver mucho más que la espalda de Kippei apartándose de la pared, pues una voz procedente de la cocina hizo que te girases. Era uno de los guardias de Zang Li, con una espada en la mano.

¡Eh, tú! ¡Quieta ahí! -Te increpó comenzando a avanzar hacia ti, mientras oías golpes de madera contra metal procedentes del interior del local.

- Tiradas (6)
Cargando editor
08/09/2016, 03:56
Rui Wu-San

Por un momento pude ver como los ojos de Kippei se abrían mucho, fijándome también en que sus manos temblaban; justo antes de que este bajara nervioso su mirada. Al dedicarle aquellas últimas palabras otra vez me ofreció una reverencia, ante la cual no pude evitar sonreír con tristeza, girándome después para salir.

Así lo hice, puse mis pies al otro lado y miré fugazmente hacia atrás, queriendo ver por última vez al chico; pero entonces vi cómo este estaba de espaldas al agujero, con uno de aquellos hombres increpándole.

Mis ojos se abrieron como platos, asustada, cuando al comenzar a ver como la espalda de Kippei se alejaba, una voz llamó mi atención. Me giré, viendo un hombre que me gritaba desde la cocina espada en mano, mientras desde el interior del local se escuchaban golpes.

Maldita sea…

Aquel hombre estaba armado, pero aquel corredor aún nos separaba. No tenía mucho tiempo para pensar, pues el hombre en seguida comenzó a avanzar en mi dirección. Tampoco tenía nada que hacer contra él, no sabía luchar, así que mi única opción era intentar huir.

De reojo miré aquella salida sin puerta, por donde podía avistarse el cercano bosque, y sin más dilación, eché a correr hacia ella.

- Tiradas (1)
Cargando editor
08/09/2016, 04:45
Director

La duda hizo mella en ti. Los nervios, la tensión, el miedo. Miraste esa salida, la puerta hacia la libertad, pero dudaste, y eso te diferenciabs de ese tipo de gente que vive por y para el conflicto, que tiene este tipo de situaciones como algo cotidiano en su vida. Como ese soldado que, espada en mano, echaba a correr hacia ti como un toro en plena embestida. Te agarrotaste, diste varios pasos hacia atrás, de espaldas, sabiendo que deberías girarme y correr, pero no podías apartar la vista de ese hombre, ni del filo de su espada...

Hasta que algo se interpuso en su camino. Algo que surgió de la pared, cayendo a sus pies en el momento justo, haciendo que el soldado, en su carrera, tropezase y cayera de bruces al suelo. Ese algo se puso en pie a vertiginosa velocidad, girándose con la respiración entrecortada ante la desconcertada mirada del soldado que aún no comprendía cómo había terminado tirado en el suelo.

Era Kippei. Había saltado por el hueco abierto en la pared.

¡¡Corre!! -Exclamó con desesperación, viéndote parada, y él mismo comenzó a correr hacia ti. Pero el soldado desde el suelo no estaba por la labor de dejar escapar a quien le había hecho caer de esa manera. Aún sin alcanzar a levantarse, trató de alcanzar al joven con el filo de su espada. Y entonces lo viste, ese magnífico espectáculo, el de ese joven saltando con el cuerpo completamente estirado por los aires, evitando grácilmente la espada. Parecía flotar en el aire, como un gato en pleno salto, y donde el soldado pretendía encontrar piel y carne, sólo encontró aire. Pues, para cuando quiso entender lo que había pasado, el joven japonés caía al suelo a su espalda y, rodando por los suelos, se ponía en pie inmediatamente, justo a tu lado.

Apenas acertaste a reaccionar, cuando sentiste su mano en la tuya. No te miró, incluso pensabas que iba a pasar de largo si no reaccionabas y echabas a correr con él, pero nada más lejos. Te agarró de la mano y te hizo despertar, tirando de ti y haciendo que corrieras a su lado, ambos agarrados huyendo hacia el bosque, donde esperabas poder dar esquinazo a esos desalmados.

- Tiradas (5)
Cargando editor
09/09/2016, 05:09
Rui Wu-San

Quería hacerlo, tenía que hacerlo. Girarme y correr, era un plan simple, sencillo de seguir; pero aun así no pude hacerlo. Aquella situación me era totalmente ajena, aunque no el miedo a sentirme acorralada, vulnerable, esperando que un milagro sucediera. Había sentido aquello muchas veces, hacía años, pero esos recuerdos se encontraban frescos en mi memoria, recuerdos en los que aquel milagro nunca llegaba, y terminaba teniendo que padecer lo mismo una y otra vez.

Sin embargo, esta vez algo sucedió. Se dio el milagro. Mirando la espada de aquel hombre, paralizada, mientras este corría hacia mí, de pronto lo vi. Era él, Kippei, que aparecía para saltar a los pies de aquel hombre y hacerle caer, mirándome después con desesperación para gritarme que corriera.

Pero fue él quien comenzó a correr en mi dirección, con aquel hombre tratando de darle alcance con su espada, mas le fue del todo imposible ante los espectaculares movimientos del chico, que de forma increíblemente grácil la esquivó. Cayó rodando, y en apenas unos segundos se encontraba a mi lado, poniéndose en pie de inmediato y sintiendo su mano en la mía. Hasta en ese momento me costó reaccionar, continuando estupefacta aún unas milésimas de segundo, tal y como había permanecido durante aquella demostración de agilidad de Kippei.

Llegué a pensar que me dejaría atrás si no corría, pero su mano se aferró a la mía con fuerza y tiró de mí, haciéndome por fin reaccionar. Comencé a correr junto a él, y tomamos rumbo al bosque con la esperanza de poder librarnos de esos hombres que aún no comprendía qué podían querer de mí. No contaba con bienes, ni una belleza digna de admiración, no tenía nada especial.

No lo tenía. No sabía que lo tenía.

Miré el báculo, aún a la carrera, sin saber muy bien por qué. Puede que yo no fuera nada especial, pero si tenía algo especial, aquella sangre corriendo por mis venas.

Sangre de tigre… ¿Pero qué interés podrían tener en eso? ¿Y cómo podrían saberlo si ni siquiera yo lo sabía?

Cargando editor
09/09/2016, 23:00
Director

No os dio tiempo a mirar atrás, o no is lo permitisteis al menos. Oisteis los gritos de los hombres de Zang Li, agrupándose a la llamada de aquel soldado tirado en el suelo, y distes por sentado que correrían tras vosotros. Por eso no os detuvisteis en vuestra huida, por eso, porque Kippei te guiaba por la espesura del bosque con gran gracilidad, sin soltar tu mano. Pareciera, por su forma de moverse, que conocía aquellos parajes a la perfección. Esquivaba cada roca, cada raíz, cada porción de suelo húmedo y resbaladizo por el musgo, evitando además con ello que tú sufrieras percance alguno. Y así, corriendo como si vuestras vidas dependieran de ello, lo que podría estar relativamente cerca de la verdad, seguiréis corriendo largo rato, adentrándoos en la espesura del bosque.

El pecho te ardía, la respiración no daba más de sí, sudabas y te dolían las piernas. Sin embargo, soportabas el castigo aferrando la mano de ese chico extranjero que se la estaba jugando por ti. Hasta que fue él quien dio un brusco giro para deteneros tras un grueso árbol, ocultos luchando por recuperar el aliento. Kippei no estaba mucho mejor que tú, respiraba con dificultad y tenía el rostro acalorado y brillante por el sudor. Apoyando la espalda en el tronco del árbol a tu lado, miraba hacia arriba, luchando por recuperar el aliento de forma casi infructuosa. Aún así, se decidió a echar un vistazo por el lateral del árbol, observando el camino boscoso que habíais recorrido en busca de posibles perseguidores.

Mientras tanto, te fijaste nuevamente en su mano, aún aferrada a la tuya. No te había soltado en ningún momento.

Cargando editor
10/09/2016, 00:36
Rui Wu-San

Dejamos los gritos de los hombres atrás, corriendo hacia delante sin detenernos ni siquiera a mirar si nos seguían. Di por supuesto que así sería, y aunque hubiera querido echar un vistazo, no sabía si el avance de Kippei me lo hubiera permitido.

Aferrando mi mano con fuerza, este avanzaba con gran rapidez y gracilidad, adentrándose en el bosque como si aquel fuera un camino que recorriera todos los días. Tenía unos reflejos increíbles que le permitían esquivar cada pequeña traba, y con ello también me ayudaba a continuar.

Corrimos durante largo rato de la mano, recorriendo el espeso bosque sin descanso. Me dolía todo el cuerpo y sudaba mientras mi respiración se encontraba tremendamente agitada, pero no me atreví a pedirle al chico que se detuviera, esperando que fuera este quien decidiera cuando hacerlo. Este momento no tardó mucho más en llegar, girando para ocultarnos tras un grueso árbol, y apoyándose en él para recuperar el aliento mientras miraba hacia arriba.

Jadeando, me apoyé yo también en el árbol, observando como Kippei también parecía no poder dar más de sí. A pesar de ello, vi como su acalorado rostro no tardaba en asomarse por un lateral del árbol para comprobar si alguien nos seguía. Entonces mi mirada se desvió hacia abajo, viendo como aún sujetaba mi mano a pesar de habernos detenido.

Me quedé observando nuestras manos entrelazadas, extrañada por la sensación que ello me procuraba, o más bien, la que no. El contacto físico me hacía sentir incómoda, recordándome tiempos pasados, y me costaba aceptar gestos de amabilidad como el de la señora Yeoh en la posada. Sin embargo, esta vez, no me sentía incómoda, ni hice el más mínimo intento de soltar su mano. No me sentía incómoda, me sentía…

Me siento segura a su lado.

- G-gracias… Kippei. - dije mirando hacia arriba, con la voz algo entrecortada al no haberme recuperado aún del todo. - Muchas… Gracias. – repetí, girando el rostro para mirarle con una muy tenue sonrisa, mientras apretaba su mano un momento.

Cargando editor
11/09/2016, 04:54
Kippei Gennosuke

Kippei se mantuvo alerta, observando el bosque, durante unos largos instantes, hasta que oyó tu voz. Fue ésta, al parecer, la que le llevó a girarse de nuevo y mirarte, y al apretar su mano, bajó su mirada quedándose rígido. El comportamiento del japonés era difícil de entender, lleno de contrastes. Tímido a veces, decidido en otras; extremadamente formal, pero a la vez cercano; valiente y cobarde a partes iguales, como una moneda girando en el aire sin saberse de que cara podría caer.

D-de... n-nada... -Fue lo que acertó a decir, lleno de indecisión, mientras se inclinaba en una profunda reverencia llevándose la mano libre hasta la altura de las rodillas, con la vista en el suelo. Sin embargo, se alzó de nuevo casi al instante, con gesto serio, mirando hacia arriba, como si hubiera oído algo. Abrió la boca, pero no alcanzó a decir palabra cuando el cielo retumbó en un largo Trueno.

Lluvia... viene. -Explicó, ya innecesariamente. Estaba claro que la tormenta se avecinaba, y os iba a pillar en pleno bosque- Buscar... -El joven agachó la mirada, desplazándola a derecha e izquierda como si buscase algo. Pero era en su cabeza donde se encontraba, buscando la palabra adecuada. Y por su ceño fruncido, no terminaba de encontrarla.

Cargando editor
11/09/2016, 20:45
Rui Wu-San

Mis palabras hicieron que Kippei volviera el rostro hacia mí, pero este no tardó en bajar su mirada, notándole algo tenso.

¿Es que le ha molestado mi gesto? Aunque si fuera eso, podría haber soltado mi mano… ¿No?

Finalmente se pronunció, aunque dubitativo, haciendo una profunda reverencia que le llevó incluso a tener que apoyar su mano libre sobre una de las rodillas.

- Tendría que ser yo quien se inclinara… - dije algo seca el ver su reacción, aunque en seguida mi ceño se frunció, algo preocupada. – No tienes que hacer eso todo el tiempo, no soy Shunito, ni nadie por encima de ti.

Mientras le hablaba, ya se había levantado, pero para mirar al cielo, anunciándome tras un trueno que se avecinaba lluvia. Trató entonces de indicarme algo, algo que creía que debíamos buscar, pareciendo pensar en la palabra más adecuada.

- ¿Refugio? ¿Techumbre? ¿Una cueva, quizás? – le dije lo más rápido que pude, intuyendo por su ceño fruncido que podría estar pasando un mal rato al no saber explicarse. – Algo deberíamos hacer, o nos va a pillar la lluvia, además, pronto anochecerá… - añadí, mirando yo también al cielo.

Al bajar mi mirada, esta se detuvo en los ojos de Kippei, observándole pensativa.

- ¿Y cómo se dice “Gracias” en tu idioma? – le pregunté de forma casi repentina. - Me gustaría saberlo...

Cargando editor
13/09/2016, 20:24
Kippei Gennosuke

Kippei no terminó de reaccionar a tus explicaciones. Su forma de estar continuamente haciendo reverencias no era algo que comprendieras, pero parecía formar parte de su comportamiento habitual. ¿Era una rareza suya, o todos el mundo en su tierra actuaba así? Era algo que no podías saber. Aunque China y Japón mantenían continuas relaciones comerciales, e incluso los desacuerdos acerca del comercio daban lugar a luchas entre ambos imperios cada cierto tiempo, eso no acostumbraba a influir a los habitantes de las pequeñas y aisladas aldeas como la tuya. Nunca habías conocido a un japonés, y el único con el que podrías comprarle era esa mala bestia de Shunito.

Sólo podías esperar que ese hombre no fuera un ejemplo de lo que significa ser japonés.

No tardaste en ofrecer al muchacho varias posibilidades acerca de la palabra que buscaba. Sin embargo, fue la primera la que le hizo sonreír. Al parecer, no es que no conociera la palabra, sino que no la recordaba, y fue al oírla de tu boca que se encendió el candil de su mente.

R-refugio, sí, refugio. -Repitió- Buscar refugio.

Su sonrisa, sin embargo, se esfumó cuando preguntaste por aquella palabra. frunció el ceño y comenzó a mirar a un lado y a otro, con los labios apretados, pensativo. En tu propio pueblo existían varias formas de ofrecer agradecimiento, pero ¿y si en su lengua había aún más? Su forma de gesticular y hacer reverencias parecía muy formal, ¿lo sería también su lengua?

Arigatou. -Dijo de repente, y por algún motivo su rostro se enrojeció mientras mostraba una tímida sonrisa, sin atreverse a mirarte a la cara- Ah-ree-gah-toh... -Repitió, sílaba a sílaba, ayudándote a comprender la pronunciación correcta- Rui a Kippei, Arigatou.

En ese momento no eras consciente de ello, ¿cómo podrías? No conocías el idioma ni las costumbres del pueblo de más allá del mar. Pero aquel joven te ofrecía como respuesta, de entre las posibles, la forma de agradecimiento adecuada para alguien del mismo estatus, aquella que se empleaba con familia y amigos. Una forma cercana, quizás en un gesto de confianza. Quizás, solamente, por tener la oportunidad de oírlo de labios de alguien, ya que al parecer no contaba ni con amigos ni con familia que pudieran decirle algo así.

¿Buscar refugio? -Repitió de nuevo, señalando una dirección a través del bosque con su mano libre, ya que la otra seguía unida a la tuya.

Cargando editor
19/09/2016, 13:32
Rui Wu-San

Kippei dejó ver su sonrisa al escuchar la que parecía la palabra que buscaba. Satisfecho, la repitió varias veces, dejando claro que debíamos buscar refugio. Sonreí ante su alegre gesto, pero por desgracia este desapareció ante mi ocurrencia.

En ese instante dudé si había hecho bien en preguntarle aquello, pues se mostró algo tenso, seguramente pensando en cuál sería la respuesta más adecuada que ofrecerme. No había meditado demasiado bien la cuestión, había sido un impulso, ¿Y si su idioma era también tan rico como el mío a ese respecto? Quizás lo que parecía una simple pregunta no lo fuera tanto, el chico era tremendamente formal, puede que su lengua también lo fuera.

Entonces me sorprendió con aquella palabra “Arigatou”, ofreciéndome una respuesta sin tan siquiera mirarme. Ladeé ligeramente la cabeza para observarle, viendo que estaba algo sonrojado, pero que sonreía. Repitió el vocablo, sílaba a sílaba, tratando de ayudarme a pronunciarlo.

- Ah-ree-gah-toh... – repetí tras él, escapándoseme una sonrisa después.

Me explicó que así debía darle a él las gracias, o al menos eso entendí, y entonces insistió en el tema del refugio, señalando hacia el bosque con la mano libre.

- Sí, pero… - repliqué, tirando suavemente de la mano que aún se encontraba unida a la mía, esperando a que me mirara. – Ariga... Tou, Kippei. Arigatou. – le agradecí, inclinando mi espalda lo que la distancia entre ambos me permitía, en una reverencia. – Vamos, la noche empieza a caer. – le dije al volver a alzarme, algo sonrojada, dispuesta a dejar que continuara guiándome.

Cargando editor
20/09/2016, 02:02
Kippei Gennosuke

Kippei no tardó en mostrar la más amplia sonrisa que le habías visto desde que le habías conocido. No era la más amplia que habas visto en tu vida, desde luego, pero estaba llena de ternura y felicidad, mientras asentía confirmando tu pronunciación de esa sencilla, en apariencia, palabra de agradecimiento.

Quiso emprender la marcha, ante la inminente tormenta, pero se lo imoediste sujetando su mano con firmeza. Te miró confuso, y a vuestras manos aferradas, y de nuevo a tu rostro. Hasta que repetiste nuevamente el agradecimiento, inclinándote. Dio un paso atrás, estirando el brazo para no soltarte, y se inclinó a la par tuya, quedando sólo ligeramente por encima de tu posición. Al alzaros de nuevo, vuestros rostros estaban sonrojados, especialmente el del japonés, que parecía acalorado. Aún así, emprendisteis la marcha a través del bosque, en busca de un refugio.

Cargando editor
20/09/2016, 02:13
Director

Seguisteis un paso ligero, aunque muy por debajo del ritmo desesperado con el que tratabais de huir de esos soldados. Kippei se detenía de vez en cuando, observando la posición del musgo en las cortezas y raíces de los árboles, parándose a escuchar con los ojos cerrados e incluso, un par de veces, trepando ágilmente por el tronco de un árbol para otear desde la altura. Puede que el chico no fuera un guerrero, que no fuera fuerte y capaz de enfrentar peligrosos adversarios, pero tenía otros recursos, otras virtudes.

Finalmente, el caminar os llevó hasta la orilla de un río, donde pudisteis ver desde el linde de un pequeño claro lo que parecía un viejo molino, conservado en buen estado al parecer.

Cargando editor
21/09/2016, 04:02
Rui Wu-San

La sonrisa que mostré al repetir aquellas sílabas que formaban la palabra que Kippei me había enseñado, se amplió enormemente al ver la del japonés. Esta no era una gran sonrisa, no tan grande como la mía en ese instante, pero si la más amplia y bonita que le había visto hasta el momento. Por primera vez había quedando a un lado ese gesto algo triste, dejando que sus vivarachos ojos se llenaran un poco más de vida.

Al retenerle y querer agradecerle lo que había hecho por mí como era debido, me miró confuso, observando luego  nuestras manos agarradas, para después volver su vista hacia mí. Me incliné, insistiendo en mi agradecimiento, cuando sentí que se separaba de mí, aunque sin solar mi mano. El chico también se inclinó, poco después de mi, y al volver a alzarnos pudimos ver como el rostro del otro se encontraba sonrojado; si bien él parecía bastante más acalorado.

Nos miramos durante un segundo y volvimos a emprender la marcha, aún agarrados de la mano, aunque ahora aquello ya no parecía necesario. Caminábamos a paso ligero, pero ya no era necesario que Kippei tirara de mí, y mientras avanzábamos no pude evitar que en varias ocasiones mi mirada se desviara a nuestras manos unidas.

Esto es un poco…

El chico avanzaba atento a nuestro alrededor, deteniéndose a escuchar lo aparentemente inaudible, y subiéndose a los árboles para otear desde las alturas. Al hacer esto por primera vez tuve que soltarle, y continuamos caminando así, el uno al lado del otro; salvo durante aquellas demostraciones de las habilidades de Kippei.

Al alcanzar un claro junto a un rio, pudimos ver un viejo molino que parecía en bastante buen estado.

- Mira, allí. – señalé en dirección a la construcción, aunque era más que evidente que Kippei ya la había visto; seguramente mucho antes de que nos acercáramos al lugar. – Vamos. – dije echándole una fugaz mirada y comenzando a avanzar con rapidez, adelantándome a él.

Cargando editor
24/09/2016, 08:56
Director

Advertiste la presencia del molino y se lo indicaste a tu acompañante, instándole a acudir allí en busca de refugio. Te adelantaste avanzando con rapidez, y es que un nuevo relámpago anunció la llegada del gran estruendo que suponía el grito de guerra de la tormenta que teníais ya casi encima. Las primeras gotas comenzaron a caer sobre tu cabeza y hombros, justo cuando alcanzabas la puerta del molino.

Golpeaste la puerta, pero nadie respondió. Kippei se asomó por una ventana, y al mirarte y negar con la cabeza entendiste que el lugar estaba vacío. La puerta, sin embargo, estaba abierta, tan sólo sujeta con un madero cruzado para evitar que el viento la abriese.

Accedisteis al interior, resguardándoos de la lluvia, tan sólo para descubrir un espacio de trabajo sucio y carente de comodidades. Estaba claro que no servía de vivienda, sino únicamente de lugar de oficio, lo que explicaría que estuviera vacío. Seguramente, el molinero habría terminado su jornada y estaría ya en su hogar en alguna aldea cercana. El molino sólo contaba con su rueda y maquinaria, una amplia mesa de trabajo y un almacén de grano con unos pocos sacos y algo de paja seca, además de una chimenea apagada con un pequeño remanente de tocones a su lado.

No era lo que se dice un lugar de descanso, pero con el tiempo que empezaba a hacer en el exterior, azotado ya por una fuerte lluvia y viento, era un refugio suficiente.

Cargando editor
24/09/2016, 23:44
Rui Wu-San

Mi avance vino acompañado de aquella luz en el cielo, preludio del gran estruendo que se escucharía poco después. Teníamos la tormenta casi encima, y al alcanzar la puerta del molino empecé a notar como las primeras gotas caían sobre mí. Llevé la vista arriba, dejando que algunas de aquellas pequeñas gotas resbalaran por mi rostro antes de tocar a la puerta.

Al no recibir respuesta alguna, Kippei observó por una de las ventanas y me miró negando, dejando claro que el lugar debía estar vacío. Entonces decidimos abrir la puerta, que tan sólo contaba con una tabla que la mantenía cerrada.

Entré en primer lugar, seguida de Kippei, comprobando que ese sitio no era más que una lugar de trabajo polvoriento y sin la más mínima comodidad.

Podrían haber tenido algún lugar para descansar, si hasta en la herrería teníamos un…

Abrí los ojos de forma repentina, llevando una de mis manos al vestido a la altura del pecho y sujetando este. En la herrería teníamos un camastro, claro que lo teníamos… Un desagradable escalofrío recorrió todo mi cuerpo al recordar el uso que a veces recibía este. De repente giré mi rostro, observando a Kippei con gesto de estupor, sin estar segura de si había visto mi reacción. Rápidamente solté mis ropas y di algunos pasos, tratando de disimular mientras continuaba explorando aquel lugar.

Al descubrir el almacén de grano hice un gesto a Kippei para que se acercara. No era gran cosa, pero más que suficiente para guarecernos de la lluvia y el frío que había fuera.

- Hay madera seca y algo de paja sobre la que poder descansar. – señalé al chico mientras se aproximaba. – Es mejor que la mayoría de los sitios en los que he dormido días atrás. – comenté recordando como durante la travesía con mi tío habíamos tenido que dormir al raso. - ¿Intentamos encender el fuego? – pregunté finalmente a Kippei, acercándome a los tocones.