Partida Rol por web

La mañana llegó con nuevos bríos, muchos acuerdos se habían tomado la noche anterior, y muchos mas estaban aun pendientes, pero ahora lo importante era trabajar en su nuevo hogar. El clan Lávidr se encontraba con la moral baja, pero no por las decisiones tomadas si no por las dificultades que pronto tendrían que enfrentar, y es que, a pesar de las palabras que los Varls les dirigieran, lo cierto era que tras un largo viaje y una larga luchan, esperaban que ahora todo fuese realmente fácil; y no solo no era así, sino que parecía que tenían que esperar de cero. Ese mismo día empezaron las labores de construcción del gran salón sobre el terreno en el que ahora se encontraban, y del mismo modo, la obtención de recursos, principalmente piedra, pero en segundo termino madera y minerales. Lo que realmente abundaba allí era roca, y no había certeza de donde podrían encontrar suficientes minerales. En cuanto a la madera, no era realmente abundante, aunque tampoco era escasa; había muchos grandes y viejos arboles dispersos por la zona, pero ningún bosque, o al menos nada a lo que realmente se le pudiese llamar así.

Al pasar de los primeros días, el consejo del clan seguía reuniéndose por las noches ante la misma hoguera, había muchos temas que discutir, y los temores de los pobladores generaban nuevos problemas que atender, incluso las querellas por los mejores terrenos, que ya de por si eran muy malos, empezaban a poblar los asuntos de cada noche. Y luego estaban las decisiones importantes, decisiones que había realmente que tomar.

Islab les había planteado durante la segunda noche tras empezar a construir el gran salón el hecho de que debería haber muchos recursos naturales en sus dominios, con los deberían hacerse antes de que las noches fueran mucho mas frías y los frutos de congelasen en los arboles y en la tierra. Los arboles y plantas de la región volverían a dar fruto hasta ya entrada la primavera, por lo que recoger ahora todo lo que aquella tierra les daba, era sensato, aunque seguramente sería poco. Enviar a algunos cazadores le pareció también útil, pues la carne sería importante para calentar sus cuerpos durante el invierno, aunque también temía que su necesidad de alimentos les llevase a acabar con todo ser vivo en aquellas colinas, lo cual sería malo en el futuro año. Y a las palabras de la horseborn se sumaba el hecho de buscar animales para crianza y alimentación, o bien incluso, aprovechar la lagunilla de algún modo.

De igual modo estaba la exploración de los territorios. Habían recorrido ya todo en general, pero sería bueno conocer sus dominios a detalle a fin de aprovechar sus fortalezas y mitigar sus debilidades.

A pesar de que el camino a seguir en cuanto debían actuar para poder sobrevivir al invierno en aquellas tierras ya empezaba a esbozarse en base las decisiones que habían ido tomando, lo cierto es que aún quedaban muchas decisiones por tomar, decisiones que no eran para nada menos importantes que las anteriores. Por eso, el consejo del clan seguía reuniéndose cada noche junto a la hoguera a fin de encontrar la mejor solución.

Creo que lo primero que deberíamos hacer es enviar gente para negociar con los Rotensnö y al mercado del pueblo- dijo Bjorn en una de esas reuniones -Si nuestra única opción es trocar recursos por alimentos, deberíamos ponernos con ello cuanto antes- les dijo al resto de líderes -Incluso a los otros clanes si no queda más remedio- añadió, aunque quedaba claro por su tono que dudaba poder conseguir algo de ellos.

Aun así, debemos intentarlo- pensó. Allí, sentado al lado de su esposa y junto al resto de líderes, era cuando más podía sentir el peso que sus palabras y decisiones tenían para el resto del clan -No podemos fallarles- se dijo.

También tendríamos que aprovechar que el clima aun permite permanecer fuera para explorar estas tierras- mencionó -Necesitamos sacar todo el provecho posible a estas tierras si queremos sobrevivir, y para eso tenemos que conocerlas bien. Tal vez haya minerales valiosos que nos faciliten el comercio, o cuevas que podamos usar para resguardar a los nuestros de la nieve y el frío…- dijo, mencionando dos posibilidades -Cualquier cosa nos ayudaría… pero antes tenemos que encontrarla- añadió.

Las discusiones había continuado durante largas horas hasta que, finalmente, entre unos y otros se había podido llegar a un consenso. Un consenso entre los portavoces, pues rápidamente las decisiones tomadas no fueron aceptadas por toda la gente del clan. AUnque era de esperar, no dejaba de dolerme ver a aquellas personas que habían confiado en mí, y me habían seguido, con sus caras largas, pensando en que sería de ellos sin alimento. En como pasarían el duro y frío invierno sin recursos y alimentos. Era normal, pero no por eso dejaba de doler menos. Solo nuestros actos les demostrarían que habían hecho bien confiando en nosotros.

De esta forma, durante los siguientes días comenzamos a preparar la estrategia que nos debería de llevar a la supervivencia, en un primer momento, y a una posición más elevada en el futuro.

Los diferentes planteamientos fueron puestos sobre la mesa. Había muchas cosas que hacer, y no era conveniente dispersarnos.

Yo prefiero no ir a ver a los Rotensnö, no quiero ver a ese viejo de Mikklas. Al decirlo, no puedo evitar apretar los puños y mirar hacia otro lado, rememorando las dos dolorosas derrotas. Sin embargo podéis contar conmigo, bien para recolectar, o para acompañar a la partida de caza o exploración. En caso de problemas podría apoyaros, y más o menos, también puedo ser útil buscando alimento.

Embla había tomado com suyo todo el peso de la baja en el ánimo del clan, taciturna había escuchado la arengas militares de Wulfrig. Esa sinceridad cruda con cierto humor de soldado le chocaba, pero los dejaría ser; después de todo, hacían su buena parte por el grupo.

Aquellas caras tristes, los quejidos por lo bajo, el conjunto parecía ir dibujando un amargo fracaso. Pero habían pasado por momentos peores, habían soportado cosas más duras, no podían fracasar ahora cuando un lejano horizonte les mostraba que podían ser prósperos.
La verdad era que los ojos de sus parientes le mostraban una profunda tristeza. Ellos no veian lo que la mujer creia vislumbrar por momentos. Era lo que muchos habían dicho, y ahora se plasmaba de manera tajante: o demostraban que el plan era factible, y rápido, o caerían en un pozo sin retorno.

La limpieza del terreno para el Gran Salón era algo hermoso de ver, Embla se encargó de organizar aquello, así como poner en orden los gruposde recolección de la zona. Tanto ir y venir era agotador, por suerte tener a Eindride cerca le ayudaba bastante con la tarea.

Y las noches, siempre ellas aguardaban un nuevo concilio, donde había aún más cosas por planear, pues las buenas ideas debían ejecutarse.

Tanto Islab como bjorn habían planteado cursos de acción que podían ser claves para superar la situación de pesadumbre que estaban atravesando.

- Yo partiré junto a Eindride hacia el pueblo, quedan pocos días de verano y quiero asegurar que sea posible conseguir los alimentos que tanto necesitamos. No nos limitaremos simplemente al mercado, hablaré con los lugareños y con otras caravanas, viajeros. Probablemente hablaremos con los otros clanes. Si hay alguna oportunidad para nosotros trocando o comerciando, la encontraré, o convenceré a los dudosos de que le conseguiremos los mejores materiales para construir o fabricar armamento - habló con seguridad ante el consejo, el fuego que se reflejaba en lo profundo de sus ojos mostraba su determinación.

- Mender, no te lo exijo, pero tu conocimiento de leyes y tu presencia sería muy útil para establecer lazos con otros. No hará falta que vengas conmigo a hablar con Rotesnö, pues prefiero que tus rencillas personales no afecten a Lávidr - lo miró con cierta dureza - La decisión es tuya -

- Sobre el resto de las actividades, Islab ha señalado sabiamente muchas oportunidades que no hemos de dejar pasar. Ninguna de ellas me parece más imoprtante que otras, de momento. Pero es preferible que cada uno proponga dedicarse a aquello con lo que tiene más afinidad -

Dicho esto, esperó a que los demás miembros del consejo se pronunciasen.

Ir a aquellas reuniones era casi un descanso comparado con todo lo demás, y es que cuando uno tenía un cierto margen después de todo el asunto seguía estando la familia. Y la familia es la base de todos nosotros y es un círculo sagrado y sangre de mi sangre y todo eso, pero... bueno... seguía siendo la familia. Y la gente tenía que ver la clase de mirada que sabía poner su hermana para bajarle sin tener que decir una palabra. Viniendo de una familia con tanta matrona no era alguien a quien le sorprendiese demasiado que una mujer hubiese avabado de jefa. ¡Brrrrr!

Estaba ocupado pensando en que aún tenía que ver varias horas eternas de hacer conservas de rábanos hasta que cayese lo suficiente como para poder salir a lo siguiente cuando...
 

-Yo prefiero no ir a ver a los Rotensnö, no quiero ver a ese viejo de Mikklas.

Levantó la vista por unos segundos.

-¡Eeeeey!

Protestó, y después escuchó lo que decía el resto, porque iba a ser la diferencia entre la vida y la muerte. Y sí, suponía que comparado con la diferencia entre muerte y marginalmente menos muerte que habían vivido todos aquellos meses de exilio una elección de vida-muerte era una bicoca que no se podían perder.

-Yo preferiría que fuéramos más con ustedes... -dijo, con un tono algo tímido, aunque no continuó por ahí. Se encogió de hombros- Por estar seguros. Pero creo que tenemos que organizar las partidas y que no es un riesgo que podamos correr ahora mismo: todos los que podamos necesitamos empezar a organizar todo lo que podamos aquí -se rascó la nuca con la regordeta manaza- Sigo con las tareas de organizar las partidas de cazadores y recolectores, y supongo que voy a seguir haciéndolo estos días.

No le gustaba demasiado la idea de que Embla, el Jefe del Clan, fuera con nada más que una escolta testimonial al encuentro con el resto, pero no es como si pudiera decir otra cosa que no fuera sí y amén: ella tenía razón. Necesitaban a todos los miembros del consejo capaces de organizar una migaja allí trabajando a plena capacidad, y a aquellas alturas del consejo no había nadie que no tuviera esa capacidad.

Los demás habían muerto con la gente que no supieron organizar.

El ser mitad equino, mitad humano se encontraba caminando apaciblemente alrededor del círculo del gran fuego, el estómago le rugía aunque ya hubiese comido todo lo bien que podía aquél día. Se rascó a nuca, ponderando si aquello se solucionaría pronto, la verdad es que no le molestaba por sí mismo, sino que no podía evitar compartir casi toda su ración con los más jóvenes y viejos del clan. Él era así, amaba tanto la batalla que a muchos le parecía raro que fuese tan desprendido y bondadoso con los que veía sufrir.

- Yo... - comentó casi dudoso, luego de que Mikklas hablase - No creo que Embla vaya sola, para llevar y traer bienes necesitará una pequeña caravana - sacudió la cabeza, casi se podía oir un relincho - Y... sé que es mi deber, pero querría hacer una sugerencia, mi señora - bajó la cabeza ante Embla.

- Se que es mi deber, que cumplo con honor y alegría, el acompañarla. Sin embargo... - movió ambas manos, intentando ser ceremonioso pero no sabía muy bien como hacerlo - Estos primeros días son importantes para nuestro asentamiento y pensando en no perder este primer momento, le pido me de permiso para dedicar mi tiempo a la recolección de bayas y raíces - bajó las patas delanteras, inclinando la cabeza aún más.

- Por favor, no soporto ver a los más débiles entre nosotros sufrir y debilitarse... conseguiré lo que pueda para aguantar que su empresa funcione - sus últimas palabras fueron con un tono suplicante un poco lastimero, pero si algo podías saber de Eindride, es que el orgullo no era algo que destacase en él.

La actitud de Eindride la estaba crispando. Se cruzó de brazos, hinchó el pecho y bufó largando una gran bocanada de vapor. El gesto que le hizo al horseborn fue de desagrado, pero ya se conocían bastante bien.

- Cuando se te mete algo en la cabeza no te lo saca nadie... - pensó mientras torcía los labios ante un centauro lastimero. Le enojaba aquello, justo ahora. Pasó un minuto de silencio incómodo mientras lo miraba y su compañero no solo no se levantaba sino que la miraba desde abajo con ojos de cachorro mojado.

No era momento de comenzar conflictos, en pos de que todos salieran adelante. Por el clan, por los suyos. Después de todo, hasta podía ahorrarles algo de comida si realmente valía la pena perder tiempo en eso.

- Bien, tienes mi permiso. Ya veremos hasta cuando, pero deberás obedecerme cuando así lo decida - aflojó la boca, pero no dejó de mirarlo con cierto enojo.

- Aunque él no venga, no iré sola, no puedo con todo - replicó girándose hacia el cazador.

- Creo que lo mejor es que pongas en uso tus conocmientos y armes cuanto antes un grupo de cacería, yo por mi lado organizaré para el final del día la caravana mercante -

Como siempre, Gunnar se encontraba a cierta distancia tras Bjorn, medio oculto por la oscuridad y con una actitud engañosamente relajada, puesto que sus ojos vigilaban a tanto a los allí presentes como los alrededores, atento a cualquier posible amenaza a Bjorn.

Si hay que explorar, puedo encargarme de ello- dijo de repente con su áspera voz. Gunnar no solía intervenir en aquellas reuniones, es más directamente, no solía hablar demasiado, y cuando lo hacía, raramente usaba más de unas pocas palabras, por lo que tal vez su intervención sorprendió a alguien… claro que a él, eso no le importó en lo más mínimo -No podré cubrir tanta distancia como un horseborn, pero si hay algo que encontrar, lo encontraré, aunque tenga que desenterrarlo- continuó, con absoluta seguridad en su capacidad para ello -No permitiré que esta tierra acabe con nosotros- añadió… aunque resultaba evidente, que ese nosotros, en realidad se refería exclusivamente a Bjorn.

Tiempos difíciles si los hay, los líderes hablaron y plantearon algo que no me cae bien. Mi raza es más de ir por la comida que por los recursos, pero entiendo el punto. Tanto tiempo con mercaderes por más que no negociara aprendí que siempre algo bueno sale de comerciar. Pero igual el no tener alimentos no me gusta, no puede ser bueno, no va a serlo.

Aun así se que tengo un deber para con el clan y haré caso a lo que decidan. Por momentos me siento entre la espada y la pared por las posturas que tienen Islab y Wulfrig no viendo cual lado apoyar con claridad. Embla comienza a hablar para marcar prioridades que hacen falta y veo en una algo en lo que soy bueno.

Miro a Wulfrig antes de hablar no para pedirle permiso, no se por qué pero lo hago. - Iré a explorar las tierras, saber el territorio y no andar a tientas será lo mejor. - Todos van encaminándose a cumplir con lo que van diciendo y hago lo propio, no vaya a ser que terminemos encontrando otro clan en las mismas tierras delante de nuestra narices y no sepamos de ellos que nos están sacando lo que es nuestro.

Rasco el cuenco donde está el desayuno, necesitaremos hasta la última de nuestras fuerzas para poder salir adelante y nada se debe desperdiciar. - Asbjörn y yo iremos a veremos de donde sacar los recursos que más convengan ya sea para construir e incluso comerciar. No todo es lo mismo y por ello vale lo mismo. - Ya viendo que estaba volviendo a hablar mucho me levanto y le hago señas a mi hermano que aparenta no hacerme caso sólo para molestarme.

Esta vez elijo ignorarlo porque no quiero dejarle la cara abollada antes de salir, lo necesito lúcido y "amigable" para que vea con atención lo que tengamos delante. Junto mis cosas que están de pasada y me alejo del resto en busca de lo que quizás sea nuestra salvación o perdición para el invierno que tenemos en ciernes.

Sorprendido por su intervención, Bjorn se giró para observar a Gunnar, pues sabía mejor que nadie que nunca se separaba por propia voluntad demasiado de donde él se encontrase, puesto que al fin y al cabo, conocía perfectamente lo que había originado su actitud actual. De todas formas, lo cierto es que cuando se trataba de explorar, seguir rastros y moverse sin ser visto, pocos habían mejores que él, así que si se ofrecía a ello, mejor no decir nada.

Tal vez por fin esté empezando a integrarse en el clan- pensó, aunque poco convencido de ello.

Me parece una buena idea, cuento contigo- le dijo, animándolo a ello -Por mi parte, había pensado en visitar a los Rotesnö para conseguir un trato con ellos lo antes posible- dijo al resto -Al fin y al cabo, nuestra única posibilidad es conseguir alimento mediante el comercio- añadió -Aunque si crees que puedes encargarte tú también de eso, yo podría dirigirme hacia la laguna del noroeste- dijo, dirigiéndose a su esposa, que era quien se había ofrecido a ir al pueblo a comerciar -Después de todo, es la mejor fuente de agua del lugar, así que tenemos que sacarle todo el provecho que podamos- dijo.

Al escuchar a Embla, permanecí un tiempo meditabundo. Sabía a lo que se refería nuestra líder, pero estaba el hecho de poder cruzarme con mi viejo maestro.

Según iba dando salida a sus pensamientos, hablando con el resto, aproveché para recapacitar. Si bien cabía esa posibilidad, no tenía por qué producirse, sobre todo si tenían cuidad. Debía de apartar mi egoísmo y aportar al clan lo mejor de mí mismo. Además, me gustaba estar con gente. Pensándolo bien, quizás fuera otra prueba más de mis habilidades hacia el viejo, demostrándole que no está todo perdido y que somos capaces de levantarnos más fuertes.

Está bien Embla. Os acompañaré, creo que es lo mejor. En cuanto al viejo, haré todo lo posible para no encontrarme con él, pero si la mala fortuna provocara ese encuentro, lo primero será pensar en el bien del clan. No os defraudaré.

Durante los días posteriores a la dolorosa derrota había permanecido sumido en mis pensamientos, dejando las decisiones sobre aquellos sobre los que pesaba dicha responsabilidad.

Tan solo me acercaba a hablar con Fridt y que me comentara los planes que tenían para poder sobrevivir este entorno. A parte de mi escudo y mi hacha, poco más me quedaba que proteger a la gente del clan.

De todas las tareas que teníamos por delante, había hecho o participado en todas ellas y creía que podría ser útil allá dónde Embla y Bjorn lo estimases conveniente.

Así, después de hablar con Fridt, y que me indicara las intenciones de nuestros lideres, me acerqué a Embla Bueno días Embla digo bajando la cabeza en señal de respeto antes de continuar ya me ha informado Fridtjof de los planes que tenéis.

Estoy dispuesto a ir allá dónde estimes más necesaria mi ayuda. Podría acompañaros a los pueblos, a modo de escolta, o acompañar a la partida de caza por si hubiera problemas. Pongo mi hacha y mi escudo a tu disposición.

- Hodur, el líder de la partida de Caza es Mikklas, seguro agradecerá tu ayuda - le respondió al soldado que se ofrecía para ayudar, mientras se volvía hacia el mender.

- Bien, Fridtjof, acompañame que no hago tiempo para terminar de organizar todo lo que debemos llevar para comerciar - se volteó y le señaló al hechicero que la acompañase.

Tras la breve conversación con Embla, Hodur se despide de su líder si se acerca a Mikklas, el cual está hablando con Gunnar y Hjamarr contad conmigo para acompañaros en vuestra pequeña escapada. No soy muy bueno explorando, pero en caso de problemas, estoy convencido que no sobrare digo alzando el escudo y palmeando el hacha que colgaba de mi cinturón.

Los primeros días en aquellas frías colinas, fueron días decisivos para el clan Lávidr. Había mucho trabajo por hacer y un duro invierno les esperaba, y por ello, cada héroe, como parte fundamental del clan, había asumido su papel y a lo largo de aquella primera semana, había llevado a cabo las labores que había creído mas oportunas.

Mikklas habría de dedicarse a obtener alimentos y recursos de la cacería de animales en la zona, y al se unió el shieldmaster Hodur, quien mas parecía un soldado que escoltaba a Mikklas que un segundo cazador. Los Horseborn Islab y Eindride habrían de partir en busca de recolectar alimento en las poco fértiles colinas de su territorio. Bjorn, el esposo de Embla, habría de separarse de su compañera para centrarse en explorar aquella pequeña laguna cerca de las montañas, de la cual esperaba poder sacar algún provecho. Los Varls Wulfrig y Asbjorn poco habían hablado realmente sobre el tema pues prácticamente desde un principio ya habían tomado la decisión de buscar una buena colina y empezar a cavar hasta encontrar algun metal valioso. Por su parte, el duo con formado por Gunnar y Hjalmarr se encargarían de la exploración mas profunda de sus territorios. Finalmente, Embla, asistida por el Mender sin nombramiento, Fridtjof, habrían de partir hacia el pueblo o visitar a otros clanes a fin de comerciar con ellos y conseguir alimentos a la par de alguna posible información útil.