Partida Rol por web

Tras la intervención del mortifero arquero, un adjetivo ganado a pulso en la refriega contra aquellos matones, Eklerion se pudo levantar y ayudó al atacado a ponerse en pie. Le tendió el estoque que había recogido del suelo y escuchó su presentación.

Sin apenas tiempo para contestar se vió de nuevo correteando por las calles buscando un lugar mejor en el que realizar las presentaciones de rigor. Se tocó la punta del sombrero y siguió al extraño personaje allá donde quisiera llevarlos.

Corramos de nuevo....

Aún no tenía muy claro si lo mejor para él era marcharse de aquella ciudad. Ya había cumplido su cometido allí, bueno, lo había hecho el arquero, pero lo importante era que el resultado era el deseado. Kintargo no estaba en una situación ideal para quedarse... pero también le apetecía saber más sobre aquel hombre y su posible relación con la rebelión contra los Thrune.

Malditos sean todos ellos....

El combate había acabado y por fortuna, lo había hecho con un resultado beneficioso para aquel grupo de espontáneos desconocidos. El hombre de caros ropajes y exquisitos modales, se levantó recibiendo el estoque que Eklerion recuperara para él. Tras un breve intercambio de palabras, se veían correteando por las calles de aquella ciudad, mientras se escuchaban los ruidos de unos amortiguados disturbios en la lejanía. 

Finalmente llegaron a un edificio bastante ancho. El Parque de Aria y la Casa de la Ópera no se hallaban, pero puede que aquel lugar fuera un escondite de los tan rumoreados Cuervos de Plata. A todas luces, aquel establecimiento tenía pinta de ser una librería o pequeña biblioteca, pues en un letrero sobre su puerta principal se podía leer: Tomos Excelsos de Crissali.

Al llegar allí, Rexus miró a un lado y otro intentando descartar que alguien estuviera espiando. En aquella ciudad, las miradas indiscretas podían ser la sentencia de una agónica y tortuosa muerte, con lo que el intrépido personaje invirtió cierto tiempo en estar bien seguro de que allí no había nadie. Una vez confirmados tales detalles, rodeó el edificio hasta llegar a una puerta accesoria. Extrajo una llave y tras abrir la cerradura entró dentro...

- ¡Pasad! No tenéis nada que temer.

Ya en el interior de aquella sala aneja, repleta de estanterías y mesas llenas de tomos, manuscritos y libros, Rexus relajó el semblante. Tomó aire con una inspiración profunda al tiempo que acercaba su mano a una magulladura de su hombro. Tras esto miró al variopinto grupo y se dirigió a ellos con tono calmado y agradecido:

- Antes de nada, debo daros las gracias otra vez por ayudarme contra aquella recua de matones al servicio de Thrune.- al tiempo que de una bolsa lateral que pendía de su cinto sacó un odre y lo tendió hacia Tanner. - Es un presente por emplear sus dones curativos en mí. Es una poción para restañar las heridas.- Esperó a que el arquero sagrado aceptara el presente...

Tenía el corazón desbocado, no por la corta carrera, sino por todo lo que estaba pasando a su alrededor. Pese a su aparente tranquilidad y sangre fría no podía creerse que por fin fuera a conocer a los cuervos. Era la primera vez también que sus flechas mordían la carne de una persona y se sentía como si estuviera sumergido en agua, escuchaba hablar aquellos desconocidos de manera apagada. Un odre en sus manos le sacó de su estupor.

No lo he hecho buscando recompensa señor. Aun así, lo aceptó. Aquellas pociones eran dificiles de conseguir por culpa del control ferreo que tenían los oligarcas de la ciudad en aquel tipo de cosas.

Gracias a vos por el refugio, creo que nos irá bien mientras se calman los ánimos en las calles. La vista de Nath recorre la habitación y los estantes, curioso. Val, por su lado, rebulle incómodo en un espacio reducido con mucha gente, pero permanece bastante tranquilo una vez alejados del combate y el peligro.

Puedo preguntaros por qué os atacaron? Aunque la respuesta flotaba en el ambiente, a ver qué revelaba el hombre.

- Porque al igual que vosotros, soy un insurgente...- contestó el hombre mientras sonreía. - Pero por favor, cojan asiento y descansen. Es lo mínimo que puedo ofrecerles.- prosiguió con buenos modales - Llevo todo el día de hoy observándoles en el tumulto de la protesta. Cuando se iniciaron los disturbios, puede contemplar como se revolvían contra el orden impuesto por Barzillai y debo decirles que han corraborado ampliamente las expectativas que tenía puesta en ustedes.- reveló Rexus mientras mesaba su perilla. Acto seguido, extrajo una botella de buen vino chelaxio y ofreció a sus invitados

- Antes de la Noche de las Cenizas, formaba parte de la nobleza de esta ciudad liberal y afiliada al progreso, pero con la irrupción de la Casa Thrune, mis padres fueron asesinados y mi hogar fue incendiado consumiéndose hasta los cimientos. Si yo estoy vivo, es simplemente porque aquella noche me encontraba en el Distrito de Alabastro estudiando en la Academia. Pero mi caso no es el único...- tomó tiempo para sorber de una polvorienta copa de vidrio magnimarita. - Durante aquella noche, muchos fueron los líderes y nobles que no compartían la política del inquisidor Barzillai. Kintargo siempre se mostró bastante ajena de la adoración a Asmodeus, y eso le ha acabado penalizando. Thrune nos dice que la gran mayoría de estos dirigentes han marchado a la capital, pero yo creo que todo son falacias.

Barzillai y sus absurdas proclamaciones, junto a su séquito de agentes han instaurado la ley marcial, pero con lo que no contaban es que el sentimiento de rebelión de esta gente era fuerte... demasiado fuerte.- sentenció mirando a los ojos de los que allí se reunían. - Y ahora más que nunca, necesitamos que ese sentimiento siga siendo poderoso, pues la Casa Thrune intentará por todos los medios apaciguar los ánimos de la población, hasta que el modo de vida de la gente de Kintargo sea meramente un recuerdo. Personas como la antigua Lord-alcaldesa Jilia Bainilus e incluso mis padres, eran capaces de arrastrar a las masas en pos del beneficio mutuo, pero con su ausencia... Yo sólo no puedo.- reconoció el hombre -Por eso os pido ayuda. Ayuda para ensalzar la justicia y la democracia.

Las palabras de Rexus ponían de manifiesto las sospechas de la joven ninja, que pensaba que los ideales de los rebeldes eran compartidos también por ella misma. Se entristeció al oír la breve historia de su interlocutor, el cual había sufrido, al igual que tantos conciudadanos de aquella gran urbe. Aptretó fuerte sus puños y se levantó de la silla cortésmente para hablar en cuanto el rebelde buscó apoyo en ellos.

- Cuenta conmigo, Rexus. He visto suficiente y he oído bastante para comprender tus motivos y los ideales que os mueven. Será un verdadero honor ayudar a instaurar el orden nuevamente en la ciudad.

Y volvió a sentarse en su asiento, algo mas relajada tras hablar, y sin retirar la mirada del rebelde.

Yo... irrumpió suave y tímidamente yo soy la bastarda mestiza de una de esas casas que siguen los preceptos de la casa Thrune. He vivido toda mi vida bajo un invisible yugo de desprecio y servidumbre, no me trataban del todo mal, pero era como vivir en una jaula de oro llena de rosas espinadas y látigos sutiles. Se ajustó las gafas a modo de diadema. Hace unos días mis padres fueron asesinados posiblemente por insurgentes o por algún familiar con ganas de trepar en el linaje, hizo un gesto de rabia con el puño bien apretado me alegro que así fuera. Aproveché ese momento para huir de aquella casa lo cual me convierte en sospechosa y fugitiva... Ahora libre y liberada no puedo soportar ver que el resto de Kintargo está mucho peor de lo que pudiese estar yo. Quiero, necesito luchar por ésto, la casa Thrune debe desaparecer. Cuenta conmigo para lo que sea. Afirmó rotundamente para acabar su discurso

Eklerion escuchó la historia de Rexus Victocora, así se había presentado el desconocido personaje víctima de los matones de Thrune, y escuchó la historia de su vida. No podía haber nadie que pudiera entender lo que estaba pasando aquel hombre mejor que él. La Cuatro Veces maldita Casa Thrune, la cuarta maldición era de su parte, también estaba detrás de la desgracia de Rexus. Tras esto pudo oír los relatos de las mujeres que tan bravamente se habían batido en la plaza Aria.... Y sintió vergüenza, vergüenza por no haber empuñado su arma contra los enemigos de la libertad... Pero tenía otras prioridades y no era consciente de lo que realmente era importante. Había abierto los ojos....

Os saludo a todos, mi nombre es Eklerion y estoy conmovido con lo que aquí se está relatando.... Es como si alguien estuviera hablando de mi en boca de otros.... Mi estoque está a vuestro servicio, allá dónde deba llegar. Mi vida hasta ahora tenía un sentido más individualista y egoísta... Pero saber que no soy el único que busca la ruina de la casa Thrune... es, cuanto menos, reconfortante. Contad conmigo para lo que sea.

Nath se siente fuera de lugar. Pero no en un mal sentido, si no que tras tantos años solo, tenido por loco, siempre temeroso y esperanzado a partes iguales, encontrar gente parecida y con los mismos ideales, es extraño.

Carraspeando, llama la atención hacia él. Natharius, primogénito de la casa Mothur. Seguramente no os diga gran cosa, mi familia se ha encargado con los años de borrarme de su memoria. Pero en su día fui parte de esa casa menor de la nobleza, hasta que hubo un pequeño accidente. Sonriendo, muestra sus brazos ennegrecidos, la piel apergaminada. Escapé, y desde entonces he estado pendiente de algún movimiento que realmente tuviera posibilidades contra los Thrune. Quizá ha llegado el día.

Tras una pausa, añade. Ah, y este es Valor, mi lobo. Sonríe señalando al lobo que le acompaña, que os mira con la cabeza ladeada. Podéis llamarnos Nath y Val.

Viendo que todos se presentaban, la joven ninja bajó la parte de la capucha que le cubría la cara para dejar ver su rostro y sus facciones. Tras eso, sintiéndose incomoda e incluso maleducada por no hacer lo propio, rectificó para dar su nombre.

- Saeko... Saeko es mi nombre. - Fueron sus únicas palabras.

Mick se removió inquieto, claramente ahora estaba mucho menos comodo que antes de que todos se presentaran. Yo... Carraspeó un poco y cogió aire. Me llamo Mick, soy de familia humilde. Quitandose uno de los guantes enseñó en su mano derecha un simbolo marcado y después tachado con hierro candente. Entiendo que són casi todos nobles, y luchen por venganza, altos ideales o poder, pero yo tengo una condición para ayudar. Si esta "rebelión" tiene exito, se prohibirá la esclavitud en Kintargo. No quiero que nadie más sea vendido como ganado.

Con el corazón en el puño esperó la respuesta de los nobles, si no podían prometerles eso, no sabía si podía arriesgar su vida con ellos.

La joven mestiza se sonrojó al darse cuenta de que había explicado su vida, pero no se había presentado... todo estaba yendo muy rápido.

Por cierto, Mi nombre es Chaffeaux, no es un nombre fácil de recordar, así que si lo necesitáis podéis llamarme como os plazca.

Cuando el arquero, que para la joven pistolera había sido el verdadero héroe de la contienda del callejón, se expuso, ésta torció el morro casi ofendida sin poder evitar incendiarse dejando a un lado su dulzura y recatados modales de los momentos tranquilos para volverse de nuevo irascible y gritona.

Esto no es un concurso de a ver quien tiene un pasado más miserable, que algunos hallamos nacido en alta cuna no significa que la buena vida no nos fuera arrebatada si es que la hemos tenido alguna vez. Creo que nobles o plebeyos aquí todos compartimos un mismo objetivo y es el de acabar con la tiranía de la casa Thrune, no para recuperar la grandeza de una casa o la propia en la nobleza, creo que sin duda alguna nos mueve el recuperar el bien estar de la gente, de esa pobre gente que ha sufrido y sufrirá si alguien no se decide a... a... Tomó algo de aire y se tranquilizó perdón, no quería ponerme así, a veces pierdo los papeles. En fin, soy de la opinión de que la auténtica nobleza está en los actos, no en los títulos.

Avergonzada por su iracundo comportamiento se sentó algo cabizbaja.

A la par que mira a Chaffeaux con aire divertido tras la airada reacción de la tiefling, Nath sonríe a Mick. Nacer en una cama u otra no significa nada. En cualquier caso, no te sientas incómodo, puedes preguntar por mi en los suburbios y te contarán que llevo años pidiendo por las calles. Digamos que lo de ser noble no iba conmigo. Ríe quedamente.

Dicho esto, añade recuperando la seriedad, tu causa me parece más noble que todos nuestros orígenes juntos. Puedes contar conmigo como defensor de la misma, y por tanto, como aliado. La declaración contra la esclavitud de Mick ha sido del agrado de Nath, quien con sus lecturas de biblioteca en la adolescencia había llegado también a la conclusión de que la esclavitud era una aberración, al privar de su libre albedrío a otros seres iguales.

Con el arrebato de la mujer, Mick aprieta los puños y aprieta los dientes. Intimidado por sus palabras da un paso atrás, pero las palabras de apoyo del vagabundo por algún motivo le ayudaron a calmarse, pensó en Korada y sus enseñanzas, cerró los ojos, suspiró y empezó a hablar con calma y paciencia. Claramente la mujer estaba movida por el odio, aunque intentara vestir sus motivaciones de buenas intenciones.

Si quisiera dar pena entraría en detalles Chaffeaux, si quieres después nos contamos lo que era nuestro día a día y comparamos, pero ahora eso no es importante, no conozco la nobleza de la ciudad y tampoco entiendo muy bien como funciona el gobierno, yo solo he dicho que mi condición para ayudar es que si se derroca a la casa Thrune, hagamos todo lo que esté en nuestra mano para que la siguiente casa en gobernar haga ilegal la esclavitud.

Claramente la mujer estaba movida por el odio, aunque intentara vestir sus motivaciones de buenas intenciones para no sentir culpa, la entendía, el también era así a veces y seguramente también hubiera acabado buscado venganza si no fuera por las enseñanzas de su maestro.
 

El joven noble contempló la fogosidad con la que aquellos extraños aliados explicaban sus orígenes. En todos ellos había razones para oponerse a la tiranía de la Casa Thrune, con lo que estaba plenamente convencido de que unirlos a su causa era un verdadero logro. 

- Como se puede ver, cada uno de vosotros está cargado de motivos para revelarse contra el nuevo gobierno de esta ciudad. Kintargo hace una semana era un refugio liberal para pensadores y filósofos, pero ahora...- miró nuevamente a cada uno de ellos. - Debemos luchar por lo que consideramos que es correcto y la esclavitud, seguramente sea una lacra. Pero por algo debemos empezar...- prosiguió el hombre mientras mesaba su perilla. - Toda la ciudad rumorea sobre la vuelta de los Cuervos Plateados, pero nadie sabe dónde se halla su cuartel general. Me puse este guante para intentar llamar su atención, pero como pudisteis ver en el callejón, me trajo más problemas que ventajas.- explicó con una sonrisa en los labios. - Estoy seguro que juntos podremos encontrarlos y unirnos oficialmente a su causa, sobre todo con lo que os tengo que contar...-

Y después de estas palabras se acercó hasta un rincón en el cual descansaba un pequeño arcón. - Esta cómoda pertenecía a mi madre, Porcia Victocora. Cuando sucedieron los incidentes de la Noche de las Cenizas (hace una semana) una mujer me buscó para entregarme este arcón. La mujer, me reveló que mi madre, pertenecía a un grupo de académicos devotos de Irori, que intentaban restaurar la historia de Kintargo y a mayor escala la de Cheliax, cosa que como sabéis está penada por el gobierno. La mujer se llama Laria Longroad y fue la última persona que habló con mi madre antes de que incendiaran nuestra mansión. Laria piensa que quizás pudo escapar de las llamas, pero yo lo dudo...- dijo con tono triste. 

- ¡Caballeros, por favor! No estamos aquí para ver quién la tiene más grande o quién ha tenido una vida más miserable o acomodada. Si hoy estamos aquí reunidos ha sido porque, vengamos de donde vengamos, todos compartimos algo. Y ese algo es la búsqueda de justicia en la ciudad, de una forma o de otra. Ahora que estamos ante un miembro de los rebeldes deberíamos comportarnos y no mostrar nuestras diferencias como niños malcriados.

Tras sus palabras, y mirar a sus compañeros que empezaban con una acalorada discusión, Saeko se dirigió a Rexus, esperando que aquella inoportuna discusión no hubiese debilitado sus ganas de "conocernos".

- ¿Contiene algo esa cómoda? Supongo que lo habrás registrado, ¿Verdad?

Rexus se sorprendió ante la reacción de la muchacha llamada Saeko. A simple vista parecía poca cosa, pero en el callejón la había visto emplear sus exóticas cuchillas con gran acierto. Carraspeó y prosiguió hablando:

- ¡Por supuesto! Y debo deciros que todo lo que hay en su interior os pertenece a excepción de un par de cosas...- Y acto seguido, usó una llave que llevaba colgada al cuello para abrir la cerradura de la cómoda. En cuanto levantó la tapadera, los allí reunidos pudieron contemplar qué se almacenaba en su interior. 

Una pequeña bolsa de cuero con monedas de oro, un sello con el emblema Victocora, una daga de plata, unos brazales, una llave de plata y una carta eran todas las posesiones que Rexus había recibido de su madre en el interior de aquel pequeño arcón.

El noble espadachín, recogió la llave de plata - Si no les molesta, esta llave posee valor sentimental para mí- y la carta. Despacio extrajo el papel cuarteado que el sobre transportaba y tras aclarase la voz comenzó a leer:

" Mi querido hijo

Si estás leyendo la presente, me temo que todo habrá comenzado y yo estaré muerta. Durante muchos años he trabajado en la Sagrada Orden de los Archivista con la finalidad de liberar a Kintargo del Gobierno chelio. He aprendido muchas cosas sobre la historia secreta de esta ciudad, y creo que muy pronto retornarán los Cuervos Plateados.

Tú probablemente no hayas oído hablar de ellos, pues las escasas menciones sobre dicha organización, han sido redactadas por los agentes de la Casa Thrune. Debes saber que durante la Guerra Civil de Cheliax, los Curvos Plateados lucharon en pos de mantener la paz en Kintargo. Esos hombres y mujeres fueron héroes en aquellos días y me temo que en breve la gente los volverá a necesitar.

No creas en palabrería, hijo mío, la Lord-Alcalde Bainilus no nos abandonó a nuestra suerte. Además, pienso que hay temas oscuros en marcha y todos aquellos que se opongan a la Casa Thrune podrían hallarse ne peligro.

Los Cuervos Plateados mantuvieron muchos escondites en el interior de Kintargo durante la Guerra Civil. Creo haber encontrado uno de esos lugares... las habitaciones que se encuentran bajo el edificio de los Establos de la Fortuna Justa.

Si lees estos renglones, no podré responder más preguntas, pues no me hallaré junto a ti. No desistas en tu empeño. Reúne a un grupo de valientes a tu lado y ves al lugar que te he revelado. Si mi búsqueda ha sido adecuada, encontrarás más detalles sobre los Cuervos Plateados y su legado.

¡¡No permitas que mi muerte sea en vano!! ¡¡Álzate por Kintargo!! ¡¡Haz que los Cuervos Plateados vuelvan a la vida!!"

Tras esto, una lágrima resbaló por la cara de Rexus. Allí entre aquellas palabras se recogía la última voluntad de su madre, Porcia Victocora. 

Nath intenta ponerse en la piel del apenado Rexus. No saber si su madre, un ser querido, ha muerto o no, pero temer lo peor... tiene que ser muy duro. El propio Natharius se acuerda de su madre, y de su padre, que no tuvieron ningún reparo en ningunearle en su adolescencia, y que está seguro que le habrían hecho desaparecer si le hubieran encontrado cuando se fugó. Oh, ellos sí podrían morir a manos de la casa Thrune, y no pasaría nada. En todo caso, el mundo sería un poco mejor.

Un escalofrío recorre su espalda. Una señal de la Heredera*, seguro. No debería tener esos pensamientos.

Lamento y comparto tu pena, Rexus. A estas alturas, Nath supone que al hombre no le importará que le tutee. Por mi parte, trataré de ayudarte en lo que sea posible. Siempre me han fascinado los Cuervos Plateados, así que si podemos averiguar cosas de ellos, genial. Y ojalá encontremos información sobre tu madre.

Nath acaricia el pelambre de Val. Es un gesto que realiza a menudo, reconfortante para ambos.

Tras tantos años de pobreza, no tiene mucho interés ni necesidad de objetos físicos, así que no le ha hecho mucho caso al contenido del arcón.

Asiente a las palabras de Nath, pensando prácticamente de la misma forma.

- Opino lo mismo que Nath. Haré todo lo que esté en mi mano. - Afirmó al grupo.

Mientras tanto, Saeko echó un vistazo a las pertenencias que les ofrecía Rexus. Sin lugar a dudas, la bolsa con monedas deberían guardarla como algo común para proveerse en lo que estaba por llegar. Por otro lado, se paró un rato admirando los brazales, pues parecía que podrían darle cierta protección a ella, que ya había salido resentida de la anterior pelea, en parte, por su escasa armadura.