Partida Rol por web

Permanezco en el suelo para no revelar mi posición, pero levanto levemente la cabeza intentando localizar a los tiradores mientras en mi mente trazo una imagen de la gruta a partir de lo que he visto cuando las antorchas aún iluminaban nuestro camino. Seguir aquí es un suicidio: o acabamos con quienes nos disparan o retrocedemos y salimos a la luz; avanzar a ciegas no es una buena idea.

Escuchas a alguien moverse frente a vuestra posición, en una posición algo más elevada, de donde han venido los disparos. No sabes cuantos son pero si que te parece conocer la zona por la que se encuentran.

Sabes a la perfección donde está la red pues parece que Z está atrapado en ella y no para de moverse. Sobre él, por la ruta por donde habéis entrado, te parece escuchar movimiento. 

Tara se acerca a la red donde Z se encuentra enredado mientras trata de no perder la zona en la que cree que están los atacantes. Un disparo vuelve a resonar por la cueva y la primogénita siente como la bala pasa muy cerca de ella.

Tras el disparo puede escuchar un extraño silencio, Z ha parado de pelear con la red.

Curtis alza la cabeza un instante en busca del posible enemigo y aprieta los dientes, la maldita niña tenía algo que ver en todo aquello.-Mierda.-Masculla mientras intenta avanzar en silencio, utilizando las posibles formaciones rocosas como cobertura visual por que intuía que el tirador tenía alguna forma de ver en la oscuridad.

La gente con visión termica/Nocturna y nosotros con antorchas.-No os sentís un poco trogloditas? xD

Curtis trata de encontrar a los tiradores pero el nuevo disparo anula sus posibilidades y decide avanzar pegado al suelo, alejándose de la antorcha que hay junto a él.

Todo estaba pasando demasiado deprisa y ya habían perdido a dos de sus hombres. Tara desenfundó su arma y disparó hacía la zona de la cual provenían los disparos. Intento guiarse por el ruido que había provocado el disparo, pero no estaba segura de que fuese la dirección correcta.

- Avanzad. No os queréis parados -  gritó. Los tiradores sabían donde encontrarles, debían cambiar eso. 

Escuché la orden de la sargento, y poniendo la mano encima de la cabeza de la niña me levanté un poco para disparar al mismo lado que la sargento lo había hecho, rogando al menos impactar a alguno de los atacantes ya que a este ritmo ibamos a terminar muertos...

Tara trata de disparar pero la oscuridad y la confusión la confunden, dando como resultado que su arma se encasquille.

Tras ella Ethan intenta ayudarla haciendo fuego contra la oscuridad frente a él pero no consigue acertar a su objetivo. Como respuesta vuestros enemigos ocultos disparan dos andanadas y una de ellas, gracias a vuestra posición cerca de las antorchas y a vuestros disparos, consigue acertar en Slate. La niña que el explorador lleva sobre los hombros trata de saltar, alejándose de él.

Os percatáis de que el otro tirador se encuentra sobre el camino que habéis recorrido para entrar, colocado en algún punto sobre el nivel del suelo, justo a vuestra espalda.

Trato de localizar a los tiradores, pero la situación se ha descontrolado. No tengo un disparo claro, así que cojo la antorcha a mi lado y la lanzo en hacia el lugar de procedencia de los disparos. Si están utilizando ciencia que les permita ver en la oscuridad quizás les deslumbre. Si no, el fuego permitirá que mis compañeros puedan verlos mejor.

La antorcha cae más o menos en la zona en la que se encuentran vuestros enemigos y podéis a una mujer armada sobre una zona más alta a la vuestra a la que podréis acceder trepando o buscando otra entrada.

En cuanto escucho que Z deja de forcejear me arrastro más rápidamente hacia la red. Desde el primer momento me pareció un imbécil, pero ahora es un miembro del grupo y cuantos más seamos más probabilidades de supervivencia tendremos.

Voy palpando el suelo para saber cuándo he llegado a su posición, y tan pronto noto el tacto de la red busco el cuello del hombre tratando de medir su pulso con los dedos mientras saco el cuchillo que llevo a la espalda.

Nada más caer la antorcha la mujer apunta con su arma a la sargento y dispara. La repentina luz hace que sus ojos, adaptados a la oscuridad, pierdan parte de su eficacia por lo que su tiro erra. Podéis ver que es una mujer de unos treinta años, delgada y sucia, con el pelo rubio muy sucio.

Me levanto claramente enfadado y apunto con mis manos hacia la mujer mientras reúno energía. Sin embargo parece que el terror me ha dejado trastocado y no consigo obtener la suficiente para hacer uso de mis fantásticos poderes.