Partida Rol por web

Tras 10 largos y agotadores días de viaje, conduciendo una media de 10 horas diarias, por fin llegáis a Nueva Orleans, una moderna ciudad junto al río Misisipí.

Vuestro objetivo está cerca, a menos de una hora de viaje, si bien este se plantea dificil puesto que tendréis que atravesar pantanos y lagunas bajo un sofocante y húmedo calor. Antes de emprender esta última etapa, decidís parar a tomar un café y valorar vuestras opciones.

Hubiera preferido mil veces más haber viajado en el coche con Dickinson, no entiendo a cuento de qué ha venido este reparto. Pero no estaba en situación de quejarme, la historia no había empezado con buen pie y quizá fuera mejor viajar con él que no con cualquiera de los otros tres. Habia que ganarse la confianza rápidamente.

Nathan se mantuvo bastante callado todo el viaje, entre tanto y tanto se sacaba un cigarrillo mientras conducía y le ofrecía otro a Mike. El viaje era largo, demasiado largo para su gusto. Pero eso lo único que consiguió fue aumentar la intriga que sentía.

Bueno -pensaba Sheila, mientras observaba los bostezos continuos de Richard al volante- habrá que turnarse de nuevo. Menos mal que Sinclair va en su coche. Espero tratar lo menos posible con ese tipo. Quizá esta aventura no lo va a  ser tanto como parecía al principio.

Hace un calor insoportable, difícil de sobrellevar. El paisaje se torna cansino y repetido. Aun así, todos aquellos verdes nada tienen que ver con las tonalidades de Phoenix Park. 

Nathan había sido cordial, poco hablador, pero cordial. La escases de conversación con este le había dado lugar a multitud de horas de lectura, y estas se habían centrado en casi su totalidad en libros de extraña procedencia que había recopilado de la biblioteca de la Universidad. Estos libros trataban directamente sobre leyendas, más o menos verosímiles y pintorescas, acontecidas en los últimos 50 años en la zona de Luisiana. Alguna que otra que le llamó la atención la comentó con su acompañante sobre todo una que hablaba de extrañas desapariciones...
 

Comprobó, como el primer coche conducido por su amigo Joseph se paraba en la puerta de una cafetería a las afueras de Orleans.
 

Al salir del vehículo aspiró con vehemencia el aire de la zona y estiró de forma disimulada las piernas. Que gusto volver a la posición natural del hombre.- le comentó al Sr. Rush mientras este salía del vehículo ya detenido.

Al ver que el coche de Joseph se detiene completamente delante de la puerta de lo que parece ser una cafetería, y tras compartir diez largos días el vehículo con el Doctor, no puedo evitar alegrarme al ver que nos encontramos en Nueva Orleans, y que casi hemos llegado a nuestro destino.

Después, tras poner mis pies en el suelo, y desentumecer, disimuladamente, todos los músculos de mi cuerpo, digo, algo cansada, pero con una alentadora sonrisa en los labios:

- Entremos a tomar algo antes de continuar nuestro viaje. Creo que todos nos merecemos unos minutos de descanso después de estos diez agotadores días. -

- Sobre todo yo. - pienso, mientras una maliciosa sonrisa se dibuja en mi rostro.

La preocupación había aumentado en Joseph en esos días. Si el pedido de ayuda había sido tan urgente podía caber la posibilidad de que en tanto tiempo las cosas hubieran empeorado mucho.

_No nos demoremos mucho. Si la situación de Isaac era tan desesperante como para convocarnos a todos, cuanto antes lleguemos para asistirlo mucho mejor.

Tras un breve café, en el que apenas si abrís la boca, pues el cansancio del largo viaje a hecho mella en vuestro ánimo, proseguís camino hacia Champillon.

el ambiente es sofocante y húmedo. Os pasáis una incómoda hora viajando a través de las lagunas y los pantanos de los brazos del río, dejando atrás viejas casa y huertas abandonadas con musgo español. Con cada kilómetro recorrido, el número de plantaciones disminuye. Algunas se agazapan entre cúmulos de musgosos árboles, olvidadas en avanzado estado de abandono y descomposición. La sensación de aislamiento va creciendo en vosotros.

Al fin, el camino termina en la Dársena Bowen, una pequeña aldea donde un transbordador espera para tomar pasajeros y vehículos para cruzar el río hacia el pueblo de Champillon.

Nuestro viaje acababa en aquel lugar, por lo menos de momento. Tendríamos que subirnos a ese transbordador y continuar por el río en él. Aquello no me gustaba nada, era incómodo estar en una superficie tan inestable como el agua, y aún resultaba más incómodo estar rodeado de desconocidos, así como en un lugar perdido de la mano de dios...

Acostumbrado a estar la mayor parte del día hablando para sus alumnos, este desbordante y cansino silencio letargaba su ánimo. El paisaje no acompañaba, era algo tenebroso. Algunas de las historias, mas inverosimiles, que había ido leyendo en el camino, parecían mucho mas posibles en ese escenario.

- Nathan, después de diez días compartiendo horas de viaje...- guardó silencio durante un breve momento.-...quiero decir que no hay nada que nos impida conocernos, igual después de la lecturas en las que me he enfracado en el camino pudiera entender algo mejor tu profesión, y sin duda, creo que puedo llegar a entender porque te ha convocado Isaac.- habla con la mirada fija en el transbordador.