Partida Rol por web

_¿Debo entender entonces que tú no crees en estas cosas, y que durante todos los años que llevas aquí nunca ha ocurrido nada extraño, no es así?

Gullah asiente enérgicamente a tus afirmaciones.

_Oh entiendo...

Miro hacia un costado, observando el lugar. No quiero apabullar a Gullah con preguntas ni que sienta que está en un interrogatorio. Por eso lo dejo respirar y luego le pregunto como si simplemente quisiera conversar un poco:

_¿Entonces solo vivían Alexandra y tú aquí, hasta que llegaron el Sr. y la Sra. Buttler?

Niega enérgicamente con la cabeza y empieza a contar con los dedos: dos, dando a entender que vivían dos personas más en la casa.

_¡Oh! ¿Quiénes son ellos? -pregunto con interés-. No lo sabía. ¿Quiénes son ellos? ¿Hay fotos o pinturas de ellos?

Gullah levanta un dedo y asiente y después levanta el otro y niega con la cabeza. Así pues, parece que de un miembro si hay fotos o retratos y de otro no.

Inmediatamente, te hace gestos de que lo acompañes y os encamináis al salón. Allí puedes ver el retrato de un hombre, que guarda cierto parecido con tu amigo y en el marco puedes leer:

ABRAHAM ZACARIAH BUTLER

_¿Es él el tío de mi amigo, quien falleció? El parecido es indudable. ¿Y la otra persona es la de cabellos rubios que te comenté que ví hace un rato?

Gullah sonríe enigmáticamente mientras se encoge de hombros, como dando a entender que eso no le incumbe.

Devuelvo la sonrisa a Gullah, dando a entender que le comprendo, hay temas de los que está claro que no hablará. Ya no me queda mucho que hacer allí con él, pero ya que me ha repuesto mi vela queda una última cosa en la que puede ayudarme por el momento.

_Gracias por tu tiempo. Dejaré que termines tus obligaciones o vayas a descansar, pero ¿podrías antes guiarme hasta donde haya alguna biblioteca? Me gusta leer antes de dormir, mas temo que el viaje se ha hecho más largo de lo esperado y me he terminado el libro que traje.

Te hace un gesto para que le sigas y alumbrando con un farol, te lleva hasta la habitación que antes comprobaste que tenía la puerta cerrada con llave

_Gracias Gullah.

Yo sé que la puerta está cerrada, pero Gullah no sabe que yo lo sé. Por lo tanto pruebo el picaporte. Al notar que no puedo abrirla, me giro y le digo.

_Gullah, parece que la puerta está cerrada. ¿Me la abrirías por favor? Si no no podré tomar mi libro -le explico con una sonrisa-.

Gullah te hace un gesto negativo con la cabeza y después te indica en dirección a la planta superior. A juzgar por lo que ya conoces, se diría que está señalando el dormitorio principal. Sin duda, debe ser el doctor o su mujer los que custodien la llave.

_¿Estás diciendo que es el Dr. quien tiene la llave? ¿No hay otra manera de abrir la puerta, u otro lugar donde haya algún libro en esta casa?

Gullah asiente enérgicamente ante la afirmación de que es el doctor el que tiene la llave. Para tu frustración, a las otras preguntas responde con sendos movimientos negativos de cabeza.

_Oh, bueno, gracias Gullah,supongo que deberé rebuscármelas de otra manera para dormir. Buenas noches -respondí desalentado pero amable, era mejor llevarse bien con él-.

Cuando Gullah se fue, ya con velas nuevas vuelví a la salida del invernadero. Quería dar una última oportunidad a encontrar a Alexandra si aún andaba por allí, o al menos ver en qué andaba el resto, que aún no había vuelto.

Todo era muy raro. ¿Quién me espiaba? ¿Y quién era el niño? Muchos secretos, sumados al de la habitación cerrada. Mi enojo con Isaac por mentirme era mucho, pero ya ganaba la intriga, los secretos eran más de los que yo mismo pensaba.

Al llegar a la puerta me asomé nuevamente a ver si esta vez podía escuchar o ver algo. Si no había nadie, haría una última búsqueda en el ropero, antes de ir a dormir. Tenía la sensación de que me había quedado algo sin ver. Igual estaba tranquilo, siempre podía volver a intentarlo a la luz del sol.

Frustrado tu intento de entrar en la habitación, te despides del criado y vuelves sobre tus pasos hasta la sala en la que oistes hablar a gente. Esta vez, el silencio más absoluto te recibe, de manera que te encaminas hacia el recibidor donde encontraste aquel ropero que te dejó con la sensación de pasar algo por alto.

Esta vez, estás decidido a rebuscar a fondo y no dejar rincón sin revolver.