Partida Rol por web

-Puedo hablar sobre la tercera puerta, soy el único que pasó por ella -indiqué, haciendo memoria sobre lo que había visto al otro lado de la puerta de rotura con las relaciones-. Encontré a mi hermana Ellen, desnuda. Y había un cuchillo... Sé... Bueno, sé que no era real. Pero fue realmente impactante para mí. La única forma de avanzar fue apuñalándola en el corazón. Recuerdo que no dejaba de latir de forma muy intensa, era casi como uno de esos antiguos relojes que resuenan tanto.

Los minerales están unidos a la roca de la montaña formando unas impresionantes estructuras poligonales como si fueran formas de vida alienígenas. Le lleva un buen rato a la doctora dar los golpes precisos con el piolet en los lugares exactos para poder extraer una muestra sin romperla. En la mano, se trata de un mineral muy ligero, pero robusto. Sharada Srinivasan no puede evitar quitarse el guante y tocarlo como si en este momento tuviese más peso el deseo personal que el objetivo de la misión. Su sensación al contacto con la piel es la de un frío sepulcral pero, al mismo, tiempo un hormigueo como si de él emanase una vibración sutil, casi imperceptible. Los tres exploradores que examinan el mineral suponen y comentan medio en broma, medio en serio, que quizá es lo que notaban los indios americanos cuando hundían su oreja en el suelo para escuchar si alguien se acercaba. Cuando se coloca entre la ventana al exterior y vuestros ojos, la luz se refracta en él y la dispersa en todas direcciones, y es como la amplia sala recibe iluminación del exterior. Además, dicha luz pone de manifiesto un extraño y dinámico juego de luces en su interior que se asemeja a masas gaseosas o semilíquidas interactuando entre sí, como en la lámapara de lava que el Sr. Nox tiene sobre su escritorio. Sin duda, lo que la doctora tiene ahora sobre la palma de su mano es un tesoro geológico.

Al ponerlo a contraluz, sucede una cosa nuevamente inesperada. El polvo en suspensión se aleja de él como si fuesen dos polos magnéticos idénticos. Al acercarlo al rostro, se puede percibir además que cuesta respirar a su lado. De alguna manera, el mineral expulsa el aire de su alrededor.

De repente, un pequeño temblor en la montaña hace desprenderse unas rocas de la parte superior del techo. Esto pilla a los tres exploradores casi ausentes, ensimismados con el hallazgo que tienen entre manos, pero sólo tienen un par de segundos para actuar.

Estábamos ensimismados en el extraño mineral que no fuimos conscientes al instante de que parte del techo se empezaba a desplomar sobre nosotros. Habría que esquivar las piedras que caían o nos matarían. Corrí por instinto hacia el balcón por donde había desaparecido Alwin para evitar las piedras.

Corran. Parece que no les ha gustado a quienquiera que sea que tomemos muestras de ese cristal.

Corrí haciendo un gesto instintivo a la par que inutil de encoger los hombros mientras iba hacia el balcón.

-¡Rápido, por donde fue Alwin! -exclamé, instando a la doctora a ponernos en movimiento cuanto antes-. ¡Rápido, vamos!

Teníamos que correr para evitar que las piedras nos cayeran encima, y la idea de Threkor había sido sin duda de lo más apropiada. Si llegábamos al balcón por el que se había marchado el joven Romijnsen, quizá podríamos impedir que las rocas nos aplastasen. Por ello, eché a correr detrás de Threkor en dirección al balcón.

Tengo dos hipótesis, 1) Este cristal servía para separar el pneuma, el alma, de la gente, que había completado su transición, y 2) Esto fue usado por enemigos del pueblo del aire, para repelerlos.   Se fijaba en la localización, la forma en que estaba acomodado, para saber si había sido accidente, a propósito, o ataque. 

Y en eso comenzaron a caer las piedras.  Tomó el pedazo cristaloide y lo guardó en una caja hermética, y corrió a refugiarse de las piedras que caían. 

¡Lo siento, gente del aire! -Les gritó hacia el lugar desde donde caían rocas.  No lo tocaré más.  A su cristal. 

¿Podemos dialogar? 

Queremos conocerlos, para que su sitio permanezca con respeto durante la expansión de la carretera allá abajo.  Antes de que lleguen las hordas, que les respeten su santuario. 

Alzaba su voz, aprovechando la resonancia de la caverna.

Una roca cae sobre el hombro izquierdo de la doctora, que le provoca un fuerte dolor y le hace perder la sensibilidad en el mismo. Ella se apoya de rodillas mientras la caída de rocas cesa. Por suerte, el temblor ha sido corto en duración.

Mientras, sus dos compañeros llegan hasta el balcón donde está Alwin Romijnsen.

Estás echando un vistazo cuando notas un pequeño temblor y un ruído fuerte que proviene del interior de la montaña, donde están tus compañeros. Justo unos segundos después, aparecen Nathaniel Nox y Threkor Ohrin por el umbral del balcón, corriendo con la señal de alarma reflejada en el rostro.

Alwin. ¿Qué ha estado haciendo aquí todo el rato? No sabe lo que ha pasado allí dentro. El techo se nos ha empezado a caer encima.

Explicaba la situación atropellándome debido a lo deprisa que latía el corazón. De pronto empecé a notar el frío que corría en aquel balcón y me abrcé, frotándome los brazos en un acto instintivo.

Hace mucho frío aquí. No estemos mucho rato o nos congelaremos.

La doctora había estado intentando comunicarse con los espíritus de la gente del aire mientras caían las rocas y no sabía desde aquí que había sucedido con ella, pero recordaba sus palabras.

Creo que la doctora ha descubierto para qué servían las piedras. Creo que en el interior de las piedras aún moran las almas de la gente del pueblo del aire y que seguramente pueden comunicarse entre ellos. Quizás ellos han provocado el derrumbe. Puede ser que esa piedra que ha cogido la doctora contenga el alma de alguno de ellos y al separarse del grupo lo haya expuesto a la desaparición total.

Miraba hacia la puerta esperando ver entrar a la doctora o a dejar de escuchar ruido de piedras al caer para entrar al calor de la sala.

-Nos hemos salvado por poco -declaré, una vez que conseguimos acceder al balcón-. Si una de esas rocas nos hubiera caído encima...

Me sentía exhausto por haber corrido tanto y, para colmo, el frío que se percibía en aquel balcón no ayudaba en lo más mínimo. Podía percibir cómo mi aliento salía vaporos de mi boca.

-Espero que la doctora esté bien -dije, suspirando. Con suerte, habría encontrado una forma de sobrevivir sin haberse dirigido al balcón-. Me temo que tendremos que avanzar sin ella, por ahora... Alwin, ¿qué estabas haciendo aquí?

Seguía examinando aquella extraña urna cuando un gran temblor, perseguido por un ruido nada halagüeño, me hizo girarme hacia donde mis compañeros se encontraban.

Desde esa misma dirección pude ver cómo Nathaniel y Threkor corrían alejándose de la fuente de aquel sonido, sin embargo no podía ver a la doctora por ningún lado. En ese mismo momento me explicaron la situación, y temí por el destino de la doctora.

-¿Almas dentro de cristales? -Dije, pensativo. La verdad era que, a esas alturas del viaje, podía creer en cualquier cosa-. ¿Están seguros de eso? Yo he estado aquí, examinando el balcón. No puedo reconocer el estilo arquitectónico, seguramente sea un estilo propio de esta gente. Esta urna, sin embargo, es lo que más intrigado me tiene. No sé que tipo de ceniza guarda en su interior, pero no parece humana. Aun así, me parece que este sitio servía para hacer algún tipo de ritual...

Hablé para que ambos hombres cogieran el aliento y, una vez más tranquilos, pudiéramos ir en busca de la doctora.

-Si la doctora estaba con vosotros deberíamos comprobar si está bien. Quizás necesite nuestra ayuda -dije al tiempo que caminaba hacia la fuente del derrumbamiento-. Pero cuentemente, ¿cómo demonios saben que hay almas encerradas en esos cristales?

Bueno. Los cristales contienen algo extraño dentro que parece moverse al mover el cristal. La doctora especuló con que fueran el recipiente de lo que fuera que queda cuando pasas por las 5 habitaciones y te desprendes finalmente de todo lo terrenal. Por eso, supuse que debía referirse a que los cristales podían contener almas. El pueblo del aire contenido en cristales por toda la eternidad. Su esencia viva a través de las eras, trascendiendo la muerte.

Miré la urna que se refería Arwin.

¿Está seguro que la ceniza no es humana?

Sharada se mueve adolorida hacia el balcón; lo hace con ese punzar de cuerpo que te avisa que lo tienes que mover poco hasta que se recupere, ese que sólo es sobrellevado por la adrenalina que te dice que te tienes que mover para evitar mayor riesgo.  Llegó hasta ellos, científica como siempre. 

Compañeros, ¿ese temblor es natural?  -Le parecía a ella que sí. 

En eso hizo una mueca de dolor y leyó su reacción.

No, no se preocupen.  Detengo el sangrado en un momento, y no hay huesos rotos. Esguince a lo más.  Un vendaje y podré caminar.

Me acerco a la doctora para intentar atenderla ya que ha entrado herida.

Doctora, ¿está bien? ¿Aún sigue cayéndose el techo?

Miro a la doctora buscando la piedra que había arrancado.

¿Aún conserva el cristal que sacó? ¿Se ha planteado que pueda contener el alma de un miembro del pueblo del Aire y haya provocado la ira del resto? Sería mejor que lo devolviera, doctora.

Mientras tanto, el viento cobra intensidad en el balcón.