Partida Rol por web

Pues vayamos platicando rumbo a los ruidos compañeros, que más pronto que tarde deberemos salir de aquí.  -

Miró al cielo, maravillada. -Cuando le cuente esto a mis hijos, a mi esposo...   Es lo que más le gustaba de su trabajo. 

Cuando Alma Mater tenga ya conocimiento de esto, y los países involucrados, la ONU, en fin, me imagino que podremos reproducir el aparato musical, y usar otras formas de ese lenguaje matemático para comunicarnos con quienes ya son aire, viento.   Oxígeno, Nitrógeno y Argón, sin forma definida... canturreó, fan del pop español 80tero.

-Toda una cultura a añadir a nuestra diversidad y abrir nuestros caminos como humanidad.  - Estaba clara que habría que usarse para el bien. 

Pero falta esta pieza, y apuró el paso hacia donde se oían los extraños ruidos, cuidando de que ninguno se atrasara demasiado por sus cavilaciones. 

Aire soy al aire, ... Cashi shin querer...  -siguió cantando.

Un nuevo temblor interrumpe vuestras divagaciones. Al principio, es un leve hormigueo en la superficie del suelo, un simple murmullo que altera la presión del aire, pero poco a poco cobra intensidad y es entonces cuando descarga su furia contra toda la estructura de la montaña. Algunos cascotes caen a lo lejos, sin crear riesgo para vosotros, pero uno de ellas golpea una de las columnas poliédricas de la entrada de la sala*, en la zona superior de la amplia sala. La columna se tambalea y acaba perdiendo su centro de gravedad y cae contra otra a su lado, partiéndose ambas en mil pedazos contra el suelo. En ese momento, mientras el temblor del suelo cesa, toma el relevo un silbido proveniente de la zona del derrumbe. Ese silbido es chirriante, como un grito de furia o rabia que viene de muy atrás en el tiempo. Una energía desatada que os produce una sensación conocida en el estómago. Es la sensación de peligro.

Aguantamos el temblor sin caer pero daba la sensación de que el lugar fuera a derrumbarse por momentos. Las columnas con los cristales caían y se destrozaban liberando lo que contenían en su interior.

El sonido que el viento transportó hacia nosotros, hizo que se me erizara el pelo de la nuca. Transmitía una rabia que sentía en mi interior como si fuera propia.

Vayamos a comprobar las columnas. ¿Han sentido eso que ha venido de allí? ¿Podría ser que los aptos se fundieran con el viento para transmitir su conocimiento y los no aptos fueran encerrados en esos cristales por toda la eternidad para que no pudieran transmitir sensaciones negativas al resto del pueblo?

Empecé a caminar de regreso a la zona de columnas para comprobar qué se había roto y estudiar los fragmentos de cristales destruidos.

Doctora. Su paso por las pruebas, ¿se nota cambiada en algún sentido?

¿Eran los cristales la cárcel?  ¡Que crueldad la deste pueblo dizque-iluminado!

Pero si, cualquier fuga de criminales de una cárcel podría ser peligrosa, por más que fuera un Estado miope y cruel el que las hubieran creado en primer lugar. 

El instinto de Sharada fue tomar parte de la ceniza y buscar usarla para comunicarse con los presos liberados.   Caminó con Threkor, dispuesta a aventarla al aire en cuento sintiera la primera ráfaga. 

Paz, hermanos de tiempo.  Somos nuevos, y creemos que puede haber esperanza.  Puede haber una forma en que tengan otra oportunidad.  Búsquemosla juntos.   -dijo con su voz, y querría decir con la ceniza, y usaría el ordenador y su flauta* si hiciera falta también como complemento.

Si no me acuerdo de las matemáticas, haré el símbolo de de Om con la ceniza, ojalá con eso nos entiendan. 

-Si los no aptos fueron encerrados en esos cristales para que no pudieran fundirse con el viento ni transmitir el conocimiento, tal vez no debiéramos pensar en la opción de liberarlos -razoné, con un gesto de negación-. Quizá simplemente fueran eruditos cuyos pensamientos eran distintos a los de los aptos, o quizá fueran presos peligrosos, criminales. No sé hasta qué punto sería buena idea ayudarles a salir de aquí.

Una idea se le vino entonces a la mente mientras pensaba en la posibilidad de obtener información sobre aquellos individuos no aptos y averiguar el motivo por el que no alcanzarían el estado de los aptos.

-Doctora, ¿cree que podría comunicarse con ellos de alguna forma? -inquirió, intrigado-. Si lográsemos entablar conversación con ellos, quizá podríamos saber cuál es el motivo por el que les consideraron no aptos.

Las deliberaciones de lo exploradores se ve interrumpida por una lluvia de piedras. Diferentes masas de aire agitan los cascotes del suelo y los lanzan como proyectiles hasta el grupo. Uno, de pequeño tamaño, golpea a la Dra. Srinivasan, aunque no le produce ninguna herida porque lleva la capucha de protección contra el frío, pero otro más grande golpea la mano derecha de Alwin Romijnsen, dejándole una herida abierta y varios hematomas que van adquiriendo color.

Fundirse con el viento, una eternidad de completa libertad. Todavía sumido en mis pensamientos seguí al grupo, no demasiado preocupado por los pequeños temblores.

-Pero, ¿no sería más fácil dejarlos morir? ¿Por qué darles la eternidad y encerrarlos? ¿Sería una especie de castigo extremo, sólo reservado para lo peor de lo peor? La idea del castigo hizo que un escalofrío recorriera mi espalda. Si es así, esta gente es mucho más... estricta de lo que me había imaginado.

Mis cavilaciones, la cuales comentaba en voz alta de camino a las columnas, se vieron interrumpidas por una inesperada ducha de piedras que, desgraciadamente, no pude esquivar. Soltando una maldición me quité la mochila de los hombros, al tiempo que examinaba la herida.

-Parece que no están muy interesados en hablar, doctora. ¿Alguien puede coger las vendas que guardo en la mochila? -Dije, al tiempo que examinaba que no tuviera la mano rota-. Creo que es hora de salir de aquí, ¿alguna sugerencia? Quizás podamos subir por el agujero del techo. ¿Alguno ha traido un gancho con cuerda?

Vacilante miré la altura a la que estaba el agujero. ¿Seríamos capaces de hacerlo?

Ok, ok, -dijo con su acento de Delhi-  hay dos maneras de resolver esto:  -Sacó su basuri.-  Una de ellas es llamar a los vientos bondadosos/merecedores para que detengan a los vientos agresivos/rechazados. 

Se parapetó vs más piedras que cayesen.  

La otra es comunicarnos con estas mujeres y hombres.   Ceniza, matemáticas, y música, basada en lo que sabemos. 

La otra que se me ocurriría es que, dado que los cristales absorben, podríamos engañarlos para acercarse a esa cristalería, y ahí que fueran re-absorbidos.  -su opción menos favorita, porque algo le decía que toda prisión es opresión, y debería haber siempre manera de encontrar "justicia comunitaria", o camino al perdón.    

-Comenzó a tocar la más pacífica música que se le ocurría.- 

Alwin Romijsen deja que la doctora decida qué estrategia tomar puesto que él debe protegerse la herida cuanto antes. Sea lo que sea, prefiere tener las dos manos listas para actuar. Sharada Srinivasan, por su parte, comienza a tocar una melodía mientras aquella furia eólica arroja proyectiles de roca contra los exploradores. Suena un lejano rugido, como un ser colosal que grita con fuerza a centenares de kilómetros, pero pronto os dais cuenta que es el viento. La melodía de la doctora parece haberse fusionado conlos vientos y, de alguna manera, haber hecho que algo comience a descender lentamente del gran agujero central del techo de la bóveda.

La lluvia de rocas no cesa, y cualquier cosa que hagáis deberá ser evitando no ser aplastado por los cascotes lanzados contra vosotros.

Algo capta vuestra atención de la espalda de la Dra. Srinivasan. Del interior de su mochila emana una sutil luz amarillenta.

Miraba al techo intentando esquivar las piedras que caían sobre nuestras cabezas. Intentaba también identificar lo que bajaba por el agujero, pero tenía más trabajo evitando las piedras y no me fijaba con claridad.

La luz de la mochila de la doctora me distrajo.

La piedra que cogió antes está brillando.

Fui hasta la doctora que estaba tocando aquella melodía y me coloqué a su espalda para intentar abrir la mochila y sacar el cristal que había cogido al entrar en la sala.

Continúa tocando, Sharada. Voy a coger la piedra de la mochila. Está brillando.

-No me gusta nada que parezca que haya algo descendiendo por el agujero de la bóveda -comenté, sabiendo que ahora les tocaba hacer frente a un nuevo peligro que se aproximaba. Una horrible teoría surgió en mi mente y preferí estar equivocándome al respecto-. ¿Recordáis a los esqueletos? Era los guardianes de las cinco puertas. Pues ahora... esa cosa que baja, sea lo que sea, es el guardián de esta estancia.

Empezaba a pensar que haber intentado ponernos en contacto con los vientos no había sido en absoluto una buena idea.

Creo que estoy llamando a los transcendidos. -dijo Sharada, en un intento de tranquilizar a sus atosigados compañeros. 

Parapetaba estaba, así lo dispuso antes de empezar a tocar, pero aún así ajustaba el ángulo de sus manos y su cuerpo pues los malditos pedruzcos comenzaban a llegar de todas direcciones contra ella y sus compañeros.

 ¿Cómo reconstruye la gente después del dolor?   -era una de sus preguntas filosóficas, y lo dejaba saber en el tono de música que dejaba salir de su basuri.   

Y este dolor es la prisión.