Partida Rol por web

-"Adelante pues, amigos. Si encuentran algo extraño, párense y me acercaré a echarle un ojo. Se cómo trabajaban mis antepasados y puedo localizar las puertas ocultas bastante bien."

Avanzaste en absoluto sigilo, ni una piedra o quejido fue emitido, ni el mismísimo Örome en sus legendarios acechos ha conseguido jamas ser tan sigiloso y discreto. Avanzas por un alargado pasillo que súbitamente se abre en un inmenso salón abovedado, flanqueado por varias decenas de columnas y toscamente iluminado. A la distancia ves tiendas de un campamento orco, al menos un centenar de ellos deben morar en las cavernas del reino abandonado. Al fondo de la estancia, al menos medio centenar de metros, se alza un pilar tornasolado tallado tras el que se vislumbra una escalera en la penumbra.

Un grupo de una decena de orcos están sentados en círculo en una fogata, parece que juegan a algo y apuestan. No hay más signos de vida en la caverna. Sospechas que la sala del trono está tras las escaleras que viste al fondo. El único camino pasa por atravesar el campamento para llegar hasta allí.  

Saelh avanzó en la oscuridad, siguiendo a Daebeg junto a sus compañeros. Llevaba su arco listo.

Volvió Daebeg tan silencioso que el ruido de su voz sobresaltó a todo el mundo. Susurró:

──Hay un largo pasillo que súbitamente se abre en gran salón abovedado, flanqueado por varias decenas de columnas que parecen árboles gigantes. A lo lejos hay un campamento de unos cien orcos, por el número de tiendas. Al fondo, al menos a unos cincuenta pasos, hay un gran pilar de colores refulgentes con muchas tallas, tras el que se puede vislumbrar una escalera que se pierde en la penumbra.

Hay un grupo de orcos jugando y apostando, unos doce, junto a un fuego, y no he visto más. Me da la impresión de que la escalera lleva a la sala del trono. A esa sala o a algún lugar muy importante. El único camino para llegar hasta esa escalera pasa por el campamento, me temo.

- ¡Negra sombra! - maldijo Saelh. La situación era difícil. - Quizá algunos podríamos deslizarnos en silencio al otro lado, pero un único fallo y estaríamos perdidos. - Los elfos y él eran sigilosos, y el enano sabía moverse en las profundidades... pero un error y no habría salvación. Enfrentarse a más de cien orcos era un reto demasiado grande. - ¿No habrá una entrada alternativa?

-O una forma de alejar a los orcos de ese campamento -añadió Annienor a la última frase de Saelh. -O he entendido mal, o sólo haría una docena de orcos presentes ahora mismo, ¿es eso?

Parecía inseguro por las nuevas. O tal vez fuesen los últimos acontecimientos los que le impedían formular un propósito claro. El caso es que se mantuvo a la expectativa, aguardando a oír lo que propusiesen los demás.

Eran malas noticias, parecía que nuestro destino pasaba por adentrarnos en el campamento orco. O encontrábamos una entrada anexa o tendríamos que pasar por todo el meollo.

-"Creo que deberíamos de buscar otra entrada. Puede que haya alguna puerta oculta o que no hayamos visto. Si intentamos hacer una distracción, alertaremos a todo el campamento, que se pondrá sobreaviso y esto se convertirá en un hervidero de orcos. Quizás podamos ir a esa escalera y subir, pero tendremos cortada la retirada. Grupos de orcos empezarán a patrullar por todas partes, cerrando todas las salidas. Si sólo hay 12 orcos, apartados del resto, entre esas escaleras y nosotros... será mejor matarlos rápidamente y esconder sus cuerpos."

- Nos superan en tres a uno. - dijo Saelh, sombríamente. - Una proporción excesiva, en mi opinión. Y el ruido de la lucha atraerá a más de su raza maldita. Yo optaría por un plan alternativo.

-"¿Qué propones, saelh? Te escucho."

──Yo he visto doce, pero seguro que hay más, igual en las cercanías, igual ha salido a alguna misión, no lo se.

En cuanto a las alternativas... ──Preferiría una entrada alternativa, si la hubiera, pero aquí me encuentro perdido por completo.

──...y las escaleras suben. Y el campamento parece más bien una base avanzada.

Era una situación peligrosa. Muy peligrosa. Acabar en manos del enemigo sería en verdad desastroso. No se hacía muchas ilusiones sobre su capacidad para guardar silencio ante la tortura.

Sacudió la cabeza con aire contrariado. La dificultad que se planteaba para pasar desapaercibidos era grande, y el peligro si eran descubiertos aún mayor.

-Podemos buscar otras entradas avanzando discretamente usando esas columnas que mencionas como cobertura, sin acercarnos demasiado al campamento... Si no encontramos nada, no veo cómo distraer a esa docena de orcos. Crear confusión en el campamento podría atraer a más enemigos, como decís. ¿Un ruido lejano, tal vez?

Miró a Daebeg, esperanzado. Annienor era de esos que, desconociéndolo todo de la magia, tiende a esperar que el que la conoce pueda obrar maravillas sin cuento.

Una esperanza vana. Sus dones eran algo muy limitado. Él se sentía capaz, si iba solo, de pasar ese campamento, con algo de suerte; pero ni aun siendo de su familia hubiera pensado que cinco de ellos podían realizar esa hazaña sin algún subterfugio que les ayudara.

──Karel, tus hermanos comenzaron esto, aunque fueran los Noldo quienes lo embellecieran. Esto es el corazón de las cavernas. ¿No se te ocurre ninguna ruta alternativa?

¿Qué propones, saelh? Te escucho.

- Una aproximación sigilosa. Acercarnos sin ser vistos, despacio. Tenemos la ventaja de que pueden estar confiados en que ningún Hombre, Elfo o Enano se acercaría a este lugar. - Prácticamente todo Beleriand estaba en manos de las hordas de Morgoth: en verdad su situación era desesperada y, en un giro del Destino, eso les podía ayudar ahora. - Si nos descubren no creo que sobrevivamos a un combate.

──Karel, tus hermanos comenzaron esto, aunque fueran los Noldo quienes lo embellecieran. Esto es el corazón de las cavernas. ¿No se te ocurre ninguna ruta alternativa?

Saehl escuchó la pregunta y miró al Naugrim, esperando que, contra todo pronóstico, se le ocurriera una ruta que no atravesara el campamento de los orcos o su avanzadilla. Si no fuera así, tendrían que intentar la peligrosa opción de deslizarse en silencio entre sus enemigos.