Partida Rol por web

Sue Ellen Watson, propietaria y ahora mismo recepcionista del Excelsior, devolvió la cálida sonrisa a Max Jordan.

—Buenos días, agente. La oficina del sheriff está a la izquierda, a unos cien metros en la acera de enfrente. La oficina del Herald tampoco tiene pérdida. Pase la comisaría y el juzgado y, en el cruce, gire a la izquierda y se la encontrará a pocos metros, en la misma acera —la mujer aprovechó la ocasión y sacó un folleto del mostrador—. Aquí tiene, son los mejores coches de alquiler del condado, diga que va de parte de los Watson —guiñó un ojo con complicidad.

A pesar de su enfado, Max leyó por encima el folleto: 

ALQUILER DE VEHÍCULOS Y MAQUINARIA Y TALLER DE REPARACIONES DUPRÉ: PRECIOS SIN COMPETENCIA. 

Antes de que tuviera tiempo de pensar nada sobre aquello su teléfono móvil comenzó a sonar: era Adele Lewis.

Con una mano en la cadera y la otra sosteniendo el móvil, Adele esperó a que su compañero le atendiera el teléfono.

-Cuéntame.- Dijo en el momento que escuchó que la llamada conectaba.

Jordan trataba de ocultar su mal humor. Además, aquella mujer no tenía la culpa de nada. Cogió el folleto que le entregó. - Muchas gracias señora Watson. - A penas dijo el hombre el apellido de la amable mujer cuando su móvil comenzó a sonar. - Si me disculpa, debo atender la llamada. - Y sin decir nada más se alejó de la recepción saliendo a grandes zancadas del hotel, lo último que escuchó la señora Watson fue a Max decir "Jordan" al descolgar.

- Vale. Intentaré mantener la calma. - Fue lo primero que dijo Max a su compañera y jefa, quién noto enseguida el enorme cambio de humor en su compañero de hacía diez años. - Parece que la agente Greenwrim decidió ir finalmente por su cuenta. Salió a primera hora del hotel y no sé dónde está. Porque si mintió sobre que iríamos juntos a la oficina del sheriff, seguramente haya mentido también con respecto al lugar donde iba a ir. Lo peor es que creía que se podía confiar en ella. Por otro lado, - dijo sin permitir a Adele que le replicase nada, - tengo en mis manos el periódico local. Te leo la portada: Los Rangers de Texas se encargan del caso de los O'Hara. Y dentro hay un detallado artículo sobre todo lo que parece que estuvieron haciendo ayer, así como los nombres de los otros chicos desaparecidos y como no, lo firma Mortimer F. McAllan. Voy a alquilar un coche para moverme por la zona... dime qué quieres que haga a parte de no cargarme a la Ranger. - Dijo mientras sus pasos le llevaban hacia la oficina del sheriff.

Adele tomó aire al escuchar el tono de Max y enterarse sobre la actuación de la Ranger. No tengo puta paciencia para esto hoy. -Veré si puedo localizar a Greenwrim para que se comunique contigo o hacerte llegar su número por mensaje de texto. Olvídate de la comisaría por ahora, vamos a dejar lo del Sheriff para más tarde mientras solucionamos esto. Si el tipo es tan hijo de puta como nos han hecho ver, la tendremos aún más difícil para lidiar con él si Greenwrim y tú se presentan en momentos distintos con las mismas preguntas y no trabajando en equipo. Dirígete mas bien al periódico y haz contacto con el tal Mortimer, infórmate sobre lo que sabe; trata de hacer buena relación con él, si está tan informado como parece nos conviene tenerlo de aliado en este momento. ¿Entendido?-

Pensó un momento antes de seguir. -Juliette O'Hara intentó suicidarse esta mañana, va con Gregor y el alguacil Reeves de camino al hospital. Bennet y yo revisaremos la zona y hablaremos con una vecina que puede haber visto algo en ese entonces, y de allí iremos con los Tillman.-

Cuando Max escuchó lo de no ir a ver al sheriff detuvo sus pasos enseguida, para luego continuar la marcha hacia el periódico. - Está bien. Intentaré hacer que colabore. Seguramente quiera la exclusiva del momento del arresto del tipo a cambio de dejar de publicar tanta información. ¿Se la puedo dar? - Consultó a Adele. No quería meter más la pata con ella.

En cuanto a Greenwrim no añadió nada. Por ahora quedaba al margen de lo que él iba a hacer. Cuando Adele le notificó el intento de suicidio por parte de la mujer se quedó tremendamente afectado durante unos segundos. Se notó en el silencio que se produjo en medio de la conversación. Suspiró dolido por ella. - Espero que la cojan a tiempo... Su acto implica que permanecerá unos días en psiquiatría y que Gregor se encargará de la pequeña. Si asuntos sociales se entera de esto y van a su casa y se encuentran al señor O'Hara bebido... que se despidan de su otra hija... - Dijo con pesar. Pero en aquel momento se sentía atado de pies y manos.

- Estoy de camino al periódico. No está lejos del hotel. Te llamo cuando salga y Adri, ten cuidado... Si la que parecía de fiar no lo es, no quiero ni pensar en su compañero.

-Lo de la exclusiva será nuestra baza a favor. No se lo ofrezcas a menos que estés seguro que nos dará lo que necesitamos y que colaborará con nosotros hasta el final. Sin colaboración de su parte, no hay exclusiva. Si deja de ayudarnos más adelante, no hay exclusiva. Si nos perjudica de algún modo durante la investigación, no hay exclusiva. Confío en que sabrás manejar esto, Max.-

Miró hacia la casa y hacia Bennet. -Estaré bien. Mantenme informada. Si no contesto de inmediato envíame un texto y te responderé a la brevedad.- Y con esto colgó.

La breve caminata y el cabreo habían hecho sudar a Max Jordan, que se preguntaba en estos momentos por qué habían dejado de llevar sombrero los agentes del FBI. Aquel sol de justicia, después de los nubarrones matutinos, amenazaba con achicharrarle la calva. Estaba seguro de que las ordenanzas no imponían un código de vestimenta uniforme a sus agentes, salvo la limpieza y el buen aspecto, pero lo cierto es que la costumbre de muchos, incluida Adele, era tirar de traje negro.

Cuando abrió las puertas de la pequeña oficina situada en la planta baja de un local multiusos, el aire acondicionado fue el primero en darle la bienvenida pues, de hecho, el lugar parecía vacío. Sin embargo, mientras deambulaba por la estancia, la puerta de un despacho se abrió y un sorprendido Mortimer F. McAllan, al que reconoció inmediatamente por las fotos de la web del diario, salió a recibirle.

—Buenos días, caballero, ¿en qué puedo ayudarle? —inquirió entre curioso y molesto tal vez por la interrupción en lo que prometía ser una tranquila mañana de sábado preparando el artículo insustancial del día siguiente.

- Tranquila Addi. Sólo necesitaba tu permiso. Se manejarme con eso. - Le respondió a su superiora tratando de calmarla o tal vez de calmarse a sí mismo. Jordan caminaba deprisa bajo los primeros rayos de sol y ya le parecían abrasadores. Estaba claro que debía comprarse o bien un sombrero o protector solar o acabaría con la cabeza más roja que una sandía pelada. Aprovechó el periódico para cubrirse un poco del sol y no tardó demasiado en llegar al local donde se editaba aquella prensa que iba cargada a conciencia contra el sheriff local.

Max entró y agradeció el golpe del aire acondicionado en su cabeza. Sacó el pañuelo de tela y se secó el sudor incipiente en su frente y calva, cuando asomó el hombre a quien reconoció enseguida como el autor del artículo que tan poca gracia le había hecho a él y a Adele. Y estaba seguro de que en cuanto lo viesen los rangers iban a montar en cólera. Pero ese si que no era su problema... como si el sheriff Smith decidía abofetear a la agente Greenwrim o someterla a una violación en grupo con sus compañeros... él se encargaba de menores y de sus compañeros y Moira había demostrado no serlo.

- Agente Jordan, del FBI. Unidad especial de menores. - Se identificó Max cuando el hombre le prestó atención mostrándole su placa. - Me gustaría hablar con usted a solas, respecto a esto. - Y le mostró la portada del periódico de la mañana, donde el titular dejaba todo claro. Jordan se relajó un poco y le sonrió. - Creo que tenemos muchas cosas de que hablar y voy a necesitar su colaboración, pues veo que es el que mejor está informado de todo en este lugar.

—Mortimer McAllan, redactor jefe del Herald —saludó también tendiendo su mano con cortesía—. Primero los Rangers y ahora los federales... Parece que nos ha tocado la lotería —sonrío con ironía el periodista—. Vayamos a mi despacho, estaremos más cómodos —guió a Jordan hasta el pequeño cubículo independiente que parecía ser todo el privilegio con el que contaba el redactor jefe de aquel pequeño periódico—. Tome asiento, por favor. ¿Café, una cerveza? —ofreció sacando de una pequeña neverita un six-pack de latas de Budweiser que dejó sobre su escritorio lleno de papeles, aunque no muy desordenados; seguidamente sacó un cigarrillo de un paquete de Lucky y se lo puso en los labios—. ¿Le importa si fumo? Me ayuda a concentrarme.

Max Jordan se fijó en algunos de los titulares enmarcados y en un par de premios de la prensa estatal. Mortimer McAllan parecía un buen profesional que quizás mereciera trabajar para los grandes medios, o quizás estaba, sencillamente, en el lugar que le correspondía, en aquel rincón de Texas.

- No creo que tener a los Rangers de Texas y al FBI husmeando por aquí, sea tocarles la lotería... Menos aún con tanto niño desaparecido. - Le dijo Jordan, tratando de que Mortimer se diese cuenta de que la situación era sería. - Hemos tenido acceso a sus artículos previos, donde denunciaba y dejaba ver con claridad las... digamos, carencias o ganas de trabajar del sheriff Smith. - Le indicó al entrar en el despacho.

Lo observó con cuidado, la decoración, el orden. - No gracias. No bebo. - Dijo refiriéndose a la cerveza. - Y acabo de tomarme un café. Otro más y con mi altura no tardaré en subirme al techo. - Bromeó tratando de relajar el ambiente. Tratando de dejar su enfado atrás. Iba a necesitar todo su carisma para lograr lo que necesitaba de aquel hombre. - Es su despacho. - Respondió con gesto amable. - Solo le pido que no me llegue el humo.

Tras estas palabras, lo que quizás se le hacía más duro a Jordan era tener esa cerveza fresca delante y se le hacía peculiarmente conocido el hecho de empezar a beber tan pronto. - Aún no he tenido el placer de conocer al sheriff Smith y por lo que sé y como carga usted contra él, no le considero alguien de fiar. - Le dejó bien claro al empezar a hablar. - En cambio usted tiene agallas para publicar esto... - Dijo dejando el periódico sobre la mesa. - Y parece que no teme la repercusión que pueda tener con el sheriff local y lo peor, es que creo que no se ha planteado el daño que puede hacer a la investigación en curso. Se que su trabajo es este. Destapar la verdad y lo entiendo y admiro su valor y dedicación. Pero ahora mismo acaba de avisar a un hombre peligroso de que los Rangers van detrás suyo... No voy a negar que voy a necesitar su colaboración en todo esto, pues ambos buscamos lo mismo. Sólo que a partir de ahora necesito ayuda y discreción. Eso quiere decir que para empezar, el FBI no ha estado aquí. Dígame, ¿quiere colaborar con todo esto? - Le preguntó con tono amable y educado todo el tiempo, dejando caer sin decirlo claramente, que sabía que el sheriff Smith era un problema y que lo seguiría siendo.

—Yo lo veo de otro modo, agente Jordan —replicó el periodista guardando el cigarrillo y abriendo una lata de cerveza que dejó de momento sin beber—: ese titular significa un rayo de esperanza para las familias de todos esos niños desaparecidos en ambos condados. Quince en total, nada más y nada menos, arrebatados a sus familias delante de las narices de esos dos majaderos con placa que tenemos como sheriffs. ¿Están ustedes al corriente de los números? —se reclinó en su asiento con una nueva sonrisa irónica—. No, yo creo que no; están dando palos de ciego. Por eso está usted aquí, sentado en mi despacho —le guiñó un ojo—. Pero sí, estoy dispuesto a colaborar.

Mortimer dio un largo trago a su cerveza, la dejó de nuevo en su sitio y miró a los ojos al agente federal, esperando su respuesta.

- No es un rayo de esperanza. Créame. Es remover heridas sin tener nada. Pero coincidimos en que no se ha hecho nada por ellos. Pero este no es el camino... - Jordan permaneció impasible ante los quince niños desaparecidos, pues ya lo sabía. No era tonto... por eso no tenía pelo.

Cuando el periodista se inclinó hacia él, creyéndose imprescindible y superior al agente, Jordan le sonrió. - Deme algo de cancha. Sólo llevo unas horas en el caso y ya tengo los quince nombres a los que se refiere. - Le dijo sin perder la sonrisa. - Pero lo que tengo claro es que tardaré menos en hablar con usted sobre ellos, que en empezar a investigar cada nombre desde el principio. Además, quiero que todo esto se haga de manera confidencial. Como ya le dije, yo no he estado aquí, por lo tanto no quiero leer en su periódico mañana que el FBI está metido en nada de esto.

» Al contrario... Necesito que silencie esos rumores por el bien de todos. El secuestrador se asustará y escapará si está aquí aún y creo que la mayor esperanza para esas familias, es encontrarle y atraparle y que todos sepan que pasó y dónde están sus hijos. - Max se acomodó en la silla, relajado, dejando pensar al periodista. - Y de paso hacer rodar algunas cabezas que veo que no le entusiasman demasiado... Y no me miré así. Hasta hace unos minutos sólo tenía nueve nombres, pero gracias a usted, tengo los quince. - Puso el periódico sobre la mesa y lo abrió por la página del artículo publicado esa misma mañana.

- Tanya Wahington, Barbara Swanson, Daniel Mason, Loreen Eaglenest, Mark Scarrow y Debora Johnson. - Dijo el agente casi de memoria. - Conozco la lista completa de quienes teníamos los nombres... pero no de los que no teníamos. Lo único que me tenía despistado era que no saliesen más nombres en sus artículos y pensé que había otra zona por cubrir... hasta esta mañana. Para que vea que de se de que hablo, ¿qué tal si empezamos por David Smith? Desapareció en el 2001 y el padre de Will Jefferson asegura que su hijo desapareció en la misma zona que aquel chico... ¿Cuándo desapareció David Smith y dónde? - Le pregunté con curiosidad, demostrándole que sabía más de lo que el pensaba. Ahora es cuando se verían sus ganas de colaborar si eran reales o no.

Mortimer McAllan juntó los dedos de sus manos y se los llevó delante de su boca, en un gesto de reflexión. No perdía detalle de la persona que tenía sentada delante de él y su instinto profesional le decía que, tarde o temprano, le iba a traicionar; las pasma siempre lo hacía, porque les perdía la soberbia y el corporativismo. En su fuero interno se debatía entre mantenerse fiel a ese instinto y actuar como lo que era, un periodista, o ceder en beneficio de aquellos menores y de sus familias.

—Venga por aquí —decidió finalmente poniéndose en pie y guiando al agente Jordan hacia el archivo del periódico, una sala atiborrada de viejos ejemplares, algunas máquinas de escribir y ordenadores viejos. McAllan se fue directo a un archivador metálico y comenzó a sacar algunos números atrasados—. Nuestro presupuesto y nuestro personal son limitados, por eso no hemos podido digitalizar todo nuestro archivo aún —salió con los periódicos bajo el brazo, cerró la sala del archivo con llave y buscó una mesa despejada fuera de su despacho—. Aquí los tiene, todos los casos desde Samuel Tillman, el crío que desapareció en el condado de Harrison. Pero esos ya los conoce —apartó unos cuantos ejemplares—. Aquí... Tanya Washington, una niña negra de 9 años, natural de Jefferson; fue la primera en este condado. Desaparecida de los alrededores de su domicilio sobre las 9 de la mañana del 10 de marzo de 2001. Su padre, John, era un camello local. La liaron bien cuando el sheriff Smith y sus secuaces le "entrevistaron" a él y a su familia... Dados sus antecedentes las teorías más defendidas fueron ajuste de cuentas o violencia doméstica. Nadie quiso ni siquiera escuchar su versión de los hechos, aunque lo cierto es que a mí tampoco me convenció mucho su historia sobre la desaparición misteriosa la primera vez que hablé con ellos.

»Barbara Swanson, blanca, 4 años, natural de Smithland, desapareció también de los alrededores de su domicilio la noche del 10 de junio de 2001. Sus padres estaban tan drogados que no se dieron cuenta de que su hija no estaba en casa hasta bien entrada la mañana siguiente —torció el gesto con desagrado—. Tras el suceso accedieron a rehabilitarse en un centro sufragado por una congregación religiosa de por aquí, creo, y el padre incluso se convirtió en pastor baptista en Oil City, Louisiana. Le entrevisté por teléfono... Menudo gilipollas...

»David Smith, 8 años, natural de Gray, condado de Marion. Desaparecido mientras jugaba en la carretera 727 con sus amigos el 15 de septiembre de 2001. Su amigo Jamie aseguraba que había visto a alguien merodeando por la zona, pero el juez Corman se pasó por el forro su declaración alegando falta de credibilidad por su condición de menor. Los padres de David, por el contrario, siempre han creído al chico.

»Daniel Mason, negro, 4 años y natural de Jefferson. Desaparecido en una excursión familiar cerca del parque estatal Caddo Lake el 19 de septiembre de 2002. El primo de Daniel, Ron, un chico mayor con problemas de aprendizaje, era el que estaba al cargo del niño antes de su desaparición; pero, al parecer, Ron abandonó a Daniel para ir a masturbarse y cuando regresó ya no estaba. Ron fue internado en un centro mental para jóvenes y toda la familia cargó sobre él las culpas del destino del niño. Sin embargo la fecha y el perfil coincidían con los demás casos y así se lo hice ver al sheriff, que me mandó a paseo. Traté de hablar con sus padres, pero hay gente con la que no se puede tratar, ya me entiende.

»El caso de Louie Rimbaud ya lo conoce, si no me equivoco… Es con diferencia el más surrealista de todos: su hermana Gina denunció la desaparición y los padres lo negaron todo. Esos dos animales querían perder de vista al pequeño porque decían que había nacido de un padre distinto. De hecho, Gina cree que fueron sus padres los que mataron a su hermanito; pero estoy convencido de que es un caso similar al resto.

»Loreen Eaglenest, una chica nativa americana de 7 años que desapareció el 20 de junio de 2003 también aquí en Jefferson mientras jugaba con sus amigas en la calle… a ver… sí, aquí, sobre las 18:45. No sé mucho más porque no pude hablar con su madre, una mujer divorciada. Ella se casó de nuevo y abandonó Jefferson al darse cuenta de que no iba a lograr nada de gentuza como Smith.

»Mark Scarrow, otro caso peculiar: un pequeño de 3 años de Smithland presuntamente fallecido en el incendio de su domicilio, donde perecieron su madre, su tía y el novio de esta, el 19 de septiembre de 2003. Pero, he aquí el detalle, los bomberos nunca encontraron el cadáver del niño. Alegaron que el calor debió fundir los huesos, pero vi las fotos del incendio y sus tres familiares estaban apenas carbonizados y la casa no ardió por completo.

»Will Jefferson, el hijo de AK-47 Will… No puedo contarle mucho más de lo que leyó en mi artículo. Solamente advertirle que este tipo podría convertirse en uno de sus dolores de cabeza cuando se enteren que andan ustedes por aquí. Bueno, él y los padres de David.

»Y la última y más reciente, Deborah Johnson, una niña blanca de 5 años desaparecida a la salida del colegio, camino de su casa en Jefferson el 14 de marzo de este mismo año. Matteis, el profesor al que buscaban los Rangers, sería el principal sospechoso si no fuera porque los Johnson creen que fue su vecino, Carlos Díaz, un adolescente que jugaba demasiado con Deborah. Han acusado al chico públicamente, le han llamado pervertido e incluso la señora Johnson le pegó a su madre y a él cuando se encontraron a la salida de la declaración ante el sheriff Smith... Un espectáculo de lo más patético. Pero a mí no me cuadra. Carlos es un chaval de 14 años bastante retraído, quizás con problemas de autismo, aunque no soy experto en la materia… No le creo capaz de haberle hecho nada a Deborah y, por supuesto, es imposible que sea culpable del resto de casos.

El periodista se echó hacia atrás para darle espacio físico y mental al agente Jordan, aunque su mirada seguía clavada en aquellas páginas. Parecía sentir cierto alivio de haber encontrado alguien a quien poder confiar su información y sus teorías; pero su boca torcida en una mueca de contrariedad indicaba que no se hallaba del todo satisfecho.

El agente Jordan se levantó y siguió a periodista hasta los archivos y por lo que parecía, lugar de almacenaje del lugar. No era muy grande, así pues, esperó en la puerta observando el sitio y a Mortimer mientras que este buscaba algo en un archivador metálico. Cargado con periódicos, ambos hombres se acercaron a una mesa despejada y allí fue donde McAllan dejó caer la bomba. Los ojos del agente seguían cada noticia mientras escuchaba cada palabra salir de los labios de aquel hombre en silencio, sin interrumpirle ni una sola vez.

Sintió como el periodista le dejaba sitio mientras releeía todo sin creerse que toda aquella información la hubiese sacado aquel hombre, incluso a la luz y que nadie le hubiese hecho caso. Ni el maldito Smith había movido un solo dedo a pesar de que tenía suficientes cargas probatorias para enlazar esos casos unos con otros. Se sonrió pensando en el gran error que hubiese sido ir a ver al sheriff Smith. No es que fuese un cero a la izquierda, era mucho peor que eso.

- No me puedo creer... - Dijo mientras miraba los periódicos. - que no le hiciesen caso... con todo esto... Creo que se equivocó de profesión. Debió hacerse agente de la ley... usted debería ser el sheriff de este lugar no ese... cuanto menos negligente de Smith. - Estaba claro que Jordan se guardaba la verdadera y pésima opinión que tenía de aquel hombre.

- Venga. Vea como no voy dando palos de ciego como usted cree. Y dado que conoce los otros casos, no le estaré contando nada nuevo. - Sacó la lista donde estaban las fechas de las desapariciones, los nombres y datos básicos de los niños y donde había huecos libres donde, supuestamente, habían desaparecido los que faltaban. - Como le dije tenía nueve, sabía que eran quince, solo que no tenía los nombres hasta esta mañana. - Y uno a uno, junto al mes y año correspondiente, fue poniendo el día concreto, el nombre del crío, la edad y los datos básicos de todos. Cada uno en su lugar. Al final de la lista se veía aquel mes donde se encontraban, con el mismo año y sin día ni nombre. Max señaló ese hueco. - Lo hará pronto. Él ya sabe quien será su víctima. Lo sabe desde hace semanas. Y lo peor, es que no le importa matar a sus padres para conseguir al pequeño.

Y puesto que sin duda llevaba tiempo observando a la familia, que los rangers estuviesen metiendo las narices en todo esto no iba a ser impedimento para él. - Si sigue dando estas noticias, si consigue hacerse con ese nuevo niño... se irá de aquí y buscará otro lugar donde seguir con su... caza. ¿Entiende lo que quiero decir? Necesito que deje de publicar más datos del caso. Ya tiene aquí a los refuerzos y casi no tenemos tiempo. Bastante tenemos con el que parece poco colaborativo sheriff del lugar y sus ayudantes, que no harán más que ponernos la zancadilla... Bueno, aún tienen que enterarse que el FBI está aquí. - Sonrió al hombre. -¿Qué puede decirme de ellos? - Preguntó Max mirando a los ojos al periodista. Su mirada delataba que no iba a dejarles salir airosos después de ver todo estoy y saber que el sheriff Taylor le pidió ayuda con las desapariciones. - Y como es que teniendo todo esto, no intentó informar a alguna autoridad por encima del sheriff Smith. Con esto y con lo que sabe del resto de desapariones, tanto los Rangers como el FBI le hubiesen escuchado y hubiésemos venido antes. - Aseguró con certeza. - Sobre todo si esto hubiese caído en mi mesa. - Dijo con determinación señalando los periódicos.

—Como usted dice, hay un calendario más fijo en los meses de las desapariciones y... ¿podemos ya confirmar que muertes? —McAllan se mostraba un poco más relajado, pero no podía renunciar a su instinto—. No es necesario que me conteste..., ya me hago una idea. Debe haber un motivo para ello, estos tipos siempre lo tienen, uno retorcido, a veces hasta ridículo... En fin... Yo también me temo que actuará de nuevo muy pronto, por eso quise alertar a todo el mundo, incluso a él, de que esta vez no iba a ser tan fácil...

El periodista se puso de pie, dio un breve paseo y regresó a la silla. Se quedó detrás de ella, apoyando las manos sobre el respaldo, agachó la cabeza, tomó aire y contempló el techo unos segundos.

—Verá, todos tenemos nuestras mierdas..., cometemos errores... Los míos no son muy graves, pero los conocen tanto el sheriff como el juez Corman. No tuvieron que amenazarme demasiado para que mantuviera un perfil bajo en este asunto. No tenía apoyos por parte de nadie, me la jugaba yo solo... y tengo familia, ¿sabe? —deambuló nuevamente por la sala—. Hablé con el sheriff Taylor. Había leído mis artículos y estaba de acuerdo conmigo en que todos los casos estaban relacionados. El problema es que ese hombre chochea y antepone su enemistad familiar con Smith a su obligación como sheriff... O al menos así lo veo yo.

- Sabe que no puedo hablar de la investigación en curso con detalle, pero creo que es obvio lo que ocurre con ellos. - Le respondió Max con pesar en sus palabras. - Y por desgracia nosotros le necesitamos en activo y confiado. Un rastro de tres meses no nos llevará a ningún sitio... un escenario de unas horas sí. No me gustaría llegar a que ocurriese eso y poder cogerle antes. Pero si usted con Taylor no han logrado dar con él en tanto tiempo, nosotros vamos más apurados. Pero debo reconocer que ha hecho un gran trabajo de investigación. ¿Podría sacarme copias de los artículos? - Le preguntó. - Me resultará más cómodo y rápido que estar haciendo un manuscrito a mano. - Sonrió a Mortimer levemente.

- Bueno, parece que tenemos un nuevo jugador en el terreno. El juez Corman y por lo que veo amigo del sheriff Smith. No voy a engañarle. No conozco a Smith, solo su reputación, sabía que había ignorado los casos de los niños desaparecios y que no se lleva precisamente bien con el sheriff Taylor, así como que dio problemas a los rangers. Así que tenga claro que ese tipo no me gusta y si sus ayudantes le encubren, es evidente que tampoco me gustan... y si ahora apuntamos más alto y un juez está por medio... tampoco me gusta. Eso traducido a algo que ambos entendamos, se llama: voy a tirar de la manta. Y es que los agentes de la ley, da igual a que cuerpo pertenezcan, si son así, no deberían tener ni una placa en el pecho. Creo que no les daría trabajo ni de barrenderos en una granja de ganado. - A aquel tipo le habían jodido y bien y podía sentir su miedo.

- Por lo que se, Smith se niega a colaborar. De hecho, usted mismo sabe que no ha investigado ni la mitad de las desapariociones que se han dado y estoy seguro que no tiene ni las denuncias de esos casos. Por eso gente como él no debería existir. Supongo que le costará creer en mí. - Max sacó su tarjeta y escribió en ella la fecha 17 de agosto 1979. Luego se la entregó al hombre. - Acceda a internet. Ponga mi nombre, esa fecha y Sheveport, Luisiana. Mi caso si está en internet. Y a la tarjeta no le haga mucho caso, el móvil si es el mío, el fijo dejó de serlo cuando me trasladé a Nueva Orleans. Pero aún así desde esa oficina pueden dar conmigo... Hicieron demasiadas tarjetas a mi nombre en aquella oficina y me da pena tirarlas, así pues, cuando viajo, son las que gasto puesto que solo van a dar conmigo en el móvil, no en el fijo. Creo que con la información que encuentre ahí, se hará una idea de quien soy y hasta que punto me puedo implicar en todo esto.

En internet Max dejó tiempo atrás su historia, sin dar demasiados detalles, de como asesinaron a su mujer delante suyo, como casi le matan a él y como se llevaron a su hija. El tiempo que estuvo en coma y como al despertar le dieron la noticia de su pequeña. La foto de la pequeña Rachel estaba en la web y en ella dejaba claro que no había perdido la esperanza de encontrarla casi 25 años después y había dejado una dirección de correo electrónico de contacto por si alguien sabía algo. Era infinitamente menos detallado que el informe policial pero quedaba latente la desesperación de un padre que había perdido a su hija y no tenía ninguna respuesta. También deja claro que es agente del FBI en la actualidad y que trabaja en la unidad especial de menores.

Jordan esperó en silencio a que el hombre comprobase aquellos datos, releyendo los artículos de los periódicos. - Ya no está solo, señor McAllan. Toda la ayuda que pueda prestarme, toda la información que pueda darme, será bien recibida. Y si sirve para sacar la basura de esta ciudad... mejor aún. Pero es su decisión. - Le dijo el agente con convicción. - Será mi cara la que vean, no la suya. Puede permanecer con el perfil bajo si quiere y solo haré mención a uno o varios informantes anónimos o cuando me toque redactar el informe final, pedirme que le incluya en él. A fin de cuentas todos sabemos que por muy bueno que sea un investigador, si no cuenta con alguien que sepa sobre un tema, le costará dar con la solución y creo que no podría encontrar a un colaborador mejor en todo el lugar.

Mortimer miró la tarjeta que le había entregado el agente Jordan y luego a él.

—No me malinterprete agente Jordan, pero no estoy seguro de si quiero ver su caso —desconfió el periodista—. Déjeme que me lo piense un poco. De momento le haré una copia de todos los artículos; están en mi ordenador —entró en su despacho, se sentó ante la computadora y comenzó a copiar archivos en un CD. No tardó mucho en regresar con el disco.

—Aquí tiene, todos los artículos llevan mi firma, de manera que no podría perjudicar a otro salvo a mí aunque quisiera. Lo cierto es que, cuando todo esto termine, me gustaría poder seguir viviendo en Jefferson, más que nada por los niños; pero tampoco nos vendría mal cambiar de aires. No sé más de lo que le he contado hace un momento pero si averiguo algo...

En ese momento la puerta de la oficina se abrió y un hombre mayor entró en ella. Pasaba de los sesenta aunque bien llevados, era alto y corpulento, con el pelo cano cortado al cepillo y vestía ropa de aspecto militar. Iba fumando un cigarro habano y buscaba con la mirada a alguien. Cuando vio a McAllan de pie, en medio de la sala, comenzó a acercarse con paso tranquilo.

—McAllan, McAllan... Imagino que disfrutas jodiendo a la comunidad —dijo a modo de saludo mientras arrojaba en medio de la mesa otro ejemplar del diario abierto por el reportaje sobre los menores—. Pero una cosa es que te guste joder a las putas de Jefferson y alrededores y otra muy distinta que intentes darme por el culo a mí y a mi sábado de pesca, maldito soplapollas —el periodista se quedó petrificado en el sitio sin saber qué decir y el recién llegado pareció percatarse por primera vez del tipo con traje que estaba sentado—. ¿Ya has traído a tu abogado? Reconozco que, cuando quieres, utilizas el cagadero ese que tienes por cabeza.

McAllan hizo ademán de presentar a Max Jordan, pero su gesto se quedó a medio camino.

- No le obligo a ello. Usted es periodista e investigador. Con lo que encontrará ahí, y sabiendo que sabe por donde moverse, estoy seguro de que dará con más y verá que lo que dejé ver, es verdad. Entiendo que desconfíe de mí. De hecho nadie se fía del FBI. - Sonrió tras aquellas palabras, demostrando así que estaba por encima de todos esos prejuicios.

- Procuraré que así sea. Y la única manera creo que sabe cual será al final... aunque le aseguro que no entiendo que le encuentran de atractivo a este lugar. El calor, la humedad, los mosquitos... - Por no hablar del sheriff que cada vez sonaba más negligente y corrupto en la cabeza de Max y ahora aquel juez que había mencionado el hombre. - Mi caso, siéntase libre de investigarlo o no. Solo quiero que vea con quien comparte la información. Yo no necesito mucho más, salvo que por ahora detenga esas publicaciones. - Max cogió el CD y se lo guardó en el bolsillo interior de la chaqueta. - Tiene mi tarjeta. - Terminó Jordan la frase cuando aquel hombre entró en el periódico local.

El tipo entró con aires de grandeza y su tono no le gustó nada a Max. Por su manera de hablar no tardó en deducir quien era. Miró a McAllan, dándole la espalda un instante al sheriff y guiñó un ojo al periodista. Esperaba que se diese cuenta de sus intenciones. - Sheriff Smith, supongo. - Dijo Jordan y le tendió la mano. - Agente Maximiliam Jordan, del FBI. - Acto seguido le mostró sus credenciales al enojado sheriff. - Veo que ambos hemos venido a lo mismo. - Le dijo Jordan al hombre enojado. - En cuanto vi el periódico esta mañana desestimé acercarme a su oficina para notificarle mi presencia en Jefferson y opté por venir directo a ver al señor McAllan exigiendo explicaciones sobre esto. - Señaló el periódico que el mismo hombre había dejado sobre la mesa. - Que por cierto, mi ejemplar se quedó en su despacho, señor McAllan.

» Precisamente he venido a sugerirle al señor McAllan que deje de publicar cosas de estas que no hacen bien a nadie y creo que ha entendido el mensaje claramente. - Jordan miró al periodista, quien debía estar dudando en aquel momento de que lado estaba el agente del FBI. - Ya le he dejado muy claro que no quiero ver nada al respecto sobre este tema en concreto y que no quiero una tirada especial ni encontrarme mañana que un agente del FBI ha estado aquí. Prefiero que los rumores corran y que se me tome como un abogado, como ha hecho usted a que se sepa que ando, perdón, andamos por aquí.

El juez Corman no estrechó la mano del agente del FBI y le dejó soltar toda aquella parrafada sin apenas mover una ceja para mirar de reojo a Mortimer McAllan un par de veces. Cuando Max Jordan, por fin, cerró la boca, el viejo dio una larga calada al habano y esparció el humo apestoso por toda la sala.

—Hijo, no sé si es usted así de estúpido o se trata de una nueva estrategia del FBI —dijo colocando sus brazos en jarras y con gesto adusto—. Que me haya confundido con el sheriff Smith me inclina a pensar lo primero, pero como me queda una mínima pizca de respeto hacia las instituciones federales de este país, estoy dispuesto a olvidar lo que acaba de suceder si mueve su engrasado culo de esa silla, le pide una cita a mi secretaria y el lunes a primera hora se presenta en mi despacho del juzgado con toda la documentación en regla, de manera que yo pueda permitirle a usted y a sus secuaces meter las narices en mi jurisdicción —levantó una mano al ver la intención del agente de replicar—. No quiero oír una palabra más, salvo que quiera meterse en problemas legales conmigo; algo que no le recomiendo, agente Jordan.

Dedicó una última mirada respectiva a McAllan, recogió su ejemplar del Herald y se encaminó hacia la salida. El periodista fue expulsando el aire poco a poco, a medida que Roger J. Corman se iba alejando de ellos.

- Discúlpeme juez. Supuse que sería el sheriff quien vendría a poner orden en persona. Hablaré con mis superiores para que envíen la documentación... - Para cuando Max terminó de hablar, conteniendo las ganas de mandarle a que se ahogase en el bayou como mínimo, el juez borde y maleducado se había marchado.

- Será capullo. - Soltó cuando la puerta se cerró y supo que no le escucharía. Al menos tenía un dato más: el juez protegía descaradamente al sheriff. Eso era un hecho. La pregunta era ¿por qué? - Ni se ha presentado, como si fuese famoso fuera de este lugar. 

Max miró al periodista. - Al menos le ha dejado en paz. Ya tiene con que rumiar estos días. Si no le hace gracia tenernos por aquí... - Es que oculta algo.

- Señor McAllan, ha sido un placer. Pero como ve, debo molestar a mis superiores. - Le dijo el agente tendiéndole la mano. - Si se le ocurre algo o necesita cualquier cosa, tiene mi número.

Dicho esto Max se dirigió a la salida, tras recuperar su periódico. Necesitaba un bar donde tuviese aire acondicionado, algo fresco para beber e intimidad. Las llamadas no podían hacerse esperar y la primera sería al sheriff Taylor. Tenía una consulta que hacerle.