Partida Rol por web

—Agente Jordan —llamó el periodista cuando tenía la puerta medio abierta—. Tenga cuidado con el juez Corman. El sheriff Smith es un malnacido, pero su señoría es una víbora con amigos influyentes. Espero de todo corazón que los Rangers y el FBI levanten la polvorienta alfombra de este condado y saquen toda la mierda que hay escondida bajo ella; mientras tanto creo que voy a tomarme unas pequeñas vacaciones con mi esposa y mis hijos... Quizás visitemos la costa... Le enviaré mi número de móvil por si necesitan localizarme.

Max Jordan pudo leer en los ojos de Mortimer McAllan el temor que le había provocado la simple visita inesperada del magistrado. Debían tenerle bien agarrado por las pelotas y, aún así, el tipo le había echado valor y había denunciado la situación en público. Las consecuencias no se harían esperar, Max lo había visto en otras ocasiones.

- Cuídese y no se preocupe. No voy a ir a por él por una multa de tráfico. A la gente como él solo se les puede quitar del medio de una sola manera y es aplastándolos con todo. Así que salvo que no encuentre lo que necesito, no jugaré con la víbora. - Max le sonrió. - Estaremos en contacto y si necesita algo, si ocurre algo, llámeme.

Aquel hombre los tenía bien puestos y le había dado toda la información que necesitaba sobre el caso. La pena fue que no quisiera levantar una esquina de la alfombra donde ese juez y el sheriff guardaban la mierda. Pero acabaría saliendo todo a la luz. De una manera u otra. Era demasido prepotente y engreído y se creía intocable. Eso le terminaría haciendo confiado y caerían uno detrás de otro como piezas de dominó.

Una vez en el exterior, Jordan miró hacia los lados y buscó algo de sombra antes de llamar Taylor. - Sheriff Taylor, buenos días. Soy el agente Jordan. Verá, me gustaría consultarle algo que seguro que usted sabe perfectamente. ¿Cuál es la jurisdicción exacta del juez Corman? ¿Le afecta también a usted? - Por la forma de ser de Taylor y el perfil que daba Smith, Jordan dudaba mucho que Corman estuviese sobre Taylor, pues de ser así llevaría mucho tiempo retirado y con otro Sminth en Uncertain, pero quería asegurarse de ello.

—Buenos días, agente Jordan —tosió un par de veces, tapando antes el auricular con educación—. Disculpe. No, el juez Corman es el magistrado del condado de Marion, en Harrison ejerce su jurisdicción George Hamilton Jr. ¿Por qué lo pregunta? ¿Ha conocido a su señoría? Me extraña que lo encontrara en su despacho, los sábados toca salir a pescar con el sheriff y el alcalde Fallon. Si alguien quisiera dar un golpe de estado en Marion solamente tendría que hundir la barca donde se divierten esas tres arpías. Los caimanes harían el resto, si es que pueden tragar tanta carroña de una vez...

Max detectó una rabia amarga tras el sarcasmo del sheriff Taylor. Corman no tendría jurisdicción más allá de su pequeño condado, pero sí poder para joder las cosas traspasando las lindes del mismo.

Max sabía lo de la enfermedad de Taylor, pero evitó el tema al oírle toser. Se había abierto a Adele y era consciente de que si decía algo sobre el tema el sheriff podría no contarle nada más a la afroamericana. Era importante no pisarse a los informadores entre compañeros ni romper la confianza creada.

- Me hubiese sorprendido que también tuviese influencia directa en esta zona y sí, por desgracia ya he conocido a ese... arrogante hombre. - Respondió Max tras reír el comentario del golpe de estado en el condado de Marion. 

- Dígame, ¿alguna vez han intentado él o su amigo Smith coaccionarle para que deje de investigar los casos de los niños desaparecidos? - Si había algo raro en Marion, estaba claro que hasta el alcalde estaba metido. Aquello parecía corruplandia y el lunes acabarían descubriendo hasta que punto querían tapar aquellas muertes.

Todos los padres tenían algo en común: problemas con la ley. ¿Y quien mejor que un juez o un sheriff para conseguir esos datos? Tapan los de su condado para no llamar la atención ni generar investigaciones y silencian a los pocos que se atreven a alzar la voz.

—Ninguna coacción, realmente —respondió el sheriff—. Simplemente ambos han ignorado todas mis peticiones de poner todos los casos en común y de iniciar una investigación conjunta. Daba igual el modo o el empeño que le pusiera, la única respuesta era siempre la indiferencia. Salvo en un par de ocasiones: la primera vez que le mostré a esa rata de Smith que conocía todos los casos de menores desaparecidos en Marion y cuando traté de pedir el arresto de Richard Matteis, el profesor, para interrogarle por las declaraciones de Rose Bamford. Ahí sí que ese hijo de perra perdió los papeles conmigo... ¡Bastardo inútil!

Con el calentón al sheriff Taylor se le había escapado que poseía información sobre los todos los casos de menores desaparecidos en el condado de Marion desde el principio; pero aún así les había empujado a tener que acudir al sheriff Smith, a las bases de datos y a la prensa.

Escuchar que sabía lo de los casos de Marion no era nada nuevo para Jordan ni nada que le preocupase. A fin de cuentas, el FBI acudió por el caso del cuerpo de Theresa O'Hara. Los que se verían molestos por las metiras del sheriff serían los rangers, pero eso era algo en lo que Jordan no se iba a meter. Simplemente no era su problema. Comunicaría lo descubierto hasta el momento y que cada cual sacase sus conclusiones.

Pero lo que si llamó la atención del agente Jordan fue que Smith reaccionase cuando Taylor le mostró las cartas, este si saltase. Estaba claro que aquel profesor era alguien a proteger, aunque Max le había descartado como el secuestrador y asesino, quizás era un informador. A fin de cuentas trabajaba en un colegio y veía a los padres de los niños.

Por otro lado estaba ese recelo en no investigar nada y que el sheriff de Marion pareciese querer proteger o más bien ocultar esos casos. Jordan tenía cada vez más claro del hilo que tirar. - Dígame, el juez George Hamilton Jr y el juez Corman son... ¿amigos? - Lo dudaba nuevamente, pues de lo contrario, el juez con nombre de actor de los años 60-70, aunque en los 80 tuvo una muy buena película también, no le hubiese permitido indagar más en esos casos y se hubiese metido por medio para detener la investigación conjunta.

- ¿Sabe si hay alguien en Uncertain que... como decirlo... haya venido huyendo de alguien de Marion? Ya sabe, del trío de amigos. - Necesitaba una esquina para levantar la manta y, aunque pensase que la esquina eran precisamente los asesinatos y que se iban encubriendo unos a otros, por si acaso quería tener algo más sólido. Pues bien podían estar siendo pagados por el asesino en concreto por su silencio, pero tras el desafortunado encuentro de Jordan con el juez Cornan y su prepotencia, no sabía porqué pero quería la cabeza de este.

Quizás por dejar durante tanto tiempo a un sheriff inútil hacer lo que le diese la gana o ser alguien tan corrupto como sus amigos de pesca. - Gracias por su ayuda, sheriff Taylor. Si se me ocurren más preguntas le llamaré y si recuerda algo más, ya sabe como dar conmigo. - Con esto Max dio la conversación por finalizada y se dispuso a llamar a Adele para informar a su superior de todo lo descubierto.

Esperaba no pillarla en mal momento.

—El juez Corman no es amigo de nadie —ironizó el jefe Taylor—. Y mucho menos de alguien como Hamilton Jr. Se llevaba bien con su padre, George Hamilton Senior, el anterior juez; pero nada más allá de un respeto profesional mutuo —tras un breve pausa, quizás para dar un sorbo al café, prosiguió con las respuestas—. No, no conozco a nadie que venga huyendo de Corman, de Smith o del alcalde Fallon. Si alguien quisiera hacerlo tendría que poner bastante más tierra de por medio. Ya le he dicho que Corman está bien relacionado tanto dentro como fuera de su condado y Fallon tiene aún tentáculos más largos. El alcalde es un tipo ambicioso que aspira a ser gobernador, así que imagínese... En fin, que tenga un buen día, agente.

Mientras buscaba en el menú de llamada rápida el número de Adele Lewis, Max vio salir del periódico a Mortimer McAllan. El periodista no se había percatado de la presencia del agente aunque no estaba muchos metros alejado de su posición. Andaba con prisa y se metió en el callejón trasero del edificio, de donde salió al poco subido a su coche y se alejó de allí. Seguramente había decidico adelantar lo máximo posible sus vacaciones.

Tras las palabras del sheriff y la despedida, Jordan colgó y buscó el número de Adele cuando vio salir al reportero a toda prisa. Era lo mejor que podía hacer. Nada más verle marchar en su coche, pulsó el botón de llamada y esperó a que su superior cogiese el teléfono.

- Vamos Addi... descuelga... no te vas a creer nada de esto...

-Lewis.- Fue el saludo escueto de la agente, que no se había ni siquiera detenido a mirar quién era la persona que le llamaba.

- Addi, espero que puedas hablar, porque esto no puede esperar. - Dijo Jordan nada más escuchar la voz de su compañera. En ese momento comenzó a relatarle la conversación con el reportero, los nombres de los niños desaparecidos, los cuales coincidían en fechas y tenían el mismo perfil que los demás. De hecho le indicó que el sheriff Smith sabía de ello pues el mismo McAllan intentó hacerle entrar en razón y solo recibió amenazas por su parte y añadió que el sheriff Taylor sabía lo de las desapariciones en Marion puesto que el mismo periodista se puso en contacto con él, por eso Taylor quiso realizar la investigación conjunta y le cerraron la puerta delante de las narices.

También añadió su encuentro con el "capullo y malnacido" del juez Corman, el cual quería que le pidiesen una cita para ese mismo lunes a su secretaria y reunirse con ella, añadiendo que se lo encontró en el mismo periódico, furioso por el reportaje de McAllan y defendiendo con uñas y dientes al sheriff Smith. De paso le explicó que el alcalde de Marion, seguramente también estuviese implicado en todo aquello que se trajesen entre manos.

- Addi, creo que son ellos los cumpables de todo esto. Y si no son ellos, encubren a uno de sus benefactores. El alcalde Fallon quiere presentarse a gobernador y el juez Corman tiene o bien a amigos muy influyentes o a demasiada gente cogida por las pelotas y su influencia es demasiado grande... esperemos que su red no llegue al FBI o estaremos fuera del caso el mismo lunes. - Añadió al final, después de hablar sin parar pendiente de que nadie más le escuchase en medio de aquella solitaria y calurosa calle.

Adele no interrumpió a Max en ningún momento, aunque no porque no tuviera sus propias preguntas sino porque estaba muy atenta a si tendría que saltar fuera del camino para evitar acabar con una bala en el estómago. -No creo que hubiéramos conseguido el caso de haber alguien relacionado con Fallon o Corman en el FBI. Si todo va bien esta tarde llamo a los superiores para preparar un documento para el juez y cubrirnos las espaldas de ese lado. Buen trabajo, Max.- Dijo, aún a pesar de la tensión en la que estaba en ese momento, esos nuevos datos servirían.

-Bennet está hablando con Greenwrim en este momento.- La agente le hizo una seña al ranger para que le pasase el móvil y ver si ella lograba una conversación entre los tres mientras Scott hablaba con la "confederada" de la escopeta.

- Al juez le sorprendió mi presencia en el periódico, así que no sabía nada del tema. Iba a por la cabeza de McAllan. De hecho el hombre ha puesto tierra de por medio. Se va con su familia de aquí a pasar unas largas vacaciones ya mismo. Tiene mi tarjeta, así que espero que cumpla lo que me dijo y me de su móvil cuando esté más tranquilo. Por otro lado, tengo un CD con todos los casos del condado de Mariom. - Dijo Jordan bastante animado, esperando que aquel hombre no le hubiese engañado.

- En cuanto al juez, quiere verme a mí con toda la documentación en regla para que mis secuaces y yo podamos seguir investigando en su jurisdicción. Así pues, si solo quiere verme a mí, podéis aprovechar ese tiempo para seguir buscando... - Dijo por no decir que podía hacerlo Adele solamente. - Así mi nueva compañera seguirá siendo libre de hacer lo que quiera. Y por cierto, el juez tiene su propio barco y le gusta ir de pesca los sábados con el alcalde y el sheriff. Aunque supongo que embarcaciones tendran casi todos por aquí, pero gente con acceso a bases de datos de pequeños delincuentes y gente con problemas con la ley a quienes quitarle los hijos sin que protesten, reduce mucho el campo de búsqueda, ¿no crees? - Comentó ignorando lo que ocurría al otro lado del teléfono y pensando que susurraba para que Bennet no la escuchase.

A Max le cambió el tono de voz cuando Adele mencionó a Moira. - Pues que sigan hablando. - Dijo con tono despechado. A fin de cuentas le había dejado tirado como una colilla y sin un miserable mensaje en recepción o un número donde dar con ella. - Voy a alquilar un coche y necesitaré un lugar seguro donde no solo guardar el CD hasta que lo podamos enviar a la sede de Nueva Orleans, sino que quiero sacar impresos esos papeles. ¿Te parece bien que me acerque a Uncertain y le pida al sheriff Taylor que los imprima? Y sí, seré bueno, una copia para los rangers y otra para nosotros... Luego intentaré dar con la secretaria del juez, aunque dudo que trabaje un sábado, pero con lo cabrón que es... cualquiera sabe... ¿O tienes una idea mejor?

Adele miró como terminaba de darse la conversación entre Bennet y la señora de la escopeta, y casi dejó escapar un suspiro de alivio. No hacía falta que Max se enterara que en cualquier momento se hubiera quedado sin compañera si a la mujer le daba por cazar negros. Por lo que había logrado escuchar de la conversación que mantenía al mismo tiempo con Greenwrim, parecía que tendrían una buena tarde para intercambiar datos.

-Me parece excelente plan. Que sean tres copias y se guarde un original impreso con el CD en la oficina de Taylor. No sé que tanta suerte vayas a tener con la secretaria del Juez, prueba contactarles pero no insistas si no hay respuesta hoy. Vamos a jugar a "cooperar" con Corman, mientras nos preparamos bien este fin de semana con los datos reunidos. ¿Crees ir poder adelantando haciendo llamadas a las oficinas sobre lo que tengan de Fallon y Corman? Sino, lo vemos cuando nos reunamos.- Pensó un momento. -Cuando estés con Taylor, averigua como están los O'Hara, y sobre posibles cultos religiosos en la zona. Con lo que hemos encontrado aquí puede que haya un punto de superstición y religión pagana en todo este asunto. Lo hablaremos bien más tarde, no tienes idea de lo que necesito un baño en este momento. Voy a robarte la bañera hoy.- Podría parecer que estaba bromeando, pero por como llevaba el día quedaba claro que no había nada de cachondeo en sus palabras. Literalmente lo iba a sacar a patadas de su cuarto e intercambiarlo con el suyo para quedarse ella con la bañera.

-Te dejo por ahora, iremos a vernos con los Tillman. Mantenme informada.-

- Tres copias pues. - Veía ridículo hacer las tres copias si desde el FBI podrían sacar las que quisieran desde el CD pero ella mandaba. - Ninguna, pero que no se diga que no lo intenté hoy sábado. - Respondió Max en cuanto a la secretaria. - Ya me encargaré de conseguir su número, pero primero iré a por un coche para moverme. - Informó a su superior.

- Podría llamar al FBI a ver si alguien puede sacar algo, pero ya sabes que tengo pocos contactos allí y menos aún para algo que no sea cosa de menores. Creo que eso te resultará más fácil a ti. Pero por probar... tampoco pierdo nada. - Respondió a Adele en cuanto a la proposición de hacer aquellas llamadas.

- Casi que, si no te importa, me gustaría ir primero a ver a la señora O'Hara. No como agente del FBI... creo que ya me entiendes... - Quería hablar con ella de víctima a víctima. Pues a fin de cuentas, ambos éramos víctimas también. Lo de los posibles cultos religiosos no se lo esperaba. En Nueva Orleans sí, debido a tanto budú y cosas de esas. Pero allí... seguramente era el ku kus klan el que reinaba y si no lo hacía era por muy poco. - Vale, preguntaré por ello. - Dijo anotándolo en su libreta.

- Si la puedes sacar del baño, tu misma. - Bromeó Max con el tema de la bañera. - Pero enserio, si te hace falta, toda tuya. Yo casi que prefiero una piscina. Hablamos más tarde entonces. - Dijo para finalizar la conversación y buscó el folleto del alquiler de coches que le había dado la señora Watson. Esperaba que hubiese un mapa o algo así en el folleto para ir a pie, sino tendría que llamar para preguntar como llegar.

Para llegar al establecimiento de Dupré, Max Jordan tuvo que cruzar Jefferson a pie por dos de sus principales avenidas. Sin embargo, dado el tamaño de aquella localidad, el paseo no le llevó más de veinte minutos. Habría sido una caminata agradable de no ser por el maldito bochorno. Jefferson podía ser una ciudad decadente y paleta, pero eso también formaba parte del pintoresco encanto del Sur. Al fin y al cabo él era un hombre blanco trajeado y por el mero hecho de serlo algunas personas incluso le saludaron al pasar.

Tal y como prometía la propaganda en el folleto, el negocio estaba dividido en un taller mecánico con aspecto de haber sido abierto antes de la guerra de Corea y un edificio bajo de una planta, estilo concesionario, pequeño pero más moderno. Delante del mismo había aparcados un par de docenas de vehículos dispares en sus modelos, años de fabricación y estado de mantenimiento.

Un hombre negro de unos cuarenta años, vestido con un mono gris oscuro con el logo de la empresa, limpiaba el parabrisas de un Mercedes Benz. Al notar la presencia del agente Jordan dejó el trapo sobre el capó y fue a recibirle con mirada interrogativa y gesto serio.

Como no, aquel bochorno mataba a Jordan más aún con el traje puesto y era habitual verle secarse el sudor con su pañuelo, el cual acabaría empapado en cuestión de horas. La caminata le sentó bien para bajar el mosqueo con la ranger y el que le hizo agarrar el juez. Al final ese caso iba a terminar con él. O acababa con antiansiolíticos o volvía a la botella. No sabía porque se olía esos caminos y eso no era bueno.

Saludó con educación a la gente que se cruzó con él y le saludaron previamente. No se conocían de nada, pero quizás alguno acabase siendo alguien a quien interrogar y bueno, ya habían tenido un primer contacto agradable al menos.

Al llegar al lugar que indicaba el folleto, Max se detuvo y lo contempló unos instantes, hasta que se percató del afroamericano que se le quedaba mirando junto al Mercedes. Jordan se acercó a él. - Buenos días. Me envían los Watson. Me dijeron que aquí podría alquilar un coche. - El agente del FBI le tendió la mano al hombre. - Soy Maximilam Jordan. ¿Es usted con quien tengo que hablar? - Preguntó mostrando su prospecto del lugar en la mano.

—Sí, conmigo. Soy Simon Dupré, el propietario. Encantado. Perdone que no le dé la mano pero estaba limpiando y no quiero mancharle... Usted dirá qué tipo de coche anda buscando. Tengo algunas berlinas como este Mercedes Benz clase C, nuevo, de este año. Y también otros coches americanos —añadió después de examinar bien el aspecto de su cliente.

Simon Dupré llevó al agente Jordan por la explanada para mostrarle algunos de los vehículos aparcados y luego le invitó a pasar a la oficina, climatizada y muy bien ordenada. Allí le mostró el catálogo y le preguntó de nuevo por sus preferencias, el empleo que quería darle y el tiempo que deseaba alquilarlo.

—¿Y dice que le envían los Watson? Un matrimonio muy educado y amable, ¿no cree?

- Un placer señor Dupré. - Respondió Max con una sonrisa y retiró la mano. - No hay problema por ello. - Dijo frente a las palabras sobre mancharle la mano. Jordan acompañó al hombre mirando los coches por encima. Vio uno casi idéntico al de Becca y no solo le hizo pensar en ella, sino que se vio tentado en cogerlo. Le gustó como sonó el rugir de aquel motor.

- No me interesan las berlinas. No para moverme por este terreno. Eso es para ciudades, no para el campo. - Le dijo guiñándole un ojo sin identificarse aún como agente del FBI. - Estoy pensando más en un todo terreno, pero con algo de clase... un Jeep Grand Cherokee o un Toyota Rav4. - Dijo al fin el agente al entrar en la oficina y empezar a mirar el catálogo que el hombre le mostraba. - Con el bayou cerca y tanto campo que visitar, creo que es mejor un 4x4 a cualquier otro que puede dejarte tirado, ya sea por meterte por donde no debes o porque sea muy bajo. ¿Tiene alguno de esos dos modelos?*

La oficina tenía una decoración espartana. No había foto de familia ni de pareja, ni alianza de boda ni anillos en sus dedos. Tampoco ondeaba la bandera tejana por ningún sitio. Sobre la mesa había un pequeño banderín con la ingsignia cajún de Louisiana*. En la única pared que no era de cristal estaban colgadas todas las licencias y autorizaciones para ejercer su negocio. Conforme le oía hablar, Max se fue percatando de que su acento era típico del área de Nueva Orleans, con algunos dejes tejanos.

—Son dos cacharros muy buenos. Se nota que entiende de coches —esbozó una leve sonrisa—. No tengo el Toyota, pero sí el Grand Cherokee, vea —le mostró a Max la foto en el catálogo; era de color champagne, un color no muy campestre, quizás un resto de stock que a Dupré le había salido más barato adquirir—. Modelo Laredo, matriculado en 2003, 4 litros gasolina y tracción total. No es un SUV, se lo aseguro. Podrá rodar por todas las carreteras de este condado pero, si me permite la impertinencia, tampoco se le ocurra hacer el turista por los pantanos. Si se mete en donde no debe le va a dar igual el todoterreno que lleve porque de allí saldrá usted a pie, con suerte —aquello sonó como una advertencia, algo ruda, pero carente de tono de amenaza—. Bueno, no quiero hacerle perder el tiempo. Si lo necesita ahora, rellenamos los papeles y se lo lleva ya mismo. Lo tengo en el garaje de detrás.

- Tranquilo, no pretendo meterme en el bayou con él para comprobar si flota. - Le respondió Max con una sonrisa. - Lástima el color... estoy acostumbrado a tonos más... oscuros. Y de coches lo justo para el entorno por donde debo moverme... no se crea que se mucho más. - Y es que los coches oficiales del FBI eran todos negros. Era como si solo existiese ese color para ellos. Estaba claro que el coche iba a llamar la atención con ese color igual que si fuese negro, pero en cuanto le cayese algo de barro y polvo encima, pronto sería uno más del lugar. - Sí, hagamos esos papeles.

Max observó la sala tranquilo y sonrió ante el acento de Dupré. - ¿De Nueva Orleans? - Le extrañaba que él no se hubiese dado cuenta de que Max si venía de allí, precisamente por el acento. Mientras le preguntaba sacaba su identificación del FBI de su bolsillo. - Yo también vengo de allí. - Dijo colocando la tarjeta identificativa junto con la placa del FBI sobre la mesa y sacando la tarjeta que la agencia les daba a sus agentes para los gastos laborarles justificables.

- Espero que no le moleste el pagador. - Jordan le sonrió. - A algunos les incomoda y prefiero hacer la presentación oficial al final, para que toda la transación transcurra con normalidad. No se si me entiende.