Partida Rol por web

Adele intentaba mantenerse calmada, atenta a las acciones y movimientos de la familia pero al mismo tiempo tratando de permanecer tan apartada como era posible para darles su espacio. Ya había dormido más que suficiente, por lo que no le molestaba continuar a pie. Cuando su compañero se acercó de nuevo, tuvo que inspirar profundamente antes de girarse a mirarlo.

-Max.- Empezó intentando intervenir, pero él continuó hablando, y no pudo evitar sentirse dolida al escucharle acusarla de celos. -Entiende que no puedo tener esta conversación contigo en este momento.- Dijo, sin apartarle la mirada pero atenta de reojo por el resto de los O'Hara. Suspiró profundamente. -Tú y yo, Max, se supone que somos un equipo. Se supone que hablamos las cosas, las decidimos juntos. ¿No ves donde estamos ahora? ¿No ves cómo todo lo que hagamos o digamos va a estar en tela de juicio? Sabes bien que en este lugar no van a verme como lo haces tú, me juzgaran por ser mujer y por ser negra. No me las van a poner fáciles, ni a ti por asociación conmigo.- Volvió a tomar aire. -Te necesito conmigo aquí para resolver este caso, eres mi roca; pero no puedo estar temiendo a que por un impulso puedas hacer algo que, aún si lo haces con las mejores intenciones, pueda perjudicar nuestra labor aquí. Intenta verlo desde mi punto de vista, por favor.-

Bajó la mirada hacia sus pies, suspiró, y volvió a subirla. -Vamos a estar trabajando con los Ranger a partir de ahora, Max. Es parte del trabajo. Eres un profesional, por amor de Dios. Actúa como uno. ¿O es que vas a huir de algo cada vez que te cause incomodidad? No es ese el Max que conozco.-

Matteis era demasiado colérico, como una bomba de relojería a punto de estallar. Definitivamente no quisiera tener a aquel hombre como profesor de sus hijos si perdía los estribos con tanta facilidad, pero le resultaba improbable que hubiera abusado de Rose Bamford. Greenwrim había actuado correctamente, exponiéndole a Matteis la demanda de abuso sexual que pendía sobre él. Sin embargo, en medio de la perorata enojada de Matteis, Scott no había pasado por alto un detalle que el sheriff Taylor no les había hecho constar en ningún momento.

Los datos que revelaba Matteis coincidían con los que Rose había expuesto al sheriff. Clases de apoyo en la biblioteca, hacía dos años. Para colmo, Rose Bamford tenía dislexia.

-Como usted ha dicho, su error fue no actuar como un profesional -dijo Bennet, clavando sus ojos en los de Matteis, con una absoluta frialdad-. Ahora lo ve, dos años después. Supongo que ha reflexionado sobre lo ocurrido, después de notar... ¿cómo lo ha llamado?... que el odio y la desconfianza hacia su persona aumentara en ese colegio -Al ranger le gustaba ser un auténtico tocapelotas, pero cambió repentinamente su tono, tornándose ligeramente más amable-. La cuestión es que no me cabe duda de que Rose Bamford tiene un problema, aunque no precisamente con usted. Por eso le besó. Vio en usted a quien probablemente fuera el único apoyo que tenía en su vida. Por mi parte, no voy a hacerle más preguntas sobre el tema.

Miró a Moira, por si ella quería ser más insistente o dejarían marchar al profesor.

-Pero sí quiero que se explaye sobre algo que ha mencionado hace unos minutos. Una única pregunta. El padrastro de Bamford, ¿dice que tiene antecedentes penales? ¿A qué se refiere?

De alguna forma ambos testimonios se unían en un punto, el beso, aunque desde distintas perspectivas. Hubo contacto, puede que inconsciente por parte de la adolescente o algo más, pero la confesión de ese “algo” fue suficiente para captar la atención de la ranger. Violento. Miró a su compañero al comprobar que estaba tirando de ese pequeño hilo que era la paciencia del profesor, pareciendo que fuera a cortarse de un momento a otro. Dejó que él tomara esta vez la iniciativa de las preguntas, al fin y al cabo tenía las mismas que ella.

Lo último que queremos saber es sobre el hombre que ha mencionado. Cuando responda le llevaremos a casa.- No creía que fueran a sacar nada más, no ahora sin pruebas o testimonios claros.

—Me refiero a que en el colegio todo el mundo sabía qué clase de bastardo era el padrastro de Rose; pero si quieren detalles tendrán que hablar con el sheriff Smith, ¿no creen? Yo no pienso complicarme más la vida.

Esas fueron las últimas palabras que salieron de la boca de Richard Matteis hasta que le dejaron en la puerta de su domicilio, donde despidió a los Rangers con un seco y escueto «Adiós». 

Antes de que Greenwrim y Bennet tuvieran tiempo de tomar algún tipo de decisión recibieron una llamada del sheriff Taylor, informándoles de que los agentes del FBI habían obtenido el resultado de las pruebas de ADN de Theresa O'Hara y que eran positivas. Podían imaginar el rostro de dolor de Taylor aunque no lo tuvieran delante de ellos. Lewis y Jordan llegarían al condado de Harrison al atardecer y querían que los Rangers les acompañaran a informar a los O'Hara.

Pocos minutos después sonó el teléfono de nuevo. Esta vez era Arnold W. Kopelson, el jefe del Programa.

—¡Greenwrim, Bennet!, ¿a qué coño se dedican, a disfrutar de unas vacaciones en el bayou? —su voz ronca bramaba al otro lado del aparato—. Los federales nos han tomado la delantera en el caso, ¿saben? Esos hijos de puta del gobierno han estado haciendo su trabajo mientras ustedes dos pasaban la luna de miel en paletolandia... ¡Cállese y escuche, joder! —interrumpió a Moira—. ¿Ahora se le suelta la lengua?

»Hay más desapariciones en el condado de Marion, similares por fechas y casuística con las denunciadas por el sheriff de Marshall, ¿lo sabían? ¡Nah, qué coño van a saber ustedes! Ni siquiera han tenido tiempo para informarme de que se habían encontrado con dos putos federales metiendo las narices en ese estercolero de caso. ¿A qué esperaban, joder? Me he sentido como un gilipollas mientras los del Bureau me contaban lo que supuestamente ya debería haber sabido de boca de mis agentes...

»Me cago en la puta... Juro por mi placa que les voy a romper el alma a ustedes dos, inútiles. Ni siquiera su papaíto le va a salvar de esto, Greenwrim, se lo aseguro; va a desear volver a quedarse preñada y a cambiar pañales. Y usted, maldito yanqui católico, o se pone en serio con el caso o le devuelvo al cagadero de comunistas irlandeses de donde salió. ¡Denme un puto número de FAX para enviarles el papeleo y no me jodan más, demonios!

Kopelson colgó el teléfono sin dar tiempo a ninguna respuesta. 

Moira empezaba a preguntarse si realmente estaba cualificada para aquella misión. Se daba cuenta de que empezaba a olvidar el significado de la palabra “suerte” a medida que los errores se sucedían, que el día pasaba y que su lengua se trataba para ocasionar más desaciertos. Su cuerpo era el reflejo del agotamiento mental que la llegada al condado y la noche le habían dejado, como si hubiera una fuerza superior que no quisiera que estuviera ahí. Eso es lo que quieren, céntrate de una puta vez Moira.

Eran en los momentos más duros, donde simplemente quería encerrarse en la habitación del hotel cuando más claras estaban los rostros de su familia en su cabeza. Los escuchaba, los oía, y no solo a ellos sino a todos los que dijeron en alguna ocasión que no podía hacerlo, teniendo que dedicar un par de segundos en absoluto silencio una vez colgó el teléfono simplemente para recabar fuerzas de donde fuera.

Inspirar. Espirar. Inspirar. Espirar. Inspirar. Espirar… Y así hasta que calmó su propio ánimo, alzando el rostro para volver a activar el mecanismo, apartando toda esa mierda a un lado. Haz bien tu trabajo de una puta vez.

Encárgate de llamar al sheriff Smith y preguntar por las nuevas desapariciones. Que prepare un informe de sus familias también.- Indicó a su compañero sin mirarle. No estaba precisamente por la labor de sonar cordial, queriendo centrarse en el trabajo.- Llamaré a los agentes del FBI y me encargaré del informe para Kopelson.- Hacer un informe detallado, colocando la información encontrada tanto de los otros casos como sobre el profesor iba a llevarle tiempo, sumado a la grabación de su propio teléfono o las hipótesis que manejaban para dar un posible perfil del secuestrador.

- Yo no he sido quien ha dicho "que agradezca que no me saque del caso por estar emocionalmente vinculado a él", agente Lewis. - En diez años era la primera vez que tenían un problema así o eso le parecía a Max. - Por lo que entiendo que quien no está a  gusto conmigo es usted, no yo... cambia de pareja, me amenaza cuando sabe y me vuelvo a repetir, que cuanto más involucrado estoy más doy de mí y mejores resultados obtenemos...

» ¿Y qué iba a hacer? ¿Despertarla? Le di mi palabra a esta familia y la he cumplido y la de los rangers no se ha roto, salvo que usted haya dado su palabra sin avisarme de ello. Entonces si sabré que de pronto empezamos a tener un problema de comunicación que no he generado yo. - Dijo dolido a Adele.

- Y ya se que problemas son los que tiene. Está lidiando con ellos desde antes de que nos pusieran juntos. ¿O acaso Nueva Orleans es distinto a esto? Bueno... la verdad es que sí... es bastante menos radical... pero me da igual... siempre me ha dado igual, Addi. Podía haber pedido un cambio de compañero y ascender a jefe de unidad e impulsar mi carrera aún más. Pero juntos somos los mejores y ponerte a otro capullo de compañero sería amargarte el trabajo. Lo sabes y lo sé.

»Y si he entrado ahora, ha sido por ti, por evitar que te pase algo aquí sola y sí no quiero que estés con los rangers, es porque no los conocemos. De Bennet no me fío. No mira a los ojos y ella no se si es racista o no o si es una trepa a quien no le importa dejar con el culo al aire a nadie. Solo sé que es lista y que está muy buena. - Explicó cambiando el tono de voz a uno más amistoso y tratando de bromear al final, aunque la opinión de Max sobre Moira era realmente esa.

- Joder, Addi, entiendo tu cabreo y asumiré las consecuencias de mi acto. Pero míralos y ponte en su lugar. ¿Te gustaría estar bajo la mirada de cuatro desconocidos y dos de ellos presionando con preguntas mientras tienes el corazón roto por la muerte de tu hijo? Al menos ahora se desquitarán y estarán más enteros para su llegada y las preguntas. Y si lo quieren pagar con el mensajero, o sea, yo, pues me retiraré a efectuar el registro en cuanto tenga las respuestas que necesito para saber donde buscar. No soy perfecto, los dos lo sabemos... pero sabes que cuando hago las cosas es por algo. Y esta tenía que hacerla.

-En ningún momento tuve la intención de que entráramos los cuatro a interrogarles Max.- Continuó la mujer, llevándose una mano al puente de la nariz, exhalando el aire. -De nuevo, mi idea inicial era que entrarás tú junto con la agente Greenwich para hacer las preguntas, porque sé que eres empático. Cuando quieres, al menos, porque en serio, tienes empatía cero conmigo hoy.- Alzó las cejas, dejando aquello como una broma, intentando regresar ambos a un estado menos intenso, donde podían tratarse con la familiaridad de diez años de trabajo. -No te gusta Bennet, bien, no tiene por qué gustarte. Tampoco a mi me ha gustado su manera de jugar a quien tiene la polla más grande. Pero el caso es que estaremos trabajando con ellos. El caso es que nos guste o no, esto es una colaboración aunque seamos nosotros los que tengamos la baza más alta y podamos decidir cómo hacer esto. Y en mi experiencia, sé que tipos como Bennet son justamente efectivos por ser como son. Si ponemos a funcionar su manera de psicoanalizar a nuestro favor, encontraremos resultados. Quiero que realices el registro con él, así también puedes buscar hallar un punto medio entre los dos, y al mismo tiempo evalúas su método. Tienes que dejar de ver a los Rangers como un obstáculo.-

Volvió a cruzarse de brazos. -Nos comprometimos a que estarían presentes en la interrogación. Tienes razón en que no has hecho preguntas de momento, pero a veces la primera reacción revela más de lo que dicen las palabras. Hubiera estado bien que alguien más estuviera presente en ese momento, ¿me explico? ¿Y qué hubiera pasado si el señor O'Hara hubiera decidido reaccionar violentamente contra ti? Hay razones por las que trabajamos en parejas, Max. Soy tu apoyo y tú el mío. Si las cosas se hubieran puesto feas, y yo no...- Se interrumpió, negando y suspirando una vez más. -Y de nuevo, ni el sheriff ni los Rangers nos conocen, y pondrán en duda si en verdad hemos cumplido con nuestra palabra. Que hubieran estado presentes habría ayudado enormemente a que nuestra relación de trabajo comenzara con buen pie a pesar de las diferencias iniciales. Estoy tratando de no darles razones para que nos vean de la manera que ya nos vieron cuando vinimos la primera vez: como cualquiera de los incompetentes que tenemos de compañeros en el FBI. Porque tú y yo somos distintos, y por eso damos buenos resultados.-

Max miró a la familia antes de responder a Adele. Al menos las cosas se habían calmado un poco entre ambos. Los ranger debían ver unidad en aquel momento. Ya recibiría la justa bronca cuando se fuesen a dormir. - Hacerlo los cuatro sería una locura, Addi. Demasiada presión, mírales... están rotos. Contando con el sheriff seréis tres presentes y será demasiado... en cuanto la empatía, lo siento, creo que la gasté toda con Becca hoy... - Jordan miró a Adele con cara de corderito tras esa frase. Para él había supuesto un enorme esfuerzo entrarle a Becca en medio de una investigación, trabajando juntos y encima con Lisa presionando a cada poco.

- Y Bennet se pasará el tiempo mirándome... espero no tener que agacharme para nada delante suyo... no se si será de los que les gusta tirar la pastilla de jabón al suelo en las duchas... ya me entiendes. - Bromeó Jordan más tranquilo, pero sin dejar de mirar al matrimonio aceptando así las órdenes de Adele. Castigo o no, se lo había ganado a pulso por intentar cumplir todas las promesas hechas. Tuvo que aguantar la risa por respeto a la familia tras su comentario.

- Ya... los tipos como Bennet son muy buenos, pero si psicoanalizan a quien deben, no a mí. Si se va a pasar el caso detrás mío no será más que lo que es, un cero a la izquierda que le gusta tocar las pelotas. Al menos con mi informe le tendré callado una temporada o eso espero al menos. Que le sirva para centrarse en lo que debe y no en mí. - Iba a bromear de nuevo, pero no era el momento ni el lugar. No con los O'Hara abrazados así y completamente rotos.

Max suspiró ante las razones obvias de Adele. - Que me hubiese defendido y por su seguridad le hubiese engrilletado. Pero esto ha sido lo que ha pasado... no ha habido nada más. Ella me habló como si ya supiera que era su pequeña y simplemente se rompió cuando se lo confirmé. Y su marido... ya le ves.

Bennet escuchó la información que finalmente les proporcionaba Richard Matteis sobre el padrastro de Bamford, aunque más de uno de aquellos detalles podían ser relevantes para su investigación. Taylor no les había contado ni lo más mínimo sobre los antecedentes penales del padrastro de Rose Bamford, más allá de que era "empleado de", ni tampoco sobre que la condición de alcohólica de la madre de Bamford, cosa extraña teniendo en cuenta que no había escatimado en detalles sobre el pasado violento de Matteis.

La reprimenda del jefe Kopelson fue inesperada para Bennet, aunque sobre todo por dos motivos: los del FBI habían hablado con Kopelson directamente y, por otro lado, que daba la impresión de que las desapariciones de las que les había hablado el sheriff Taylor no eran las únicas existentes, sino que en el condado de Marion se habían producido varias más.

-El sheriff Smith va a seguir poniéndonos piedras en el camino, pero al menos no puede negarnos esto -dijo Bennet, que aún recordaba lo tensa que había sido la visita a la comisaría-. De acuerdo, yo me ocupo de nuestro amigo "Zack". Por cierto, Greenwrim, buen trabajo antes con Matteis -felicitó a su compañera, aunque Scott no mostró emoción alguna al decirlo.

Sin más, tomó su teléfono móvil para llamar al sheriff Smith para solicitarle un informe acerca de las desapariciones que habían tenido lugar en su condado y un informe acerca de sus familiares.

La tarde fue bastante caótica para los Rangers.

La sargento Greenwrim tuvo que redactar a toda prisa un informe para Arnold Kopelson y, aunque afortunadamente tenía una confortable habitación con aire acondicionado para llevar a cabo aquella tarea sobrevenida, sin embargo fue incapaz de encontrar las palabras adecuadas que pudieran tranquilizar a su superior y que apartaran su mirada de la base de su nuca durante la investigación. Con toda seguridad Kopelson llamaría de nuevo para dar la tabarra. Para colmo, su padre, el jefe Greenwrim, tuvo la desfachatez de llamarla para darle ánimos y mostrarle todo su apoyo. Solamente el rato que habló con el pequeño Kurt supuso un alivio a la tensión que estaba amenazando con destrozarle las cervicales.

Scott Bennet no tuvo suerte con el sheriff Smith. Aquel viejo cabrón resentido se negó a ponerse al teléfono por mucho que el Ranger insistiera y apelara a su autoridad. Incluso cuando se personó en la oficina para transmitirle personalmente la petición de informe, Smith se escabulló por la puerta de atrás y le dejó con Marlene Jackson, su secretaria. Se le presentaban dos únicas opciones: entregarle a ella la petición o regresar más tarde e intentar pillar a aquel bastardo. Bennet optó por tomar aquella que le aseguraba que el sheriff tenía que tomarse en serio la solicitud.

A la caída de la tarde ambos montaron en la incómoda pickup que, nuevamente, les recordó que el presupuesto de dietas les alcanzaba de sobra para alquilar cualquier vehículo y prescindir de aquel todoterreno sucio y baqueteado. Pusieron rumbo a Marshall para reunirse pronto con el sheriff Taylor y esperar a los dos agentes del FBI. Imaginaban que el plan era salir desde allí juntos hacia Uncertain pero, para su sorpresa, la agente Lewis les llamó informando de que ella y Max Jordan ya se encontraban en el domicilio de los O'Hara.

Mientras los Rangers daban botes en el asiento trasero del todoterreno del sheriff Taylor, seriamente preocupados por su integridad cada vez que el jefe decidía tomar una curva a mayor velocidad de la recomendada, los O'Hara habían retornado poco a poco a la calma; aunque en el caso de Gregor esto significara un eufemismo ya que, en realidad, comenzó a vaciar una botella de bourbon y a deambular por la estrecha vivienda como un tigre enjaulado. 

Juliette secó las lágrimas de sus ojos enrojecidos e irritados, trató de arreglarse un poco y ofreció a los agentes federales un refrigerio más bien pobre y de aspecto poco apetitoso.

—¿Cuándo podré tener sus huesos para poder enterrarlos? —preguntó de sopetón, al mismo tiempo que el frenazo de las ruedas del coche del sheriff Taylor hacían sonar la grava del porche. Juliette vio bajar a los tres policías por la sucia ventana y se mordió el labio inferior preocupada—. ¿Quiénes son los que vienen con el sheriff?

Gregor dio un respingo y salió disparado hacia la puerta para recibirles.

No era ningún delito beber en casa y Max ya sabía lo que era eso que Gregor había comenzado a hacer hacía un rato. De hecho todo le indicaba que aquel hombre tenía ya un problema con la bebida. Pero para solucionarlo, él debía admitirlo antes y querer arreglarlo. Nadie mejor que un ex-alcohólico como Jordan para saber de que iba aquello y hablarle en aquel momento y pedirle que dejase la botella solo empeoraría las cosas.

Cuando comenzó a moverse por la casa, Max guardó silencio. Estaba claro que la conversación había terminado y que ahora tocaba estar alerta, sobre todo por parte del hombre. Lo que le sorprendió fue que la mujer aún tuviese fuerzas para sacarles algo para picar. No era gran cosa, realmente no le apetecía ni tocarlo, pero no quería ofender a la familia y aceptó con amabilidad el gesto de la mujer. - Gracias. No debió molestarse.

En ese momento, Juliette preguntó por los restos de su hija. - No se preocupe. Como ya les dije nos encargaremos de que sea pronto y de ayudarles con el papeleo. No deberían tardar demasia... - Max no terminó la frase cuando escuchó el frenazo en la entrada de los O'Hara. - Genial, ya están aquí, se acabó la paz.

- Rangers de Texas. - Respondió a la mujer. - Por eso vine directo a contarles lo de su hija. Para darles intimidad y que ellos no estuviesen presentes. - En ese momento Gregor salió de la casa como alma que lleva al diablo y Jordan salió detrás suyo. - Discúlpeme. - Le dijo a Juliette mientras la entregaba el sucio vaso con la bebida para alcanzar al señor O'Hara.

- Tranquilo, señor O'Hara. Vienen a ayudar. - Le indicó Jordan una vez fuera de la casa. - O a complicarlo todo más bien. - Pensó para sí, atento a la reacción de Gregor, pues ahora mismo no sabía si se daría la vuelta y le partiría la cara a él o si le daría por gritar a los rangers que se marchasen... a saber. Todo dependía del grado de violencia que el alcohol le proporcionase a su cuerpo y por lo que se imaginaba este era muy alto.

La ranger se estaba preguntando cuántos desaparecidos nuevos tenían en la lista, sobre todo teniendo en cuenta que el último del que tenían constancia era de hace menos de un año. Tal vez sean casos que creían no relacionados. Se apretó el puente de la nariz al notar una nueva punzada de dolor ante la idea de haberse escapado otros desaparecidos, porque si de algo estaba segura es que había usado el plural y se trataba de más de uno, mientras el sheriff Taylor tomaba de forma abrupta con las curvas.

Por suerte para ellos parecían haber sobrevivido a otro de sus viajes, recordándole que para la próxima ocasión pediría conducir ella, un pensamiento que se sustituyó rápidamente al bajar del todoterreno y ver a los mismos agentes del FBI allí esperándoles.

Moira no sabía que ya habían avisado previamente a la familia de la identidad de la pequeña y, teniendo en cuenta del cúmulo de desgracias que llevaba, quería pensar que simplemente habían llegado antes y los estaban esperando. Bajó del asiento trasero, agarrando el bolso y colgándolo al hombro mientras tanteaba sus rostros, los susurros que podían haberse omitido en ese tiempo, dedicándoles un leve asentamiento a ellos cuando sus miradas se cruzaron.

No queriendo demorar más la charla, se acercó a la familia O’Hara, sacando del bolso la tarjeta identificativa y enseñándola antes de hablar, queriendo dejar claro quienes eran.

Buenas tardes. Somos el agente Scott Bennet y Moira Greenwrim. Rangers de Texas.- Por costumbre, presentó también a su compañero de equipo antes de retirar la tarjeta.- Estamos a cargo del caso de las desapariciones.- Los del FBI pudieron notar cómo Moira les echaba una leve mirada, como queriendo saber qué les parecía sus palabras al incluirlos o si tenían algo que añadir al respecto, aunque su atención fue directamente hacia los padres. Verles tan destrozados, aun creyendo que sólo estaban al tanto de la desaparición, le rompía el alma a Moira.

Suavizó su voz, esta vez siendo ella quien pedía permiso a los propios padres.

Sabemos que es un mal momento, pero nos gustaría hacerles unas preguntas que, tal vez, podría ayudarnos a dar con la persona tras las desapariciones. ¿Les importa que pasemos? – No queriendo invadir su casa, se mantuvo en la puerta guardando respeto para intentar buscar una colaboración entre ambas partes.

Gregor bloqueaba la puerta de acceso a la vivienda, de tal manera que Moira quedaba fuera al pie de los tres escalones y Max dentro, detrás del hombre. Juliette también acudió a la entrada, sobre todo al ver la reacción de su marido, pero optó por quedarse detrás del agente federal sin poder ocultar su nerviosismo.

Scott se percató de que el sheriff Taylor torcía el gesto de forma desagradable al ver al padre de Theresa salir hecho un basilisco y que soltaba la presilla de la funda de su revólver; una reacción típica de la policía ante la posibilidad de un individuo potencialmente violento, pero quizás un tanto exagerada en aquel momento.

Adele no quería contribuir al tapón que se había formado en un lugar de por sí estrecho, así que optó por quedarse más rezagada, cerca del sofá donde, hasta hace un momento había estado llorando la señora O’Hara.

—¿QUÉ ES ESTO? ¿QUÉ DEMONIOS ES TODO ESTO? —gritó antes de pararse a escuchar las palabras de Jordan y Greenwrim.

Scott veía claramente que Smith era aún peor que Taylor, y eso ya era decir mucho, teniendo en cuenta los datos errados que les había proporcionado sobre Matteis. El sheriff se oponía totalmente a ayudarles, ni siquiera a la hora de ponerles al tanto de las desapariciones que se habían producido en su condado, quien sabe desde cuando. ¿Por qué un sheriff haría eso? Desde luego, tal vez mereciera la pena hablar con Marlene, además de con Smith.

Al llegar a casa de los O'Hara, el ranger dejó que fuera Moira Greenwrim quien tomara la palabra e hiciera las presentaciones, mientras él fijaba su mirada en Gregor O'Hara. Demasiado violento, volátil... Según los datos que les había proporcionado el sheriff Taylor, Gregor había estado bajo el efecto de sustancias estupefaccientes mientras Theresa jugaba en el exterior de la vivienda. A ojos de Bennet, aquel tipo era un padre irresponsable.

-Cálmese, señor O'Hara -le dijo Bennet, clavando sus ojos en el padre de Theresa-. Solo serán unas preguntas.