Partida Rol por web

Entrando en El Ministerio del Tiempo

El Gran Teatro del Mundo

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17/03/2016, 11:53
Director

Una mañana soleada, tranquila. Una mañana como quizás muchas otras en la vida de Martina últimamente, sonó la puerta en casa de sus padres. No era normal que nadie viniera a esas horas. Las visitas solían ser para su padre y como muy pronto, venían a la hora del café después de comer y por supuesto, nadie accedía a los aposentos privados de la familia. Por eso le extrañó que un par de minutos después, la muchacha de servicio tocara en su puerta para pedir permiso para entrar.

-Señora – dijo- Ha venido una mujer que pregunta por usted.

A través de la rendija de la puerta entreabierta, pudiste distinguir el vuelo de una falda larga, aunque no se veía la cara, oculta tras el quicio del hueco y de espaldas a él, por lo que solo se distinguía su cabello recogido de un tono claro.

Notas de juego

Pues este es tu primer turno. La verdad es que pensaba que iba a escribir más y con más detalle, pero como vas a empezar a interactuar ya mismo (me imagino) pues nada: A partir de aquí, puedes empezar a rolear.

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17/03/2016, 14:45
Martina Cabrera Salas

Martina se levantado alegre de ver el sol entrando por la ventana, pues quizás podría pasarse esa tarde por casa de su familia política. Hacía tiempo que no los visitaba y su compañía le hacía mucho bien. La verdad es que no esperaba nada fuera del otro mundo ese día. Se había despertado a la misma hora de siempre, había escuchado el mismo ajetreo en la calle de cada mañana, las voces de las mismas vecinas, el mismo desayuno en la salita… Lo único que variaba ese día era el libro que estaba leyendo, “Platero y yo”.

Por eso se sobresaltó al escuchar el timbre de la puerta. En una mañana tan típica, una visita a primera hora no casaba. Tal vez era la sirvienta de alguna casa vecina, que venía a pedir algo de la cocina. Con ese pensamiento, retornó a su lectura, que estaba disfrutando enormemente. “Platero y yo” había sido la obra predilecta de Ramón y, hasta ese momento, ella no lo había leído. No obstante, no había terminado el siguiente párrafo cuando Candela, la joven criada, llamó a la puerta.

- Adelante –Dio permiso para que entrara y, sin quitar la expresión de sorpresa, escuchó el mensaje. Dejó el libro sobre la mesa, se levantó y echó un vistazo por la rendija de la puerta. ¿Una mujer había venido a visitarla? ¿Quién la visitaba a ella? No le veía la cara, pero, por su cabello y su falda, sabía que no la conocía.

No te habrá dado nombre, imagino –Suponía que no. De haber dicho cómo se llamaba, Candela se lo habría mencionado. Estaba totalmente intrigada. A sus amigas apenas las veía y, desde luego, no se presentarían a esas horas sin avisar. Además, la casa era de su padre, así que cualquier vendedor o acreedor preguntaría por él. Pero no, esa mujer había preguntado específicamente por ella-. Hazla pasar, la recibo sin problemas. Y, por si acaso, trae café y pastas, por favor. Muchas gracias, Candela –Siempre era amable con ella y la trataba con la mayor educación posible. Ramón le había enseñado que todos eran iguales, hombres y mujeres, ricos y pobres, intelectuales y analfabetos. O, al menos, que merecían el mismo respeto a pesar de las diferencias que pudiera haber entre ellos. Tratar al servicio con brusquedad o indiferencia, como hacían muchos, era de maleducados y elitistas.

Espero con curiosidad la entrada de la mujer y el motivo por el que había preguntado por ella.

Notas de juego

Por alguna razón, no puedo publicar como Martina y me sale mi propio nombre de usuario y avatar.

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17/03/2016, 19:48
Amelia Folch

Candela salió y casi al instante, entró su misteriosa visitante. Era una mujer menuda y no muy alta, pero con una expresión en el rostro de firme resolución. A pesar de ello, mostraba una exquisita sonrisa debajo de sus ojos, tan azules como los de la propia Martina.

-Encantada de conocerla, Srta. Cabrera... ¿O aún lleva el apellido de su marido? Déjeme expresarle mi mas sentido pésame por su irreparable pérdida.

La mujer alargó su fino y delicado cuello y mostró su mejilla para que ambas pudieran besarse la una a la otra. Después, como para intentar restar dramatismo o quizás entablar un mayor afecto, prosiguió:

-Tienen ustedes una casa maravillosa. Todo lo que he visto me ha encantado -dijo mientras miraba aquí y allá, fijándose en cada detalle de buen gusto de la habitación-.

Notas de juego

Bueno, puessss no sé que pasará, pero desde luego he visto este hilo en dos ordenadores diferentes, y a mi si que me sale la foto de tu personaje y por supuesto su nombre. Si te sigue pasando, intentaré investigar por el foro a ver si alguien me dice algo, porque no creo que sea nada grave.

las características de tu escena, creo que son para escribir post más cortos que los de tus compañeros pues al fin y al cabo, vamos a "dialogar", así que mientras esto sea así, intentaré no escribir mucho para que podamos construir un diálogo mínimamente coherente ¿De acuerdo? Pues nada, supongo que habrás reconocido a tu interlocutora.

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18/03/2016, 11:07
Martina Cabrera Salas

Martina miró con curiosidad a su visitante al tiempo que le devolvía la sonrisa-. Igualmente. Cabrera, sí. En realidad, nunca llevé el apellido de mi marido. Él no habría permitido que se me conociera por otro que no fuera el mío. –Sonrió para sí misma al recordar las palabras de Ramón. Según él, le habría quitado la poca independencia de la que gozaban las mujeres. No era el único que pensaba así, pero tampoco abundaba ese tipo de ideas.

- Gracias por el pésame. Aunque hayan pasado tres años, a veces me parece que ocurrió hace tres días –Correspondió al beso en la mejilla que la mujer le ofrecía. Mientras, su curiosidad iba en aumento. Claramente, no se conocían de nada, pues no solo Martina no recordaba su rostro, sino que la misteriosa invitada había comenzado con un “Encantada de conocerla”.

- Sí, es una casa muy bien cuidada y decorada. Pero no es obra mía, sino de mi madre. Le encantará saber que aprecia usted su gusto, Srta… Discupe, pero no conozco su nombre –Esa tendría que haber sido su primera pregunta, pero Martina se había quedado anonadada por el carácter tan directo de la mujer.

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18/03/2016, 11:24
Amelia Folch

-Igualmente. Cabrera, sí. En realidad, nunca llevé el apellido de mi marido. Él no habría permitido que se me conociera por otro que no fuera el mío.

- Es curioso que su marido pensara así y de verdad que lo celebro: No suele ser muy normal que los hombres piensen así en estos días -la mujer sonrió buscando una cierta complicidad-.

- Gracias por el pésame. Aunque hayan pasado tres años, a veces me parece que ocurrió hace tres días.

- Quizás he cometido un error al hacerle recordar tan triste trance... Tres años son bastantes para superar una situación así, pero últimamente para mí el tema del tiempo es algo tan relativo, que muchas veces pierdo la noción y lo que ocurrió hace mucho me parece que fue ayer y viceversa... Espero que sepa disculparme.

- Sí, es una casa muy bien cuidada y decorada. Pero no es obra mía, sino de mi madre. Le encantará saber que aprecia usted su gusto, Srta… Disculpe, pero no conozco su nombre.

-¡Oh, si! ¡Discúlpeme! Me llamo Amelia... Amelia Folch y seguramente se estará preguntando que estoy haciendo aquí.
Para empezar le diré que creo compartir con usted el gusto por la cultura: Por la lectura, por el teatro... Y creo que sin duda podríamos pasar muy buenos ratos sencillamente hablando sobre el tema...

En ese momento, volvió a entrar Candela con un carrito en el que llevaba lo que Martina le había encargado al tiempo de permitir la entrada a la tal Amelia.

Notas de juego

Me he permitido reconstruir un poco la conversación para dejarla más clara. Tú puedes hacer como quieras: Si quieres la "recopias", si quieres haces lo mismo que yo o si quieres te limitas a responder y me dejas a mí hacer estas reconstrucciones.

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18/03/2016, 14:50
Martina Cabrera Salas

Martina correspondió con otra sonrisa a la joven. Si tenía ideas afines a las suyas y a las de su marido, podrían llevarse bien. Incluso durante la República, que tanta libertad les había traído, había muchos con pensamiento retrógrado y conservador. Pero esa mujer era de las suyas.

-Quizás he cometido un error al hacerle recordar tan triste trance... Tres años son bastantes para superar una situación así, pero últimamente para mí el tema del tiempo es algo tan relativo, que muchas veces pierdo la noción y lo que ocurrió hace mucho me parece que fue ayer y viceversa... Espero que sepa disculparme.

- Oh, no, por favor, no se disculpe. No es un tema que me incomode. Me entristece pensar en ello, sí, pero evitándolo no consigo nada más que empeorarlo –Bastante lo había evitado durante ese tiempo. Quizás por eso no había conseguido superarlo del todo. Le dedicó una mirada amable, mientras pensaba, desconcertada, en lo que decía sobre el tiempo-. A veces a mí también me ocurre que el tiempo se me pasa volando o, al contrario, que los segundos parecen no avanzar –respondió, aunque no estaba segura de que se refirieran a lo mismo.

-¡Oh, si! ¡Discúlpeme! Me llamo Amelia... Amelia Folch y seguramente se estará preguntando que estoy haciendo aquí.

Amelia Folch… Lo único que reconoció de ese nombre es que el apellido era catalán-. Encantada, Srta. Folch. Pues sí, en verdad me intriga su visita.

-Para empezar le diré que creo compartir con usted el gusto por la cultura: Por la lectura, por el teatro... Y creo que sin duda podríamos pasar muy buenos ratos sencillamente hablando sobre el tema...

- Eso sería fantástico –contestó con una amplia sonrisa-. Por aquí no abundan las mujeres con gusto por la literatura y, aunque se puede hablar con ellas de muchos otros temas, echo de menos debatir sobre un buen libro –Estaba entusiasmada de conocer a alguien con su misma pasión.

Candela, tan eficiente como siempre, llegó con el café y las pastas-. Me he permitido la licencia de pedir que nos preparen un pequeño almuerzo, si le apetece –Mientras la joven criada servía, Martina pensó en algo que le resultaba desconcertante:- ¿Y cómo conoce usted mis intereses?

Notas de juego

Hago como tú. Al ser una conversación larga y con tantos puntos, queda más claro así. :)

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19/03/2016, 13:54
Amelia Folch

Amelia Folch… Lo único que reconoció de ese nombre es que el apellido era catalán-. Encantada, Srta. Folch. Pues sí, en verdad me intriga su visita.

-Para empezar le diré que creo compartir con usted el gusto por la cultura: Por la lectura, por el teatro... Y creo que sin duda podríamos pasar muy buenos ratos sencillamente hablando sobre el tema...

- Eso sería fantástico –contestó con una amplia sonrisa-. Por aquí no abundan las mujeres con gusto por la literatura y, aunque se puede hablar con ellas de muchos otros temas, echo de menos debatir sobre un buen libro –Estaba entusiasmada de conocer a alguien con su misma pasión.

Me he permitido la licencia de pedir que nos preparen un pequeño almuerzo, si le apetece –Mientras la joven criada servía, Martina pensó en algo que le resultaba desconcertante:- ¿Y cómo conoce usted mis intereses?

La mujer pareció dudar un momento sobre que derroteros tomara la conversación a partir de ahí, pero casi de inmediato sonrió y cogió una pasta al tiempo de sentarse.

-La verdad es que resulta como si la conociera desde hace mucho tiempo: Su marido hablaba de usted siempre con auténtica veneración y tengo que reconocer que si alguna vez quisiera un marido, creo que no me equivocaría si escogiera a un hombre lo más parecido posible a su Ramón.

Cogió la taza que le tendía Martina. Se quemó un poco la lengua al dar el primer sorbo y tras un momento con los ojos cerrados para controlar el dolor, se puso una servilleta en la boca para proseguir después de nuevo sonriente:

...Pues si, Martina, si me permite tutearla. No sé si Ramón le hablaba mucho sobre su trabajo y sobre la actividad que desempeñaba cerca de... Los estamentos oficiales. Quizás no hablaban mucho de ello en casa, pero yo era una de las personas que trabajaba con él en algunas ocasiones ¿Sabe usted algo del tema?

La mujer, que apenas había dejado de ser una muchacha hacía poco, se quedó mirándola con sus clarísimos ojos azules esperando una respuesta.

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19/03/2016, 18:34
Martina Cabrera Salas

-La verdad es que resulta como si la conociera desde hace mucho tiempo: Su marido hablaba de usted siempre con auténtica veneración y tengo que reconocer que si alguna vez quisiera un marido, creo que no me equivocaría si escogiera a un hombre lo más parecido posible a su Ramón.

Martina sonrió ante las amables palabras de Amelia-. Gracias. Sí, él me quería mucho… Nos queríamos mucho, vamos. Y no sabía que se conocían –dijo extrañada, mientras se echaba azúcar en su café. Su marido le hablaba de las muchas personas con las que había coincidido, pero no recordaba el nombre de esa mujer.

...Pues si, Martina, si me permite tutearla. No sé si Ramón le hablaba mucho sobre su trabajo y sobre la actividad que desempeñaba cerca de... Los estamentos oficiales. Quizás no hablaban mucho de ello en casa, pero yo era una de las personas que trabajaba con él en algunas ocasiones ¿Sabe usted algo del tema?

Escuchó con estupor las palabras de Amelia, mientras sostenía la taza, a medio camino, sin empezar. ¿De qué trabajo hablaba? Su mente estaba bloqueada de tanta información nueva-. Perdone… ¿Estamentos…? No, creo que se equivoca. Ramón era peón de obra. ¿O acaso hizo una reforma de algún edificio oficial? –Estaba totalmente confundida. Él nunca se lo había mencionado.

Cierto era que apenas hablaba de trabajo en general, porque decía que su labor era meramente física y no daba lugar a una buena conversación. Que prefería hablar sobre las obras de Martina. La cultura y la intelectualidad sí que eran interesantes. La verdad es que resultaba sorprendente los conocimientos que tenía su marido, teniendo en cuenta que había dejado la escuela a los 12 años, por falta de recursos. Pero siempre fue muy curioso y se quejaba de su falta de oportunidades, así que intentó poner remedio a esa situación leyendo cada libro de la biblioteca de Martina y pidiéndole ayuda a su esposa para que le enseñara todo lo que él no había podido estudiar.

- ¿Y dice que usted trabajaba con él? –No quería formarse prejuicios sobre Amelia, pero no era capaz de imaginar a una mujer tan menuda, delicada y con conocimientos culturales trabajando entre ladrillos y yeso-. No, yo… -Dejó la taza de vuelta en la mesa, intacta, mientras se masajeaba la frente con una mano, como si ese gesto le ayudara a recordar-. Lo único que sé es que había días en los que no tenía nada que hacer y se quedaba en casa ayudándome con mis escritos; y otros días en los que llegaba bien entrada la noche, cansado de tanto faenar.

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19/03/2016, 19:15
Amelia Folch

-...Martina... ¿Nunca se ha preguntado como un hombre con la inteligencia de su marido, tenía un trabajo tan... tan poco de acuerdo a... a sus inquietudes?
Verá...
-y la mujer sonrió de nuevo- Esta es la parte más difícil de estas conversaciones...

Sacó la lengua y humedeció sus labios en un típico gesto de apuro para después continuar:

Su marido tenía otro trabajo con muy altas miras para el Gobierno. No le culpe si se lo ocultó todos estos años: Primero, era por su bien, para preservar su vida privada, su seguridad y la de todos a su alrededor. Y segundo... Seguramente no le hubiera comprendido aunque se lo hubiera explicado.

Ante tu cara de sorpresa, la mujer añadió:

Créame que si no hubiera sido estrictamente necesario, no abríamos removido la memoria de Ramón y a usted le abríamos dejado seguir con su tranquila vida... Pero por desgracia, su concurso se nos hace imprescindible en este momento... Por eso no he tenido más remedio que venir aquí y hablar con usted.

...Y de todas formas... Y esta es una opinión muy particular mía, una mujer como usted, opino que puede ser una incorporación muy valiosa para nuestro Ministerio, si usted estuviera de acuerdo, naturalmente.

Volvió a coger su taza y esta vez si, pudo dar un largo sorbo al té mientras no desviaba la mirada de ti.

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21/03/2016, 18:45
Martina Cabrera Salas

Martina se quedó totalmente muda mientras escuchaba a Amelia. Ramón… ¿en el Gobierno? ¿Y qué tendrá que ver su seguridad en eso? Ni que ser funcionario fuera un trabajo peligroso. Ha habido épocas más problemáticas, pero de ahí a ocultarle su verdadero trabajo había un buen trecho.

 - Pero ¿cómo es eso posible? Si mi marido odiaba al Gobierno –Soltó esa frase sin pensar, pero luego rectificó-. Bueno, “odiar” es una palabra muy fuerte. Lo que quiero decir es que él era republicano de toda la vida y no llegó a ver la proclamación de esta Segunda. Por eso me cuesta creer que trabajara para el dictador Primo de Rivera o para la monarquía.

No, no podía ser. Era completamente inverosímil. ¿O sí podía ser? Pensó en las muchas veces que volvía tarde de trabajar. ¿Por qué un peón de obra iba a estar encima de un andamio de noche? Pensó en que, aunque a veces aparecía de polvo hasta la coronilla, nunca traía yeso pegado a las manos. Para todo tuvo siempre una buena explicación y ella, que siempre confió en él, nunca se le ocurrió dudar que eso fuera cierto. Confundida, solo pudo añadir-: Pero… siempre nos lo contábamos todo.

No solo eso la sorprendió, sino la idea de esa mujer de que Martina podría ser una buena incorporación-. ¿Yo? Pero si yo no tengo ni idea de política, ni temas legales, ni tengo formación secretarial. ¿Qué puedo aportar? –Dudaba que Alcalá-Zamora necesitara a una escritora de teatro y crítica literaria. Y aún quedaba una duda por resolver-. Por cierto, ¿de qué Ministerio habla?

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23/03/2016, 12:38
Amelia Folch

Amelia giró la cabeza para mirar la puerta cerrada del gabinete, como para comprobar que nadie las oía.

-Verá Martina, el Ministerio del que yo le hablo, es una institución atemporal. Es decir, depende del Gobierno pero no tiene muy en cuenta la "temporalidad" con que una persona o un partido, se pueda hacer cargo de llevar los intereses de nuestro país. Es una institución muy arraigada, nada menos que desde tiempos de Los Reyes Católicos y si el Ministerio ha creído que usted puede ser una persona de utilidad, yo estoy más que segura de que debe ser así.

La mujer te volvió a mirar con sus ojos claros mientras bebía de nuevo de su taza.

...Martina, no puedo contarle al respecto nada más, pero creo que llegadas a este punto, podría acompañarme al Ministerio donde le darán todo tipo de explicaciones sobre este tema. A mí me han confiado sencillamente la tarea de entrar en contacto con usted y -si la idea le complace- invitarla a visitarnos para conocer la institución y los motivos por los que nos gustaría que se incorporara  a nuestra organización ¿Qué me dice?

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23/03/2016, 19:34
Martina Cabrera Salas

La cabeza le daba vueltas. Era una experta en literatura y había leído más que mucha gente. Sin embargo, parecía no entender las palabras que escuchaba de boca de Amelia. ¿Institución atemporal? ¿De qué le estaba hablando?

No obstante, a pesar de lo extraño que le parecía todo, Martina se sentía terriblemente atraída. ¿Puede que fuera curiosidad, ansia de aventura, confianza en Amelia, el hecho de que su marido hubiera trabajado para ellos? No lo sabía. Lo que sí sabía es que no quería que todo se quedara ahí.

Se levantó y tocó la campanilla para llamar a Candela. Luego se giró hacia su interlocutora-. La acompañaré gustosa, Amelia. Me ha intrigado usted. Ha conseguido sacarme el lado aventurero que creí perdido hace tiempo. Y eso no es algo que pueda permitirme dejar pasar –Estaba nerviosa, pero ¿qué podía perder? Además, al comenzar una nueva aventura lo normal era sentirse así.

- En cuanto llegue Candela, le aviso de mi salida. Se llevarán todos una sorpresa, he vivido medio enclaustrada entre estas cuatro paredes demasiado tiempo.

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25/03/2016, 12:00
Amelia Folch

-Uff! -pareció suspirar aliviada Amelia- No sabe qué peso me quita de encima. Hay gente que tarda horas en convencerse de que no le están tomando el pelo y créame: Es mucho mejor comprobar las cosas por sus propios ojos y convencerse, que todas las explicaciones que yo le pudiera dar durante horas y horas de lo que le aguarda si acepta ir por este nuevo camino. Y si es verdad que conserva algo de espíritu aventurero, estoy convencida que le va a parecer mil veces mejor su vida a partir de ahora... ¡Aunque sin duda, no será tan tranquila!

Amelia esbozó una amplia sonrisa como dando a entender que había conseguido lo que había venido a hacer.

-Si ahora necesita un tiempo para arreglarse o para lo que sea, yo puedo esperarle fuera. Tengo un carruaje esperándonos.

Acabó su taza y se puso de pie siempre manteniendo la sonrisa y la afabilidad.

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25/03/2016, 20:45
Martina Cabrera Salas

La mente de Martina estaba haciendo elucubraciones sobre lo que podría encontrarse. Se estaba imaginando a un grupo de espías trabajando para el Gobierno. ¿Por qué, si no, habría tanto secretismo y la gente tarda tanto en convencerse de lo que ve? Tenía que ser algo de eso. No sabía qué pintaba ella ahí, pero le sonaba todo a novela de misterio. Y las novelas de misterio le encantaban.

- Una nueva ocupación es lo mejor que me podría pasar ahora. Me encanta escribir, pero me recuerda demasiado a Ramón, él siempre me aconsejaba y leía todo lo que hacía. Aparte de prestarme su nombre para publicar –añadió con una sonrisa melancólica. Aunque, tal vez, si su marido había estado trabajando en lo mismo, también lo tendría en mente cada momento. Tengo que probar, al menos.

- No necesito arreglarme, solo coger mi abrigo y mi bolso –Se puso de pie y se dirigió hacia la puerta-. Podemos salir ahora mismo.

Una vez en el pasillo, elevó el volumen de su voz para hablar con Candela-. ¡Candela! Voy a salir. No sé cuánto tardaré, pero avisa a mis padres cuando lleguen -Luego fue directa hacia el ropero del vestíbulo, de donde cogió el abrigo y el bolso, y abrió la puerta de entrada-. Después de usted –le dijo a Amelia.

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28/03/2016, 03:21
Amelia Folch

Mientras iban camino del carruaje, Amelia hablaba sonriente:

-¿Sabe? Habían conseguido que me hiciera una idea muy equivocada sobre usted. me habían hablado de una mujer mucho mas... taciturna y que desde luego, me iba a costar mucho más sacarla de casa, dado que llevaba tanto tiempo recluida y sin querer salir... Y en vez de eso, me encuentro una mujer dispuesta a conocer algo totalmente nuevo... Incluso sin haber recibido demasiados datos.

A continuación se quedó callada pero sin perder la sonrisa, prosiguió:

-Al cederme el paso en la puerta, me ha recordado cuando vinieron a buscarme a mí para que colaborara con el Ministerio: Fue una mujer y me ofreció una petaca con un brebaje que aún no he logrado adivinar que era. Como si fuera un brindis entre dos caballeros. No comprendo como acepté la tarea pero... el caso es que aquí estoy.

Llegaron al carruaje y Amelia abrió la puerta y mientras la sujetaba, hizo una profunda reverencia:

-...Detrás de usted, madame, Jajajajaja.

Notas de juego

Si acabáis por subir las dos al carruaje -que imagino que si lo haréis- este echa a andar y se pierde por las calles con rumbo desconocido.

Te pongo esto aquí porque como es la siguiente acción, pero antes tu personaje tiene que decidir (aunque espero que decida lo lógico, al menos esta vez, claro) pues que decida y luego se incluye todo esto en la acción. Puedes hacerlo tú o lo hago después yo. como prefieras.

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31/03/2016, 21:34
Martina Cabrera Salas

Martina asintió con media sonrisa a las palabras de su acompañante.

- No le falta razón a esa gente, Amelia. Llevo mucho tiempo sin ganas de salir. Apenas lo hago para comprar un nuevo libro o hacer alguna visita de tanto en cuando. La vida de una viuda no es muy interesante y probar nuevas aficiones me daba pánico –Martina a veces se culpaba por sentirse así, pues sabía que Ramón no habría querido que dejara de vivir y de disfrutar. Pero era algo que no había podido evitar-. Aunque, créame, lo he deseado. He deseado salir y enfrentarme a lo desconocido. Buscar un nuevo trabajo o volver a las charlas de la Residencia de Estudiantes. Por eso no he dudado en acompañarla. Me ha dado usted un soplo de aire fresco que, por mí misma, yo no habría conseguido.

Mientras Amelia continuaba, su sonrisa pasó de tener un toque melancólico a mostrar verdadera diversión. Por alguna razón, le hizo gracia el comentario de su nueva conocida-. Que no le escuchen mis vecinas hablar de que ha bebido usted licor de una petaca. Antes de casarme, me vieron brindar a mí con Ramón. Poco más y esas señoras me meten a un convento –Rió, recordando la cara de esas mujeres escandalizadas. Por suerte, su padre no se lo tomó tan mal cuando se enteró.

Al llegar al carruaje, Martina le devolvió la reverencia, divertida por la situación, y entró. Los asientos eran de lo más cómodos, pero apenas se fijó en ellos. Y mucho menos se fijó en las calles de Madrid, mientras el vehículo las trasladaba adonde quiera que fueran. Estaba nerviosa por llegar al misterioso Ministerio y saber más del trabajo. Pero Amelia ya le había explicado que ella no podía contarle más sobre el tema. Así que, en su lugar, intentó conocer un poco mejor a la mujer-. ¿También usted estudió en la Universidad?

Notas de juego

Siento haber tardado esta vez. Me ha pillado en unas mini-vacaciones. Pensaba volver el martes por la noche, pero me puse enferma y tuve que quedarme un par de días más, sin ordenador ni Internet.

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01/04/2016, 10:58
Amelia Folch

-Si, yo también estudié en la Universidad. De hecho creo que tengo el honor de ser la primera mujer que se matriculó en una Universidad en España...

Amelia se quedó parada mirándola con cara divertida para ver como Martina reaccionaba a lo que le acababa de decir.

Notas de juego

No te preocupes en absoluto. Sé por experiencia que el mundo real a veces nos requiere y esto no es al fin y al cabo mas que un juego.

Me he encontrado jugadores muy formales, jugadores malqueda... e incluso masters que desaparecen sin dejar rastro. Para todo hay solución en una partida. Se agradece que se avise, pero si no puessss... para eso está el master, para arreglar la situación, para esperar o para lo que haga falta, así que sin problema.

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01/04/2016, 13:13
Martina Cabrera Salas

Por cómo hablaba Amelia, Martina estaba convencida de que era también una intelectual, como ella. Por eso, no le sorprendió su afirmación. Lo que sí le sorprendió, o más bien le confundió, fue el comentario que la siguió.

- ¿La primera mujer? –preguntó extrañada, frunciendo el ceño. Entonces cayó en la cuenta: Estaba claro que Amelia se había equivocado al expresarse-. Ah, supongo que se refiere usted a la primera mujer en SU Universidad –dijo, recalcando el “su”. Era eso o Amelia le estaba tomando el pelo. Y prefería pensar bien de la gente-. Me lo creo, porque sé que por algunas de este país aún no han pasado mujeres. Yo, por suerte, tuve bastantes compañeras en mis clases.

En Madrid ya no era tan complicado matricularse, siempre que tuvieras dinero, claro. Tal vez en la ciudad de Amelia sí-. Su apellido es catalán, ¿es usted de allí? Es curioso, porque tengo entendido que la primera mujer de toda la historia de España fue precisamente catalana. 

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03/04/2016, 12:23
Amelia Folch

Amelia se quedó callada aunque sonriente.

-Vamos Martina. Si sigo hablando, sospecho que te voy a volver loca. creo que ha llegado el momento de dar un paso más adelante.

Os habíais detenido en una plaza que más que una plaza, era un ensanchamiento de la calle debido al retranqueo de un edificio respecto a la alineación oficial. El edificio parecía destartalado y próximo al estado de ruina, con algunas ventanas incluso tapiadas con ladrillos o tablones. Aún así, estaba claro que Amelia se dirigía a su entrada.
Tocó la puerta y alguien abrió desde dentro permitiendo la entrada a ambas mujeres. No podía imaginar un edificio que pareciera menos un ministerio, que aquél.
Enseguida llegaron a un claustro cubierto. La verdad que también muy poco que ver con la fachada del edificio, aunque eso si, parecía mejor cuidado que el exterior. En el centro de aquel patio, un pozo al que se acercó Amelia.

Al llegar a él, se dio la vuelta rompiendo el silencio que había guardado desde la entrada:

-Martina, esta es la frontera entre tu pasado y tu futuro. Sé que no has llegado hasta aquí para darte ahora la vuelta, pero vamos a bajar por el pozo...

Amelia rebajó de repente unos 15 cms su altura. Al parecer, detrás del brocal del pozo había una suerte de escaleras y ella había bajado ya el primer escalón.

...Y ahí abajo aguardan todas las respuestas que te he ofrecido en nuestra conversación, pero si quieres echarte atrás ahora, lo comprenderé y podrás volver a tu casa sin más... ¡Hola! ¿Cómo estás?

Al lado de Amelia, al parecer de la misma escalera donde estaba ella, surgió un hombre al que ella saludó y él le devolvió el saludo. Se dirigía a la puerta de salida y por tanto, pasó a tu lado. Iba elegantemente vestido, con frac, bastón y chistera y lucía unas generosas patillas que se unían gracias a un frondoso bigote dejando la zona de la perilla afeitada. Al pasar a tu lado, levantó educadamente su chistera:

-Buenos días -te dijo. Y siguió su camino-.

-¿Y bien? -Se oyó a Amelia desde el pozo- Si bajas, ya hay alguien esperándonos.

Notas de juego

Quizás debería haber puesto unas fotillos del edificio que ya todos conocéis... pero bueno, al fin y al cabo, ya todos lo conocéis, jajaja.

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03/04/2016, 15:29
Martina Cabrera Salas

Nada más llegar a la plaza, Martina quitó por fin la mirada de su acompañante y la dirigió hacia la calle. Nuevamente confusa, observó el edificio ruinoso ante el que se habían parado. No entraremos ahí, pensó mientras se bajaba del coche. Y, como respondiendo a su pensamiento, Amelia se dirigió hacia la puerta.

Sorprendida, Martina la siguió y, antes de que la mujer llamara, pensó: Tal vez mi marido no trabajó aquí como peón de obra, pero desde luego que podría haberlo hecho, teniendo en cuenta cómo tienen la fachada.

Se mantuvo en silencio todo el camino hasta que llegaron al claustro. Entonces, la boca se le abrió ligeramente y giró su cabeza para apreciar la arquitectura del mismo. Parecía antiquísimo. Pero a Amelia no le interesaban los corredores alrededor del patio. Le interesaba el pozo del centro.

- ¿Que quiere bajar por el…? –comenzó a preguntar incrédula tras las instrucciones de Amelia. Pero paró al ver que ella ya había iniciado el descenso por unas escaleras medio escondidas. Y más ojiplática se quedó al ver aparecer a un hombre con un bigote idéntico al de su abuelo hace décadas-. Buenos… días –consiguió decir a duras penas.

Lo siguió mirando hasta que Amelia la sacó de su ensimismamiento-. Sí, sí. Por supuesto. Bajo con usted.

Decidida, se acercó al pozo y siguió a la extraña mujer por las escaleras.