Partida Rol por web

La entrada del subte estaba transitada como siempre cuando Alexander "aterriza" en la entrada de la escalera del subte, no vió a nadie que le haya visto llegar, pero no sería nada extraño que alguien desde la calle pudiera haber visto todo aquello.

La entrada estaba abierta y la gente iba y venía como siempre entre la multitud.

Corro hacia donde vi a mis queridos compañeros por ultima vez, cuando los Angeles me recogieron, esperando que se encuentren bien, que no les haya pasado nada. Mientras camino, los llamo con sonidos y por sus nombres, sin gritar excesivamente mientras siga cruzandome con gente, y hablando solo

-Oh, señor, no permitas que les pase nada, son mis fieles compañeros..

Los perros se encontraban donde los habías dejado, tus pertenencias estaban en el mismo lugar también, dado que nadie querría acercarse a las cosas de una pobre persona que vive del tren.

Cuando llamas a tus perros, dos de ellos corren a tu encuentro con cara de famélicos, pero alegres de volver a verte.

Me agacho para recibir a mis amigos que se acercan

-Hola chicos!! Como estais? Perdonad la espera, teneis hambre, verdad?

Los acaricio efusivamente y me acerco a los demas, para hacer lo mismo.

-Venid, vamos a por algo de comer, se ve que lo necesitais. Vamos!

Hago que me sigan hasta la salida, hacia la calle, para acercarme hacia el primer contenedor de basura que encuentre, revolviendo para tratar de conseguir algo de comer para ellos. Por el camino me acuerdo de la chica rubia

-Que habra sido de ella...? Seria real...?

Los perros estaban muy hambrientos... lo pudo notar en lo escuálido de sus contexturas físicas.
Alexander se preocupó por ellos, pero la vida que llevaría a partir de ese momento no era muy soliaria con los pobres canes. Norton tendría que dejarlos ir, o plantearse la idea de volver muy de vez en cuando.
No era algo que pudiera decidir viéndolos famélicos.

Los cubos de basura estaban vacíos como de costumbre a esas horas. Otros mendigos ya lo habían tomado todo.

El único lugar donde podría encontrar comida estaba cerca.

Las tres cuadras que tuvo que caminar las hizo solo.
Sus amigos habían quedado atrás olisqueando a las personas y yendo y viniendo del metro subterráneo.

Las bolsas que tenía en vista estaban allí, a pocos metros.
Mc Donalds siempre dejaba comida tirada dado que cualquier sobrecocción o falta de higiene eran motivo suficiente para descartar el producto de la linea de servicios.

Las bolsas estaban llenas: Papas, mucho líquido mezclado y alguna que otra hamburguesa a medio comer. Con suerte encontraría algo nuevo y reconfortante para él mismo y para sus amigos.

Llenó sus manos y la bolsa que traía con él y volvió al lugar en que había dejado a sus compañeros más preciados.

El almuerzo estaba servido y todos quedaron lo suficientemente satisfechos como para no necesitar recargas por unas buenas y largas horas.

Norton tenía que pensar en todo lo que había pasado, pero lo más interesante es que había encontrado su camino.

Había conocido ANGELES de verdad. ¿Cómo era eso posible? Le dio vueltas la idea en la cabeza unos buenos minutos, quizá una hora completa, la noción del tiempo ya no era lo primordial.
Lo bueno era que no había motivos para desconfiar de su palabra, él mismo se había materializado en dos sitios diferentes, no había mentiras en las palabras y eso era una buena señal. Al fin podría hacer algo bueno por su Dios, y el que debería ser de todo el mundo.

El tiempo pasa y Norton está decidido a seguir con su misión. Pero cuál era exáctamente esta misión.

Según lo que podía rescatar de lo que habían dicho los ángeles: había gente que estaba maldita, que usaba hechiceria, aquél niño del día anterior era una prueba de ello.

Lo más seguro es que tuviera que matarlos... eso decía la biblia, por lo menos era lo que recordaba.

Matar quizá no era la solución, aunque el mismo Dios había dado esa directiva a sus seguidores en el momento en que habló de la adivinación y la brujería.

¿Y si alguien quisiera matarlo a él?
No, eso no era posible, sus poderes provenían de ser un ángel. De ser poderoso por obra del señor y no de los demonios terrenales. Aunque ciertamente mucho menos poderoso que el mismo Dios.

Norton se hizo la idea de que debía aceptar el destino de quienes habían cometido sus actos en contra del reinado divino. Y él era el arma para que el mundo volviera a estar limpio. Se lo habían dicho, era importante para la obra maestra. Y no debía dejar pasar nada de todo eso. Nunca se podria perdonar fallarle a Dios hablando.

¿Le había fallado acaso Moisés cuando se le presentó encendido en llamas y revelándole por vez primera su nombre?
La respuesta era NO.

Quizá Norton no era Moisés, pero era un elegido y eso no era de despreciar.

Despues de comer y descansar durante un largo rato, salgo fortalecido de mis pensamientos o... divagaciones? Me levanto del rincon en el que habia estado todo el tiempo y me despido de mis amigos

-Chicos, ahora tendreis que buscaros un poco la vida... No se cuando podre volver, pero el Señor cuidara de vosotros. Ahora soy su servidor, como siempre lo he sido, pero mas todavia si cabe... Vosotros no lo entenderiais, porque sois buenos chicos... Pero lo hombres... ojala fuesen como los perros... nobles... Me pongo camino a la iglesia mientras sigo hablando en alto, perdido en el interior de mi mente... leales... nunca os domian la maldad...

De repente me doy cuenta de que no recuerdo el camino... estaba demasiado nervioso... ahora me estoy poniendo nervioso... no recuerdo, asi que busco un rincon e intento concentrarme...

La calleja en la que se encontraba Alexander era oscura, fría y sin salida.
Un cubo de basura verde escondía algo, Alexander lo sabía simplemente por el ruido que podía oir provenir de allí.

Intentó concentrarse en la iglesia pero el chillido era molesto y no se lo permitía, por otro lado no podía arriesgarse a ser visto intentando materializarse.

Observo a la pequeña rata y me da una arcada.

- Que sabor más horrible, ¿qué estás comiendo apestosa criatura?
Me acurruco más en contra del contenedor de la basura.

Enfadado por lo molesto del ruido, me acerco hacia el contenedor, con curiosidad, despacio, asomando la cabeza con cuidado

Al seguir sintiendo ese asqueroso sabor en mi boca, me aparto temblando.
Al rato comienzo a vomitar.

Termino de vomitar y me levanto alejándome de la rata asquerosa que se comía una inmunda carne podrida.

- Estúpida criatura, ¿no podría comer algo con mejor sabor? Digo en voz alta mientras me refriego la lengua con las manos.

Creo que ahora sí es hora de ir volviendo a casa, las cosas han de estar menos caldeadas para esta hora y mi hermana ya debe haber salido. Espero que el humor haya mejorado un poco. No quiero volver a romper nada.