Partida Rol por web

 La adolescente, en cambio, no notó aquella presencia; quizá al no estar entrenada como el americano. Y cuando se dio vuelta para mirar lo que McTaker señalaba, no pudo ver nada que le llamase la atención. Sin embargo, la posibilidad de que hubiese alguien siguiéndoles le provocó inseguridad.

- ¿Qué viste? ¿Alguien nos está siguiendo?

 La idea era simplemente caminar hasta el refugio de los huérfanos, confiados de que Sam estaba fuera de peligro luego de escapar de las garras de los piratas. Sin embargo, aquella figura encapuchada podía significar muchas cosas para el agente y su acompañante.

- Tengo que ir con mis hermanos, McTaker. Pero si alguien nos vio... ya sean piratas o gente del régimen... lo mejor sería ir por los callejones. Perderlos de vista, ¿ok? Tu... ¿tienes algún arma? Para protegernos. No te he visto disparar nada...

 Los dos agentes consiguieron bastante información de aquel interrogatorio al pirata prisionero, pero lo que debían conseguir ahora era un poco de descanso para ellos mismos. Aunque fuera algunas horas de sueño vendrían de maravilla para aquellos cansados agentes que tuvieron que lidiar con peleas, muerte y amenazas. Ya fuera de piratas como de otras entidades en la isla.

 Haciendo guardias por turno, ambos agentes lograron descansar sin ningún problema durante un gran tramo de la noche. Aunque hacer guardias no hizo falta, debido a que Danny se dedicó a dormir como un bebe. Se podía ver que él también quedó cansado de toda la sesión de interrogación. Cansado y decepcionado.

 Luego de unas cuantas horas de sueño, aseo y descanso personal, los agentes ya se encontraban listos para seguir con la misión. Apenas el sol estaba saliendo cuando los tres agentes que se encontraban en el edifico, Jones, Rajah e Ivanov, se encontraron en el pasillo del edificio al salir de sus respectivas habitaciones. Un vistazo rápido en todas las habitaciones les haría saber que faltaban dos personas en aquel grupo: McTaker y Sam.

 Además de los tres agentes se encontraba, todavía atado a la cama, el pirata Danny; despertándose también. El mismo no tardó para volver a molestar a los agentes, los cuales todavía tenían que discutir cuál sería la orden del día y qué era lo que debían hacer a continuación para avanzar con la misión. Ya fuera lidiar con el régimen, los piratas o cualquier otra cosa que tuvieran en el medio...

- ¡Hey! Tengo hambre... ¿pueden pedir un desayuno continental? Ayer les respondí muuuuchas preguntas, saben...

Jack se estiró y bostezó haciendo un gran estruendo. Se rascó la cabeza y miró a sus compañeros. - ¿Es verdad que a respondido a muchas preguntas? No sé yo si tantas como para llevarse un desayuno enorme. - bromeó. No le guardaba mucho rencor a aquél pirata después de haber tenido un sueño reparador.

Por otra parte miró hacia el interior de la habitación preocupado. - ¿Sabéis algo de McTacker? Debería estar durmiendo en su habitación, pero parece que no volvió a dormir.

 Con la impecable guía de Otto Ocho, aquel grupo se adentra en la zona de construcción. Era evidente el hartazgo por parte de los compañeros piratas de Roni con la situación. Pero mantener un perfil bajo seguía siendo la mejor ruta de acción para los piratas. Especialmente teniendo en cuenta que, conforme avanzaban por la zona, podían ver cada tanto a algún oficial del régimen dando vueltas. Evitar balaceras innecesarias era importante por lo menos hasta que encontraran al Sr. Lego.

 Mientras avanzaban por la obra, a lo lejos pudieron apreciar un altercado entre dos obreros. Podían ver como aquellos dos sujetos comenzaban a discutir fervientemente y a empujarse entre ellos. Otto se preocupó por la situación y le pidió ayuda a los guardias para que intervinieran en la situación.

- ¡Por favor, hagan algo! No sé que les está pasando, pero por favor deténganlos.

 Irritados, tanto Kyle como Henry se comenzaron a acercar a la escena para intermediar, cumpliendo con el rol de guardias que estaban intentando llevar adelante. Otto avanzó junto a ellos, dejando a Roni atrás por un momento. El cardenal iba a unirse al grupo, cuando de repente sintió... algo extraño.

 Giuseppe Roni tenía una habilidad única. Algo que le había dado una gran ventaja durante la misión y durante sus años en el Vaticano: una capacidad infalible de manipular mentes jóvenes y doblegarlas frente a sus deseos; fueran estos los más horribles que pudiese pensar, sus víctimas los cumplirían sin dudarlo. Mas esta habilidad no era nada sobrenatural ni producto de una carismática personalidad. No, no lo era. Era un fino arte que el cardenal había aprendido en sus años en la tierra de Dios. Y era algo que podía reconocer... a través de su olfato.

 Pues era un arte que se basaba, principalmente, en fragancias. Esencias. Olores que cambiaban la psiquis de las víctimas; abriendo sus mentes frente a las sugestiones de los dotados. Y eso era lo que estaba sintiendo Giuseppe en el aire: una clara fragancia que le recordaba a ese control ejercido por él sobre jóvenes. Pero ahora aquel control estaba siendo ejercido sobre dos adultos, que se estaban peleando sin razón aparente.

 Incluso, el agente del Vaticano podía sentir de donde surgía el origen del control de aquella disputa entre los trabajadores. A un par de pasos detrás de él, la fragancia daba la vuelta en una esquina. Y Roni podía oler que cuando diera la vuelta, encontraría a alguien de su pasado. Eso era... fragantemente claro.

Giuseppe sabía que su fuerza no residía en sus músculos, sino en su capacidad para la persuasión, la infiltración y para crear un pequeño ejército de informantes que le pasaran información, y a veces, que actuaran en su nombre cometiendo algún asesinato mezclado con robo... y lo bueno de usar fuerza infantil para esto, es que sus endebles músculos podían con los de aquel niño o niña una vez terminado el trabajo.

-Si alguien se tomó las molestias para hacer esto... -Comentó en voz alta aunque para sí mismo- me da la nariz que es porque quiere verme...

Sin dudar demasiado, a fin de cuentas, aquellos dos piratas iban a estar ocupados con el tema de la disputa, Giuseppe Roni se aventuró a lo desconocido, o mejor dicho a lo conocido... 

"No se me dan bien las armas de fuego" confieso

"Tampoco es que las necesitamos, en serio. En un callejón oscuro donde no puedes ver, tampoco puedes apuntar. Lo que debemos de hacer es acelerar el paso, forzarle a dar la cara, y tras eso..."

Y me crujo un poco el cuello
 

 Giuseppe aprovechó que sus compañeros estaban ocupados con aquellos dos obreros peleadores para ver a la persona que había provocado dicha disputa. Una persona que, el cardenal sabía bien, poseía capacidades de control mental similares a las de él. Una persona perteneciente a su pasado. Al dar vuelta la esquina, pudo ver a un hombre sentado en un pedazo de viga, contemplando el amanecer tardío sobre Los Bloques. Solo hizo falta ver su tupida barba y su corvada posición para que Roni identificase rápidamente a aquel hombre.

 Aquel hombre era Antonio Cossi. Un ingeniero italiano que había trabajado intensamente en las obras del Vaticano hará unos 35 años atrás. Una persona que era amiga de las personas influentes en la Basílica, alguien que tuvo contacto directo con el Papá en su momento... y un antiguo allegado de Roni Giuseppe. Una persona que, durante años, frecuento los mismos círculos sociales y conoció los mismos secretos que el cardenal.

 Roni, que era una persona precavida, había intentado rastrear la ubicación de su viejo compañero luego de que este dejara el Vaticano hace 10 años, pero no logró dar con su paradero. Era una sorpresa encontrarlo en aquel lugar, algo que se vio en el rostro del cardenal. En el rostro del ingeniero, sin embargo, no había tal sorpresa.

 El anciano ingeniero, quizá 5 o 6 años mayor que Roni, mira con seriedad al agente del Vaticano. Aunque no era una expresión de enojo, o fastidio, sino simplemente su expresión neutral. Roni lo recordaba como un hombre serio, similar a él en ese aspecto. Finalmente, abre la boca y comienza a hablar, mostrando un tono de voz menos energético y vivaracho que el que el cardenal recordaba.

- Giuseppe... ¿tienes un momento para mi?

 Antonio, extendiendo su temblorosa pero rústica mano, señala la caja que estaba a su lado; indicando al cardenal que tomase asiento para poder hablar con él.

 McTaker plantea que la mejor opción era seguir a aquella persona desconocida que les estaba espiando. Saber cuáles eran sus motivaciones y de dónde provenía aquel espionaje podía resultar beneficioso para el futuro de la misión, aunque Sam mostraba desconfianza respecto al plan del agente americano. Volver con sus hermanos era prioridad, y no sabía si iba a salir todo bien persiguiendo a un desconocido bajo la luz de la noche. Pero acepta finalmente la iniciativa de McTaker.

 Gracias al entrenamiento de agente de McTaker, Sam y él logran seguir a aquella persona sin mayores dificultades y sin alertarla de su presencia. En algún momento, McTaker quería tomar la oportunidad de reducir a aquella persona e interrogarla, pero no parecía darse el momento justo. Y cuando parecía tener la oportunidad para hacerlo ya que la figura encapuchada había parado de correr quedando en un callejón lejano al hotel, otra persona se hace presente en el lugar.

 Era un hombre de traje celeste, alto y fornido. Pero la característica más interesante de su ser era la sonrisa que llevaba. La figura encapuchada no pierde y tiempo y comienza a relatar lo que había visto.

Comandante, he visto a uno de los piratas un par de bloques atrás, se encuentra con-

 Aquel hombre al que la figura encapuchada (que podían notar que tenía voz femenina) le estaba hablando levanta una mano en señal de alto; la cual la persona acata automáticamente y deja de hablar. El hombre sonriente luego procede a girar su cabeza hacia McTaker y Sam, identificando su presencia rápidamente en la oscuridad. Su sonrisa, imperturbable.

No hace falta el reporte, soldado. Te siguieron hasta aquí...

 La soldado se mantuvo encapuchada y sin mostrar su rostro, pero se podía notar que estaba avergonzada de no darse cuenta de que estaba siendo seguida. No era algo que molestara al hombre sonriente, que fijo toda su atención en el dúo recién llegado. Particularmente, en McTaker. Dio un par de pasos para adelante, aunque dejó una distancia prudencial entre ellos y él.

- Tu eres uno de los piratas que tomó Puerto Obikanui hace unos días... sin embargo, tengo la sensación de que eres algo más que eso... ¿qué tal si me acompañas?

 Su sonrisa se volvió incluso más ancha.

- Por favor.

Giuseppe cuando vio aquel hombre, sentado, ya se temió lo peor. El anciano había desaparecido hacía ya bastantes años sin que nadie pudiera encontrarle; verle aparecer aquí, en una isla perdida alejada de la mano de Dios (quizás literalmente), y que además tuviera conocimientos ingenieriles en un país de las tres P, Paletos, Piratas y P-orrachos; hizo que su mente se esperase lo peor... pero entonces recordó la descripción que le dio aquel albañil con pocas luces... "flaco, con caso y con gafas" quizás aún hubiera una oportunidad de no tener un conflicto personal.

-Es un placer verte después de tanto tiempo, -Comentó Giuseppe acompañándolo en la caja que estaba libre a su lado- ¿No crees que hacerte llamar "Lego" y construir edificios en los bloques es demasiado humorístico para gente de nuestra edad?. Supongo que la gente de aquí solo tiene Playmobil... aún los recuerdo en el salón de Núremberg en el 74... pero qué feos que eran.

La opción sencilla, si es que desconfiaba tanto de su antiguo compañero, sería dispararle ahí mismo, pero quizás por compasión, o por respeto a este, decidió esperar que la situación se pudiera desarrollar de forma menos sangrienta, más aún si las pesquisas de Giuseppe no eran ciertas.

Miro a la pequeña Sam

"Vete, corre" le susurro "Yo entretendré a este señor. Tu escurrete sigilosamente cuando me preste atención a mi y no a ti"

"Buenas, señor sonrisas" le digo imitando el careto que pone "Puede llamarme... Paco. Si lo que quiere es información de los piratas, puedo darsela. Pero no he huido de sus grilletes para acabar en otros."
"Lo primero es ¿Quien es usted, Señor Comandante? ¿Y quien es su joven agente secreto?"

Ivanov se sentía descansado luego de haber pasado la noche en una cama, en comparación con el día anterior. Habían averiguado varias cosas antes de dormir, y esperaba poder ponerse con el grupo a discutir cual sería el plan del día siguiente. Descubrir que McTaker y Sam no estaban le provocó una muy mala sensación.

-¿Qué fue lo último que supiste de McTaker?- Preguntó soltando una maldición. ¿Podía el americano haber estado jugando aún del lado del pater y les había engañado? Sin pensarlo dos veces fue hacia la puerta que daba a la habitación de Sam para ver si encontraba alguna pista de lo que podría haber pasado con la chica.

  Inspeccionando la habitación en la que habían dejado a Sam, pudieron descubrir que en ningún lado estaban los dos miembros faltantes del grupo. Tampoco encontraron pistas que apunten al paradero de los dos. Lo único que tenían era el testimonio de Jack y el hecho de que Sam quería volver con sus hermanos como información. La mirada de Zeta era seria, pero evidentemente estaba preocupada.

- Esto no pinta nada bien. Que Angus y Sam hayan desaparecido sin dejar rastro... o los encontraron los piratas, o los encontró el régimen...

 La agente se apoyó contra la pared del pasillo, con expresión pensativa. Poco después, se dispuso a actualizar a Jones con la información que habían conseguido del trabajo con el pirata Danny. Al cual, evidentemente, nadie tenía intenciones de llevarle el desayuno sustancioso que estaba pidiendo.

- El pirata ha hablado, si... y ha dicho cosas realmente preocupantes. Los piratas están planeando un golpe fuerte. Algo que desestabilice el mando de Donna Wen y haga que la gente de Los Bloques se revele. Se dieron cuenta de que no pueden atacar esta ciudad como lo hicieron con Puerto Obikanui, por lo que se van a valer del enojo del pueblo para crear caos. Según este tipo lo más seguro es que ataquen las construcciones de departamentos que está haciendo el régimen... ¿recuerdas, Jack? Allí fue dónde conocimos a Donna. Y por lo que nos dio a entender... van a atacar lo más rápido que puedan.

Con la cabeza hizo una seña hacia la agente. -Zeeta ha sugerido ir a advertir a Donna sobre lo que ocurrirá. Voy a llamar a la agencia para advertirles sobre lo que puede llegar a ocurrir aquí el día de hoy, y veré si Vinnie puede dar algo de luz sobre donde pueden estar McTaker y Sam en este momento.-

Su mirada se posó en la puerta de la habitación donde estaba Danny. -Me fastidia andar con un lastre, no podemos dejar a uno de nosotros vigilándole siempre. ¿Sugerencias? Nos ha sido útil, pero dudo que si lo liberamos no vuelva a unirse en su fanaticada por su capitán. Creo que... Está la posibilidad de lograr que nos ayude por el simple hecho de que no le agrada el pater, pero una vez Roni quede fuera del panorama volverá con sus andadas.-

Me dijo que volvería pronto, que no me preocupara. - comentó Jack con una mueca. - La verdad es que ahora siento que tendría que haberles acompañado, aunque estaba tan hecho mierda por la pelea que tuve que a penas podía pensar con claridad, además de que me preocupaba meterles en más problemas aún si nos veían juntos.

Escuchó atónito lo que decía Zeta, a lo que solo pudo asentir mientras Vlad volvía a pronunciarse. - Sí, sin duda debemos informar a Donna cuanto antes y evitar que suceda lo mismo que en el puerto. No me hace gracia que siga en pie el régimen en el pueblo, pero en coste en vidas de los piratas por liberarlo es demasiado grande. - comentaba rascándose la barba.

Respecto al tipo que tenemos aquí... Ahora mismo su ayuda es más que bienvenida. Si luego nos vuelve a traicionar por volver a los piratas, ya nos preocuparemos de ello, pero ahora mismo no estamos para rechazar ningún tipo de ayuda. - se notaba que no estaba muy conforme con sus palabras, pero tampoco veía muchas más soluciones... Y matarlo sería demasiado barbárico. - Si no hay nada más que añadir, deberíamos ir cuanto antes a hablar con Donna, al menos yo y Zeta.

 Antonio se ríe ante los comentarios de Giuseppe, aunque su risa es cortada por un pequeño ataque de tos. La compostura física de aquel hombre era claramente peor que la del cardenal. Evidentemente, ser ingeniero proveía menos musculatura y resistencia que ser un agente secreto. Luego de tomar un poco de aire, el hombre se dispone a aclarar las dudas de su antiguo colega.

- Oh, Gius... yo no soy Lego. Lego es una persona de carne y hueso como nosotros, y está en algún lugar de esta gigantesca obra. De hecho, y quizá esto te sorprenda... yo soy su mentor.

 El anciano hablaba con orgullo, mirando la amplitud de las obras que se podían ver desde aquel elevado lugar. Realmente eran obras casi faraónicas, aunque no tan imponentes como una pirámide o una esfinge. Después de todo, los diseños de aquellos complejos de viviendas eran cuadrados y opacos. Brutalistas, incluso.

- Hoy pensé que iba a ser un día como cualquier otro. De la misma forma que me he levantado durante los últimos 10 años, tome mi café... vine a la obra que me asignaba el gobierno... ayude a Lego con preguntas ingenieriles... nunca me imagine que algo iba a cambiar ese patrón. Aunque supongo que el hecho de que Peggy Tsai haya tomado el poder por la fuerza cambió todo... y supongo que eso fue lo que te trajo aquí. Cuando sentí en el aire que alguien estaba usando los poderes que tu y yo aprendimos en el Vaticano... bueno, supe que tenías que ser tu.

 Antonio vuelve su mirada a su antiguo camarada. Si bien había una buena actitud por parte de aquel anciano hacia Giuseppe, también había en el aire un cierto... suspenso. Después de todo, reencontrarse con una persona del pasado en aquellas condiciones y con aquel clima político llamaba a hacer muchas preguntas.

- Puedo preguntarte, amigo mío, ¿cuáles son tus intenciones aquí?