Partida Rol por web

18 de Marzo, 1982

¡Noticias de última hora! ¡Noticias de última hora! El Consejo de Seguridad de la Excelentísima Organización de las Naciones Unidas ha declarado, con nueve votos a favor y 6 en contra, que la Isla Shuriken, nación tomada por las garras de los más viles bestias dictatoriales que haya visto la faz de la tierra, debe ser intervenida para devolver la paz a su pueblo y la alegría a sus tierras... Damas y caballeros, nos encontramos ante un evento que podría cambiar la historia como la conocemos...

19 de Marzo, 1982 - Portaaviones de la Agencia, Alrededores de la Isla Shuriken 

 Están al tanto de las noticias alrededor de este suceso. Isla Shuriken, una pequeña nación de la que muchos de ustedes no deben haber oído en sus vidas, ha sido intervenida militar y para-militarmente por su propia gobernante y sus aliados. Una crisis institucional. Los números son escasos y las opiniones son diversas, pero se hablan de prisioneros, desapariciones y muertos. No es una simple disolución de congreso o un escándalo sexual. Hay gravedad detrás de todo el asunto, así como hay misterio sobre todo lo que está sucediendo realmente en la isla. La información es limitada, pero la intención de las Naciones Unidas es firme y contundente.

 Razón por la cual la Agencia, una rama menos conocida que el Consejo de Seguridad y mucho menos que la ONU misma, ha sido encomendada con la confección de un equipo de profesionales para ver que pueden hacer. Porque es claro que a la ONU le conviene no intervenir automáticamente, mandando tropas y pudiendo pagar precios enormes. Para eso está la Agencia: analizar si los problemas que el Consejo de Seguridad les manda pueden ser resueltos sin desplegar cascos azules.

Y para eso están ustedes aquí...

 Una voz grave y monótona retumba por toda la habitación, proveniente de un tosco y serio hombre sentado a la cabeza de la reunión. Convocados por sus logros y su fama como agentes de calidad, se encontraban frente al jefe de la operación. Con cara de pocos amigos y un notable acento tejano. Su alias en la base era Maverick.

Bueno, ya están al tanto de lo que se cuece en esta islita radical... un pedazo de tierra en el medio de la nada que tiene loco a todo el mundo. Dios sabe por qué... pero ¡Ey! Las ordenes de arriba no se discuten, se acatan. Y eso es algo que espero que ustedes entiendan más que bien...

 Maverick miraba a los cinco agentes parados en frente de él con curiosidad; aunque rápidamente esa curiosidad se estaba transformando en aburrimiento. Parecía exigente y difícil de contentar. Y con la situación que tenía entre manos no había lugar para torpes o mediocres; si bien parecía tener sus diferencias con las Naciones Unidas respecto a esta misión.

- Ahora, he estado... hojeando sus historiales. Parecen ser de élite. Good stuff. Pero los que no se deben conocer muchos son ustedes. Hagan un poquito de show e introdúzcanse a sus nuevos compañeros. El trabajo en equipo se fortalece con esas cosas y bla bla bla...

 El bigotudo hombre se recuesta en su silla y toma un poco de café mientras espera que los agentes se presenten. No les había ofrecido café ni nada.

Tras llegar al lugar, escoltado por varios agentes, ya que el jodido Von D. se había tirado todo el día entrando a sitios aleatorios a preguntar si era allí la reunión secreta, hasta que finalmente algunos agentes que andaban de misión lo pillaron y lo llevaron hasta el cuartelillo. Al entrar solo pudo decir una cosa. - ¿Es aquí la reunión? - llegó el último, ya estaban el resto de sus compañeros. Empezó a observarlos y sacar conclusiones precipitadas, porque sí, Von D. juzgaba a un libro por su portada.

Escuchó la misión que tenían por delante, al menos los pocos detalles que habían dado, y tampoco con demasiada atención, aún le dolía la cabeza, pero se quedó con lo importante. - Bueno, así que vamos a la isla, pegamos a unos cuantos malos, salvamos el mundo y vuelta a casa. Parece sencillo a primera vista.

Kerstin I. Müller fue una de las primeras en llegar, aunque en todo momento prefirió mantener un perfil bajo. Se sentó en el primer asiento libre que encontró con las piernas cruzadas y ojeó la carpeta con información que habían repartido a cada uno con todo lo relacionado con la misión. Imágenes, artículos, mapas… ojeó todo con dedicación, pasando las páginas o volviendo a algunos puntos clave para estar segura de todo lo que tenían que hacer.

Únicamente alzó la mirada cuando las puertas se fueron abriendo y dando paso al resto de la comitiva, dedicándoles a los desconocidos una gélida mirada y con los que había coincidido una discreta sonrisa antes de volver a sus documentos. Cuando terminó de escuchar a todo el mundo, cerró su carpeta marrón y juntó sus manos en la mesa con una serie de preguntas que le habían surgido tras la explicación.

-¿Tenemos forma de acallar a los medios? – Sin necesidad de buscar demasiado, sacó de su carpeta el papel que hablaba de las desapariciones o asesinatos entre otras cosas, información que sin duda podría traer consecuencias negativas si llegaba a ciertas manos.- Si queremos infiltrarnos debemos hacerlo con cuidado, y una población sugestionada por el caos sólo nos dificultará la misión.- Se había dado cuenta de que se había metido de lleno en la misión sin ni siquiera conocer la identidad o cualidad del resto de su equipo. Con el tiempo que tendrían ya la conocerían, ya que su disciplina y eficacia era una de sus cualidades más mencionadas en sus historiales.- Kerstin I. Müller. Podéis llamarme “Kim”. – Se presentó al resto de forma concisa, simplemente por educación y aligerar así futuras conversaciones.

Parecía que me habían elegido a dedo para meterme en una misión peligrosa. A dedo mientras estaba de relax tras mi última formación. Sí, claro, "a dedo". De entre otros 68 hombres BLANCOS, todos jóvenes americanos, mercenarios y bien capaces. Debía sentirme honrado por semejante oportunidad. *Hijueputas privilegiados, yo me enrolé por la pasta, la comida y el alojamiento gratis!! - pero eh, debía sentirme honrado.

En realidad estaba obligado, no tenía opción de negarme. Estaba en el contrato. Bueno, qué tan difícil sería? Con ese resumen de corrupción asesinatos y manipulación, fijo que sería coser y cantar, como decía el jubilado aquél - Sí, eso! - me limité a darle la razón. Aunque por sus pintas, no creía que fuese a tener muchas luces. Pero si algo me decía mi abuelo: cuando un hombre blanco, viejo, bien peinado y bien vestido diga algo, tú dale la razón.

Luego habló la pelirroja adolescente. Jo-der hermano esa sí parecía inteligente. Asentía a sus palabras sin entender gran cosa, brazos cruzados pero mirándolos a todos como si la cosa fuera lo más serio e importante del mundo. Se presentó la chica - J.Brown.  Muy ágil. Me escabullo como nadie. Nada se me escapa. - dije intentando sonar importante, asintiendo a mis propias palabras con rostro serio y profesional.

Michael suspiro al ver como el resto del equipo iba llegando, la joven "Kim" parecía competente, y creía que por fin iba a poder confiar en un equipo, pero conforme fueron llegando el resto supuso, que una vez mas, le tocaría hacer el trabajo pesado.

Aun así, el no estaba allí por dinero, ni por la comodidad de trabajar de funcionario publico, el estaba allí por preservar la justicia y es lo que en aquel momento tocaba repartir, aunque fuese con sus puños.

-Mi nombre es Michael, este no es mi primer rodeo, he participado en múltiples operaciones de pacificación, así que no será un problema, entramos, acabamos con las cabezas pensantes, devolvemos el poder a la ciudadanía y salimos. Rápido y sencillo.

Tras llegar se sentó en una silla en un rincón desde donde podía observar a todos. Esperó para hacerse una semblanza de todos antes de presentarse.

—Buenas. Pueden llamarme señor Tamejiri, o Tamejiri a secas cuando entremos en confianza. Será un honor trabajar con gente experimentada y experta como ustedes. Espero poder aportar mi granito de arena en desestabilizar a este régimen que tomó la isla. Creo que haremos un buen equipo.

Se lustro los anteojos antes de continuar.

—Y hablando de equipo. ¿Podremos contar con elementos en abundancia?. Algo con lo que pagar a informantes y colaboradores sería de gran utilidad.

 Uno a uno se fueron presentando los agentes, cada uno a su manera. Gente con las más diversas motivaciones y personalidades debían lograr trabajar en equipo por el futuro de una nación que apenas conocían. Con enemigos desconocidos y situaciones inciertas, y una población en peligro. Además de que, por la injerencia que se le daba a esta misión, podría ser que la toma de la Isla Shuriken tuviera más importancia de la que a priori se le daría a cualquier otra dictadura.

 Maverick, por su parte, los observaba presentarse con un poco más de interés. Habían logrado que levantara una ceja: sospechaban que era la máxima expresión que podía hacer ese hombre.

- Bien. Las formalidades han sido hechas. Ahora, las preguntas... la presidenta electa de la Isla Shuriken, Peggy Tsai, ha disuelto todos los poderes de la nación y se ha hecho con el control de todas las instituciones. Destrozando el estado de derecho a su paso. Lo primero que hizo fue cortar la conexión de la isla con el resto del mundo, tanto en los medios de comunicación, exportaciones e importaciones, límites marítimos... nosotros estamos en el borde de su jurisdicción. Por el momento no han iniciado acciones contra nosotros, por lo que suponemos que no quieren entablarse en peleas innecesarias. Pero no me arriesgaría a dar un paso más... y ahí es donde entran ustedes.

-Peggy no está sola, sin embargo. Nuestras fuentes no fueron muy precisas, pero nos dieron la información de que la mandataria tiene un grupo de cinco comandantes... o jinetes del apocalipsis... que la ayudan manteniendo el control de la isla. Además de la milicia y diversos grupos paramilitares. Su primera misión será adentrarse en la isla sin levantar miradas y recolectar información sobre esas cabecillas. Se contactaran con nosotros apenas lo hagan... ¿Qué cómo lo harán?

 Maverick hace una pausa, mirando hacia la puerta que está detrás de ustedes. Por ella se adentran tres personas que hasta el momento no habían visto por ningún lado del navío. Cuando se giran a verlos, Maverick les indica al trío recién llegado que se sentase, terminando su café y dando vuelta su silla giratoria.

- Eso pregúntenselo a ellos... los expertos.

 Uno de los llamados "expertos", un hombre alto muy bien vestido y de una mirada altiva, toma la palabra casi automáticamente luego de la presentación del jefe de la operación. Con una amplia sonrisa y con lo que parecía ser un acento inglés, empieza a hablar.

-Buen día, antes que todos... mi alías es William, y soy el encargado en Logística de esta misión. Como saben, esta clase de operaciones pueden ser un tanto complicadas y con muchos detalles y aristas que... seamos sinceros, aburrirían hasta al estratega más ávido que pudieran encontrar. Entonces para esto estoy yo; y para que ustedes puedan concentrarse en salvar el día y... ¿Cómo se dice? ¿Patear traseros? Como sea...

 El para nada modesto hombre saca de adentro de su saco un cuadernito en el cual empieza a anotar cosas sobre ustedes. No saben qué cosas, pero simplemente con mirarlos era evidente que deducía características propias de cada uno. Aquel nivel de análisis podía tranquilizarlos, evidenciando que tenían a un "experto" frente suyo.

- Fuerza, Intelecto, Percepción y Destreza... son los valores con los cuales he medido a la gente durante toda mi vida. Un sistema que funciona como un reloj suizo. En promedio, todos los agentes que me he cruzado tienen 30 puntos que se dividen entre estas categorías. Y ustedes tienen unas distribuciones más que interesantes. Las mismas determinaran su desempeño en la isla, por lo que les deseo la mejor de las suertes...

 Poco después de que aquel condescendiente pero altamente capaz hombre terminara su parte, se levantó la mujer que había ingresado para hablar. Vestida de rosa con un atuendo que no pensarían que es propio de agentes, levantó en alto la voz y se ganó la atención de toda la habitación.

¡Mi alías es Nyala: antílope en zulu! Y como los antílopes, soy veloz y recorro las extensiones de este mundo con información y voces. Voces que cargo dentro de mí. Soy la encargada de Comunicaciones de esta humilde misión, y mi cargo es el de mantenerlos conectados con la base...

 Siguiendo la corriente de William, de forma exagerada saca algo de uno de sus numerosos bolsillos. Pero en vez de un cuadernito con el cual juzgar a los demás, saca un gran y frondoso mapa de la isla, con bastantes detalles y mucha información. Tampoco parecía que Nyala fuera nada menos que una experta.

¿Ven el barquito ahí abajo? Somos nosotros, y su primera parada será Villa Ganga. He estado investigando y es el único lugar en el cual podrán adentrarse sin ser atrapados. Intentaran no ser detectados... pero las fuerzas del mal de aquella mujer pueden ser peores de las que nos imaginamos. Que el espíritu de la buena vida los acompañe.

 El último hombre del grupo, una persona entrada en años y de corta estatura, no irradiaba la misma energía que sus pares expertos. Estaba sentado, tranquilamente, con una mano apoyada en su cabeza y una sonrisa amena de oreja a oreja, mientras veía con ternura como sus compañeros se exaltaban al hablar de sus habilidades. Al momento de hablar, optó por seguir sentado y saludar con la cabeza a los presentes, mientras suspiraba lentamente.

Bueno, yo... yo soy Totonaco. Suena medio raro, pero es el nombre que elegí. Para mí es bonito. Yo soy... mi cargo es... encargado de Armamento. Eso, eso soy. Pero... es más un título que cualquier otra cosa. Lo mío no son las armas... sino más bien las habilidades de los que las usan. Me importa lo que ustedes pueden ofrecer: sus talentos, sus dones. Ya digo yo... ya digo yo que la maña le gana a la fuerza.

 Mientras Totonaco hablaba, se podía ver como sus compañeros expertos lo miraban con cierta incredulidad. Hasta el mismo Maverick dio ligeramente vuelta su silla para echarle una mirada al hombre que hablaba de todo menos de armas. Dándose cuenta de esto, el viejo se ríe con inocencia.

- No se confundan, les proveeremos armas. Si las quieren, claro... también pueden elegir una vía pacífica. Pero los que les planteo es que me hablen de sus habilidades especiales. Cada uno de ustedes tiene una en su interior, puede sentirlo... ¿Qué será? ¿Dones diplomáticos? ¿Pelean mejor borrachos? ¿Calman a los animales? Apenas puedo imaginarlo, heh heh heh...

 Maverick da vuelta su silla al escuchar a las dudas de Forbúl Tamejiri y de Kerstin I. Müller; y aunque su boca parecía que iba a dar una respuesta a aquellas dudas; su mirada, sin embargo, daba a entender que no iba a obtener grandes respuestas reveladoras de aquel hombre.

Trabajaréis con lo que el presupuesto indique.

Ordenes de arriba... se acatan.

 Y sin más, el parco hombre da vuelta su silla giratoria una vez más, quizá evitando hablar más. Quién sabría.

—Bien, contaremos con armas. Pero se imaginarán que yo no voy a andar a los tiros por ahí. No. Pero con otra clase de "armas" se podría acceder a colaboraciones. Imagínense que por el precio de un fusil, si compramos marihuana, nos alcanza para... —hizo unas cuentas con los dedos—... unos 150 gramos.

»Está bien, no es mucho, olvídeno.

Observó a los nuevos integrantes para quedarse con sus caras, aunque más bien era una prueba donde se preguntaba si realmente eran eficientes o de fiar. Espero que sepan hacer su trabajo.- Sin embargo cuando la mujer que se hacía llamar “antílope” tomó la palabra, esperó a que terminara antes de acercarse a ella.

¿Las líneas son seguras? ¿Deberemos esperar órdenes de ustedes para actuar cuando estemos infiltrados o algún tipo de informe cada cierto tiempo? – Estaba claro que no era la primera misión que hacía, haciendo las preguntas más habituales sobre la infiltración de los agentes. Al fin y al cabo, lo último que quería era fallar.- Procuraremos no atacar a civiles. Cuanto menos llamemos la atención, mejor.- Era fácil de decir pero difícil de ver, puesto que el grupo tan variopinto que le habían asignado no parecía precisamente muy ducho al sigilo. Esperaba equivocarse.

 La ostentosa mujer de rosa se mostró sorprendida ante la pregunta de K.I.M., moviendo sus ropajes para adelante y para atrás; aunque rápidamente acompañó ese gesto con una dulce sonrisa.

Cariño... ¡si no fueran seguras, no se las daría! Ustedes tranquilos. Apenas logren llegar a Villa Ganga empezara su primera misión de búsqueda de información. Ustedes pueden decidir como hacerlo: preguntando como si fueran turistas o extranjeros perdidos, o aprovechándose del sigilo y la astucia para conseguir data sin ser detectados. O alguna tercera vía que se les ocurra... ¡ustedes son los agentes, después de todo!

 Algo extraño que se notaba, no solo de parte de Nyala sino de los demás hombres de la Agencia, es que en ningún momento les habían pedido que procuraran no atacar civiles, ni guardar discreción o entregar a los dictadores. Había una gran confianza en el criterio de los agentes... o podía ser otra cosa. Pero aquel momento no era el adecuado para hacer preguntas fuera de lugar.

- Hagan lo que crean que sea necesario.

Von D. se rascó la cabeza, pensó un poco, aunque no demasiado pues no era lo suyo. - Lo mejor será no preocuparse tanto, Kim. Llegamos allí, preguntamos a los isleños con una amplia sonrisa y listo, primera misión cumplida. - tras lo dicho puso su mejor sonrisa para preguntar. Al sonreír, parecía un pervertido. Ni parece simpático, solo un tipo extraño con el que debes ir con cuidado.

Venga chicos, practicas vuestras sonrisas preguntonas.

-A mi se me dan bien los isleños! y las personas. Siempre que no sean racistas psicópatas, claro está. - digo sonriendo con naturalidad. 

-Pero si hace falta escaparse, también soy un experto. Especialmente si son racistas psicópatas, claro está. 

Forbúl suspiró aliviado al oír la confirmación de que no debían tener una especial condescendencia con los isleños, luego sonrió.

—Hablar. Eso me sale bien. Podríamos ahorrar un par de balas. O al menos saber a quién tirarle primero.