Partida Rol por web

El elegante chinarro se mantuvo en silencio hasta que llegamos en mitad de ninguna parte. Hasta el chófer salió abriéndome la puerta.

*oh, esto es nuevo. Nunca nadie me habría abierto la puerta antes. - me sentí como un rey... hasta que vi a McTaker. *MIERDA! 

Y sí, estaba hecho mierda. Tenía una buena fama siendo capaz de hacer cualquier cosa, sobre todo esa historia del megáfono que se contaba por ahí... aunque seguía sin entender qué pintaba la ardilla en todo aquello.

Tragué saliva mientras el chinarro actuaba como el malote elegante que era, y escuchaba con atención haciéndome el sorprendido como si no le conociera de nada. -No!... no a nuestro querido país!... - respondía como si realmente me ofendiese. Pero en el fondo no sabía ni dónde meterme. Y el chófer no ayudó nada, trayéndome aquella porra extensible para hacer que hablase.

-P-Parece ya muy torturado. ¿Hay algo que ya le hayan hecho para evitar repetirme? a lo mejor los porrazos no basten... quizás pueda improvisar algo nuevo.

Improvisé aquella pregunta mientras miraba si había algo que pudiera hacer para salvar la situación, evitar la paliza, o dejar kao a los dos chinarro y chófer. No. Eso último era imposible. Pero quizás algo que pudiera liberar a McTaker, o ayudarle a soltarse sin que se dieran cuenta. Algo??!

...

Al parecer los nervios estaban sacando más de mí, pues veía tan poca cosa y estaba tan inquieto que hasta se me cayó la porra de la mano cuando me la pasó el chófer, agachándome rápidamente para recuperarla.

Aquel hombre no parecía para nada molesto con el comentario de El Negro, al contrario tomó aquello como una invitación a buscar formas nuevas y creativas para torturar al espía con tal de sonsacarle información necesaria para salvaguardar la seguridad de la Isla Shuriken.

-Nos siguió y le pedí amablemente que entrara en el vehículo. -Dijo sin titubear sobre lo que ocurrió- El hizo una bomba que trató de lanzarla contra el vehículo, la desvié y la hice estallar en el aire con mi arma y luego lo neutralicé. Acto seguido lo traje aquí para interrogar sobre sus acciones. Sobre lo demás, tienes carta blanca.

Le daba libertad total al respecto.

-Que no muera. -Añadió.

*QUÉEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE? - Pero pero pero qué clase de super chino era ese? qué les daban de comer? Encima de monstruosamente alto y terroríficamente tieso -sonrisa incluida- era tan hábil como para hacer todo aquello con aquella bomba improvisada?!

Estaba empezando a sudar dentro de aquél uniforme. 

-OH. Bien... bien... - le pidió amablemente que entrara en el vehículo. Como a mí. Me daba carta blanca para hacer que hablase. 

Pero sin matarlo. -Oh, ok. Ok. 

No tenía ni idea de si Angus McTaker me conocía o si me había prestado nunca atención. De momento me acerqué con la porra y primero dudé un poco, y luego... le di un par de toques con la porra en la cara. Como quien toca una caca.

-Eh.. Eh tú. Sí tú. Ya has dicho para quién trabajas? Cómo te llamas? no me obligues a usar la fuerza bruta eh?. Vamos, habla. Habla. - Le seguía dando toquecitos molestos en la cara, como si estuviera calentando.

¿Cómo salía de ésta yo ahora? 

—Ey, amigo. No te enojes. Que yo no he querido mentirte. —Forbúl volvía hacia la celda encañonado por el joven guardia.— Cuando dije que estaba aquí por Peggi no mentí. Tú, y yo, y todos ellos, estamos aquí por ella. Si no fuera por ella tú podrías estar en algún sitio donde de el sol y no aquí respirando el aire viciado por tanta gente aglomerada en un lugar tan pequeño. Dicho sea de paso. ¿Bañaron al negro? Bueno, no importa. Ahora importas tú. ¿Un hombre tan joven encerrado aquí? ¿Qué te llevó a elegir este trabajo? Habiendo tantas cosas mucho más agradable que podrías hacer con tu inteligencia. Cuando salga de aquí hablaremos. Estoy seguro de que puedo ayudarte a conseguir un trabajo mucho más agradable que este que estás haciendo, y donde ganes más del triple de sueldo. ¿Cuánto te pagan por estar aquí y manejando esa herramienta peligrosa? —preguntó señalando el arma— ¿Qué pasaría si mientras estás distraído conversando conmigo junto a la reja alguno de los prisioneros intentara arrebatártela?

Al parecer en esta ocasión los encantos sociales de Forbúl Tamejiri no parecieron funcionar; algo bastante extraño puesto que era un experto con las palabras; por lo que lo más probable es que alguien más hubiera hablado con este soldado, alguien poderoso como para hacerlo inmune a la palabrería del agente.

-¡A mi no me engañas!. -Dijo callando con esas palabras a Forbúl y a todos sus intentos de entablar una conversación- ¡Aquí no vendrá su Excelentísima!. ¡Me has mentido!. ¿Y sabes qué es lo que le hacemos a los mentirosos en el ejército?. -Preguntó en voz alta mirando fijamente al hombre- No, por favor respóndeme, que no llegue a ese Capítulo del manual y... ¡No!. ¡Espera!. ¡No me respondas tú que seguro que me tratas de engañar también!. -Tras decir esto, se giró hacia el resto de los que estaban en la Celda- ¿Alguno de vosotros sabe qué es lo que se le hace a los mentirosos?.

Ninguno de ellos dijo nada. Pero que esto no se le subiera a la cabeza de Forbúl Tamejiri; no estaban ahí para defenderlo de tener la lengua cortada, las orejas cortadas, de recibir unos buenos azotes en el trasero o de estar castigado en la esquina de rodillas con los brazos... Sino que estaban callados tal y como habían prometido que harían: La Huelga de Silencio.

-.  .  . -Al menos no le daban una respuesta a aquel guardia.

Eso sí, el hecho de mantenerse en silencio no evitó que algunos de los presentes hicieran mímica para tratar de decirle al soldado algún que otro castigo que darle al propio Forbul Tamejiri, algunos decían con gestos que le cortara la lengua, otros decían que las orejas debían ser las cortadas, y otros -los más "fetichistas"- simplemente le indicaban que debía recibir unos buenos azotes en el trasero o de estar castigado en la esquina de rodillas con los brazos...

- .  .  . -Pero nadie dijo nada, a fin de cuentas seguían con aquel movimiento silencioso.

Cansado por no obtener una respuesta; Liu Wang haciendo uso de su autoridad -y de su arma- finalmente metió al interior de la celda a Forbúl Tamejiri, a fin de cuentas, ante la falta de unas directrices claras, el muchacho no podía ejercer ningún tipo de castigo contra aquel mentirosillo.

-¡Entra ahí!. -Le ordenó al agente del engaño- ¡Maldita sea!. ¡Este silencio me está estresando!. ¿Qué es lo que intentan decirme?. ¿¡Acaso están dejándome solo con mis propios pensamientos y mi conciencia!?. ¿¡Que lo que hago está mal?! ¿¡Qué es este dolor que siento en mi interior?!. -Tras unos segundos sus tripas rugieron- Ah, menos mal, solo era hambre... Aunque aún quedan 10 minutos para la cena...

Una cosa que Forbúl Tamejiri se percató fue de la evidente falta de El Negro entre tanto asiático que había por la zona; a fin de cuentas, este era una persona que resaltaba, tanto por su color de piel como por estar lleno de babas de anciana. De hecho, lo único que Forbúl Tamejiri encontró fueron sus ropas en el suelo.

Los golpes con la porra por parte de El Negro eran simples caricias en comparación con el golpe de kárate casi mortal que aquel hombre trajeado me había dado. A pesar de ello, no era agradable tener la cara toqueteada por una porra extensible, por lo que poco a poco mis fuerzas empezaban a flaquear, pero debía ser fuerte.

-No voy a hablar. -Dije con firmeza en mis palabras- Pero deja de darme toquecitos, es molesto...

Los toquecitos que El Negro le estaba dando a aquel rehén en aquel interrogatorio no parecía estar funcionando en absoluto, de hecho al contrario, lo único que lograba era que Ted Hyun parecía impacientarse por la falta de resultados o peor aún, por la actitud tan pasiva que El Negro estaba ejerciendo.

-Ponele voluntad, la concha de tu madre. Ponele voluntad... -Comentaría el hombre trajeado si fuera Argentino.

Pero porque no es Argentino, simplemente se quedó ahí, a la espera de resultados por parte de aquel soldado leal al régimen y con tanta iniciativa como para planchar y lavar los uniformes de todos sus compañeros mientras ellos están gastando el agua caliente de las duchas; para luego ducharse él con agua fria.

Esperando que aquél gigantón y su chófer estuvieran detrás mío mirando como "maltrataba" a Angus, acerqué amenazadoramente mi cara negra todo lo que pude a la de Angus inclinándome, mientras le daba toquecitos en el hueso Temporal de la cabeza, un poco más fuertes -Toc-TOc-toc-TOc-toc-Toc-Toc-TOc...- de forma continuada y más molesta, aumentando el grado de dolor un poco y el ritmo de los toquecitos.

-No me hagas usar esto de forma más eficiente! No quisiera tener que desnudarte en medio de la selva! No quisiera tener que buscar "una ardilla y una cuerda y un megáfono..." para hacer lo impensable!...  - mientras decía esto con mi cara cerca de la suya sin que los que tenía detrás pudieran verme, guiñé el ojo tres veces casi desesperado, para ver si pillaba la indirecta. Todos en la agencia sabían de sus hazañas tan raras, tenía que colaborar o estábamos los dos muertos!.

-Habla o sufre! El Negr... Nig G.A. te lo ordena! - guiño guiño, y otros cuantos toquecitos en el temporal de la cabeza.

El hecho de continuar con la tortura de los golpes livianos -aunque ahora un poco más fuertes- a modo de toquecitos en la cabeza del agente hizo que este pareciera enfadarse cada vez más con su torturador particular; al punto que apretaba los dientes de impotencia...

-No sacaréis nada de mi, vosotros malditos... -Dijo con furia hasta que se quedó callado por un instante, como si hubiera logrado descubrir un secreto oculto- Espera un momento... Tu eres...

Antes de poder delatar a El Negro, la boca de Angus McTaker empezó a echar espuma, y su cuerpo empezó a convulsionar con fiereza; algo que sorprendió al agente infiltrado de que pasara, a fin de cuentas, aquellos toquecitos no habían sido demasiado fuertes, mucho menos capaces para dar semejante reacción.

Pero ahí estaba, el cuerpo de Angus McTaker completamente muerto, en mitad de la jungla.

Aquel hombre no parecía para nada complacido por la actuación que había hecho El Negro, al contrario tomó aquello como una gran derrota por su parte, así como una despedida a las nuevas y creativas formas de torturar al espía con tal de sonsacarle información necesaria para salvaguardar la seguridad de la Isla Shuriken; información que ya no iban a saber.

-Ha muerto. -Dijo lo evidente a la par que se acercaba al cadáver y se agachaba a... olerle- Almendras... cianuro.

El hombre se levantó una vez más y se colocó el traje que se le hubo arrugado levemente por esta acción antes de dirigirse nuevamente a El Negro. Su mirada altiva y seria, como la de un padre al que acaba de pillar a su hijo cometiendo una trastada en el salón lo decía todo.

-Has fracasado. -Dijo finalmente- No sé lo que le habrás susurrado pero eso hizo que rompiera la muela falsa donde guardaba el veneno... Tienes talento para liderar. ¿Qué opinas de un ascenso?.