Partida Rol por web

-AJÁ! un defecto!... - por alguna absurda razón, encontrar un rasguño en toda aquella lujuriosa perfección me hizo sentir mejor con la vida.

Aunque pensándolo bien, era un detalle extraño. Normalmente no tendría porqué moverse una mesa que sirve para escribir, y no para ser movida. Me dio por mirar de reojo la otra mesita, la que parecía ser una mesita de té... Y un escalofrío me recorrió la espalda. No, mejor a esa mesa ni me acerco. Me venían traumas del agua hirviendo que me hizo quedar inconsciente cuando nos capturaron.

Frotándome el cuello como si lo recordase, me dirigí hacia la mesa de escritura para analizarla más atentamente, quizás me daba por iluminárseme unas ganas enormes de escribir... o quizás se me iluminaría el porque esa mesa había sido movida de forma semicircular.

Estaba claro que la persona que había movido aquella mesa de escritura tradicional lo había hecho sin el más mínimo cuidado a la hora de no dañar el suelo de madera, algo bastante evidente teniendo en cuenta el rastro rayado que había en la madera. Pero si El Negro se acercaba un poco más, podía ver que esta no se encontraba pegada a la pared, por lo que podía moverla si quisiera.

Otra cosa a destacar estaba el hecho de que, la persona que la movió tampoco parecía tener demasiada fuerza, o quizás no tenía consideración por el suelo y por eso la arrastró en vez de simplemente levantarla.

¿no tenía demasiada fuerza? Como yo!!

Eran demasiadas señales como para no darme cuenta de que tenía que mover esa mesa.

Moví la mesa exactamente igual que por donde las marcas mostraban que había sido movida antes. Pero con cuidado, no fuese a hacer demasiado ruido.

Todo el esfuerzo que El Negro hizo para mover aquella mesa tuvo el efecto lógico, es decir, un dolor punzante en la espalda del hombre que se había sobreesforzado ante aquella pequeña mesa de escritura tradicional; a pesar de ello, la mesa se hubo movido lo suficiente como para dejar ver lo que había detrás.

Un conducto de ventilación que daba a la sala contigüa; y al parecer, los tornillos habían sido sacados usando un objeto punzante. De hecho, cuando este quitó la mesa, la rejilla del conducto de ventilación a nivel del suelo también cayó.

*AHÁ!! .... - oh mierda. Eso significa que tengo que ir a la otra sala... y ahí estaba... 

...

¿debía o no debía ir a hablar con el cura loco? Parecía que la cosa iba de curas locos. Como si los curas fuesen el problema de la sociedad, en general, fueran en los universos que fuera.

...

Me escurrí por el conducto de ventilación lo más sigilosamente que pude. Quizás debía hablar con él, o espiarle. Lo que fuese a suceder antes. *mierda, ahora se me va a ensuciar el traje negro de polvo! adiós al camuflaje...

Y así fue como, El Negro, se quedó atorado en el conducto de ventilación, por medio de una tirada que no era del todo necesaria pero ahora que fue lanzada y con pifia, no se pudo evitar este desarrollo de personaje. Quizás no fuera lo mejor para él, como ya era evidente, pero al menos le daba personalidad.

A pesar de todo; este pudo ver como la estética del "Yang" se manifiesta en cada rincón de la habitación, donde el color blanco predomina con elegancia y serenidad.

Aquel agente fue recibido por una tenue iluminación que resalta la sofisticada paleta de colores claros. El piso de madera pulida está cubierto por una alfombra blanca de textura suave que se extiende hasta la base de la cama. Las paredes están revestidas con paneles de madera lacada en blanco, con detalles en pizarra que añaden un toque de elegancia.

La cama, que es el punto central de la habitación, cuenta con una estructura de madera blanca con detalles de pizarra intrincados. Las sábanas y las cortinas están hechas de suave satén negro, proporcionando un ambiente acogedor y relajante para un descanso inigualable. Grandes cojines negros adornan la cabecera, invitándote a relajarte y sumergirte en un sueño reparador.

El baño, separado del área principal por paneles corredizos de madera blanca, mantiene la misma estética elegante. Los azulejos claros brillantes en las paredes reflejan la luz suavemente, creando un ambiente íntimo. La bañera japonesa de madera blanca es lo suficientemente amplia como para sumergirse y disfrutar de un relajante baño. El lavabo y el inodoro están elegantemente integrados en un rincón, con grifos de color blanco y detalles en dorado. Artículos de tocador de alta calidad están dispuestos ordenadamente, listos para usar y complementar tu experiencia de baño.

En un rincón de la habitación, encontrarás una tradicional mesa de escritura con papel y pinceles para aquellos que buscan inspiración o simplemente desean expresar sus pensamientos en un ambiente tranquilo. Así como una tradicional mesa baja de té japonesa, también en blanco con adornos dorados, rodeada por cómodos cojines blancos para sentarte y disfrutar de una taza de té verde.

El Negro desde su posición pudo observar a dos niños que jugaban intensamente con un monito que no podía escapar de sus garras. Quizá El Negro no recordara haber visto a aquel animal en algún lugar. Lo que era seguro es que esos niños estaban disfrutando de su nueva mascota, aunque se detuvieron al verle ahí atorado.

El muchacho echó un vistazo a El Negro y se acercó a este para jugar con su cara al igual que había estado haciendo jugando con el monito, el cual se cayó de espaldas completamente agotado de tanto juego rudo que tenía con aquellos niños que lo tiraban, empujaban y lanzaban al aire.

-El tipo del traje nos dijo que te dijeramos una cosa... -Comentó, el niño mientras tiraba de una oreja de El Negro- Dijo... dijo... dijo algo de que se iba a solucionar los problemas en... algún lado... y que si necesitabas huir, puedes usar el "dragón".

El otro muchacho también echó un vistazo a El Negro y al igual que hizo su compañero, este se acercó al agente para jugar con su cara al igual que había estado haciendo jugando con el monito, al parecer acababan de encontrar algo más interesante con lo que entrentenerse en estos momentos.

-Y ella también fue con él. -Dijo como si aquello no fuera importante- También dijo que no lo siguieras, que el iba a estar bien, que iba a prepararse para ir a la capital luego de pasar por "Omus". Y que si quieres algo, que te encargues de "Villa Ganga" si tienes lo que hay que tener, o que vayas a liberar "Kuzaya".

-¡HYEEEEK!. -Añadió el mono.

Al parecer el mono sí que estaba cansado que este fue el único que no se acercó a toquetearle el rostro a El Negro, o quizás no lo hiciera porque tenía algo de empatía y sabía lo molesto que era que los dedos rechonchos de uno de los niños y los huesudos dedos del otro estuvieran toqueteandole.

No esperaba encontrarme a los tres niños. Aunque uno fuese un mono a juego con la habitación, y no un niño. Y menos aún me esperaba que se pusieran a jugar con mi cara. -ay! ¿qué tipo del traje? el del pelo canoso y calvoso? ay! - dragón? cual dragón? Pensaba que se refería al cura, pero al parecer se fue con una mujer.

No tenía ni idea de lo que era un "omus" ni un "kuzaya", lo único que conocía era Villa Ganga. Y era donde estábamos ahora.

Después de que me respondiesen, intenté salir de mi estrechez. Para atrás, volviendo a mi cuarto.

Aquellos dos niños no cesaron en su afán de hacer más incómoda la vida de El Negro, con las orejas estiradas, retorcidas y pellizcadas, y su nariz aplastada y toqueteada, aquella situación era casi tan mala como la que este había vivido dentro de aquella carcel militar.

-El viejo. -Le respondió el niño.- ¿Tienes un cigarro?.

Aquellos dos niños no cesaron en su afán de hacer más incómoda la vida de El Negro, con las orejas estiradas, retorcidas y pellizcadas, y su nariz aplastada y toqueteada, aquella situación era casi tan mala como la que este había vivido dentro de aquella carcel militar.

-¿De quien creías que te hablabamos?. -Preguntó el otro muchacho sin dejar de molestar- ¿De Sam? Ella se fue con el viejo por el Dragón de la ventana y nos dijo que esperaramos aquí por ti, y que no dijeramos nada a nadie más. Así que eso es todo...

Por fortuna para El Negro, este pudo escapar por aquel pequeño conducto de ventilación que daba a la sala contigua, el hecho de estar siendo toqueteado sin parar por los niños, lo había agobiado lo suficiente como para echarse a sudar y el sudor que echó fue más que válido para que este pudiera retirarse hacia atrás, usándolo como lubricante.

Se había alejado de los niños... y de sus manos toqueadoras.