Partida Rol por web

Lope encuentra varias huellas de pies descalzos (Toa Rappa estaba descalzo) alrededor del campamento. Al principio, eso le causa gran confusión, pues no distingue huellas de Toa Rappa de la de los gules.

Luego, tras un minucioso trabajo de descarte y deducción, ampliando cada vez más la distancia de inspección desde el centro del campamento, acaba descubriendo que mientras un rastros de varios individuos con pies descalzos se dirigen hacia "la aldea de la matanza", hay un rastro de un sólo individuo que se dirigen hacia el este, en dirección a las colinas.

Y dado que Lope ha tenido que ampliar mucho el radio de búsqueda para llegar a esa conclusión, también se topa con una huellas bastante claras de una enorme criatura bípeda que debe pesar mucho y tener bastante altura (como dos veces un ser humano). Parece que ese ser pasó junto al campamento anoche, (en realidad bastante alejado de él, a varias decenas de metros) viniendo del bosque al oeste, pasando de largo y siguiendo camino también en dirección al este.

James y Armando vieron como Lope se tiraba un buen rato dando vueltas alrededor del campamento y examinando el suelo. Con muchos "hummmm" y "oh, vaya" acompañados de gestos de reflexión.

En su deambular mirando el suelo hasta se alejó varias decenas de metros del campamento, pero en ningún momento le perdieron de vista (es un llano en todas direcciones el que todo se ve hasta muchas millas).

- Lope, Lopeee..- intentó James sacar de su ensimismamiento al mercader castellano. Le veía dar vueltas y también se sentía un tanto confuso por la desaparición de Toa Rappa.

-Es hora de empaquetar y ponernos en marcha.- se puso a recoger el mosquete y las otras cosas mientras le tendía otras a Armando. Miraba también de reojo a los prisioneros preguntándose que tenían que hacer con ellos. Seguramente, pensó les fuesen útiles bajo amenazas para llegar hasta la ciudad de Dul Motte.

Cuando terminó se quedó mirando a ver si Lope también reaccionaba y se ponían en marcha de una vez.

Ni las respuestas de Armando y los presos ni las llamadas de James apartan a Lope de su empeño, que ha comenzado a rastrear los alrededores del campamento buscando algo, probablemente señales o huellas de Toa Rappa.

—Id empacando —contesta el viejo mercader, sin desatender el suelo—. Voy a echar un vistazo a los alrededores. Si ese ciego legioníaco no se ha ido volando…

Lope ya está enfrascado en la tarea y la frase queda en el aire. El hombre primero rastrea el entorno del campamento, en torno al círculo que dibujó Toa Rappa, pero luego va ampliando el foco de sus pesquisas, a pesar de la insistencia de James. Por toda respuesta, el castellano pide tiempo y paciencia. Sólo al cabo de un largo rato, Lope vuelve al campamento* y reúne en un aparte a sus dos compañeros.

—He encontrado algo —comienza a explicar, serio—. Todo está lleno de huellas entremezcladas de pies descalzos, como los de los gules o los del viejo, pero a cierta distancia uno de los rastros va hacia las colinas —indica, señalando hacia el este—, mientras el grueso van hacia la aldea destruida. —Guarda silencio unos instantes, para dejar que los dos jóvenes asimilen la información.— Pero hay algo más —añade con preocupación—. Es ese mono que visteis. Creo que anoche pasó cerca del campamento. —Antes las dudas, se explica.— A un trecho de aquí he visto las huellas de una criatura enorme que iba a dos patas. El rastro viene del oeste, como nosotros, y apunta hacia las colinas también. Quienquiera que lo haya hecho, no se detuvo ni se acercó al campamento.

Una vez comunicado todo esto a James y Armando, Lope está listo para ponerse en marcha, y así lo manifiesta. Además, quiere llevarse las dos tiendas pequeñas.

—Que las carguen los monteñeses —añade en voz alta, para que le oigan—. Y debemos llevar las armas: si existe una posibilidad de crear un motín allí, nos harán falta… —De repente, se detiene.— La carta. La olvidé por completo... ¿Alguno la leyó?

Sin esperar respuesta, el castellano rebusca entre las cosas hasta dar con la carta y comienza a leerla.

Mientras veíamos a Lope revisar el suelo James comenzó a recoger las cosas del campamento y lo asisto preparando los bolsos de la manera que me instruyo para que todo estuviera bien distribuido.

Al rato Lope se levanta y nos da la noticia de que encontró muchas huellas de pies descalzos. Si eran de los Gules porque no nos atacaron? el viejo habrá ido a la colina y el Mono lo siguió por ese camino?, James, sera el mismo Gorila

Lope sacó una carta y la repasó con la mirada (debió encontrarla entre las pertenencias de los monteigne). Mientras, el campamento ya estaba totálmente recogido y las pertenencias repartidas en mochilas para cuando Lope regresó.

Los prisioneros no estaban muy habladores. Miraban con gesto asustado al lugar con tierra removida donde estuvieran enterrados sus compañeros, en el cual se podían atisbar aún restos de sangre y algo de carne roja

Con los grilletes en pies y manos esto les proporcionaba una mobilidad limitada. No podrían por ejemplo correr, aunque si caminar (al intentar correr, la distancia de la cadena grillete entre tobillo y tobillo les limita, y deben dar pasos cortos). Y si intentasen agarrar un arma o agredirles al avalonés o los castellanos, los grilletes en las manos también se lo pondría muy difícil

Mientras Lope repasaba la misiva, los seis empezaron a caminar en dirección a...

Lope se acerca de forma que James y Armando puedan leer atmbién la carta:

Armando reconoce enseguida el nombre de Francois Etallon du Toile, el general que ordenó la matanza de San Juan.

San Joan le sonaba a James de que estaba en Castilla y poco más de su navegación. Antes de arrancar, comenta un poco la carta con sus compañeros.

- Parece que el amigo al que Armando puso al espeto era un pieza de mucho cuidado. ¿Vosotros entendéis algo de lo que pasó en S. Joan? Entiendo que fue una matanza, pero no llego a más. ¿Sabéis algo de esta gente? ¿François Etallon? ¿Los Dul Motte son una familia poderosa?

Avalon fue durante siglos tierra conquistada Montaigne. La lengua y literatura avalonesas están notablemente influidas por al montaigne. Ambas naciones tienen una larga relación de amor-odio.

Debido a ello, aunque James no identifica a los individuos si que reconoce los apellidos.

La familia Etallon du Toile es una familia noble con una larga tradición de oficiales en el ejército montaigne. Se dice que los miembros de esta familia son más directos y honestos que la media. También se caracterizan por ser altos y fuertes, en contraste con la delicadeza anatómica del pueblo montaigne. Son una familia muy respetada, no por sus posesiones, si no por la fama de honorabilidad de sus miembros. Tienen una larga tradición de honor y virtud. Los avaloneses sabían que si combatían contar un miembro de la familia este sería valiente pero trataría con respeto a su enemigo y los prisioneros. El tal Francois debe ser una oveja negra, por lo que se deduce de la carta pues no casa con el caracter familiar.

La familia noble Gaulle Dul Motte es una de las nobles familias de Montaigne. No es muy influyente en verdad, dado que viven bastante apartados de la corte y sus tejemanejes. Son bastante aislacionistas y suelen recluirse en sus apartadas propiedades rurales, las cuales tienen fama de malditas y siniestras. Se dice que en general los Dul Motte son una familia con muy elevada educación (recibida en casa, no en universidades) y que en sus castillos y torreones recopilan abultadas bibliotecas privadas repletas de oscuros volúmenes. Los Dul Motte se mantienen apartados del resto de Montaigne y Montaigne hace lo mismo por ellos.

Du Paix es un apellido adoptado por renegados o miembros de familias nobles caídas en desgracia o exiliados de la familia. También es un apellido común entre miembros de la burguesia (adinerados sin título nobiliar)

Prasisse du Rachetisse es una familia con bastante poder e influencia política en Montaigne. Algunos de sus miembros están en posiciones de gran influencia. Además, tienen fama de ser poderosos hechiceros.

Lope no reconoce mucho de los nombres. Cree que los apellidos "Dul Motte" "Praisse du Rachetisse" y "Du Toile" son de familias de la nobleza montaigne, mientras que "Du Paix" no lo es. Parece plebeyo.

Más que nada de oidas por los apellidos de soldados y oficiales Montaignbe en la Castilla ocupada. Los oficiales suelen ser (no siempre) de ascendencia noble.

—Los gules no nos atacaron por… No lo sé. Alguna hechicería de Toa Rappa —contesta distraídamente Lope mientras comienza a leer la carta.

La lectura absorbe toda su atención: por un lado, por estar la carta en monteñés; por otro, por su elocuente contenido. Al terminar, su primer comentario es para Armando, y corrobora lo dicho por James:

—Has librado a Theah de un buen hideputa, chico: hasta el marrano emperador monteñés lo despreciaba y lo quería ver lejos —explica, negando con la cabeza, incrédulo, recordando cómo el chico ha matado de un golpe a aquel teniente del ejército monteñés—. Pero estos nombres no me dicen mucho, la verdad: «Praisse du Rachetisse» y «Du Toile», como «Dul Motte», suenan a apellido de oficial, aristocráticos, pero «Du Paix»... «Du Paix» parece plebeyo... —Se encoge de hombros y niega con la cabeza, como rindiéndose.— En fin: lo único que entiendo es que este Du Paix le debía una a Dul Motte. Y que hubo un asedio en San Juan. —Se vuelve hacia Armando.— Tú sabes qué pasó allí, ¿verdad? Anoche hablabas de San Juan con Toa Rappa.

La expresión de Lope no es autoritaria, ni exigente, sino tranquila, amistosa, paternal. El veterano está invitando a Armando a que se abra con ellos.

*          *          *

Más adelante, cuando estén listos, Lope se cargará su mochila y propondrá al grupo avanzar del siguiente modo: él, delante del resto, aprovechando su experiencia en la sierra para reconocer el terreno y evitar sorpresas. A continuación, los dos presos, y finalmente, sus dos compañeros, vigilando a los cautivos y la retaguardia. Como dirección, Lope propondrá que busquen algún quiebre en las colinas y avancen por él, buscando siempre los caminos naturales más propicios y menos empinados, aunque supongan dar cierto rodeo.

—Nuestros cuerpos lo agradecerán al final del día —dirá, para justificarse.

-No se la verdad de ese día pero si estuvimos hablando, me dijo que mi hermano sigue vivo. La pelea en San juan fue así: San Juan es una ciudad portuaria situada en el extremo norte de la provincia Zepeda, casi en el límite de la provincia Zepeda con la más norteña provincia Torres. Allí, el ejército castellano esperaba oponer resistencia al ejército invasor Montaigne. Pero los planes del alto mando cambiaron. El general castellano Don Montoya decidió que San Juan era difícilmente defendible y que resultaba mejor retirarse a una posición más segura en La Reina del Mar. Los ciudadanos de San Juan, en cambio, mostraron gran valentía al no evacuar la ciudad y decidir oponer resistencia al invasor montaigne a pesar de la retirada del ejército castellano. En su ultima carta de mi hermano me dijo que él no se sentía capaz de dejar a otros hermanos castellanos como él a sus suerte, y que incumpliendo órdenes abandonó su puesto y su oportunidad de retirarse con las fuerzas militares castellanas para unirse a los civiles en la defensa de San Juan. Posteriormente, las noticias desde San Juan fueron horribles. Los civiles de San Juan habían opuesto una fuerte resistencia y el general montaigne al mando Francois Etallon du Toile no podía soportar que simples civiles le avergonzaran. La ciudad fue asediada por tierra y mar durante ocho días de ataques y bombardeos continuos. Al octavo día la ciudad fue tomada por los montaigne y los pocos supervivientes castellanos en la ciudad fueron ejecutados en la plaza por orden del ahora tristemente conocido general montaigne. Según se dice, nadie escapó de la matanza de San Juan, un triste episodio de la guerra entre Castilla y Montaige. -

-El negro anoche me dijo que mi hermano seguía vivo y fue hecho prisionero, está carta me dice que está en esta isla con las demás personas de San Juan. Debo buscarlo y rescatarlo. Pero eso ya tendrá que esperar a que lleguemos al pueblo. Me satisface escuchar que ese teniente murió bajo mi mano.-

Mientras charlaban pusieron camino hacia el este en dirección a las colinas. Sin prisas. Tampoco es que los prisioneros encadenados pudieran tomar un ritmo más rápido debido a los grilletes.

El tiempo parecía calmado, y en cuanto el sol empezó a elevarse en el cielo frente a ellos, se empezó a notar el calor. Tampoco era sofocante, quizás llegase a serlo más adelante. A baja altura aún sobre las cumbres, la niebla intermedia le hacía parecer un brillo de tonalidad blanquecina antes que un ardiente disco dorado.

Caminaban por una alfombra de vegetación que anteriormente verde ahora se volvía más seca, amarillenta. Las briznas iban elevándose hasta llegarles a las rodillas. Eso les permitía seguir más fácilmente el rastro de Toa Rappa, un surco en el mar de tallos dorados.

No parecía que pudieran encontrarse a nadie repentinamente. Se vería a alguien recorriendo la llanura a mucha distancia, y sólo encontraban algún árbol solitario muy de cuando en cuando. Pero también es cierta que alguien paciente y agachado podría pasar desapercibido con mucha paciencia, como una serpiente o un depredador.

Pasaron un par de horas y habrían recorrido la mitad de recorrido hasta las colinas cuando algo pasó. El supuesto rastro de Toa Rappa se torcía hacia la izquierda. No se dirigía en línea recta camino de cruzar las colinas como habían supuesto. Giraba caminando ahora hacia el norte, en dirección a una rampa ascendente entre las colinas y el escarpado desde cuyas alturas cayera el arroyo.

¿Si no iba camino de la colonia de Nouvelle Paix, a donde se dirigía?

Cuando Armando hubo terminado de contar la historia de San Juan, y antes de partir, Lope puso una de sus manos sobre el hombro de Armando y le dijo:

—La guerra es muy puta… Y algunos oficiales militares, los más grandes hijos de las más grandes de las putas —añadió, lanzando una mirada hacia los presos—. Que me perdonen las putas. —Miró a James, en busca de complicidad—. Si tu hermano es prisioneros de Dul Motte en esta isla, te ayudaré a liberarle.

A continuación fue cuando Lope cogió su equipaje y explicó sus ideas para la marcha. No habiendo grandes desacuerdos, Lope y sus compañeros se desearon suerte y éste comenzó a andar para adelantarse al grupo, como había dicho.

*          *          *

Al cabo de un rato, Lope se detiene y espera a sus compañeros. Parece que ha encontrado algo, aunque no se ha escondido ni nada por el estilo: simplemente, espera. Cuando los demás llegan hasta él, pueden ver como el sudor ha vuelto a manchar sus ropas y perla su frente. Lope les enseña lo que le ha detenido:

—No sé qué pensar: quizás el viejo quiera evitar algo que hay al este de aquí, quizás conoce un paso fácil al norte… O quizás es otra cosa: quizás no esté yendo a la colonia. —Se rasca la cabeza. Se gira hacia los presos.- Vosotros. ¿Hay algún obstáculo si seguimos de frente? —pregunta autoritario—. No habrá un paso al norte de aquí, ¿hm?

Lope no saca el cuchillo, sino que coloca los brazos en jarras. Por momentos, mira alrededor, a lo lejos.